Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Los ojos de Bella recorrieron el apartamento. Hizo una mueca. Como no esperaba compañía, su casa no estaba ordenada como la de una revista, como le gustaba llamarla cuando la casa tenía que estar inmaculada porque aparecería en alguna publicación u otra. Parte del mal funcionamiento de Charlie, su siempre presente irritación, era que nada permaneciera limpio como una revista. No su casa y ciertamente no su hija.

―Nuestras vidas serían mucho más fáciles si pudiéramos descubrir cómo pretender ser mejores ―le había dicho su madre una vez―. Y eso es todo lo que ellos son. Mejores en apariencia. Mejores fingiendo. No mejores que nosotros. Algunos de ellos son mucho peores.

¿Qué tan diferente habría sido su vida si su madre hubiera ganado la batalla por la custodia? Pero no la ganó, y ahora eran amigables extrañas que nunca aprendieron a comunicarse.

Cohibida, Bella recogió su suéter de donde estaba en el suelo.

―¿Quieres algo de beber? ―preguntó, tratando de anticipar lo que su padre consideraría cortés.

―¿Cuándo he tomado una copa en tu vida?

Bella resistió la tentación de suspirar exasperada.

―Algo de beber, no una bebida, papá. Agua. Refresco. Quizás yo tome jugo. ¿Quieres beber algo?

Él asintió.

―Agua está bien.

Cuando ella regresó con su agua, Charlie no perdió el tiempo.

―¿Sigues manteniendo que tú y este hombre son solo amigos?

Se dejó caer en el sofá frente a la silla en la que él estaba sentado.

―No es que sea asunto tuyo, pero sí. Somos amigos. ―Ella respiró para tranquilizarse―. Mira, papá, te escuché la primera vez. Te escuché. Es complicado. Lo sé. Lo entiendo. Así que sí, solo somos amigos. Estoy tratando de ser inteligente al respecto.

Charlie estaba en silencio, bebiendo agua mientras lo consideraba.

―¿Sabes por qué no bebo?

―No estaba tratando de ofrecerte alcohol ―insistió Bella.

―Estoy tratando de tener una conversación contigo. Esto se llama transición.

Bella cerró los ojos y contó hasta tres.

―El alcoholismo viene de familia. ―Abrió los ojos, esforzándose por equilibrar su tono―. Tú y yo tuvimos muchas conversaciones sobre esto cuando yo tenía dieciséis años.

―Para lo poco que sirvió ―masculló Charlie con brusquedad―. Estas no son cosas que podamos darnos el lujo de ignorar. Estamos genéticamente predispuestos, así que no bebo. No importa que pueda ser un bebedor social y estar bien. Si existe la posibilidad de que pueda arruinar mi vida al hacer algo, no lo haré.

Bella lo miró fijamente unos instantes antes de darse cuenta de lo que estaba pasando.

―Edward es la bebida social. Eso es lo que estás tratando de decir.

―¿Por qué tentar a una adicción?

―El amor no es una adicción. No es una enfermedad.

Bella se dio cuenta de su error una fracción de segundo después de que las palabras salieron de su boca. Amor. ¿Quién diablos mencionó algo sobre el amor?

―Entonces, estás enamorada de él. ―El tono de Charlie era plano. Sin sorpresa ni diversión.

―Eso no es lo que quise decir.

―Bella…

―¡No sé qué quieres de mí! ―Bella tragó saliva, tratando de bajar la voz―. ¿Por qué no es suficiente que te escuche? Eso es lo que siempre has querido, ¿no? ¿Que yo te escuche? La gente hace cosas irracionales cuando está enamorada o cuando cree que está enamorada. No necesito tratar de definirme frente a otra persona cuando apenas estoy descifrando quién soy y qué quiero.

»El no estar con él se siente como luchar contra la naturaleza. No tienes que decirme lo estúpido que suena. Lo sé. Pero estoy luchando contra ello. Y él tampoco me está presionando, por cierto. Hasta aquí llegó tu teoría sobre lo que un hombre como él quiere con una mujer como yo. Somos amigos. No puedes hacerme sentir mal por ser amiga de alguien.

Charlie extendió su mano.

―Suficiente, Bella. No hay necesidad de ponerte melodramática al respecto. ―Se alisó las arrugas inexistentes de su camisa―. Tienes razón. Escuchaste, lo cual es un refrescante cambio de ritmo. Claramente estás tratando de hacer lo mejor para ti aunque, como dices, es como luchar contra la naturaleza. ―Él no puso los ojos en blanco cuando repitió esas palabras, pero ella lo escuchó en su tono. Él asintió―. Eres una adulta. Esta es tu vida. Si quieres hacerte las cosas más difíciles, bueno, es tu decisión. Estás progresando. Eso no es nada.

Bella se sobresaltó. Repasó las palabras en su cabeza. No era perfecto, pero viniendo de su padre eso casi podría constituir un elogio. Estaba irrazonablemente satisfecha.

Su vida sería mucho más fácil si no le importara tanto lo que pensara su padre.

»En cualquier caso, no vine aquí para hacerte pasar un mal rato por tu no-novio ―agregó Charlie―. Aunque no puedo decir que no se trate de él. ―Suspiró―. Necesito que me hagas un favor.

―¿Un favor?

Exhaló con fuerza e hizo un gesto con una mano.

―Como sabes, me estoy preparando para una carrera presidencial. Tener tu apoyo vocal sería un beneficio tremendo para mí.

―Sería... Espera. ¿Qué? ―Bella sacudió la cabeza, preguntándose si había oído bien―. ¿Quieres decir que apoyarte manteniéndome lo más lejos posible de tu campaña sería un beneficio para ti?

―Isabella. ―Sacudió la cabeza―. Sé que te gusta asumir las cosas que pienso y siento sobre ti. ―Se aclaró la garganta y asintió con decisión―. Has recorrido un largo camino. Cometiste tus errores, pero puedo ver que te estás recuperando muy bien. Estás en camino de convertirte en una historia de éxito.

Bella flexionó los dedos sobre sus rodillas. No sabía muy bien cómo procesar las palabras de su padre. Una vez más, eran algo parecido a un elogio y, sin embargo…

¿Le importaría en absoluto a menos que pudiera atribuirse algo de crédito por su éxito?

―Edward es... Bueno, puede que sea un criminal, pero es el tipo de criminal que la gente puede entender. Eso es lo que quise decir acerca de que este favor que estoy pidiendo es en parte culpa suya. Como te dije que lo harían, los medios descubrieron quién es. Me han hecho algunas preguntas, pero admito que no fueron tan malas como pensé que serían. ―Puso los ojos en blanco y agitó una mano―. Crímenes de cuello blanco son diferentes, deban o no serlo. Él no es un gamberro.

―¿Gamberro? ¿En serio?

―¿Preferirías usar rufián? El punto es que su presencia en tu vida puede ser tergiversada. Si es un amigo. ―Su padre la miró―. Porque es solo un amigo, ¿verdad?

―Papá.

Charlie extendió las manos.

―Bien. ―Se inclinó hacia adelante y le puso una mano en el hombro, ignorándola cuando ella se sobresaltó―. Los medios están preguntando por ti. Y, francamente, personalmente me gustaría que estuvieras más involucrada. ¿Puedo contar con tu apoyo? ¿Estarás allí con nosotros?

―Yo… ¿Me quieres allí? ―Nada de esto tenía sentido. Ella buscó su rostro y solo vio sinceridad. No es que fuera prueba de nada. Era un político. Dominaba ese rostro mucho antes de que ella naciera―. Pero siempre he sido una vergüenza. Provoco escenas.

―Como señalaste, han pasado años desde que causaste problemas. Creo que ya es hora de reconocer eso. Lamento sinceramente que me haya tomado tanto tiempo.

―Yo… ―Bella deseó no sentirse tan desconcertada. A menudo había fantaseado con poner a su padre en su lugar; haciéndole darse cuenta de que ella era una buena persona, tal vez incluso mejor que él. Siempre se imaginó a sí misma serena y elocuente. En realidad, ella era demasiadas cosas a la vez, arrastrada en demasiadas direcciones como para formar una respuesta medio coherente.

―No me enojaré sin importar lo que decidas.

Le costó creer eso. Pero, a pesar de todo, ella asintió.

―Sí. ―Tuvo que tragar saliva por el tono áspero de su voz―. Sí, sí. Por supuesto. Estaré allí.

~0~

―Siento que te estoy enviando a la guerra o algo así. Esto se siente muy mal. ―Alice sacudió la cabeza y pasó con cuidado el rubor por los pómulos de Bella―. Sabes, es gracioso. Mis padres me criaron para votar y todo eso. Siempre me enseñaron que los políticos cometen errores, pero en su mayoría, están tratando de hacer lo que creen que es correcto. Pero nunca he confiado en ellos. Creo que es porque, cuando era muy pequeña, tengo vagos recuerdos de haber escuchado algo que le pasó a Edward.

Un escalofrío recorrió su espalda al oír su nombre. Bella tuvo que luchar para mantenerse quieta, lo cual se dijo a sí misma que era ridículo.

―¿Edward?

―Sí. Siempre estuvo en problemas en ese entonces. Estoy segura de que te lo dijo. Lo tenían en todo tipo de programas para delincuentes juveniles.

»Así que, uno de esos es toda esta idea de que a los chicos de su edad les vendría bien algo para ocupar su tiempo libre. Manos ociosas, ya sabes. Los pilares de la comunidad se reunieron para ofrecerles pequeños trabajos a estos chicos. Era hacer que su tiempo libre fuera productivo y permitirles ver el valor de brindar un servicio a otra persona.

―Claro. Eso suena familiar ―musitó Bella asintiendo. Su padre le habló de programas como ese más de una vez. Aunque él era uno de los hipócritas. Lo vendía bien, pero de alguna manera nunca logró encontrar un trabajo extraño que pudiera hacer un adolescente descarriado.

―A Edward lo enviaron a la casa de este tipo. Un político preparándose para postularse para un cargo público. Se suponía que debía cuidar a un niño durante una hora. El problema es que tropezó. No pasó nada. ―Alice extendió las manos y habló rápidamente―. Mantuvo al bebé a salvo, pero el tipo se volvió loco contra él. Lo expulsaron del programa como si hubiera intentado patear al niño o algo así. ―Ella sacudió la cabeza―. Edward estaba tratando de comportarse lo mejor posible en ese entonces, tratando de enderezarse. El tipo le hizo mucho más difícil las cosas.

―No me sorprende ―admitió Bella―. Los políticos tienen mucha superioridad moral. Pero él ha sido bastante transparente al respecto. No me ha prometido nada y dejó en claro que sería yo quien le haría un favor. A menos que se haya metido en algo realmente nefasto, creo que estoy a salvo.

―Cierto. ―Alice dio un paso atrás, admirando su obra―. Y estás lista para las cámaras.

―Las cámaras. ―Bella palideció―. ¿En qué diablos me metí?

~0~

Una hora después del evento, Bella se arrepintió de todo. Apenas puso un pie en el césped (el evento se estaba celebrando en el césped de algún club) cuando un grupo de periodistas se abalanzaron sobre ella. Era de reconocerle a su padre que la había entrenado tanto como pudo. Le recordó que la prensa, siempre un dolor de cabeza, sería diez veces peor para un candidato presidencial. Contar "noticias falsas" era exagerarlo, pero ella era muy consciente de que los medios tergiversaban las palabras para generar titulares más emocionantes.

Con ese fin, Charlie la ayudó con algunas respuestas sucintas a las preguntas inevitables. Sí, ella sabía que Edward Cullen había salido recientemente de prisión. Él asumió la responsabilidad de lo que hizo, pagó su deuda con la sociedad y estaba trabajando duro para convertirse en una historia de éxito del sistema de justicia penal. Su padre tenía algunas ideas sobre cómo mejorar ese sistema y probablemente deberían preguntarle a él al respecto.

Le formularon algunas preguntas que ella ignoró. Sobre su vida amorosa. Sobre su política y los problemas en los que se involucró cuando era adolescente.

Sobre su hijo.

Sabía que estaban tratando de obtener una reacción. Sabía que querían información. Después de perder a su hijo, hubo algunas especulaciones en algunos artículos preguntándose qué hizo ella para causar el nacimiento prematuro. ¿Drogas? ¿Violencia? Se juntaba principalmente con un grupo de chicos, la mayoría de los cuales tenía algún tipo de problema con la ley. Quién era el padre de su hijo. ¿Ella siquiera lo sabía?

Como hija de un senador, las especulaciones fueron embarazosas, pero se disiparon con bastante rapidez. Ahora, sin embargo…

La vida se iba a poner interesante.

Sorprendentemente, fue su padre quien la salvó de la pesadilla. Su tono era afable, lo más encantador que pudiera ser, mientras intercambiaba bromas graciosas con los periodistas. Él le ofreció el brazo y ella lo tomó, contenta de tener algo fuerte en que apoyarse. Dejó que él la llevara lejos. Su cara estaba al rojo vivo y su corazón acelerado.

―No voy a votar por ti ―espetó con los dientes apretados.

―Aún no he anunciado mi candidatura.

―¿Sí? No lo hagas.

―Lo tomaré en consideración ―replicó con una sonrisa.

Bella exhaló lentamente. Luego, ella también se rio.

Su padre estaba conversando con ella, bromeando. Como si ella fuera más que un simple problema que tenía que resolver, una responsabilidad con la que tenía que lidiar. Se abanicó la cara con la mano libre. El clima no la ayudaba a refrescarse.

―Apuesto a que alguien se arrepiente de haber decidido organizar esto al aire libre.

―Hoy hace un calor inusual para la estación ―coincidió Charlie―, pero constituye la transición perfecta hacia una discusión sobre el calentamiento global. Vamos. Hay algunas personas a las que me gustaría presentarte…

Ella gimió.

»... Y resulta que están pasando el tiempo cerca de la limonada y el té helado.

Bella cuadró los hombros. Hazlo por el té helado, se animó a sí misma.

Así fue como se encontró practicando su sonrisa cuando le presentaron a un grupo de políticos sorprendentemente jóvenes. Ninguno de ellos era más que unos pocos años mayor que ella: veintitantos años, posiblemente uno de treinta y pocos.

―Estas excelentes personas son la respuesta conservadora a las acusaciones de que los políticos están alejados de la realidad ―anunció Charlie―. Todos ellos están involucrados en la política en algún nivel. El señor Scarpinato de aquí es un candidato seguro para un escaño en la Cámara. Tengo que admitir que los encuentro mucho más agradables que sus homólogos mayores, pero aun así. ―Se dirigió al grupo―. Les advierto a todos que tengan cuidado. Ella es mi única hija. Espero que no la corrompan con su republicanismo.

Un hombre con cabello negro liso y una sonrisa que Bella encontró desconcertante, el que su padre había llamado señor Scarpinato, la miró de arriba abajo. Habló con voz airada.

―Por lo que tengo entendido, su hija podría beneficiarse de nuestro tipo de corrupción.

Bella se tensó, pero Charlie agitó una mano.

―En el pasado.

Procedió a presentarla al grupo. Cuatro hombres y dos mujeres. Aro, Heidi, Marcus, Felix, Jane y Demetri. Le dio sus posiciones; todos tenían algún tipo de nombramiento político, lo cual todo salió volando de la cabeza de Bella. Ella obedientemente los saludó con un "encantada de conocerlos" y un firme apretón de manos, tal como le enseñaron. Jugar el juego voluntariamente. Qué surrealista. Todos fueron igualmente educados, Felix fue más espeluznante por la forma en que no soltó su mano de inmediato y Jane nunca dejó su cara de perra. Todos la saludaron cortésmente excepto el último.

Demetri, el más joven de ellos y el improbable alcalde de una ciudad cercana, solo sonrió y asintió. Era guapo: alto, con cabello rubio e inquieto y brillantes ojos azules. Tenía una bonita sonrisa.

No se le escapó que sus ojos se detuvieron en ella mientras el resto del grupo conversaba. Eso no la hizo sentir incómoda. No emitía la vibra escalofriante que Felix y Aro emitían. Sabía que era una mujer relativamente atractiva. A ella no le importaba que la gente reconociera eso.

―Bueno, los dejaré en paz, jóvenes ―se despidió Charlie. Se giró hacia Bella y le ofreció un té helado―. Mira si puedes guiarlos por el camino correcto.

―Claro, papá. ―Su sonrisa para él fue genuina. Ella reconoció su gesto como lo que era: un intento de aliviar lo que él sabía que era una prueba difícil para ella dejándola hablar con un grupo de personas con las que en realidad podría tener algo en común.

Las conversaciones triviales no eran lo que más le gustaba hacer, pero no era una tortura. Y una vez que su padre se alejó, la mayoría de ellos parecieron relajarse un poco más, bordeando esa actitud rígida que Bella siempre había asociado con este tipo de eventos. Decidida a ser la hija obediente, aunque solo fuera por esta vez (si Charlie podía intentarlo, ella también podría), Bella se aseguró de interactuar con cada uno de ellos.

Aunque él la había estado observando antes, le tomó algo de tiempo identificar a Demetri en su lista de control mental. Estaba mirando hacia la distancia, aparentemente distraído por algo. Ella no podía ver qué estaba captando su atención.

Finalmente, recurrió al enfoque más directo.

―Demetri ―dijo, preparada para preguntarle cómo exactamente alguien que lucía tan joven como él se convirtió en alcalde.

La cabeza de él se giró en su dirección y sonrió con tristeza. Levantó una servilleta y se dio unas palmaditas delicadas en la nuca.

―Joder un pato. Hace calor hoy.

El vaso de Bella se resbaló de su mano, el té helado salpicó, rociándolos a todos.