Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Bella se detuvo cuando llegó a la acera frente al hospital.

¿Por qué tenía que ser este hospital? ¿Y por qué tenía que ser por esto?

Inhaló por la nariz y exhaló de nuevo, reprendiéndose a sí misma. Esto no se trataba de ella. De eso se trataba ser parte del mundo. Estaba tratando de aprender a ser una buena amiga, un miembro valioso de la comunidad. Ahora mismo, la familia de su amiga estaba en dificultades. Esta familia le había mostrado amabilidad y compasión sin otra razón más que porque era parte de quienes eran; podía devolver el favor sin sentir lástima por sí misma.

La voz de su padre resonó en su cabeza. «Eres una adulta, Isabella, y la vida no es fácil. Madura».

Se erizó, pero él tenía razón. Enderezó los hombros y entró en el hospital, el lugar del peor día de su vida, recordándose a sí misma que hoy no era un mal día.

Apenas tenía un pie en la puerta cuando se detuvo en seco de nuevo, viendo a Emmett en lo que parecía ser una conversación muy intensa y en voz baja con un hombre que no conocía. Se veía tan diferente a sí mismo que hizo doler el corazón de Bella. Un gran oso de hombre, Emmett era una de las personas más relajadas y tranquilas que Bella conocía. Nunca antes lo había visto sin sonreír.

No estaba sonriendo ahora. Parecía demacrado. No parecía enojado, aunque obviamente estaba discutiendo con el extraño. Parecía más dolido.

Aunque sabía que no debería hacerlo, Bella no pudo evitarlo. Ella era entrometida. Siguió caminando hasta que estuvo lo suficientemente cerca para escuchar.

—Mira, lo siento —dijo Emmett—. Realmente lo hago. Sabes que no es así como quiero que sean las cosas. Pero si Rose estuviera consciente en este momento, te sacaría a patadas. Tengo que respetar eso, hombre.

—Sí. Lo entiendo —comprendió el otro hombre, su voz áspera—. Yo solo... no sabía que ella sentía eso por mí. No conozco a esta mujer, Emmett.

—No quería decírtelo. —Emmett rodó los ojos hacia el techo, sacudiendo un poco la cabeza—. Seguía esperando… no sé. Pensé que tendríamos un poco de tiempo, y tal vez ella cambiaría de opinión. Ella cree… —Suspiró y miró al extraño, entrecerrando los ojos un poco—. Ella piensa muchas cosas, y tampoco está exactamente equivocada sobre ellas.

—¿Como qué? ¿Como si fuera un peligro para tu familia?

—¿Está equivocada? —Emmett levantó una mano, deteniendo lo que el extraño estaba a punto de decir—. Sé que nunca nos lastimarías físicamente, pero vamos, hombre. No puedes decir que no haces daño. ¿Cómo llegaste aquí? En tu motocicleta, ¿verdad? —El extraño hizo una mueca y Emmett suspiró exasperado—. Literalmente acabas de poner un pie fuera de prisión y violaste una ley para llegar aquí, conduciendo con una licencia vencida.

Bella dio un paso atrás, sorprendida por la palabra prisión. El movimiento llamó la atención de ambos hombres. Se dieron la vuelta y Bella se congeló.

No era solo que estuviera avergonzada de haber sido atrapada escuchando a escondidas. Fue que cuando se giró, los ojos del extraño se encontraron con los de ella y algo... sucedió. Quedó impresionada por él. Incluso en una mueca como estaban, sus rasgos eran... Bueno, no lo sabía. Era como si sus rasgos se hubieran arreglado de tal manera que ella no podía evitar mirarlo. El ángulo de sus mejillas, su barbilla, su nariz. El tono verde de sus ojos tristes y torturados. Su cabello, lo suficientemente largo como para que cayera en un desorden que simplemente funcionaba. Todo sobre él simplemente funcionaba. En un instante, se sintió atraída por él, y eso no era algo que le sucediera normalmente. No era necesariamente bueno o malo. Simplemente... era.

—Oh, hola, Bella.

Bella parpadeó, sorprendida cuando Emmett la atrajo en un rápido abrazo. Ella aprovechó su abrazo arrollador para sacudir la extraña sensación que se había apoderado de ella.

—Hola, Em. ¿Alguna noticia?

Frunció el ceño, sus ojos apretándose en las esquinas.

—Ambos todavía respiran, ya es algo. —Bajó la cabeza, frotándose la nuca—. No lo sé. Mi bebé... Henry es tan pequeño. Tan, tan pequeño. Y Rose... —Hizo un gesto de impotencia.

Bella apretó su brazo. Quería decirle que todo estaría bien, pero comprendía más que la mayoría de las personas que a veces no era así como terminaba la historia.

Emmett respiró hondo y logró esbozar una pequeña sonrisa.

—De todos modos, um. Este es mi hermano pequeño Edward. —Hizo un gesto al extraño, y Bella se sintió un poco tonta. Edward. Alice tenía un hermano mayor que había mencionado que estaba en prisión y que saldría pronto. Ella estaba tan emocionada.

—Hola —saludó Edward, su tono era cuidadoso, pero tenía una mirada extraña en sus ojos. Esa extraña sensación se deslizó por la columna de Bella de nuevo. ¿Era el viejo estereotipo? No había visto a una mujer en años sin el uniforme de un guardia. ¿Sería simple lujuria?

Pero cuando estrechó su mano, el calor se extendió a través de ella. No se encontraba incómoda en lo más mínimo.

—Hola —replicó ella.

Inexplicablemente, el labio de él subió en una esquina y sus ojos preocupados se iluminaron.

—Edward, esta es Bella. Alice la encontró. Es buena gente —indicó Emmett.

Bella resopló, soltando la mano de Edward después de demasiado tiempo.

—Me haces sonar como una vagabunda.

—Todos somos vagabundos aquí —intervino Edward—. Hablando de eso, no te preocupes, hermano mayor —dijo las dos últimas palabras con sarcasmo, pero no con mala intención detrás de ellas—, me quitaré del camino de todos.

—Oye, hombre. No es así. No puedo dejar que veas al bebé, pero mamá y Carlisle volverán en cualquier momento. —Miró a Bella—. Ali también está con ellos. Henry tiene a muchas personas. La hermana de Rose y su esposo están aquí, pero si te quedas, puedo hacer que lo veas si quieres esperar a Ali un minuto.

—Um. Sí. Claro —convino Bella. Incómodo.

Emmett miró a Edward, quien había comenzado a alejarse. Lo agarró por el brazo.

—De verdad, hermano. Quédate. El hecho de que Rose no te quiera cerca no significa que el resto de la familia no quiera verte. Estaban emocionados de que finalmente pudieras volver a casa.

Edward vaciló y los ojos de Emmett brillaron.

»No empieces con esta mierda. Mi esposa está en coma, por el amor de Dios. Mi hijo parece un pájaro que se cayó de un nido. Está cubierto de cables. ¿Puedes por favor no comenzar tu drama ahora?

Con la boca apretada en una delgada línea, Edward tiró de su brazo para soltarlo de Emmett.

—Sí. Lo que sea. Sin drama. —Se movió hacia un lado, donde unos cuantos sofás, sorprendentemente cómodos, estaban puestos cerca de la entrada del hospital—. Esperaré aquí abajo, lejos de tu hijo. —Se dejó caer pesadamente en un sofá, pasando los brazos por el respaldo.

Emmett parecía querer decir algo más. En cambio, hizo un ruido de disgusto y se volvió hacia Bella.

—Hay una pequeña sala de espera arriba si quieres esperar allí.

Bella tuvo que luchar para no mirar a Edward. El mensaje que él debió haber escuchado era claro. Ella, una extraña para él, era bienvenida como parte de la familia. Él era un paria por cualquier razón. ¿Sería lo de la prisión? Alice mencionó que no era violento o pervertido.

—Yo, eh... esperaré aquí abajo. Quiero decir… —Ella negó con la cabeza, odiando lo mal que se sentía. Esta era una situación tan incómoda, por muchas razones—. Iba a comprar algo de la tienda de regalos de todos modos. Me tomaré mi tiempo.

—Bueno. —Asintió con la cabeza en dirección a los ascensores—. Tengo que volver allí. Rose está sola. Sé que está durmiendo, pero se siente mal.

—Oye, Emmett —llamó Edward mientras su hermano comenzaba a alejarse.

Emmett se tensó, pero se volvió hacia Edward, su expresión cautelosa.

—¿Sí?

—¿Oíste las palabras? ¿Cuándo nació Henry?

Las palabras del alma gemela. A Bella le dolió el corazón. Cerró los ojos y esperó lo peor.

—Sí —musitó Emmett, su voz ahora temblorosa—. No las entendí. Eran en otro idioma. ¿No es eso extraño?

Los dos hermanos intercambiaron una mirada y Emmett asintió.

»Gracias.

No era una garantía, ese entendimiento científico sobre la naturaleza de la frase de las almas gemelas era impreciso en el mejor de los casos, pero tampoco era una sentencia de muerte. Existía algo de consuelo allí.

Cuando se fue, Bella fue a la tienda de regalos. No mintió. Tenía toda la intención de pasar allí primero. Eso era lo que se suponía que debía hacer cuando alguien estaba en el hospital: llevarles algo para animarlos. Sin embargo, las flores aquí eran caras, y no estaba segura de qué bien iban a hacer. Rosalie estaba en coma. ¿Las flores realmente iban a ayudar? ¿Un globo que decía "Que te mejores pronto"? Nada de eso sonaba bien.

En cuanto a las cosas lindas de bebé, también parecían macabras para un bebé en la UCIN. Y, de nuevo, si hubiera estado comprando en Amazon, estaba segura de que estaría ahorrando muchísimo dinero.

—Esa es mucha concentración para una simple pijama. —Una voz baja vino cerca de su oído.

—Ah. —Bella saltó y se dio la vuelta, con la diminuta pijama apretada contra su pecho—. Edward.

—Lo siento. —Levantó ambas manos en un gesto apaciguador mientras retrocedía dos pasos, fuera de su espacio personal. Su tono era sincero, pero tenía algo de diversión en sus ojos—. Dije tu nombre hace un segundo. Pensé que estabas ignorándome.

—¿Por qué habría de hacer eso?

Se encogió de hombros, con las manos en los bolsillos de la chaqueta.

—La gente tiene sus razones.

—La gente es idiota. —Con el ceño fruncido, Bella colgó la pequeña pijama de nuevo en su estante—. Esta cosa es demasiado cara para mi gusto.

Edward resopló.

—Te entiendo en eso. Lo que quieren cobrar por una barra de chocolate es criminal.

Como si él estuviera enfatizando, su estómago resonó. Las mejillas de Edward se sonrojaron.

Bella tuvo que morderse el interior de la mejilla para no sonreír.

—Eso suena como que necesitas más que una barra de chocolate.

—Sí, bueno. —Apartó la mirada—. Encontré algunos dólares en mi bolsillo. Eso no me llevará muy lejos.

Ella inclinó la cabeza, desconcertada.

—Emmett no estaba bromeando, ¿verdad? Literalmente acabas de salir de prisión. —Él agachó la cabeza y Bella hizo una mueca—. Lo siento. Eso fue directo. No es que me importe, o que sea asunto mío.

—Lo que es verdad es verdad —comentó con una pequeña sonrisa—. Sí, dicen que he pagado mi deuda con la sociedad a partir de esta mañana. En su mayoría. Todavía tengo un agente de libertad condicional y todo eso, pero aquí estoy. —Él la estudió—. No todo el mundo cree en ese tipo de cosas. Que un ex convicto pueda pagar lo suficiente por lo que ha hecho.

—La gente es idiota —repitió.

Él le lanzó una mirada diabólica.

—¿Crees que Rosalie es una idiota?

Ella se burló.

—No quiero hablar mal de los enfermos, pero sí. Frecuentemente. —Ella se puso seria—. Creo que Rosalie tiene mejores razones que la mayoría para que no le guste alguien que haya estado en la cárcel. Pero no eres un delincuente violento, así que...

—¿Cómo lo sabes? ―Estaba bromeando suavemente, pero su expresión era tensa.

Ella simplemente lo sabía. Lo sabía hasta la médula de sus huesos.

—Alice me lo dijo. No me dijo nada más. —Se encogió de hombros como si se quitara esa incómoda conversación de los hombros—. Como sea. ¿Quieres desayunar? Hay una cafetería aquí, ¿verdad? Los hospitales tienen cafeterías.

—Claro, pero si crees que las barras de chocolate son caras...

Sus mejillas se calentaron, pero lo miró a los ojos.

—Yo invito.

La sorpresa se registró visiblemente en su rostro.

—No tienes que hacer eso.

Ante eso, ella tuvo que sonreír.

—No hago nada que no quiera hacer. No tengo un arma apuntando a mi cabeza. —Ella hizo un gesto en su camino hacia la puerta—. Es solo un desayuno. Tu día ha sido horrible hasta ahora, creo. Al menos deberías tener tocino.

—Tocino. —Edward rodó los ojos hacia el techo—. Antes de la prisión, no hubiera pensado que fuera posible estropear el tocino, pero lo lograron.

—Castigo cruel e inusual, si me preguntas. ¿Entonces?

Él asintió lentamente.

—Emmett tenía razón sobre que eres una buena persona.

—Todo el mundo es un imbécil en algo. —Caminó a su lado mientras salían de la tienda y se dirigían a la cafetería del hospital—. Así que, tengo una pregunta entrometida.

Por el rabillo del ojo, vio que Edward se tensaba.

—Es lo menos que puedo hacer —musitó, sonando cansado de nuevo.

Probablemente esperaba que ella le preguntara más sobre su estatus criminal, pero eso era demasiado grosero.

—No entiendo cómo es que estás relacionado con Alice y Emmett. Eres un Cullen, pero... algo no cuadra. ¿Emmett es mayor pero no es un Cullen?

—Oh. —Él rio—. Esa es una pregunta sin una respuesta simple. —Miró hacia adelante, sin mirarla cuando habló—. En resumidas cuentas, Carlisle se casó con mi madre para ayudarla a alejarse de mi padre. No funcionó muy bien, porque mi padre mató a mi madre.

Bella se detuvo en seco.

—Santo... Eso es... Eso es terrible.

—Sí —convino Edward en voz baja—. Pero, en cualquier caso, cambiaron mi nombre a Cullen, por eso soy un Cullen. Y Carlisle se quedó conmigo después de todo eso.

—Entonces, por eso es tu padrastro.

Edward asintió.

—Se casó con Esme unos años después. Ella ya tenía a Emmett, por eso es un McCarty. Adoptaron a la pequeña Mary Alice al nacer.

Bella vio la ternura en su sonrisa cuando habló de su hermana pequeña. Alice también siempre hablaba de su hermano mayor con cariño, a pesar de que había estado lejos tanto tiempo.

Edward finalmente la miró, con una sonrisa en su rostro que no coincidía con la mirada en sus ojos.

»Por lo que, en realidad no pertenezco a nadie, supongo, pero aquí estoy de todos modos.

Caminaron en silencio unos pasos más hacia la cafetería. Bella asintió.

—Lo entiendo —indicó suavemente.

Sabía exactamente lo que era ser la oveja negra de la familia, la que no encajaba del todo.