Capítulo 8

Jane no se atrevía a mirar al señor Bingley por miedo a ruborizarse. Ella no comprendía por qué él estaba allí, si había venido a hacer sólo una visita de carácter social o tenía otras intenciones. Lo único que tenía claro, es que ella no iba a permitir que él jugara nuevamente con sus sentimientos.

"Señorita Bennet, ¿qué ha hecho durante el tiempo que ha estado en Londres? Ha visitado alguno de los hermosos salones de té o alguno de los parques más famosos?" El señor Bingley quería establecer una conversación con Jane evitando hablar de temas personales.

"No, señor Bingley. Las semanas que he estado en Londres los he dedicado a compartir con mi familia, jugar con mis primos y conocer a algunos de los amigos de mi tío," respondió Jane brevemente.

"No hay nada mejor que pasar tiempo con la familia. De hecho, esta mañana fui a visitar a mi tía Amanda, que es una muy buena amiga de su encantadora tía," dijo el señor Bingley.

"Su tía, señor Bingley es muy simpática," dijo Jane y no agregó nada más.

"Con la señora Lewis nos conocimos hace varios años y ella siempre ha sido muy amable conmigo y mi esposo. Ella es una mujer muy culta y siempre tiene tópicos interesantes para conversar," agregó la señora Gardiner. Ella notó lo incómoda que estaba Jane y

Él continuó hablando de las cosas que él hacía en Londres durante la temporada de invierno, intentando establecer una conversación con Jane. Pero ella sólo respondía evasivamente, como si no quisiera seguir conversando con él.

La señora Gardiner intentó ser lo más amable que pudo, pero el señor Bingley no paraba de hablar y ella notó como Jane estaba cada vez más incómoda. Sin embargo, ella también notó el nerviosismo del señor Bingley y sus deseos de que Jane le prestara más atención. Quizás, el señor Bingley se había dado cuenta de su error al abandonar a Jane y quería compensar de alguna forma a su sobrina. Por esa razón decidió interferir de una manera sutil para dejarle saber al señor Bingley que ciertas cosas necesitan tiempo y trabajo.

"Señor Bingley, ¿piensa usted permanecer el resto de la temporada en Londres o va a regresar a Hertfordshire? Tengo entendido que usted alquiló la hacienda Netherfield y me imagino que no fue un contrato por tres meses." La señora Gardiner notó que Jane había levantado la mirada, expectante para escuchar la respuesta del señor Bingley.

"Bueno, señora Gardiner… Yo no lo he decidido aún, pero creo que si soy bienvenido en la comunidad, creo que podría regresar," contestó el señor Bingley un poco nervioso.

"Entiendo. Discúlpeme que me entrometa, ¿pero no cree usted que el asumir una responsabilidad como administrar una hacienda debe ser tomada con un poco más de rigurosidad? Yo no conozco el trabajo de una hacienda porque mi padre, como mi marido, han sido comerciantes todas sus vidas. Sin embargo, sé que cuando el señor de la tierra no hace un buen trabajo, las familias de los inquilinos y la comunidad de los alrededores se ven afectados." La señora Gardiner supo que había sido un poco dura pero necesitaba hacerle saber de alguna manera el daño que le había hecho a Jane con su abandono.

"Debo confesarle, señora Gardiner, que en los últimos días he pensado mucho en eso. Quizás, debí pensar mejor antes de tomar la decisión de no regresar a Netherfield."

"En efecto, señor Bingley, sobre todo si usted ni siquiera se tomó el trabajo de notificar a la comunidad, y a los amigos que allí hizo, que no regresaría. Es muy triste enterarse que alguien que uno creía un amigo se fue sin ni siquiera tomarse el trabajo de decir adiós." La señora Gardiner tuvo que beber un sorbo de té para poder enmascarar su nerviosismo. Ella no solía ser tan directa, pero si el señor Bingley pensaba que podía llegar a su casa a visitar a Jane como si nada hubiera pasado, estaba muy equivocado.

"Sí… por supuesto, supongo que tiene razón. Es que yo… No lo había pensado," el señor Bingley no esperaba recibir un ataque tan sutil y directo y no sabía cómo responder. "Bueno, creo que he extendido mi visita por más de lo conveniente. Señora Gardiner, señorita Bennet, muchas gracias por brindarme parte de vuestro tiempo." El señor Bingley se puso de pie porque sabía que era mejor irse a seguir allí sin saber que decir.

"Gracias por venir, señor Bingley," dijo Jane sin mucho ánimo.

"Fue un placer recibirlo en mi casa, señor Bingley," dijo la señora Gardiner.

El señor Bingley se fue y Jane le dijo a su tía que tenía un leve dolor de cabeza y prefería descansar por una media hora antes de llevar a los niños al parque. La verdad era que ella se sintió muy desilusionada con la actitud del señor Bingley, pero no quería permitir que eso le arruinara el día o la apartara de sus planes.

Por su parte, la señora Gardiner estaba segura que había hecho lo correcto. Ella no iba a permitir que ese hombre se burlara una vez más de Jane. Si él decidía regresar, era mejor que lo hiciera pidiendo disculpas y mostrando sus intenciones abiertamente. De otra forma, era mejor que no regresara jamás.

En el camino a casa, el señor Bingley meditó sobre todo lo que su tía Amanda y la señora Gardiner le habían dicho. Quizás por primera vez en su vida, él tuvo que asumir que había tomado pésimas decisiones en el último tiempo y que había permitido que otros tomaran decisiones por él.

Cuando llegó a casa, Caroline y Louisa inmediatamente comenzaron a acosarlo con preguntas y recriminaciones.

"Charles, la señorita Spencer y su madre nos invitaron a tomar el té. Déjame advertirte que no voy a permitirte que no vayas con nosotras," dijo Caroline.

"Charles, ¿dónde has estado todo el día? Me parece extremadamente irresponsable que te desaparezcas sin avisar donde estás y a que hora piensas regresar. Sabes muy bien que no me gusta cenar tarde y…"

El señor Bingley escuchaba con sus hermanas lo trataban como si fuera un niño sin voluntad y decidió interrumpirlas. "Caroline, no pienso acompañarte a ninguna parte porque tengo otros planes para mañana. Louisa, lo siento, pero no soy un niño que tenga que pedir permiso o avisar dónde está. Sirve la cena a la hora que te parezca conveniente y si yo no estoy aquí, cenen sin mí. Finalmente, hoy he ido a visitar a la señorita Bennet a casa de su tío y pienso seguir haciéndolo. Ahora, si me disculpan…"

El señor Bingley salió de la habitación mientras sus hermanas no paraban de hacerle preguntas que él ignoró. Una vez estuvo en su habitación, se arrojó sobre la cama y dijo con voz quebrada. 'Mi querido ángel, te voy a probar que soy digno de ti. Te prometo que seré el hombre que mereces aunque para eso tenga que alejarme de mi familia y mi mejor amigo.'

P&P

El señor Darcy había tenido que salir del cuarto para que Elizabeth y la doncella de Georgiana pudieran cambiarle ropa. Él no sabía bien qué hora era, pero sabía que aún faltaban algunas horas para que amaneciera. Aprovechó el tiempo para ir a la cocina en busca de una bandeja de té y algo para comer. Él y Elizabeth no habían comido prácticamente nada y pensó que ella, como él, probablemente necesitaba algo para poder recuperar algo de energía.

Todos en Pemberley estaban preocupados por la salud de la pobre señorita Darcy, pero muy pocos conocían la razón de su súbita enfermedad. Cuando la cocinera supo que el señor de la casa estaba en la cocina, inmediatamente se levantó y preparó emparedados y té. Pero el señor Darcy no quería que nadie se acercara al cuarto de su hermana y él mismo llevó todo hasta allí.

"Le acabo de cambiar las compresas de agua fría y por fin se quedó dormida. El hielo ha ayudado mucho para mantenerla estable, además revisé su apósito y ya no está sangrando," le dijo Elizabeth a su esposo.

"Muchas gracias por todo lo que has hecho por mi hermana… y bueno, por mí también, Elizabeth. Traje té y algo para comer, ¿qué te parece si nos sentamos en aquella mesita y comemos algo?"

"La verdad es que tengo algo de hambre, supongo que no me vendrá mal comer algo. Pero déjeme que le prepare algo a Molly, ella tampoco ha comido en muchas horas." Elizabeth sirvió una taza de té y puso unos bocadillos en un platillo y le llevó a la doncella de Georgiana.

Mientras Elizabeth hablaba con Molly, el señor Darcy la observaba con abierta admiración. Él pensó en las muchas veces que su prima Anne tuvo una crisis de salud y Lady Catherine la dejó al cuidado de sirvientes mientras ella dormía cómodamente en su habitación. Y aunque él debía admitir que su tía Esther era muy cariñosa con sus hijos Alexander y Richard, él dudaba que hubiera pasado dos noches sin dormir por cuidarlos. Sin duda alguna, él no se había equivocado al elegir a Elizabeth como su esposa.

"En qué piensa, señor Darcy? Le hice una pregunta y pareciera que usted no me escuchó?" preguntó Elizabeth un poco sorprendida. Él señor Darcy la miraba de una forma extraña y no sabía qué pensar de su constante cambio de actitud. Aunque suponía que se relacionaba con lo nervioso que estaba por la salud de su hermana.

"No pensaba en nada en específico, supongo que debo estar un poco cansado, eso es todo." El señor Darcy que mientras Georgiana no se recupera, él no podría hablar con Elizabeth sobre temas personales y mucho menos sobre el futuro de la relación entre ellos. "Por favor, Elizabeth, dime qué es lo que te preocupa."

"Señor Darcy, le he dicho a Molly que una vez que nosotros terminemos de comer, que se vaya a dormir, la pobre está agotada. Creo que usted también debería ir a descansar, yo puedo dormir en la silla que está al lado de la cama de Georgiana y avisarle si sucede algo."

"Creo que eso lo hemos conversado en más de una ocasión y mi respuesta será la misma, no me moveré del lado de mi hermana. Tú puedes dormir en aquel sillón y yo en esta silla. Quiero estar aquí para cuando ella abra los ojos y nos diga que está todo bien."

"Aunque creo que no es necesario, entiendo que usted no quiera alejarse del lado de su hermana. Si Jane o cualquiera de mis otras hermanas estuviera en una condición delicada, yo tampoco quería alejarme de ellas."

"Tengo la impresión que eres mucho más cercana con la señorita Bennet que con tus hermanas menores."

"Así es, quiero a todas mis hermanas pero Jane es además mi mejor amiga, la persona a quien más quiero y sería capaz de hacer cualquier cosa por ella."

"¿Y ella por ti?" preguntó el señor Darcy intrigado.

"No lo sé, pero tampoco me importa," replicó Elizabeth mientras bebía un poco de té y comía unos bocadillos.

"¿Por qué dice que no te importa? Te viste obligada a huir de tu casa para que no te obligaran a casarte con un hombre. Quizás si tu hermana hubiera accedido a casarse con ese hombre, tú podrías aún estar en tu casa con tu familia." El señor Darcy quiso ser honesto, por alguna razón le molestó que Elizabeth hablara con tanta devoción de una hermana que parecía gozar de privilegios que ella no.

Elizabeth lo miró fijamente y le respondió con una pregunta. "¿Está cuidando a su hermana porque espera que algún día ella haga algo similar por usted? ¿Cree, señor Darcy, que su hermana tiene las mismas obligaciones o cumple un rol similar al de usted en vuestra relación de familia?"

"No, pero no puedes comparar, mi hermana es más de diez años menor que yo y ella me ve no sólo como un hermano meyor sino también como una figura paterna."

"Aunque Jane es dos años mayor que yo, desde niña ella siempre fue muy tímida. Mi madre siempre le dijo que por su belleza ella siempre sería la mejor. Mi hermana siempre ha necesitado de alguien que la apoye y la comprenda, y esa persona siempre he sido yo. Como usted, yo siempre he creído que es mi responsabilidad protegerla y nunca he esperado que sea de otra forma." A Elizabeth no le gustó cómo el señor Darcy le habló de Jane, pero estaba demasiado cansada para seguir discutiendo con él.

"Comprendo," replicó el señor Darcy. A él le llamó mucho la atención que Elizabeth dijera que Jane era tímida, aunque pensándolo bien, era difícil no serlo con una madre que debía avergonzarla cada vez que abría la boca.

"¿Te gusta el teatro y la ópera?"

"Sí, mucho. Cuando visitaba a mi tío Gardiner, él siempre obtenía boletas y nos llevaba a ver las obras que estaban en cartelera. Por su negocio, él conoce mucha gente relacionada con el ambiente del espectáculo y ellos le regalan boletos con muy buena ubicación." Elizabeth habló un poco más sobre su tío pero vio que el señor Darcy sólo escuchaba, como si no le interesara saber nada sobre la familia de Elizabeth.

"Bueno, señora Darcy, déjeme decirle que ahora tiene un palco en el teatro y que podrá ir cuando lo desee," dijo el señor Darcy con un tono de superioridad. Él asumió que el tío comerciante de Elizabeth probablemente era proveedor de insumos para el teatro y por eso conseguía buenos boletos. Pero él quería dejarle en claro que ahora ella pertenecía a otra clase social y debía dejar en el pasado aquel mundo. Ahora, ella era una Darcy y pertenecía a otra clase social muy lejana al de los comerciantes.

"¿Tiene usted una familia grande o pequeña, señor Darcy?" preguntó Elizabeth para cambiar el tono de la conversación.

"Mi familia es más bien pequeña. Mi padre sólo tuvo un hermano, mi tío Eustace Darcy que es juez y nunca se casó. Por parte de mi madre, mi tío, Lord Matlock y su esposa la Condesa tienen dos hijos, Alexander y Richard. Y mi tía, Lady Catherine de Bourgh tiene tan sólo una hija. Como puedes ver, mi familia es pequeña," explicó el señor Darcy.

A Elizabeth no le pasó por alto el tono de orgullo en la voz cuando el señor Darcy hablaba de su familia ligada a la nobleza y que ocupaba los estratos más altos de la sociedad. Pero ella se preguntaba de qué servía tener tanto dinero y conexiones si en un momento de tanto dolor y angustia no podía recurrir a ninguno de sus familiares. Si ella estuviera en la situación de Georgiana, su tío y tía Gardiner, e incluso los Phillips estarían haciendo turnos para cuidarla.

"Gracias por el té y los bocadillos, me siento mucho menos cansada. Iré a decirle a Molly que vaya a descansar y aprovecharé de dormir algo mientras Georgiana descansa."

"Yo también intentaré descansar… Elizabeth, sólo quiero hacerte una última pregunta."

"Sí, por supuesto."

"¿Por qué me hablas con tanta formalidad aún cuando estamos solos. Ahora eres mi esposa… no quiero decir que… pero creo que no deberías ser tan formal."

"Lo siento, señor Darcy, pero creo que aún no me siento como su esposa… bueno, usted también entiende, supongo," dijo Elizabeth sin poder evitar ruborizarse.

"Claro que entiendo, y no te preocupes, hay tiempo para que te acostumbres a tu nueva vida," replicó el señor Darcy. Él entendió que Elizabeth aún sentía timidez al tratarlo y recordó sus interacciones en Netherfield.

"Espero pueda descansar, señor. Ahora, si me disculpa," dijo Elizabeth y se fue hacia el pequeño sillón que estaba contiguo a la cama de Georgiana. Ella no tenía energías para seguir hablando con el señor Darcy, y menos aún de temas delicados. Ella sabía que con la pérdida del bebé de Georgiana la situación entre ella y el señor Darcy cambiaba diametralmente pero no estaba lista para pensar en eso ni menos para hablar de aquello.

El señor Darcy se sentó en la silla, y pese a que quería quedarse despierto, a los pocos minutos se quedó dormido. A Elizabeth le pasó lo mismo, el sueño la venció y no pudo evitar dormirse.

Cuando los primeros rayos del sol despuntaban, el señor Darcy sintió que alguien lo despertaba. "Señor, por favor, despierte," dijo Elizabeth mientras le tocaba el hombro.

"¿Pasó algo, Elizabeth? Georgie, ¿Cómo está mi hermana?" preguntó el muy alterado.

"Venga conmigo," replicó Elizabeth con una hermosa sonrisa.

Cuando el señor Darcy se acercó a la cama de su hermana vio que ella estaba despierta y su cara ya no reflejaba angustia o dolor. "Mi querida Georgiana," dijo el señor Darcy, se acercó a la cama y la abrazó.

"Hermano querido, muchas gracias por estar siempre a mi lado. Te quiero tanto," dijo Georgiana con una voz muy leve pero llena de emoción.

Elizabeth se mantuvo en un costado de la habitación observando a los hermanos. Ella estaba feliz por la recuperación de Georgiana pero muy preocupada por su propio futuro porque su presencia en la vida de los Darcy ya no era necesaria.

P&P

"Señor, bienvenido a Pemberley," dijo el lacayo y recibió el caballo del Coronel.

Richard entró corriendo por el corredor central de la casa, y subió de dos en dos las escaleras que llevaban hacia el ala familiar. Afortunadamente en el camino se encontró con la señora Reynolds que pudo tranquilizarlo.

"Señora Reynolds, ¿cómo está Georgie?" preguntó casi con desesperación.

"Tranquilícese, señor. Ella está bien, un poco débil pero el doctor dijo que con el correcto descanso se recuperaría en unas cuantas semanas. Al menos, de sus heridas físicas. Pero no le voy a negar, querido coronel, que mi querida niña estuvo muy mal," dijo la señora Reynolds sin poder evitar derramar unas lágrimas.

"Me alegro tanto de que todo esté bien. ¿Y Darcy? y… bueno ¿La señora Darcy?" preguntó Richard no muy seguro sobre la situación de su primo.

"Ellos pasaron las dos últimas noches casi sin dormir cuidando a la señorita Darcy. Los tuve que obligar a que fueran a dormir unas cuantas horas en sus habitaciones y no en unas sillas incómodas. Y me va a perdonar, Coronel, pero por su apariencia asumo que tampoco ha dormido mucho en las últimas horas."

"¿Tanto se nota? La verdad es que he estado cabalgando las últimas veinticuatro horas, necesito un baño y dormir. Pero antes que todo, necesito ver a mi princesa," dijo Richard sonriendo.

"Ordenaré que le preparen un baño, y le lleven un buen desayuno a su habitación. Probablemente a la hora del almuerzo, podrá hablar con su primo y conocer a la señora Darcy."

La señora Reynolds se retiró y Richard fue directo al cuarto de su prima. Cuando llegó allí la encontró despierta pero le dio mucha pena verla. Estaba extremadamente pálida y se notaba que había perdido mucho peso en los últimos días. Sin duda alguna, Wickham le iba a pagar cada una de las canalladas que había cometido en contra de su prima.

"Richard, no sabes el gusto que me da verte," dijo Georgiana con una voz muy suave.

"Y yo a ti, mi querida princesita. Sé que debo oler a sudor de caballo, pero vas a tener que permitirme que te abrace. No sabes el susto que me hiciste pasar," dijo Richard muy emocionado mientras besaba y abrazaba a su querida prima.

Georgiana se aferró a Richard y lloró mucho, mientras él le besaba la frente y le decía que todo aquello estaba en el pasado. "Querida, por favor no debes llorar más. Ya todo esto pasó, y en unos meses más no será más que una terrible pesadilla." Para animar a su prima y evitar hablar de temas que pudieran entristecerla le dijo. "Georgie, tienes que contarme todo sobre la esposa de tu hermano."

A Georgiana inmediatamente se le iluminó el rostro y dijo con sincera emoción, "Richard, es maravillosa, la mejor hermana que podría haber soñado. Es muy bonita, tiene unos ojos verdes oscuros que nunca había visto antes y una sonrisa contagiosa. Además…"

"¿Además, qué, Georgie? Preguntó Richard intrigado.

"Es que no sé si sea correcto que te lo cuente… No sé si es apropiado."

"Claro que es apropiado que le cuentes chismes a tu primo favorito. ¿Sabes por qué?"

"No"

"Porque puedes estar segura que no le diré nada a nadie, y sabes que yo cumplo porque nunca le he contado ninguno de nuestros secretos a nadie. La señora Reynolds nunca sabrá por qué aquellos bizcochos de manzana con canela desaparecían misteriosamente de la cocina."

Georgiana no pudo evitar reír y le dijo en tono de secreto a su primo, "Lizzy no le tiene miedo a William. Ella no tiene miedo a decirle lo que piensa y que no está de acuerdo con él. Ya sabes, todas las mujeres siempre estaban de acuerdo con todo lo que decía mi hermano y nunca se atrevía a contradecirlo." Georgiana pensó en Caroline Bingley siempre tan dispuesta a adular a su hermano hasta por el más mínimo detalle.

"Interesante información, sobre todo porque ellos no se conocen tan bien…"

"Te equivocas, Richard. Lizzy y William se conocieron hace varios meses en Hertfordshire, incluso mi hermano siempre me hablaba de ella en sus cartas. Me siento tan feliz de que mi hermano se haya casado con una mujer tan buena y que además estén enamorados."

"En efecto, es una excelente noticia que tu pomposo hermano haya encontrado una buena mujer que además sepa como ponerlo en su lugar."

"No digas esas cosas de William, Richard. Él es tan bueno y yo le estoy tan agradecida por quererme y protegerme tanto pese a que no lo merezco."

"Yo no dije que Darcy fuera malo, sino que era pomposo. Pero no más cháchara, señorita. Ahora vas a dormir porque necesitas descansar mucho para que te recuperes muy pronto." Richard notó que Georgiana estaba muy débil y que no le hacía bien hablar de temas que la entristecieran.

Él la arropó, le besó la frente y se quedó al lado de ella hasta que se quedó dormida. Luego tomó un baño, comió algo y se fue a descansar a su cuarto. Él quedó muy intrigado con lo que Georgiana le contó. Supuestamente, su primo Darcy se casaría con una señorita que no conocía para proteger a Georgina, pero al parecer tenía una esposa a la que sí había conocido y a la cual admiraba.

'Si no estuviera tan agotado, te iría a despertar Darcy para que me explicaras qué demonios está sucediendo en esta casa,' pensó Richard antes de quedarse dormido.

P&P

Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo. En este momento no tengo ninguna idea de cuántos leen cada capítulo porque FF no me muestra esta información. Además, algunos usuarios han dicho que el sitio no les permite escribir revisiones. Como sea, les repito que estaré periódicamente actualizando para que no olviden revisar la página de la historia.

Además quiero pedirles que tengan paciencia porque esta es una historia larga que tiene tres etapas y estamos recién en la primera.

My sincere thanks to all the English-speaking people who follow the story through the translator!

Mes sincères remerciements à tous les francophones qui suivent l'histoire grâce au traducteur !

Meus sinceros agradecimentos a todos os falantes de português que acompanham a história graças ao tradutor ou porque sabem ler espanhol!

En el próximo capítulo, Richard hablará con su primo para entender qué está pasando. Mientras tanto, el señor Bingley tomará una decisión trascendental :)

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo