Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Ella había sido convocada.

Bella empujó la puerta principal del edificio de oficinas, con la cabeza en alto como si perteneciera allí. Su bravuconería solo duró hasta la parte delantera del ascensor. Se quedó de pie sin pulsar el botón, con los puños a los lados, la mandíbula apretada, el corazón en la garganta. Ya podía escuchar la voz de su padre en su cabeza.

"Siempre tan dramática".

No había hecho nada malo. Sus calificaciones eran regulares a buenas dependiendo de la clase. E incluso si no lo fueran, ¿cómo lo sabría Charlie? Ya no estaba en la escuela secundaria. Los profesores no enviaban a casa informes de progreso.

¿Y si Charlie se hubiera puesto en contacto con sus profesores? ¿Qué derecho tenía? ¿Qué derecho tenían ellos de dar esa información? ¿No era eso privado?

Una vez más, estaba el rostro de su padre en su mente, suspirando exasperado y mirándola de esa manera. Pero si no estaba en problemas, ¿por qué estaba aquí?

Tal vez solo quería verla. Sabía que otros hijos adultos tenían relaciones amistosas con sus padres. Salían a almorzar y tenían una agradable conversación. Entendía todo el asunto de "soy tu padre, no tu amigo", pero ya estaba cansada. Ya era adulta, para bien o para mal. Y, como sea, tal vez estaba hecha un lío, pero ¿a este punto, no era simplemente así ella?

Bella resopló y cerró los ojos brevemente.

―Dramática.

Odiaba darle la razón a su padre.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron en la suite de oficinas del séptimo piso, Bella metió las manos en los bolsillos de la sudadera con capucha y se preparó para la batalla. Austin la saludó con esa sonrisa falsa que ella odiaba.

―Bella, hola. Mucho tiempo sin verte.

Estaba tratando de fingir que eran amigos. Austin, por supuesto, estuvo presente en el desastre de la boda.

―Claro. Han pasado años ―convino inexpresiva―. ¿Mi padre quería verme?

Austin señaló la puerta.

―Está en una llamada telefónica, pero puedes entrar. Estoy seguro de que saldrá en un minuto.

Bella se detuvo solo un momento frente a la puerta de la oficina de su padre. Cerró los ojos y respiró hondo, inhalando y exhalando. Recordándose a sí misma por enésima vez que no había hecho nada malo y que no tenía razón para que él quisiera gritarle, y siguió adelante.

Charlie levantó la vista cuando ella entró en la oficina. Su expresión estaba en blanco, y continuó su llamada telefónica sin ni siquiera asentir en su dirección. Cuando ella no se acercó, él la miró fijamente y señaló el asiento frente a su escritorio.

Bella cruzó los brazos sobre su pecho, agachándose en su silla. Sacó su teléfono y trató de distraerse de los nervios. Ya irritada, fue directamente a uno de sus grupos favoritos de Facebook dedicado a gatos, gatos y más gatos. Sin publicaciones políticas. Sin vagas actualizaciones exasperantes.

Justo cuando empezaba a relajarse, el suspiro de disgusto de su padre la trajo de regreso a la tierra en un aterrizaje forzoso. A pesar de su anterior charla interior de ánimo, los hombros de Bella se encorvaron.

―Por el amor de Dios, Isabella. No te encorves. ¿A estas alturas ya no has superado esta rutina de adolescente hosca? Siéntate derecha y quítate el pelo de la cara.

Perfecto. Volvía a tener doce años. Apretó los puños y la mandíbula, pero de alguna manera se las arregló para no soltar un comentario sarcástico. De ninguna manera le daría la razón. En cambio, se enderezó y se apartó el cabello de los ojos.

Charlie negó con la cabeza.

»¿Cuánto tiempo va a durar esta fase rebelde tuya? Una década es demasiado. ¿Hay algún punto en el que descubras que tus elecciones tienen consecuencias? Tus decisiones pueden y destruirán tu vida.

Eso fue exagerado, incluso para él.

―¿Crees que no sentarme derecha va a destruir mi vida? Eso es melodramático.

―Hacerse el tonto no le queda bien a nadie, y tú siempre has sido mala mentirosa. Sabes de lo que estoy hablando.

―En realidad debo ser tonta. No tengo ni idea de lo que estás hablando.

Él la miró, claramente poco impresionado.

―¿Un delincuente, Bella? ¿De verdad crees que un delincuente es la mejor opción para tu vida en este momento?

―¿Verificaste los antecedentes de Edward? ―No tenía ni idea de por qué la idea la sorprendía. Los políticos estaban tan acostumbrados a ser invasivos que una verificación de antecedentes parecería dócil, incluso regular. ¿Y una parte de ella no quiso que él supiera que Edward estuvo en prisión? ¿No quiso su lado mezquino hacer que su padre se retorciera al ver a un ex delincuente mezclarse con invitados y dignatarios, mancillando su pequeño mundo perfecto?

Pero en realidad nunca tuvo la intención de decírselo.

»¿Qué te dio el derecho de hacer algo así? ―exigió.

―Todo lo que necesita un reportero o un rival es su nombre. ¿De verdad crees que soy el único que tiene esta información? ¿En qué estabas pensando al traer a un hombre así a la boda de tu hermana?

Ella se resistió.

―¿De verdad me estás gritando por lo que crees que podría haber pasado? Te das cuenta de que no fui yo quien arruinó su boda, ¿verdad?

―Podrías haberlo hecho.

―Yo no hice nada. Edward no hizo nada. No lo hubiéramos hecho. Si realizaste una verificación de antecedentes, sabes que fue a la cárcel por tonterías de cuello blanco. ¿Qué te hace pensar que tiene algún interés en arruinar la boda de otra persona?

―Asistió contigo.

El corazón de Bella se retorció, pero su rabia fue más fuerte.

―¿Y qué diablos te hace pensar que haría algo para lastimar a Leah solo porque sí? ―resopló ella, apartando la mirada para ocultar el hecho de que le escocían los ojos―. ¿Sabes qué? No importa. Ni siquiera respondas eso. Sé lo que piensas de mí. No he tenido problemas en años, pero lo que sea. Eso no cuenta para nada contigo. Lo entiendo.

Un pesado silencio cayó entre ellos. Bella inhaló y exhaló lentamente, parpadeando rápidamente para no llorar. La furia y la frustración le revolvieron el estómago. Solo el nudo en su garganta le impidió gritar.

Después de unos largos y embarazados momentos, Charlie suspiró.

―Sí cuenta ―masculló bruscamente―. Eso es parte de lo que me decepciona tanto de tu elección. Finalmente estás recomponiendo tu vida. De regreso a la escuela. De vuelta al camino correcto. ¿Por qué querrías hacerte esto a ti misma?

―¿Hacerme qué? ―cuestionó Bella, exasperada.

―Usa la cabeza. Sé que eres más inteligente que esto. ―Resopló, y cuando volvió a hablar, su tono era más suave. Y condescendiente―. Cariño, ¿qué crees que quiere un hombre de su edad con una chica como tú? ¿Especialmente un hombre así?

―¿Un hombre como qué? ¿Qué crees que sabes sobre él?

―Más que tú ―espetó con los ojos entrecerrados.

―¿Por qué? ¿Porque hablaste con él durante dos minutos?

―No. Porque… ―Otro resoplido, y él negó con la cabeza―. No voy a discutir contigo. Creería que después de todo lo que pasaste con Jacob, habrías aprendido la lección sobre los hombres inútiles. ¿De verdad quieres terminar justo donde empezaste? ¿Solo para pasar por algo así otra vez?

Bella se puso de pie.

―No voy a escuchar esto.

―Siéntate ―ordenó.

Ella lo fulminó con la mirada.

―Entonces no hables de eso. Del pasado. Esto no tiene nada que ver con eso.

―¿Crees que un hombre como Edward Cullen sería más útil para ti de lo que fue Jacob? ―El tono de su padre era burlón―. Al menos Jacob tenía la excusa de ser tan joven como tú. Cuando termines embarazada de nuevo, será la última vez que verás a este payaso. ¿Y con su historial? Buena suerte en conseguir manutención para el niño.

―No voy a quedar embarazada de nuevo ―gritó Bella, con los puños cerrados a su lado. No podía encontrar suficientes palabras para explicar lo poco que deseaba tener esta conversación. Los recuerdos eran demasiado crudos y dolorosos, cada uno de ellos como una puñalada en su corazón. Ella negó con la cabeza con fuerza―. Y tampoco soy más una niña. Sé lo que estoy haciendo. Y no sé qué diablos tienes contra Edward. Él no me ha hecho nada, y realmente no te ha hecho nada a ti.

Su padre se quedó extrañamente silencioso ante eso. Por unos latidos.

―Siéntate. ―Cuando ella no obedeció de inmediato, sus palabras salieron mordaces―. Me doy cuenta de que eres una adulta y vas a vivir tu vida como quieras, pero igual pago tus cuentas. Pago la escuela. Pago el techo sobre tu cabeza. Al menos puedo acompañarlo con un consejo.

Ella se sentó, cruzándose de brazos y encorvada. Corrigió su postura antes de que pudiera ser regañada una vez más.

―¿Dijo las palabras? ―preguntó Charlie.

―¿Qué palabras?

―Sabes de lo que estoy hablando. Las palabras del alma gemela.

Sin una buena razón, el ya dolorido corazón de Bella dio una punzada silenciosa.

―No.

Charlie tarareó.

―Bueno. Si no puedes ser racional sobre el tipo de persona que es, y hacia dónde podría ir tu vida con él dado que es un hombre que está comenzando de nuevo a los treinta y seis...

―¿Cuántos años tenías cuando te casaste con Sue?

Él la miró fijamente.

―No te pases de lista. Nuestras situaciones no son comparables. Tuve una vida exitosa mucho antes de casarme con Sue. Ambos estábamos bien establecidos en nuestras vidas sin el otro. Yo también tuve éxito antes de casarme con tu madre. No puedo decirte lo mucho que me perturba esa comparación. Si siquiera estás pensando en casarte con este tipo…

―No. Acabo de conocerlo. Por el amor de Dios.

Él la miró fijamente y debió haber decidido que le creía mientras asentía.

―Si no puedes ser racional sobre el tipo de persona con la que sales, al menos piensa en lo que le pasó a tu hermana... y a tu madre y a mí. Tu alma gemela aparecerá un día, ¿y luego qué?

Bella presionó la palma de su mano entre sus ojos.

―Entonces, como mi alma gemela eventualmente aparecerá y causará drama, ¿no debería tener citas?

―Eso no es lo que yo dije.

―Entonces, ¿qué quieres? ¿Que prediga el futuro?

Eso le valió otra mirada sucia.

―Te estoy pidiendo que uses la cabeza. Has tenido suficientes reveses. Tu vida está lejos de ser estable. Nadie puede predecir el futuro, pero sabes que es casi seguro que tu alma gemela llegará a tu vida en algún momento. Has visto el tipo de agitación que eso involucra. No puedo arrepentirme de haberme casado con tu madre a pesar de que ella aún no había conocido a su alma gemela, porque no me arrepiento de haberte tenido…

Ella se burló. Él entrecerró los ojos pero continuó sin comentar.

»Pero sé que el divorcio de tu madre y el mío fue difícil para ti. Fue difícil para todos nosotros. Ese drama tenía el potencial de destruir tres vidas. Si cometes el mismo error que yo cometí, que cometió Leah, sabrás con certeza que habrá un infierno que pagar en el futuro. Solo te pido que lo consideres. Este hombre ya es complicado.

―Papá…

―Es lo que es, Bella. Es un delincuente. Está bien. Un delincuente reformado. Le llevará tiempo y esfuerzo arreglar su vida. Eso es un hecho simple. Y también es un hecho que es mucho mayor que tú.

―Y solo hay una cosa que un hombre de su edad podría desear de una mujer como yo. ―Bella miró a su padre directamente a los ojos―. ¿Eso es todo lo que querías con mi madre?

Por un puñado de segundos, él pareció francamente peligroso. Pero entonces, respiró hondo.

―Es justo. No es imposible tener una buena relación con un hombre mayor. Solo te insto a que no seas ingenua. Yo estaba en un lugar muy diferente que él en mi vida cuando conocí a tu madre. Tu madre, a pesar de todas sus fallas, no ha tenido tantos problemas como tú. Simplemente digo que las mujeres de su edad podrían no ser tan... confiadas como tú. Te convierte en un blanco fácil.

La garganta de Bella se sentía apretada.

―Lindo.

―Bella…

―Mira, no tienes que preocuparte. Somos amigos. Eso es todo. No pasa nada entre nosotros que te avergüence. ―No tenía idea de por qué había esperado tanto para dejar las cosas claras.

―Bella. ―Su voz era suave de nuevo―. Lo creas o no, realmente estoy más preocupado por ti que por cómo me afectará. Tú eres quien tiene que vivir tu vida. Has tenido una... década difícil. ―Sacudió la cabeza―. Y no tuviste el mejor comienzo en la adultez. Quiero ver que te vaya bien.

Deseaba tanto creerle. Quería creer que era solo otro padre preocupado que le daba sabios consejos a su hija adulta. Él estaba en lo correcto. Edward era un delincuente y fuera o no un buen hombre, eso ya era más complicado de lo que cualquier padre querría para su hija. Quería creer que podían reparar su relación.

Quería recuperar a su padre.

Pero llevaba siendo la hija de un político toda su vida. Sabía muy bien lo bueno que era para tergiversar las cosas. No estaba mintiendo; no precisamente. Él quería que su vida fuera mejor. Era solo que, según su experiencia, lo que él creía que era mejor para ella coincidía con el molde que quería que ella llenara: la hija ideal de un senador. Lo que él pensaba que era mejor para ella también era, convenientemente, lo que era mejor para él. Diría cualquier cosa de la forma que creyera necesaria para que ella viera las cosas a su manera.

Estaba tan cansada.

―Es solo un amigo ―repitió.

La cara de su padre lo decía todo. No le creía. Pero ¿qué tenía eso de raro? Él nunca lo hacía.