Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Esme Cullen era una persona física. Bella lo supo desde que conoció a la mujer. El primer día que Alice la arrastró a casa, Esme la abrazó como si fuera otro de sus hijos.

Charlie no era una persona demostrativa por naturaleza. Agregando a eso el hecho de que su trabajo le tomaba mucho tiempo, el único tipo de afecto paterno al que Bella estaba acostumbrada era un beso distraído en la mejilla; tal vez un alboroto en el cabello.

Aun así, mientras estaban sentados alrededor de la mesa de la cocina de los Cullen —Bella, Edward, Esme y Carlisle— Bella no se apartó cuando Esme primero extendió la mano para acariciar su hombro. Mientras le explicaban todo lo sucedido desde el día en que se conocieron, Esme comenzó a acariciar el cabello de Bella.

Aunque Bella tendía a sospechar de ese tipo de contacto, sintiéndose como si la compadecieran o la apaciguaran, no podía dudar de la sinceridad y la preocupación de Esme. Su toque era suave con genuina ternura, y Bella se encontró inclinándose hacia ella en lugar de alejarse.

Estaba siendo mimada.

Cediendo a un impulso, Bella inclinó su cabeza tentativamente y la apoyó en el hombro de Esme. Exhaló un largo y lento suspiro, tranquilizada.

Sus ojos encontraron los de Edward. Había algo de curiosidad en su mirada. Ella pensó que el pequeño fruncimiento de sus labios parecía de algún modo arrepentido. Sonrió, reflexionando sobre la conversación que tuvieron una vez. Sabía que a él le resultaba tan difícil como a ella aceptar un afecto como este. Estaban cortados con la misma tijera.

Almas gemelas.

Él le dijo una vez que fue en el primer día que estuvo fuera de prisión el único momento en el que recordaba que le había resultado fácil dejar que su madre lo acariciara. Tal vez algún día no fuera necesaria la cárcel o el estrés de ser agredidos y encarcelados para que ninguno de los dos disfrutara del tierno afecto paternal.

Pero claro, Esme era el tipo de persona que debería ser la excepción. Era imposible dudar de la sinceridad de su empatía. Fue por eso que Bella se sintió cómoda con ella a los pocos minutos de que Alice las presentara hace años.

―Qué desastre tan perfecto ―declaró Esme con un suspiro―. Ya sabes lo que dicen sobre las buenas intenciones y el camino al infierno.

―Buenas intenciones ―Edward se burló.

Esme frunció el ceño pero fue Carlisle quien respondió, su mano en el hombro de Edward y sus ojos en Bella.

―Conoces a tu padre mejor que yo, y eso no excusa que haya hecho algo terrible, pero no creo que lo haya hecho por malicia, por el deseo de hacerte daño o verte herida.

Bella se rodeó con sus brazos.

―No, no creo que estuviera tratando de lastimarme. No creo que estuviera pensando en mí en absoluto. Tenerme como hija no le ha favorecido políticamente. Me lo ha dejado claro durante toda mi vida. Creo que estaba tratando de salvarse de las consecuencias políticas de que el alma gemela de su hija fuera un delincuente reformado. ―Mientras hablaba, extendió la mano sobre la mesa con la palma hacia arriba. Los rasgos de Edward habían comenzado a tensarse, pero cuando puso su mano en la de ella, su postura se relajó.

―Lo que hizo fue terrible ―convino Esme, pasando nuevamente sus dedos por el cabello de Bella.

―Pero… ―incitó Edward.

Esme le sonrió a su hijo.

―Pero la frase del alma gemela... también afecta a los padres. ―Ella se rio y sacudió la cabeza―. Ves a tus hijos crecer sabiendo que, por supuesto, habrá personas en sus vidas. Pero lo del alma gemela es diferente. Es tan real. Tan tangible. Y aun así no lo es. Es una promesa de que hay una persona ahí afuera que está destinada a tener un gran impacto en la vida de tu hijo, bueno o malo. Una persona ineludible.

»La frase del alma gemela de Emmett me atormentó toda su vida. ―Ella se rio de nuevo, esta vez con mucha más alegría―. Follemos.

Bella se sorprendió. No porque encontrara la frase tan terrible, sino porque nunca había oído a Esme decir palabras soeces.

»Estoy en contra de la vergüenza sexual. No hay nada malo en el sexo casual ―agregó Esme―. ¿Pero que sea lo primero que te diga tu alma gemela?

―Y puedo suponer que tener que explicar eso, decirle a un chico como Emmett cuál era la frase de su alma gemela cuando era tan explícita, debe haber sido divertido ―comentó Edward, sonriendo también.

―Bueno. Ahí está parte de mi punto. Le mentí a Emmett cuando era más joven. ―Ella se llevó una mano al pecho―. Si alguien le hubiera dicho eso a mi precioso hijito… ―Ella sacudió la cabeza con fuerza―. Pero se puede ver con qué facilidad un padre puede justificar engañar a su hijo.

―Pero se lo dijiste ―habló Edward de nuevo―. Cuando todavía era joven. Tan pronto como fuera razonablemente posible.

―Sí ―soltó Esme la palabra lentamente, alargándola. Ella miró a Carlisle―. Pero fue difícil, y durante años no supe si había tomado la decisión correcta. Emmett todavía era muy joven. Los adolescentes y el sexo. ―Ella agitó una mano en el aire―. Y Emmett siendo Emmett.

»Todavía no sé qué pasó cuando se conocieron. Y eso está bien, por supuesto. No es de mi incumbencia. Pero somos los padres de Emmett. Durante los treinta y tantos años antes de que supiéramos con certeza que todo salió bien, esta persona era, en el peor de los casos, un peligro para nuestro hijo pequeño y, en el mejor de los casos, un fuerte potencial para romperle el corazón. Te vuelve loca la duda.

―No quiere decir que tu padre tuviera razón ―recalcó Carlisle, su tono siempre gentil―. Se equivocó al tratar de manipular y controlar tu vida de la forma en que lo hizo. Y estoy seguro de que el impacto en su imagen pública es un factor por el cual lo hizo, pero también es posible que estuviera tratando de protegerte en algún nivel, ¿no?

Bella estaba en silencio. Edward le apretó la mano en silenciosa solidaridad.

―En cualquier caso. Ahora están juntos. ―Esme dio unas palmaditas en sus manos unidas―. Todo lo demás se solucionará con el tiempo.

~0~

Bella le creyó a Esme cuando dijo que todo saldría bien. Casi. Creía principalmente que sus abogados y la influencia de su padre serían suficientes para mantenerla fuera de prisión. Era inocente y privilegiada. Eso debería ser suficiente. Pero, con su suerte...

De cualquier manera, ella no podía hacer nada al respecto. Solo una cosa más fuera de su control. Lo que fuese a suceder, sucedería; y estaba fuera de su control.

No es que nada estuviera bajo su control estos días. Ningún control sobre el destino de su libertad. No tenía control sobre lo que los medios decían sobre ella, y peor aún, las historias que estaban empezando a inventar sobre por qué Edward estaba enyesado. Como su padre predijo, no podía controlar el hecho de que Edward hubiese sido liberado recientemente de prisión y estaba haciendo que esta historia, que ya era un desastre de proporciones épicas, fuera mucho más grande de lo necesario. No podía controlar que los jefes de él estuvieran nerviosos. Hasta el momento la prensa y el público no sabían dónde trabajaba él, pero era cuestión de tiempo.

La vida política de su padre también estaba en picada. Bella estaba inclinada a que no le importara. Que siguiera sus propios consejos sobre no quejarse cuando el desastre era provocado por uno mismo. Se podría decir algo sobre la pérdida de sus electores, pero a Bella tampoco le importaba eso. Estaba más irritada por quedar atrapada en la narrativa; la vida política de Charlie y las declaraciones públicas que había hecho inevitablemente invitaban a un mayor escrutinio sobre todos los que Bella amaba: Edward y el resto de los Cullen.

Todo estaba fuera de su control. Su vida era una serie de interrogantes.

Buscando algo que pudiera hacer, un problema que pudiera solucionar, Bella decidió entrometerse. Así fue como, mientras Edward estaba en el trabajo, ella se encontró en la sala de estar de los Cullen con Alice y Jasper como apoyo moral.

―Estás a punto de perder la razón ―dijo Alice, sentada en un sillón reclinable, principalmente en el regazo de Jasper. Ella sacudió su cabeza―. ¿Por qué estás tan preocupada? Es solo Emmett. Sabes que Rosalie es la mordaz en esa relación.

―Rosalie ―murmuró Bella en voz baja―. Estoy tratando de decidir si estoy retrocediendo.

―¿Retrocediendo?

―Jacob solía hacer este tipo de cosas. ―Bella subió sus pies al sofá―. Si algún otro imbécil me mirara mal, iría con la novia del chico y le diría que sería mejor que controlara a su novio antes de que tuviera que patear su trasero. ―Bella puso los ojos en blanco.

―¿Vas a amenazar con patearle el trasero a Rosalie? ―Jasper sonrió.

―Por supuesto que no. ―Bella apretó los labios―. Simplemente no quiero ser quien era en aquel entonces. Eso es todo lo que he estado tratando de hacer durante todos estos años. Madurar y dejar eso atrás.

―Hay una gran diferencia entre defender a tu hombre y ser un imbécil posesivo ―indicó Alice.

―Me parece que todo esto es más maduro que la mayoría de los adultos. ―Jasper le guiñó un ojo. Ya habían hablado de lo incómodo que se sentía todo esto, enfrentarse a Emmett, que era un adulto cuando todos ellos todavía se sentían como niños a veces―. La gente deja que las cosas empeoren y estallen. Es mejor aclarar las cosas. Todo este andar de puntillas cuando ninguno de nosotros puede evitarse el uno al otro ha sido ridículo.

―Y creo que está bien que hables con Emmett en lugar de Rosalie en este caso ―agregó Alice―. Rose ha pasado por un momento terrible. Lo que hizo falta para tener a Henry. Un embarazo difícil. ¿El trauma de su nacimiento? Y ha estado fuera de sí desde entonces. ¿Tal vez trastorno de estrés postraumático? Serías una imbécil si la atacaras. Pero no está bien que ella esté descargando toda su ira y miedo con Edward. Él es un blanco fácil para ella.

―Creo que tú y Emmett quieren lo mismo ―indicó Jasper―. Has sido parte de esta familia desde hace un tiempo. Es mucho mejor cuando todos se llevan bien.

―Es difícil para Emmett ser tan serio todo el tiempo ―comentó Alice riendo.

―Bueno, es su esposa la que está haciendo que todo sea incómodo. ―Bella cruzó los brazos sobre el pecho―. Edward no le hizo nada a nadie.

―Oye, ella lo sabe.

Bella se irguió ante el sonido de la voz retumbante de Emmett, con el corazón acelerado y ya a la defensiva. Pero no había ira en su voz ni en su rostro. Se dejó caer en el sofá como si tuviera trece años en lugar de casi cuarenta, con el pequeño Henry acunado en sus brazos. Dejó al bebé en el cojín entre ellos. El bebé agitaba los brazos en el aire, rebotando. Emmett se rio entre dientes, revolviendo el cabello ralo de su hijo antes de mirar a Bella.

»Esto es culpa de ella. Ambos lo sabemos.

Bella abrió la boca, pero cada argumento que tenía preparado murió en sus labios cuando se dio cuenta de que él estaba de acuerdo con ella.

―Oh.

La sonrisa de Emmett se amplió, pero luego su expresión se volvió más seria.

―Honestamente, B, pensé que tú más que nadie lo entenderías.

―¿Qué quieres decir?

―Hemos hablado de eso antes. Terapia. ―Se frotó la nuca y resopló―. La autoconciencia es una mierda, ¿verdad? ¿Descubrir por qué hacemos las cosas irracionales que hacemos?

―Pero eso no nos impide ser irracionales ―musitó Bella. Recordó la conversación. Fue la primera vez que se llevó bien con el hermano mayor de Alice. Qué sorpresa que él entendiera sobre terapia; que no era una cura pero que te daba las herramientas para afrontarlo.

―Rosie es egocéntrica. No tienes que decirme eso. Todos tenemos nuestros defectos. ―Él se encogió de hombros―. Es algo irónico, de verdad. Ella y Edward son muy similares. Deberían llevarse muy bien. ―Miró a Bella de nuevo―. Con los antecedentes de los que proviene Rose, es difícil para ella confiar en alguien. No es muy diferente a Edward, que todavía no confía en nosotros, ¿verdad? De todos modos, fue difícil lograr que ella confiara en mí, que creyera que tal vez toda esta cosa del alma gemela significara suficiente para que ella intentara acercarse a alguien. Pero, se arriesgó conmigo. Y luego, vine con este paquete. Quiero decir, solo ese pequeño monstruo agresivo de allí. ―Le guiñó un ojo a Alice, quien le devolvió la sonrisa a su hermano mayor.

»Fue una lucha. ―Emmett hizo una mueca―. Y luego, tuvimos... quiero decir, ustedes supieron que estuvimos tratando de tener un bebé durante mucho tiempo. Todo ese asunto, la infertilidad... Apesta. Simplemente apesta. Jode con tu cabeza. Y tuvimos algunos abortos al principio.

―Oh ―susurró Bella en un suspiro―. Lo lamento.

Emmett asintió.

―Fue difícil. Es difícil. ―Extendió la mano y volvió a tomar a su pequeño niño en sus brazos, dándole un abrazo―. Y luego, parecía que este pequeño iba a intentar sobrevivir. Toda nuestra vida, todo giraba en torno a hacer que esto funcionara. Cada pensamiento. Todo lo que hacíamos. Eso también fue difícil. Preocuparse y concentrarse. Esperar.

»Todo es solo un mal momento. Las cosas malas siempre suceden todas a la vez, ¿no? Nunca se puede lidiar con una cosa a la vez. Rosie quería la concentración de todos, el enfoque de todos, en Henry. Cada esperanza. Cada oración. Pero entonces, surgió la audiencia de libertad condicional de Edward.

―La atención de todos se dividió ―asumió Bella, juntando las piezas.

―Y Rose comenzó a tener problemas con el embarazo justo cuando todos estaban planeando que Edward regresara a casa ―continuó Emmett, asintiendo―. Ser madre es lo único que Rose siempre supo que quería. Todo lo demás lo ha conseguido... Habría renunciado a todo para tener un bebé, y la manera en que sucedió no fue como lo había imaginado toda su vida. Estaba enojada. Y asustada. Edward estaba allí. Eso fue todo lo que necesitó.

―Eso apesta, Em. Pero él no es un saco de boxeo. No se merece eso.

―Eso es lo que estoy diciendo. Estoy de acuerdo. Ella está de acuerdo. Ambos sabemos de dónde viene realmente su ira. ―Él se encogió de hombros―. Sería fantástico si pudiéramos simplemente apagarla, pero no es así como funciona.

―Tu hermano no siente que pertenece aquí. No siente que pertenece a su propia familia, y Rose refuerza ese sentimiento. ¿Se supone que todos debemos estar de acuerdo con eso porque, en el fondo, Rose sabe que está mal? Algunas de las cosas que ella le dijo, Em. Él nunca la lastimó, ¿pero ella puede lastimarlo?

Para su molestia, Emmett se echó a reír. Ella entrecerró los ojos, pero él levantó una mano para detener sus palabras.

―Hombre, no sabes lo feliz que estoy de que todo esto haya funcionado entre ustedes dos. Sé que primero perteneciste a Alice, pero ahora te tenemos para las vacaciones y todo. ―Él volvió a reír―. Es bueno que Edward te tenga para cuidarle la espalda. Un alma gemela. Eso es lo que se necesita para que un tipo como Edward deje que alguien lo cuide. Te lo aseguro, él y Rose son muy parecidos.

―Emmett…

―Lo llamé, B. O lo intenté. También le envié un mensaje de texto. Dijo que estaba bien. ―Emmett puso los ojos en blanco―. No está bien. Las cosas que ella dijo no estaban bien.

―Pero nunca dices eso en el momento. No defiendes a tu hermano.

―Sí. ―Emmett hizo rebotar a Henry sobre sus rodillas, estudiándolo un momento―. Ya hemos hablado de esto, chica. Ella es mi esposa. Primero tengo que estar de su lado. No es que ella actuara bien al lastimar a Edward. Pero estaba asustada. Rose siempre está esperando que algo salga mal. La idea de que, después de todas las cosas por las que ha pasado, todas las pérdidas y las cosas horribles que han sucedido en su vida, con su ex y con todo, ¿tal vez pueda al fin conseguir ser feliz para siempre? ―Él sonrió y se señaló a sí mismo―. Un marido muy atractivo que realmente se preocupa por ella. ―Apretó a Henry―. ¿Y nuestro lindo niño, sano y próspero ahora? Está aterrorizada. Sabe todo lo que hay que saber sobre cosas como la muerte súbita; cómo podemos acostarlo una noche y que simplemente no despierte. Los niños se caen. Henry no es el primer bebé que se cae. En general, está bien, pero siempre existe esa posibilidad. La paranoia se apoderó de ella, y sí, eso fue más importante para mí que los sentimientos de Edward el otro día.

Mientras hablaba, Emmett se acercó más al sofá. Puso a Henry en los brazos de Bella, riéndose de su expresión de sorpresa. Ella ajustó sus brazos alrededor del bebé y él le mostró una versión en miniatura de la sonrisa de su padre: todo hoyuelos. Ella pasó los dedos por la maraña de rizos oscuros que habían comenzado a aparecer a lo largo de su cuero cabelludo, suavizando sus alborotados sentimientos. Era precioso.

―Tu historia y la de Edward son bastante intensas en este momento ―explicó Emmett―. Con todo lo que está pasando contigo y la prensa. Sea lo que sea ese lío. Y Edward todavía está tratando de descubrir cómo encaja después de haber estado fuera del mundo durante los últimos seis años. Pero esta es nuestra historia. La mía y la de Rose. La trama es muy diferente, pero sigue siendo intensa para nosotros.

―Lo entiendo ―murmuró Bella, haciendo rebotar al bebé en sus brazos. Y lo entendía. El miedo por su hijo, el miedo a que algo saliera mal, no se había manifestado hasta el momento en que algo salió terrible e irrevocablemente mal. En el hospital, solo tuvo que esperar una hora hasta que se enteró que todo había salido mal. Tenía que ser un eco tan diluido en comparación con lo que ellos habían pasado: años, pérdidas y traumas.

Y la ira. La ira que no tenía adónde ir.

Ella miró a Emmett.

»Todavía no es justo. Y no es una excusa.

Emmett asintió.

―Estamos trabajando en ello. ―Él resopló―. Eso es lo que estábamos haciendo aquí el otro día. Queríamos estar aquí para apoyarlos a ambos en cualquier infierno que sea este lío. ―Le dio unas palmaditas en el hombro a Bella―. Ella se siente fatal por lo de la muñeca fracturada.

