Capítulo 12

El señor Bingley se levantó muy temprano aquel día para evitar encontrarse con sus hermanas. Luego le ordenó a su valet y a uno de los sirvientes que se encargaran de poner sus pertenencias en su carruaje, y finalmente se mudó a casa de su tía Amanda. Como llegó tan temprano a casa de los Lewis, aprovechó de desayunar con ellos y explicarles cuáles eran sus planes para los próximos días.

"No dudes, Charles, en pedirme ayuda si necesitas asistencia con asuntos legales. Como sabes, tu primo John está a cargo de todo en nuestra firma de abogados y tengo mucho tiempo libre."

"Gracias, tío, de hecho después de desayunar tengo que analizar algunos documentos que me envió el administrador de Netherfield," explicó el señor Bingley.

"Quién diría que a mi edad aprendería un poco sobre la administración de una hacienda," replicó Benedict sonriendo.

"Querido Charles, si todo va bien con la señorita Bennet, tengo planeado organizar una cena para invitarla a ella y los Gardiner. De esa forma, tendrás tiempo de demostrarle que tu interés es sincero, y que al menos, una parte de tu familia te apoya," dijo Amanda. Ella estaba muy orgullosa de su sobrino por haber decidido tomar el control de su vida.

"Muchas gracias, tía, no sabes lo mucho que significa para mí tu apoyo," dijo el señor Bingley sinceramente emocionado.

Una vez que terminaron de desayunar, el señor Bingley fue a su habitación para ayudar a los sirvientes a organizar sus pertenencias. Después de eso, fue al estudio de tío Benedict, y juntos intentaron comprender los informes del administrador. El señor Bingley pudo comprender que al inicio de la primavera debía supervisar las siembras para la nueva temporada y que el establo de Netherfield necesitaba ser reparado lo antes posible.

Finalmente, y cuando fue una hora prudente para hacer una visita social, el señor Bingley se fue rumbo a Cheapside. Durante el viaje, él aprovechó de repasar todo lo que pensaba decirle a su ángel y de los consejos de su tía Amanda. Ante todo, él debía ser honesto y contarle a la señorita Bennet todo lo que había ocurrido en su vida durante los últimos meses, y además, debía disculparse por haberse marchado sin despedirse.

Cuando finalmente llegó a casa de los Gardiners, respiró profundo y golpeó la puerta. El mayordomo lo hizo pasar, y después de unos minutos lo acompañó hasta el salón donde estaban Jane y la señora Gardiner.

"Muy buenos días, señora Gardiner y señorita Bennet. Me siento muy feliz de estar aquí visitándolas," dijo el señor Bingley mirando a Jane.

"Somos nosotras las que estamos felices de verlo nuevamente, señor Bingley," dijo la señora Gardiner. Ella notó que el señor Bingley estaba muy ansioso, Jane muy nerviosa y que debía encontrar la forma de darles la oportunidad de conversar.

El señor Bingley se sentó cerca de Jane, pero ella no dejaba de mirar al suelo mientras era la señora Gardiner la que llevaba la conversación. Después de diez minutos, la hija mayor de los Gardiners entró al salón para hacerle una pregunta a su madre, y la señora Gardiner aprovechó la ocasión para excusarse y dejarlos solos.

El señor Bingley sabía que esa era la oportunidad para decir todo lo que había planeado y no dudó en comenzar a hablar. "Señorita Bennet, sé que hace mucho tiempo que debería haberme disculpado con usted, su familia y los vecinos de Netherfield. Fue extremadamente desconsiderado de mi parte irme de un día para otro sin siquiera despedirme. Jamás debí abandonar mis responsabilidades y a mis nuevos amigos de la forma en que lo hice…"

Mientras el señor Bingley hablaba, Jane sentía que no podía respirar pero se armó de valor e hizo la pregunta que había querido hacerle desde hace meses. "Señor Bingley, ¿por qué razón se fue tan inesperadamente?"

"Porque sentí temor y dejé que otros tomaran decisiones que yo debiera haber tomado. Señorita Bennet, quiero ser honesto con usted, y le ruego que después de escucharme, usted también se honesta conmigo," dijo el señor Bingley. Luego, respiró hondo y le contó todo a Jane. Él le dijo lo mucho que la admiraba y cómo otras personas lo habían convencido de que ella no sentía nada por él, y que esa había sido la principal razón para alejarse de ella. "Señorita Bennet, yo noté como su madre siempre intentaba promover una acercamiento entre nosotros y si yo seguía en Netherfield, su familia podría obligarla a aceptarme. Yo no deseaba que usted fuera obligada a estar conmigo, la respeto demasiado como para desearle algo como eso."

Jane estaba sorprendida porque jamás pensó que el señor Bingley le hablaría con tanta honestidad. Por lo tanto, decidió ser igualmente honesta. "Entiendo, señor Bingley, que se haya sentido inseguro. Desgraciadamente mi madre no sabe controlar su ímpetu y le pido disculpas por eso. Ahora, me gustaría saber por qué ha decidido contarme todo esto."

"Señorita Bennet, yo he decido ser honesto porque… Bien, yo… Yo deseo tener la oportunidad de retomar nuestra amistad porque mis sentimientos por usted no han cambiado, es más, creo que son aún más intensos que hace unos meses atrás."

"Entiendo, y aunque no puedo negar que me siento tremendamente halagada porque yo también… lo admiro, señor Bingley y su partida inesperada me hizo sufrir mucho."

"Señorita Bennet, no sabe lo feliz que me hace…"

El señor Bingley estaba muy emocionado y deseaba decirle muchas cosas a Jane, pero ella lo interrumpió. "Señor Bingley, usted fue honesto conmigo y yo quiero ser honesta con usted. Yo no estoy segura si puedo confiar en usted porque mi situación ahora es muy distinta que hace unos meses atrás," dijo Jane sin poder evitar derramar unas lágrimas.

"Señorita Bennet, por favor, no llore, por favor, confíe en mí," dijo el señor Bingley y tomó la mano de Jane.

Jane se secó las lágrimas y le contó todo lo que había pasado con Elizabeth y como ella estaba angustiada sin saber dónde estaba. "Como puede ver, señor Bingley, yo necesito resolver mi vida pronto y necesito a mi lado a alguien que pueda quererme y apoyarme a mí y a mi hermana. Yo necesito en mi vida a alguien que sepa lo que quiere y en quien yo pueda confiar," dijo Jane con firmeza.

"La entiendo perfectamente, y si me da la oportunidad, señorita Bennet, le demostraré que estoy dispuesto a ganarme su cariño y confianza. Lo único que le pido es una oportunidad para demostrarle que puede confiar en mí y que haré todo lo que esté a mi alcance para protegerla a usted, y a la señorita Elizabeth."

Por primera vez en muchos meses, Jane sintió que era feliz. Al parecer, el señor Bingley estaba dispuesto a transformarse en el hombre que ella necesitaba. "Está bien, señor Bingley, creo que debemos darnos una oportunidad de conocernos."

"Le prometo, mi querida señorita Bennet, que no se va a arrepentir y que seré digno de usted. ¿Puedo hablar con su tío o prefiere que le escriba a su padre?"

"Prefiero que hable con mi tío," dijo Jane sonriendo. Ella estaba tan feliz no sólo porque el hombre que admiraba estaba con ella, sino también porque muy pronto podría ofrecerle un hogar a su querida hermana.

La señora Gardiner regresó al salón y la feliz pareja compartió las buenas noticias. El señor Bingley estaba dispuesto a cortejar a Jane y demostrarle lo sincero de su amor. Él esperaba que después de unas cuantas semanas, ella aceptara su propuesta matrimonial y vivir junto a ella en Netherfield.

P&P

Aprovechando que el día estaba soleado, Elizabeth salió a caminar porque necesitaba tiempo sola para pensar que debía hacer. Dos días después de que el coronel Fitzwilliam se fue de Pemberley, Georgiana se levantó, y pasaba algunas horas entre la biblioteca y el cuarto de música. Aunque Georgiana no estaba completamente recuperada, Elizabeth podía ver que cada día estaba mejor y sabía que con el tiempo lograría superar el triste incidente que le había tocado vivir.

