Un reloj que marca la esperanza.
En el silencio de la noche, Amaya Sakurai contemplaba las estrellas. Era una noche sin luna así que en el jardín predominaban las sombras, lo cual le venía bien porque le permitía observar sin ser observada. Sin embargo, no era que estuviera espiando a alguien, más bien lo que no quería era ser espiada. No creía que alguien la hubiese seguido hasta el jardín o que tan siquiera le interesara hacerlo, pero no estaba de más ser precavida. En esos momentos, la aprendiz de heroína conocida como After Rain quería estar sola, era lo que más ansiaba.
Al día siguiente, tras un tiempo relativamente corto de preparación, por fin tendría lugar la tan temida "batalla final contra el jefe supremo", como había expresado Mineta en un ataque de nervios, y Amaya no estaba segura de estar preparada para ello. ¿Lo estaría alguien realmente? ¿Estaban listos para el final de la guerra, para sobrevivir a ella? Aunque nadie en la clase 1-A de la UA hablaba de eso (o casi nadie), había una alta probabilidad de que algunos no salieran con vida del campo de batalla, de que muchos no salieran con vida. ¿Quién podría tener asegurada la supervivencia en una pelea en las que llevaban las de perder? Si en la batalla anterior, en la que en teoría estuvieron más preparados, se perdieron muchas vidas (Amaya todavía lloraba la muerte de Midnight, una noche sí y otra también), era lógico pensar que en esta pelea se incrementaría el número de vidas perdidas. Amaya intentaba con toda su alma no pensar en eso, pero hacía mucho tiempo que el mundo le había enseñado que podía llegar a ser muy cruel.
Un rato antes, Amaya se había despedido de su hermana mayor, Niwa. No había sido una despedida excesivamente emotiva, sólo lo justo y necesario, prácticamente Niwa había ocupado su tiempo en darle consejos de batalla a Amaya, consejos que, si bien podrían sonar fríos a oídos de otra persona que no la conociera, para Amaya eran la prueba de lo ansiosa y preocupada que estaba su hermana por su seguridad, esos avisos escondían los deseos de Niwa de que Amaya sobreviviera. Está de más decir que la chica también quería que Niwa saliera con vida pero era difícil asegurarlo, pues Fiorella (como era conocida Niwa) era una de las heroínas que estaría en el frente, sirviendo de conexión entre los distintos grupos de héroes que pelearían, lo que la ponía en un punto particularmente vulnerable.
"¡Ya deja de pensar en eso!", se regañó Amaya a sí misma. "De nada te servirá ser tan pesimista; hay que ser realista, pero sin llegar a tanto. Si te estresas demasiado por esta cuestión, no podrás dar lo mejor de ti".
Por supuesto, decir esto era más fácil que hacerlo, eliminar el pesimismo era tan difícil como mantener el optimismo. ¿No era por eso por lo que había decidido salir al jardín, para evitar contagiar a los demás con sus volubles pensamientos? Cierto que también lo hizo porque Amaya esperaba que la naturaleza y la tranquilidad de la noche la ayudaran, pero controlar sus emociones estaba resultando ser una empresa muy difícil de realizar. Repentinamente hasta el jardín comenzó a parecerle asfixiante, el cielo nocturno amenazó con cernirse sobre ella y el oxígeno de la atmósfera no era suficiente para llenar sus pulmones. La muchacha sentía que, en cualquier momento, la oscuridad acabaría por consumirla por completo.
"Relájate", se ordenó a sí misma. "Respira profundo, muy despacio, mantén la mente en blanco. No es un buen momento para tener un ataque de pánico".
Bien, que no estaba cerca de tener un ataque de pánico, pero sí temía perder el control y echarse a llorar en cualquier instante. Sin embargo, eso no tenía algo de malo, ¿cierto? Llorar servía para liberar la tensión y eso era lo que Amaya necesitaba.
– Oye, oye, ¿cuánto tiempo más vas a estar aquí, Ama-chan? –preguntó súbitamente una persona detrás de ella–. ¿O es que los de la clase 1-A se sienten demasiado buenos como para dormir bajo techo?
Amaya no necesitó girarse para saber que quien le había hablado era Neito Monoma, de la clase 1-B, esa actitud pasivo-agresiva era su sello característico. Muy a su pesar, estuvo a punto de sonreír, aunque se contuvo. Tan asombrada estaba por no haber notado la llegada de Monoma que no se percató de que eso le había espantado momentáneamente las ganas de llorar.
– En realidad, estaba evitando el encontrarme contigo –replicó ella; cuando recién se conocieron como rivales de clase (Neito, como era sabido, estaba en la clase B y Amaya había ingresado en la A), le había molestado que él se dirigiera a ella como "Ama-chan", pero dejó de mostrar su enojo al notar que eso satisfacía a Monoma y después acabó tomándole cariño al mote–. Tu ego, tú y yo no cabemos bajo el mismo techo.
Inmediatamente, Amaya sintió que la sangre se agolpaba en sus mejillas porque se había referido únicamente a ellos dos, en vez de decir algo como "los demás no cabemos contigo en la misma habitación" o algo similar; por fortuna, estaba oscuro y era poco probable que Monoma hubiese notado su rubor.
– Pero si los del ego gigantesco son los de la 1-A –contraatacó Neito, practicando su hobby favorito, es decir, quejarse de la clase rival–. En todo caso, la que no cabría serías tú, eso explica por qué estás afuera.
Si bien Monoma le había parecido exasperante durante casi todo el ciclo escolar, en esos momentos sus supuestos ataques le provocaban a Amaya unas ganas intensas de reírse. ¿Sería una mera cuestión de histeria o era que se sentía bien en presencia de ese chico tan irritante? Sea como fuere, no hizo el intento por cortar sus pullas.
– Y si eso fuera, ¿en qué te afecta? –cuestionó la chica de cabello castaño–. No estoy allá dentro, quitándote el oxígeno para respirar.
– Sí, lo noté, por eso vine a ver si estabas bien –aclaró Monoma, tras lo cual se apresuró a añadir–: Mañana necesitaremos toda la ayuda posible, incluyendo la tuya.
– Vaya, pues gracias –rezongó Amaya–. Estoy bien, ya lo viste; puedes volver adentro para que mi ego no te afecte.
Sin embargo, Monoma no se fue. Amaya pensó que él se quedó para fastidiarla, pero, aunque así fuera, agradecía su presencia, cosa que la sorprendió pues estaba segura de que quería estar sola. Sin embargo, ella era muy joven para comprender que la soledad, cuando se cargan tantos miedos a cuestas, puede llegar a convertirse en una cadena muy pesada.
– ¿Qué es lo que te pasa realmente, Amaya? –preguntó Neito después de un rato, en voz tan baja que por poco ella no lo escucha.
– ¿Qué te hace pensar que realmente me pasa algo? –contestó la muchacha, tan a la defensiva que apenas notó que él la había llamado por su nombre y no por su apodo.
– Que a todos nos pasa algo en una noche como ésta, en la que no sabemos qué nos depara el mañana –replicó Monoma, sin mirarla, tras lo cual añadió, en un tono sarcástico que se parecía más a su habitual forma de ser–: Quizás todos los de la 1-A fracasen y los de la 1-B tendremos la oportunidad de demostrar que somos mejores que ustedes.
Había en su voz una sensación de angustia muy bien disfrazada. Esto no era algo que se percibiera de primera intención, pero Amaya había desarrollado la habilidad de identificar cuándo Neito usaba su sarcasmo para ocultar sus propios miedos e inseguridades. En otras circunstancias, quizás Amaya habría contestado con otra pulla o directamente habría mandado a Monoma a freír espárragos, pero dada su inestabilidad emocional actual, ella se atrevió a hacer lo que nunca antes había hecho: abrir su corazón.
