Nota: Ligero BDSM, puede que se vea algo incomodo al comienzo, pero léanlo hasta el final.
VELAS DERRETIDAS + ROLE PLAY
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—Su santidad. —Se escucha una voz que conoce a la perfección, serena y cautivadora. La túnica azul marina se ondea al voltearse, observándolo a través de la máscara roja, frente de él, el primer guardián aguarda con una rodilla en el piso esperando una indicación, el silencio dominando el lugar.
Mu teme quedarse solo con esta persona desde la muerte de su maestro, pero no puede ignorar ninguna de las reglas del santuario y desobedecer al patriarca es una de las reglas más estrictas. Mu espera tranquilo tanto como puede, nunca ha estado dentro de esta estancia del patriarca, ni siquiera lo hizo cuando Shion era quien lideraba. Telas rojas por todas partes, el piso blanco y brilloso donde puede ver su reflejo, un sofá rojo de tres cuerpos, dos candelabros de piso a cada lado del sofá con cinco velas cada una, el nuevo patriarca se detiene cuando llega al elegante sofá de terciopelo rojo.
—Ven aquí. —la voz gruesa rompe el silencio y hace que Mu se levante con un movimiento de cabeza, mientras arrastra los pies hasta el sofá. El pontífice se sienta en silencio y desde su posición mira de arriba abajo al primer guardián analizándolo con detenimiento.
Mu puede sentir el peso de esa mirada severa sobre él, con un escrutinio intenso, lo hace sentirse desnudo y un escalofrío le recorre la espalda hasta la nuca que lo hace ponerse en alerta.
—Han llegado algunos rumores, —comienza hablando despacio— que dicen que has intentado dejar el santuario… Otra vez, ¿Es eso cierto? —preguntó detrás de su máscara, que con la luz de las velas pareciera que estuviese entrecerrando los ojos, un mero efecto óptico que tiene de los nervios al primer guardián.
—No. —miente, él siempre ha intentado escapar de este lugar, incluso morir, pero siempre fracasa y el patriarca siempre se entera.
—¿Estas mintiéndome, Mu? —preguntó más severamente, el mencionado ladea el rostro mirando el reflejo del candelabro— Sabes que no puedes mentirme, nadie puede mentirme. —el acusado en cuestión siente un cosquilleo extraño en sus extremidades, pequeñas corrientes eléctricas que le recorren el cuerpo. De pronto, esas pequeñas descargas se transformaron en fuertes golpes eléctricos haciendo que el santo de aries caiga de rodillas a los pies del sumo sacerdote quien observaba todo sin una pisca de emoción.
El cuerpo de Mu se retuerce, el calor es insoportable tanto que duele, con quemaduras que le cubren el cuerpo por completo.
—Te preguntaré otra vez, Mu —la voz ronca se vuelve más oscura y siente un cosmos maligno rodeándolo— ¿Has intentado dejar el santuario otra vez?, ¿Intentas dejarme? —preguntó sosteniendo con sus dedos el mentón del ariano que tiembla por la sensación eléctrica que todavía queda en la piel, obligando a mirarlo sobre la máscara carmesí.
—Sí. —jadea adolorido, sin ánimos de seguir mintiendo. El patriarca se inclina hacia adelante, abriendo las piernas para darle más comodidad para llegar a su preciosa cara. Con los años el santo de aries se había vuelto un hombre hermoso, convirtiéndose en el favorito del patriarca, pero era un santo rebelde, siempre huyendo, siempre alejándose, ignorando el favoritismo que le tenía. Las primeras veces lo había dejado pasar, porque quería que el santo del carnero viera lo mucho que le importaba su presencia a su lado, pero eso no había resultado de la forma que él quería, porque había vuelto a escapar.
La segunda vez lo encerró en la mazmorra del santuario, eso sí, todo alejado de los oídos de los demás santos, no quería que su favorito fuera víctima del rechazo de los demás santos o tendría que matar a uno por uno. Lo soltó seis meses después creyendo que aprendería la lección.
La tercera vez Mu intentó quitarse la vida, y había llegado justo para evitarlo, por lo que de ahora en adelante el patriarca había puesto a santos de su confianza para que espiaran a Mu.
—¿No entiendes lo importante que eres para mí? —le reprendió apretando la mandíbula entre sus dedos— ¿No entiendes que no puedes escapar de mí?, parece que tendré que castigarte una vez más, Mu y enseñarte a quedarte a mi lado pase lo que pase. —Otra descarga sobre su cuerpo lo dejó inmóvil y débil cayendo hacia adelante hasta que su cara dio contra el abdomen en patriarca, quien acarició esos lacios cabellos con sumo cuidado y dedicación, deslizando sus dedos desde su nacimiento hasta la punta, repitiendo con cada mechón, viendo cómo las hebras lilas resbalaban suavemente entre sus dedos.
Lo entendería, Mu algún día entendería la magnitud de su amor por él.
Se abrió la túnica azul con cuidado quedando el cuerpo parcialmente expuesto, sostenida sobre sus hombros. Tomó la cabeza Mu acercándola hacia su miembro desnudo y erecto, obligándolo de un solo movimiento a metérselo dentro de la boca, haciendo que este reaccione tirando su cabeza hacia atrás y reteniéndolo con sus fuertes manos.
—Abre bien tu boca. —gruñe, Mu abre la boca para reclamar y es donde aprovecha para deslizarle la polla rápidamente, en movimientos ascendente y descendentes que dejan al menor ahogando gemidos y salivando entre las comisuras de su boca, haciendo que la felación fuera aún más fácil.
Mu comenzó a chupar luego de unas cuantas embestidas, principalmente para no morir ahogado, ya después empezó a mover la lengua, masajeando la longitud a medida que ese órgano entraba y salía más fácilmente. Los gruñidos del mayor se vuelven más sonoros cada vez que la boca de Mu se vuelve más dócil, que los jugueteos de su lengua se vuelven más osados, sintiendo gemidos ahogados en esa garganta que es profanada por él.
Lo tomó del cabello y tiró de este hasta dejar a Mu sentado sobre sus piernas, tomó la bufanda roja que aún tenía en su cuello y amarró sus muñecas por detrás de su espalda. No podría escapar, ni siquiera podía teletransportarse gracias al sello de Athena. Tomó su cara entre sus manos limpiando el hilo de saliva con el pulgar, se veía realmente agotado, parecía que esas dos descargas habían drenado demasiado cosmos para que pueda hacer algo, deseaba besarlo, pero no podía hacerlo, no con la máscara puesta.
De la comisura de sus ojos pequeñas lagrimas se asomaban, sus mejillas estaban levemente sonrojadas por el esfuerzo de no morir ahogado, con los labios rojos y brillosos. Al patriarca le encantaba el santo de aries, le gustaba su rostro cincelado, tan suave, tan perfecto y lo quería solo para él. Le rompía el corazón no saberse amado de la misma manera, pero eso no era un problema, él terminaría amándolo de todas formas.
Pero castigo, era castigo y él debía enseñarle quien mandaba.
Acercó el dedo índice hacia la frente del ariano y juntó una gran cantidad de cosmos para luego liberar esa la energía haciendo que llevara la cabeza hacia atrás por el impulso, para luego verlo enderezarse con la mirada opaca.
Sí, sería mucho mejor si Mu no veía su rostro.
—Esto es parte de tu castigo, Mu. —dijo mientras se quitaba la máscara roja y el casco liberando esa cabellera larga cabellera azulina, dejándolos reposar juntos en una esquina del sofá, para acercarlo después con una mano detrás de su cabeza hasta chocar sus labios con los del ariano en un beso ansioso, un beso brusco, fuerte y rápido. Con la otra mano, el patriarca le abría la boca presionando fuertemente sus mejillas con dos dedos, profundizando aquel beso desordenado que lo ha vuelto increíblemente caliente, introduciendo la lengua para chupar y jugar con la del menor, quien intentaba seguir torpemente el ritmo de aquel beso.
El beso pareció coordinarse de mejor forma a medida que pasaban los segundos y Mu se acostumbraba a la velocidad de los labios del mayor, devolviendo las caricias poco a poco, sintiendo como el calor que tenía sobre su cuerpo se mezclaba con el calor que nacía desde sus entrañas. El sacerdote lo soltó para tomarlo de las caderas y acercarlo más a él, chocando su entre pierna con el duro miembro, frotándose deliciosamente. Con sus manos amasó las nalgas descaradamente, apretando sin piedad, consiguiendo unos sonidos placenteros que lo estremecían y enorgullecían, deslizando después sus manos por debajo de la blusa amarilla para apretar y amasar la curvatura de su cuerpo, deslizándolas por la espalda, haciendo que aquella piel sensible se estremezca con su toque.
Los gemidos de la boca del ariano fueron la mejor sinfonía, la orquesta perfecta para sus oídos. Mordió sus labios en un arranque de emoción, haciendo que Mu se queje.
—Su santidad. —tartamudea, una de las manos se ha metido por el pantalón hasta llegar a su miembro el cual rodea con su mano, apretándolo fuertemente, haciendo que Mu se incline hacia adelante por el dolor, apoyando su frente en el hombro, con la cascada lila suelta sobre la espalda y el torso desnudo del pontífice, provocándole ligeras cosquillas.
—Sí, ¿Mu? —preguntó, moviendo su mano de arriba hacia abajo sin disminuir la presión sobre el pene erecto.
—Duele. —se queja, el patriarca, le acaricia la espalda con cuidado, besando su cabeza lila.
—Mi amado, Mu… debes recibir el castigo que te mereces por ser tan desobediente. —mueve su mano aún más rápido haciendo que Mu se estremezca sobre él jadeando y temblando. El dolor poco a poco se va transformando el pacer y Mu no para de gemir sobre su cuello mordiendo de vez en cuando, excitando al maestro.
Las manos de Mu se liberan y en su oscuridad siente como lo mueven apoyándolo en cuatro a lo largo del sofá, su santidad le quita la ropa, dejándolo desnudo con el trasero hacia arriba y le da un golpe tan fuerte que resuena, Mu gime, pero intenta soportar todo esto; el segundo golpe, vuelve a doler, ardiendo; para el quinto golpe parece no poder sostener sus brazos dejándose caer sobre el suave sofá.
El patriarca saca de sus túnicas un frasco pequeño y coloca un poco de su contenido en la entrada de Mu, frotando con sus dedos de arriba a abajo. Tiembla, el líquido que se escurre entre sus bolsas se siente frío al principio, pero luego de unos segundos comienza a volverse caliente. Está apunto de hablar cuando uno de los dedos del patriarca se mete en su interior y lo deja sin aliento, entrando sin mucho cuidado, sintiendo como el calor que provoca el aceite le quema por dentro, excitándolo más de lo que desea. Ese calor que brota por dentro se expande mucho más cuando el dedo en su interior comienza a masajearlo, se siente bien, manejable. El segundo dedo entra y el placer ha comenzado a mezclarse con el dolor, Mu gime sobre el mullido asiento, los dedos se mueven tan bien dentro de él que se maldice así mismo por estar disfrutándolo, pero quiere sentirse más lleno, moviendo sus caderas al compás de los dedos de su santidad, suspirando con satisfacción.
Cuando los dedos se van, se vuelve hacia la persona, no ve, pero siente que está ahí y quiere que sepa que los quiere de nuevo dentro de él, el nuevo patriarca sonríe con su voz aterciopelada ante los deseos insaciables del ariano mientras aplica el mismo aceite en su polla, gimiendo al sentir el cambio brusco de temperatura que hace que cualquier roce se vuelva extremadamente placentero. Un par de manos los sostienen sobre sus caderas y se congela en el lugar sabiendo lo que viene, se muerde los labios cuando siente la punta del miembro entrando con dificultad, esos dos dedos no fueron suficiente para dilatarlo y el patriarca lo sabe. Mu respira, e intenta meditar para relajar sus músculos y esperar a no desgarrarse con la enorme erección de su santidad.
Apenas ha entrado la punta y cree que no puede más, muerde la tela del sofá con fuerza, respirando profundamente, sudando mientras aprieta los ojos y los dientes.
—Señor, por favor. —ruega, el patriarca le acaricia la espalda consolándolo, sin embargo, cuando el cuerpo de Mu se relaja bajo sus caricias es que empuja entrando todo lo que queda de una estocada. Mu no puede con tanto, está tan lleno que siente la punta golpeando su estómago, pone una mano en su vientre y siente el relieve abultado debajo de su ombligo.
—No te muevas… —dice jadeante detrás del menor que intenta sacarlo, pero las firmes manos de su santidad lo detienen— Mierda, que apretado estás… —dice inclinándose, el interior de Mu lo envuelve por completo, adentro está tan caliente que puede sentir que se derrite. Besa con cariño la blanca espalda, besos que se reparten por toda la superficie, besos que se turnan con mordiscos, para comenzar a moverse dentro de él saliendo suavemente, gimiendo ante el cambio de presión, para luego entrar de una estocada rápida, Mu tiembla y él continúa haciendo de la misma manera una y otra vez. El aceite que se ha resbalado hacia adentro está comenzando activarse otra vez con la fricción emanando un calor que alivia el dolor que siente Mu.
Los gemidos mezclados de ambos se escuchan en toda la habitación, el pontífice ha comenzado a moverse con mayor soltura, mordiendo la espalda y los hombros, rezándole bellas palabras de amor y obsesión que hacen que Mu tiemble de placer y miedo. Se siente derretir cuando el mayor logra tocar aquella parte en su interior suspirando de gozo, arqueando más la espalda para que llegue mucho mejor, liberando varios gemidos.
El maestro se endereza para ver mejor como su polla entra y sale de ese agujero enrojecido y lubricado por el aceite. El calor ahí dentro es tan estimulante que le provoca pequeñas corrientes eléctricas que inician desde el vientre bajo, extendiéndose por el resto de su cuerpo, ahogándolo en gemidos roncos, desesperándolo, haciendo que empuje sus caderas cada vez más rápido, aumentando nuevamente todo ese calor de forma acelerada y placentera. Siente como poco a poco el interior de Mu se va apretando a medida que arremete sin piedad dentro de su lindo trasero, su pequeño rebelde estaba por acabar, pero antes de eso decide hacer una última cosa. Se estira sin salir de Mu y toma una vela encendida, vertiendo el líquido caliente por la columna, haciendo que Mu grite por el dolor, se arquee y apriete más.
—¡Ogh!… Mu, vas a partirme en dos. —gruñe, moviéndose despacio. Vertió otro poco en el centro de la cadera, muy cerca de su agujero y el resultado fue exactamente igual. El patriarca estuvo a punto de correrse, pero necesitaba que el menor lo sintiera mejor.
Apagó la vela y la lanzó al suelo, sentándose en el sofá con la espalda cargada en el respaldo con Mu a horcajadas, tomándolo firme de la cintura, tirando el cuerpo del menor hacia abajo mientras él empujaba hacia arriba una y otra vez rápidamente. Mu no puede soportarlo más, todo dentro de él está sensible y siente como una presión ahí abajo amenaza por salir, se abrazó al patriarca para esconder su cabeza en el hueco de su hombro mordiendo de vez en cuando sintiendo que se correría en cualquier momento.
—Mu… Eres mío… —gime acercándolo para besar sus labios— Nunca dejarás el santuario, te quedarás conmigo para siempre… Es una orden. —Mu no puede más que solo suspirar entre sus labios, cansado sin poder pensar con claridad, gimiendo suaves "sí" de manera inconsciente, hasta que se corrió estremeciéndose de pies a cabeza sobre el cuerpo fuerte del papa. El líquido blanco ha manchado la piel de ambos y parte de las túnicas.
Seguido de él se corrió el mayor gimiendo su nombre, abrazándolo fuertemente, acariciando la espalda de su favorito en pequeños círculos. Mu se apoyó en su torso, cargando todo el cuerpo agotado, respirando agitadamente. El dedo del pontífice toco nuevamente la frente del menor, devolviéndole el sentido de la vista.
Por unos buenos minutos solo se escuchaban suspiros de satisfacción llenando el lugar, la mano conciliadora del mayor no paraba de acariciarle aquella espalda sensible por la vela caliente, mientras el ariano descansaba la cabeza en su hombro. Cuando tuvo un poco más de fuerza llevó sus delgados dedos hasta la mandíbula de Saga girándolo hacia él, estirando su cuello para alcanzar esos tentadores labios de su amante sonriendo con gusto.
—¡Dioses que bueno estuvo eso! —dijo el ariano moviendo los labios perezosamente, atrapando los del griego quien parecía todavía disfrutar de los últimos rastros del orgasmo.
—Sí, —respondió sonriendo, deslizando el dedo pulgar sobre las mejillas aun sonrojadas de Mu, quien seguía besándolo con suavidad, ya sin una pisca de la brusquedad con la que había empezado todo— ¿Estás bien? —preguntó separándose unos centímetros, mirando detenidamente hacia donde Mu tenía cargada la cabeza, buscando algún rastro de incomodidad.
—Perfectamente. —sonríe bastante satisfecho y agradecido de que su pareja esté pendiente de su bienestar después de la intensa ronda de sexo, le rodea con una mano el cuello hasta llegar a la nuca donde acaricia esos largos cabellos añiles. A su alrededor la imagen de aquel lugar va desapareciendo poco a poco, desvaneciéndose como humo en el viento, mostrando finalmente el salón del templo de géminis— Siento que tengas que hacer estas cosas por mí. —dice besando suavemente una y otra vez la mandíbula del tercer guardián, el mayor niega con los ojos cerrados disfrutando de las amorosas caricias.
—Haría todo lo que quieras, —lo besa de vuelta y ve un brillo particular en los hermosos ojos del ariano— las veces que quieras… —confirmó acariciando su espalda desnuda, ambos jadean cuando Saga sale del interior de Mu, tapándolo con parte de la tela— Solo asegúrate de devolver pronto las túnicas. —Mu asintió, acurrucándose y abrazando felizmente a su novio.
Claro, porque si Shion se entera de que le han robado la túnica para satisfacer el fetiche de su alumno sería hombre muerto, otra vez.
Holaa a todos!, ya llegamos al último día! yay! :D
Ya les he dicho que me encanta joder a Shion de una u otra forma?, solo espero laven bien las túnicas o alguien se irá a unas vacaciones indefinidas del santuario XDD.
Gracias a todos por leer esto, no es mi fuerte el lemon, pero quería sacarme el gustito haciéndolo de todas formas. Ha sido muy difícil, pensé que sería sencillo y no, mi cabeza fue un enorme caos, pero me sirvió para soltar las ideas atascadas y dejar mi mente libre para seguir con mi otra historia.
Espero no haber desilusionado y quizás vuelva con mas historias de esta categoría XD (en un futuro no tan próximo o quizá sí XD)
Gracias también a los que me escriben comentarios, los he apreciado todos y me encanta el ánimo que me dan, los tqm ;)
Ahora sí, terminamos con esto y nos leemos en una próxima historia :D
Saludos ;D
Pd:El tema original del capítulo eran "velas derretidas" y como nunca se me ocurrió nada, había decidido cambiarla por otro tema, que fue el "Role play" y que no se me ocurre hacer un pequeño detalle con la original que terminé quedando payasa a mí misma XDD Así que por eso están juntas.
