Capítulo 9

El señor Bennet no estaba contento con la breve carta que Jane le había escrito para informarle sobre el paradero de Elizabeth. Pero más que todo, le dolía que su hija más querida no se hubiera tomado el trabajo de escribirle y contarle dónde estaba y qué estaba haciendo.

Jane le había informado que Elizabeth había encontrado empleo como dama de compañía de una señorita de una familia acomodada, pero no le dijo quiénes eran o dónde vivían. Él estaba muy arrepentido de haberse dejado guíar por los nervios de su esposa y para tener un poco de paz, accedió a forzar a Elizabeth a casarse con un necio a quien jamás podría admirar.

El señor Bennet deseaba saber donde estaba su hija para poder ir en busca de ella, pero fiel a su personalidad, no tenía ni las ganas ni la voluntad de salir en busca de ella. Entonces, él esperaba que su cuñado o su hija le proporcionaran esa información para poder actuar.

"Señor Bennet, Lydia me dijo que usted le redujo su mensualidad a la mitad." La señora Bennet entró al estudio de su marido de forma abrupta para reclamar por tamaña injusticia.

"Así es, y no sólo he reducido la mensualidad de Lydia, también lo he hecho con la de todas sus hermanas y la suya, señora Bennet," respondió el señor Bennet sin siquiera levantar la vista.

"¿QUÉ? ESO NO LO VOY A TOLERAR, Y LE ADVIERTO…" la señora Bennet estaba fuera de control y reclamó por casi cinco minutos, lamentándose y repitiendo lo injusto que era su esposo.

Pero el señor Bennet no se inmutó. Por el contrario, tomó una hoja de papel y comenzó a escribir una carta a su cuñado. Él iba a pedirle al señor Gardiner que contratara a un investigador para localizar a Elizabeth, esperando que su cuñado asumiera los costos. Pero si él no se mostraba entusiasta con la idea, el señor Bennetl deseaba tener fondos extras para poder pagar los gastos de la investigación.

"¡SEÑOR BENNET!" gritó la señora Bennet. "Usted sabe muy bien que no me gusta que me ignore, y quiero además decirle que no me iré de su estudio hasta que no me explique porqué ha tomado una decisión tan cruel de dejarnos sin dinero."

"No las he dejado sin dinero, señora Bennet, sólo lo he reducido a la mitad."

"Es lo mismo, con esa miseria de dinero no podremos sobrevivir. ¿Por qué abusa de esa forma de mis pobres nervios, señor Bennet?" La señora Bennet se había sentado en la silla en frente del escritorio de su esposo fingiendo que lloraba para ver si conseguía hacer a su esposo cambiar de opinión.

"Para sobrevivir, usted y sus hijas, señora Bennet, necesitan comida y agua, que en esta casa hay en abundancia. No se conoce el caso de ninguna dama que haya muerto por no poder comprar encaje o un nuevo sombrero," replicó el señor Bennet mientras seguía escribiendo la carta.

La señora Bennet comprendió que ninguno de sus usuales trucos funcionarían esta vez, por lo tanto decidió cambiar de estrategia y preguntó muy seriamente. "Señor Bennet, quiero saber por qué nos ha reducido la mensualidad y espero que tenga la decencia de darme una respuesta y deje de ignorarme."

El señor Bennet por primera vez levantó la cabeza y miró a su esposa para hablarle. "Porque necesito dinero para encontrar a Lizzy," dijo el señor Bennet. Luego le dijo lo que Jane le había informado en su última carta y le explicó brevemente sus planes a la señora Bennet y siguió escribiendo la carta para su cuñado.

"Entiendo," replicó la señora Bennet. Luego se puso de pie y dejó el estudio de su marido. Aunque no quiso decir nada, la señora Bennet se sentía muy culpable y angustiada sin saber dónde estaba Elizabeth.

P&P

La noche anterior, Louisa y Caroline se habían encerrado en la pequeña sala del segundo piso para conversar sobre el regreso de Jane Bennet a la vida de su hermano. Después de contemplar varios posibles escenarios, decidieron que era mejor no antagonizar a Charles e intentar apelar a la razón y a los sentimientos. En vez de criticarlo y recriminar sus acciones, ellas intentarían razonar con él.

"Buenos días Hurst, Louisa, Caroline," dijo el señor Bingley y se sentó a tomar desayuno.

El señor Hurst estaba curioso porque sabía que algo había ocurrido porque su esposa estuvo hasta tarde conversando con Caroline. Él sabía que ellas algo se traían entre manos y estaba ansioso por saber qué era lo que estaban planeando.

"Charles, querido, ¿cuáles son tus planes para hoy?" preguntó Louisa con una voz muy suave.

"No lo sé, aún. Creo que iré al club esta mañana porque tengo ganas de conversar con tío Benedict," respondió el señor Bingley mientras miraba el periódico.

"Por favor, dales nuestros saludos a tío Benedict. Creo que una de estas veladas deberíamos invitarlo a él y tía Amanda a cenar con nosotros ¿Qué te parece, Charles?"

"Me parece muy bien," Caroline.

"Charles, esta velada vendrán algunos amigos a cenar con nosotros, ¿a qué hora piensas regresar a casa?" preguntó Louisa y luego miró a Caroline.

"No lo sé, Louisa," replicó el señor Bingley. Él presentía que sus hermanas querían decirle algo pero no entendía por qué no iban directamente al punto.

"Chales, sabes que como tus familiares más cercanos y como tus hermanas queremos lo mejor para ti," dijo Caroline con cautela.

"¿En serio? Bueno, entonces díganme qué es lo mejor para mí porque parece que ustedes lo saben y yo no," replicó el señor Bingley alterado. Él no quería tener la misma discusión con sus hermanas una y otra vez.

"Charles, por favor no reacciones de esa forma porque no es necesario. Nosotras estamos legítimamente preocupadas por ti," dijo Louisa mientras miraba a Caroline.

"¿Tiene esta conversación sobre mi bienestar alguna relación con el hecho que haya visitado a la señorita Bennet? Porque si es así, me gustaría que fueran claras y nos evitamos seguir perdiendo el tiempo con palabras de buena crianza y poco sinceras." El señor Bingley miró a sus dos hermanas esperando por una respuesta.

Coraline le hizo un gesto con la mirada a Louisa para dejarle saber que sería ella quien intentaría explicarle la situación a su hermano. "Sí, Charles, se relaciona con Jane Bennet. Estamos preocupadas que vuelvas a considerar cortejarla porque ninguna de las objeciones que te separaron de ella hace unos meses han cambiado. Charles, no puedes frecuentar a esa mujer y crear expectativas que no podrás cumplir. ¿O quieres casarte con una mujer que no te quiere?"

"No tengo ninguna duda que ustedes piensan que nadie puede quererme por lo que soy. Pero si es una mujer de la alta sociedad como la señorita Spencer la que quiere casarse conmigo por mi dinero, allí ninguna de ustedes dos tiene ningún inconveniente. Yo no tengo por qué decirles lo que pretendo hacer con mi vida, pero si la señorita Bennet me interesara, haría todo lo posible por conquistar su corazón."

"No te das cuenta, Charles, que si tomas una decisión así de imprudente, me perjudicas a mí y las posibilidades de encontrar un marido como el que merezco," dijo Caroline fingiendo pesar.

"Caroline, la señorita Bennet es la hija de un caballero, no una sirvienta. Socialmente, ella es superior a todos nosotros. Además, si algún hombre realmente te quiere, lo que menos le va a importar es quién sea mi esposa."

"Pero Charles…"

"Ni una palabra más, esta es mi casa y tengo derecho a desayunar tranquilo," dijo el señor Hurst. Él habló en un tono muy severo para que todos comprendieran que no deseaba escuchar más discusiones.

El señor Hurst y el señor Bingley continuaron desayunando en silencio, mientras Caroline y Louisa hablaban de los planes para la cena de aquella velada.

En cuanto terminó de desayunar, el señor Bingley se levantó de la mesa y se retiró del comedor. Luego fue a su habitación para cambiarse de ropa y dirigirse al club. Cuando estaba listo para salir, su cuñado se le acercó para hablar con él.

"Bingley, te felicito por cómo enfrentaste a tus hermanas hoy. No quiero entrometerme en tus asuntos, pero si me lo permites, me gustaría darte un consejo," dijo el señor Hurst.

"Por supuesto, te escucho," replicó el señor Bingley curioso.

"Si sigues viviendo en esta casa, tus hermanas te harán la vida imposible. Creo que sabes que eres bienvenido aquí, pero creo que deberías buscar otro lugar donde vivir." El señor Hurst le dio una palmada en el hombro a su cuñado y se despidió de él.

El señor Bingley se puso su sombrero y salió rumbo al club pensando en lo su cuñado le había dicho.

P&P

Richard se despertó casi a las tres de la tarde después de dormir alrededor de 5 horas. Después de lavarse la cara y vestirse, se fue al cuarto de su prima para ver cómo estaba y poder acompañarla. Después de eso, tenía planeado hablar con su primo. Pero cuando entró a la habitación se olvidó de todas sus preocupaciones porque vio a Georgiana sonriendo mientras una dama muy bonita le acariciaba el rostro.

"Tienes que comer, querida Georgiana. No te vas a recuperar si no comes y me imagino que no quieres tener que pasar todo el tiempo en esta cama," dijo Elizabeth. Luego llenó la cuchara del delicioso estofado de carne y verduras y se lo dio a Georgiana.

"Esta bien, Lizzy, pero sólo unas cucharadas más," replicó Georgiana. A ella le gustaba que Elizabeth fuera tan protectora con ella y no le importaba que la alimentara como a una niña. Ella necesitaba sentir cariño y alejar la tristeza.

"Muy bien, cinco cucharadas más y podrás comer un trozo de torta de fresas, que alguien me dijo era tu favorita," dijo Elizabeth.

"Puedo confirmar que a esta señorita le gustan todas las tartas, pasteles, bizcochos, caramelos y todas las cosas dulces en general," dijo Richard mientras se acercaba a las damas. "Mi estimada dama, déjeme presentarme, yo soy el Coronel Richard Fitzwilliam, primo de esta señorita."

"Richard, ella es mi nueva hermana, Lizzy," dijo Georgiana emocionada.

"Es un gusto conocerlo, Coronel. Yo soy Elizabeth Bennet…"

"¿Bennet?"

"Darcy, disculpe… Es que llevo poco tiempo casada y aún no me acostumbro a mi nuevo nombre."

"No se preocupe, mi estimada señora Darcy, yo me he llamado toda la vida Richard Fitzwilliam y muchas veces se me ha olvidado mi nombre," dijo Richard haciendo reír a las dos damas.

Mientras Elizabeth le daba de comer a Georgiana, Richard se sentó cerca de ellas y una divertida conversación se inició entre ellos. Elizabeth pudo apreciar que el Coronel era muy distinto a su primo, mucho más afable y dispuesto a conversar, y por cierto, mucho menos orgulloso y severo.

"Oh, Richard no puedo creer que hayas comido eso," dijo Georgiana divertida.

"Georgie, cuando los soldados estamos en campaña no podemos darnos el lujo de ordenar comida a nuestro gusto. El estofado se veía bueno y yo tenía hambre," explicó Richard.

"¿Y qué sabor tenía? ¿Era bueno?" preguntó Elizabeth riendo.

"Digamos que cumplió con la labor de quitarme el hambre. Pensar en los deliciosos estofados que prepara la cocinera de Pemberley me ayudó mucho."

"Coronel, ¿y algún día supo que tipo de carne usaron para preparar esa comida?" preguntó Elizabeth divertida.

"No, pero escuché algunos rumores que he tratado de olvidar, aunque no voy a negar que he tenido pesadillas con el tema," dijo el Coronel haciendo reír a las damas.

Richard estaba feliz de ver a Georgiana riendo y como su nueva hermana la trataba con tanto cariño y consideración. Al parecer, su primo Darcy había elegido una mujer buena, y muy bonita además.

Cuando el señor Darcy entró al cuarto de su hermana, encontró a Georgiana y Elizabeth riendo de buena gana. Él estaba consciente que su primo tenía el talento de alegrar cualquier lugar, por más triste o lúgubre que fuera. En ese sentido, era igual a su madre, Lady Matlock.

"Buenas tardes, Darcy. Me imagino que estás feliz de verme. Hoy llegué muy temprano, vine a cerciorarme que mi princesita estuviera bien y me fui a descansar. Ya me he excusado con la señora de la casa y ella me perdonó por lo que espero no te enojes por mi falta de modales," dijo Richard alegremente. Luego se acercó a su primo y le dio un buen apretón de manos.

"No te preocupes, Fitzwilliam, mientras duermes no hablas y eso siempre es un descanso para mis oídos," respondió el señor Darcy en el mismo tono divertido.

"¿Qué dices, Darcy? Aunque quieras no podrías negar que te encanta recibirme en tu casa y alimentarme," dijo Richard riendo.

"No sólo te alimento, Fitzwilliam, no te olvides que haces buen uso de mis bodegas de vino también. Pero no es eso a lo que me refería, nunca nadie te ha dicho que repites todo el tiempo lo mismo."

"¿Yo? ¿Repetitivo? ¿Qué dices, Georgie?"

"Bueno, Richard, la verdad es que eres un poco repetitivo," dijo Georgiana riendo.

"Mi estimada señora Darcy, por favor no crea nada de lo que dicen mis primos. Creo que se han coludido para dejarme mal ante usted," dijo Richard con cara de inocente.

"No se preocupe, mi querido Coronel. Yo también suelo ser un poco repetitiva, pero no porque quiera, sino porque la gente no siempre presta atención a lo que digo," dijo Elizabeth mirando a Richard con una bella sonrisa.

"Muy bien dicho, señora Darcy. Ven ustedes dos, es culpa de ustedes que yo tenga repetir mis historias más de una vez," dijo Richard riendo.

Al señor Darcy no le pasó por alto como Richard y Elizabeth hablaban con tanta familiaridad como si se conocieran desde hace mucho tiempo. Por eso no pudo evitar preguntarse por qué a Elizabeth siempre que conversaba con él era más bien distante.

Por su parte, Elizabeth notó que con su primo el señor Darcy era bastante más relajado y que la relación de ellos era de igual a igual, al parecer, él también podía ser ingenioso y divertido si se lo proponía. Pese a que ella no dudaba que con el señor Bingley eran buenos amigos, ella siempre tuvo la impresión que el señor Darcy tenía una gran influencia en las decisiones que él tomaba.

"Georgiana, creo que es hora que descanses. Te hará muy bien tomar una siesta y descansar. Todavía estás muy débil y no debes exigirte más de lo conveniente," dijo Elizabeth y arropó a Georgiana.

El señor Darcy y Richard besaron a Georgiana en la frente y le prometieron que regresarían en unas horas más para hacerle compañía. Cuando finalmente Georgiana se durmió, Elizabeth decidió salir a dar un paseo, pero como el día estaba demasiado frío, ella sólo caminó por el jardín por unos minutos y regresó a la casa.

Desafortunadamente, surgió una emergencia en Pemberley y el señor Darcy tuvo que pasar toda la tarde resolviendo la situación con su administrador y algunos inquilinos. Cuando regresó a casa ya era hora de la cena.

Aquella noche, todos cenaron en el cuarto de Georgiana y se retiraron a dormir temprano porque estaban agotados. Además, Georgiana aún estaba muy débil y sólo podía permanecer despierta por unas cuantas horas.

P&P

Elizabeth se levantó temprano y desayunó junto a Georgiana. Ella sabía que su esposo estaba ocupado con asuntos de la hacienda y que probablemente el Coronel tenía trabajo que atender porque había recibido varios mensajes aquella mañana. Después de pasar algunas horas con su cuñada, y una vez que ella se quedó dormida, Elizabeth decidió ir a la biblioteca a buscar algún libro interesante para leer. Desafortunadamente el día estaba demasiado frío para aventurarse a salir y parecía que una tormenta se avecinaba.

Cuando llegó a la biblioteca, buscó un libro en la selección de clásicos y se sentó a leer junto a la chimenea. Ese era su lugar favorito de su nueva casa, y no le molestaba pasar horas leyendo allí sin que nadie la interrumpiera. Ella estaba cada día más nerviosa pensando en su futuro, y en el futuro de su matrimonio.

Al lado de la biblioteca estaba el estudio donde el señor Darcy pasaba mucho tiempo trabajando y resolviendo los asuntos de la hacienda. Afortunadamente ese día no tuvo problemas inesperados por lo que aprovechó de tener la postergada pero importante conversación.

El señor Darcy le había comunicado por carta al Coronel que había encontrado una buena candidata para ser su esposa, pero no le informó que era alguien que conocía previamente.

"Entonces la señorita Bennet y tú se conocieron en Hertfordshire en los meses que pasaste con Bingley allí. Recuerdo que me dijiste que la gente en ese lugar era bastante insignificante, pero tu esposa me parece una dama muy interesante," dijo el Coronel para ver la reacción de su primo.

"Elizabeth es muy distinta a la gente de ese lugar y al resto de su familia," Fitzwilliam.

"Pero tengo entendido que ella es la hija de un caballero, o me equivoco," preguntó Richard.

"Así es, mi esposa es la hija de un caballero pero la familia Bennet es bastante peculiar."

"¿Qué quieres decir con 'peculiar'?"

Después de haber estado leyendo por casi una hora, Elizabeth estimó que Georgiana debía estar despierta y decidió ir a acompañarla. Ella se había dado cuenta que cuando su cuñada pasaba largos periodos de tiempo sola, solía deprimirse mucho y recriminarse por todo lo que le había ocurrido. Elizabeth estaba seguro que en unas pocas semanas, Georgina recuperaría su salud física, sin embargo estaba convencida que su salud emocional tomaría un tiempo bastante más largo.

Elizabeth salió de la biblioteca y tomó el pasillo que conducía a la escalera que llevaba al segundo piso. Cuando pasó por fuera del estudio del señor Darcy, escuchó que su esposo estaba conversando con el Coronel, pero cuando oyó el nombre Bennet, decidió detenerse y prestar atención a lo que estaban diciendo.

"El señor Bennet es un caballero que tiene una hacienda modesta, que además no podrá ser heredada por sus hijas sino por un primo distante. La señora Bennet es una mujer vulgar que tiene un hermano que es comerciante y vive en Cheapside. Pero como si eso no fuera suficiente, sus hijas menores se comportan de una manera atroz y coquetean descaradamente con cualquier hombre que lleve uniforme. Perdón, eso no es todo, además la hermana de la señora Bennet es una mujer chismosa y su esposo es el procurador del pueblo. Las señoritas Bennet no tienen ni dote ni conexiones, sólo son las hijas de un caballero menor y sin importancia."

Elizabeth se sintió muy ofendida al escuchar como su marido hablaba de una manera tan fría de su familia. Pero no pudo seguir escuchando porque un sirviente se aproximaba por el otro lado del corredor, entonces, respiró hondo y siguió caminando. Ella no deseaba llorar, pero aún así no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas.

'No voy a permitir que ese hombre me arruine el día. Georgiana me necesita, Jane me necesita y por ellas tengo que ser fuerte,' pensó Elizabeth y subió corriendo las escaleras.

P&P

Mis sinceros agradecimientos a todos los que siguen la historia y se toman el trabajo de dejar comentarios. Ustedes me inspiran a seguir escribiendo

Como les dije esta historia tiene tres etapas, y estamos casi al final de la primera. Esta será la más larga de las tres, alrededor de la mitad de la historia. Así que tengan paciencia, por favor.

En el próximo capítulo el señor Darcy pondrá en marcha su plan para resolver su vida. Mientras tanto en Londres, el señor Bingley comenzará a hacer algunos cambios en su vida.

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo