Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

― ¡Te hice una pregunta, Akane! -volvió a gritarle su papá- ¡¿por qué no me respondes?!

― ¡Soun, déjala, la estás lastimando! –le dijo la señora Aiko, separándolo de ella y poniéndosele enfrente-.

― ¡Yo solo quiero que me diga por qué está llorando, nada más!

― ¡Pero, ésa no es la forma de preguntárselo!

― Entonces, ¡¿cómo sugieres que lo haga si no quiere hablar?! -dijo, bastante molesto-.

― Soun, es mejor que te tranquilices -le dijo el señor Happosai- con gritar no vas a ganar nada.

― Compórtate, hijo -le dijo la señora Cologne-.

― Eh, perdón que me entrometa… -dijo Shampoo, al darse cuenta que debía intervenir y pronto, para ayudar a su amiga- pero, si me lo permiten, yo puedo explicarles perfectamente por qué está llorando Akane…

Todos voltearon a verla, al escucharla:

― Dinos, por favor, Shampoo –le dijo después la señora Aiko, muy preocupada-.

― Bueno, es que, ésta no es la primera vez que sucede… -continuó Shampoo, procurando inventar algo rápidamente-.

― ¿Ah, no? -preguntó la señora Cologne-.

― No, lo que pasa es que, Akane, pues, eh… -dijo Shampoo, nuevamente- eh… se pone muy nostálgica cada vez que me platica cuánto extraña a su familia y a su pueblo… ¡sí, eso es!

Todos voltearon a verse entre sí y el señor Soun, no parecía muy convencido con esa explicación:

― Precisamente, estábamos hablando que a finales del año pasado, ella no pudo ir con ustedes a pasar sus vacaciones por las muchas tareas que nos dejaron y eso la volvió a poner muy triste… -continuó Shampoo- pero, ahora, por supuesto, con la grata sorpresa que acaban de darle con su visita, mi amiga ya no tendrá por qué estar así… -después se dirigió a ella- ¿verdad, Akane?

― ¿Es eso cierto, Akane? -le preguntó su papá, bastante reseco-.

― Bueno, yo… -dijo Akane, muy nerviosa-.

― ¡Ay, pero, claro que es cierto, señor! -dijo Shampoo, interrumpiéndola-.

― ¡Le estoy preguntando a mi hija, jovencita! -dijo el señor Soun, de manera insolente-.

― ¡Soun, no seas grosero! -le gritó la señora Cologne- ¡discúlpate inmediatamente con ella!

― ¡Yo solo quiero que Akane me diga si es cierto o no, lo que acaba de decir esta chica, mamá! -volvió a decir el señor Soun, dirigiéndose a la señora Cologne-.

― ¡Muy bien, pero, no es para que te pongas así! -le gritó nuevamente la señora Cologne- ¡y si solo ibas a comportarte de esta manera, hubiera sido mejor que no vinieras!

Iban a seguir discutiendo, pero, por fin, Akane decidió intervenir, al ver que todo lo que se estaba suscitando, había sido por su causa:

― ¡Es cierto, papá, es cierto! –dijo, después- ¡Shampoo te dijo la verdad!: ¡yo… yo… yo estaba llorando porque… porque los he extrañado mucho a todos ustedes! -y diciendo esto último, se acercó a él para abrazarlo fuertemente-.

El señor Soun se sorprendió mucho ante tal acción:

― ¡Por favor, perdóname! -continuó, Akane- ¡no quiero que te enojes por mi culpa!...

Todos se quedaron viendo y el señor Soun seguía aún sorprendido y algo incrédulo. Tenía ganas de gritarle que si de verdad estaba sufriendo por eso, recordara que había sido su decisión el alejarse de ellos por seguir un "berrinche" y no obedecerle a él, pero, tuvo que aguantar a no decírselo, por las miradas tan reprobatorias que le estaban lanzando sus padres (en especial, su mamá), su esposa y su hijo. Carraspeó, un poco incómodo y después le dijo, tratando de tranquilizarse y acariciando un poco su cabeza:

― Bueno, ya, ya, ya, Akane, no es para tanto… no te pongas así -e hizo una pequeña pausa- lo bueno es que ya estamos todos juntos de nuevo y ya no tienes por qué estar triste.

― ¡Te quiero, papá! -le dijo después, aún llorando- ¡te quiero mucho!

― Sí, sí, sí, yo también… -le dijo algo reseco y luego, la separó de él, tomándola por los hombros- ahora, deja ya de llorar, ¿sí?

Akane asintió, sonriendo levemente y después, Ryoga se acercó a ella:

― ¡Ven acá, payasita! -le dijo, abrazándola fuertemente- ¡ya no llores más, por favor!... ¡preferiría mil veces que te rieras de cuando me perdía en la hacienda, que verte triste y eso ya es mucho decir, ¿no lo crees?!

Akane volvió a sonreír al escucharlo. Después, se acercaron también sus abuelos para abrazarla y animarla.

Shampoo se había quedado observando la escena y al ver que ya se había tranquilizado un poco la situación, se dio cuenta que ya era momento de retirarse:

― Eh… si me disculpan, creo que es mejor que me vaya ya… -dijo, después- con su permiso y mucho gusto en conocerlos.

― ¡Ay, no!, ¡no te vayas, linda!: ¡quédate a cenar con nosotros, por favor! -le dijo la señora Aiko, rápidamente-.

― Se lo agradezco mucho, señora -dijo Shampoo- pero, es que, ya se me hizo tarde y mi familia debe estar muy preocupada jejeje… tal vez en otra ocasión.

― Por favor, no te vayas aún -le dijo Akane, en tono de súplica-.

― Sí, Shampoo, quédate -dijo la señora Cologne, interviniendo-.

― Jejeje muchas gracias, pero, de verdad, tengo que irme ya -después, se dirigió a Akane y le dijo- no te preocupes por el trabajo de investigación que tenemos que hacer: las chicas y yo nos encargaremos de todo -le dijo, sonriendo- tú, procura descansar y aprovecha a pasar tiempo con tu familia, ¿sí?

Akane sonrió levemente y Shampoo la abrazó:

― Nos vemos el lunes, amiga.

― Gracias, Shampoo… -le dijo después, aún sonriendo con algo de tristeza- gracias por todo.

― No tienes nada qué agradecer.

Volvieron a abrazarse y después, Shampoo se despidió cortésmente de todos y se fue.

Al irse, el señor Soun dijo:

― ¡Por fin!, ¡ya era hora de que se fuera!

― Soun -dijo la señora Cologne, con reproche- fuiste muy grosero con Shampoo.

― ¿Y qué, mamá? esa chica no me da confianza y lo mejor sería que Akane ya no la frecuentara tanto, porque a leguas se le nota que es muy liberal: basta solo con ver su forma de vestir y no me gustaría que la mal influenciara.

Akane se sorprendió mucho al escucharlo:

― Pero, papá, Shampoo es mi amiga -le dijo, después- quizás la única que tengo acá en Tokio y es una excelente persona.

― Yo lo dudo mucho -dijo, bastante reseco-.

― ¡Claro que es una excelente persona, cariño! -dijo la señora Aiko, dirigiéndose a Akane- a mí me cayó muy bien y si es tu amiga, pues, por supuesto que apoyaremos esa amistad.

― Gracias, mamá -y la abrazó fuertemente-.

El señor Soun bufó fastidiado y se cruzó de brazos:

― Bueno, bueno -dijo después la señora Aiko, tomando el rostro de su hija- ya no quiero verte triste, ¿de acuerdo?

― Sí, mamá -le dijo asintiendo, mientras sonreía levemente-.

La señora Aiko le dio un beso en la mejilla y Ryoga dijo:

― ¡No te preocupes, mamá, que yo me encargaré de hacerla sonreír todo el tiempo que estemos aquí!

Todos rieron un poco al escucharlo (a excepción del señor Soun, por supuesto):

― ¡Ya cambia esa cara de amargado, Soun! -le dijo después, su papá- ¡la familia está completa nuevamente, no hay por qué estar de malhumor!

Al señor Soun no le hizo gracia ese comentario y antes de que pudiera decir algo, la señora Aiko lo interrumpió:

― ¡Pero, vamos a cenar que se enfría la comida que pasamos comprando!

― ¡Ay, sí, ya tengo hambre! -dijo el señor Happosai-.

― ¿Dónde está la cocina, niña? -dijo la señora Cologne después, dirigiéndose a Akane- es que, también pasamos comprando víveres para que no te haga falta nada aquí.

― Muchas gracias, abuelita, pero, no se hubieran molestado -le dijo sonriendo levemente, mientras se limpiaba algunas lágrimas que aún caían de sus ojos-.

― ¡No digas eso, mi amor! -le dijo la señora Aiko- además, somos nosotros los que no queremos ponerte en molestias mientras estemos aquí contigo.

― ¡Eso sí es cierto, hermanita! -dijo Ryoga- ¡vamos a pasar contigo "un largo fin de semana" y de una vez te advierto que yo sí pienso darte mucha lata durante mi estancia!

Akane rio un poco al escucharlo:

― Además… -continuó Ryoga- ¡¿cómo es posible que aún no me hayas preguntado por Koko, eh?! -se refería al caballo blanco que Kuno le había regalado a su hermana hacía ya unos años- ¡¿no que me encargabas que lo cuidara muy bien cada vez que llegabas de vacaciones a Nerima?!... ¡¿cómo es posible que todavía no me preguntes por él?!

Akane volvió a sonreír. Negó con la cabeza y lo abrazó muy fuerte. Después pensó, aún con tristeza:

¡Ahora me doy cuenta de la falta que me ha hecho mi familia todos estos meses!: ¡no fui a visitarlos para las vacaciones y todo por haber ido a trabajar a aquella Academia, pero, jamás volveré a tomar una mala decisión como ésa!: ¡jamás!... ¡y pensar que llegué siquiera a considerar traicionar la confianza de mi padre al permitirme venir a estudiar acá por querer darle una oportunidad a Ranma!... -hizo una pausa- ¡qué tonta e ingenua fui al creerle todo eso de que yo era la única en su vida y que estaba dispuesto a luchar por mí!… ¡pero, eso jamás volverá a ocurrir!: ¡no sé cómo le voy a hacer para dominar mis sentimientos y no ponerme a llorar más, mientras ellos estén aquí!... ¡no quiero preocuparlos, pero, de alguna forma, tendré que arrancarme a Ranma del corazón!... ¡tengo que hacerlo!... ¡debo hacerlo! -dijo internamente, mientras derramaba unas cuantas lágrimas más, con mucho dolor-.

Por otro lado, al día siguiente, en el pueblo de Nerima, en la hacienda Tatewaki, Kodachi había salido de su habitación, sin avisarle a nadie para ir a los establos un momento. No pensaba escapar, pues, ella misma sabía que no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo, pero, sabía que su prometido había quedado en venir a visitarla nuevamente (pues, casi a diario lo hacía) y no quería verlo, por lo menos, no ese fin de semana.

Al llegar, empezó a acariciar la cabeza de uno de los caballos. Sonrió levemente y agarró un poco de alfalfa para darle de comer:

― ¿Señorita Kodachi? -le preguntó alguien, de pronto- ¡qué bueno verla por acá!, ¿puedo ayudarle en algo?

Kodachi siguió en su labor sin voltear a ver a la persona que le había hablado, pues, sabía muy bien de quién se trataba:

― Me alegra que haya salido de su habitación… ¿cómo se siente?: ¿ya está mejor?

― No creo que eso te interese, Mousse -le dijo, bastante reseca- si lo que te preocupa es que intente escapar, puedes estar tranquilo porque no lo haré.

― No, no, señorita, no me malentienda, por favor -le dijo, rápidamente- no es por eso que le estoy preguntando por su salud, es solo que…

― ¿Cuánto te está pagando mi hermano para que me vigiles noche y día, eh?

― ¿Disculpe?

― Me escuchaste bien, Mousse.

― No, no, señorita, su hermano no me está pagando para que la vigile.

― Pues, qué extraño que no te esté pagando por eso, porque déjame decirte que has hecho muy bien tu papel de "oficial correccional" -le dijo sarcásticamente, pues, se sentía como si estuviera en una prisión-.

Mousse se le quedó viendo, muy sorprendido y a la vez, triste:

― No, señorita -le dijo, después- está completamente equivocada… es cierto que su hermano sí me ofreció pagarme más por cuidarla, pero, yo no acepté.

― ¡No me digas! -le volvió a decir, en el mismo tono-.

― Pues, aunque no me crea, ésa es la verdad: no tengo por qué mentirle.

― ¡Bueno, sea cierto o no, jamás te perdonaré que por tu culpa no me haya podido ir de aquí aquella vez! -le dijo, bastante molesta- ¡de no ser por ti, ahora quizás estaría muy lejos de Kuno y de Gosunkugi!: ¡todo es por culpa tuya y te odio por eso!... ¡te odio! -le volvió a decir y después, cubrió su rostro con ambas manos para empezar a llorar-.

Mousse se sintió muy mal al verla así:

― Señorita, por favor, no se ponga así -alcanzó a decirle después, con voz apagada- le puede hacer muy mal a su salud.

― ¡No me importa, ya nada me importa! -le dijo desesperada- ¡sería mejor que me muriera de una vez por todas!... ¡no tengo ningún motivo para seguir viviendo!: ¡de solo pensar que cada día que pasa, se acerca cada vez más mi matrimonio con ese tipo que no soporto!... ¡ay, no sé qué hacer!

― ¡No diga eso, por favor, se lo suplico! -le dijo acercándose un poco más a ella y sin analizarlo, la tomó por los hombros- ¡me lastima mucho escucharla hablar así, porque no sabe lo importante que es usted para mí y lo que daría por verla sonreír nuevamente!... ¡usted no sabe lo mucho que yo la…! -de pronto, calló al darse cuenta de lo que iba a decir y la soltó-.

Kodachi se le quedó viendo, muy sorprendida:

― ¿Qué… qué ibas a decir, Mousse? -le preguntó, después-.

― ¡Nada, señorita!... ¡nada, olvídelo! -le dijo, muy avergonzado y salió corriendo de ahí rápidamente-.

― ¡Mousse! -le gritó todavía, pero, él ya no le hizo caso-.

Kodachi se quedó desconcertada: no sabía qué pensar después de lo que había escuchado.

Estaba ensimismada, cuando de pronto, alguien le habló:

― ¡Señorita Kodachi, qué bueno que la haya encontrado aquí!

― ¿Qué sucede, Anna? -le dijo, sin muchos ánimos-.

― ¡Su prometido ya vino y se preocupó mucho al no encontrarla en su habitación, ¿y qué decir de su hermano?!: ¡está hecho una furia, pensando que quizás usted había escapado!

Kodachi dio un pequeño suspiro y después, le dijo:

― Sí, me lo temía.

― ¿Por qué no nos avisó que quería venir acá?: yo la hubiera acompañado porque usted aún está muy débil.

― Gracias, Anna, pero, quería estar sola un momento -le dijo, con voz apagada-.

Anna se le quedó viendo y después, le dijo:

― ¿Le pasa algo, señorita?: ¿se siente mal?

― No, Anna, estoy bien -le dijo, sonriendo levemente- vamos: regresemos a la casa.

Anna la tomó del brazo y empezaron a caminar para salir de ese lugar, pero, Kodachi no pudo evitar quedarse muy intranquila después de lo que había pasado con Mousse: ¿qué era lo último qué iba a decirle? resonaba con fuerza en su mente.

Por otro lado, al día siguiente, en la ciudad de Tokio, Akane y su familia salieron desde muy temprano a pasear por la ciudad. Fueron a diferentes lugares y tal y como Ryoga se lo había advertido a su hermana, se encargó de hacerla reír cada vez que tenía oportunidad. También aprovechó para platicarle casi todo lo que había sucedido en su ausencia (en especial, sobre su relación con Ukyo) y Akane trataba de prestarle atención lo más que podía, pues, como era de esperarse, Ranma seguía muy presente en sus pensamientos y eso la ponía muy triste, pero, procuraba ocultar sus sentimientos frente a su familia. Sin embargo, su mamá sí pudo notar que había algo más allí que ella no había querido platicarles, pues, la conocía muy bien y sabía que algo la estaba atormentando, pero, ya tendría oportunidad para hablar con ella a solas.

Las horas siguieron pasando y el día transcurrió rápidamente. La familia regresó al departamento siendo ya de noche y Akane aprovechó para tomar una ducha antes de ir a acostarse. Se tardó un poco más de lo acostumbrado, pues, nuevamente se hizo presente lo que había ocurrido hacía dos días y una vez más, se puso a llorar con mucho dolor:

Ranma… -dijo, internamente- ¡¿por qué, Ranma?!... ¡¿por qué te burlaste de mí?!... ¡yo de verdad estaba dispuesta a darte esa oportunidad que tanto me estuviste pidiendo desde hace meses!... ¡iba a hablar con mi padre por ti!... -hizo una pausa- ¡todavía te atreviste a asegurarme que no habías tenido nada que ver con otras chicas y ahora, hasta vas a tener un hijo!... ¡¿por qué me engañaste?!

Al terminar de bañarse, se puso una bata y antes de vestirse, se sentó frente al espejo que tenía en su habitación y empezó a cepillar su cabello, lentamente. De pronto, vio la muñeca que Ranma le había regalado y que estaba sobre una mesita de noche.

Se levantó de la silla donde estaba sentada y la tomó un momento en sus manos. De pronto, escuchó que tocaban a la puerta:

― ¿Puedo pasar, hija? -le preguntó su mamá-.

Akane se limpió rápidamente unas pequeñas lágrimas que tenía en sus ojos y le dijo:

― Sí, mamá, pasa.

La señora Aiko ingresó a la habitación y se acercó a ella:

― ¡Qué linda muñeca! -le dijo después, muy emocionada- ¡se parece tanto a ti...! -dijo, tomándola un momento en sus manos- ¿te la regalaron? ¿quién fue?... ¿acaso, Shampoo?

Akane asintió levemente. La señora Aiko se le quedó viendo un momento:

― Pequeña, ¿estás bien?

― Sí, mamá… ¿por qué… por qué me lo preguntas? -le dijo después, dándole la espalda y tratando de ocultarle su rostro-.

― Porque sé que nuevamente estabas llorando -le dijo, tomándola por uno de sus hombros para que volteara a verla- ¿qué es lo que te pasa, cariño?... ¿por qué no me cuentas, eh? -y acarició un poco su cabello-.

Akane tenía su rostro inclinado. Dio un pequeño suspiro y después, le dijo:

― No… no me pasa nada, mamá… es solo que…

― ¿Qué, mi amor?

― Es solo que… -luego, tomó un poco de aire antes de volver a hablar- es solo que… a veces… ¡a veces me arrepiento de haber venido a la ciudad! -le dijo, abrazándola fuertemente- ¡los he extrañado mucho, mamá, mucho y jamás debí dejarlos por venirme a estudiar acá!

La señora Aiko se sorprendió mucho al escucharla:

― No, hija, no digas eso… -le dijo, después- éste siempre fue tu sueño y ya estás a pocos meses de lograrlo… no digas que te arrepientes porque fue por una buena causa.

Akane estaba llorando nuevamente y su mamá continuó:

― ¿Estás segura que solo es por eso?... es que, presiento que te pasa algo más.

― No, no, mamá… no… no hay nada más.

― ¿De verdad, hija?

― Sí…

― Bueno, está bien: voy a creerte, ¿eh? -le dijo, sonriendo- pero, ya no llores más porque eso tiene solución: lo que podríamos hacer es venir a visitarte más seguido y no esperar a que tengas vacaciones nuevamente para volver a vernos…

― ¿De… de verdad, mamá?

― Por supuesto, querida, ¿qué dices?

― ¡Sí, sí, por favor! -le dijo, un poco desesperada- ¡los necesito tanto!

La señora Aiko volvió a sonreír al escucharla:

― Bueno, entonces, hablaré con tu padre al respecto, para que podamos venir a visitarte los fines de semana.

― ¡Gracias, mamá! -le dijo, abrazándola aún más fuerte- ¡te lo agradezco mucho!

La señora Aiko volvió a sonreír, pensando en que se había preocupado de más al creer que Akane le estaba ocultando algo, porque eso no era posible. Después de todo, era normal que se sintiera así en una ciudad tan grande como ésa, pero, ya faltaba muy poco para que terminara sus estudios, volviera a su pueblo y se casara con "el hombre que amaba".

Al día siguiente, la familia de Akane partió nuevamente a su pueblo, prometiendo que vendrían a visitarla muy pronto, aunque por supuesto, el señor Soun le dejó muy claro que no sería seguido y siempre que la oportunidad se presentara, porque no podían estar descuidando la hacienda por venir a la ciudad. Akane no dejó de sentirse mal al escucharlo, pero su mamá le dijo después al oído, que no se preocupara porque ella se encargaría de hacerlo cambiar de opinión.

Akane la abrazó muy fuerte y después de despedirse de cada uno de ellos, se dirigió a la universidad, suplicando en su mente, que el tiempo que le quedaba por estar en la ciudad de Tokio, transcurriera lo más pronto posible para poder regresar a su pueblo y nunca más volver a ver a Ranma

Por otro lado, en el pueblo de Nerima, en la hacienda Kuonji, Ukyo se encontraba en su habitación terminando de arreglarse, cuando de pronto, alguien tocó a su puerta:

― Adelante -dijo Ukyo-.

― Hola, cariño -le dijo la señora Atsuko (su madrastra) ingresando a la habitación-.

― ¡Hola, mamá! -le dijo sonriendo ampliamente, mientras terminaba de cepillar su cabello-.

― Te ves muy feliz esta mañana -le dijo, sonriendo también- ¿a qué se deberá, eh?

Ukyo rio un poco:

― ¡Ah, ya sé! -continuó la señora Atsuko- es porque hoy regresa de Tokio tu prometido, ¿verdad?

Ukyo se sonrojó al escucharla:

― ¿Verdad? -volvió a decirle la señora Atsuko-.

― ¡Sí!, ¡ya hoy nos volveremos a ver! -le confirmó, muy emocionada- ¡ay, no sabes cuánto lo extrañé este fin de semana!

― Lo quieres mucho, ¿verdad, linda?

― ¡Sí, mamá, muchísimo!

La señora Atsuko negó con la cabeza, sonriendo aún:

― Me alegra escucharlo, querida y por eso, me parece muy bien que hayan tomado la decisión de casarse el mismo día que tu futura cuñada -ya que, después de esa fuerte discusión que Ryoga había tenido con su padre hacía ya unas semanas, sus abuelos también habían hablado con él para convencerlo de que no era necesario que esperara tanto para casarse con Ukyo, queriéndose como se querían y para evitar que el señor Soun siguiera con la idea de querer cancelar su compromiso- no sabes cuánto me alegra que hayan entrado en razón, porque, ¿para qué esperar tanto, no te parece?

Ukyo asintió, aun sonriendo:

― Te felicito, cariño, porque tomaron la mejor decisión -continuó la señora Atsuko- y así, ya teniendo una fecha para tu boda con Ryoga, también aprovecharemos para callar todos esos rumores que se esparcieron por ahí respecto a que el señor Tendo quería terminar tu compromiso, para casar a su hijo con Akari Unryu solo por interés… -ya que, en ese pueblo "las noticias" se difundían con muchísima rapidez-.

Ukyo cambió su expresión al escucharla e inclinó un momento su rostro:

― ¿Tú crees que eso haya sido cierto, mamá? -le preguntó, después- ¿crees que el señor Tendo de verdad pensaba terminar mi compromiso con Ryoga para casarlo con Akari por… por interés?... ¿será cierto que tienen problemas económicos?

― No, no, cariño, nada de eso es cierto -le dijo la señora Atsuko, aun sonriendo y tomando su rostro- estoy segura que todos esos rumores solo fueron inventos de esa chica por envidia, porque debe estar muy enamorada de tu prometido y quiere hacer quedar mal a su familia.

Ukyo se quedó muy pensativa y la señora Atsuko, volvió a decirle:

― Ya no pienses en eso, linda, ¿por qué mejor no aprovechamos para adelantar un poco los preparativos de tu boda, eh?... ¿qué dices?

― ¿Los preparativos de mi boda? -le preguntó Ukyo, sorprendida- pero, todavía faltan algunos meses, mamá.

― Sí, linda, pero, es mejor no dejar las cosas para el último momento... por lo menos, veamos hoy lo de tu yukata para bodas.

― Pero…

― Anda, ¿sí? -le insistió la señora Atsuko- además, me comentaron por ahí que acaban de traer unos diseños hermosos y hay que aprovechar antes que se agoten.

Ukyo se le quedó viendo un momento. Negó con la cabeza y después le dijo, sonriendo:

― Bueno, está bien, mamá: vamos.

― ¡Muy bien! -dijo muy contenta, la señora Atsuko- ¡vámonos de compras, entonces!... ¡ya verás con qué cosas lindas nos vamos a encontrar para tu boda!

Ukyo volvió a sonreír. Terminó de cepillar su cabello rápidamente y después, tomó muy emocionada un bolso de mano para ir de compras con su madrastra.

Por otro lado, en la Universidad Imperial de Tokio, después de algunas horas, al terminar el horario de clases de ese día, Ranma había llegado puntualmente para esperar a Akane en la salida, como siempre lo hacía.

Azusa y sus amigas ya habían salido de su salón de clases y lo vieron desde un poco lejos:

― ¡Vaya, vaya! –dijo Azusa- así que la anticuada piensa seguir en sus andanzas con Ranma, ¿eh? –y después dijo, en forma dramática- ¡qué descaro, por Kami-sama!: ¡¿qué no le importó enterarse que él va a tener un hijo con la mujer ésa que provocó el escándalo?!... ¡de verdad, no tiene vergüenza! –hizo una pausa- ¡ay, no, hay que poner al tanto de todo esto al Consejo Superior Universitario para que la expulsen de aquí cuanto antes, porque con esa reputación, solo está manchando el nombre de una Universidad de tanto prestigio como ésta!

Sus amigas empezaron a reírse después de escucharla:

― ¿Se puede saber qué es tan gracioso? –les preguntó Azusa, algo molesta-.

― ¡Tú, Azusa! –le dijo una de ellas, todavía riéndose- ¡tú eres lo gracioso en todo esto! jajajaja.

― ¿Y por qué dices eso? –volvió a preguntarle, en el mismo tono-.

― ¡Es que, ¿cómo siquiera puedes hablar de una "mala reputación" cuando tú no tienes la moral para hacerlo?! jajajaja –le dijo otra-.

Azusa se les quedó viendo, aún más molesta:

― ¡No te hagas, Azusa! –dijo otra más, después- ¡que tú también has salido con hombres con compromisos y algunos, hasta casados! jajajaja.

― ¡Es cierto! –dijo, otra de sus amigas- ¡tú nunca te detuviste por ese aspecto! jajaja… ¡¿por qué no admites que lo que te molesta realmente es que, en esta ocasión, por primera vez, un hombre tan apuesto como Ranma, no te prestó atención a ti sino a una "anticuada que salió de las cavernas" como tanto llamas a Akane, eh?! jajaja.

Azusa estaba que echaba chispas de lo furiosa que se puso:

― Si a ésas vamos… -continuó hablando la última chica- a ti también deberían expulsarte de aquí por tu "mala reputación" jajaja… ¿por qué no aceptas que en realidad le tienes mucha envidia a Akane, eh? jajaja.

― ¡Cállense! –les gritó al fin Azusa, bastante ofendida- ¡malas amigas, ¿cómo se atreven a decir todo eso de mí?!... ¡ustedes no son mejores que yo!

Y así siguieron discutiendo entre ellas.

Mientras tanto, unas chicas que eran compañeras de Akane y que también habían salido ya de su salón de clases, al ver a Ranma, se acercaron para hablar con él:

― ¡Hola! -le dijo una de ellas- tú debes ser Ranma, el amigo de Akane, ¿no es así?

― Sí, así es, mucho gusto -dijo amablemente, quitándose el sombrero que traía puesto-.

― Igualmente -dijo la chica- seguramente venías por ella, ¿cierto?

― ¿Venía? -preguntó sorprendido-.

― ¡Ay, qué lástima! -dijo otra- es que, fíjate que ella ya se fue.

― ¿En serio? -dijo, viendo su reloj de pulsera- pero, si apenas es la hora.

― Sí, es que, hoy se fue más temprano -dijo nuevamente, una de ellas-.

― ¿Ah, sí? -preguntó Ranma-.

― Sí, su prometido vino a traerla…

Ranma cambió totalmente su expresión al escuchar eso último:

― Parece que va a quedarse una buena temporada en la ciudad y alcancé a escuchar que la vendrá a dejar y a traer todos los días -continuó la chica-.

Ranma se quedó un momento con la mirada perdida y podía notarse decepción, desconcierto, tristeza y hasta algo de enojo en su rostro:

Está aquí… -dijo internamente, después- su prometido está aquí.

― ¡Se le ve a Akane muy enamorada de él! -dijo otra, dando un largo suspiro- ¡hacen una linda pareja y ella ya hasta nos invitó a su boda que será dentro de unos meses...!

Ranma se enojó mucho más al escucharla y sin poder evitarlo, empuñó fuertemente sus manos y golpeó una de las puertas del camión donde estaba recostado:

― ¡Entiendo! -dijo entre dientes, interrumpiéndola- ¡entiendo perfectamente!, ¡gracias! -y diciendo esto último, se subió rápidamente al camión, para irse de ahí lo más pronto posible-.

Las compañeras de Akane solo voltearon a verse entre sí, mientras que Shampoo y Akane observaban todo de lejos, aún dentro de la universidad:

― Me dio mucha lástima, amiga -le dijo Shampoo a Akane, con reproche- ¿por qué no quisiste hablar con él? ésta era una buena oportunidad para que te aclarara lo del hijo que supuestamente está esperando esa mujer… -hizo una pausa- no sé cómo fue que pudiste pedirles a las chicas que le dijeran todas esas mentiras.

― ¡No son mentiras, Shampoo! -le dijo, entre molesta y desesperada- ¡porque es cierto que me voy a casar con Kuno muy pronto!

― Akane, estás haciendo muy mal al no querer hablar con él…

― ¡Por favor, Shampoo, ya no me digas nada! -le dijo, derramando unas pequeñas lágrimas- ¡no hagas esto más difícil de lo que es, te lo suplico!... ¡fue lo mejor, porque si hablo con él, estoy segura que nuevamente va a envolverme con sus mentiras y ya no quiero!... ¡no quiero volver a creerle!

Shampoo negó con la cabeza y después, le dijo:

― Bueno, si tú no quieres hablar con él, yo podría hacerlo y…

― ¡No, Shampoo, que ni se te ocurra! -le dijo rápidamente, interrumpiéndola-.

― Pero, Akane…

― ¡Dije que no y si de verdad quieres conservar mi amistad, te pido que respetes mis decisiones y no insistas más con este asunto!... -y diciendo esto último, se fue corriendo rápidamente de ahí-.

Por otro lado, en el pueblo de Nerima, en la hacienda Tatewaki, Nabiki se encontraba con su hijo en la gran habitación que Kuno les dio a ambos, desde que los obligó a irse con él (y que por supuesto, era mucho más grande que el pequeño departamento que ella había logrado alquilar):

― Ve a bañarte, cariño -le dijo Nabiki a Tacchi, mientras acariciaba un poco su cabello- porque ya casi va a ser la hora de cenar.

― Sí, mami -le respondió Tacchi- y después, ¡¿puedo ir a ver el caballito que me regaló el señor Cacahuate?! -pues, Kuno sí había cumplido la promesa que le había hecho a su hijo y le había regalado uno de los caballos- ¡¿sí?!, ¡¿me das permiso?!

Nabiki cambió su expresión al escucharlo y le dijo:

― Ya es muy tarde, cariño: tal vez mañana.

― ¡Solo un ratito, ¿sí?! -le dijo, en tono de súplica- ¡por favor, mami!

― No, Tacchi, ya te dije que no -le dijo, algo molesta- además, es mejor que no te encariñes tanto con ese animal porque cuando nos vayamos de aquí, no vamos a poder llevárnoslo.

― ¿Irnos? -le preguntó el niño, con algo de tristeza- pero, yo no me quiero ir de aquí, mami.

― Hijo, únicamente estaremos aquí hasta que se recupere la señorita Kodachi y después, nos iremos.

― Pero, a mí me gusta este lugar.

― ¡Ya, Tacchi, por favor! -le dijo, aún más molesta- ¡no quiero que me hagas berrinches, ¿de acuerdo?!: ¡ahora, obedéceme!

El niño se sorprendió mucho al verla así, (pues, era muy raro que lo regañara). Después, asintió levemente y se dirigió al cuarto donde estaba la bañera.

Al irse, Nabiki tomó un poco de aire para tratar de tranquilizarse y luego, pensó:

¡Solo esto me faltaba: que ahora Kuno quiera poner a mi hijo en mi contra y quiera ganárselo a base de regalos, pero, no lo voy a permitir, porque aunque él me tenga amenazada, muy pronto me iré de aquí con Tacchi y él no podrá hacer nada al respecto!

De pronto, dirigió su mirada hacia una mesita de noche que estaba a la par de su cama y vio un estuche muy fino en ella, que no había estado ahí antes.

Se acercó, lo tomó en sus manos y lo abrió:

― ¿Una cadena, un brazalete y unos aretes de oro? -dijo, muy sorprendida y luego, vio un pequeño papel doblado que estaba hasta abajo. Lo desdobló y lo leyó- "espero que te gusten mis obsequios, nena, porque son dignos de una reina como tú y esto solo es una pequeña muestra de todo lo que podrías tener si aceptas mi propuesta de volver a tener una relación conmigo".

Al terminar de leer el papel, Nabiki le dio otra mirada a las cosas que estaban en ese estuche y pensó:

Jamás creí que en mi vida, alguien llegaría a regalarme algo tan caro… -dijo, con algo de nostalgia- ¿cómo cuánto dinero habrá gastado Kuno en todo esto? -dijo, mientras observaba más detenidamente los obsequios- son hermosos… -de pronto, entró en razón- ¡no, no voy a caer en su juego!: ¡Kuno no me va a comprar jamás!… ¡después de todo el daño que me hizo, ¿cómo se atreve a pedirme que sea la otra mujer?!... ¡es un descarado, un infeliz, pero, no se va a salir con la suya, porque muy pronto me iré de aquí! -y diciendo esto último, aventó el estuche lo más lejos que pudo, dispuesta a no ceder ante esa horrible proposición-.

Por otro lado, después de algunos días, nuevamente en la ciudad de Tokio, Akane continuó negándose a aclarar las cosas con Ranma, pensando que muy pronto él se cansaría de buscarla al saber que "supuestamente" su prometido estaría en la ciudad por tiempo indefinido y que la vendría a recoger todos los días a la universidad.

Shampoo le seguía insistiendo que hablara con él, porque a ella nadie le quitaba de la cabeza que esa mujer solo le había mentido al contarle todo aquello, pero, su amiga no quería hacerle caso.

Una mañana, muy temprano, Akane venía caminando por la acera, como lo hacía todos los días para ir a la universidad, sin imaginar que esta vez, Ranma la buscaría a esa hora:

― ¡Akane! -escuchó de pronto que le gritaban desde el otro lado de la calle, cuando ya estaba por ingresar-.

Akane se quedó estática al darse cuenta de quién se trataba y por poco, bota todo lo que llevaba en sus brazos, como en una anterior ocasión.

Ranma estaba por atravesarse la calle para ir con ella, pero, al percatarse Akane de sus intenciones, sin pensarlo dos veces, se echó a correr lo más rápido que pudo, para ingresar a la universidad:

― ¡Akane, espera! -le volvió a gritar él, sorprendido por su actitud, mientras se atravesaba con algo de dificultad (pues, venían varios autos y le bocinaban bastante molestos al tener que frenar para no lastimarlo)-.

Al lograr cruzar la calle, corrió como si su vida dependiera de ello y no tardó mucho en alcanzarla:

― ¡Espera! -le dijo nuevamente, con la respiración agitada y tomándola del brazo- ¡¿qué pasa?!, ¡¿por qué no quieres hablar conmigo?!... ¡¿por qué huyes?!

― ¡Suéltame! -le dijo, con algo de desesperación- ¡suéltame, por favor!... ¡te lo suplico!

Ranma se sorprendió mucho más al verla así:

― ¿Por qué te pones así? ¿qué es lo que está pasando, Akane?

― ¡Déjame tranquila, no quiero verte! -le dijo, aún desesperada-.

― ¡Pero, ¿por qué, Akane?!: ¡¿acaso es porque tu prometido se encuentra en la ciudad y te ha estado viniendo a traer?!

Akane empezó a llorar, sin poder evitarlo:

― ¡Respóndeme, por favor! -continuó él-.

― ¡Vete, te lo suplico, ya no me busques más!

― Es por eso, ¿verdad? -volvió a preguntarle, después- bueno, entonces, ya que está en la ciudad, aprovecharé para hablar con él de una vez por todas, sobre mis sentimientos por ti: dime dónde puedo encontrarlo.

Akane luchaba por zafarse de su agarre:

― ¡Por favor, dímelo! -le insistió él-.

― ¡No, Ranma, no! -le dijo, al fin- ¡no te lo voy a decir, porque tú no tienes nada qué hablar con él…!

― ¡Sabes que sí tengo mucho qué hablar con él, Akane, porque tú me amas a mí y yo ya te he dicho en varias ocasiones que tu compromiso no es ningún obstáculo para que pueda luchar por ti!

― ¡Te equivocas, Ranma! -le dijo llorando e inclinando el rostro- ¡yo… yo… yo no te amo!, ¡¿me oyes?!... ¡no quiero nada contigo y no pienso terminar mi compromiso con él, por ti!

Ranma se sorprendió mucho más al escuchar eso último:

― No puede ser verdad lo que dices -le dijo desconcertado- no te creo nada: estás mintiendo, Akane… yo sé que estás mintiendo.

Akane aún tenía el rostro inclinado, mientras seguía llorando desesperadamente:

― Entonces, ¿por qué lloras? -le preguntó él- si no me amas, ¿por qué lloras así?

― Déjame…

― No, Akane, no lo voy a hacer -dijo, tomando su mentón suavemente- mírame a los ojos y repite que no me amas… -hizo una pequeña pausa- por favor, repítelo, muñequita.

Las lágrimas seguían cayendo por las mejillas de Akane y se puso a temblar, al sentirse incapaz de repetir algo así:

― Estoy esperando que lo digas, Akane -volvió a decirle Ranma- ¿o prefieres que te bese en este instante para confirmar que nada de lo que me dijiste es verdad? -le preguntó, mientras acercaba lentamente su rostro al de ella-.

― Déjame, te lo suplico… -le dijo, casi en un susurro- mejor… mejor ve… ve con tu prometida y a mí, no me busques más.

― ¿De qué estás hablando? -le preguntó desconcertado- yo no tengo ninguna prometida.

― Toma… Toma tenía razón -le dijo después, con voz entrecortada-.

― ¡¿Toma?! -le preguntó, bastante molesto- ¡¿qué te dijo ese infeliz?!

― ¡Solo la verdad, Ranma! -le dijo después, casi gritando- ¡solo la verdad! -y diciendo esto último, logró zafarse de su agarre para empezar a correr y alejarse de él-.

Ranma estaba furioso y desconcertado a la vez:

― ¡¿La verdad?! -repitió, después- ¡pero, ¿qué verdad?!... ¡rayos! -y pateó fuertemente un bote de basura que estaba cerca de él, provocando que se asustaran los estudiantes que estaban cerca de ahí-.

Él, poca importancia le dio a eso y después dijo, internamente:

¡Justo cuando todo iba tan bien, pero, ahora mismo iré a ajustar cuentas con ese miserable, porque no estoy dispuesto a perder a Akane!... ¡eso jamás!

Mientras tanto, en la mansión de la familia Konjo, una de las empleadas, llamada Chihiro, tocaba a la puerta de la habitación de Mariko para poder ingresar y hacer la limpieza diaria:

― ¡Pasa, Chihiro! -le gritó Mariko, desde la habitación donde estaba terminando de cambiarse y arreglarse, después de haber tomado una ducha-.

― Con permiso, señorita -dijo ingresando y colocando en el suelo las cubetas y trapeadores que traía para hacer la limpieza-.

Primero tendió la cama, luego, dobló la pijama de Mariko y después, se puso a limpiar el escritorio que estaba en la habitación, pero, en un pequeño descuido, botó una bolsa de mano que estaba sobre el escritorio, vaciándose enseguida todo lo que estaba adentro:

― ¡Ay, qué tonta! -dijo rápidamente, recogiendo las cosas-.

Cuando ya estaba por terminar de recoger todo, vio un sobre que llamó su atención (pues, en todos esos días, Mariko no había sacado de su bolso de mano, el sobre que contenía los resultados que le habían entregado en el hospital):

― ¿Hospital Toranomon? -dijo sorprendida- ¿estará enferma la señorita? -y llevada por la curiosidad, abrió el sobre y sacó la hoja que estaba en el mismo, para leerla- ¡¿qué?! -dijo mucho más sorprendida, al terminar de leer- ¡¿la señorita está embarazada?!

― ¡Mariko, ya me voy! -dijo de pronto el señor Konjo, ingresando a la habitación para poder despedirse de ella, pues, iba a salir de la ciudad nuevamente-.

Chihiro botó la hoja por el susto, al escuchar al padre de Mariko:

― ¡Ahora salgo, papá! -dijo Mariko, desde la otra habitación-.

― ¿Qué te pasa, Chihiro? -le dijo el señor Konjo, al ver su reacción-.

― A mí… na… na… nada, señor -le dijo aún asustada, recogiendo la hoja, pero, por los nervios, volvió a botarla-.

― Espera, yo la recojo -le dijo el padre de Mariko, agachándose para tomarla, pero, al ver que la hoja tenía el membrete de un hospital y el nombre de su hija, se sorprendió mucho y la leyó completa-.

― ¡Qué te vaya muy bien, papito! -dijo de pronto Mariko, saliendo muy contenta de la otra habitación (pues, se sentía nuevamente en completa libertad para volver a intentar algo con Ranma y esta vez, aunque tuviera que ponerle somníferos a su bebida, iba a conseguir a como diera lugar, comprometerlo)-.

El señor Konjo se quedó estático y después, las manos empezaron a temblarle de lo furioso y desconcertado que estaba:

― ¿Te pasa algo, papi? -le preguntó Mariko, al ver su actitud-.

― Estás… ¡¿estás embarazada, Mariko?! -le gritó después, casi fuera de sí-.

Mariko palideció y quedó como si fuera una estatua al escucharlo:

― ¡Contéstame, con mil demonios! -dijo, acercándose a ella y sujetándola fuertemente del brazo- ¡¿estás embarazada?!

― Yo… yo… -dijo, muy nerviosa- yo… sí, papá.

― ¡¿Quién fue, Mariko?!... ¡¿quién fue?! -le volvió a gritar- ¡¿acaso, fue ese ex noviecito tuyo que regresó del ejército?!

¡No, no puedo decirle la verdad! –pensó Mariko, aún muy asustada- ¡no puedo decirle que el hijo que espero es de Shinnosuke, porque me obligaría a casarme con él y entonces, sí tendría que olvidarme de cualquier posibilidad con Ranma!... ¡no, eso jamás!

― ¡Contéstame, maldita sea! –gritó de nuevo el señor Konjo, al ver que se tardaba mucho en responderle- ¡¿fue él?!

Chihiro solo se quedaba viendo, muy asustada:

― Sí… sí, papá -dijo al fin Mariko, con voz entrecortada- fue… fue Ranma.

― ¡Diablos! -gritó el señor Konjo, aún furioso- ¡¿cómo pudiste, Mariko?!: ¡¿cómo pudiste hacerme algo así?!... ¡te advertí que no quería volver a verte cerca de ese muchacho, pero, esto no se va a quedar así!, ¡¿me oyes?!, ¡no se va a quedar así!: ¡ese infeliz tendrá que pagar por lo que hizo!

Mientras esto ocurría, en la casa de la familia Saotome, Asami (una de las empleadas) se encontraba lavando ropa y tendiéndola, pero, justo cuando estaba por terminar de lavar todo lo que estaba en una cesta, se encontró con aquella playera blanca de Ranma que estaba manchada de helado:

¡¿Otra vez esta playera?! -dijo internamente, bastante molesta- ¡cómo odio esta playera! -aunque, en realidad, era a la chica que la había manchado de helado a quien odiaba. Y arrugándola con mucha fuerza, la aventó al lavadero, para empezar a restregarla fuertemente contra la piedra, queriendo romperla:-

― ¡¿Qué haces, Asami?! -le dijo otra de las empleadas, quitándole la playera- ¡¿qué te pasa?!... acaso, ¡¿estás loca?!... ¡el joven Ranma se va a molestar mucho si le arruinas su playera!

― ¡Pues, no me importa, ¿me oyes?! -le dijo furiosa- ¡no me importa!

― Asami… -le dijo desconcertada- pero, ¿qué es lo que te pasa?

Asami apretó fuertemente los puños e inclinó el rostro:

― Es que… es que… ¡simplemente, no puedo más!... ¡no puedo! -dijo después y empezó a llorar-.

Su compañera se le quedó viendo, muy preocupada y después, se acercó a abrazarla:

― Asami, tienes que controlarte…

― ¡Es que, no puedo evitar ponerme así cada vez que veo esta playera y recordar que él nunca olvidó a la mujer que se la manchó!

― Ésa no es ninguna justificación para que quieras romperla: sé que sigues enamorada del joven, pero, tienes que olvidarlo, por tu propio bien… él no es para ti.

― Lo siento, Beniko -dijo Asami, dirigiéndose a su compañera de trabajo- pero, es que, no puedo dejar de quererlo…

― Pues, vas a tener que hacerlo o de lo contrario, lo mejor será que busques otro lugar de trabajo.

― Es que, yo… yo tenía la esperanza de que con el paso de los años, él se olvidaría de esa mujer, pero, no fue así… ¡hasta se reencontró con ella! -dijo, muy triste-.

Beniko solo negó con la cabeza y Asami continuó:

― ¡Y de solo rememorar que lo vi besándose con ella en la fiesta que dio la señorita Mariko para darle la bienvenida, se me rompe el corazón en mil pedazos!

― ¿Con quién se estaba besando Ranma, Asami? -dijo de pronto, alguien más en esa habitación-.

Las dos voltearon a ver rápidamente, entre asustadas y nerviosas:

― Respóndeme, Asami -le insistió la señora Nodoka- ¿con quién se estaba besando mi hijo en la fiesta que dio Mariko?

― Señora, yo… -dijo Asami, aún más nerviosa- yo… es que…

― Mi hermana te hizo una pregunta, niña -dijo interviniendo la señora Hinako, mientras se cruzaba de brazos- ¡respóndele inmediatamente o en este mismo instante, recoges tus cosas y te largas de la casa, sin que te demos alguna recomendación!

Asami se asustó mucho al escucharla:

― Hinako, por favor -dijo la señora Nodoka- no exageres, no es para tanto –después, se acercó un poco más a Asami y le dijo- dime, linda… dime, por favor, con quién viste que se estaba besando mi hijo.

Asami se quedó callada e inclinó el rostro:

― ¡Habla de una buena vez! -le gritó la señora Hinako- ¡¿con quién se estaba besando mi sobrino?!

― Su sobrino… -dijo, al fin- su sobrino se estaba besando con la chica que… con la chica que acompañó al joven Akiyama a la fiesta -apellido de Toma-.

La señora Nodoka se cubrió la boca con una mano, por la impresión y negó con la cabeza:

― No… no -dijo, algo desesperada- esto no puede ser… no puede ser.

La señora Hinako sonrió internamente, al confirmar sus sospechas y después, le dijo a su hermana:

― ¡Yo supe desde que vi por primera vez a esa tal Akane, que ella era la mujer comprometida con la que mi sobrino estaba obsesionado, pero, tú no me quisiste hacer caso, Nodoka!... ¡ay, no, ya sabía yo que ese muchachito iba a terminar en malos pasos, yo siempre te lo advertí! -dijo después dramáticamente, como era su costumbre- ¡esto sí que es muy serio!: ¡mi sobrino, mi único sobrino manchando nuestro apellido!... ¡qué escándalo!: ¡¿qué van a decir nuestras amistades?!... ¡vamos a estar en boca de todos! -y después dijo, internamente- ¡quién diría que ese niñito iba a salir todo un mujeriego, porque todavía falta que se sepa lo de Mariko! jajajaja… ¡esto sí que se va a poner muy bueno y apenas es el principio de tu sufrimiento, Nodoka! jajaja.

Por otro lado, después de unos minutos, en la fábrica de cerámica de la familia Saotome, Toma se encontraba en el área de producción, revisando unos pedidos y mientras lo hacía, platicaba con Taro (uno de sus compañeros de trabajo):

― ¿Sabes, Taro? -dijo Toma- hoy voy a ir a buscar a Akane nuevamente a la hora del almuerzo.

― ¿Sigues con lo mismo? -le preguntó Taro- olvídate ya de esa chica, por favor.

― No, Taro, no puedo: de verdad, la amo y no me voy a dar por vencido con ella.

― Te gusta meterte en problemas, ¿verdad?, porque a Ranma no le va a gustar nada que la sigas buscando.

― No me importa, Taro -dijo, con convicción- no me importa si tengo que volver a enfrentarme a él, porque estoy dispuesto a lo que sea, con tal de conquistar a Akane y él no me lo va a impedir.

Taro bufó fastidiado. Iba a decirle algo más, pero, antes de que pudiera hacerlo, alguien gritó en ese momento:

― ¡¿Qué fue lo que le dijiste a Akane, infeliz?!

Ambos voltearon a ver y ahora fue Ranma, quien sin darle tiempo a Toma para reaccionar, le dio un fuerte puñetazo en una de sus mejillas, botándolo al suelo:

― ¡Ranma, tranquilízate! -le dijo Taro, sujetándolo de los brazos por detrás-.

Pronto se acercaron otros trabajadores para ayudar a Taro a sujetarlo, pues, Ranma estaba furioso y dispuesto a seguir golpeando a Toma:

― ¡¿Por qué rayos te quieres seguir interponiendo entre Akane y yo, eh?! -le gritó, nuevamente- ¡ella me ama a mí!: ¡solo a mí y a pesar de tus intrigas, no vas a salirte con la tuya!

Toma se levantó del suelo, se limpió un poco la sangre que tenía en la comisura de sus labios y después, le gritó también:

― ¡Yo solo le dije la verdad sobre ti y me alegra mucho que me haya hecho caso, porque tú solo quieres que sea una más en tu lista de conquistas!

― ¡Juega limpio, Toma!: ¡no es de hombres lo que estás haciendo!

Ambos siguieron discutiendo fuertemente, hasta que apareció el señor Genma y dijo, muy molesto:

― ¡¿Qué está pasando aquí?!

Ranma se zafó bruscamente del agarre de los trabajadores, aún furioso y el señor Genma volvió a decir:

― ¡Que me digan qué es lo que está pasando aquí!

Tanto Toma como Ranma, se seguían fulminando con la mirada, pero, ninguno decía nada:

― ¡Bueno, ¿ninguno de los dos piensa hablar o qué?! -volvió a gritar el señor Genma-.

― Anda, Ranma… -dijo al fin Toma, con sarcasmo- ¿qué esperas para contarle a tu padre lo que has venido haciendo desde hace tiempo?... ¿por qué no se lo dices de una vez por todas, si te crees tan hombre, eh?

Ranma se molestó mucho más al escucharlo y apretó fuertemente los puños, conteniéndose para no volver a golpearlo:

― ¿De qué está hablando Toma, Ranma? -le preguntó su papá- ¿qué es lo que tienes que contarme?

Ranma aún estaba muy molesto, pero, antes de que pudiera hablar, se escuchó que alguien más venía gritando a lo lejos:

― ¡¿Dónde está?!... ¡¿dónde está ese infeliz?! -era el padre de Mariko-.

― ¡Cálmese, por favor, señor! -le venía diciendo la secretaria del señor Genma, mientras trataba de seguirle el paso-.

Todos voltearon a ver:

― ¡Le voy a dar su merecido a ese malnacido! -volvió a gritar el señor Konjo-.

― ¿Qué es lo que te pasa, Ikki? -le preguntó el señor Genma, al verlo tan molesto- ¿por qué vienes gritando así?

― ¡Quiero matarlo!... ¡voy a matar a tu hijo! -dijo después, mientras trataba de acercarse a Ranma, pero, el señor Genma se interpuso-.

Ranma se sorprendió mucho al escucharlo y le dijo:

― Oiga, ¿por qué dice algo así?... ¿qué se supone que hice para que quiera matarme?

― ¡Maldito miserable, ¿cómo te atreves todavía a preguntármelo?!

― ¡Cálmate, Ikki! -le volvió a decir el señor Genma, mientras lo sujetaba- ¡¿de qué estás hablando?!

De pronto, Mariko entró corriendo muy preocupada a ese lugar, pues, había llegado con su padre a la fábrica y también venía siguiéndole el paso:

― ¡Voy a matarlo!... ¡voy a matarlo! -volvió a gritar el señor Konjo-.

― Pero, ¡¿por qué, Ikki?!, ¡¿por qué?! -dijo nuevamente, el señor Genma-.

― ¡Porque ese malnacido deshonró a mi hija y ahora por su culpa, está embarazada! -dijo al fin, aún furioso-.

Todos escucharon perfectamente y se sorprendieron bastante (sobre todo, Ranma):

― ¡¿Qué?! -dijo Ranma, después- pero, ¡¿de qué rayos está hablando?!

El señor Konjo se molestó aún más y antes de que pudiera decir algo nuevamente, Mariko intervino:

― Mi papá… mi papá habla del hijo que… que estoy esperando y que muy pronto tendremos tú y yo, Ranma... –dijo con tal convencimiento, dispuesta a llevar esa mentira hasta las últimas consecuencias-.

CONTINUARÁ…

¡Hola, apreciados amigos, me da mucho gusto poder saludarlos! :)

Siempre agradezco mucho que me sigan acompañando en la lectura (a pesar de haberme ido por unos meses de acá jejeje) y ahora sí ya me quedé por el momento sin más contenido que compartirles de este fic jejeje.

Nuevamente, quiero pedirles un millón de disculpas por estar entre que "hoy me quedo, mañana me voy" jejeje XD... no, de verdad, les pido disculpas porque cuando empecé a compartir mis historias jamás pensé que me encontraría con una situación de hostigamiento casi a diario y fue mi falta de experiencia en tratar con personas así que me llevó finalmente a tomar la decisión de irme de esta plataforma :'(... yo, de verdad, espero que eso no vuelva a suceder, porque únicamente quiero compartir con todos ustedes las pequeñas ideas que se me han ocurrido, sin ánimo de ofender a nadie (por cierto, ya tengo otra historia por ahí que me falta pulirla un poco, pero que espero poder compartirla muy pronto). Así que, dejo en ustedes si desean seguirme acompañando a leer por acá o en Wattpad, porque de igual manera, serán muy bien recibidos :)

Les mando muchos saludos a todos desde mi bellísimo país, el que todos los guatemaltecos soñamos que vuelva a ser conocido como "el país de la eterna primavera", pues, hemos estado atravesando por muchos conflictos, hasta el punto de estar a un paso de "un golpe de Estado" :'(, pero, de verdad, deseamos con todas nuestras fuerzas que eso no vuelva a suceder (pues, ya se dio hace muchos años) y esperamos que las personas que le están haciendo mucho daño a nuestro país, renuncien en estos días :)

¡Hasta pronto, cuídense mucho! :)