Pero lo que más le preocupaba a Elizabeth era la incertidumbre de no saber qué sucedería con su vida. El señor Darcy seguía siendo cordial, pero distante y ella no sabía cómo abordar el tema sobre el futuro de su matrimonio. Ella estaba consciente de la opinión que el señor Darcy tenía de ella y su familia y creía que lo mejor era anular el matrimonio de ellos de la manera más discreta posible para que nadie se enterara. De hecho, ella pensaba proponerle al señor Darcy que le permitiera a ella y Georgiana viajar en la primavera a Escocia porque pensaba que a su cuñada le haría bien cambiar de ambiente y estar en contacto con la naturaleza. Además, Elizabeth pensaba que Georgiana no estaba preparada para enfrentarse a la sociedad londinense y comprendía que el señor Darcy debía pasar tiempo en la ciudad.

"Sin duda alguna, a los dos nos hará bien terminar con esta farsa de matrimonio. Él necesita una mujer de su clase a su lado, y yo un hombre al que pueda admirar,' pensó Elizabeth mientras caminaba por uno de los caminos que bordeaban una pequeña laguna.

Elizabeth estaba fascinada con la naturaleza que rodeaba el parque adyacente a Pemberley y no podía evitar imaginar cómo sería en la primavera, cuando la naturaleza dormida despertara.

"Señora Darcy, ¿me permite que la acompañe? Al igual que usted, deseo aprovechar estas horas de sol para caminar y disfrutar de la naturaleza. Los últimos días he estado muy ocupado con asuntos de la hacienda y me hará bien hacer algo de ejercicio," dijo el señor Darcy y le ofreció el brazo a su esposa.

Él estaba en su estudio trabajando y cuando hizo una pausa, vio a Elizabeth caminando rumbo al parque y decidió que era una buena oportunidad para poner en marcha su plan de cortejar a su esposa antes de declararle su amor.

"Por supuesto, señor Darcy," dijo Elizabeth y aceptó el brazo que su esposo le ofrecía. Tal vez, mientras caminaban, ella tendría la oportunidad de hablar sobre lo que tanto le preocupaba, pero debía esperar a que se diera el momento de hablar de aquello. "Señor Darcy, disculpe, créame que no tengo intención de entrometerme en sus asuntos, pero por qué trabaja tanto si en la temporada de invierno el trabajo en la hacienda debe ser mínimo."

Al señor Darcy le sorprendió un poco la pregunta, pero asumió que probablemente el señor Bennet administraba su hacienda de una manera muy diferente. "Gran parte de la siembra comienza para el fin del invierno y principios de la primavera y hay muchas que planear para que todo salga bien. Además, en los últimos años hemos introducido nuevas técnicas de cultivo para que las tierras sean más productivas y hay muchas cosas que aún no sé y debo aprender…"

Elizabeth estaba impresionada con la cantidad de trabajo que el señor Darcy hacía. Ella sabía que Pemberley era mucho más grande que Longbourn, pero de igual forma su padre hacía muy poco por la tierra y sus inquilinos. "Sin duda alguna, usted tiene muchas cosas que coordinar y me parece muy bien que haga tanto por sus inquilinos."

"Es mi deber porque esta tierra ha estado ligada a mi familia por muchas generaciones. Además, es mi obligación mantener el prestigio de mi familia y mi linaje. Los Darcy siempre han sido respetados en Derbyshire y yo haré lo que sea necesario para que mi familia siga siendo considerada una de las más admiradas de Inglaterra."

Nuevamente el señor Darcy evocaba sentimientos encontrados en Elizabeth. En un principio cuando ella lo escuchó hablar de cómo trabajaba muy duro para hacer que su hacienda fuera lo más productiva posible, no pudo evitar sentir admiración. Pero cuando comenzó a hablar del prestigio de su familia y la importancia de su linaje, regresó el hombre engreído que ella alguna vez había detestado.

Elizabeth deseaba tener una tarde tranquila y como no estaba segura que pudiera mantenerse callada si escuchaba a su esposo hablar como un altanero pomposo, prefirió mantenerse en silencio y admirar la naturaleza.

Por su parte, el señor Darcy se sentía muy satisfecho al ver como Elizabeth observaba maravillada la naturaleza a su alrededor. Él estaba feliz que entre ellos no fueran necesarias las palabras y que pudieran disfrutar de su mutua compañía. Sin duda alguna, ellos cada vez estaban más unidos y listos para poder transformarse en un verdadero matrimonio. Lo único que le preocupaba era la situación de Elizabeth y su familia, pero ya llegaría el tiempo de hablar de aquello.

