Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

― ¡En este mismo instante, le pondré solución a este asunto! -volvió a gritar Mariko y después dijo, internamente- ¡le voy a dejar muy claro a esa mujer que nadie se mete con lo que es mío y no me importa si mi reputación se ve afectada por lo que pienso hacer!

― Oye, no vayas a cometer una locura -le dijo Kogane después, al verla tan alterada- esa chica no tiene la culpa de nada.

― Es cierto, Mariko -dijo Miyo, secundando a su amiga- si Ranma ahora está enamorado de ella, a ti solo te queda aceptarlo.

― ¡Ya cállense, no quiero seguir escuchándolas, traidoras! -gritó Mariko, nuevamente- ¡¿creen que no estoy enterada que desde hace años hablan a mis espaldas?! ¡son unas hipócritas!

― Solo estamos tratando de ayudarte para que no te metas en problemas -le dijo Kogane-.

― ¡¿Ayudarme?! ¡¿en serio?!... -preguntó, con sarcasmo- ¡no necesito su ayuda, yo sé muy bien lo que hago y ahora mismo, me encargaré de esa tal Akane! -y diciendo esto último, empezó a caminar rápidamente, para alejarse de ahí-.

― Fue una imprudencia ponernos a platicar de ese tema, estando en este lugar -dijo Kogane, cuando ella ya se había ido- ¿qué creen que vaya a hacer?

― No tengo idea -dijo Lychee- pero, está furiosa.

― Solo es una mala perdedora que está obsesionada con Ranma -dijo Hiroko, tranquilamente-.

― De cualquier manera -dijo Miyo- si él está muy enamorado de esa otra chica, lo que sea que esté pensando hacer Mariko, no va a funcionarle: de eso estoy completamente segura.

― Ojalá tengas razón, Miyo, porque me sentiría muy mal si por nuestra indiscreción, llegáramos a causarle un problema a esa pobre chica -volvió a decir Kogane, con mucha preocupación-.

Por otro lado, en la ciudad de Kyoto, Ranma acababa de regresar a la casa de sus abuelos, luego de haber llegado con ellos por la mañana y de haber salido por la tarde a ver unos locales, en los cuales sus padres querían abrir más tiendas de cerámica:

― ¡Qué bueno que ya hayas regresado, hijito! -le dijo su abuela cariñosamente, acercándose a saludarlo- ¿cómo te fue?

― Muy bien, abuela, gracias -le dijo, sonriendo- la ubicación de esos locales es excelente para las tiendas de cerámica.

― ¡Ay, no sabes cuánto me alegra escucharlo, pequeño, así te quedas a cargo de ellas, cuando las abran y te vienes a vivir acá con nosotros!

Él rio un poco al escucharla:

― No lo presiones de nuevo con eso, Nara -dijo de pronto el abuelo de Ranma, llegando con ellos y dirigiéndose a su esposa- si el chico no ha querido aún venirse a vivir con nosotros, sus razones tendrá... -después, se dirigió a él- ¿no es así, mi general? -e hizo el saludo respectivo, bromeando-.

Ranma volvió a reír y antes de que pudiera responderle, su abuela lo interrumpió:

― ¡¿No me digas que aún estás esperando que te llamen de esa Academia para que regreses?! -dijo, tomando su rostro-.

― Bueno, yo... -dijo Ranma-.

― ¡Ay, no, hijito, mejor ya no vuelvas ahí!

― Pero, si ése siempre ha sido su sueño, Nara -le volvió a decir su esposo, con reproche- ¿no recuerdas cómo le gustaba jugar a los soldados cuando era pequeño?: siempre decía que quería llegar a ser un importante general como lo fue mi padre.

― Sí, es cierto, Raiden -dijo la señora Nara, dirigiéndose a su esposo- pero, al principio pensé que solo eran locuras de la edad y que con el tiempo, desistiría de esa idea.

― Pero, ¿qué tiene de malo si el chico quiere pertenecer al Ejército? -volvió a decirle su esposo-.

― ¡Ay, ¿y todavía lo preguntas?! ¡tú fuiste quien tuvo la culpa por contarle a un niño inocente todas esas anécdotas sobre tu padre!

― Bueno, ¿y cuál es el problema? yo siempre me sentí orgulloso de mi padre y de sus logros, además, tienes que admitir que nuestro nieto es su vivo retrato...

Y así seguían discutiendo. Ranma solo sonreía, mientras los escuchaba:

― ¡Ése es un lugar muy peligroso para él! -volvió a decir la señora Nara, algo molesta-.

― Pero, si lo llaman para que regrese...

― No creo que eso ocurra, abuelo -dijo Ranma, interrumpiéndolo y dando un pequeño suspiro-.

― ¿Y por qué no, chico? -le preguntó el señor Raiden, algo sorprendido-.

― Porque ya pasaron algunos meses y...

― No pierdas la esperanza, muchacho -le dijo, colocando una mano en su hombro- ya verás cómo se comunican contigo en estos días y se arregla todo.

― Gracias, abuelo, pero, yo ya me hice a la idea de que no sucederá y por eso, pienso dedicarme a apoyar a mis padres con el negocio de cerámica... tal y como debí haberlo hecho desde hace tiempo.

― ¡Muy bien dicho, hijito! -le dijo la señora Nara, tomando su rostro nuevamente y dándole un beso en la mejilla- ¡además, un chico tan apuesto como tú, no está para ir a recluirse a un lugar como ése, estando ya en edad para conocer chicas!

Ranma sonrió nerviosamente, al escucharla:

― A ver, ¿y ya tienes vista a alguna por ahí? -continuó su abuela-.

― Bueno, yo...

― ¡No me digas que aún no, porque eso no te lo creería! -le volvió a decir, interrumpiéndolo- ¡siendo tan buen mozo, debes tener cientos de chicas tras de ti!

Ranma se rascó la nuca, aún nervioso y antes de que pudiera responder, su abuelo lo interrumpió:

― Eso sí es cierto, muchacho, tú me recuerdas mucho a mí cuando era joven: tenía tantas chicas tras de mí que...

Su esposa le dio un pequeño golpe en el hombro y le dijo:

― ¡No interrumpas, déjalo que nos cuente!

Ranma negó con la cabeza sonriendo, al ver la escena:

― ¡Anda, dinos! -continuó su abuela, dirigiéndose a él nuevamente- ¡es que, ya muero por tener bisnietos!

― ¡Nara, por favor! -le dijo su esposo- ¿no te parece que vas muy aprisa?

― ¡¿Por qué dices eso?!, ¡si ya este año cumple veintiséis! -dijo la señora Nara-.

― Veintitrés, abuela -le dijo Ranma, corrigiéndola-.

― ¡Bueno, de cualquier manera, ya te pasaste tres años, porque tu abuelo y yo nos casamos a los veinte!

― Los tiempos han cambiado, Nara -le dijo su esposo, nuevamente- además, si el chico aún no quiere casarse, déjalo que él decida.

― Pero...

― Además, desviaste completamente el tema, porque apenas le estabas preguntando si ya tiene alguna chica vista por ahí, ¿no lo recuerdas?

― ¡Ah, sí, es cierto!: ¡vamos a tomar una taza de té, mientras nos cuentas todo respecto a esa chica! -dijo dirigiéndose a Ranma, mientras lo empujaba un poco hacia el comedor- porque ya la hay, ¿verdad?

Ranma rio nuevamente:

― ¡¿Verdad que sí?! -volvió a decirle su abuela-.

― Sí, abuela, así es.

― ¡¿En serio?! ¡¿y cómo es?! -le preguntó, muy emocionada-.

Él volvió a sonreír:

― ¡Anda, dinos, no te hagas de tanto misterio! -le dijo después, con reproche-.

― Tranquilízate, Nara -le dijo su esposo, riendo un poco- déjalo hablar, ¿quieres?

Ranma negó con la cabeza, sonriendo aún:

― Bueno, abuela, ella es... es... -dijo después, lentamente y dando un largo suspiro- ella es... la chica más hermosa, dulce, tierna y buena que puede existir...

Ambos se le quedaron viendo un momento y después rieron, al escucharlo hablar así:

― Bueno... -dijo su abuelo, riendo aún- todos los hombres decimos eso de la mujer de quien estamos enamorados... -luego, volteó a ver a su esposa y le dijo al oído- aunque no sea cierto jajaja.

Su esposa le dio un pequeño golpe en el hombro nuevamente:

― Puede ser, abuelo, pero, es que, ella... ella es única -dijo Ranma, después- esa chica, de verdad, es muy especial -luego, hizo una pausa y volvió a dar un pequeño suspiro- si ustedes la conocieran, estoy seguro que me darían la razón...

― ¡Ay, mi nieto está enamorado! -dijo su abuela, emocionada- ¡¿y tus padres ya lo saben?! -le preguntó, después- ¡¿qué dice Nodoka al respecto?!

Ranma cambió totalmente su expresión al escuchar esa última pregunta:

― ¿Pasa algo, muchacho? -le dijo su abuelo, al notar ese cambio tan repentino-.

― No, no, abuelo... -dijo después al recordar que por el momento, sus padres no estarían de acuerdo (sobre todo, su mamá) si les contaba sobre sus sentimientos por Akane- es solo que, bueno, esa chica aún no acepta ser mi novia y preferiría decírselos cuando sea un hecho -luego, hizo una pausa y dio nuevamente un pequeño suspiro- pero, de lo que sí estoy muy seguro es que, ella vale la pena y no voy a descansar hasta que acepte darme esa oportunidad que tanto le he pedido...

― ¡Así se habla, mi general! -dijo su abuelo, molestándolo nuevamente- ¡hay que planear una buena estrategia y no rendirse hasta conquistar la base enemiga! jajaja.

― ¡¿Otra vez con eso, Raiden?! -dijo la señora Nara, muy molesta y ellos dos solo rieron, preparándose, porque al parecer, iba a iniciarse una nueva discusión por ese tema-.

Por otro lado, en la ciudad de Tokio, Akane y Shampoo se encontraban platicando en su salón de clases, mientras esperaban al profesor que les impartiría el último curso de ese día:

― Entonces, ¿si puedes prestarme un vestido para el lunes, Shampoo? -le preguntó Akane, con algo de pena-.

― ¡Claro que sí, amiga, no tienes que pedírmelo dos veces! -le dijo, muy contenta- ¡cuenta con él!

― ¿De verdad? ¡ay, gracias, Shampoo! -le dijo, un poco sonrojada- te lo agradezco mucho...

― ¡No tienes nada qué agradecer, Akane! -dijo, tomándola de las manos- ¡me alegra que por fin me hayas hecho caso y quieras usar otra clase de ropa! -hizo una pequeña pausa- ¡con ese vestido que voy a prestarte, te verás mucho más linda de lo que ya eres, para decirle a Ranma que sí aceptas ser su novia!

Akane se sonrojó aún más, al escucharla e inclinó su rostro, sonriendo nerviosamente:

― ¿Tú... tú... crees que sí estoy haciendo bien al aceptar darle esa oportunidad? -le preguntó después, con voz temblorosa-.

― ¡Por supuesto que sí, Akane! -le dijo, con algo de reproche- ¡mereces ser feliz con el hombre que amas!

― ¿Pe... pe... pero y si las cosas no salen como espero?... es que, me sigue preocupando lo que pueda decir mi padre y...

― Ya deja de mortificarte y piensa en ti por primera vez, ¿sí?

Akane se le quedó viendo un momento y después, asintió sonriendo:

― ¡Entonces, no hay nada más que hablar! -dijo Shampoo, nuevamente- ¡yo me voy a encargar de arreglarte para ese día, ¿de acuerdo?!

― Es... es... está bien -le dijo, sonriendo aún-.

Mientras tanto, Mariko se encontraba en la sala de su casa, hablando por teléfono con una de las secretarias de la Universidad Imperial de Tokio:

― ¡¿Entonces, está segura que ése es el horario de las estudiantes de enfermería?! -le preguntó, casi gritando-.

― Sí, señorita -le respondió la secretaria del otro lado del teléfono, repitiéndole por cuarta o quinta vez la misma información- las estudiantes ingresan a las siete de la mañana y terminan sus clases a las seis de la tarde.

― Muy bien, gracias, eso era todo -y diciendo esto último, colgó el teléfono, somatándolo-.

Después, subió rápidamente a su habitación y abrió una de las gavetas de uno de los muebles donde guardaba su ropa:

― ¡¿Dónde está?! ¡¿dónde está?! -dijo, buscando desesperadamente "algo" que había guardado muy bien y que en este momento, le iba a ser de mucha utilidad para lograr su cometido- ¡aquí está! -dijo después, al encontrarlo- ¡muy bien, ahora sí!: ¡esa mujer me va a conocer!

Por otro lado, en el pueblo de Nerima, Nabiki acababa de ingresar a la oficina de Kuno, sin tocar la puerta:

― ¿Qué es lo que quieres? -le dijo él sin levantar la vista, mientras revisaba unos papeles en su escritorio- se supone que no debes despegarte de mi hermana ni un solo momento: eres su enfermera.

― ¡Tengo que ir a recoger a mi hijo a la escuela!, ¡ya es la hora! -le dijo entre molesta y desesperada-.

― También es mi hijo, ¿no lo recuerdas? -le dijo tranquilamente, aún sin levantar la vista- además, ya envié a Ryu por él.

― ¡Tacchi no conoce a tus empleados!... ¡soy yo quien debe ir por él!

― ¡No me digas! -le dijo, con ironía- sé que ésa solo es una excusa, porque lo que en realidad quieres es huir y de una vez te digo que no lo voy a permitir.

― ¡Pero, ¿por qué?! ¡¿qué ganas con tenernos aquí?! -le gritó molesta- ¡¿qué no te das cuenta que tú mismo estás arriesgando tu futuro matrimonio, si se llega a enterar tu hermana, tus empleados o tu prometida, que tienes un hijo con otra mujer?!... ¡¿qué eso no te asusta?!

Kuno sonrió sarcásticamente, al escuchar eso último:

― No me asusta en lo absoluto -dijo después, levantándose de la silla donde estaba sentado y acercándose a ella- además, no sé de qué te quejas, si aquí, tanto tú como el niño, tendrán todo lo que necesiten -dijo, empezando a acariciar su cabello- y ya no te tocará trabajar tan duro como lo has estado haciendo...

Nabiki se alejó de él rápidamente y le dijo:

― ¡No me interesa tu dinero!... ¡no quiero nada de ti!, ¡entiéndelo de una vez por todas!

― Jajaja conmigo no tienes que seguir fingiendo -le dijo sonriendo aún, con sarcasmo- porque yo no me trago ese cuento de que te gusta vivir en la pobreza... -y diciendo esto último, la tomó por la cintura para volver a acercarla a él- Nabiki... -le dijo después, casi en un susurro- ¡me sigues gustando mucho, maldición y no te imaginas cuánto!...

― Suéltame, por favor... -le dijo en tono de súplica, tratando de alejarse nuevamente de él-.

― Podríamos pasarla tan bien, si dejaras de comportarte de esta manera conmigo y aceptaras por fin que, aún me amas... -se le quedó viendo un momento y luego, se inclinó para besarla, intensamente-.

Nabiki puso resistencia como en anteriores ocasiones, pero, después, sin saber bien por qué, terminó correspondiéndole:

― Sabía que aún me amabas, nena, aunque te empeñaras tanto en negarlo y por eso, voy a darte todo lo que me pidas... –le dijo Kuno, después de un momento- aquí podrás vivir como una reina y tener todo lo que desees, pero, solo si aceptas volver a tener una relación conmigo.

Nabiki se le quedó viendo un momento:

― Eso jamás, Kuno -le dijo después, separándose de él- jamás aceptaré algo así: solo me quedaré hasta que tu hermana se recupere y después me iré, porque no vas a poder retenerme aquí por siempre -y diciendo esto último, se encaminó a la puerta para salir de ahí-.

― Eso lo veremos, nena -le dijo, antes de que pudiera salir- ya veremos cuánto puedes resistir, porque recuerda que ya te tuve una vez y si me lo propongo, puedo lograrlo de nuevo -dijo sonriendo, con mucho cinismo-.

Nabiki no podía creer lo que estaba escuchando: cada vez se asustaba más de haber estado (o de estar aún) enamorada de él:

― ¡Nunca más volverá a suceder algo así, ¿me oyes?!... ¡nunca! -le gritó y después cerró la puerta, bruscamente-.

Por otro lado, después de algunos minutos, en la ciudad de Tokio: Akane, Shampoo y algunas de sus compañeras, venían saliendo de la universidad, luego de finalizar sus clases, para dirigirse al departamento de Akane y así, ponerse de acuerdo para repartirse los temas correspondientes a la investigación que les habían dejado realizar en equipos:

― ¡Ay, chicas, solo denme un minutito! -les dijo Shampoo rápidamente, al recordar algo importante- ¡es que, se me olvidó que la profesora Yamamoto me pidió hablar con ella al salir de clases!...

― ¡No puede ser, Shampoo! -le dijo una de ellas, con reproche- ¡yo ya me quiero ir!

― ¡No seas así! -le dijo Shampoo- ¡no me voy a tardar nada, de verdad: volveré rápidamente!...

― Pero, que sea cierto, ¿eh? -le gritó otra, mientras la veía alejarse- ¡porque no te esperaremos más de cinco minutos!

Akane y las demás empezaron a reírse al escuchar a esa compañera y después, se pusieron a platicar un poco entre ellas, para hacerle tiempo:

― ¡Hola, anticuada! -dijo de pronto Azusa, acercándose a ellas y dirigiéndose a Akane-.

― ¿Qué quieres, Azusa? -le preguntó una de las chicas que estaban con Akane- ¿qué no ves que estamos muy ocupadas ahora?

― ¡Ay, solo vine a saludar a "una amiga"! -dijo con burla, fingiendo estar ofendida- no es para que te pongas así.

― Tú y yo no somos amigas, Azusa -le dijo Akane, algo reseca-.

Azusa rio un poco:

― Creo que no estamos de muy buen humor, ¿eh? jajaja -dijo, después- ¿a qué se deberá?... -luego, fingió quedarse pensando un momento- ¡ah, ya sé!: ¿no me digas que es porque tu prometido no vino nuevamente a traerte? -dijo riendo, con más intensidad- es por eso, ¿verdad? jajaja.

― No sé de qué hablas -le respondió molesta-.

― Azusa, de verdad estamos muy ocupadas ahora -dijo interviniendo, otra de las chicas que estaban con Akane- y si no tienes nada importante qué hacer o decir, es mejor que te vayas.

― ¡Ay, Ranma es tan atractivo y perfecto, ¿cierto, anticuada?! -dijo Azusa después, dando un largo suspiro, ignorando a esa chica y dirigiéndose a Akane- ¡y qué bien baila, ¿eh?! jajaja...

Akane se sorprendió al escuchar eso último:

― ¡Qué lindo! -volvió a decir, Azusa- ¡lo sé muy bien, porque bailó conmigo casi toda la noche aquella vez que lo invité a la fiesta de Ukara! -una de sus amigas- ¿qué no te lo contó? -preguntó después, dirigiéndose aún a Akane-.

― No... -dijo Akane, con voz temblorosa-.

― Seguramente, fue en tus sueños, Azusa -dijo otra de las chicas- porque no creo que eso sea posible.

― ¡Y desde esa noche, no ha dejado de llamarme para que salgamos! -habló nuevamente Azusa, haciéndose la desentendida- ¡ay, no saben cuánto le encanta mi compañía!...

Akane no podía creer lo que estaba escuchando y Azusa rio al ver su expresión de desconcierto, pues, disfrutaba mucho molestándola, (porque por supuesto, nada de lo que había dicho era verdad):

― Azusa... ¿por qué eres así? -le preguntó después, Akane- ¿por qué te empeñas en querer hacerme daño? ¿qué te hice para que me odies tanto?

Azusa volvió a reír:

― Bueno, no exageres: tanto como odiarte, tampoco ¿eh? jajajaja -le dijo, después- pero, si te sientes así, pues, solo me quedaría decirte que hubieras pensado muy bien las consecuencias que implicaba salir de la caverna de donde perteneces jajajaja -iba a seguir hablando, pero, de pronto, se escuchó una voz furiosa, que gritaba:-

― ¡Akane Tendo!

Todas voltearon a ver, muy sorprendidas (sobre todo, Akane):

― Así que, sí se trataba de ti, ¿eh? -continuó la persona que acababa de gritar, mientras se acercaba dónde estaba Akane- tuve mis sospechas desde que te vi aquel día en la fiesta que di para darle la bienvenida a mi novio, pero, ahora veo que esas traidoras tenían toda la razón -dijo mientras la veía despectivamente, de arriba hacia abajo- ¡tú eres la pueblerina que Ranma conoció hace algunos años en aquella heladería y que busca separarme de él! –y sin dar tiempo siquiera para que Akane reaccionara, le dio una fuerte bofetada-.

Mientras esto ocurría, por otro lado, en el pueblo de Nerima, Kasumi y su esposo acababan de llegar a la hacienda Tatewaki, luego de no ver a Nabiki en el trabajo y de averiguar más tarde, por algunos vecinos, que se encontraba en ese lugar:

― No deberías preocuparte, Kasumi -le dijo su esposo en voz baja, luego de que las empleadas los guiaran a la sala de la casa- seguramente, Nabiki aceptó el trabajo al darse cuenta que era una buena oportunidad para ganar mejor.

― No lo sé, Tofu, es que, es muy extraño que no nos haya contado nada al respecto... -dijo, mientras veía la misma fotografía que Nabiki había visto aquel día, cuando se reencontró con Kuno- y por eso, solamente quiero asegurarme de que se encuentra bien y que si está aquí es por su propia voluntad y no porque Kuno la haya obligado.

El doctor Tofu rio un poco y después, le dijo:

― Solo te estás imaginando cosas, vas a ver que ella está muy bien jajaja...

― Oye, Tofu... -dijo Kasumi después muy sorprendida, al observar bien la fotografía- Kuno se parecía mucho de niño a...

De pronto, se hizo presente en ese lugar, la persona de quien estaba hablando:

― Doctor Tofu, enfermera Kasumi, qué agradable sorpresa... -dijo de una manera, un tanto sarcástica- ¿a qué debo su visita?

― ¡Hola, Kuno! –dijo el doctor Tofu, saludándolo amablemente- ¿cómo estás?... ¿qué tal siguió tu hermana? hoy no la llevaste al puesto de salud para que la inyectaran.

― Está mejor, gracias -dijo de manera cortante, sirviéndose Whisky en un vaso-.

Ambos se le quedaron viendo y después, Kasumi le dijo:

― Disculpe que hayamos venido así sin avisar, señor Tatewaki, es que...

― Perdón, ¿dónde están mis modales? -dijo de pronto, interrumpiéndola- ¿gustan algo de beber?

― Eh... no, no gracias -dijo Kasumi-.

Kuno los observó un momento y después, se dejó caer pesadamente en uno de los sillones, mientras le daba un sorbo a su bebida:

― Le decía que nos disculpara por haber venido así sin avisar -continuó Kasumi- es que, estamos muy preocupados por Nabiki: hoy no llegó a trabajar al puesto de salud y tampoco llegó a traer a su hijo a la escuela y por eso, quisiéramos, por favor, que usted nos confirmara si ella se encuentra aquí... -hizo una pausa- es que, unos vecinos nos contaron que la vieron entrar a su hacienda ayer por la noche y...

― Sí, así es -le dijo interrumpiéndola, nuevamente- ella se encuentra acá y de ahora en adelante, se va a encargar de cuidar a mi hermana -y volvió a darle un sorbo a su bebida-.

Ambos voltearon a verse entre ellos y después el doctor Tofu dijo, dirigiéndose a Kuno:

― Bueno, pues, es un gran alivio saber que ella está bien y que finalmente, aceptó esta oportunidad de trabajo jajaja.

― ¿Podemos hablar con ella un momento, por favor? -le preguntó Kasumi, después-.

― ¿Para qué? -le dijo de una manera, un tanto insolente- si ya les dije que está aquí y que está bien... ¿qué más quieren saber? ahora está ocupada atendiendo a mi hermana.

Ambos se sorprendieron al escucharlo:

― Solo va a ser un momento, de verdad... -volvió a decir Kasumi- no le voy a quitar mucho el tiempo... además, no es como si estuviera aquí secuestrada, ¿cierto? -le preguntó algo molesta, desafiándolo-.

El doctor Tofu apretó un poco una de las manos de su esposa, tratando de tranquilizarla, porque lo que acababa de insinuar era bastante delicado.

Kuno se le quedó viendo, bastante molesto. Bebió de un solo sorbo el contenido de su vaso y después, le dijo:

― Está bien, ahora la llamo.

Mientras tanto, nuevamente en la ciudad de Tokio:

Todos los estudiantes que estaban por ahí cerca se sorprendieron mucho más, al haber presenciado esa escena (hasta la misma Azusa, porque no se esperaba algo así).

Akane se llevó rápidamente una mano a su mejilla adolorida, muy asustada:

― ¡No te vas a salir con la tuya!, ¡¿me escuchaste bien?! –volvió a gritarle, Mariko- ¡porque aunque busques enredarlo, no me lo vas a quitar!

― Yo... yo... yo... no... no comprendo... –le dijo, con ganas de llorar-.

― ¡Ay, no te hagas la santa! -le gritó furiosa- ¡sé que has estado saliendo con él desde hace tiempo, pero, eso se acabó!, ¡¿me oyes?! ¡porque Ranma está comprometido conmigo y muy pronto, nos vamos a casar!

Akane negó con la cabeza, con pequeñas lágrimas en los ojos:

― Yo... yo... yo... no... no lo sabía -le dijo, temblando-.

― ¡Pues, ahora ya lo sabes y más te vale que te apartes de él porque de una vez te digo que no voy a permitir que dejes sin padre al hijo que estoy esperando! -gritó, fuertemente-.

Akane sintió que iba a desfallecer en ese momento y las lágrimas empezaron a brotar rápidamente, inundando su rostro:

― ¿Q... Q... Qué? –preguntó con voz, entrecortada-.

― ¡Lo que escuchaste, tonta! -volvió a gritarle- ¡Ranma y yo vamos a tener un hijo! –y diciendo esto último, sacó de la bolsa de mano que llevaba, la hoja que contenía los resultados que le habían entregado en el hospital, hacía ya unas semanas- ¡tómala! –dijo, extendiendo su brazo para entregársela- ¡léela para que veas que no te estoy mintiendo!

Las manos de Akane estaban temblando y no se atrevía a tomar la hoja:

― ¡Que la leas, te digo! –le dijo, todavía furiosa-.

Akane la tomó al fin. La desdobló con dificultad y empezó a leerla:

¡No, no! –dijo internamente, negando con la cabeza y cubriendo su boca con una mano, por la impresión, al terminar de leerla-.

― ¡¿Ves que no te estoy mintiendo?! –volvió a decirle Mariko, tomándola fuertemente del brazo, provocando que botara todas las cosas que tenía en sus brazos- ¡voy a tener un hijo suyo, así que, te exijo que te alejes de él, porque no sabes de lo que soy capaz si me vuelvo a enterar que seguiste entrometiéndote en nuestra relación!... ¡¿te quedó claro?!

Akane quería que la tierra se la tragara en ese momento:

― ¡¿Dije que si te quedó claro, pueblerina?! -le volvió a gritar-.

― S... s... sí -le dijo, con voz entrecortada-.

― ¡Pues, más te vale, ¿me oyes?! ¡más te vale!

Akane logró zafarse de su agarre y después, salió corriendo de ahí, muy desesperada.

Mariko estaba más que satisfecha (a pesar de haber provocado un gran escándalo) y después se fue de ahí, muy tranquila, como si nada hubiera pasado:

― ¡Ay, no, pobre Akane! -dijo rápidamente una de sus compañeras, mientras se agachaba a recoger las cosas que ella había dejado tiradas-.

― ¡Qué mujer tan malvada! -dijo otra-.

― ¡Qué horrible humillación! -dijo otra de ellas-.

― ¡Se lo tenía muy bien merecido! -dijo Azusa después, sin ninguna consideración- ¡además, quién le manda meterse con hombres ajenos, por favor!... ¡es una descarada y una mosca muerta, tratando de engañarnos a todos con su carita de "yo no fui"!

― ¡Mira quién habla! -dijo otra de las compañeras de Akane- ¡tú eres la menos indicada para decir algo así, Azusa!

Azusa se molestó bastante al escucharla y antes de que pudiera decir algo más, Shampoo llegó con ellas:

― ¡Ya estoy aquí! -dijo con la respiración algo agitada, por venir corriendo- no me tardé mucho, ¿verdad?

Todas voltearon a verla:

― Ay, otra mosca muerta, igualita a la anticuada -dijo Azusa entre dientes, mientras se alejaba de ahí- mejor me voy antes de que me peguen su desfachatez.

― ¡Tus insultos no me afectan! -le gritó Shampoo, todavía- ¡di lo que quieras que no vas a lograr que...!

― ¡Ay, déjala, Shampoo! -dijo una de sus compañeras, interrumpiéndola- ¡no vale la pena!

― ¡Además, lo que diga esa intrigosa, es lo que menos importa ahora! -dijo otra-.

― Sí... tienen razón -dijo Shampoo, dando un pequeño suspiro- oigan y Akane ¿dónde está? -les preguntó después, al no verla- ¿no me digan que vino "su novio" a traerla en lo que yo me fui a hablar con la profesora? jajaja -dijo, riendo un poco-.

Todas voltearon a verse, muy preocupadas:

― ¡Ay, Shampoo!... ¡si supieras lo que pasó! -dijo otra compañera-.

― ¿Qué fue lo que pasó? -les preguntó, cambiando su expresión- díganme.

Mientras tanto, nuevamente en el pueblo de Nerima, en la hacienda Tatewaki:

― ¡Qué bueno que estés bien, Nabiki! -le dijo Kasumi sonriendo y abrazándola- ¡es que, me tenías muy preocupada!: ¡¿por qué no me contaste que habías aceptado venir a trabajar acá?!

Nabiki sonrió levemente, al escucharla:

― Discúlpame, por favor, no quise preocuparte, es que, fue una decisión que tomé repentinamente y por eso, no me dio tiempo contarte...

Kuno estaba escuchando perfectamente la conversación, mientras bebía otro vaso con Whisky:

― Bueno, pues... -dijo el doctor Tofu interviniendo y dirigiéndose a Nabiki- yo solo puedo decirte que me alegra que finalmente hayas aceptado una oportunidad como ésta, porque estoy seguro que con lo generoso que es Kuno, vas a ganar mucho más de lo que ganas en el puesto de salud y tanto tú como tu hijo, podrán vivir mejor.

Nabiki dio un pequeño suspiro, al escucharlo:

― Sí, gracias, doctor -dijo después, algo reseca- aunque, no va a ser por mucho tiempo, porque únicamente me quedaré aquí hasta que la señorita Kodachi se recupere... -dijo, volteando a ver a Kuno- luego, me iré y "nada" podrá retenerme en este lugar.

Tanto el doctor Tofu como Kasumi, se le quedaron viendo, muy sorprendidos y Kuno se puso furioso al escucharla, pero, tuvo que controlarse:

― Bueno... -dijo Kuno, después- no quiero ser descortés, pero, creo que ya es muy tarde para recibir visitas... -hizo una pausa- mañana con mucho gusto, pueden venir en el transcurso del día.

― ¡Qué amable de su parte, señor Tatewaki! -dijo Kasumi, con algo de sarcasmo- pero, da la casualidad que nosotros trabajamos todo el día y nos desocupamos hasta esta hora... no es porque queramos voluntariamente ocasionarle molestias, al venir a su casa "tan tarde".

Kuno se enojó mucho más y el doctor Tofu carraspeó incómodo:

― Creo que es mejor que nos retiremos ya, cariño -dijo, dirigiéndose a su esposa-.

― Sí... tienes razón -le respondió ella y después, se dirigió a Nabiki- vendremos a visitarte nuevamente y por favor, si necesitas algo, solo dínoslo, porque ya sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea.

― Gracias, Kasumi... -le dijo, abrazándola-.

― Salúdanos a Tacchi, por favor.

― Claro que sí.

Después, se despidieron cortésmente y se fueron de ahí.

Al irse, Kuno se acercó a Nabiki y le dijo:

― Ni sueñes con que te irás de aquí, ¿me oyes? porque eso jamás sucederá... -después la tomó por la cintura y le dijo, casi en un susurro- tú me perteneces... eres mía, nena.

Nabiki se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― No, Kuno, estás muy equivocado: yo no soy nada tuyo y no me vas a poder retener aquí... me voy a ir, quieras o no -y diciendo esto último, se alejó de él-.

Por otro lado, luego de unos minutos más, en la ciudad de Tokio, Mariko regresaba a su casa, muy satisfecha después de lo que acababa de hacer, pues, pensaba que no era del "todo mentira" lo que le había gritado a esa "pueblerina", porque Ranma era suyo y no iba a permitir que ninguna mujer se lo quitara:

Me parece que por lo pronto, es más que suficiente lo que le dije a esa mujer para mantenerla alejada de Ranma -pensó, muy tranquila. Después, sacó nuevamente de su bolso de mano, la hoja que contenía sus resultados y le dio un beso- jamás creí que esto me fuera a ser de tanta utilidad jajaja... ¡pero, algo tenía que hacer para ganar tiempo, porque no voy a parar hasta que Ranma se case conmigo!

Mientras tanto, Shampoo se encontraba tocando la puerta del departamento de Akane, luego de enterarse de todo lo que había sucedido en su ausencia:

― ¡Akane, ¿estás ahí?! ¡ábreme, por favor!... ¡soy yo!: ¡Shampoo!

Tocó una vez más al no obtener respuesta, hasta que por fin, Akane le abrió:

― Akane... -le dijo muy sorprendida y a la vez conmovida, al ver el estado en el que se encontraba su amiga-.

― ¡Shampoo, fue horrible! -le dijo, llorando desesperadamente y abrazándola fuertemente-.

Shampoo también la abrazó y después, le dijo:

― Cálmate, Akane, por favor: no llores así.

― ¡Es que, no puedo evitarlo, Shampoo, no puedo! -le dijo, casi gritando-.

Shampoo iba a decirle algo más, pero, se dio cuenta que algunas inquilinas "curiosas" se habían asomado a sus puertas, obviamente, con la intención de enterarse de lo que estaba pasando:

― Vamos adentro, ¿sí? -le dijo, después-.

Akane asintió levemente. Ingresaron al departamento y se dirigieron a la cocina:

― Akane... -continuó Shampoo- discúlpame por no haber estado ahí, yo... ¡ay, no sabes de verdad, cómo lo lamento, porque habría puesto en su lugar a esa mujer!: ¡¿con qué derecho se atrevió a humillarte?!

Akane siguió llorando:

― ¡Está esperando un hijo suyo, Shampoo! -le dijo después, cubriendo su rostro con ambas manos- ¡me quiero morir!

― No digas eso, por favor... seguramente, está mintiendo.

― ¡Yo vi la hoja con los resultados que le entregaron en el hospital! -le gritó, con mucho dolor- ¡no está mintiendo!

― Bueno, pero, suponiendo que de verdad esté embarazada, de cualquier manera, ¿qué prueba que sea hijo de él?

― ¡Es su hijo, Shampoo!

― ¿Cómo puedes estar tan segura?

― ¡Toma me dijo varias veces que ella era la novia de Ranma! -dijo, con voz entrecortada- y yo... ¡yo no le quise creer!... ¡él todavía me lo advirtió!: ¡me dijo que Ranma solo quería jugar conmigo!... ¡qué tonta fui!: ¡hasta estaba dispuesta a darle una oportunidad y a hablar con mi padre sobre mis sentimientos!

Shampoo dio un pequeño suspiro y después, le dijo:

― Yo no le creería tanto a Toma, porque últimamente, lo he visto muy cambiado y yo te aconsejaría que mejor esperaras a hablar con Ranma para aclararlo todo, porque yo dudo mucho que él sea ese tipo de hombre.

― ¡No, Shampoo, no! -le dijo, después- ¡no quiero hablar con él!... ¡no quiero volver a verlo en mi vida!... ¡no sabes cuánto desearía poder odiarlo con todas mis fuerzas!

― Dale por lo menos una oportunidad para que te explique las cosas...

― ¡¿Por qué tuve que conocerlo?!... ¡¿cómo pude enamorarme así de él?!... ¡jamás debí haber salido de mi pueblo para venir a esta ciudad!... -y volvió a llorar con más intensidad- ¡he sido tan injusta con Kuno!: ¡él no se merece que lo haya engañado!... ¡nunca quise darle una oportunidad y él desde un principio, me demostró que me quiere de verdad!

Shampoo bufó algo molesta, al escuchar eso último:

― Disculpa que te diga esto, Akane, pero, de él sí tengo mis dudas...

De pronto, escucharon que tocaban a la puerta:

― ¡De seguro es una de esas vecinas chismosas! -dijo Shampoo, aún más molesta- ¡pero, ahora mismo, la pondré en su lugar!

Akane se limpió un poco las lágrimas, con su brazo y Shampoo fue a abrir la puerta:

― ¡Oh, hola, linda! -le dijo sonriendo una señora, que parecía muy bien educada, que aún se veía muy joven y que vestía un elegante yukata (como los que Akane usaba y de hecho, el color de su cabello también era igual al de su amiga). Venía acompañada por un muchacho de cabello negro (muy atractivo, por cierto), otra señora mucho mayor y dos señores: uno de ellos, ya era un anciano y el otro, se veía de mediana edad, con un aspecto prepotente.

Shampoo se les quedó viendo, muy sorprendida:

― Disculpa, creo que nos equivocamos de departamento... -continuó la señora-.

― Pero, el señor encargado dijo que Akane vivía en el departamento número treinta y uno -dijo el muchacho, con algo de reproche- además, tú y mi abuela la acompañaron aquella vez, cuando vino a ver lo de su inscripción en la universidad y...

― ¿Buscan a... Akane? -preguntó Shampoo, interrumpiéndolo-.

― Sí, linda -volvió a decirle la señora- ¿sabes dónde vive?

― Ella... ella vive aquí... -les dijo, aún sorprendida- no se equivocaron.

Todos se le quedaron viendo y ella continuó:

― Yo... yo únicamente estoy de visita...

― ¡Ah, qué bien!... –dijo, sonriendo nuevamente la señora- ¿tú eres su amiga?

― Eh... sí, así es: me llamo Shampoo.

― ¡¿Tú eres Shampoo?! -dijo la señora Aiko, muy emocionada- ¡ay, me alegra mucho conocerte por fin!: ¡Akane siempre nos habla de ti!

― Entonces... ¿ustedes son su familia?

― ¡Sí, así es y venimos a visitarla! -dijo Ryoga-.

― ¿Podemos pasar? -dijo de pronto el papá de Akane, bastante reseco-.

― ¿Pasar? ¡ah, sí, por supuesto! jejeje -dijo Shampoo, algo nerviosa, porque no era el momento propicio para que Akane recibiera visitas y menos, si se trataba de su familia-.

― Con permiso, jovencita... -dijo el señor Happosai-.

― ¿Está ella? -preguntó de nuevo, la señora Aiko-.

― Eh... bueno... este... -dijo Shampoo rascando su nuca, aún nerviosa- bueno...

― ¡Mamá! -dijo de pronto Akane, corriendo a abrazar a la señora Aiko fuertemente, mientras lloraba aún-.

Todos se sorprendieron mucho al verla así:

― Hijita, ¿qué tienes? -le preguntó preocupada su mamá- ¿por qué lloras así?

Akane se aferró mucho más a su mamá en ese abrazo:

― ¿Qué te pasa, payasita? -le dijo Ryoga después, acercándose para abrazarla también-.

― Niña, no nos asustes... -le dijo su abuela, muy preocupada también- ¿por qué no nos dices qué es lo que te sucede?

Akane siguió llorando, con mucho dolor:

― Yo... yo... -dijo después, separándose un poco de su mamá- yo... es que...

― ¡Di rápido qué es lo que te pasa! -le gritó su papá, al ver que se estaba tardando mucho en responder-.

Akane se sobresaltó al escucharlo, pues, tanto se había sumido en su tristeza que no se había percatado de la presencia de su padre:

― Papá... -le dijo, con voz temblorosa- no... no me pasa nada.

― ¡¿Cómo que no te pasa nada?! -le preguntó desconcertado- ¡si estás llorando desesperadamente! -y diciendo esto último, la tomó fuertemente del brazo- ¡te exijo que me lo digas ahora mismo!: ¡¿por qué estás llorando?!

CONTINUARÁ...