»Ya sabes, B, ella tiene razón en una cosa. Edward ha lastimado a esta familia. No estabas presente cuando era él el que estaba tan enojado. Y, vamos, ¿quieres hablar sobre comportamiento irracional? ¿Como malversación de fondos en un trabajo bien remunerado? Le estaba yendo bien. No viene exactamente de la nada. ―Emmett hizo un gesto a su alrededor.

»De todos modos. Como dije, estamos trabajando en ello. Seguiré hablando con Rosie y tú seguirás apoyando a Edward. Apuesto a que podemos convencerlos a ambos de que pertenecen a esta familia, juntos, eventualmente. ―Él se rio entre dientes―. Lo conseguiremos.

―Trato hecho.

~0~

Bella iba a combustionar.

No. Combustión no era la palabra correcta. La combustión era demasiado rápida. Lo que sentía no era una explosión. Se parecía más a uno de esos incendios de minas que arden durante años, décadas. Un fuego subterráneo, llamas lamiendo la superficie pero contenidas por su piel.

Ella ardía por Edward; estaba consumida por lo que sentía por él. Pero esto, lo que él le estaba haciendo en ese momento, lo que estaban haciendo juntos, la dejaría en un montón de cenizas.

Ella había encontrado al fondo de su clóset, una silla que parecía de la era espacial y que estaba apoyada directamente en el suelo. Parecía como si la hubieran sacado de un avión de combate, inclinada hacia atrás y ligeramente reclinada. Era una silla gamer, explicó Edward. Le contó una dulce historia sobre cuando era adolescente con Emmett y cómo jugaban videojuegos juntos, arrasando entre sí mientras corrían, peleaban o dirigían sus equipos deportivos pixelados.

Bella, sin embargo, podía pensar en algunos usos más para esa silla. Ella se subió a su regazo y comenzó a besarle la mandíbula. Así fue como comenzó ese lento ardor. Ella se sentó de espaldas en la silla, con una rodilla a cada lado de él. Sus manos estaban debajo de su camisa, sus dedos recorriendo su piel dejando calor a su paso. Sus labios se movieron con los de ella, su lengua trazó la forma que sus bocas hacían juntas. Él hizo pequeños ruidos, suspiros y gemidos que amenazaban con volverla loca.

Cuando lo sintió endurecerse debajo de sus vaqueros, comenzó a moverse sobre él, empujando sus caderas contra las de él, gimiendo cuando él se levantó para encontrarse con ella. Sus dedos, enredados en su cabello, le dieron un pequeño tirón y él jadeó en su boca. La fricción mientras ella se deslizaba sobre él, contra él, era tan deliciosa; otro fuego más esperando a ser encendido.

Le desabrochó el sostén y los dedos de su mano sana estaban acariciando la curva de sus senos cuando alguien llamó a la puerta.

―¿Edward? ¿Bella?

Rompiendo su beso con un grito ahogado, Bella tragó fuerte y Edward gruñó por lo bajo. Ambos jadearon por un momento, con las frentes juntas, respirando el aire del otro.

―Solo un… ―Edward se aclaró la garganta, tratando de suavizar lo ronco de su voz, sin duda―. ¿Qué pasa, mamá? ―Él contuvo el aliento y la agarró por un hombro para evitar que se moviera.

Bella se mordió el labio, tratando de evitar reírse. Qué situación tan ridícula en la que se encontraban. ¿Eran adolescentes otra vez?

―Hay alguien aquí para ver a Bella.

Eso llamó la atención de Bella. Ella frunció el ceño.

―¿Quién es? ―inquirió Edward, tan tenso como ella.

―¿Dice que es su representante de relaciones públicas? En realidad, dijo que estaba aquí por los dos.

Se miraron el uno al otro.

―Charlie ―siseó Bella en voz baja. Ella saltó del regazo de Edward y le ofreció una mano para levantarlo―. Terminemos con esto.