SOBRESTIMULACIÓN

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Como cualquier docente universitario, Saga ha decidido quedarse trabajando hasta tarde corrigiendo los trabajos de sus alumnos de primer año de la carrera de ciencias políticas. Odiaba llevarse quehaceres para corregir a su casa, así que siempre prefería hacerlo en alguna sala desocupada o bien en el salón de profesores. Este día parecía ser horriblemente largo, porque tenía una gran cantidad de tareas que corregir y apenas llevaba la mitad, todavía le faltaba unos veinte correos de sus alumnos por mirar.

Para las siete de la tarde la sala de profesores ya estaba vacía y todavía le quedaban unas tres horas para que llegaran los demás maestros que impartían cursos en la noche, por lo que podía estar tranquilo y en paz por unos momentos, sin saber que no era el único quien había decidido quedarse hasta tarde, pues en otro lugar de la universidad, otro docente estaba trabajando en el laboratorio de ciencias. Mu, es químico farmacéutico y es el maestro encargado de dar las clases en dicho laboratorio, él está trabajando en un proyecto de investigación donde pretende lograr crear un medicamento a partir de un proceso de destilación y la universidad le facilita, después de las clases diurnas, el recinto y los materiales para que pueda trabajar en paz.

Puesto que Mu es un maestro de laboratorio y Saga es profesor de ciencias políticas, ambos se conocen de vista, pero rara vez se cruzan en los recesos o en la sala de maestros, por lo que no era raro que ninguno de los dos supiera sobre sus labores extra después de las clases. Sin embargo, ese día el destino los había puesto en una situación donde ninguno de los dos se olvidaría del otro.

El reloj está por marcar las once de la noche y es cuando Saga ha decidido dejar el resto de correcciones para otro día, recogiendo todas sus cosas rápidamente para salir de la sala de profesores de una vez por todas. Está caminando por el patio que divide la sala de maestros y los recintos del área de ciencias, cuando de pasada ve la luz encendida en el laboratorio de química, inmediatamente piensa que un alumno sigue en las instalaciones.

Se dirige molesto hacia el laboratorio, con el fin de sacar al alumno rebelde quien ha desobedecido las reglas de la universidad y así regresar rápido a su casa para descansar. Camina a paso firme por los pasillos ignorando los carteles con precauciones que estaban puestos antes de llegar al salón. Entra sin reparos, sin pedir permiso y sobre todo sin la protección adecuada, acercándose a la mesa para encarar al alumno que está con todos sus implementos de bioseguridad concentradísimo en su trabajo. Y no se podía culpar a Saga por confundirse, si el profesor de laboratorio era más joven que él, más pequeño y más delgado, casi podía pasar por un estudiante de último año de carrera.

Se acerca a un lado de la persona quien no lo ha escuchado entrar y golpea la mesa con su mano, Mu estaba mirando y anotando en su libreta todo lo que ocurría con su investigación, que no sintió el ruido de la puerta abrirse bruscamente, tampoco sintió los pasos de su colega hasta que el golpe en el mesón lo hizo reaccionar, logrando que pegue un salto del susto, moviendo sin querer la mesa con el equipo donde está destilando el medicamento.

—¿Qué cree que estás haciendo? —pregunta Mu con el corazón latiendo fuerte por el susto, intentando sostener la mesa para que su material no se estropee, mirándolo con genuina molestia, aunque a través de las antiparras es difícil expresar algo.

—Esta no es hora para estar ocupando las instalaciones, ¿Acaso no lo sabe? —insiste Saga sin darse cuenta aún que la persona ahí no es un alumno.

Ninguno de los dos se ha dado cuenta que aquel golpe en el escritorio ha hecho que una gota del vapor condensado caiga fuera del frasco, entrando en contacto con la temperatura del ambiente, evaporándose al instante. Saga siente inmediatamente un olor dulce, la persona de ahí se vuelve hacia él molesto y preocupado.

—Tengo el permiso del director de ocupar el laboratorio después de dar las clases, no tengo por qué estar explicándoselo a cada colega que vea… —responde alzando la voz y es donde Saga reconoce al profesor, que no ha parado de regañarlo por el trato tan poco delicado, pero no entiende mucho de lo que habla porque inmediatamente empieza a sentirse mareado, apoyándose en la mesa mientras la voz de su colega se oye lejana. Extrañamente empieza a sentirse sofocado comenzando a respirar agitadamente, la ropa lo agobia y un calor extraño e intenso nace recorriéndole el cuerpo, sintiendo como si el roce de la ropa provocara que ese calor siguiera aumentando.

—¿Te encuentras bien? —pregunta preocupado al ver a Saga moverse de forma extraña y a respirar aceleradamente. Mu mira hacia el mesón donde tiene todos sus materiales y se fija que el frasco donde tienen que caer las gotas de su destilado se ha movido haciendo que caigan en la superficie del mesón y se desvanezcan en el ambiente. Cierra inmediatamente las llaves que dan el paso al líquido y como puede se lleva a rastras a su compañero, escuchándolo gemir al tocarlo, pensando que talvez le haya dañado las vías respiratorias con su proyecto. Lo sienta al lado de una ventana que da a uno de los patios del campus para que tome un poco de aire, observando como empieza a desabotonar torpemente los botones de la camisa— ¿Puedes escucharme? —pregunta en un intento de saber si debía llamar a la ambulancia.

Saga asiente y pequeñas gotitas de sudor comienzan a aparecer en su rostro teñido de un color rojo. Mu se quita los guantes y toca su frente, la piel arde debajo de su mano y se asusta, escucha gemidos contenidos de su boca y lo primero que se le pasa por la mente es quitarle la chaqueta, está preocupado.

—Ayúdame… —dice agitado, en apenas un hilo de voz, casi parece que fuera desmayarse y es que el calor que siente se ha elevado con el toque de Mu sobre la frente— Quema… —dice con dificultad y lo despoja de la ropa cuando lo escucha decir que siente quemarse, le quita la corbata que había quedado a medias, le desabotona la camisa lo más rápido que puede y oye como un gemido sale de su boca, llevando la cabeza hacia atrás.

Todo esto deja a Mu completamente nervioso y se siente torpe con tantas cosas encima, por lo que se quita la mascarilla, los guantes y las antiparras, para poder tener mejor libertad de acción y se queda estático cuando Saga le pide respirando con dificultad que le desabroche los pantalones.

—¿Qué? —pregunta como si hubiera escuchado mal, le da una mirada a ese rostro que está con el ceño fruncido, con los ojos fuertemente cerrados y la boca abierta respirando todo lo que puede.

—Duele… —es lo único que sale de su boca seca, Saga no puede explicar lo que siente, su cuerpo se calienta con cada toque, puede sentir que incluso el roce del viento que entra por la ventana lo excita a un punto inimaginable. La presión de su entrepierna con el pantalón es tanta que duele, el roce no deja que el calor y la estimulación que siente en su parte más privada disminuya.

Mu desciende la mirada hasta el borde de sus pantalones y entra en pánico cuando se da cuenta de la enorme erección y no sabe qué hacer. Saga insiste, rogándole para que libere su polla hinchada y dura, Mu consigue hacerlo pese a la vergüenza que le causa desnudar a su colega, intentando con todas sus fuerzas no mirar la imponencia de ese órgano, pero se le hace difícil no sentirse curioso.

Saga desesperadamente libera su erección de su ropa interior, está dolorosamente duro y la punta gotea y en medio del delirio que le provoca la fiebre toma la mano de su compañero con la suya haciendo que lo atienda masturbándolo. La vergüenza es grande, pero la presión de la mano de su colega es tan fuerte que no puede más que seguir el ritmo que ha impuesto en sus movimientos, mirándolo de tanto en tanto, viendo como una mezcla de dolor y placer se muestra en su cara. Mu imagina que la desesperación de la fiebre hace que piense que esto aliviará algo.

El placer es tan grande que acaba con un par de sacudidas, sin embargo, la erección no baja, dejando a Mu impresionado, pero que alivia momentáneamente al jadeante profesor quien sufre un doloroso y caluroso goce, sintiendo como la respiración por esos momentos ha bajado de intensidad.

—No es suficiente… —tartamudea Saga sin soltar la mano del joven profesor, siguiendo el vaivén nuevamente de sus manos sobre su erección. Mu se da cuenta lo que ha pasado, había creado un potente afrodisíaco del cual podría los efectos ir disminuyendo con cada orgasmo. La mano de Saga se siente caliente, tanto que le incomoda, pero no puede sacarlo así del laboratorio y él necesita ayuda.

Nunca en la vida se había sentido tan avergonzado, jamás había esperado que estaría haciendo estas cosas, pero ahí estaba, arrodillándose, colocándose entre las piernas de su colega y bajando la cabeza hasta quedar a la altura de aquella erección, metiendo la punta de la polla dentro de la boca. Mu lo escucha jadear fuerte, mueve la lengua por encima al momento que baja lenta y suavemente de la misma manera mientras las manos están ahí moviéndose en la base. Poco a poco Mu va agilizando sus movimientos, chupando y lamiendo continuamente, succionando hasta que sus mejillas se ahuecan para luego soltar y lamer otra vez.

Saga es un concierto de gemidos graves, fuertes y ahogados, la boca de Mu está haciendo maravillas con él y él no puede evitar sentirse bien al apreciar la humedad de esa boca, soltando la mano que se estaba moviendo para sostenerle la cabeza, enredando sus dedos en los cabellos lacios, tirando hacia abajo, bajo gemidos y sonidos placenteros. Mu siente que se ahogará en cualquier momento con el tamaño, con la punta golpeando insistentemente en el fondo, pasando la garganta, rezando para que Saga le regale un momento y pueda respirar. El líquido caliente sale disparado dentro de su boca a los pocos minutos, seguidos de los sonidos guturales de su compañero que se estremecía en la silla, soltando los cabellos, dejando que Mu pueda levantar la cabeza, tragando todo, desapareciendo todo rastro dentro de su boca.

El sexo oral había servido demasiado, la temperatura logra bajar un poco, endereza la cabeza que había estado colgando hacia atrás bastante tiempo, sintiendo la tensión en la nuca, todo esto ha sido un torbellino de sensaciones que no había podido dimensionar anteriormente, para luego tensarse al darse cuenta que ha utilizado a su compañero para aliviar el calor de su cuerpo y se sorprende aún más cuando lo ve lamiendo el resto que ha quedado en la punta de su miembro que botaba aún líquido blanco.

—D-Detente… —gime, aún está duro, pero no duele como antes, sin embargo, ver esa cara que siempre le pareció seria y tranquila limpiarlo con la lengua con las mejillas rojas y el cabello despeinado avivaban esos estímulos que lo hacían delirar.

—Aun no baja. —dice limpiando con el dorso de su mano la comisura de su boca, refiriéndose a que la erección todavía estaba ahí al igual que la fiebre que seguía en el cuerpo de su compañero.

—Puedo encargarme ahora. —responde estando más lúcido, pero ve como Mu empieza a quitarse la parte superior de su ropa, sentándose en su regazo para besarlo con ganas, mezclando su lengua con la de él, sintiendo que su piel sigue tan sensible que vuelve a reaccionar.

—Un par de pajas no resolverán nada. —afirmó soltando momentáneamente su boca para seguir besándolo, dejando que Saga deslizara sus manos por su cuerpo, sacándole suaves gemidos, ya nada podía ser más vergonzoso, si ya le había hecho sexo oral a uno de sus colegas en el salón de clases, que tengan sexo de verdad no se volvería menos vergonzoso después.

Saga se levantó llevándolo con él para arrinconarlo contra la pared. Mu estaba seguro que después de que Saga se lo hiciera sería más fácil. Y así fue, Saga arremetió dentro de Mu con insistencia, en la pared, en el mesón vacío, en el suelo, en el escritorio, se lo hizo tan duro durante horas, escuchándose el eco del sonido de sus pieles chocando entre las paredes del laboratorio que se hicieron tan sonoros como sus gemidos, terminando ambos agotados, con las piernas débiles, sudados y satisfechos.

Al final Saga no logró irse a casa hasta entrada la madrugada y Mu no consiguió terminar el proyecto que llevaba investigando desde hace meses, pero ambos tuvieron la mejor noche de su vida, que se repitió durante muchas otras noches más.


Holaaa a todos! :D

Pido perdón a los químicos por alguna estupidez que haya dicho XDD intenté que saliera lo mas real posible :')
Esta verdaderamente fue una fumada mía y que escribí como drabble en mi twitter hace tiempo (y habrán más de esos XD) solo que aquí agregué más "detalles".

Gracias por leer y nos vemos mañana con el siguiente capítulo ;)