Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

Por otro lado, en Tokio, la tía Hinako se encontraba en el complejo deportivo de la familia Konjo, platicando amenamente con Mariko en una de las mesas que estaban cerca de la cancha de tenis:

― ¡Ay, tía Hinako! ¡ya muy pronto volveré a ver a Ranma! -decía Mariko, muy emocionada- ¡ya falta solamente un mes para que regrese!

― ¡Sí, qué alegría! -dijo la señora Hinako sarcásticamente, pues, a ella no le hacía ninguna gracia volver a ver a su "odioso sobrino"-.

― ¡Ahora sí lograré conquistarlo, estoy segura!... además, ¡ya tengo la aprobación de papá!

La señora Hinako se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― Ay, querida, no quiero ser aguafiestas, pero, no creo que mintiéndole a tu papá al decirle que tú y Ranma son novios, logres que él finalmente te preste atención -ya que Mariko le había platicado sobre la "pequeña mentira" que le había dicho a su padre-.

Mariko se sorprendió al escucharla:

― Pero, ¿por qué me dice eso, tía Hinako?... a mí me pareció una excelente idea -hizo una pausa y después dijo, con algo de tristeza- pensé que usted me apoyaría.

― Claro que te apoyo, linda, pero, es mi deber decirte que esa idea no está nada bien -hizo una pausa- date cuenta que al venir mi sobrino, aclararía todo con tu padre y ahora sí te diría que te fueras despidiendo de cualquier posibilidad de conquistarlo, porque lo único que vas a conseguir es que te odie por haber mentido de esa manera.

― ¡Ay, no me diga eso, por favor! -dijo, muy preocupada- ¡yo no quiero que Ranma me odie!... ¡no podría soportarlo!

La señora Hinako bufó fastidiada al escuchar "tanto drama" y después, le dijo:

― Bueno, ya, ya, ya... tranquilízate, no es para tanto: todavía puedes hacer algo para remediar esa situación.

― ¡¿De verdad?! -dijo, esperanzada- ¡dígame qué hacer, por favor!... ¡estoy dispuesta a hacer lo que sea!... ¡lo que sea! -repitió, con algo de desesperación-.

La señora Hinako se le quedó viendo:

― Ay, niña, la solución es muy simple...

― ¿Ah, sí?

― Sí... solo tienes que ser "más inteligente".

Mariko se le quedó viendo, confundida:

― Perdón, pero, no comprendo a qué se refiere.

― ¡No es posible que no comprendas! -dijo sorprendida y algo molesta, a la vez- pero, en fin, te lo explicaré: cuando Ranma regrese, procura que tu padre y él no platiquen, para que no se desmienta lo que le aseguraste, mientras tú logras que efectivamente se vuelva una realidad...

Mariko la escuchaba, atentamente:

― Tú eres una chica muy bonita: sácale partido a eso... usa todos tus encantos para tener a mi sobrino a tus pies.

― Pero, ¿cómo?... he tratado de ser lo más amable posible con él -dijo, enumerando con los dedos- todos estos años le he tenido una gran paciencia, escribiéndole todos los días y...

La señora Hinako la interrumpió:

― ¡No me estás entendiendo, Mariko! -dijo, algo molesta-.

Mariko se le quedó viendo, muy sorprendida:

― ¡Me refiero a que lo seduzcas! -dijo la tía Hinako-.

Mariko se quedó de piedra al escuchar eso último y la tía Hinako, continuó:

― No quería decirte las cosas así tan abiertamente, pero, como no me entendías...

― ¿Se... se... seducirlo? -preguntó, bastante nerviosa-.

― ¿No sabes el significado de esa palabra o qué? -dijo, todavía molesta-.

― Yo... claro que sí, pe... pe... pero...

― Es la única forma, Mariko... porque, si te digo algo: para mí que has sido demasiado lenta con él, querida -dijo, sarcásticamente-.

― Pero, señora Hinako, ¿cómo puede usted decirme algo así? -dijo ofendida-.

― Solo estoy diciendo la verdad, linda, porque si lo hubieras hecho desde antes, habrías evitado que se fuera a recluir al ejército, ¿no te parece?... además, acabas de decir hace un momento que estás dispuesta a "todo", ¿no?

― Pues, sí, pero...

― No lo pienses tanto, querida.

― ¡Es que, todavía no puedo creer que usted me proponga algo así! -dijo asustada- ¡¿dónde quedarían mis principios y mi reputación?!

― Entonces, no creo que de verdad estés tan enamorada de mi sobrino, como dices.

― ¡Por supuesto que sí! -dijo, molesta-.

― Acabas de decir que te importan más tus principios y tu reputación, ¿no? -dijo, en tono irónico- y bueno, al final pueda que tengas razón: una chica decente como tú jamás haría algo así y por eso, es que a mi sobrino le gustan otro "tipo de mujeres", porque, ¡hasta fabricó una muñeca de porcelana en honor a aquella mujer casada! -dijo, dramáticamente- bueno, es entendible, porque seguramente alguien como ella, sí estaría dispuesta a "lo que fuera" con tal de tener a sus pies a alguien tan apuesto y varonil como Ranma, ¿no lo crees?

Mariko estaba que echaba chispas al escucharla hablar sobre esa odiosa mujer que Ranma había conocido en aquella heladería y que seguía siendo como una piedra en el zapato, para ella.

La señora Hinako se levantó de la silla donde estaba sentada y después le dijo, sarcásticamente:

― Bueno, ojalá logres algo con la mentira que le contaste a tu padre... te deseo suerte, querida -dijo, dándole un beso en la mejilla como despedida, pero, antes de que pudiera irse, Mariko le dijo:-

― ¡Está bien!... ¡está bien, tía Hinako!: ¡lo haré!

La señora Hinako sonrió satisfecha y Mariko continuó:

― ¡Sí ésa es la única forma de lograr que Ranma se comprometa formalmente conmigo, estoy dispuesta a hacerlo, porque no voy a permitir que alguien más se me adelante!: ¡en especial, esa mujer, que espero que nunca más vuelva a aparecer en nuestras vidas!

― ¡Así se habla, linda! -dijo la tía Hinako, sentándose nuevamente- tomaste la mejor decisión: te aseguro que no te vas a arrepentir.

Mariko sonrió ampliamente al escucharla y la tía Hinako dijo, internamente:

Vamos a ver qué tan cimentados tiene sus principios ese "muchachito insolente", que mi hermana tanto "proclama" de haberlo educado muy bien -hizo una pausa y después, sonrió maliciosamente- a ver si eres capaz de aguantar este escándalo, querida Nodoka jajaja.

La señora Hinako seguía con la idea de hacer sufrir a su hermana a como diera lugar, no importándole utilizar y mal aconsejar a Mariko con tal de salirse con la suya, ya que, aún no aceptaba que el "gran amor de su vida" hubiera preferido a la señora Nodoka y no a ella y qué mejor si lo lograba a través de lo que más quería: su hijo.

Mientras tanto, en el pueblo de Nerima, en la hacienda de la familia Tatewaki:

― ¿Puedo pasar, señorita Kodachi? -preguntó Anna, (una de las empleadas) sosteniendo un azafate con comida y tocando suavemente la puerta de su habitación-.

― Adelante -respondió Kodachi con voz apagada, mientras cepillaba su cabello y se veía al espejo-.

Anna ingresó a la habitación:

― Con permiso, señorita: le traje algo de comer -dijo, colocando el azafate en una pequeña mesa que estaba a la par de su cama- ya que no bajó a desayunar, pensé que quizás tendría hambre.

― Te lo agradezco, Anna, pero, no quiero nada -dijo, bastante reseca-.

Anna se le quedó viendo y después, le dijo:

― Pero, señorita, no está bien que no quiera comer -hizo una pequeña pausa- hace ya algunos días que no se está alimentando como debe ser... se puede enfermar.

Kodachi se quedó callada un momento y después, le dijo:

― Creo que eso sería lo mejor...

― ¡No diga eso, por favor! -dijo Anna, muy preocupada- ¡ni siquiera en broma!

― Sí, Anna... de todas formas, ¿a quién le importaría?

― Señorita, ¿cómo puede decir algo así? -dijo Anna, bastante indignada- ¡su hermano la quiere mucho, además, todos acá le tenemos un gran cariño y no nos gustaría que le pasara algo malo!

Kodachi sonrió levemente al escucharla:

Mi hermano "me quiere mucho" -pensó, con sarcasmo- ¡sí, claro!

Después dijo:

― No me va a pasar nada: no te alarmes -hizo una pausa- te lo agradezco mucho, pero de verdad, no tengo hambre.

Anna dio un largo suspiro:

― Bueno, de todas formas, le voy a dejar ahí la comida -dijo resignada, dirigiéndose a la puerta de la habitación- con permiso -dijo, haciendo una reverencia antes de salir-.

― Gracias, Anna -le dijo Kodachi, todavía- gracias por preocuparte por mí.

Anna sonrió al escucharla. Volvió a hacer una reverencia y salió de ahí:

Pobre la señorita Kodachi -pensaba, mientras bajaba las escaleras- se ve que está muy deprimida... ojalá de verdad no se vaya a enfermar, porque no ha querido comer ni salir de su habitación desde el día en que intentó escapar de aquí...

Estaba ensimismada cuando de pronto, escuchó la voz de Kuno:

― ¿Qué pasó?: ¿aceptó comer algo? -dijo, con "falsa preocupación"-.

― No... no, señor -respondió Anna- su hermana sigue sin querer probar bocado, pero, le dejé el desayuno en su habitación.

― ¡Kodachi y sus berrinches! -dijo bastante molesto, pasando una de sus manos por su cabello- ¡ya me tiene harto con sus necedades!... ¡pero, si no quiere comer, allá ella!

Anna solo se le quedaba viendo y él continuó:

― ¡No puedo perder el tiempo con cosas insignificantes! -dijo, de manera insolente- tengo que salir a ver unos asuntos, pero, ya sabes las estrictas indicaciones que les he dado a todos los empleados, en especial a Mousse: Kodachi no puede salir de la hacienda por ningún motivo, ¿entendiste?

― Sí... sí, señor, como usted diga -dijo, con voz algo apagada-.

Kuno le dio una última mirada, aún molesto. Después, tomó un sombrero y una chaqueta y salió dando un portazo, pues, un carruaje ya lo estaba esperando afuera de su casa para llevarlo a ver sus "importantes negocios" y ya iba tarde.

Por otro lado, en Ichigaya, Ranma se encontraba en la habitación que compartía con sus amigos, recogiendo todas sus cosas para marcharse de la Academia del Ejército Imperial Japonés, luego de que se acordara su expulsión definitiva de esa institución.

Aún no creía todo lo que había pasado en tan poco tiempo, pero, de algo estaba completamente seguro: no se arrepentía de haber defendido a Akane de ese miserable, aquel día... aunque eso implicara no poder cumplir el sueño que tuvo desde que era un niño: ingresar al ejército, graduarse e ir ascendiendo en los rangos militares para servir a su país con orgullo.

No buscaba ser "el héroe de Japón", como le decía su tía con burla, pero sí hacer, cuánto estuviera en sus manos, para proteger y auxiliar a la población en casos de necesidad pública...

Todo había terminado y ahora lo único que resonaba con fuerza en su cabeza era saber si Akane estaba bien, pues, esos días en la celda de castigo fueron eternos y una verdadera tortura, al no tener noticias suyas.

Estaba sumido en sus pensamientos, cuando de pronto, escuchó la voz de sus amigos:

― ¡Ranma! -dijo Shinnosuke ingresando a la habitación, junto a Sentaro- ¡es un atropello el que acaban de cometer contigo!: ¡¿cómo pudieron inventar tantas mentiras para perjudicarte de esta manera, estando apenas a un mes para la ceremonia de graduación?! -dijo, indignado- ¡se nota que todo lo planearon muy bien!

― ¿Qué hacen aquí? -preguntó Ranma, muy sorprendido- van a tener problemas con el Teniente si los encuentra acá en horas de entrenamiento.

― Eso no importa, Ranma -dijo Sentaro-.

― Claro que importa -dijo Ranma- no querrán que los castigue y no les permita ir al entrenamiento que habrá nuevamente en las montañas, ¿verdad?

― Eso nos tiene muy sin cuidado -dijo Shinnosuke- porque nosotros también nos iremos de aquí.

― ¡¿Qué?! -preguntó Ranma, aún más sorprendido- ¡¿acaso están locos?!

― Quizás -dijo Sentaro- pero, no nos vamos a quedar en un lugar donde a leguas se nota que está infestado de corrupción hasta los codos.

― Sí, Ranma -dijo Shinnosuke- si tú te vas, nosotros también.

Ranma se les quedó viendo un momento y después, les dijo:

― Agradezco mucho que quieran solidarizarse conmigo, pero, no puedo permitir que arruinen su carrera por mi culpa.

― Ranma -dijo Shinnosuke, poniendo su mano derecha en uno de sus hombros- nosotros somos como hermanos y no estamos dispuestos a aceptar una injusticia como ésta, además, tú eres el alma de la "fiesta" y si te vas, ¿qué chiste tendría seguir aquí? ¿no lo crees?

Rieron un poco y después Sentaro dijo, bromeando:

― Y sumado a ello, no creo soportar comer un día más, esas meriendas tan horribles que sirven acá jajajaja... como que ya me está haciendo mucha falta la comida de mi abuela jajajaja.

Ranma y Shinnosuke volvieron a reír al escuchar las ocurrencias de Sentaro:

― Gracias por venir a levantarme el ánimo, amigos -dijo Ranma- pero, no puedo aceptar lo que quieren hacer.

― Pues, lo siento, Ranma -dijo Shinnosuke- pero, nuestra decisión ya está tomada y no vas a hacernos cambiar de opinión -y diciendo esto último, ambos tomaron una maleta para empezar a empacar sus cosas-.

Ranma solo negó con la cabeza sonriendo y después, Sentaro le dijo:

― Eso sí, Ranma: si acaso te llega a contactar el Coronel Daikoku cuando regrese, no te vayas a olvidar de nosotros, ¿eh? jajaja.

Ranma se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― No creo que eso ocurra, Sentaro.

― Claro que sí... ya verás -dijo Shinnosuke-.

― No -dijo Ranma, dando un pequeño suspiro- más aún con todo lo que me inventaron... estoy seguro que les va a creer todo.

― ¡Nah! -dijo Sentaro- tú eres su favorito, ¿cómo va a creer eso de ti?... por favor.

Ranma volvió a sonreír. Después, se sentó un momento en una de las camas y les preguntó, cambiando de tema:

― Oigan y... ¿no saben algo sobre Akane?

Shinnosuke y Sentaro voltearon a verse y él continuó:

― Es que, mientras estuve en la celda de castigo, ninguno de los sargentos quiso darme información y ahora, ya ven que el Teniente leyó ese falso testimonio de parte de ella, aprovechando que ya no se encuentra aquí, pero... ¿ustedes no saben a dónde fue?

Ambos guardaron silencio un momento y después, Sentaro le dijo:

― Ranma, mira -dijo, rascando nerviosamente su nuca- es mejor que te olvides definitivamente de ella.

Él se sorprendió mucho al escucharlo:

― ¿Por qué dices eso?

― Mira, es que... creo que no te va a gustar nada enterarte de lo que andan diciendo por ahí de ella.

Ranma se le quedó viendo:

― ¡¿Qué es lo que han dicho?! -preguntó con ansiedad, levantándose de la cama- dímelo, por favor... acaso, ¡¿se atrevieron a hacerle daño para obligarla a dar ese falso testimonio?! -dijo, bastante molesto-.

― Tranquilízate, Ranma -dijo Shinnosuke- ella está bien, pero...

― ¡¿Pero qué?! -dijo, todavía molesto-.

Shinnosuke y Sentaro voltearon a verse nuevamente y después, Shinnosuke le dijo:

― Mira, Ranma, lo que andan diciendo por ahí es que ella es la mujer del Teniente Chardin y que estaba de acuerdo con él y con Kengyu para montar "ese show" en el que aparentemente él le faltó al respeto, para que tú reaccionaras precisamente de esa manera.

― Sí, Ranma -dijo Sentaro- ella mantenía una relación en secreto con el Teniente, porque según sabíamos nosotros tres, ella estaba comprometida con alguien más y ya ves que ni siquiera eso le importó para aceptar tener algo con él y por eso, colaboró para perjudicarte, porque se dieron cuenta que a ti te interesaba ella y...

Ranma se puso furioso al escucharlos:

― ¡Eso no es cierto!... ¡Akane no es así! ¡es mentira!... ¡tiene que ser una mentira!

― ¡Ranma, contrólate! -le dijo Shinnosuke- por eso, no queríamos contarte nada, para no arruinar la imagen que tienes de ella, pero, date cuenta que todo encaja perfectamente...

― ¡No! ¡me niego a creerlo! -dijo todavía, bastante molesto-.

― De verdad, lo siento mucho, Ranma -dijo Sentaro- pero, concuerdo con Shinno, además, ni siquiera la conoces bien como para defenderla.

Ranma no podía asimilar aquello. Sentía que su corazón se destrozaba en mil pedazos:

― Por tu bien, amigo -dijo Sentaro- es mejor que trates de sacarte a esa mujer de la cabeza... no vale la pena.

― Sí, Ranma -volvió a intervenir Shinnosuke- además, ella misma te dijo que no correspondía a tus sentimientos: es mejor que te olvides de ella... es tan ruín como el Teniente y sus secuaces.

Ranma sentía que la furia lo carcomía por dentro y no podía pensar con claridad: ¿sería posible que Akane fuera tan cruel y despiadada como para prestarse para algo tan bajo y lo peor de todo: que hubiera mantenido una relación en secreto con el Teniente Chardin durante todo ese tiempo?

Aquellas lágrimas que había derramado al abrazarlo, se veían tan sinceras e inocentes, pero, también había una realidad que debía aceptar: sus amigos no tenían por qué mentirle y desgraciadamente, tenían mucha razón en lo último que habían dicho: todo encajaba a la perfección y él no la conocía lo suficiente como para defenderla.

Por otro lado, nuevamente en Nerima, la familia Tendo se encontraba almorzando un poco más temprano (pues, apenas eran las once y media del día) y mientras lo hacían, la señora Aiko platicaba con su hijo:

― ¿Y cómo va todo con Ukyo, Ryoga? -dijo sonriendo, pues ahora casi a diario, él iba a visitarla-.

― Muy bien, mamá -dijo contento- creo que cada día nos llevamos mejor y...

Ella lo interrumpió:

― Y cada día se enamoran más y más también, ¿verdad?

Ryoga rio nerviosamente y después, le dijo:

― Bueno, sí jajaja para que lo voy a negar jajaja.

Su mamá y sus abuelos también rieron un poco al escucharlo y después, la señora Aiko dijo:

― ¡Ay, me alegro tanto por ti, mi amor!

― ¿Y ya se pusieron de acuerdo con la fecha de la boda? -dijo el señor Tendo, de manera reseca-.

Todos voltearon a verlo y después, Ryoga le dijo:

― No, papá, no hemos hablado de eso aún...

― Pues, deberían -dijo, en el mismo tono- porque Ukyo ya cumplió la mayoría de edad.

Ryoga se le quedó viendo un momento:

― Tienes razón, pero, no veo por qué la prisa... además, ella me acaba de contar que está muy interesada en seguir estudiando en la universidad y...

Todos se sorprendieron mucho al escucharlo y el señor Tendo lo interrumpió, muy molesto:

― ¡¿Qué fue lo que dijiste?!

Ryoga lo vio, confundido:

― Que Ukyo está interesada en seguir estudiando en la universidad y yo estoy dispuesto a apoyarla -dijo, tranquilamente- hasta le propuse que podríamos esperar algunos años para casarnos porque...

― Pero, ¡¿en qué rayos estabas pensando cuando le dijiste eso, insensato?! -dijo furioso, golpeando la mesa- ¡¿se te zafó un tornillo o qué?!

― ¡Soun! -dijo la señora Aiko, muy asustada- ¡¿qué pasa contigo?!: ¡¿por qué le hablas así a nuestro hijo?!

― Soun, es mejor que te tranquilices -dijo interviniendo, el señor Happosai-.

Ryoga se quedó callado, tratando de comprender el comportamiento de su padre, pues, jamás le había hablado de esa forma:

― ¿Puedes explicarme cuál es el problema, papá? -le preguntó, sin inmutarse-.

― ¡¿Qué diablos tienes en la cabeza, Ryoga?! ¡¿qué no se iban a casar cuando ella cumpliera dieciocho años?!

― Sí, es cierto, pero, yo no veo el inconveniente de esperar un poco más: así también damos tiempo a que yo termine mi carrera.

El señor Soun estaba más que furioso, pues, ya se había hecho a la idea de que, casándose Ryoga, él ya no necesitaría más la ayuda de Kuno, pero, sus planes se habían venido abajo con esto:

― ¡Claro que sí hay inconveniente, Ryoga! -dijo, el señor Soun, poniéndose de pie- ¡pero, quien tiene la culpa de todo esto es Akane, por darles "esa clase de ideas modernas" a todas las chicas del pueblo!

― ¡Basta, Soun! -dijo la señora Aiko-.

― ¡No es para que la agarres en contra de mi hermana, papá! -dijo Ryoga muy molesto, poniéndose también de pie- ¡¿por qué no nos dices realmente qué es lo que te pasa?! ¡¿eh?!, ¡porque desde hace tiempo has estado actuando muy extraño y pones miles de excusas para no mostrarme los informes contables de la hacienda!... ¡¿qué es lo que ocultas, papá?!

― ¡Ryoga, cálmate, por favor! -le suplicó la señora Aiko-.

El señor Soun se le quedó viendo a su hijo muy sorprendido y después, le dijo:

― ¡Ryoga, no voy a tolerar esta falta de respeto!: ¡yo jamás les he levantado una mano, ni a ti ni a tu hermana, así que es mejor que cambies "ese tono de voz" conmigo y no me provoques! -y haciendo esa advertencia salió del comedor, echando chispas-.

Mientras tanto, nuevamente en Ichigaya, Ranma y sus amigos se encontraban en la estación de trenes, después de haberse marchado definitivamente de la Academia del Ejército Imperial Japonés y de recibir burlas de parte de Kengyu y sus secuaces al verlos salir "derrotados", según ellos:

― Oigan, amigos -dijo Sentaro- ¿de verdad no quieren venir conmigo a "Wazuka"? -ése era el nombre de su pueblo natal y los había invitado a quedarse con él y su abuela- les aseguro que les va a gustar: la vida en el campo es mucho más emocionante y alegre y les servirá bastante para despejarse y olvidar todo lo que pasó...

Ellos solo escuchaban y él continuó:

― Además de que -dijo, con algo de picardía- en ese lugar viven las chicas más hermosas de Japón, ¿eh? y yo podría presentarles algunas jajaja.

Shinnosuke rio un poco al escucharlo y Ranma sonrió con tristeza:

― ¡Ya deja de decir tonterías! jajaja -dijo Shinnosuke-.

― Además -dijo Ranma dando un pequeño suspiro, al recordar con mucho dolor a Akane- conocer mujeres es lo que menos me importa ahora.

Ambos voltearon a verlo:

― No te cierres por culpa de esa chica, Ranma -dijo Sentaro, dándole unas palmadas en el hombro- tú solo haz de conocimiento público tu llegada a Tokio y verás cómo te llueven las chicas y te olvidas de ella rápidamente jajajaja.

― Yo quizás sí te tome la palabra de ir a vivir a Wazuka, Sentaro -dijo Shinnosuke- pero, más adelante, porque aún tengo que ver lo de la casa que me dejaron mis padres -hizo una pausa- creo que me estoy animando a venderla.

― Bueno, ojalá logres venderla pronto -dijo Sentaro- pero, mientras eso sucede, ya saben dónde encontrarme si llegaran a necesitar algo.

― Gracias, Sentaro -dijo Ranma, con voz algo apagada- aunque sigo pensando que ustedes no debieron renunciar a su sueño por mi culpa: a mí era a quien querían fuera de la Academia y...

― Olvídalo, Ranma -dijo Sentaro, interrumpiéndolo- ya no te preocupes por eso, porque al final, nos hicieron un favor con lo que pasó, además, no todo está perdido, porque cuando regrese el Coronel Daikoku, pondrá todo en orden y se dará cuenta de la injusticia que cometieron contigo.

― Es cierto, Ranma -dijo Shinnosuke, interviniendo- no te desanimes: ya verás como todo se va a arreglar.

Ranma solo los escuchaba, porque eso lo veía imposible:

― Y cuando el Coronel te dé el ascenso que mereces, hay te recuerdas que nosotros también existimos, ¿eh? -volvió a decir, Sentaro-.

― Sí, Ranma, porque seguramente cuando seas "Capitán" hasta vas a decir que ni nos conoces jajaja -dijo Shinnosuke-.

Los tres rieron un poco:

― Jamás haría algo así, hermanos -dijo Ranma- ¿cómo creen? jajaja.

Los tres volvieron a reír e iban a seguir platicando un poco más, pero, en ese momento, llegó el tren que partiría a Wazuka:

― Bueno, amigos, yo me despido y espero muy pronto enterarme que ya tienen novia, ¿eh? jajaja -dijo Sentaro, bromeando nuevamente con ese tema-.

Ambos negaron con la cabeza sonriendo, al escucharlo y después, se dieron un abrazo de despedida, prometiendo que seguirían en contacto, mientras se presentaba la oportunidad de volverse a ver.

Por otro lado, después de unas horas, en el pueblo de Nerima, las enfermeras Kasumi y Nabiki, acababan de terminar su turno en el puesto de salud y se dirigían a la guardería del pueblo a recoger a sus hijos:

― ¿Y qué tal te ha parecido Nerima, Nabiki? -le preguntó Kasumi, sonriendo-.

― Pues, bien dentro de lo que cabe, Kasumi -dijo Nabiki, un poco seria-.

Kasumi volteó a verla un momento:

― No te veo muy convencida, ¿te pasa algo?

― No... bueno, es que, aún no me acostumbro, es todo.

― Te comprendo -dijo, sonriendo- así nos pasaba a Tofu y a mí cuando acabábamos de venir aquí...

― ¿De verdad?

― Sí: creímos que no encajaríamos, sobre todo, yo jajaja por la vestimenta de las mujeres de este pueblo, pero, al final, terminamos amando este lugar y somos muy felices... y ahora mucho más, con Hana -dijo, refiriéndose a su pequeña hija de tres años (pues, en el lapso en que Akane se fue a Tokio, la enfermera Kasumi y su esposo, habían tenido una hija)-.

― Me alegro por ti y por tu esposo -dijo Nabiki, sonriendo levemente-.

Kasumi se le quedó viendo un momento y después le dijo, bastante apenada:

― ¡Ay, discúlpame, por favor! ¡no quise que te pusieras triste!... ¡qué imprudente fui al recordarte a tu difunto esposo!

Nabiki les había mentido a todos diciendo que era viuda:

― No te preocupes -dijo, sonriendo- no pasa nada.

― Debe hacerte mucha falta, ¿verdad?

― Sí... mucho -dijo, en un tono un poco irónico- pero, debo seguir adelante: mi hijo me necesita y no puedo dejarme vencer.

― Eres admirable, Nabiki -dijo, nuevamente sonriendo- te felicito porque has hecho un gran trabajo educando a Tacchi: es un gran niño y a Hana le cae muy bien jajaja.

Ambas rieron un poco, mientras seguían caminando.

Al llegar a la guardería, sus hijos se pusieron muy felices al verlas:

― ¿Cómo te fue en el trabajo, mami? -le preguntó Tacchi a Nabiki-.

― Muy bien, cariño -dijo, abrazándolo fuertemente- y tú, ¿cómo te la pasaste?: te portaste bien, ¿verdad?

― Yo siempre me porto bien, mami -dijo el niño, muy seguro-.

― Eso espero, ¿eh? -dijo, bromeando- porque no quiero recibir quejas de la maestra después.

― Bueno... -dijo Tacchi, dudando un poco- solo hice una pequeña travesura...

Tanto Nabiki como Kasumi rieron al escucharlo y Hana, al verlas, también rio un poco. Después, platicaron un rato más y se despidieron.

Al irse Kasumi, Tacchi le dijo a Nabiki:

― ¿Me compras un helado, mami?... ¿sí? por favor.

Nabiki rio nuevamente:

― Pero, no te lo mereces, por portarte mal.

― ¡Por favor! ¡por favor! -dijo, en tono de súplica- mañana sí me voy a portar bien... te lo prometo.

Nabiki volvió a reír y el niño siguió suplicando:

― Bueno, está bien -dijo al fin, Nabiki- vamos por tu helado.

Y fueron a la heladería más cercana.

Mientras tanto, Kuno venía de regreso en su carruaje, luego de haber ido a realizar sus "importantes negociaciones".

Iba ensimismado, cuando de pronto, vio a Nabiki, caminando por la acera, dando la espalda, junto a un niño pequeño:

¡Pero, ¿qué diablos...?! ¡no... no puede ser! -dijo internamente, muy sorprendido y le ordenó al trabajador que iba conduciendo el carruaje, que se detuviera-.

El trabajador no encontraba donde estacionarse y cuando al fin lo hizo, Kuno se bajó rápidamente, pero, ya no la vio, pues, iban y venían varias personas y se le perdió entre toda esa gente:

― ¡Estoy alucinando: no puede ser ella!... ¡no puede ser ella! -dijo, algo desesperado- ¡ella ni siquiera supo de dónde era yo, además, ya hace mucho tiempo de eso! -se quedó pensando un momento y después dijo, tratando de tranquilizarse- seguramente, me lo imaginé nada más: ¡sí, debo estar muy cansado y por eso ya estoy viendo cosas! jajaja -dijo, con su típica risa estridente-.

Kuno ocultaba algo muy importante que había sucedido hacía ya siete años, cuando acompañaba a su padre en los viajes que realizaba a Tokio, respecto a una inocente e ingenua chica que había conocido allá y que "creyó" ver caminando por la acera hacía apenas unos segundos en el pueblo: ¡era una locura!

Solo su padre supo de "aquello", pero, habiendo fallecido, había vuelto a ser un secreto y por ningún motivo, permitiría que saliera a la luz y más aún, faltando tan pocos meses para que el sueño de verse casado con "su gran amor" se hiciera realidad.

Por otro lado, en Tokio, la señora Nodoka se encontraba en la sala de su casa, leyendo la última carta que Ranma les había enviado y Asami (una de las chicas encargadas de la limpieza de la casa) se había escondido para escuchar (siempre lo hacía, pues, le interesaba todo lo que tuviera que ver con él):

― ¡Ay, me alegra mucho que todo le esté saliendo muy bien a mi hijo! -dijo la señora Nodoka muy emocionada, al terminar de leerla- ¡ya falta tan poco para volver a verlo!

La tía Hinako sonrió falsamente y le dijo, sarcásticamente:

― Sí, pero, es mejor no hacerse "tantas ilusiones", Nodoka.

― ¿Por qué lo dices? -preguntó sorprendida-.

― Bueno, porque, seguramente lo enviarán a alguna misión: quizás a otro país o...

― Aunque así fuera -dijo la señora Nodoka, interrumpiéndola- estaré feliz por él porque hará realidad su sueño y eso es lo único que importa...

Iba a decirle algo más, pero, en ese momento, tocaron el timbre:

― Ve a abrir, Asami -dijo la tía Hinako- sé que has estado ahí escondida escuchándolo todo.

― Yo... yo... -dijo muy nerviosa, saliendo de su escondite- perdón... es que...

― ¿Qué no tienes otra cosa qué hacer, más que estar escuchando conversaciones ajenas, niña? -volvió a decir la señora Hinako-.

― De verdad, lo siento mucho, señora... yo... yo...

― Tranquilízate, Asami -dijo la señora Nodoka, sonriendo- no pasa nada: no te preocupes.

Asami inclinó el rostro muy avergonzada y la señora Nodoka continuó:

― Ve a abrir, por favor.

Asami asintió y se fue de ahí. Después, la señora Hinako le dijo a su hermana:

― Deberías despedirla.

― ¿Por qué?

― ¿Todavía preguntas "por qué"? -dijo fastidiada- ¿qué no te has dado cuenta que esa niña está enamorada de tu hijo?

La señora Nodoka rio un poco al escucharla y después le dijo, tranquilamente:

― Sí, ya me había dado cuenta.

― ¡¿Y lo dices así nada más?! -preguntó en forma dramática, muy sorprendida- ¡eso es inconcebible!

― No veo por qué: a mí me daría mucho gusto que mi hijo se enamorara de una chica de buen corazón como ella y si le llega a corresponder, pues...

― ¡Nodoka! ¡¿acaso estás loca?!: ¡¿un muchacho de buena familia como mi sobrino con una sirvienta?!

La señora Nodoka se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― Yo no le doy importancia a las clases sociales, Hinako: yo solo quiero que mi hijo sea feliz y... -antes de que pudiera terminar de hablar, la persona que había tocado el timbre ingresó a la sala:- pero, ¿qué...? -dijo muy sorprendida, levantándose del sillón donde estaba sentada-.

― Ho... Hola, mamá -era Ranma-.

La señora Nodoka corrió a abrazarlo fuertemente:

― ¡Hijo, me alegra mucho verte!

La tía Hinako también estaba muy sorprendida:

― A mí también me alegra mucho verte, mamá -dijo Ranma, con voz algo apagada-.

La señora Nodoka lo tomó del rostro:

― ¡Es que, todavía no puedo creer que seas tú! -dijo, muy emocionada- ¡estás tan cambiado!... -pues, ahora, estaba un poco más alto, su piel se había bronceado y su cuerpo se había tonificado mucho más, por el duro entrenamiento al que fue sometido durante esos años-.

Ranma sonrió levemente al escucharla y ella continuó:

― Pero, creí que todavía faltaba un mes para que regresaras, cariño.

― Tienes razón, mamá, pero, es que...

― ¡¿Te dieron permiso de venir antes?!... ¡qué bueno! -dijo, volviendo a abrazarlo-.

Asami se quedó observando la escena desde la entrada a la sala, muy contenta y la señora Hinako bufó fastidiada:

¡Mi suerte no podía ser peor!: ¡regresó un mes antes! -dijo, internamente- era mejor que no regresara, pero, bueno, al menos me conformaré con verlo en malos pasos.

― Mamá -dijo Ranma, algo serio- debo hablar con ustedes.

La señora Nodoka se le quedó viendo:

― ¿Pasó algo, pequeño?

― Sí... -dijo, dando un pequeño suspiro- así es...

― ¡Hijo, no me asustes! -dijo preocupada- ¡¿qué fue lo que sucedió?!

― Mamá -tomó un poco de aire- es que, me... me... me expulsaron.

Todas se sorprendieron mucho al escucharlo y la tía Hinako le dijo, acercándose a abrazarlo:

― ¡Ay, mi pobre y querido sobrinito!... pero, ¿qué fue lo que hiciste para que tomaran esa decisión?... ¡si tú eres el chico más obediente y disciplinado que puede existir! -exclamó, irónicamente-.

Ranma se sorprendió mucho al verla "preocupada" por él y ella pensó:

¡Ni los militares aguantaron a este muchachito malcriado! ¡vaya! ¡era lógico que algo así sucediera tarde o temprano!... ¡ya se habían tardado mucho en hacerlo! jajaja.

Mientras tanto, en Nerima, Ryoga se encontraba tocando la puerta de la oficina de su padre, para hablar con él, pues quería ofrecerle disculpas por la forma en la que le había hablado hacía unas horas:

― Papá, ¿puedo pasar? -pero, no recibió respuesta-.

Volvió a intentarlo, pero, nuevamente, el señor Soun no le respondió:

― Papá, por favor, necesito hablar contigo...

― Espera a que se tranquilice, Ryoga -dijo, interviniendo la señora Aiko-.

― Mamá, debo hablar con él...

― Lo sé, querido, pero, es mejor que esperes un poco más.

Ryoga dio un largo suspiro y después, le dijo:

― Jamás debí faltarle al respeto a mi padre al cuestionarlo de esa manera, pero, es que, me gustaría que me contara si tiene algún problema con la hacienda -hizo una pausa- quisiera que me tuviera confianza...

― Hijo, estoy segura que así será, solo dale un poco de espacio -hizo una pausa- te prometo que hablaré con él más tarde para pedirle que te escuche, ¿sí?

Ryoga sonrió levemente:

― Gracias, mamá... es que, de verdad, no quiero que siga molesto conmigo.

― No te preocupes -dijo, dándole un beso en la mejilla- lo importante es que estás arrepentido y eso es lo que cuenta... ahora, ve a descansar y verás cómo se arreglan las cosas con tu padre, mañana.

Ryoga la abrazó, le deseó las buenas noches y después subió a su habitación, más tranquilo.

El señor Soun había escuchado esa conversación entre su esposa y su hijo y pensaba, desesperado, que ya le sería imposible seguir ocultándole a su familia, la situación en la que se encontraba la hacienda:

¡¿Cómo voy a explicarle a mi familia que, desde hace años, Kuno me ha estado ayudando económicamente para sacar la hacienda adelante y que dependo de que se celebre la boda entre Akane y él para saldar esa deuda?! -dijo, internamente- ¡jamás me van a perdonar que haya dado a mi hija como garantía para sobrellevar mis problemas económicos!... pero, es que, no tenía otra opción: ¡no puedo dejar a mi familia en la calle!... ¡eso no! -hizo una pausa- ¡no, no puedo permitir que se enteren!... quizás aún pueda hacer algo: aunque me endeude más con Kuno, debo aguantar estos meses, hasta que se efectúe esa boda, porque con Ryoga y Ukyo, no cuento por el momento... ¡no puedo creer que se hayan venido abajo mis planes: a mala hora se le ocurrió también a Ukyo la brillante idea de seguir estudiando!... ¡es el colmo!

Por otro lado, después de unas horas, nuevamente en Tokio, Ranma acababa de contarles a sus padres todo lo que había sucedido en la Academia del Ejército Imperial Japonés:

― Hijo -dijo el señor Genma- de verdad, lamento mucho todo lo que has tenido que pasar y que te hayan expulsado del ejército, pero, no creo que sea conveniente que te vayas a vivir a Wazuka, solo porque piensas que nos decepcionaste con "tu supuesto fracaso"... -pues, Ranma les comentó también sobre la posibilidad de irse a vivir a ese lugar- además, puede que tus amigos tengan razón y el Coronel te contacte nuevamente y si te vas a otro lado, no podrá comunicarse contigo, ¿no lo crees?

― Sí, hijo -secundó la señora Nodoka- tu padre tiene mucha razón: tú nunca nos vas a decepcionar, además, no fue tu culpa lo que pasó -dijo, tomando una de sus manos- no sabías que se trataba de una trampa... hiciste lo correcto en ese momento...

― Por una mujer que ni siquiera conocías -dijo la señora Hinako, interrumpiendo a su hermana y dirigiéndose a Ranma- porque ni su nombre supiste, ¿verdad?

― No, tía -dijo Ranma, algo molesto- no lo supe -no quería pronunciar ese nombre que le causaba mucho dolor, además que su tía era demasiado "entrometida"-.

― No entiendo cómo es que hay mujeres en un lugar como ése -dijo la tía Hinako, algo desconcertada, pues, según ella, Ranma no tendría contacto con ninguna mujer en ese lugar- es obvio, que se arriesgan a que les falten al respeto, estando entre tantos hombres.

― Hinako -dijo, interviniendo la señora Nodoka- allí también necesitan de personal médico para atender a los soldados, pero, ése no es el punto: la cuestión acá es que esa chica colaboró en la trampa que le pusieron a mi hijo, fingiendo que le estaban faltando al respeto...

― Y como mi sobrino es "tan caballeroso" -dijo la señora Hinako sarcásticamente, interrumpiendo nuevamente a su hermana- puso en práctica lo de querer ser "héroe", ¿verdad, Ranma?

Él se le quedó viendo un momento, todavía molesto y después dijo, dirigiéndose al señor Genma:

― Papá, ¿puedo acompañarte mañana a la fábrica? es que, me gustaría empezar a trabajar cuanto antes... si me lo permites, por supuesto.

― Claro que sí, hijo -dijo el señor Genma- tu ayuda siempre será bien recibida.

― Gracias, papá... solo es mientras decido qué hacer con mi vida, te lo prometo -dijo, con voz apagada- buenas noches -dijo después, despidiéndose para subir a su habitación-.

Cuando ya se había ido, la señora Nodoka dijo, dirigiéndose a su esposo:

― ¡Ay, Genma! ¡no me gusta ver así a nuestro hijo!: está tan deprimido.

― No es para menos, Nodoka, hay que darle un poco de tiempo -dijo, tomando una de sus manos- ya verás que todo se va a solucionar... seguramente el Coronel lo va a contactar muy pronto...

― ¡Ay, no, Genma! -dijo interrumpiéndolo, la señora Hinako- ¡es mejor que no regrese a ese lugar tan horrible!: para mí que lo que debería hacer es sentar cabeza como cualquier jovencito de su edad, además, Mariko le ha tenido tanta paciencia todos estos años, esperando su regreso -dio un pequeño suspiro y después, dijo- la pobrecita está tan enamorada de él... hasta estaba pensando hacer una fiesta en su honor cuando regresara...

― Hinako, no intentes forzar las cosas, por favor -dijo la señora Nodoka, interrumpiéndola- además, creo que no es prudente hacer una fiesta en estos momentos.

― ¿Por qué no, Nodoka? -preguntó el señor Genma- me parece una buena idea.

La señora Nodoka se le quedó viendo, muy sorprendida y él continuó:

― Creo que la convivencia con sus amigos puede ayudarle mucho...

― ¿Lo ves, querida? -dijo la señora Hinako, dirigiéndose a su hermana- Genma está de acuerdo conmigo, además, tu hijo no puede hacerle ese desaire a esa pobre niña que solo quiere quedar bien con él.

― Sí, Nodoka -dijo el señor Genma- nosotros también podemos ayudar a costear los gastos para esa fiesta y me parece muy bien que Ranma siga tratando a esa chica: quizás ella puede ayudarle a sobreponerse.

― Pero, es que, mi hijo nunca ha mostrado otra clase de interés que no sea amistad por Mariko -dijo, la señora Nodoka-.

― Puede que las cosas hayan cambiado, Nodoka -dijo nuevamente, el señor Genma- quizás ahora la vea de otra manera.

― No lo sé...

― ¡Ay, Nodoka, no lo pienses tanto, por favor! -dijo la señora Hinako-.

La señora Nodoka se le quedó viendo a su hermana y después le dijo, irónicamente:

― Está bien... solo, no intervengas esta vez, ¿quieres, Hinako?

― ¡Ay, Nodoka! ¿por qué me dices eso? -dijo ofendida-.

― Porque ya lo hiciste una vez, ¿no lo recuerdas?: "aquel intento fallido" para que Ranma y Mariko convivieran.

― ¡Eso fue hace años! -dijo la tía Hinako- ahora...

― Ahora, no vas a intervenir, ¿de acuerdo? -dijo, algo molesta-.

La señora Hinako se le quedó viendo y la mamá de Ranma volvió a decirle:

― ¿De acuerdo?

― Sí, está bien -dijo, sarcásticamente- lo que tú digas, "querida hermana".

― Espero que así sea, Hinako -le dijo algo seria y después, se dirigió a su esposo- pienso que debemos invitar a Shinno y al otro amigo de Ranma a esa fiesta.

― ¡Ay, no, Nodoka! –dijo, muy sorprendida la tía Hinako, interrumpiéndola- primero debemos consultarle a Mariko si está de acuerdo en invitar a ese huér... digo, a "Shinnosuke" y a ese otro muchacho, ¿no crees?

― No veo por qué, Hinako: nosotros también vamos a costear los gastos de esa fiesta y si Mariko quiere quedar bien con mi hijo, como tú dices, tendrá que aceptar sus amistades, sin protestar, además, esos chicos se han portado tan bien con Ranma y es lo mínimo que podemos hacer para agradecerles esa muestra de solidaridad que tuvieron con él.

― Estoy de acuerdo contigo, Nodoka -dijo el señor Genma- sería bueno que empecemos a planificar todo con tiempo.

Y así siguieron conversando un poco más entre ellos, mientras la señora Hinako se cruzaba de brazos, muy molesta, al ver que no le prestaban atención.

Al día siguiente, Ranma acompañó a su padre a trabajar a la fábrica de cerámica y porcelana.

Todos los empleados se sorprendían mucho al verlo, pues, creyeron que no se iba a dedicar a trabajar con el señor Genma, por haber ingresado al ejército. Algunos se preguntaban por qué había regresado antes de tiempo y otros pensaban que ya no iba a regresar.

Toma se encontraba esperando al señor Genma afuera de su oficina para entregarle los nuevos pedidos que habían hecho algunos clientes y cuando lo vio llegar junto a su hijo, también quedó muy extrañado.

Se acercó a ellos y después de saludar, se dirigió a Ranma:

― Bienvenido -dijo, dándole la mano (pues, lo había conocido al entrar a trabajar, hacía ya seis años)- qué bueno que hayas regresado.

― Gusto de verte, Toma -dijo Ranma- gracias por apoyar a mis padres todos estos años en mi ausencia, porque me comentaron que, gracias a ti, han aumentado las ventas de los productos.

Toma rio un poco y negó con la cabeza:

― Agradezco el aprecio de tus padres hacia mi trabajo, pero, todo es gracias a la calidad de los productos que se fabrican aquí, sin contar las ideas tan innovadoras que ha tenido tu madre y las que tú también has aportado.

― ¿Qué yo he aportado? -preguntó sorprendido-.

― Sí: tus padres me comentaron que fue tu idea fabricar muñecas con cabello azulado y déjame decirte que es el producto de porcelana que más se ha vendido.

Ranma se le quedó viendo, aún más sorprendido y después, el señor Genma le dijo:

― Es cierto, hijo, ayer ya no pudimos platicar mucho sobre la fábrica, pero, qué bueno que Toma me lo haya recordado: entremos a la oficina para que pueda enseñarte una de esas muñecas.

Los tres ingresaron a la oficina principal y después, el señor Genma abrió una caja que estaba en su escritorio:

― Mira, hijo -dijo acercándose a Ranma, para entregarle una de las muñecas de cabello azulado- ¿qué te parece?: ¿verdad qué está muy bonita?

Ranma la tomó en sus manos y la observó detenidamente, con nostalgia: por supuesto que sí estaba muy bonita, porque se parecía mucho a la chica de quien había tomado la idea:

― Es hermosa, papá, pero... no pensé que fueran a fabricarla -dijo, con algo de tristeza-.

Ambos se le quedaron viendo y después, el señor Genma le dijo:

― ¿Y por qué no habríamos de hacerlo, hijo?... a mí me pareció una excelente idea desde un principio, aunque, tu madre y tu tía no pensaran de esa manera, porque, al verla, dijeron que tú habías tomado esa idea basándote en una mujer casada jajaja -dijo riéndose, un poco-.

― ¿Ah, sí?

― Sí: tu tía aseguró que te habías enamorado de esa mujer que habías conocido, creo que en una heladería, si no estoy mal y...

Ya no pudo continuar, porque en ese momento, su secretaria entró a avisarle que tenía una llamada telefónica:

― Discúlpenme un momento, muchachos -dijo el señor Genma, contestando el teléfono-.

Ambos asintieron y después, Toma le dijo a Ranma:

― ¿Sabes? yo les comenté a tus padres que esa muñeca se parece mucho a una chica que yo conozco.

― ¿De verdad? -dijo, sin mostrar mucho interés-.

― Sí, es muy hermosa: tiene el cabello largo y azulado, piel blanca como si fuera de verdad de porcelana y ojos color café...

Toma iba a seguir hablando, pero, en ese momento, el señor Genma dijo, colgando el teléfono:

― Tengo que salir un momento, a ver a un cliente.

― ¿Quieres que te acompañe, papá? -preguntó Ranma-.

― No, no te preocupes, muchacho: no me voy a tardar mucho... regresaré rápidamente -dijo, saliendo de la oficina-.

― Vaya con cuidado, señor Saotome -le dijo Toma, todavía-.

Al irse el señor Genma, Ranma y Toma iban a retomar la conversación, pero, en ese momento, alguien irrumpió en la oficina:

― ¡Ranma! -exclamó esa persona, con gran felicidad- ¡es verdad! ¡eres tú! ¡no puedo creerlo!... ¡por fin regresaste!

Era Mariko, que venía con su mejor vestido y maquillada perfectamente, para el gran reencuentro con el amor de su vida (la señora Hinako la había llamado para contarle y ella no se hizo de esperar para ir a verlo).

Antes que Ranma pudiera siquiera decir algo, ella se abalanzó a abrazarlo por el cuello y a besarlo "apasionadamente" en los labios.

Toma se sintió incómodo al presenciar esa escena y carraspeó:

― Con permiso -dijo saliendo, rápidamente de la oficina-.

Al salir Toma, Ranma apartó a Mariko de él:

― Mariko, no hagas eso -dijo, algo sorprendido aún (pues, él jamás había besado a una mujer)-.

― ¿Hacer qué? -dijo, haciéndose la desentendida y abrazándolo nuevamente-.

― Mariko, los amigos no se besan en los labios.

― Yo no le veo nada de malo... además -dijo tranquilamente, haciendo un pequeño recorrido con su dedo índice en el pecho de Ranma- podríamos ser más que amigos, si tú quisieras.

Ranma la apartó nuevamente de él:

― Mariko, por favor...

― ¿Por qué no vamos a celebrar tu regreso a otro lado?

― No, Mariko, ahora no puedo... tengo que trabajar.

― No creo que tu padre tenga inconveniente de que salgas un rato nada más -dijo, despreocupada-.

― De verdad, no puedo... discúlpame, por favor.

Mariko volteó a ver a otro lado, bastante molesta, pero, tuvo que tranquilizarse:

― Bueno, está bien, no hay problema -dijo abrazándolo nuevamente, por el cuello- lo que importa es que ya estás aquí, conmigo, porque no tienes idea de cuánto te extrañé.

Ranma se le quedó viendo un momento y ella volvió a besarlo, con la misma intensidad de antes:

― No sabes la falta que me has hecho, mi amor -dijo, entre el beso-.

Ranma volteó el rostro a otro lado y después le dijo, sin mostrar emoción:

― Yo... también te extrañé, Mariko.

― ¡¿De verdad?! -dijo, muy emocionada-.

― Sí.

― ¡Ay, me alegra mucho escucharlo!... ¿sabes? voy a dar una fiesta en tu honor.

― ¿Una fiesta en mi honor? -preguntó confundido-.

― ¡Sí!: ¡ya todo está listo!... pensé que regresarías hasta dentro de un mes, pero, ¡ahora podemos adelantarla!

Ranma volvió a separarse de ella y le dijo:

― No, Mariko, te lo agradezco, pero, no puedo aceptar que hagas algo así.

― ¿Por qué no, Ranma? -dijo, haciendo pucheros- yo quiero hacerlo, además, ya todo está listo...

― Sabes que no me gustan las fiestas, además, no quiero que gastes así en mí...

― No me desprecies, por favor -dijo, acercándose nuevamente a abrazarlo- yo lo hago con mucho gusto.

― Y yo, de verdad, te lo agradezco, pero...

― Pero nada, cariño -dijo, interrumpiéndolo- es un obsequio de bienvenida.

Ranma se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― Mariko, mejor hazle ese obsequio a Shinno...

― ¿A Shinno? -preguntó sorprendida y molesta a la vez- ¿él también regresó?

― Sí y déjame decirte que sigue muy enamorado de ti: no hubo día en el que no te pensara y...

― Bueno -dijo, algo fastidiada- podemos invitarlo, si así lo deseas.

Ranma iba a decirle algo más, pero, ella no se lo permitió:

― Ya no hablemos de él, por favor, mejor, concentrémonos en nosotros dos... -dijo, queriendo besarlo nuevamente-.

― Mariko, de verdad estoy muy ocupado ahora -dijo, alejándose de ella-.

― Está bien -dijo molesta- ya no te voy a quitar más el tiempo, pero, espero que más tarde sí podamos conversar, aunque sea un poco.

― Sí, me parece bien... yo te llamaré en la noche.

Mariko se acercó nuevamente a él y le dio un beso en la comisura de sus labios:

― Mejor, ve a buscarme a mi casa...

― Yo... no creo que pueda, pero, lo intentaré -dijo, volviendo a alejarse de ella- adiós, Mariko.

― Adiós, Ranma: nos vemos más tarde -y diciendo esto último, le guiñó un ojo y por fin salió de la oficina, muy contenta:-

¡Lo besé! ¡lo besé! ¡no puedo creerlo! -dijo, internamente- ¡las cosas están saliendo muy bien! ¡ahora más que nunca estoy dispuesta a poner en marcha el plan que me propuso la tía Hinako, porque Ranma, tiene que ser para mí! ¡solo para mí!

Por otro lado, después de una semana, Akane y Shampoo iban saliendo de la universidad, un poco tarde, casi entrando la noche, pues, ahora estaban un poco más presionadas por estar cerca de finalizar su carrera:

― Akane -dijo Shampoo, mientras caminaban- últimamente te he visto demasiado distraída en las clases: cuando te preguntan algo, no sabes la respuesta y en el examen sorpresa que nos hicieron, sacaste tres puntos de diez... ¿qué es lo que te pasa?

― No me pasa nada, Shampoo -dijo, con voz apagada- no tengo nada.

― Claro que sí te pasa algo, pero, seguramente, no me lo quieres contar, porque a lo mejor se relaciona con cierto "soldado atractivo" que no has podido olvidar... -dijo, como si se tratara de lo más obvio del mundo-.

― ¡Claro que no! -dijo molesta- ¡ya ni siquiera me recordaba de él!

― ¿En serio?, bueno, entonces, no tiene ningún caso que te platique lo que me dijo Kirin la última vez que vino a verme...

Akane se sorprendió mucho:

― ¡¿Te contó algo sobre Ranma?!... ¡¿está bien?!... ¡dime, por favor! -dijo, con algo de desesperación- ¡¿ya no lo expulsaron?!

Shampoo rio un poco, al ver su reacción:

― ¡No es nada sobre él! jajajaja ¡lo que me dijo es que ya muy pronto va a traer nuestro pago por el mes que estuvimos trabajando allá! jajaja... ¡pero, si quieres, la próxima vez que lo vea, le pediré que averigüe algo de "ese otro asunto"! jajaja -a veces le gustaba hacer bromas un tanto pesadas-.

Akane se molestó mucho y Shampoo continuó:

― ¡Caíste en mi trampa! jajaja.

― ¡No es gracioso, Shampoo!

Shampoo siguió riendo e iba a decirle algo más, pero, en ese momento, se acercó a hablarles otra persona:

― ¡Hola, chicas! ¿qué tal están?

― ¡Toma! -dijo Shampoo saludándolo, con un beso en la mejilla- muy bien, gracias.

― Hola, Toma -dijo Akane, haciendo una reverencia-.

― Akane -dijo, tomando una de sus manos para darle un beso- me alegra mucho verte.

― Igualmente -dijo quitando su mano, rápidamente-.

Toma se le quedó viendo un momento y después dijo, dirigiéndose a ambas:

― ¿Aceptarían ir a comer conmigo? yo invito.

― No, Toma, gracias, yo... no puedo -dijo Akane- pero, si Shampoo quiere ir contigo...

― Ay, Akane, no seas así -dijo Shampoo- de todas formas tienes que cenar, ¿o no?

― Gracias, pero, de verdad no puedo... tengo que ir a estudiar mucho para el próximo examen que tendremos muy pronto.

― Solo será un momento, te lo prometo -dijo Toma-.

― Es que, yo...

― Por favor -volvió a decirle Toma-.

― Está bien... vamos.

Y fueron a una cafetería que estaba por ahí cerca.

Platicaron de todo un poco mientras cenaban. Después, Shampoo se fue, excusándose que había olvidado comprar algo que su mamá le había encargado, dejándolos solos.

Akane quería irse con ella de una vez, pero, Toma le pidió que se quedara un momento más y que después, él la acompañaría a su departamento.

Ella no estaba muy convencida, pero, terminó aceptando:

― Oye, ¿te gustaría acompañarme a una fiesta que darán mis jefes la próxima semana? -le preguntó Toma (pues, los padres de Ranma lo habían invitado y Mariko estuvo de acuerdo)-.

― ¿Una fiesta?

― Sí, es que, quieren celebrar el regreso de su hijo a Tokio y me gustaría que te conocieran.

― No, Toma, gracias, es que...

― Acompáñame, por favor: te aseguro que te vas a divertir mucho, además, ya falta muy poco para que termines tus estudios y... te cases -dijo, con algo de tristeza-.

― Te lo agradezco mucho, Toma, pero, no creo que sea conveniente: mi prometido puede venir en el momento menos pensado y no quiero tener problemas con él.

― ¿Ni siquiera puedes tener amigos? -preguntó, algo molesto-.

― No, Toma -dijo, dando un pequeño suspiro-.

Toma se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― ¿Por qué no lo dejas, Akane?... tú mereces a alguien mejor.

― No puedo, Toma... no puedo hacerlo: mi padre lo eligió como mi prometido y yo debo respetar su decisión.

― ¿Aunque no estés enamorada de él?

― El amor llegará con el tiempo...

― ¿Y si nunca llega?

― Por favor, ya no hablemos de este tema -dijo, levantándose de la mesa- es mejor que nos vayamos ya de aquí.

― Está bien -dijo resignado- te acompañaré a tu departamento -y pagó la cuenta-.

Después, salieron de ese lugar y mientras caminaban, él le dijo:

― Lamento de verdad que no puedas acompañarme a esa fiesta porque me hubiera gustado presentarte a la familia Saotome, son excelentes personas: el señor Genma, la señora Nodoka y su hijo Ranma.

― ¿Ranma? -preguntó Akane, muy sorprendida, deteniéndose en ese momento- ¿así se llama el hijo de tus jefes?

― Sí... ¿lo conoces?

― No, es que... creí haber escuchado ese nombre en alguna parte -dijo un poco nerviosa, pues, quizás su deseo por saber de él, la estaba haciendo imaginar cosas-.

― ¿Ah, sí? bueno, pues, él fue quien dio la idea hace ya algunos años, para fabricar la muñeca de porcelana que te mostré una vez y que se parece mucho a ti...

Akane quedó de piedra al escuchar aquello. Sabía de la existencia de esa muñeca que se parecía mucho a ella por Toma, pero, ahora, todo tenía sentido: ¡por eso, la insistencia de Ranma al llamarla de esa manera, porque había fabricado una muñeca de porcelana basándose en ella!...

¡Era una hermosa coincidencia!... ¡¿sería posible?! ¡¿tanto así estaba interesado en ella?! ¡tenía que averiguarlo!

― ¿Sabes qué, Toma? -dijo después, dejándose guiar por un fuerte impulso, sin analizarlo bien- creo que sí voy a acompañarte.

Toma se sorprendió mucho:

― ¿De verdad? ¿y por qué ese cambio tan repentino?

― Bueno, porque... porque -dijo, sin saber bien qué contestar- porque, me dio curiosidad conocer a tus jefes, nada más.

― ¿Te dio curiosidad conocer a mis jefes o... a su hijo? -preguntó, levantando una ceja-.

Akane se sonrojó hasta más no poder al escuchar esa pregunta y le dijo, muy, pero, muy nerviosa:

― ¡Por supuesto que no, Toma! ¡¿cómo puedes decir algo así?! -dijo, algo molesta- ¡¿sabes qué?! ¡mejor olvídalo!

Y empezó a caminar para alejarse de él:

― ¡Akane, espera! -dijo, alcanzándola- discúlpame, por favor, no sé por qué dije eso... no me hagas caso.

― Fue un arrebato de mi parte decirte que sí aceptaba ir contigo -dijo, todavía nerviosa-.

― No, por favor, acompáñame... no quiero que por lo que te dije cambies de opinión.

Ella se le quedó viendo un momento y él volvió a decirle:

― Por favor, Akane... por favor.

― Bueno... está bien -dijo, un poco seria-.

― ¡Gracias! -dijo Toma, besando una de sus manos- ¡te aseguro que no te vas a arrepentir! -hizo una pausa y después, le dijo:- pasaré por ti este sábado que viene a las seis de la tarde.

― Muy bien... te estaré esperando.

Toma estaba que no cabía de la felicidad porque había aceptado salir con él, después de años de conocerla y Akane estaba dudosa si había tomado una buena decisión, pues tenía un conflicto interno, pero a la vez, quería volver a ver a ese chico por el que había estado muy preocupada todo ese tiempo.

Pasaron los días y llegó el tan esperado "Sábado":

Akane empezó a arreglarse muy temprano para estar lista a buena hora: escogió el yukata y los zapatos más nuevos que tenía y después, se dio una ducha.

Al salir, se colocó una bata y cuando iba a empezar a cambiarse, tocaron a su puerta. Fue a abrir y se encontró con Shampoo:

― ¡Hola, Akane! -dijo, saludándola alegremente, trayendo consigo unas bolsas-.

― Hola, Shampoo, ¿qué haces aquí? -preguntó sorprendida-.

― ¿Cómo que qué hago aquí, Akane?: ¡hoy es tu gran día y vine a arreglarte!

Akane la vio confundida:

― ¿Arreglarme? -preguntó- te lo agradezco mucho, pero, ya tengo todo listo y...

― ¡Nada, nada! -dijo, en tono de regaño y entrando al departamento- ¡yo voy a arreglarte hoy y no acepto que me contradigas!

― Pero, Shampoo...

― Esta noche, no usarás uno de tus típicos yukatas, sino uno de estos vestidos -dijo, abriendo una de las bolsas que traía para sacarlos- ¡mira! -dijo muy emocionada, mostrándole uno- ¡¿no es precioso?!

― Sí, está lindo -dijo, observándolo detenidamente- pero, no me lo pondré.

― Por favor, Akane -dijo Shampoo- por lo menos hoy, usa algo diferente, además, ésta es la ropa que se utiliza en eventos así.

― Pues, aunque sea lo que se acostumbre vestir, no lo voy a hacer -dijo, decidida-.

Shampoo se le quedó viendo y después, le dijo:

― Akane, esta noche es muy especial: ¡verás a Ranma de nuevo!

― Sí, pero, solo para agradecerle lo que hizo por mí y para preguntarle si puedo hacer algo por él para remediar lo que ocasioné -dijo, sin querer mostrar la alegría y la emoción que la embargaba, por volver a verlo-.

― Akane, sé que eso no es del todo verdad, porque te conozco muy bien -dijo, riendo un poco- ¡estás que te mueres por verlo y hablar con él! jajaja.

Akane se puso completamente roja y Shampoo continuó:

― Hazme caso: déjame arreglarte... por lo menos, solo esta vez, ¿sí? solo esta vez nada más -dijo, en tono de súplica-.

Akane se le quedó viendo y después, le dijo:

― De todas formas, creo que no te irás de aquí, aunque te diga que no, ¿verdad?

― Exactamente jajaja.

Akane negó con la cabeza, sonriendo y después, le dijo:

― Está bien, pero, solo por esta vez, ¿de acuerdo?

― ¡Sabes que no te haré caso! jajaja -y ambas rieron bastante-.

Pasaron aproximadamente dos horas y por fin, Akane estaba lista:

Se puso un vestido de noche largo, con corte sesgado, color blanco, sin espalda y sin mangas, muy ajustado a su cintura y cadera, que se estiraba hasta la mitad de sus muslos, donde se extendía con elegancia hasta tocar el suelo; un abrigo de invierno y zapatos de tacón negros.

Shampoo la había maquillado y peinado, haciéndole media cola a un lado, para que siempre pudiera lucir suelto su largo cabello azulado:

― ¡Akane, te ves muy bien! -exclamó Shampoo y después, dijo:- pobre Toma, pero, creo que tendrá muchos problemas por llegar a esa fiesta con una mujer tan linda como tú jajaja.

― ¡Shampoo! -dijo Akane viéndose en el espejo, con preocupación- ¡¿por qué te hice caso?!... ¡ésta definitivamente no soy yo!... ¡no, no puedo salir así!

Iba a seguir hablando, pero, en ese momento, tocaron a la puerta:

― ¡Debe ser Toma! -exclamó Shampoo, acercándose a la puerta- ¡ya no hay tiempo de echarse para atrás!

Y antes que Akane pudiera objetar algo más, Shampoo abrió la puerta:

― ¡Hola, Toma! -dijo, saludándolo- pasa adelante.

― Gracias, Shampoo -dijo, ingresando al departamento de Akane-.

― Ahora la llamo -dijo Shampoo, yendo rápidamente a la habitación de su amiga-.

Después de unos minutos, salió Akane y Toma quedó de piedra al verla.

Shampoo rio disimuladamente y después, dijo:

― Bueno, creo que ya se les está haciendo tarde para irse.

― Eh... sí -dijo Toma, al fin- vamos, Akane -y le dio su brazo para escoltarla hasta el taxi que los estaba esperando-.

― ¡Qué les vaya bien! -dijo Shampoo, muy emocionada- ¡hay me traen algún recuerdo de la fiesta! jajaja.

Ambos negaron con la cabeza sonriendo, al escucharla y después, bajaron las escaleras para llegar a la salida del edificio y tomar el taxi.

Después de unos minutos más, llegaron al lugar dónde se llevaría a cabo la fiesta: en uno de los salones del complejo deportivo de la familia Konjo, que había sido adornado para dicha ocasión:

― ¡Qué lugar tan grande! -exclamó Akane-.

― Sí... pertenece a la familia Konjo -dijo Toma-.

― ¿La familia Konjo? -preguntó Akane- ¿son parientes de los Saotome?

― No... son amigos muy cercanos y una de las familias más adineradas de Tokio.

― Ya veo... -dijo, tratando de no perderse ni un solo detalle-.

― Sí, por años han sido buenos amigos, pero, ahora quizás están buscando unir las familias de otra forma...

Akane se sorprendió mucho al escuchar eso último:

― ¿Unir las familias? ¿a qué te refieres? -preguntó confundida-.

― Bueno, creo que ésa debe ser la intención si la única heredera de los Konjo es novia del único hijo de los Saotome, ¿no te parece?

Akane se puso muy rígida:

― ¿Novios? -preguntó, con voz temblorosa-.

― Sí: un día presencié una escena muy incómoda entre ellos dos jajaja -dijo riendo, al recordar esa ocasión- él acababa de regresar de Ichigaya y estábamos platicando en la oficina de su padre, cuando de pronto, ella entró y obviando mi presencia, se besaron "muy enamorados" jajaja.

Akane sintió como si le hubieran echado encima un balde de agua fría... muy fría y sin querer, sintió que se le formaba un horrible nudo en la garganta:

¡Tenía novia! -dijo, internamente- ¡tenía novia y estaba intentando conquistarme mientras estuve en Ichigaya! ¡no puedo creerlo!: ¡solo quería jugar conmigo! ¡me veía como un posible pasatiempo, nada más!... -pensó, con mucho dolor- ¡él también es tan despreciable como ese Teniente!

Akane estaba completamente desconcertada y sentía que todo se le desgarraba por dentro... pero, ¿por qué? ¡no había razón para sentirse así!... además, si ella había aceptado ir a esa fiesta era solo para agradecerle que la ayudara aquel día y para ver si podía hacer algo por él para que regresara al ejército, ¿no era así?...

No podía engañarse a sí misma: ¡la verdadera razón era porque quería verlo!... ¡quería verlo! y porque... ¡sentía algo muy fuerte por él!... ¡sí, muy fuerte! ¡como tantas veces le había asegurado su amiga!:

― ¡Toma, vámonos, por favor! -dijo Akane, con algo de desesperación-.

― ¿Qué te pasa, Akane? -preguntó, sorprendido-.

― ¡No quiero estar aquí!... ¡no debí haber venido!

Toma se le quedó viendo y ella le dio la espalda, cubriendo su rostro.

Antes que él pudiera decirle algo, se escuchó una voz, desde un poco lejos:

― ¡Toma!

Akane quedó como estatua y a la vez, sintió que le temblaban las piernas: era la voz de Ranma.

― ¡Hola, Ranma! -dijo Toma-.

― Me alegra que hayas venido -dijo Ranma, acercándose y dándole la mano- pero, pasa adelante, por favor.

― Gracias...

Ranma volteó a ver a la acompañante de Toma y él le dijo:

― ¡Ah! mira, ¿recuerdas que te platiqué de una chica que se parece mucho a la muñeca de porcelana que fabricaste?

Ranma asintió, levemente y Toma continuó:

― Pues, es ella...

Akane aún estaba dando la espalda:

― Akane Tendo -dijo Toma-.

― Akane... -repitió Ranma, lentamente- es... un nombre muy hermoso.

Akane sentía desfallecer, pero, tuvo que controlarse. Se dio la vuelta, muy despacio y sus miradas volvieron a encontrarse una vez más...

CONTINUARÁ...

Muchísimas gracias por todo el apoyo que me han dado :)... ahora sí ya me falta muy poco para ponerme completamente al día con esta historia jejejeje. Hasta pronto :)