PERSIANA AMERICANA (STRIPTEASE)

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Cuando el auto donde iba con el resto de sus compañeros se detuvo frente a un club, supo que no sería buena idea haber aceptado salir con sus colegas para celebrar, el local nocturno EROS perfectamente decorado con hermosas luces de neón en colores rojos y violetas le daban la bienvenida al lugar. Saga miró su reloj de pulsera, eran casi las doce de la noche y mañana tenía que trabajar temprano.

Entraron juntos mientras reían comentando un par de anécdotas con alguna chica del lugar, uno de ellos llamó a un mesero diciendo que querían una ronda de tragos para todos. El club, a pesar de tener una enorme reputación de excesos, era considerado el mejor Night Club de la ciudad en todo sentido, era a la vista bastante cómodo, un sitio con un piso completo bastante grande donde se ubican las mesas individuales y grupales, y un escenario cuadrado en el centro, la superficie estaba cubierta de placas rojas con luces y dos barras verticales fijas. La primera línea de mesas eran las individuales y estaban a un metro y medio de distancia del escenario, recorriendo la cuadratura; de esas mesas venía otra fila que bordeaban, al igual que las primeras, la forma cuadrada, estas estaban menos separadas entre sí y eran para más personas.

El grupo de hombres se sentaron en la primera hilera de mesas, que es donde se acomodaron agrupándose en pares centrados al escenario, que le darían una visión casi completa del show. Saga se sentía algo incómodo, no podía un profesor de primaria estar frecuentando estos lugares, pues, aunque era su vida personal, podría repercutir en su reputación como maestro, la cual intentaba de mantener siempre de buena manera. La primera ronda la bebieron con total normalidad, conversando sobre cosas cotidianas desde una mesa a otra, aún faltaban un par de minutos para el primer show por lo que aún no era hora para que sus descarados amigos se volvieran locos con las mujeres.

Los minutos pasaron y con ello, el primer espectáculo dio inicio, tres mujeres guapísimas bailaban al ritmo de una música rápida, pero seductora, meneándose al compás, tan provocativas que dejaban a varios de sus amigos babeando sobre la mesa. No faltó mucho para que Saga se quedara solo sentado mientras sus amigos lo abandonaban para acercarse al borde del escenario y darles dinero a aquellas mujeres que ya se habían quitado la parte superior de su ropa.

Jugó con los pequeños hielos que quedaban de su wiskhy meneando el vaso aburrido y harto de la insistente música del lugar, esperando hastiado que todo esto termine para poder volver a su casa. Eran cerca de las dos de la mañana cuando la persona quien dirigía el show dio inicio al último número, presentando a la estrella del club, Aries.

Saga, sabiendo que esto sería lo último y que podría irse para descansar al menos un par de horas, puso finalmente atención al show, viendo como un hombre de piel blanca y contextura delgada sube al escenario, con una propuesta totalmente diferente, la música arábica con una mezcla de tambores, flautas y cascabeles se habían apoderado del lugar dando un ambiente más exótico, acorde a la apariencia del bailarín quien enfundado en telas rojas transparentes cruzándole por el cuerpo comenzaba a bailar moviendo las caderas. Saga no supo en qué momento se había quedado abstraído de como aquella persona se expresaba en el escenario, moviéndose con la elegancia de una serpiente, el cabello largo y lacio extrañamente pintado en un tono lila se mecía detrás de su espalda marcada por delicados músculos y terminada en una fina cintura que había dejado a todos enloquecidos.

Elegante, atractivo y sensual, incluso detrás del antifaz negro sus ojos estaban cargados de erotismo. Su baile no era obsceno, incluso después de desenvolver la primera capa de tela roja transparente y usarla como cachemira pasándola por el cuerpo lentamente, bailando de forma provocativa, seductora, excitante y sexy. Y que al quitarse aquel pantalón suelto ajustado en los tobillos quedaba con un juego de joyería que le cruzaba por el cuerpo haciéndolo ver aún más etéreo, cubriendo su parte íntima únicamente por una finísima ropa interior dejando demasiado a la imaginación del resto.

El bailarín terminó su show en medio de movimientos de cadera arrodillándose en el escenario, Saga podía jurar que sus miradas se cruzaron por un leve periodo de tiempo, encendiéndolo de una forma idílica.

Regresó varias veces después de eso, le encantaba verlo bailar. Primero eran un fin de semana al mes, luego una vez cada quince días y al final terminaba yendo cada fin de semana, con la única intensión de ver al bailarín que se había apoderado de su mente con su baile, deseando en algún momento poder tener un acercamiento con él.

Un día mientras dejaba el dinero, para su bailarín, en el bar, como lo hacía cada vez que iba, se enteró que podía pedir bailes privados y lo hizo, pidió al exótico chico de cabello lacio que lo había encantado desde la primera vez que lo vio. Después de su espectáculo, que era siempre el último, lo llevaron hacia una de las habitaciones privadas del club, que se ubicaban en el segundo piso. El suelo de allí estaba cubierto por una alfombra roja con decoraciones negras y doradas, los apliqués que iluminaban el pasillo lo hacían con las luces rojas y violetas, y a un costado se veían puertas negras que debían ser las habitaciones de los demás trabajadores.

Un garzón lo hizo entrar a la habitación correspondiente a Aries, a una sala con las paredes cubiertas por telas rojas con detalles simétricos en colores dorados y el suelo de alfombra roja con detalles similares, totalmente contrastado con la decoración del pasillo que parecía ser mucho más moderna, estas sin embargo daban un estilo árabe, con lienzos de tela rojo transparente entrelazándose, las luces naranjas hacían que el color rojo de la habitación resaltara aún más, pero aun así mantenía ese tono apagado para destacar el erotismo. Un sofá curvo de color oscuro lleno de almohadones de colores dorados y rojos, y telas del mismo color se encontraba al frente de un escenario pequeño tapado por una persiana, siendo las dos únicas cosas que desentonaban dentro del lugar. Saga se sentó en el sofá y le dieron un trago de cortesía y un cenicero sobre la pequeña mesa que se interponía entre la tarima y el sofá. Prendió un cigarro y bebió un sorbo de su trago, emocionado y ansioso por ver al bailarín, solo, completamente para él.

Las luces se apagaron después de unos minutos, dejando que solo las luces led rojas iluminaran la habitación. Cuando la música comenzó a sonar, en medio del escenario, empezó a mostrarse la silueta de aquel hombre a través de las rendijas de la cortina, una mezcla de sonidos de flauta y tambores daban el inicio del baile con ese toque árabe que caracterizaba su show, el bailarín que tanto había encantado a Saga llegaba enfundado en un traje de telas negras cruzadas al cuerpo, un pantalón ancho ajustado en sus tobillos, el cabello tomado en una cola alta decorado por piezas colgantes y su infaltable antifaz.

Aries comenzó a moverse dándole la espalda a Saga deslizando sus manos, jugando en el aire con una suavidad al compás del ney*, moviendo las caderas cada que el sonido del tambor se escuchaba intercalando movimientos de arriba abajo, para luego girarse, moviendo su cintura, serpenteando mientras subía las manos con delicadeza por sobre su cabeza, en un conjunto de movimientos eróticos como si tuvieran la intención de hipnotizarlo, lo consiguió, pues la música y su danza dejaron a Saga quieto en su sitio contemplándolo abstraído.

Se sujetó con una mano de la barra que se encontraba en medio de la tarima, para darse impulso hacia arriba, cayendo lentamente con las piernas abiertas sobre el suelo, para instantáneamente girar y quedar acostado sobre el piso levantando las piernas deslizando sensualmente los pies a lo largo del fierro.

Se arqueó levantando el pecho y al igual que una serpiente encantada se sostuvo con una mano de la barra para subir con delicadeza, deslizando luego ambas manos de arriba a abajo como si estuviera masturbándolo, con un movimiento suave de su cintura llevando el redondo trasero hacia atrás, como invitando a tocarlo.

Giró un par de vueltas contoneando la cadera hasta quedar mirándolo con la barra por delante haciendo movimientos ondulados de izquierda a derecha, luego meneando la cadera, frotándose suavemente con el pole. Se quitó la parte de arriba de una forma tan lenta y sensual para luego seguir ondeando su cuerpo, deslizando las caderas y la cintura en un movimiento erótico, hasta quedar mirándolo esta vez apoyando su espalda a la barra. Se subió por el fierro girando suavemente, llevando el torso hacia atrás sosteniéndose únicamente de sus piernas mientras giraba lentamente hasta bajar al suelo y sostenerse con una mano. Se quitó los pantalones con la vista fija en él.

Saga, a pesar de la cortina que impedía parte del espectáculo, podía sentir el fuego de su mirada sobre él.

Su cuerpo brillaba bajo las joyas que siempre traía, se había quedado sin prendas, nada más que las joyas y aquella maldita tela cubriendo su zona íntima. Saga quien veía la silueta podía ver también parte del cuerpo, el color blanco de su piel, el cabello largo con el que juega deliberadamente haciendo que ese toque de elegancia y erotismo que emana se mezclen a la perfección. El sonido arábico sigue de fondo, bastó un solo movimiento para dejarlo sin aire, sin poder creer lo que veían sus ojos, por detrás de esa cortina, Aries se quita la tela que cubre su intimidad deslizándoles por las piernas hasta que queda colgando provocativamente de un pie, dejándola caer al suelo de forma osada.

Y así decorado solo con las joyas que brillan con las pocas luces de neón se trepa al pole para danzar enredando sus largas piernas a la barra, girando, meneándose, frotándose, en una acrobacia sensual que dejaba a Saga con el pulso acelerado.

La canción se detiene y Aries termina su show, recoge todo dispuesto a marcharse sin decir nada, pero Saga lo detiene.

—¡Espera! —dice rápidamente cuando ve que se gira dándole la espalda, no ha podido verlo como quiere, no ha podido disfrutarlo como quiere— Baila otra vez. —

—Ya se ha terminado la hora. —escucha detrás de la persiana y Saga siente que es la voz más seductora que ha escuchado nunca.

—Pagaré por otra. —dice bebiendo del licor que ha dejado abandonada en la mesa gracias al encanto en que se había visto enredado. El bailarín se detiene y se gira apoyándose seductoramente en la barra.

—¿Quieres que repita el show? —pregunta. Saga se niega.

—Quiero que bailes afuera de esa cortina. —Aries sonríe ladeando el rostro, una risa suave que le agrada, soñará con su voz, lo sabe.

El bailarín recoge la tela que usa para cubrirse su parte íntima, colocándosela antes que se levante la cortina. Saga siente como si hubieran sacado una muralla para poder verlo, nunca ha estado tan cerca de él como ahora, lo contempla en silencio viendo como la imagen etérea de ese hombre se acerca, acelerándose el corazón a cada paso. Casi se queda sin aire cuando Aries se sube en la mesa gateando, quitando lentamente todo objeto, entregándole el vaso que aún no ha terminado. Desde esa distancia puede ver unos intensos ojos verdes como el jade que lo miran como si fuese a lanzarse encima de él y se siente hipnotizado por ellos. Lo ve levantarse y apretar algo en su mano, de inmediato otra canción con la misma temática comienza a sonar y la danza comienza otra vez, moviendo el vientre lentamente, los brazos se han extendido moviéndose en gracia y suavidad, ondeando como tela hacia adelante, atrás sobre su cabeza.

Se gira para quedar de espalda y el trasero queda completamente a su vista contoneándose rápidamente. Saga se acomoda en el sillón sin despegar la vista del bailarín que en estos momentos ha liberado su larga melena lila, haciendo que se mueva igualmente. Lentamente empieza a bajar sacudiendo las caderas hasta quedar sentado con las piernas flexionadas, apoyando el trasero que no ha parado de mover sobre los talones, para ir descendiendo el torso hacia atrás, moviendo brazos, hombros y el pecho, inclinando a un más su cabeza haciendo contacto visual con él, logrando que provoque en él un calor que se extiende y que despierta cierta parte de su cuerpo.

Aries le baila sobre la mesa rodando como un felino, quedándose a gatas sobre la mesa para caminar en cuatro patas hasta afirmarse con ambas manos sobre sus rodillas y así avanzar de una forma depredadora, arrastrándose suavemente hasta sentarse sobre sus piernas con él visiblemente excitado. El sonido de los tambores hace que el bailarín agite nuevamente las caderas, ahora sobre él, están a escasos centímetros y Saga siente la necesidad de acariciar cada parte, ve el torso decorado con finas joyas y se le hace agua la boca por querer atrapar esos pezones con su boca. Unos delgados dedos lo toman del mentón y lo obligan a elevar la cabeza perdiéndose en esas posas verdes, en sus labios expuestos que ahora con la cercanía lucen apetitosos.

La música se termina y con ello el baile, Saga apenas se ha movido de su lugar, pero siente la respiración irregular y el corazón latiéndole tan rápido que se puede confundir con el sonido del tambor. La respiración agitada del bailarín choca con él, ninguno de los dos se ha quitado la mirada del otro, apenas hay una mano de distancia entre ellos. La mano traviesa de Saga se ha deslizado por el centro de la espalda, en caricias tan ligeras como el aleteo de una mariposa y percibe bajo sus dedos como esa piel extremadamente suave se eriza debajo.

—Acompáñame esta noche. —murmura y la voz le sale más ronca de lo normal. El bailarín le sonríe, entiende que le ha pedido que se acueste con él y lleva su dedo índice a la boca entre abierta de aquel hombre.

—No puedo tener sexo con los clientes… —dice acariciando los labios con el dorso del dedo moviendo con sumo cuidado— Son las reglas, —murmura con un encanto grácil— pero no quiere decir que no puedas tocarte por tu cuenta. —dijo a centímetros de su boca— Puedo ayudarte con eso. —susurró en su oído.

Aries apretó uno de los botones de su control y una música volvió a oírse dentro mientras se movía suavemente sobre sus piernas apenas unos pocos centímetros donde la excitación de Saga ya era más que evidente.

Saga se desató el cinturón, abriendo luego el pantalón para sacar su miembro y tocarse viendo como el bailarín movía las caderas en círculos, luego en ocho, como el vientre plano y decorado en cristales que tintinean se ondula con ligereza, aceleró el ritmo de su mano agitándose bajo el placer que se entrega y la maravillosa actuación de quien está sobre sus piernas.

Descansó la cabeza en el borde del sofá encantado de cómo los dedos de Aries juegan con su cabello, la forma en que abre y cierra la boca. Se muerde el labio complacido y desesperado cuando él se acerca como si fuera a besarle, pero no lo hace.

Sus ojos verdes a través del antifaz se vuelven más intensos y se pierde en sus gestos sensuales. La mano libre de Saga se presiona en la cintura delgada y lo atrae fuertemente, cuando siente como su cuerpo se ha inclinado hasta rozarse con él, baja la mano y delinea la redondez de su trasero. La garganta se le seca de tanto exhalar gemidos roncos llenos de placer.

El cosquilleo y la opresión ahí abajo se hacen cada vez más insostenibles, sintiendo que en cualquier momento llegará al clímax.

Aries le ha hecho que lo mire directamente a la cara mientras se acerca rozándole los labios. Saga curva sus cejas, el pecho se mueve agitado, gime fuerte, sabe que está cerca de correrse y antes de que lo haga quita la mano del trasero de su bailarín llevándola hasta la nuca para acercarlo y besarle los labios con tanta pasión que Aries cree que podría sacarle hasta el alma. Se corrió poco después, gimiendo en su boca dejando que el bailarín se tragara los jadeos posteriores con sus besos suaves.

Sus labios se movían al compás de las necesidades de Saga quien por muchos segundos lo guío lento y despacio, para después transformarse en un beso intenso y profundo, jugueteando con sus lenguas en danzas fogosas que provocaban gemidos en ambos.

No supo qué lo había llevado a quitarle el antifaz, quizá las enormes ganas que tenía de ver el rostro de la persona que le ha estado quitando el sueño desde hace ya varios meses, viendo finalmente por unos cuantos segundos la cara más hermosa que haya existido, antes de que el bailarín se enderezara tapándose el rostro con la mano acomodándose de nuevo el antifaz.

—Eso es todo, espero hayas disfrutado el show. —dijo ligeramente nervioso mientras se levantaba, dándole la espalda— Deja el dinero en la mesa antes de irte. —dice subiendo nuevamente al pequeño escenario para desaparecer atravesando la cortina roja del fondo.

Saga se había quedado satisfecho y encantado, no había visto jamás en su vida una cara tan delicada, si ya estaba prendado con su forma de bailar, estaba seguro que perdería la cabeza si no volvía a ver ese hermoso rostro una vez más.

Se limpió con la tela que había sobre el sofá, se acomodó la ropa y dejó el dinero prometido tal y como le había dicho, para pasar por la puerta que había entrado antes pensando cuando sería su próxima visita.

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Mientras tanto el bailarín, quien se hallaba escondido detrás de esas gruesas cortinas rojas, apoyándose en la pared se llevaba una mano a la boca, mordiéndose el labio inferior y presionando con la otra mano su entrepierna intentando calmar su ahora visible erección, una que había sido bastante difícil de controlar ahí adentro y que esperaba no se haya notado, viendo como el hombre que veía cada fin de semana entre la multitud y que constantemente le dejaba una gran cantidad de dinero en la barra del club abandonaba la habitación.

El beso había logrado excitarlo más de lo que estaba dispuesto a aceptar, ningún cliente le había provocado esto, tampoco había dejado que ninguno llegara tan lejos, solo esperaba que esa persona no se enterara de esto.

Suspiró llevando la cabeza hacia atrás respirando acompasadamente, sonriendo con el corazón aún agitado, quien sabe qué había hecho en su vida anterior o si fue gracias a algún ser superior o el destino mismo, pero quien sea que haya obrado a su favor, le estaba totalmente agradecido.


*Ney: instrumento de viento utilizado en la música de Medio oriente.

Este capítulo es mi favorito y he creado toda una historia con bastante drama!, así que no la olviden porque tendrá su propia historia. ;D
Muchas gracias a todos por darle una oportunidad a este evento :D
Saludos ;)

pd: Tuve que poner mucha música árabe para no pensar en la canción de Soda Stereo XDD