Resultado de la cuarta rifa: Scott, Miles, Owen, Priya, Rodney, Leshawna.


B. Un viaje fugaz (Owen x Leshawna)

Leshawna dejó caer la tapa de la cajuela del viejo tsuru, haciendo un ruido que hizo que Owen formara involuntariamente una mueca.

—Gracias por hacer esto por mí —dijo ella, a lo que él sonrió.

—No hay de que. Para algo están los amigos, ¿no?

Ella asintió antes de echar la última bolsa con cosas en el asiento trasero y subirse al lado del conductor. Owen dudó un momento antes de acercarse a la ventanilla abierta del coche.

—¿No vas a despedirte de la casa? —preguntó.

—Llevo despidiéndome los últimos cinco años.

Aún un poco inseguro, el hombre se subió al asiento del copiloto y se puso el cinturón de seguridad. Leshawna arrancó el coche y empezó a avanzar sin mirar atrás.

Owen y Leshawna habían sido amigos en la universidad, hace más de quince años, y se habían visto exactamente doce veces desde entonces. Una de esas para la boda de ella, y otra para el funeral de su esposo.

A pesar del aparente enfriamiento que había tenido su relación, y el hecho de que una provincia y media los separaba, Owen era el que había estado más presente durante todo el proceso de su duelo. La había llamado cada semana sin falta, a pesar de que a veces no contestaba, y de que incluso las veces que lo hacía eso no garantizaba que existiría una conversación. La había visitado en el aniversario del fallecimiento, cada año sin falta. Y cuando Leshawna le había dicho que tenía que salir de esa casa, empezar de nuevo, Owen le había buscado un departamento a dos cuadras de su casa. Y ahora la estaba ayudando a mudarse.

—¿Puedo poner música? —preguntó Owen después de veinte minutos de casi total silencio.

Leshawna rio entre dientes.

—Claro. Es un viaje por carretera, se supone que sea divertido.

—¿Estás segura? Entiendo si esto es difícil para ti.

—No en realidad —contestó Leshawna—. No me malinterpretes, estos cinco años han sido terriblemente difíciles. Pero este viaje ahorita, contigo, es lo más fácil que he hecho en mi vida. Se siente correcto.

Sus manos se entrelazaron casi por accidente. Leshawna le dió un fuerte apretón y Owen sonrió. Una parte de él temía estarse aprovechando, o traicionando su amistad con el esposo muerto de Leshawna. Pero en el fondo sabía que no era así, ya habían pasado cinco años, y la forma en la que se sentía más cómodo con ella que en cualquier otro momento de su vida no podía ser algo malo.

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Se detuvieron a comer en una cafetería temática de los 50´s en medio de la carretera. No podían pensar en un escenario más cliché, y eso la hacía perfecta.

—Digo, no es horrible, pero no vale los cinco dólares —se quejó Leshawna entre mordidas de su hamburguesa.

—Yo ya me la acabé —dijo Owen, mirando con decepción su plato vacío… antes de que sus ojos se deslizaran hasta la comida de su compañera.

—Ni lo pienses, puede que no me encante pero yo también tengo hambre —lo regañó Leshawna cubriendo su hamburguesa con una mano.

—Vamos, solamente una mordidita.

—Owen, te conozco, tú no serías capaz de dar sólo una mordidita.

—Por ti sí podría.

El peso de esas palabras los descolocó a los dos. Era algo que nadie que no conociera a Owen como lo conocía Leshawna podría entenderlo. Claro, él podría estar mintiendo, siempre lo hacía cuando se trataba de comida, pero había un brillo en sus ojos que mostraba que esta vez era diferente.

Al final Owen pidió una segunda hamburguesa.

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Leshawna y Owen eran buenísimos cantando canciones en el coche. Gritaban, se sacudían, incluso podían inventar coreografía, y todo eso sin que ella separara la mirada del camino.

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Sorprendentemente, Owen sabía cambiar llantas. Era rápido y eficiente.

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No sorprendentemente, después de que Leshawna le estuvo insistiendo que lo intentara, Owen duró exactamente once minutos frente el volante antes de que tuviera que orillarse para regresarle el mando a su compañera. Aparentemente sí había personas incapaces de manejar.

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Leshawna abrió la puerta de su nuevo departamento y Owen dejó las tres cajas que llevaba en brazos en medio de la habitación vacía. Iba a hacer un comentario gracioso, pero al ver la expresión de su amiga se detuvo. Por primera vez en el viaje Leshawna estaba abrumada. Acababa de dejar toda su vida anterior, y por más que le gustara fingir que no era así, se sentía como demasiado.

Owen rodeó sus hombros con un brazo y ella hundió su rostro en la suave clavícula. Iba a estar bien. Si él la acompañaba en el camino, todo iba a estar bien.


¿Tarde? Pero por supuesto que sí. Volverá a pasar. La verdad quedó mejor de lo que esperaba, me está gustando mucho hacer este ejercicio.

Los quiere: yo.