-Bella POV-

Desperté desorientada, con una pulsación de dolor martillando en mi cabeza. Parpadeé repetidas veces, tratando de aclimatarme a la oscuridad que me envolvía. No reconocía el lugar en el que me encontraba: una habitación fría y opresiva. Intenté moverme, pero una fría presión en mi tobillo me hizo darme cuenta de algo más, moví la delgada sábana que me cubría revelando los fríos grilletes que me ataban a la cama, un escalofrío recorrió mi espina dorsal.
Mi mano - temblorosa, - instintivamente se desplazó hacia mi cuello, encontrando una gasa que cubría una herida de la cual no tenía idea de cómo había surgido. La humedad en ella desató un pánico silencioso en mi pecho, estaba cubierta por mi sangre.
¿Cómo había llegado a este lugar? ¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaba?
Me dirigí hacia la puerta, pero el grillete me detuvo a unos escasos centímetros de la puerta. Mi mente se llenó de más preguntas mientras mis ojos escudriñaban la penumbra en busca de una salida.
— Ni siquiera lo intentes — advirtió una voz conocida, fría como el hielo.
Jasper emergió a la luz, su figura delineada por el resplandor lunar revelando sus rasgos, dotándolo de una apariencia aún más siniestra, fue entonces cuando la realidad de la situación me golpeó como un puñetazo en el estómago. Lo observé, sorprendida. La habitación parecía encogerse a mi alrededor mientras luchaba por contener las lágrimas y el miedo.
— Charlie no tomó bien la noticia. — mencionó acercándose a la cama, acariciando el espacio que había ocupado unos segundos antes.
— ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? — pregunté con lágrimas en los ojos.
— Lo suficientemente lejos como para que ninguno de tus amiguitos pueda encontrarte.
Mi mente giraba mientras me preguntaba si alguien notaría mi ausencia, si alguien me buscaría. La idea de convertirme en otra víctima en la lista de muertes de Jasper me heló hasta los huesos.
Volví la mano hacia la herida del cuello, asqueada.
— Tu me hiciste esto.
— Lo siento, no pude evitar... contenerme. — Algo brilló en sus ojos. — Ven.
Extendió su mano hacia mí, desvié la mirada renuente a estar cerca de ese monstruo. Las lágrimas bajaron por mis mejillas, me mordí el labio para evitar descontrolarme con el llanto y el nudo que se formaba en la garganta.
Sentí el tirón en el tobillo, desestabilizándome y cayendo al suelo de golpe. Comenzó a jalar de la cadena acercándome a él, intente aferrarme a la madera del piso encajando las uñas, pero eso no hizo mucha diferencia. Intenté patearle cuando lo tenía cerca, pero me tomó de la pierna con fuerza evitando el golpe, lastimándome.
— Cuando yo te diga que vengas, tu debes acatar la orden ¿entendido?
Asentí molesta, sosteniéndole la mirada aún con lágrimas.

Jasper había abandonado la habitación minutos atrás, no sin antes plantearme la situación en la que me encontraba: en un callejón sin salida.

Sentí un fuerte impacto contra algo. El carro derrapó en la carretera y terminó estrellándose.
Desperté de golpe, agitada y cubierta en sudor.
— Jake — susurré asustada.
Miré hacia ambos lados buscándolo, pero al recordar todo asumí lo obvio, él no se encontraba allí. Moví la sabana para ver el grillete que me aprisionaba, observé un punto especifico de mi pierna en la que amenazaba con formarse un moretón, recordé el agarre de Jasper, suspiré frustrada toqué el lugar y me dolió. Seguí mi vista hacia el tobillo, para mi sorpresa el grillete estaba abierto, dejándome libre. Corrí hacia la puerta forzando mi pierna lastimada para intentar abrir la puerta, forcejé con el cerrojo un par de veces, pero estaba con seguro. Grité frustrada y golpeé la puerta.
— ¡Déjame salir! — di otro golpe — ¡Abre la puerta! ¡Maldita sea! ¡Jasper!
Pateé la puerta lamentándome al instante porque me dolió, me giré recargándome en la pared, resignada observé el lugar al que ahora podía llamar mi prisión, ahora ya iluminada por la luz del día. La habitación era grande, pero te deprimía de solo verla, tenía pocos muebles de madera desgastada: una mesa, una silla y un armario entreabierto.
Lo que podía haber considerado mi segundo posible escape: la ventana; tenía protección, unos barrotes por los cuáles ni en mis mejores sueños podría traspasar.
Caminé hacia ella apoyándome más en la pierna sana para avanzar, maldiciendo una y otra vez. Vi hacia el exterior, estábamos en medio del bosque, no se podía distinguir alguna carretera cercana, no se escuchan carros, ningún indicio de gente cerca.

Escuché como se acercaba alguien, la madera crujía, después el cerrojo quitando el seguro de la puerta. Jasper entró a la habitación, le daba la espalda y no pensaba girarme para verle. Arrojó algo hacia la mesa.
— El desayuno está servido. — canturreó burlesco. — Lamento no poder acompañarte esta mañana, tengo que ir a la búsqueda organizada por Charlie para encontrar su pobre hija desaparecida, dicen que todo Forks participará.
— Idiota. — respondí aún viendo hacia la ventana.
Pasos en mi dirección, se acercaba a mí.
— Repítelo. — dijo detrás de mí, podía sentir su aliento en mi nuca. No respondí. — Eso pensé.
Me giré quedando frente a él.
— Idiota. — saboreé cada palabra viendo como su expresión se endurecía.
Apenas pude reaccionar cuando sentí su mano sobre mi cuello, apretándolo impidiéndome respirar, le golpeé desesperada cuando comenzaba a batallar para tomar aire. Llevé mi mano al cuello intentando quitarlo, rasguñándole, cuando sentí como la sangre comenzaba a escurrir, bajando por mi cuello, la herida.
— Te crees valiente ¿no es así? — cerró los ojos, deleitándose de mi sufrimiento. Soltó su agarre dejándome caer al suelo mientras recuperaba el aire a grandes bocanadas, desesperada. Tosí asustada, le observé con lágrimas en los ojos sin poder creer lo que acababa de pasar. — Tengo poca paciencia, Bella. No la agotes tan rápido, y cúbrete eso — dijo lo último asqueado, me arrojó un delgado sobre al suelo, una nueva gasa. — No hagas nada estúpido en lo que vuelvo.
Salió de la habitación, poniéndole seguro de nuevo.