Capítulo 13

Richard tenía toda la información que necesitaba y no deseaba esperar ni un segundo más para poner su plan en marcha. Él quería hacer pagar a Wickham por todo lo que había hecho, pero sabía que tenía que ser muy cuidadoso porque ese canalla era muy astuto y no deseaba que una vez más se saliera con la suya.

"John, Robert, les agradezco mucho que hayan venido. Hay algo muy importante que quiero conversar con ustedes, y necesito saber que piensan al respecto. Pero, antes de hablar de cualquier cosa, déjenme servirles una copa de este vino que saqué de una de las bodegas de mi primo."

"Estamos para servirlo, Coronel," dijeron John y Robert. Luego se sentaron en un sillón cerca de la chimenea y, mientras bebían el vino, escuchaban el relato de Richard.

"Hace años que he querido hacer que ese desgraciado pague por todo el daño que ha hecho, pero siempre se las arregló para que no pudiera hacerle nada," explicó Richard.

"¿Y qué piensa hacer, Coronel?" preguntó John.

"Coronel, espero que sepa que puede contar conmigo para todo lo que necesite," agregó Robert inmediatamente.

"Por eso les pedí venir. Me gustaría saber si uno de ustedes estaría dispuesto a viajar a Hertfordshire. Necesito tener a alguien de confianza para que me informe sobre los pasos de ese canalla, pero lo más importante, que me ayude a encontrar el momento justo para darle el golpe definitivo y mandarlo directo al infierno."

"Coronel, ¿qué le parece que en vez de un hombre vayan dos a vigilar a ese hombre? Robert y John no tenemos ningún problema en seguirle los pasos a Wickham por el tiempo que sea necesario."

"Me parece una excelente idea. Esta misma noche le escribiré una carta al Mayor General Atkinson para que se encargue de hacer los traslados, y le escribiré una carta a Forster para que sepa que ustedes son muy cercanos a mí. ¿Qué le parece si nos acabamos esta botella de vino mientras les explico un poco mejor mis planes?"

"Muy buena idea, Coronel," dijeron los hermanos Carter.

Los tres militares siguieron conversando por varias horas sobre todo lo que debían hacer en los meses venideros.

P&P

Una vez que Jane salió de su asombro, saludó muy gentilmente a las hermanas del señor Bingley. "Para mí también es un gusto volver a verlas."

La señora Gardiner las invitó a sentarse y les ofreció una taza de té. Como era costumbre, Caroline monopolizó las conversación hablando de todas las fiestas a las que había ido durante la temporada, y toda la gente importante que había conocido. "Querida Jane, ¿por qué no nos has ido a visitar?"

"Sí, querida Jane, nos gustaría mucho invitarte a nuestra casa para que podamos conversar más cómodamente," dijo Louisa mirando a la señora Gardiner.

"Muchas gracias, Louisa, me encantaría poder devolverles la visita," dijo Jane sinceramente. Ella estaba feliz de saber que sus futuras cuñadas estaban tan contentas de poder pasar tiempo con ella.

"¿Tienes algo que hacer mañana en la tarde? Unas amigas nos van a visitar y nos encantaría que las conocieras," dijo Caroline. Ella y Louisa sabían que para poder sembrar la semilla de la duda en Jane, debían hacerlo lejos de su familia. Además, ellas sabían que Charles estaría todo el día ocupado en la academia de esgrima y no las interrumpiría.

"Mañana no tengo ningún compromiso, al menos que mi tía me necesite," dijo Jane mirando a la señora Gardiner.

"No te preocupes, querida, mañana no tenemos ningún compromiso." La señora Gardiner tenía el presentimiento de que aquellas mujeres no eran sinceras. Pero comprendía que para Jane era importante relacionarse con ellas porque eran las hermanas del señor Bingley, y tal vez muy pronto, serían parte de su familia. Ella mejor que nadie sabía que no era fácil tratar con una familia política complicada.

Caroline y Louisa permanecieron durante media hora en casa de los Gardiner y fueron amables y cariñosas con Jane, aunque se cuidaron de no mencionar en ningún momento al señor Bingley. Ellas sabían que probablemente Jane le mencionaría que ellas la habían visitado y preferían evitar conflictos con él.

Finalmente, Louisa y Caroline se despidieron de Jane y su tía, y se fueron satisfechas con los resultados de aquella visita.

"Mañana debemos estar listas para decirle todo lo que hemos planeado a Jane. No quiero tener que seguir viniendo a lugares como este," dijo Louisa mientras miraba por la ventana de su carruaje.

"No te preocupes, querida, no tendremos que regresar a este lugar. Pero me temo que tendremos que soportar a la sonsa de Jane por un tiempo más. Primero, tenemos que ganarnos su confianza para que nos crea lo que le vamos a decir," dijo Caroline.

"Como siempre, tienes mucha razón querida hermana," dijo Louisa.

Luego ambas hermanas comenzaron a planear lo que le dirían al señor Bingley cuando fuera a casa a pedirles explicaciones por la visita que le acababan de hacer a Jane.

P&P

"Lo siento mucho, señor Darcy, pero yo prefiero que pongamos fin a esta farsa de matrimonio. Está clara que usted, a regañadientes, ha decidido darse permiso para admirarme pese a que yo soy tan inferior a usted y mi familia es tan vulgar…" Elizabeth no pudo seguir hablando porque sintió que le faltaba el aire de tanta angustia y rabia que sentía.

"¿Me estás rechazando? ¿Qué no te das cuenta que estamos casados y que las posibilidades de poder anular nuestro matrimonio son casi nulas? Me imagino que si hubiera ocultado mis reservas hacia tu origen y familia, tu respuesta hubiera sido muy distinta. Pero es importante que comprendas que soy un hombre honesto y que jamás voy a fingir o ocultar la realidad para halagarte. Mis reservas eran justas y certeras, y espero que lo comprendas."

Elizabeth se volvió y miró al señor Darcy directamente a los ojos. "Precisamente por eso es que estoy convencida que usted no me respeta, y mucho menos que me admira."

"Perdón, pero no entiendo lo que quieres decir," dijo el señor Darcy enojado.

"Yo nunca he dicho admirarlo, y pese a que siempre he tenido objeciones a la manera en como se comporta, yo JAMÁS he criticado a su hermana como usted lo ha hecho con las mías. Yo he respetado, aceptado y amado a su hermana sin cuestionar sus acciones porque Georgiana, como mis hermanas, son chicas jóvenes e inocentes que no sabe muy bien lo que hacen. Sin embargo, usted ha decidido juzgar y condenar sin piedad. Usted habla de mi tío comerciante sin siquiera conocerlo, sin saber el gran hombre que es…"

Elizabeth siguió diciendo unas cuantas cosas más mientras el señor Darcy no sabía qué decir. Por primera vez desde que conoció a Elizabeth, él se estaba dando cuenta que nunca se había dado el trabajo de intentar comprender a la familia de Elizabeth.

"Pero debo confesar que nada de lo que me ha dicho me ha sorprendido porque la pobre opinión que tenía de usted se vio confirmada cuando me enteré que usted había hecho todo lo posible por separar a Jane del señor Bingley. ¿O me lo va a negar, señor Darcy?"

"No, no tengo interés de negarlo. Bingley está abriéndose camino en sociedad y cansándose con una señorita de una buena familia y con una buena dote lo ayudaría. Pero, esa no fue la razón por la que le aconsejé que se alejara de ella, sino porque noté que su hermana era más bien indiferente. Bingley es un buen hombre y merece tener a su lado una mujer que lo ame, no como yo…"

"¿Y cómo llegó usted a la conclusión que a Jane le era indiferente el señor Bingley?" preguntó Elizabeth aún más furiosa.

"Porque la observé con detención y no vi en su rostro nada que indicara algo especial, una admiración profunda y menos amor."

"Mi hermana es tímida y le cuesta mucho expresar lo que siente. Pero imagino que si hubiera sido lo contrario y Jane hubiera coqueteado abiertamente con el señor Bingley, usted la hubiera acusado de vulgar."

El señor Darcy no pudo responder porque sabía que lo que Elizabeth decía era verdad. Él había juzgado a Jane sin tener razón para hacerlo y estaba comenzando a darse cuenta de su error, pero no tuvo tiempo de seguir analizando su actuar porque Elizabeth dijo algo que lo descolocó por completo.

"Cuando me propuso este absurdo trato, tuve grandes dudas porque el señor Wickham me había advertido sobre los grandes defectos de su carácter. Sin duda alguna un hombre que es capaz de negarle su herencia al ahijado de su padre, es un hombre que no tiene palabra ni honor."

"¿Wickham? Mi propia esposa le da más valor a la palabra de ese canalla miserable que a la mía. Sabes, mi querida Elizabeth, creo que tienes razón cuando dijiste que lo mejor era que anularamos esta farsa de matrimonio. Yo no puedo estar casado con una mujer que es capaz de sentir respeto, y mucho menos admiración por ese desgraciado…"

Elizabeth vio tan enojado al señor Darcy que prefirió no decir nada más y terminar esa conversación. "Creo que todo está dicho entre nosotros, señor Darcy. Contacte a su procurador y vea como anular este matrimonio. Si fuera por mí, me iría mañana mismo, pero sé que Georgiana me necesita y no la puedo dejar en este momento. Creo que en unas cuantas semanas más, ella estará en condiciones de comprender…"

"Estoy de acuerdo, y por favor no se preocupe, señora Darcy porque el que se irá mañana mismo seré yo. Ahora, si me disculpa," dijo el señor Darcy y se fue rápidamente de regreso a casa. Luego, se encerró en su estudio para intentar comprender todo lo que había ocurrido.

Por su parte, Elizabeth no sabía que hacer, y aunque hacía mucho frío, decidió correr en dirección al parque. Ella deseaba estar en cualquier lugar menos en Pemberley y no deseaba tener que ver nunca más al señor Darcy.

Elizabeth corrió por casi diez minutos hasta que no pudo más. Desgraciadamente, en ese momento la nevazón se había intensificado y Elizabeth no sabía muy bien donde estaba, pero no le importaba. Ella estaba tan triste y se sentía tan sola y abatida que sólo deseaba llorar y sacar de su corazón todo aquello que le hacía tanto daño. Primero sus padres que la habían intentado obligar a casarse, después todo lo que había ocurrido con Georgiana, y ahora el señor Darcy y su insultante declaración de amor.

Elizabeth se refugió del viento y la nieve debajo de un gran árbol y aunque estaba casi congelada de frío, ella no sentía nada. 'Querida Jane, cómo me gustaría estar contigo y que me abrazaras como lo hacías cuando sabías que estaba triste.' Elizabeth pensaba mientras veía como la tormenta de viento y nieve se acrecentaba.

P&P

El señor Bingley había pasado parte de la tarde con Jane y quedó muy sorprendido cuando ella le contó que Caroline y Louisa la habían ido a visitar. Aunque su ángel estaba contenta, él no estaba seguro de cuáles eran las intenciones de sus hermanas. Por eso, prefirió no cenar con los Gardiner e ir a casa de los Hurst para averiguar que estaban tramando.

"Louisa, quiero recordarte que mañana debemos ir a cenar con mis padres," dijo el señor Hurst sin levantar la cabeza del periódico que estaba leyendo.

"Imposible, Henry, mañana tenemos una reunión social en casa de los Hamilton, que son muy amigos de Lord Spencer. Además, Lady Spencer va a tocar el piano…"

"Lo siento, Caroline, pero estaba hablando con mi esposa, no contigo. Tú puedes hacer lo que te plazca, pero Louisa debe acompañarme a casa de mis padres," dijo el señor Hurst con firmeza.

"Henry, no es necesario que le hables así a Caroline. Además, podemos cenar con tus padres cualquier otro día," dijo Louisa un poco nerviosa.

"Te avisé con una semana de anticipación que mis padres nos esperaban mañana a cenar con ellos. Te pedí expresamente que no hicieras otros planes y espero que cumplas tu palabra," dijo el señor Hurst exasperado.

"Henry, por favor no exageres. No creo que sea tan terrible que Louisa no te acompañe," dijo Caroline enojada. A ella no le gustaba que su cuñado interfirieda en sus planes.

"Caroline, quiero recordarte que esta hermosa mansión que vivimos ubicada en este exclusivo barrio es de mis padres. Ellos me cedieron esta casa para que viviera con mi esposa pero siempre que me ven estoy solo. Entonces han comenzado a dudar de que necesito esta casa tan grande si prácticamente vivo solo," dijo el señor Hurst. Él sabía que después de escuchar aquello, Caroline dejaría de interferir.

"Bueno querido, mañana te acompañaré, yo también tengo ganas de ver a tus padres," dijo Louisa un poco nerviosa. Ella comprendió que su esposo esta vez no iba ceder y era mejor mantener todo en paz.

Caroline se resignó que debía ir sola a casa de los Hamilton pero le contó a Louisa todo lo que pensaba hacer, y especialmente como se aseguraría de pasar todo el tiempo que pudiera junto a la señorita Spencer. Ella no se daba cuenta que el señor Hurst estaba escuchando todo porque deseaba muy pronto poder deshacerse de su cuñada e intentar hacer una vida normal con su esposa.

Desgraciadamente, el señor Hurst no pudo escuchar más porque el señor Bingley entró en el salón en ese momento.

"Louisa, Caroline, quiero saber por qué han ido a visitar a la señorita Bennet. Les advierto que no voy a tolerar que le falten el respeto o intenten alejarla de mí," dijo el señor Bingley. Luego saludó a su cuñado y esperó por la respuesta de sus hermanas.

"¿Te dijo Jane que habíamos sido groseras con ella?" preguntó Louisa fingiendo que estaba ofendida.

"No, pero…"

"Charles, no te vamos a negar que Jane Bennet no es la mujer que hubiesemos querido como tu esposa, pero tú sabes muy bien que nosotros siempre la apreciamos. Bueno y ahora que supimos que está en la ciudad no podíamos ser tan groseras y no ir a saludarla."

"Siempre hemos pensado que Jane Bennet es una chica muy dulce y amable, a pesar de sus desafotunadas circunstancias," dijo Louisa.

"Bueno, si fueron a hacerle una visita de cortesía, supongo que no tiene nada de malo," dijo el señor Bingley. Aunque él quería creerle a sus hermanas, prefería mantenerse alerta.

El señor Hurst invitó a su cuñado a cenar y por el resto de la velada no volvieron a hablar de la familia Bennet. Louisa y Caroline preferían mantener la paz para que su hermano no sospechara de sus intenciones.

P&P

El señor Darcy estaba encerrado en su estudio bebiendo una copa de brandy tratando de calmar sus convulsionados pensamientos. Él no comprendía como Elizabeth podía haber sido tan injusta y haber rechazado de una manera tan grosera su honesta declaración de amor. Pero por sobre todo, le dolía que ella hubiera creído las mentiras que el señor Wickham le había contado. A él le hubiera gustado poder gritarle en la cara quién era realmente ese desgraciado, pero no le correspondía a él revelar ese secreto.

Pero él también había logrado procesar alguna de las cosas que Elizabeth le dijo, y sintió un poco de vergüenza por haber actuado de una forma tan altanera con ella. Era cierto que Georgiana podía ser considerada una mujer sin honor, sin embargo Elizabeth no había hecho ninguna pregunta y le había entregado su amor incondicionalmente. Entonces, era lógico que ella esperara lo mismo de él.

'¿Cómo voy a hacer para vivir al lado de mi esposa a la que amo cuando ella me detesta?' se preguntaba el señor Darcy con angustia.

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos porque la señor Reynolds golpeó la puerta del estudio y no esperó a escuchar la autorización para entrar.

"Señor, le pido que me disculpe, pero Kane me informó que la señora Darcy aún no regresa. Ya está prácticamente oscuro y ha caído mucha nieve en la última hora. ¿Quiere que le de la órden a los lacayos para que salgan en su búsqueda?" La señora Reynolds no le mencionó a su patrón que Kane lo había visto discutir con Elizabeth y que ella había corrido rumbo al bosque.

"No, no es necesario. Yo me encargaré de este asunto."

El señor Darcy organizó un grupo de búsqueda para que fueran en distintas direcciones, y él fue rumbo a la parte norte del jardín porque pensaba que allí debía estar su esposa.

Después de caminar por diez minutos, el señor Darcy vio a Elizabeth refugiada bajo un árbol. Ella no lo había visto, por lo que él pudo observala por varios segundos sin que ella lo notara. La mujer que él decía amar, su querida esposa, lloraba sin consuelo mientras miraba como caía la nieve. El señor Darcy se sintió como el peor de los canallas y comprendió lo estúpido que había sido. Elizabeth, como él, estaba sola en el mundo tratando de sobrevivir lo mejor que podía, pero con la gran diferencia que él tenía un hogar y una fortuna que le permitían vivir su vida como él quisiera.

"Elizabeth, es hora que regreses a casa, si sigues aquí te puedes enfermar," dijo el señor Darcy.

Pero Elizabeth no dijo nada y seguía parada con la mirada perdida. Entonces, el señor Darcy se acercó a ella para volver a decirle que regresara a la casa. Sin embargo, cuando pudo observarla mejor, se dio cuenta que ella tiritaba de frío y parecía no comprender lo que él le decía.

"Elizabeth, mi amor, dime que estás bien," dijo el señor Darcy. Luego se quitó su abrigo y se lo puso encima a su esposa. "Querida, no te preocupes, todo va a estar bien," le decía el señor Darcy a su esposa mientras la abrazaba para darle calor.

Elizabeth sintió que volvía a la realidad cuando sintió las mejillas tibias de su esposo junto a las de ellas. "Tengo frío."

"Sí, querida, lo sé. No te preocupes, estamos cerca de la casa."

El señor Darcy le ofreció el brazo a Elizabeth y la ayudó a caminar, pero ella se sentía muy débil y lo único que podía decir era que tenía frío. Entonces, el señor Darcy decidió tomarla en sus brazos para poder llegar lo antes posible a la casa.

Cuando finalmente entraron en la mansión, Georgiana estaba muy preocupada esperándolos. La señora Reynolds, había ordenado que tuvieran un baño de agua caliente listo para Elizabeth.

Después de tomar el baño, Elizabeth se sentía mejor, pero muy cansada. "Querida Georgiana, no te preocupes más, ya estoy bien," dijo Elizabeth a su cuñada que estaba al lado de su cama mirándola con preocupación.

"No sabes el susto que pasé, mi querida Lizzy. Tú no eres sólamente mi cuñada, además eres la mejor amiga que jamás he tenido," dijo Georgiana, y abrazó a Elizabeth.

"Querida Georgiana, yo también te quiero mucho," dijo Elizabeth.

"Mi hermano está tan preocupado, Lizzy. Creo que lo vi llorar, y no recuerdo nunca haberlo visto llorar. Creo que ni siquiera lloró cuando nuestro padre falleció." Georgiana no sabía que el señor Darcy había llorado mucho, pero siempre se había asegurado que ella no lo viera.

"Bueno, ya estoy bien, querida. El señor Darcy ya no tiene que preocuparse por mí."

"Lizzy, mi hermano es el mejor hombre del mundo, pero a veces puede ser un poco duro, o parecer que es duro. Hay mucha gente que siempre ha intentado aprovecharse de él, por eso se muestra tan severo ante los demás, pero cuando está contigo siempre está feliz y sonríe. Sabes, yo supe que se estaba enamorando de ti cuando siempre me contaba las cosas que le decías a la señorita Bingley."

"Entiendo," dijo Elizabeth. Ella estaba tan confundida y le dolía un poco la cabeza y pensaba que Georgiana no conocía al verdadero señor Darcy.

"Algún día me gustaría conocer a un hombre bueno que me amara tanto como William te ama a ti. Aunque creo que ningún hombre podrá quererme si se entera de lo que me hizo George."

"¿George? ¿Es ese el hombre que abusó de ti?" preguntó Elizabeth.

"Sí, George Wickham era el ahijado de mi padre. Él me embaucó diciéndome que mi hermano le había negado la herencia que le dejó nuestro padre. Pero todo eso era mentira, mi hermano…" Georgiana no podía parar de hablar y le contó a Elizabeth toda su historia con George Wickham. Ella presentía que las cosas no estaban bien entre su hermano y su esposa y quería que Elizabeth comprendiera lo bueno que era William y la suerte que tenía de tenerlo a su lado.

Elizabeth no podía creer lo que escuchaba. Ella había creído en la palabra de ese canalla miserable que le había hecho tanto daño a una niña inocente como Georgiana. Ella se sintió tonta y culpable a la vez, pero su dolor de cabeza era tan grande que no se dio cuenta cuando se quedó dormida.

Dos horas más tarde, ya había anochecido y Elizabeth tenía mucho frío pese a que tenía una fiebre bastante alta.

"William, déjame que te acompañe, por favor," dijo Georgiana.

"Por ningún motivo, Georgie. Tú aún estás convaleciente y la noche está muy fría. Yo me encargaré de mi esposa, por favor anda a dormir. Elizabeth es una mujer fuerte, mañana estará mucho mejor."

"Está bien, pero prométeme que me avisarás si…"

"No te preocupes, todo estará bien."

Georgiana besó la mejilla de Elizabeth y le dio las buenas noches. Ella apenas pudo balbucear una respuesta porque estaba muy confundida y despertó por unos minutos para volver a quedarse dormida.

El señor Darcy se quedó junto al lecho de su esposa y se encargó de aplicarles compresas de agua fría para mantener la fiebre controlada. "Mi querida Elizabeth, sé que te vas a recuperar, que mañana estarás muy bien y volverás a sonreír como siempre."

"William, me gusta ese nombre… William," dijo Elizabeth.

"Elizabeth, quiero que sepas que me iré de Pemberley, que este es tu hogar. Te prometo que nunca más volverás a sentirte sola y desamparada… Este es tu hogar y siempre lo será," dijo el señor Darcy y besó la frente de su esposa. "Te amo, Elizabeth Darcy."

Cuatro días más tarde, Elizabeth sintió que despertaba de un largo sueño. Cuando intentó incorporarse, se dio cuenta que era de día. Miró a su alrededor y no vio a nadie, pero como tenía mucha sed, intentó levantarse, pero tuvo que respirar hondo porque le dolía un poco la cabeza. Entonces, se dio cuenta que era mejor llamar a una sirvienta para que le ayudara. Cuando fue a tomar la campana que estaba en la mesita de noche, vio que había una carta dirigida a ella. Pese a que estaba un poco débil, no quiso esperar a abrirla para leerla.

Estimada señora Darcy,

Te escribo esta carta para…

P&P

El señor Gardiner estaba en el estudio de su casa intentando escribir una carta a su cuñado para dejarle en claro que él no lo ayudaría a encontrar a Elizabeth a menos que se comprometiera a dejarla vivir con ellos en Londres. Después debía ir al puerto a revisar si había llegado el barco del oriente con la mercadería que estaba esperando. Más tarde tendría que ir a la bodega y no estaba seguro a qué hora podría regresar a casa.

Desgraciadamente, el mayordomo lo interrumpió y le entregó la tarjeta de un caballero que deseaba hablar con él. Aunque no comprendió la razón de aquella visita, le pidió al mayordomo que lo hiciera pasar.

"Buenos días, señor Gardiner. Le agradezco mucho que me haya recibido, pese a que no tengo el placer de conocerlo. Por favor, permítame presentarme y explicar por qué estoy aquí. Mi nombre es Fitzwilliam Darcy y estoy aquí para hablarle de su sobrina, mi esposa la señora Elizabeth Darcy."

El señor Gardiner tuvo que sentarse para poder recuperarse del asombro de tamaña sorpresa.

P&P

Gracias a todos quienes siguen la historia con entusiasmo y dejan comentarios de apoyo.

¡Hemos terminado la primera parte de la historia!

Quiero repetirles que estaré actualizando periódicamente y si realmente les gusta la historia, que revisen día por medio el sitio. Una vez que termine de escribirla, la dejaré por un par de días y la retiraré. Si no están al pendiente, no tendrán la oportunidad de leer los capítulos finales.

En el próximo capítulo, Elizabeth tomará una decisión importante, mientras Jane se encontrará con su flamante cuñado.

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo