Serah jamás había escuchado a alguien tan ruidoso como aquel grupo de piratas. Creía haberlo visto todo junto a sus compañeros, pero realmente ese hombre llamado Luffy era peor que todos juntos.
Shachi casi la había sacado a rastras de la habitación de Las –no sin antes dedicarle una mirada insinuante– y ahora estaban todos en la cubierta del barco aliado, haciendo planes, o eso querían los Heart.
–¡Tengo hambre! –gritaba ese alegre chico, dando saltos por todo el barco.
–Luffy, por favor, que tenemos que planear la invasión… –le replicaba una mujer de su misma banda.
El capitán se sentó en la barandilla de cubierta, mirándonos a todos. Puso una exagerada mueca triste, pero luego se comenzó a sacar un moco con un dedo.
–¿Y no podemos planear y comer?
–Dios mío, no tienes remedio –esa misma mujer de pelo anaranjado le había dado un capón para hacerlo bajar.
Serah los miraba detenidamente, sus amigos parecían estar acostumbrados a ese comportamiento. Luego meditó cómo Law había accedido a hacer una alianza con él, seguramente tampoco lo sabía.
Y hablando del capitán, también estaba con ellos, pero desde que desembarcaron del submarino no le había dedicado ni una palabra. Extrañamente sentía que algo pasaba por su cabeza y que indirectamente la implicaba, ya tendrían tiempo de hablar más tarde.
Los Sombrero de Paja los invitaron a un improvisado picnic sobre el césped que tenían en el barco. Serah apenas había pisado un barco real, pero sinceramente aquel era el más bonito que había visto nunca.
El cocinero de su tripulación preparó comida abundante para todos, y tenía muy buena pinta. La chica estaba sentada junto a Bepo y Penguin, pero tenía a su capitán delante, y no le quitaba el ojo discretamente.
Aquel hombre rubio y trajeado se acercó a ella con un plato lleno de sándwiches de queso.
– Madamme, si esto no es de su gusto, puedo prepararle algo más –le dijo, inclinando la cabeza de forma caballerosa.
La mujer solo pudo sonreír, no estaba habituada a ese trato, le pareció amable y cortés. En el otro lado del grupo, los de su misma tripulación lo miraban con mala cara.
–No te preocupes, esto me gusta –le negó, tomando el plato– Perdona, ¿cómo te llamabas?
– Sanji –el cocinero le tomó la mano rápidamente y se inclinó para besarla con cuidado– Para servirla.
– No hace falta que acoses a cada mujer que te encuentres –interrumpió otra voz más grave.
Serah prestó atención al nuevo interlocutor, un hombre con el pelo color verde, apoyado en la pared de madera de la cubierta. Estaba bebiendo una botella de alcohol él solo.
–¡Calla, idiota! –le gritó el cocinero– La próxima vez comes basura.
–No te atreves –le reta el otro, apartando su comida.
Los Sombrero de Paja rieron en coro. Los piratas Heart suspiraron, aunque alguno también reía por lo bajo. Definitivamente con ellos no nos íbamos a aburrir.
El variopinto grupo se había reunido en la sala de navegación, un cuarto lleno de mapas y libros por doquier. En la mesa del centro había varios papeles amontonados. Estaban decidiendo quién hacía cada tarea.
–¿Dónde está Caesar? –preguntó el capitán de los Heart.
–Franky lo tiene encerrado en la bodega –le responde otro hombre de la tripulación de Luffy, con una particular nariz alargada. Más tarde se presentó como Ussop.
–Bien, pues Serah y yo iremos al intercambio con Doflamingo –dijo, señalando un punto algo alejado de la ciudad, parecía una playa.
–Creo recordar que no había mujeres en tu tripulación, señor cirujano –interrumpió una de las dos mujeres de su grupo, una alta y morena que miraba con desconfianza a la chica.
– He sido el fichaje de última hora –respondió la aludida, encogiéndose de hombros.
Ahora todos la miraban, se sentía pequeña, odiaba ser el centro de atención.
–¿Y es de fiar? –pregunta nuevamente esa mujer de penetrantes ojos azules.
–Su habilidad nos va a ayudar con esto –la defiende Law ante los demás piratas.
– O la puedes usar de carnaza después.
–Robin, das miedo –se quejó Ussop.
Luffy observaba la conversación en silencio, pero hizo caso omiso de todo. De hecho, se abalanzó hacia la chica nueva y la abrazó enrollando los brazos a su alrededor, sorprendiendo a la susodicha.
–¡Si Torao confía en ella, nosotros también! –grita a todos.
Serah se comienza a reír cuando el chico moreno la suelta y se queda a su lado, sonriendo ampliamente. Sonó lo suficientemente convincente al resto de la tripulación, no hubo más quejas.
–¿Y qué habilidad tiene? –preguntó la navegante, de nombre Nami, con curiosidad.
La morena había pasado más tiempo entrenando su habilidad, que últimamente consiguió externalizarla. Alargó las manos sobre la mesa y colocó una sobre la otra. Pronto, una proyección de su ubicación salía de sus palmas. Una tenue luz blanca marcaba el borde de los objetos físicos.
–Wow –murmuran algunos.
Era la ubicación en tiempo real de todo lo que le rodeaba en unos amplios kilómetros. Ahí estaba el barco de los Sombrero de Paja, sus ubicaciones, el misterioso prisionero de la bodega, el submarino de los otros surcando el mar a su lado, los peces nadando alrededor…
–Es perfecto para colarnos en Dressrosa sin ser vistos –añadió Law, mirando a su compañera ciertamente orgulloso.
Finalmente había cedido a que lo acompañase, pero con el detalle de que ella quedaría a una distancia prudencial de la pelea cuando iniciase todo.
Serah desactivó su poder y retrocedió otro paso, para que siguieran hablando.
– Descubrimos la ubicación de la usuaria que transforma a la gente en juguetes –siguió Ussop, señalando de nuevo el mapa en la mesa– Hay un subsuelo bajo la ciudad, ahí hay varios comandantes de la familia Donquixote.
–Vuestra misión es dejarla inconsciente, o si se pone sería la cosa, matarla –interrumpe la otra mujer alta, cuyo nombre era Nico Robin.
Se escuchan varios murmullos entre los piratas del Sombrero de Paja, no están de acuerdo en hacer daño a nadie. Pero Law si concuerda con la arqueóloga, su mirada se había oscurecido.
Nadie allí lo sabía, pero el cirujano tenía una deuda pendiente con Doflamingo por el asesinato de su hermano, por lo que iba a por todas. No iba a dudar en matar a cualquiera que se interpusiera en sus planes de detenerlo, y le daba igual si era de su banda o de los enemigos.
–Evitemos heridos –interrumpió esta vez Nami– Y ya veremos después…
–Luffy y Franky se encargarán de investigar la zona del Coliseo –dijo Ussop, cortando la conversación anterior– Kin'emon y Momonosuke llegaron a la isla hace días, os reunireis allí con ellos, ¿vale?
Serah era ajena a esa conversación, había nombres que no conocía, pero se quedó con los principales con los que tendría que hablar. Los piratas terminaron de designar el puesto de cada uno. Finalmente la mujer llamada Robin los acompañaría también a entregar al científico donde habían planeado reunirse con Doflamingo.
Estaba con los nervios a flor de piel, pensar en que finalmente se enfrentaría al hombre que hundió toda su vida, la hacía temblar como un flan. Law estaba casi en las mismas, pero no lo expresaba de forma tan visible.
La tensión siguió en el aire hasta la cena, donde todos se volvieron a reunir en la cocina para disfrutar de un maravilloso banquete. La mujer se fue acostumbrando poco a poco a lo efusivo que era el otro capitán, lo ruidosos de sus compañeros y la confianza fue surgiendo poco a poco.
Y no era para menos, en apenas unas horas serían capaces de arriesgar sus vidas para salvarse los unos a los otros.
