Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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La primera de las tres llamadas que recibió Bella ese sábado, provino de su padre. Para ser más exactos, procedía de la oficina de su padre.
―Hola, Bella, cariño. ¿Cómo estás?
Bella presionó su lengua contra el paladar y contó hasta cinco. Reconoció la voz de Austin Marks. El hombre era solo unos años mayor que ella, pero siempre era un adulador cuando se trataba de su padre. Y le había dado resultado. En estos días, tenía un puesto bastante alto. Más poder para él, pero Bella odiaba ese tono apaciguador.
―¿Qué hice ahora que mi padre quiere que me aclares?
―Oh, Bella ―Austin se rió―. No, no es nada de eso. El senador solo quiere que sepas, en caso de que te sientas obligada a ir a la boda de tu hermanastra, que no tienes que preocuparte por eso. Estás libre.
Bella estaba revisando Facebook en su teléfono, pero se detuvo mientras procesaba esas palabras. Ella resopló.
―Él no me quiere allí. Eso es lo que quieres decir.
―No. Por supuesto que no. Sabes que el senador quiere…
―Voy a estar allí. ―Bella levantó la barbilla, aunque él no podía verla―. Por supuesto que voy a estar allí. No me perdería el gran día de mi querida hermana por nada del mundo. ―Colgó y arrojó el teléfono sobre la cama, con la mandíbula apretada.
Sabía que en el fondo su padre la amaba. Ella entendía que su mundo, estando a la vista del público, era diferente al de la mayoría. Pero él siempre se las arreglaba para enojarla.
Estar enojada era mejor que sentirse inútil, sin valor. Sabía que él no tenía la intención de hacerla sentir así, pero era muy bueno consiguiéndolo.
Su teléfono volvió a sonar y lo miró siniestramente. Arqueó una ceja cuando vio que era la propia Leah la que llamaba. Había esperado que Austin hiciera otro intento por convencerla. Aparentemente, su padre optó por el arma más grande.
Suspiró. Mejor acabar con esto.
―¿Leah? ―contestó, conectando la llamada―. Mira, puedo entender por qué llamas, y si no quieres que esté allí, no iré. No tengo ningún interés en arruinar tu gran día.
Hubo una pausa al otro lado del teléfono y luego un suspiro.
―Lo sé. Por eso te llamo. Que se joda.
Bella hizo una pausa, insegura de haber oído lo que creía haber oído.
―Espera, ¿qué?
―Tu papá. Con el debido respeto, que se joda. Ha perdido la perspectiva. Y, quiero decir, lo entiendo. Pero ha pasado mucho tiempo desde que éramos niñas agarrándonos de las greñas. Ha pasado mucho tiempo desde que tú...
―¿Hice una escena? ―sugirió Bella cuando Leah no continuó. Presionó su palma en su frente―. Todavía cree que tengo diecisiete años. ―Ella rodó los ojos hacia el techo―. Aunque supongo que esa es la opción preferible, ¿no?
―¿Qué quieres decir?
―Vamos, Leah. Seamos honestas. Sé que vengo sobrando. ―Tragó saliva, apretando la manta entre los dedos―. Él y tu madre son una gran pareja. Una pareja poderosa. Ambos son grandes nombres en la política. Te tienen a ti, una doctora. Y a Seth. ¿El encanto del chico de al lado en un apuesto protagonista de Hollywood? Incluso tu Sam... superando los antecedentes que tenía para ser un exitoso hombre de negocios. ―Parpadeó con fuerza, sus ojos picando―. ¿Por qué alguien querría arruinar una imagen tan perfecta al agregarme a la mezcla?
Unos latidos de silencio al otro lado del teléfono. Para su crédito, Leah no discutió.
―Sí, bueno. Como dije, que se joda.
Bella clavó las palmas de las manos en sus ojos, preguntándose qué diablos estaba pasando aquí.
―Leah, nunca has sido mi mayor fan. ¿Qué está pasando?
Su hermanastra suspiró.
―Sí. Mira, sabes que Sam creció con Jacob. Bueno. No tanto con Jacob como con el resto de ellos. Chicos de un pueblo pequeño con antecedentes similares. No tenían ninguna excusa para que terminaran como lo hicieron.
Y Bella tenía aún menos excusas, Leah no necesitaba decirlo. Su padre era rico. No había una sola oportunidad que él no pudiera darle. Pero el dinero no lo era todo.
»No le habría costado mucho a Sam terminar como ellos. De todos modos, yo era joven y tú eras más joven. Ya no somos esas personas. Las bodas se tratan de amor y familia. Eres familia. Eso es todo lo que necesito saber. Si no quieres venir, está bien. Solo quería que lo supieras. Soy la novia, y me importa un comino su imagen política o la de mi madre. Eres familia. Tienes un lugar allí.
Bella se quedó quieta en su cama mucho después de haber colgado el teléfono. La llamada de Leah había desgarrado su silencioso enojo, pero aún estaba lo suficientemente enojada como para que pensara en venganza. ¿Acaso su padre no sabía ya que la manera más rápida de provocar problemas era darlos por hecho?
Leah también tenía razón. Habían pasado muchos años desde que Bella había causado una escena en uno de los eventos de su padre. Por otra parte, habían pasado muchos años desde que ella estuvo en alguno de sus eventos. Estar allí les recordaría a los reporteros que ella existía, y que su pasado no estaba exactamente limpio.
No tenía ningún deseo de causar una escena, y ya no se relacionaba con nadie que lo hiciera. Sin embargo, tampoco dejaría pasar la oportunidad de hacer que su padre se retorciera en su santurrón asiento.
Por eso estaba casi contenta cuando más tarde ese día llegó un mensaje de texto de un número que no reconoció.
Número desconocido: Hola. Este es Edward Cullen. ¿Me diste tu número?
Ella no se molestó en responder el mensaje de texto, sino que presionó el botón de llamada. Edward sonó inseguro cuando respondió.
―¿Hola?
―Tú eres la respuesta a todo ―declaró a modo de saludo.
Él hizo una pausa.
―¿Qué?
―¿Cómo te sientes acerca de las bodas?
Hizo una pausa de tres tiempos.
―¿Qué?
Ella tuvo que reírse. El pobre hombre sonaba francamente asustado.
―Supongo que comencé esa conversación en el medio.
―¿Tú crees?
―Lo siento. Déjame intentarlo de nuevo. Empecemos por el principio. ¿Por qué estabas llamando?
―No, no. ―Él soltó una risa corta y desconcertada― . ¿Por qué soy la respuesta a todo? ¿Y qué es eso de las bodas?
―Bodas no. Solo una. ―Bella arrojó el libro que estaba leyendo sobre el escritorio y se arrojó sobre su cama. Empezaba a darse cuenta de que Edward era casi un completo extraño. Debía pensar que ella estaba loca―. No importa lo de la boda. Solo estaba bromeando.
―Dímelo ―pidió, su voz tan suave que hizo que le doliera un poco el corazón.
Y ahí estaba. Por eso había olvidado que eran extraños. Esa simple petición fue todo lo que necesitó para que ella hablara.
―Mi papá... es Charles Swan. ¿Tal vez has oído hablar de él?
―Suena vagamente familiar ―musitó, sonando inseguro―. Tal vez.
―Está casado con Sue Clearwater-Swan. Él es senador. Ella está en la cámara de diputados.
―Jesús. Incluso escuchar eso hace que mi trasero se apriete.
―¿Verdad? ―suspiró―. Te dije que soy la oveja negra de la familia. Simplemente no soy la buena hija de un senador. No es que fuera horrible. Nunca fui pandillera ni nada de eso. Fui más una vergüenza. Un poco problemática, mi padre recibió una o dos llamadas de la estación de policía cuando yo era una adolescente. Tuve suerte de no terminar nunca en un reformatorio, o peor, en la cárcel. Mi padre tenía conexiones. Por muchas razones, yo era una pesadilla para un político demócrata.
»De todos modos. Eso fue hace años, pero todavía no puedo hacer nada bien a los ojos de mi padre. Mi hermanastra se va a casar. Él hizo que uno de sus lacayos me llamara para que me "liberara" del problema, asegurarse de que yo supiera que mi presencia no era requerida.
―Quieres decir que él preferiría que no asistieras ―respondió Edward, probablemente captando el tenor mordaz de sus palabras.
―Exactamente.
―¿Pero quieres ir?
―Eh, no lo sé. Cincuenta-cincuenta. ―Miró al techo y se frotó el dolor en el pecho―. Me gusta la idea de ser una buena hija, una buena hermana en este caso, pero estar allí es agotador.
―Sí ―resopló él―, lo entiendo. La historia de mi vida. ―Pausó―. Espera, entonces... ¿qué tiene eso que ver con que yo sea la respuesta a todo?
―Oh. ―Bella sintió que le ardían las mejillas―. No sé qué diablos estaba pensando. Realmente estaba bromeando, casi.
―¿Acerca de?
―Bueno, parece una mierda ahora que lo estoy pensando.
―¿Querías llevarme como un gran jódete a tu papá?
Su tono era burlón, pero ella gimió de todos modos.
―Agh. A mi papá le gusta decirme que madure. No es como si yo crea que eres un problema. No lo creo. Y no me gustaría causar problemas en la boda de mi hermanastra. Sé que serías respetuoso. Es solo la idea.
―No puedo evitar el hecho de que acabo de salir de prisión. Y la diferencia de edad por sí sola lo molestaría, ¿verdad?
Ella se burló.
―Sería hipócrita de su parte. No es que eso lo detenga. Mi madre tenía poco más de veinte años cuando se conocieron. Él tenía cuarenta.
―¿Eran almas gemelas?
―Ja. ―Bella negó con la cabeza aunque él no podía verla―. Todo el asunto del alma gemela es más problemático de lo que vale.
―Ya has dicho eso antes.
―Bueno. Mi papá conoció a su alma gemela cuando tenían dieciséis años. Estuvieron juntos durante ocho años. Luego, quedó embarazada de otro hombre. Mi papá descubrió que ella lo había estado engañando durante casi todo su matrimonio. Pero bueno, fueron solo tres años de los ocho, ¿verdad? Eso es algo.
―Tener un alma gemela no te impide formar conexiones con otras personas ―reflexionó.
―No. Y por otro lado, mi madre conoció a su alma gemela cuando yo tenía un año.
―Oh. Oh. ―La última palabra fue alargada mientras conectaba los puntos.
―Un divorcio feo. Una batalla por la custodia aún más fea. ―Ella agitó su mano en el aire―. Ambos tenían otros hijos. Bueno. Mi papá se hizo cargo de los hijos de mi madrastra. No sé por qué seguían peleando por mí.
―Buenas intenciones, probablemente.
―Probablemente.
―Ser el alma gemela de alguien no hace que ese alguien sea un buen compañero. El hecho de que se entiendan por dentro y por fuera no significa que puedan construir una buena vida juntos.
―No ―coincidió ella―. Y es una trampa. Si no esperas a tu alma gemela antes de involucrarte con alguien más, es una interrupción. Incluso si eres feliz con otra persona, una conexión de alma gemela es imposible de ignorar. Creo que mi papá lo hizo bien la tercera vez. El alma gemela de Sue, el padre de sus hijos, murió. Se casaron libres y limpios de todo ese jodido asunto.
―No siempre es tan jodido. Carlisle y Esme son almas gemelas ―indicó Edward, sonando melancólico―. Son buenos juntos.
―A veces funciona. ―Presionó la lengua contra el paladar, debatiendo consigo misma unos momentos antes de cambiar de tema―. Sabes, no te invité a la boda solo para enojar a mi papá.
―¿No? ―preguntó, en tono suave.
―Es fácil hablar contigo. Sería bueno tener a alguien con quien hablar allí. ―Ella se aclaró la garganta―. De todos modos. Me enviaste un mensaje de texto. ¿Sobre qué?
―Mm. ―A Edward le tomó unos segundos seguir el ritmo del cambio de tema―. Oh. Tu oferta. Acerca de ver a Henry. Estoy interesado, pero de ninguna manera alguien me dejaría acercarme a ese programa.
―Probablemente tengas razón, pero no estaba planeando pedir permiso. Voy allí muchas veces por las noches cuando no puedo dormir. Esa es la única ocasión que Henry no tiene visitas de todos modos. El enfermero nocturno está acostumbrado a mí, y le agrado. Solo nosotros tres tenemos que saberlo.
―¿Le agradas? ―Tenía una ligera nota de burla en su tono.
―Oye, no estoy por encima de poner los ojos de gacela y mostrar un pequeño escote para conseguir lo que quiero.
―¿Pero por qué quieres ayudarme? ―cuestionó, sonando sincero y triste― . Incluso si crees que está equivocada, conoces a Rosalie mejor que a mí. ¿Por qué ir en contra de sus deseos y la política del hospital por mí?
Suspiró, mirando al techo y, de nuevo, se encontró respondiendo a este casi total extraño con nada más que honestidad.
―La primera vez que sostuve a un bebé… ―Tuvo que tragar saliva, cerrando los ojos contra el escozor―. Son tan frágiles. Especialmente los bebés de la UCIN. Son pajaritos diminutos y frágiles, y aunque podrías romperlos tan fácilmente, se acurrucan contra ti con tanta confianza. No sé. Hay algo en cómo puedes ser el mayor jodido imaginable, pero solo abrazarlos puede ayudarlos, puede salvarlos. Y si lloran, no es porque los lastimaste o los decepcionaste. No es porque no les agradas o te odian. Siempre hay algo en tu poder para consolarlos.
»No te conozco, Edward. No sé lo que hiciste o por qué Rosalie está tan enojada contigo. No tengo idea de cosas como la rehabilitación o lo fácil que sería para ti volver a lo que sea que te envió a la prisión en primer lugar. Solo sé que no me hubiera costado mucho terminar allí a mí también. Sostener a un bebé ayuda. No sé de qué otra manera decirlo.
»Es tu sobrino, y creo que es grandioso el hecho de que tienes todas las posibilidades de que él nunca te conozca como alguien que estuvo en problemas. ¿Lo que sea que te haga sentir tan separado del resto de ellos? Él nunca tendrá ninguna idea. Siempre serás simplemente su tío, y él te amará.
Hubo silencio en el otro extremo a excepción de su respiración entrecortada. Bella tuvo la extraña sensación de que él entendía. Podría haberla descartado como demasiado emocional o dramática, pero no lo hizo. Ella lo escuchó tragar antes de hablar y cuando lo hizo, su voz fue un susurro al principio.
―Está bien, sí. ―Tomó un respiro profundo―. Sí a ambos.
―¿Ambos?
―Si hablabas en serio acerca de la boda.
―Oh, uh… ―Por razones en las que no quería pensar, su corazón dio un pequeño vuelco en su pecho y sus labios se estiraron en las comisuras―. Pero sabes que no es por mi papá, ¿verdad? Quiero decir... no voy a mentir. Hacer que mi papá se retuerza definitivamente es una ventaja, pero eres un amigo. ¿Sabes? Te quiero allí, si quieres estar allí, porque te quiero allí.
―Sí. Parece que te vendría bien un poco de compañía. Hará feliz a Esme de todos modos. Siempre está buscando una excusa para hacerme usar un traje.
Bella se estremeció. Edward con traje. Fuera lo que fuera que estaba pasando entre ellos, ella tenía ojos. Era imposible negar lo atractivo que era el hombre. ¿En un traje?
Bien. Ella era solo humana. Y era bueno tener algo que esperar en esta boda. Era agradable saber que, si tenía que ser la que no encajaba, al menos no sería la única. ¿Y si su cita también era atractiva? Esa era solo la cereza y la crema batida encima del pastel.