P&P

En las últimas dos semanas, el señor Bingley visitaba sin falta a Jane, e incluso cenaba con ella y los Gardiners siempre que podía. Además, su tía Amanda había sido de gran ayuda porque había organizado una hermosa cena para acercar a las dos familias y visitaba con periodicidad a Jane y la señora Gardiner.

Jane estaba contenta con todo lo que estaba pasando en su vida, aunque a veces se sentía un poco culpable de ser tan feliz mientras su hermana seguía alejada de su familia. Lo único que la reconfortaba era saber que el señor Bingley le había dicho que estaba dispuesto a proteger a Elizabeth y a ofrecerle Netherfield como su futuro hogar.

Aquella mañana, Jane había recibido una breve carta de Elizabeth, y aunque ella le decía que estaba bien, Jane presentía que su hermana no era completamente sincera. Además, ella no podía evitar sentirse insegura con respecto al señor Bingley, y que él pudiera volver a decepcionarla, como lo había hecho unos meses atrás.

"Querida, ¿puedo hablar contigo?" preguntó la señora Gardiner e ingresó al cuarto de Jane.

"Claro que sí, tía. Dime, ¿cómo puedo ayudarte?"

"¿Qué piensas de la carta que te envió Lizzy. No quiero preocuparte, pero siento que mi querida sobrina no está contenta donde está. Lo que no comprendo es por qué no nos da la dirección para que podamos escribirle, si ya han pasado casi dos meses."

"Tía, yo también estaba pensado en eso. Tengo el presentimiento de que por alguna razón que no comprendo, nos está ocultando información."

"Tu tío estaba pensando en contratar a alguien para localizarla, y creo que le diré que debe hacerlo cuanto antes."

"Estoy de acuerdo contigo, tía. Necesitamos saber dónde está Lizzy y si está bien."

Después de conversar por unos cuantos minutos más sobre la situación de Elizabeth, la señora Gardiner quiso saber cómo se sentía Jane. "Me imagino que debes estar muy feliz ahora que el señor Bingley te está formalmente cortejando."

"Sí, tía, estoy muy feliz pero…"

"Jane, espero que no estés dudando de su devoción por ti."

"Es que aún me siento insegura, más que mal él me abandonó y…"

"Jane, eso está en el pasado. Él se disculpó y te ha demostrado que te quiere."

"Tienes razón. Tía. Muchas gracias por ser tan buena conmigo y apoyarme en todo."

Jane abrazó a su tía y ella le acarició la cara. "Estaré en el salón esperándote porque quiero enseñarte el nuevo punto de bordado que me enseñó la señora Lewis."

"Bajaré en unos minutos, tía," dijo Jane.

Cuando Jane estaba terminando de peinarse, una de las sirvientas golpeó a su puerta para avisarle que tenía visitas. Ella pensó que era la señora Lewis y se animó mucho, pero cuando entró en el salón quedó muy sorprendida.

"Mi querida Jane, no sabes el gusto que me da verte," dijo Louisa con una falsa sonrisa.

"En cuanto supimos que estabas en Londres, no pudimos esperar ni un día más para venir a verte," agregó Caroline.

Jane estaba tan confundida que no supo qué decir por varios segundos.

P&P

Georgiana había notado que Elizabeth se comportaba de una forma muy distinta cuando su hermano estaba alrededor. Con ella, su querida cuñada era cariñosa, amable y siempre estaba de buen humor y haciendo bromas. Sin embargo, cuando el señor Darcy llegaba, ella inmediatamente se ponía muy seria, se excusaba y se retiraba, o se mantenía en silencio.

Georgiana pensaba que tal vez se habían disgustado por alguna razón y ella quería ayudarlos a reconciliarse. Ella se sentía culpable porque por su culpa Elizabeth y el señor Darcy no habían tenido la boda que se merecían. Pero además, ella estaba consciente que su hermano no siempre sabía cómo expresar sus sentimientos y que muchos confundían su carácter reservado con altanería.

Por esa razón, Georgiana decidió averiguar un poco más sobre cómo había sido la relación de su hermano y Elizabeth antes de casarse, y sobre todo, poder contarle a su cuñada un poco más sobre su hermano.

Elizabeth estaba bordando un pañuelo para Jane sentada cerca del ventanal de uno de los hermosos salones de Pemberley. Desde allí podía ver como caían los primeros copos de nieve.

"¿Qué haces, Lizzy? Perdón, pero no quiero interrumpirte si estás ocupada," dijo Georgiana, tímidamente.

"Tu nunca molestas, querida. Sólo estoy bordando un pañuelo para mi hermana Jane. Siéntate aquí y podemos conversar mientras yo sigo bordando," dijo Elizabeth. A ella siempre le alegraba estar cerca de Georgiana.

"Extrañas mucho a tu hermana Jane, tú y ella eran muy unidas ¿no?"

"Sí, y la extraño mucho, pero no cuando tú estás a mi lado," dijo Elizabeth al ver algo de tristeza en la mirada de Georgina.

"Me alegro que te guste estar conmigo porque yo siento que he ganado a la mejor hermana que podía tener," dijo Georgiana más feliz.

Elizabeth le mostró a Georgiana lo que estaba bordando y ella le dio algunas ideas para que el pañuelo quedara aún más bonito. Después de conversar sobre el tiempo y lo frío que era el invierno en Derbyshire, Georgiana se atrevió a hacerle algunas preguntas personales a Elizabeth.

"Lizzy, ¿cuándo fue que te diste cuenta que estabas enamorada de mi hermano? Mi hermano no sólo es muy guapo, también es honorable y rico, entonces siempre muchas señoritas se han interesado en él."

Elizabeth se sintió muy incómoda con la pregunta y no deseaba mentirle a Georgiana, pero sabía que ella no estaba lista para saber la verdad. Todavía estaba muy inestable emocionalmente para sufrir una decepción tan grande como esa y sentirse culpable por la situación en la que se encontraba su hermano, un matrimonio sin amor. Por eso decidió desviar el tema de la mejor forma que pudo.

"No me queda duda de que muchas señoritas admiran al señor Darcy. De hecho, fui testigo de cómo una hacía todo lo posible por llamar su atención," dijo Elizabeth. Después, le contó alguna de las cosas que Caroline Bingley hizo en Netherfield.

Georgiana no pudo evitar reírse pero no se sorprendió porque ella misma había sido testigo de cómo se comportaba Caroline en presencia de su hermano. "Sin duda alguna, la señorita Bingley se sentirá muy decepcionada cuando se entere que mi hermano es un hombre casado. Pero William y el señor Bingley son muy buenos amigos y seguramente seguirán viéndose por lo que ella tendrá que superarlo."

"¿Son amigos hace mucho tiempo tu hermano y el señor Bingley?" preguntó Elizabeth.

"Hace unos cuantos años, ellos se conocieron en la universidad. El señor Bingley no conocía a mucha gente y mi hermano lo ayudó a entrar en sociedad." Georgiana pensó que esa era la oportunidad de demostrarle a Elizabeth lo bueno que era su hermano y le contó como el señor Darcy había guiado y aconsejado al señor Bingley como si fuera un hermano mayor. "Incluso, hace unos pocos meses atrás lo salvó de caer en las garras de una mujer que deseaba casarse con él sin quererlo y sólo por su fortuna. Probablemente alguien muy similar como George, que pretendía hacer lo mismo conmigo. Pero mi hermano nos salvó a mí y al señor Bingley de tener una vida miserable por el resto de nuestras vidas. Él es no sólo un hombre sabio, sino también muy generoso. La señora Reynolds dice que cuando William era niño…"

Elizabeth fingía que prestaba atención a lo que le decía su cuñada, pero la verdad es que sentía una mezcla de ira y dolor. Ellas siempre había sospechado que el señor Darcy junto con las hermanas del señor Bingley se habían encargado de separar a su hermana del hombre que amaba.

"Lizzy, ¿te sientes bien?" preguntó Georgiana al ver a su cuñada tan pálida.

"Sí, es sólo que me siento un poco cansada… La verdad es que necesito un poco de aire. Si me disculpas, querida…" dijo Elizabeth y salió del cuarto sin saber mucho donde ir.

Georgiana regresó a su cuarto feliz de poder haber ayudado a su cuñada a entender mejor a su querido hermano. Incluso, ella pensó que el malestar de Elizabeth podía deberse a otra cosa y se alegró mucho.

El señor Darcy vio a Elizabeth salir corriendo por uno de los ventanales rumbo al jardín. Aunque sólo caían unos pocos copos de nieve, muy pronto caería la tormenta y era mejor que ella no se alejara, por eso salió tras ella.

"Elizabeth… Elizabeth," gritó el señor Darcy para evitar que su esposa continuara corriendo. Cuando finalmente le dio alcance, le dijo con voz preocupada. "Elizabeth, no te alejes del jardín porque pronto caerá mucha más nieve y es peligroso porque los caminos pueden quedar bloqueados y la temperatura disminuye drásticamente."

"Señor, ¿realmente le importa mi bienestar? Usted ya no me necesita, no cree que es mejor que…" Elizabeth no pudo seguir hablando porque estaba tan enfurecida que no sabía cómo decirle a aquel hombre todo lo que pensaba de él.

Por su parte, el señor Darcy pensó que Elizabeth estaba cansada de esperar a que él se decidiera y sin pensarlo dijo, "Elizabeth, desde que te conocí he estado luchando por la apasionada admiración y respeto que he sentido por ti. Sin duda alguna, la tremenda diferencia que existe entre nuestra posiciones sociales hacía que nuestra relación fuera imposible, y aunque esos obstáculos aún existen…"

"¿Obstaculos? ¿A qué se refiere con eso, señor?" preguntó Elizabeth enfurecida. Ella no entendía mucho por qué el señor Darcy le estaba diciendo esas cosas, pero no estaba dispuesta a soportar ni una humillación más.

"Elizabeth, eres una mujer inteligente y debes saber que tu posición en sociedad es definitivamente muy inferior a la mía. Es lógico que mi familia, y yo mismo, haya aspirado a casarme con una mujer con fortuna y con una familia de mi clase, o al menos, con algo de clase. Tu madre y tus hermanas son decididamente vulgares y tienes un tío que trabaja en el comercio…"

"Señor, ¿cuál es el punto de decirme todo esto?" preguntó Elizabeth porque no deseaba escuchar más los insultos de ese hombre arrogante e insensible.

"Te digo todo esto porque quiero que sepas que estoy dispuesto a ignorar aquello…"

"Usted necesitaba una esposa urgentemente, no podía darse el lujo de casarse con la hija de un duque, ¿no cree?" dijo Elizabeth disgustada.

"Lo sé, pero quiero que sepas que no es esa la razón por la que deseo seguir casado contigo, Elizabeth. Quiero que sepas que estoy dispuesto a aceptar la condena social no por el bien de mi hermana, sino por ti."

"¿Por mí?"

"Sí, por ti… Desde nuestros primeros encuentros he sentido una admiración y un respeto muy grande por ti… y en estos meses que hemos convivido se ha transformado en un amor muy profundo y por eso quiero que me hagas el honor de ser mi esposa, mi amada esposa," dijo el señor Darcy con satisfacción al ver el rostro ruborizado de su esposa. Él deseaba besarla, acariciar su rostro pero antes deseaba escuchar su hermosa voz diciéndole que aceptaba.

Elizabeth se volteó porque no podía mirar al señor Darcy a los ojos, ella no sabía a qué juego estaba jugando, pero no iba a permitir que la tratara de aquella forma.

P&P

Gracias a todos quienes siguen la historia con entusiasmo y dejan comentarios de apoyo.

Tengo una pregunta para ustedes, ¿les llegan las notificaciones de otras historias? Porque FF no está funcionando para mí.

Además, quiero recordarles que estaré actualizando periódicamente y si realmente les gusta la historia, que revisen día por medio el sitio. Una vez que termine la historia, la retiraré inmediatamente por lo que si no están al pendiente, no tendrán la oportunidad de leer los capítulos finales.

En el próximo capítulo, Elizabeth le dirá a su esposo todo lo que piensa de él. Mientras tanto en Londres, las hermanas Bingley comenzarán a urdir un plan para separar a su hermano de su ángel.

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo