Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Él realmente no podía quitarle los ojos de encima.
Sin darse cuenta conscientemente de lo que estaba haciendo, se puso ligeramente detrás de ella. No estaba tratando de ser repulsivo. Era solo que se encontraba fascinado por la forma en que ella se movía, el roce de su vestido contra sus piernas. Ella se sentó frente a él en la cabina a la que fueron dirigidos, con la cabeza inclinada mientras enviaba un mensaje de texto en su teléfono. Fue extrañamente consciente de su cuello cuando ella hizo eso. Tenía algo elegante en su forma de moverse, la forma en que el collar que llevaba colgaba justo así. Estaba seguro de que había una complicada red de lazos u horquillas que le sujetaban el cabello de esa manera. Fuera lo que fuera ese vudú, funcionaba. Ella era hermosa. No es que su belleza se le haya escapado antes. Solo que, esta noche, parecía etérea.
Ella era un enigma, o tal vez él solo estaba en un lugar extraño en su vida. La atracción nunca antes había tenido este tipo de intensidad para él. ¿Era solo porque había pasado tanto tiempo desde... bueno, todo? Llevaba sin tener sexo tanto tiempo que bien podría haber vuelto a ser virgen. Tal vez esto no era más que sus hormonas adolescentes haciendo una reaparición ahora que se le permitía volver a fijarse en las mujeres. Como si todo fuera nuevo, y viviera para el día en que llegara a tocar y saborear.
Él podría tenerla si eso fuera todo lo que quisiera. Sabía que ella sentía lo que él sentía. Sintió el calor y la electricidad de su dulce beso en el hospital. Nunca antes tuvo problemas para conseguir mujeres. Tampoco tenía problemas con sexo casual.
El problema era que Edward estaba casi seguro de que no podía ser casual con Bella.
―¿Qué estás mirando?
Edward levantó los ojos para encontrar a Bella mirando no a su teléfono sino a él. No pudo evitar su sonrisa de respuesta.
―A ti.
Sus labios se curvaron y sus mejillas se sonrojaron.
―¿Qué, no tienes un teléfono inteligente? Instala Facebook. Ve a pelear con alguien en la sección de comentarios.
Se rio entre dientes y dirigió su atención al camarero que acababa de acercarse a su mesa. Pidieron bebidas y Edward trató de no distraerse. Bella estaba arrancando horquillas de lugares aparentemente aleatorios en su cabello. Cayó en cascada, salpicando sus hombros. Observó cómo ella se pasaba la mano por él y se lo quitaba de la cara mientras consideraba el menú y le ofrecía al camarero una sonrisa amistosa.
―Entonces ―comenzó cuando el mesero se alejó.
Ella hojeó el menú, observándolo por debajo de sus pestañas. Coquetamente. Carlisle, un amante del lenguaje y la lectura, se habría sentido orgulloso de que él recordara esa palabra. Esa fue su única forma de castigo: pruebas de vocabulario. El pequeño niño que había sido siempre estaba enojado y confundido. Los puños y el dolor eran la norma en su mundo, con su padre biológico. Sin palabras. Definitivamente no las juguetonas como esta.
El adulto Edward estaba muy feliz de tener ese término dando vueltas en su mente. Picaruela. Tímida. Seductora. Coqueta. Eran buenas palabras para describir lo que hacían los ojos de ella, recorriéndolo y deteniéndose en su boca. Sus dientes se hundieron en su exuberante labio inferior, y necesitó toda su voluntad para mantener las manos quietas.
Y él no podía pretender ser inocente. En algún momento, tomó la cuchara de su juego de cubiertos y estaba pasando la yema del dedo por el costado.
Su celular sonó, y ambos se sobresaltaron. Edward se pasó una mano por los ojos, desconcertado consigo mismo y contento por la ruptura de la tensión entre ellos. Bella le dio un vistazo a su teléfono y lo bajó para observarlo a él.
―Entonces. Mmm. ―Ella sacudió su cabeza―. Seth me hizo un resumen de lo que pasó. Sam y Leah han estado juntos desde siempre. No recuerdo que él no estuviera cerca. Emily vivía aquí antes de que mi papá se casara con Sue. Ella y Leah eran mejores amigas cuando eran niñas.
»Bueno, Emily se mudó poco después de que Sam le propusiera matrimonio a Leah. El día que se conocieron, lo supieron, por supuesto. Intentaron evitarse, pero como no le dijeron a Leah lo que estaba pasando, ella no ayudó a mantenerlos separados. Todos se fueron a navegar juntos. ―Bella agitó una mano―. No sé nada sobre navegar, así que... bla, bla, bla, Sam dejó suelto algo y, para resumir, lo que sea que le haya pasado a la cara de Emily es la razón por la que tiene esas extrañas cicatrices.
»Sam, por supuesto, se sintió terrible, y dado que Emily no tiene a nadie más aquí, él fue quien más la ayudó mientras se recuperaba de sus heridas. Llegaron a conocerse y… ―Se encogió de hombros.
―Y me robaron la oportunidad de bailar. ―Fingió hacer un puchero.
Ella parpadeó y luego sonrió.
―¿Estás usando el corazón roto de mi hermanastra a tu favor?
―Bueno, no conozco a tu hermana. No digo que haya sido algo bueno. Puedo simpatizar. Es particularmente malo que te rompan el corazón frente a los periodistas. Eso es especialmente malo. Pero en cuanto a corazones rotos, esto es bastante dócil. No hubo malicia. Nadie mintió. Estas cosas pasan. ―Él la señaló―. Es otra forma en que la oración del alma gemela nos jode a todos, ¿no? Si no lo hubieran sabido, ¿Sam y Emily se habrían mirado dos veces? Sam estaba feliz con Leah. Estoy seguro de que Emily no quería lastimar a su prima.
―Sí. ―Bella tamborileó los dedos sobre su menú―. Leah no tiene la oración de alma gemela. Sue solía hablar de lo aterrador que fue escuchar ese silencio cuando ella nació. ―Bella se estremeció, una expresión oscura cruzó rápidamente su rostro. Cruzó los brazos sobre su pecho―. Cómo estuvo asustada la mayor parte de la vida de Leah, de que ella pudiera padecer una enfermedad genética desconocida. Pero ¿quién sabe? Tal vez su alma gemela habla en lenguaje de señas.
―O es un sacerdote bajo voto de silencio.
Bella hizo una mueca, pero sonrió.
―¿Cuánto apestaría eso? Abandonada en el altar por un hombre solo para descubrir que tu alma gemela está casada con Dios. Solía decirle que no tenía un alma gemela porque no tenía alma. ―Ella chasqueó la lengua―. Nunca nos llevamos bien cuando yo era niña. Por eso mi papá pensó que yo iba a causar drama.
―La vida es drama. Las relaciones son drama. No puedes evitarlo.
Ella hizo una pausa.
―¿Has tenido relaciones dramáticas?
Tuvo que luchar para evitar que sus labios se levantaran. Reconoció su tono. Ella sonaba como él se sentía, donde cada palabra tenía una capa subyacente que no era tan indiferente como ella estaba tratando de actuar.
―Va de la mano con ser un huevo podrido, ¿no? ―Se encogió de hombros―. Las tonterías habituales de los adolescentes. Las cosas eran en su mayoría casuales en mis veinte años. Solo drama tangencial allí. ―Hizo una mueca, un mal sabor en la parte posterior de su boca, y rápidamente se sacudió ese pensamiento―. Sin embargo, estaba en una relación antes de que me enviaran a prisión. Tanya. Era buena gente. Divertida. Amable. No se quedó mucho tiempo después de que me sacaran esposado del restaurante en el que estábamos. ―Sacudió la cabeza, no molesto, solo recordando―. Acababa de comprarle un anillo enorme y ostentoso, e iba a proponerle matrimonio esa noche. Los federales se quedaron con el anillo.
Él la vio procesar sus palabras y tuvo que preguntar.
»¿Alguna vez me vas a preguntar qué hice?
―No es asunto mío. ―Ella apretó los labios, dejando pasar un latido―. Además, Alice ya me lo dijo. No porque yo se lo haya preguntado. Se estaba desahogando.
―¿Desahogando?
―Está tratando de ser comprensiva, pero no lo entiende. No te entiende a ti.
Él inclinó la cabeza, estudiándola.
―¿Tú sí?
Sus ojos se encontraron con los de él y el momento, como tantos entre ellos, parecía cargado de algo que él no podía identificar.
―No sé. ―Puso sus manos sobre la mesa y las miró, juntando las puntas de sus dedos―. Es solo... para ellos, es tan simple. Tienes una familia que te ama. Tienen los medios para darte ventajas que mucha gente no tiene. ¿Qué tan difícil es no joder eso? ―Ella se encogió de hombros―. Pero la vida no se reduce solo a esas cosas: ventajas y amor. Las personas son más complicadas que eso. Creo que algunas de nuestras complicaciones coinciden.
No pudo evitarlo. Extendió la mano y la puso sobre la de ella.
―Creo que tienes razón.