– Tengo miedo –susurró; esta vez, fue Monoma quien tuvo que esforzarse para oírla–. No tanto de que yo no sobreviva, sino de que la gente que amo no lo haga.
Fue una declaración directa y concisa, sin muchos rodeos. No habló demasiado, pero con lo poco que dijo expresó lo que sentía y se sintió tan aliviada de haber sido capaz de hacerlo en voz alta que las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas. Estaba tan cansada de fingir que todo estaba bien que no le importaba si Neito se burlaba de ella, aunque eso le rompiera el corazón.
– No eres la única: yo también estoy asustado –replicó él, inesperadamente–. ¿No es lo que todos tememos, que nadie salga vivo de ésta?
Asombrada, Amaya se giró a verlo y vio que en los labios de Monoma se asomaba una sonrisa que vagaba entre el ánimo y la desesperanza. Él estaba tan atemorizado como ella, pero al mismo tiempo intentaba darle ánimos y, por alguna razón que no comprendía, esto hizo que Amaya llorara más.
– No lo digo para que llores, sino para que te des cuenta de que no eres la única aterrorizada –continuó Monoma–. Al menos yo también me siento así y quizás sea mejor que tengamos miedo entre dos a que lo pasemos solos.
– ¿Realmente eres Monoma o es que alguien te ha suplantado? –Amaya rio débilmente–. No te reconozco.
– Yo tampoco te reconozco –replicó Neito–. No eres de las que se dejan llevar por estas cosas.
– Ni tú eres de demostrar debilidad frente a alguien de la 1-A y sin embargo aquí estamos los dos, actuando de forma rara –suspiró Amaya.
Parecía que Neito iba a soltar alguna réplica sarcástica de las suyas como respuesta a lo que Amaya había dicho, pero se lo pensó mejor, se quedó callado y se acercó a ella para tocarla en el hombro, al tiempo en el que metía la otra mano en el bolsillo del pantalón; si bien no había manera de saber cuándo Phantom Thief copiaba el quirk de una persona (porque ésta no sentía algo especial cuando lo hacía), After Rain supo, de alguna manera, que él había clonado su don.
– ¡Oye, no hagas eso! –protestó Amaya; su poder consistía en manipular el agua, así que no entendía para qué Monoma querría copiárselo justo en ese momento.
– Si no lo hago, no podría hacer esto. –Phantom Thief hizo entonces uso del quirk de After Rain y se acercó a ella para manipular sus lágrimas y retirarlas con delicadeza de sus ojos azules–. Si dejas de llorar, te prometo que no volveré a robar tu don.
Este acto fue tan inesperado que dejó a Amaya sin respuesta, pues Neito se las había ingeniado para tener un gesto dulce con ella sin caer en la cursilería y conservándose fiel a su estilo. Y este aparentemente sencillo acto la llenó de una extraña sensación de calidez que la hizo sonreír y darse cuenta de otra cosa: que Neito Monoma no era un simple amigo para ella.
– Eres un tramposo –murmuró Amaya, agradablemente confundida ante el torbellino de emociones placenteras que daba vueltas en su corazón.
– Y un ladrón. –Neito se encogió de hombros–. Vamos, deja de lloriquear que me incomoda burlarme de cualquiera de la 1-A que lo haga, resulta demasiado fácil.
– Nunca te ha importado eso con Mineta –lo contradijo Amaya.
– Mineta no cuenta –contestó Monoma y esbozó su sonrisa burlona.
– Tendremos mucho tiempo para pelearnos después, ¿no es así? –preguntó ella, aún con cierta ansiedad–. Tú y yo.
– Por supuesto que lo tendremos. –Neito se sorprendió por el hecho de que Amaya quisiera que ambos tuvieran mucho tiempo para pelearse entre ellos.
Si tuviese que ser honesto consigo mismo, tendría que aceptar que ella no era una simple amiga y por supuesto que una de las cosas que más deseaba era que la chica sobreviviera. Más que eso, quería sobrevivir él también para poder seguir peleándose con Amaya y consolándola todas las veces que fuera necesario. Como ella todavía titubeaba, él decidió ir más allá: metió la mano a su bolsillo y sacó uno de los relojes que usaba para saber cuánto tiempo le quedaba tras haber robado un quirk; casualmente, o quizás no tanto, era el que Phantom Thief activó tras robar el poder de After Rain y Neito decidió tomar esta coincidencia como una confirmación de que estaba haciendo lo correcto, así que asió la mano de Amaya y puso el reloj en ella.
– Esto hará que recuerdes que tendremos mucho tiempo para pelear entre nosotros después –explicó Monoma–. Llévalo contigo mañana.
– No puedo aceptarlo. –Amaya sintió que enrojecía.
– Me lo devuelves después de la batalla –insistió él y esbozó otra vez su sonrisa burlona–. Es un obsequio temporal.
– ¡Pero podrías ocuparlo! –expresó ella, preocupada.
– Tengo otros tres –aclaró Monoma, con lo cual se confirmó nuevamente la teoría de Midoriya de que él podía robar cuatro quirks por vez–. Me las arreglaré con los que me quedan.
En cualquier otra circunstancia, Amaya lo habría tomado como un acto de burla con cierto grado de mezquindad, pero en ese momento comprendió cuál era el auténtico significado de ese "obsequio temporal": Neito estaba pidiéndole que sobreviviera, no, más bien estaba obligándolos a ambos a sobrevivir, era la esperanza que él le ofrecía para ayudarla a afrontar lo que estaba por venir. Al comprenderlo, Amaya se quedó sin saber qué contestar. Que Monoma le prestara su reloj para reafirmar su promesa de que volverían a verse la emocionaba al extremo, quería saltar sobre él y quizás besarlo, pero logró contenerse de último momento.
– En ese caso, lo cuidaré bien –dijo Amaya al fin.
– Más te vale, porque no quiero que me compres uno nuevo –replicó él.
Y entonces se miraron momentáneamente a los ojos, con lo que establecieron una conexión única que hizo más especial ese instante, el cual quedaría grabado en la memoria de Amaya para siempre y la ayudaría a sobrellevar el horror que habría de vivir después. En ese minuto eterno, nada más importaba que saber que estaba muy enamorada de ese muchacho insolente y que era altamente probable que él lo estuviera de ella. Y eso era más que suficiente.
– Quedémonos otro rato –sugirió Neito, después de algún tiempo–. Todavía no tengo ganas de volver.
– Yo tampoco –respondió Amaya–. No creo que alguien nos eche de menos ahora.
En la quietud de la noche, en ese instante en donde el mundo parecía haberse detenido, sólo era audible el tic-tac del reloj que Amaya apretaba contra su pecho y que se había sincronizado con los latidos de su corazón.
Fin.
Notas:
- Los personajes de Boku no Hero Academia pertenecen a Kohei Horikoshi ©.
- Amaya Sakurai /After Rain es un personaje creado por Noah Tadashi.
- Escribí este fanfic como regalo de cumpleaños para mi querida Noah Tadashi, quien cumple años el 19 de octubre, y está inspirado en la historia que Noah tiene para uno de sus OCs de BnHA, Amaya Sakurai, y Neito Monoma, misma que ella me ha platicado en varias ocasiones. Sin embargo, este fic es mi propia versión de su historia ya que algunas cosas no ocurren como ella las planeó, sino que son mi propia visión; en otras palabras, esto es un fanfic de su universo.
- ¡Querida Noah, espero que esta historia sea de tu agrado! Nunca me alcanzarán las palabras para agradecer el apoyo y el cariño que me has dado este año y por los momentos de fangirlsismo extremo. ¡Y también por colaborar a que incremente mi obsesión por Endeavor! Gracias infinitas por tu amistad y por estar ahí cuando lo necesito, deseo que cumplas muchos años más y que lo disfrutes al máximo. ¡Feliz cumpleaños, bella, te quiero mucho
