DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.

Grupo de Facebook: Feeling the Reading: Bella Bradshaw. Mañana actualizaré el grupo con imágenes del capítulo, no quiero hacer spoilers.

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Tengo que llamar a Edward y contárselo.

Y aunque espero que lo entienda, si no lo hace, lo aceptaré.

Justo antes de coger el teléfono, suena el telefonillo del portero.

Confiada en que alguien se ha equivocado llamando a mi piso me pongo de pie y camino hasta el teléfono pegado a la pared.

-¿Quién es?- pregunto.

-Abre- me responden desde abajo.

Sé quién es.

Presiono el botón con el dibujo de la llave al lado del teléfono durante unos segundos y luego cuelgo.

No es posible, pienso abriendo la puerta de entrada.

-¿Qué haces aquí?- le digo cuando aparece por el pasillo del portal- ¿qué pasa?

Entra en casa sin decir nada y cerrando la puerta de un portazo.

-Eso digo, ¿qué coño pasa Bella?- me reclama- ¿otra vez igual? ¿Es tu forma de dejarme siempre? Primero te vas a Londres, luego ignoras los mensajes, después me rechazas las llamadas y en un par de días desaparecerá tu foto del whatsapp. Así sabré que me has dejado- concluye.

-Edward no- intento acercarme a él pero retrocede.

-Quita- me dice.

Doy un paso hacia atrás devolviéndole el espacio.

-¡No me puedo creer que me hayas vuelto a hacer lo mismo!- gesticula con los brazos-Después de este mes, de todo lo que hemos compartido, después de este fin de semana en Ibiza… Pensé que realmente querías estar conmigo, que esta vez sí- me grita- ¿cómo puedes actuar así si significo tan poco para ti? Confié en ti y me equivoqué.

-¡No!- le grito de vuelta- ¡no te has equivocado!

Por fin consigo que me mire.

-He tenido que colgarte porque estaba a punto de embarcar. No podía hablar por teléfono.

Se ríe sin gracia.

-Llevas sin responderme desde el miércoles Bella-

-No es cierto.

-Es verdad, se me olvidaba. Tu whatsapp de tres palabras después de horas ignorándome- dice sacando el móvil- He venido porque vas a dejarme pero esta vez lo vas a hacer a la cara. Me vas a explicar las razones y luego se acabó, para siempre.

-No voy a dejarte- digo mientras los ojos se me llenan de lágrimas- no quiero. Es precisamente lo que no quiero- termino de confesar rompiendo a llorar.

Edward frunce el ceño y me deja llorar sin acercarse.

-¿Crees que después de todo voy a dejarte?- le pregunto sin mirarle mientras me limpio la cara con la mano.

-¿Entonces Bella? No entiendo que un día no quieras separarte de mí y al siguiente no quieras ni responder un whatsapp. Esos cambios me joden la cabeza y me llevan a hacer mierdas como esta- expresa refiriéndose a plantarse en mi casa de repente.

Suspiro y tomo aire antes de empezar a hablar.

-Yo no voy a dejarte pero tal vez tú lo hagas- comienzo- he visto a Leo.

-El que faltaba…- dice apoyándose en la pared y girando la cara para no verme- ¿te le has tirado? Sé sincera.

-¡No!- expreso horrorizada.

-¿Entonces por qué voy a dejarte?- pregunta volviendo a mirarme.

-Fui a Londres porque era el cumpleaños de mi padre pero también porque quería comenzar los trámites del divorcio. Estoy separada pero no divorciada, legalmente sigo siendo la mujer de Leo Hastings.

-Continúa.

-En Inglaterra se necesita alegar unas causas que demuestren que la relación está rota de forma irreversible y entre ellas hay dos condiciones. Que antes de firmar el divorcio haya habido una separación de al menos dos años de mutuo acuerdo o de cinco años si no ha sido de mutuo acuerdo. Leo no quería separarse.

-O sea que…

-O sea que salvo que él cambie de opinión, seré su mujer a aspectos legales al menos cinco años más pero por sus palabras no va a ponérmelo fácil, no quiere. Y si no he actuado contigo con normalidad no es porque quiera dejarte, todo lo contrario, es porque tenía, tengo miedo de tu reacción a esta nueva información. Que sea ya demasiado para ti, demasiado tiempo teniendo la sombra de Leo sobre nosotros… no sé, te mereces a una chica que esté cien por cien libre para ti, que no tenga un ex marido detrás que quiera putearla. Así que si decides que es demasiado lo entenderé- digo bajando la mirada.

-¿Qué sientes por Leo? Me dijiste que nunca estuviste enamorada de él.

-Y así es- respondo volviendo a mirarle- en algún punto le quise, no de forma romántica, pero le quise. Pero ahora… solo siento rencor y odio. Además dijo otra cosa que…

-¿Qué?

-Dijo que yo abandonaba a las personas de un día para otro. Que no tengo madera para ser la pareja de alguien y que mis relaciones no durarán- le confieso volviendo a llorar.

Mi visión vuelve a nublase por las lágrimas así que no veo pero siento sus brazos a mis costados.

Me abrazo a él intentando calmarme un poco.

-Tengo miedo de que tenga razón- digo en voz baja con la frente apoyada en su pecho- tengo miedo de que esto se acabe algún día. Me siento tan bien contigo, tan viva, tan yo misma… no quiero perderte, ni ahora, ni en dos años, ni nunca- le confieso echándome hacia atrás para mirarle a los ojos.

-¿Bella te estás escuchando? Tienes todas las respuestas dentro de ti. No me perderás si no quieres perderme.

-No es tan fácil, tampoco quería perderte hace cuatro años y ocurrió.

-Y hemos aprendido de ello, ya sabemos lo que no hay que hacer.

Asiento aun no muy convencida.

-En realidad es todo tan fácil, todo se reduce a una cosa- comienza a decir mirándome fijamente- tenemos que decirlo.

Frunzo el ceño.

-Tú lo sabes y yo creo que lo sé, pero hay que decirlo. Hay que decir lo que no dijimos hace cuatro años, lo que hizo que subieras a mi coche en tu despedida de soltera el año pasado o a viajar a Ibiza para hablar conmigo hace un mes. Lo que hizo que yo parase la música en UNTOLD y que haya dejado tirado a Garret en el aeropuerto de Madrid.

Ambos nos quedamos mirando fijamente.

Ahora sé a qué se refiere.

-Si lo decimos- asiente- todo cambiará. Querré estar contigo todo el tiempo, dejaré de pensar en si un gesto es demasiado o no y simplemente lo haré, querré un título mayor que el de amiga.

Edward se ríe ante mi último requisito.

-Yo también querré ese título. Y me da igual que legalmente sigas casada, eso no significa nada para mí, porque Bella tú no eres la mujer de Leo Hastings, eres mía y llevas siéndolo años.

-Edward- digo emocionada antes de besarle.

Nos besamos con pasión contenida. Contenida desde hace días, desde hace años. Las manos de Edward me cogen de la cadera y me levantan para sentarme encima de la encimera de la isla de la cocina donde estaba apoyada antes.

Antes de perdernos en el beso recuerdo que aún hay algo pendiente.

-Edward- digo separándome de él. No obstante parece no estar de acuerdo y continua besándome el cuello- mírame.

Cuando tengo toda su atención cojo aire y comienzo a hablar.

-Te quiero, te amo, estoy enamorada de ti, aun, otra vez o todavía. Eres de lo mejor que le ha pasado a mi vida, como lo es contigo no es con nadie, me haces muy feliz- confieso por fin.

-Bella, te amo. Eres y siempre has sido la única para mí- dice antes de volver a besarnos.

Mentiría si dijese que este es el primer beso con amor que compartimos, pero sí es el primero en el que lo hacemos siendo conscientes mutuamente de nuestros sentimientos.

Pronto el beso deja de ser suficiente.

Nuestras manos recorren el cuerpo del otro, se cuelan debajo de la ropa, buscando, ansiando.

No espero a que Edward tome la iniciativa y soy yo la que se quita la camiseta sin paciencia.

Luego le quito a él la suya.

-Calma, tenemos tiempo- me intenta decir sonriendo.

-Que va- le contradigo riendo mientras desabrocho sus pantalones.

Él se ríe pero me ayuda a desnudarle.

Su polla salta hacia arriba en cuanto se baja los calzoncillos.

Mi mano inmediatamente va a tocarla.

Suave y dura.

Comienzo a masturbarle suavemente sin dejar de besarle.

Sus manos van hasta mi espalda y me quitan el sujetador en un segundo.

Luego baja hasta mi pantalón y me obliga a dejar de besarle y tocarle para bajarme los pantalones.

Me apoyo en mis antebrazos sobre la encimera elevando las caderas para poder quitarme los vaqueros y el tanga.

Cuando no queda ni una prenda de ropa en nuestros cuerpos, la boca de Edward va directamente a uno de mis pechos y baja lentamente por mi abdomen hasta mi pubis.

Una vez ahí, para un momento para levantar la mirada y anclar sus ojos en los míos al mismo tiempo que su lengua roza mi clítoris.

Contraigo el abdomen y suelto una pequeña risa.

Repite el toque ligero un par de veces más hasta que finalmente su boca se apodera de mi sexo completamente.

Chupando, mordiendo, besando.

Cambio el apoyo de mis brazos y me tumbo completamente sobre la encimera.

Edward agarra uno de mis tobillos y sube mi pie también a la encimera exponiéndome y abriéndome más a él.

Introduce un dedo en mi interior al mismo tiempo que pellizca mi clítoris entre sus labios.

El primer latigazo de placer me pilla por sorpresa.

Sus dedos, ahora son dos, no paran de entrar y salir haciendo ese sonido.

-Me corro- le aviso levantando mi cabeza.

-En mi boca- susurra separando sus labios levemente de mi piel.

Y tal y como él ha dicho, segundos después me corro en su boca.

-Si te vieras cuando te corres- dice poniéndose en pie y besándome.

Sabe a mí.

-Te quiero en mi boca- le digo tocando su polla.

-Bella, no tengo condones- me dice serio.

-No pasa nada- digo besándole y bajándome de la encimera- llevo un DIU.

-¿Estaré dentro de ti piel con piel?- dice volviendo a besarme.

-Sin nada que se interponga entre nosotros- le aseguro susurrando.

Me sorprende agachándose y cogiéndome por las rodillas. Grito de la sorpresa y me rio cuando veo sobre su hombro que me lleva a mi habitación.

Me tira encima de la cama y me obliga a abrir las piernas para ponerse entre ellas.

-Y ahora, voy a hacerte el amor- dice besándome.

-Por favor- le pido buscando con mi mano su pene.

Cuando le encuentro lo llevo contra mi entrada, acariciando su punta contra mis labios vaginales que siguen húmedos.

Su mano cubre la mía, se posiciona y empuja.

Suelto un gemido mitad placer mitad dolor.

-¿Estás bien?

-Ha pasado un tiempo desde la última vez, pero ahora estoy muy bien, sigue.

Edward comienza a moverse lentamente sobre mí.

Sale lento y entra rápido golpeando mi clítoris con su pelvis.

Su cabeza está en el hueco de mi cuello y mis piernas alrededor de su cintura.

Veo como sus caderas se mueven contra mí, entrando y saliendo, dándome placer.

Su mano pellizca mi pezón derecho.

-Te quiero- le susurro contra su oreja.

Su cabeza se gira para besarme y repetir mis palabras.

-Voy a correrme- me dice.

-Espera- le pido pidiendo parar.

Cambiamos de postura, esta vez él está sentado y yo estoy montada encima de él.

-No voy a aguantar- me avisa subiendo y bajando sus caderas a mi encuentro.

-Córrete- le pido poniendo mis manos en mi pecho para coger impulso.

En ese momento sus caderas cambian de ritmo, aumentan a una velocidad casi imposible haciendo que yo también me corra.

Edward gruñe, gime y se corre dentro de mí.

Y yo gimo mientras sigo moviéndome con él en mi interior.

Me rio mientras voy bajando el ritmo de mis caderas.

Edward también se ríe pero se incorpora para rodearme con sus brazos.

-Ven aquí- dice llevándome consigo y tumbándome en su pecho.

Escucho su corazón debajo de mí.

Poco a poco va latiendo a un ritmo más pausado.

-Me quedaría así para siempre- me dice en voz baja.

Sé que sus palabras no van con mala intención pero me recuerdan que tiene que viajar a miles de kilómetros y que no nos veremos en tres semanas.

Nota mi cambio de actitud y me mueve para quedar a mi lado haciendo que su pene abandone mi interior.

-Eh- dice acariciándome el pelo con cariño- ¿qué pasa?

-Es que después de hoy no sé cómo voy a aguantar sin verte tres semanas.

Edward se acerca y me besa la sien.

-Va a ser duro para mí también.

-No te vayas, acabo de recuperarte- digo abrazándome a él por el cuello y pasando una pierna por encima de su cadera.

-Ojalá cariño. Pero no acabas de recuperarme, hace mucho me tenías.

-Mentira.

-Es cierto- dice mirándome a los ojos.

-No te caía bien hace unos meses- le recuerdo.

Edward se ríe de mi comentario.

-Me caías bien. Pero tenía que poner algún límite, no estábamos juntos, no querías estar conmigo y aun así tenía que verte en el trabajo.

-Sí quería estar contigo. Inconscientemente siempre terminaba cerca de ti.

-Hubiera caído rápido si me hubieras dicho algo en ese momento.

-Ojalá haberlo sabido- susurro contra su piel- pero ahora es perfecto. Casi perfecto. ¿Estás seguro que no te importa que siga siendo una mujer casada durante quizás los próximos cinco años? Yo no soportaría saber que estás casado con otra y no hay fecha de fin a corto plazo.

Su cara cambia y se pone serio.

-Llevo mucho tiempo esperándote Bella. Antes incluso de conocerte buscaba encontrarte, cuando te conocí y compartí contigo ese verano simplemente supe que eras tú. Luego intenté superarte y no funcionó. Todas mis relaciones después de ti fueron un desastre. Cuando te volví a ver en Ibiza pensé que tendría la oportunidad de volver contigo pero estabas prometida. Me enfadó descubrir que estabas casada.

Asiento con la cabeza.

-¿Por qué con Leo sí y conmigo no? Y cuando conocí a Leo… menudo gilipollas- dice negando con la cabeza- No me sorprende que no te deje escapar, así sea solo en el ámbito legal, estaba obsesionado contigo.

-¿Qué?

-¿No lo sabes? Estaba cada dos por tres preguntando por ti a su socio o su amigo, quien fuera. En todas las reuniones salía tu nombre, paraba un momento, llamaba por teléfono y preguntaba por ti.

Frunzo el ceño.

-¿En serio?

Sabía que Leo siempre era muy insistente con saber qué hacía y dónde estaba pero nunca pensé que había una tercera persona dándole esa información.

-Sí, en serio. Puedo entenderle, yo también estaba obsesionado contigo- dice besándome el cuello.

-No sabía que su amigo estaba al tanto de mí- le digo mientras sigue besándome.

-Leo no era para ti. Si hubiera sido un tío diferente, buena persona, amable, justo… te juro que te hubiera dado la enhorabuena y te habría dejado en paz, pero era un gilipollas. Ahora ya no está en tu vida.

-Ahora estás tú- digo girándome a besarle.

-Y pretendo estarlo mucho tiempo.

-Igual mucho tiempo puede ser para siempre, cuidado- le advierto riendo.

-Ojalá que sí- responde besándome de vuelta- ojalá no te abrume mi vida- susurra.

-Edward, ya sé lo que hay-digo sujetándole la cabeza para mirarnos a los ojos- hagamos que la cantidad de tiempo que pasemos juntos no sea tan determinante como la calidad del mismo.

-Viajo mucho Bella. Demasiado.

-¿No te compensa estar juntos aunque tengamos una relación a distancia?

-Por supuesto, quiero estar contigo por poco que sea- dice abrazándome- pero me gustaría ofrecerte más.

-Yo te quiero por quien eres- digo girándome a verle- y tu profesión es parte de ti.

Remoloneamos un poco más en la cama hasta que miro el móvil y veo que son casi las cuatro de la tarde.

-¿Tienes hambre? No tengo nada de comida en casa pero podemos ir al bar de abajo- le digo poniéndome de pie.

-Tengo que irme en una hora, preferiría no perder el tiempo saliendo fuera.

-Podemos pedir algo a domicilio- digo cogiendo el móvil, abriendo la aplicación de reparto de comida y pasándoselo a él.

-¿Poke?

-Me vale. El mío de atún con edamames- le pido poniéndome las bragas.

Edward no responde mientras hace el pedido en mi teléfono.

Me pongo una camiseta básica y salgo al baño. Cuando vuelvo Edward está en calzoncillos mirando a través de la ventana abstraído. Camino hasta él y pongo una mano en su brazo para que me mire.

-¿Estás bien?- pregunto cuando finalmente me mira.

-Voy a decirte algo y no quiero que lo interpretes como que soy un controlador.

-Vale- respondo dubitativa.

-Cuando esté fuera necesito que me contestes, necesito que la comunicación fluya. Una llamada, un whatsapp o algo. No hace falta que me mandes tu ubicación cada hora o que me cuentes cada paso que das cada día, es solo que….

Le interrumpo poniéndome de puntillas y besándole.

-Me parece bien- respondo rompiendo el beso.

-No pretendo que estés pegada al móvil cada minuto. No es eso lo que quiero.

-Y no lo estaré. Sé a qué te refieres y será fácil para mí. También necesito mantenerme en contacto contigo.

-Gracias- dice dándome un beso.

Hay más detrás de esa petición, lo sé. Hay inseguridades, recuerdos, heridas que no curaron del todo y sé que la culpa es principalmente mía. Fueron mis acciones de hace años las que crearon esa inseguridad en él que sigue patente a día de hoy. No obstante quiero que desaparezca y voy a ponérselo fácil.

-¿Me puedes enseñar tu calendario? Quiero organizarme- le pido.

Él se echa a reír.

-No quiero asustarte tan pronto.

-No voy a asustarme.

-Bien, cuadremos agendas- responde caminando hasta la cocina seguido por mí donde hemos dejado la ropa tirada. Su móvil está en los bolsillos de sus vaqueros.

-Todo tuyo- dice dándome el teléfono con la aplicación del calendario abierta.

-Ven- le agarro de la mano con mi otra mano libre y nos sentamos en el sofá. Cojo mi ordenador que estaba sobre la mesa de café y le enciendo.

-Bonita foto- dice cuando la pantalla muestra el escritorio- me suena esa chica- señala la pantalla.

-Es en Nantes, cuando terminé la carrera, una semana antes de conocerte- sonrío y me giro a darle un beso.

La foto que tengo de fondo de pantalla en el ordenador es una donde salimos las cuatro amigas juntas con el valle del Loira al fondo.

-Vamos a ver- digo metiéndome en el calendario del trabajo.

-Ven aquí- susurra rodeándome con sus brazos y tumbándose un poco en el sofá. En esta nueva posición él está apoyado en el reposabrazos con sus piernas estiradas y yo apoyada sobre su pecho con su cabeza en mi hombro derecho.

-¿Qué día volvías?-

-El 21-

-¿Llegas a Madrid?

-Puedo cambiar el vuelo como he hecho hoy. Íbamos a volar directamente desde Madrid a Bombay con escala en Abu Dabi pero yo voy a coger un avión Barcelona-Dubai y desde allí a Bombay. Puedo hacer ese cambio y volar directamente a Barcelona.

-¿Quieres hacer eso?- pregunto girándome un poco- yo puedo coger un tren a Madrid.

-¿Para qué? El lunes trabajas y tendríamos que venir aquí de todas formas. Es mejor la opción que te he dicho yo.

-¿Abandonarás a Garret de nuevo?- pregunto con humor.

-Él se irá directamente a Los Ángeles, a casa.

-Mhm.

-¿Me acogerás en tu casa esos cuatro días?- me susurra en el oído poniéndome la carne de gallina.

-No, te retendré en mi casa esos cuatro días que es diferente- le respondo.

Ambos reímos.

-Con suerte esa semana estaremos empezando una campaña nueva y eso significa trabajo más liviano.

En ese momento llaman al telefonillo y Edward se levanta rápidamente para abrir.

-No vas a abrir así- le digo poniendo una mano en su pecho impidiendo que se levante- llevas solo unos calzoncillos demasiado ajustados a esa preciosa polla.

Edward se echa a reír a carcajadas.

-Eres una celosa-

-Sí lo soy- digo poniéndome de pie.

-¿Y tú sí puedes abrir así?- me devuelve la pregunta dándome un azote en el culo.

-Au- me quejo poniendo una mano en mi glúteo derecho- estoy más tapada que tú.

-Llevas un tanga y una camiseta blanca con la que se te transparentan los pezones.

El timbre vuelve a sonar y corro hasta el teléfono pegado a la pared para abrirle la puerta del portal.

Mientras el repartidor sube hasta mi piso cojo mis pantalones cortos que siguen tirados en el suelo y me los pongo.

-¿Feliz?- le pregunto mientras abro la puerta.

-Mucho- responde.

Cojo la comida de manos del repartidor, le doy las gracias y cierro la puerta de nuevo.

Comemos sentados en el sofá mientras seguimos viendo el calendario.

Los días tras su viaje a la India me mantienen esperanzada pero cuando acaben él volará a Amsterdam y luego a Estados Unidos. Es probable que pasen otras tres semanas hasta que le vuelva a ver.

-A mediados de noviembre tengo varias actuaciones en Rotterdam, Países Bajos, caen en fin de semana.

-Yo podría volar hasta allí de viernes a domingo. No es mucho tiempo pero es mejor que nada- propongo.

-Si quieres y puedes sería genial.

-Puedo y quiero estar contigo así que sí, cogeré los vuelos hoy mismo. ¿Y luego?

-Tengo trabajo de estudio las últimas semanas de noviembre.

-¿Y dónde tienes el estudio?

-En Los Ángeles.

-En Ibiza tenías un estudio.

-Sí, porque iba a estar allí una larga temporada pero normalmente trabajo en Los Ángeles.

-¿En tu casa?

-Sí.

-No te vería hasta diciembre- caigo en la conclusión.

Ambos nos quedamos en silencio con la vista fija en el calendario.

-¿Es mucho no?- pregunta él.

-Sí, lo es.

-Lo siento, tú te mereces más, te mereces tener a tu pareja todos los días contigo.

Me giro a mirarle.

-No sé cómo lo voy a llevar, va a ser duro seguro.

-¿Por qué has tenido que enamorarte de un DJ?- pregunta con una sonrisa triste.

-¿Por qué has tenido que enamorarte tú de una chica que vive en Barcelona con un trabajo con horarios poco flexibles?- le rebato.

Ahora sonríe ampliamente.

-¿Cómo no iba a hacerlo? Me encanta esa chica.

-Ya, yo tampoco tuve elección, él me atrapó… muy fuerte- le digo poniendo mi mano en su rodilla- Ahora en serio, las cosas son así y así lo tenemos que gestionar.

-Tienes que prometerme que si en algún punto es demasiado me lo dirás.

-Te lo prometo- le aseguro.

Mi vista se va sin querer a la esquina inferior derecha del portátil para mirar la hora.

-Tienes que irte- le digo aun mirando la pantalla.

-Sí pero no quiero.

-Puedes quedarte- le propongo sonriente y girándome a mirarle.

-Ya me gustaría- me besa- ¿te duchas conmigo?- propone poniéndose en pie.

-En 10 minutos- le respondo mirándole a los ojos desde abajo y bajando la vista por su cuerpo hasta detenerse en la curva de su pene enmarcada entre la tela blanca- ven aquí- le pido moviendo el dedo.

Cuando le tengo frente a mí le acaricio sobre la tela mientras siento como se endurece poco a poco.

Su respiración cambia.

Beso su abdomen poco a poco, beso su tatuaje sobre su pelvis y engancho con un dedo la goma de la única prenda que le cubre y bajo poco a poco.

Su polla salta en cuanto la libero casi golpeándome la cara.

Nos reímos y comienzo a acariciarle.

Introduzco la punta en mi boca mientras le masturbo con la mano.

Me agarra el pelo y hace fuerza para introducirse más.

-¿Vas a follarme la boca?- pregunto sacándomela de la boca.

-La boca y el coño. Abre- dice volviéndome a introducir su polla.

Succiono su polla con mis labios pero sus caderas son incesantes contra mi cara.

-Relaja la mandíbula- me pide.

Le miro y lo intento pero en cuando su polla me roza la campanilla mi mandibula se tensa.

-Relájala cariño- me pide acariciando mi cara.

Lo vuelvo a intentar y dejo de respirar unos segundos mientras su polla se introduce por completo en mi boca.

Da un par de embestidas pero sale de mi boca rápidamente.

-Eres maravillosa- me dice bajando a besarme.

Miro su polla, enorme y dilatada.

-No me creo que haya podido con toda.

Edward se ríe mientras me desnuda.

-Ponte de pie- me dice.

Le hago caso mientras que él se pone de rodillas a mis pies.

Me quita el pantalón y luego el tanga.

Completamente desnuda coloca uno de mis pies sobre la mesa y pone su cara debajo de mi coño.

Su lengua me acaricia y sus dedos me abren.

Su lengua me penetra.

Gimo mordiéndome el labio.

-No te contengas.

-Tengo vecinos, no puedo gritar mucho.

-¿No?- pregunta volviendo a lamerme.

Vuelvo a emitir un gemido bajito.

Me introduce dos dedos de repente.

Gimo más alto.

Sus dedos entran y salen acariciándome por dentro.

Cierro los ojos y mis manos se pierden en su pelo.

Le tiro del pelo con fuerza y le acerco la boca a mí.

Me chupa incesantemente y cuando voy a correrme para.

Se pone de pie y me coge en brazos.

Grito de sorpresa.

-¿Ves como sí podías gritar?

-Cállate y folláme- le pido besándole.

Una de sus manos me suelta y se mete entre nosotros para colocar su polla en mi entrada. Me baja hasta que estoy completamente llena.

La sala se llena del sonido de su piel chocando contra la mía.

Cuando sus brazos se cansan de sostenerme me inclina sobre el sofá y comienza a follarme desde atrás.

-Chupa- dice inclinándose sobre mí y poniéndome dos dedos a la altura de mi boca.

Me los introduzco, los chupo, los beso.

En cuando abandonan mi boca van directamente a mi clitorís. Primero acariciándole suavemente y luego simplemente manteniéndole entre dos dedos, como una pinza.

Cuando me corro Edward sigue bombeando incesantemente contra mí.

Él se corre dando tres estocadas profundas y descargando en mi interior.

-Joder- dice desplomándose sobre mí.

Las respiraciones de ambos están agitadas pero me muevo para quedar sobre él y besarle suavemente.

Me mira con los ojos entornados recuperándose mientras me devuelve el beso.

-Te amo- me dice besándome más intensamente.

Gimo contra su boca devolviéndole el beso.

-Mierda- dice cuando rompemos el beso con la vista fija en el reloj del salvapantallas del ordenador.

Me giro y son las 17:03

-Por ese polvo compensa perder un avión- le susurro.

-Estoy de acuerdo- nos reímos.

Corremos a la ducha y nos lavamos rápidamente, sin florituras ni carantoñas.

Quiero acompañarle al aeropuerto pero él insiste en que no así que ahora estamos en la puerta de mi portal esperando al taxi.

-¿Me llamas o me escribes cuando llegues? Aunque aquí sea tarde- le pido.

-Claro-

-Dame un beso- le pido poniéndome de puntillas- uno bueno que dure tres semanas.

Nos fundimos en un beso apasionado, con nuestras lenguas acariciándose y sus manos por dentro de los bolsillos de mi pantalón.

El sonido de un coche parándose a nuestro lado nos separa. Un coche negro con las puertas amarillas, un taxi.

-Adiós, te quiero- le digo antes de cerrar la puerta.

-Y yo a ti- me responde guiñándome un ojo antes de bajarse las gafas de sol.

Cierro la puerta del coche y me quedo mirándole hasta que desaparece calle abajo.

Suspiro y camino de vuelta a mi casa.

Cuando estoy dentro de mi piso cierro la puerta y me apoyo contra ella.

Sonrío recordando las últimas tres horas.

Por fin.

Dentro de mí me encuentro feliz, llena de energía y capaz de todo.

La calma se ha instalado por fin en mi cabeza. Supongo que esto es lo que se siente cuando aceptas que estás enamorada y eres correspondida.

Pero además cuando pienso en él, en quién es él y todos los vaivenes que hemos tenido desde que nos conocimos me entra el vértigo.

Me explota la cabeza.

Y un poquito el corazón también.

Rápidamente salgo de mi ensoñación y comienzo a recoger el salón, tiro a la basura los contenedores donde venía la comida que hemos pedido. Coloco de nuevo las almohadas del sofá. En mi habitación la cama es un desastre, arrugada y con la funda levantada.

Pongo la lavadora con la ropa que he llevado a Londres y salgo hacia el supermercado a hacer la compra.

Más tarde ese día, una vez que ya ha anochecido, escribo a Rose y a Victoria contándolas que he hablado con Edward sobre Leo y todo está bien.

Cuando termino de cenar me tumbo en el sofá y el aroma de Edward me invade, es casi como estar con él.

Antes de irme a dormir le escribo un mensaje.

Es cursi, muy rosa, muy empalagoso, muy impropio de mí pero con él me sale ser así de forma natural.

Finaliza con un te amo y decido dar a enviar sin pensar demasiado.

Solo le llega un tick, señal de que está volando aun y verá el mensaje nada más aterrizar.

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¡Hola! ¡Ha llegado EL CAPÍTULO!

¿Qué os ha parecido? ¿Se volverá Bella una cursi de ahora en adelante? ¿Cómo sobrellevarán la distancia? Si alguna tiene una relación a distancia y quiere darme consejos para que yo los pueda aplicar a esta historia os lo agradecería mucho.

Como ya sabéis review = adelanto, pero en este capítulo necesito saber vuestra opinión.

Muchas gracias por leer