Capítulo 16
Sir William Lucas estaba feliz porque la fiesta que había organizado con tanto esmero era todo un éxito. La mayoría de las familias importantes estaban allí, y además los más destacados oficiales del regimiento que estaba acuartelados en Meryton.
Pero nadie podía estar más feliz que Lydia Bennet. Ella estaba rodeada de oficiales y podía reír y coquetear con cada uno de ellos. Aunque todos eran muy simpáticos y guapos, el oficial favorito de Lydia era el joven Robert Carter. Aunque no era tan guapo como su hermano mayor, él era muy simpático y tenía un excelente sentido del humor. Además, su amiga Harriet le había contado que él y su hermano eran muy respetados entre los oficiales porque habían participado en importantes batallas.
"Mi querido oficial Carter, se ve muy guapo esta noche con su uniforme de gala. Espero que Mary toque música alegre para que usted y yo podamos bailar," dijo Lydia coquetamente mientras miraba a Robert.
"Será un honor poder bailar con usted y su hermana, señorita Lydia," replicó Robert no muy contento. A él le desagradaba profundamente esa niña malcriada y vulgar, pero la soportaba porque siempre sabía el último chisme y él quería mantenerse informado.
Al otro lado del salón, Mary estaba muy concentrada tocando la última pieza de piano que había aprendido. La partitura no era fácil de leer y ella quería lucirse ante las pocas personas que la escuchaban. Mary estaba consciente de que muy pronto, le tocaría tocar ritmos más alegres para que las personas pudieran bailar. Ella estaba tan acostumbrada a ser ignorada que no se dio cuenta que el Capitán John Carter la observaba con inusual interés.
"Señorita Mary Bennet, ¿es ese su nombre?" preguntó John. Él decidió acercarse para ver si podía entablar conversación con ella.
"Sí, señor, ese es mi nombre," replicó Mary. Ella sabía muy bien por qué ese hombre se había acercado. Probablemente quería pedirle que tocara música para bailar.
"¿Recuerdas que nos conocimos hace unos días atrás? ¿Esa pieza que está tocando es de las partituras que compró aquel día en la librería?" preguntó John.
"Lo siento señor, pero no puedo hablar ahora. Puede esperar unos minutos," dijo Mary. Ese hombre la había desconcentrado y ella no había dado la nota en dos partes.
"Por supuesto, lo siento señorita," dijo John sin poder evitar sonreír. Él no estaba acostumbrado a que las damas lo ignoraran. John no era vanidoso, ni menos un canalla, sus padres lo habían criado con principios y valores. Pero él sabía que llamaba la atención de las mujeres, especialmente cuando vestía su uniforme de gala y la medalla al valor que había ganado en combate.
Cuando Mary por fin terminó de tocar la pieza y escuchó los aplausos de unas cuantas personas, se sintió satisfecha y contenta. Luego, ella levantó la vista y vio que el hombre que le hablaba era el oficial que había conocido unos días atrás. "No se preocupe, señor, tengo un movimiento más y tocaré algo para que pueda bailar."
"Lo siento, pero yo no quiero bailar," replicó John sonriendo.
"Bueno, si no le gusta bailar le sugiero que se siente en aquella esquina, de otra forma mi madre o alguna otra señora lo va a obligar a bailar con alguna de las señoritas presentes," dijo Mary mientras acomodaba la partitura de la próxima pieza que deseaba tocar.
"Creo que no me expresé correctamente. A mí, señorita Mary, sí me gusta bailar. Lo que pasa es que esta noche no creo que pueda bailar," replicó John divertido.
Mary levantó la vista nuevamente para mirar al oficial. Probablemente era uno de los oficiales más guapos que había en la fiesta, pero sin duda alguna, no era muy inteligente y por eso el resto lo ignoraba. "Si está lesionado, le sugiero que se siente en la silla de aquella esquina. Créame cuando le digo que a mi madre y otras señoras no les importará si se siente bien o mal y lo van a presionar para que baile," dijo Mary para ayudar al pobre hombre que parecía no saber qué decía.
John soltó una carcajada y replicó muy divertido, "Señorita Mary, no estoy lesionado y no comprendo por qué ha dicho eso."
Mary había perdido la paciencia con aquel hombre. Ella debía aguantar todo el día las tonterías de Kitty y Lydia y no deseaba seguir perdiendo su tiempo. "Mire señor, voy a comenzar a tocar mi última pieza de esta noche. Después de eso, tocaré música para bailar, y usted sabrá si quiere o no bailar. Ahora, si me disculpa," dijo Mary. Ella ya estaba lista para comenzar a tocar.
"Entiendo, si no le molesta puedo ayudarla con las páginas mientras usted toca," dijo John y se sentó al lado de Mary.
"Señor, no es tan fácil…"
"Señorita Mary, mi madre era una excelente pianista y puedo leer música," dijo John.
Mary no quería seguir perdiendo el tiempo y comenzó a tocar el piano, mientras John pasaba las páginas. Ella estaba tan concentrada intentando sonar lo mejor posible, que no notó que John la observaba con mucho interés. Él se preguntaba por qué aquella señorita era tan diferente a sus hermanas. Él incluso pensaba, que Mary Bennet era mucho más atractiva que sus hermanas menores, pero que parecía no sentir interés en llamar la atención, y eso sin duda, la hacía verse mucho más atractiva a sus ojos.
El señor Wickham se había enterado que Mary King recibiría una herencia de diez mil libras, y él había hecho todo lo posible por llamar su atención, pero ella como las otras chicas del pueblo, sólo hablaban del valiente capitán John y su apuesto hermano el teniente Robert Carter. Él siempre había sido un hombre envidioso y sabía que los Carter eran mucho más que él, y eso hacía que despertara su instinto vengativo. En el fondo, él sabía que no podía compararse ni competir con hombres trabajadores, honestos y talentosos, y por esa razón deseaba sacarlos del camino.
'No dejaré que esos imbéciles me quiten la atención de las señoritas de este lugar. Ya se me ocurrirá algo para hacer que todos los detesten," pensó el señor Wickham mientras escuchaba a Harriet Forster y Lydia Bennet hablar de lo maravilloso que era el teniente Carter.
P&P
El señor Bingley había escuchado todo lo que su amigo le dijo pero aún no sabía si estaba hablando en serio o bromeando. Aunque, él sabía que su amigo jamás haría bromas con algo tan serio. "Déjame ver si entendí correctamente. ¿Tú y la señorita Elizabeth se casaron en Gretna Green hace más de dos meses?"
"Exactamente," replicó el señor Darcy divertido.
"¿Pero cómo… por qué?" preguntó el señor Bingley.
"Ya te lo expliqué. El señor Collins le pidió matrimonio a Elizabeth y ella lo rechazó, y como sus padres no la apoyaron, ella prefirió irse de su casa. Entonces, nos reencontramos, yo le confesé que siempre la había admirado, y decidimos casarnos inmediatamente. Ella no deseaba enfrentarse a su familia, y como necesitaba mi protección, la mejor forma de hacerlo era casándonos. Creo que ya te lo he explicado más de tres veces."
"Bueno, sí, es que es tan inesperado. ¿Y qué has hecho estos dos meses? ¿Por qué esperar tanto tiempo para anunciar una noticia tan importante?"
"Pensábamos comunicar las noticias de nuestro matrimonio inmediatamente. Pero a los pocos días de llegar a Pemberley, Georgiana se enfermó gravemente y… Bingley, yo pensé que mi hermana se iba a morir. Entonces, ella pasó a ser nuestra prioridad. Elizabeth y yo hemos pasado todas estas semanas cuidando a mi hermana," explicó el señor Darcy.
"Lo siento, Darcy, y te entiendo perfectamente," dijo el señor Bingley.
"Bingley, quiero pedirte que no le cuentes a nadie sobre la enfermedad de Georgiana. No quiero que ella se vea expuesta a rumores," dijo el señor Darcy enfáticamente.
"Cuenta con mi discreción, querido amigo. Sé como es la gente mal intencionada," dijo el señor Bingley. Él sabía que era frecuente que la gente rehuyera a las personas que habían estado muy enfermas por miedo a contagiarse.
"Ahora, creo que comprendes por qué deseo saber cuáles son tus intenciones con la señorita Bennet. Pero antes de que respondas a mi pregunta, me imagino que te habrás dado cuenta que yo he cambiado drásticamente mi forma de pensar. Aún creo que la señora Bennet y sus hijas menores tienen horribles modales, pero en vez de juzgarlas y despreciarlas por ello, quiero ayudarlas."
"Veo que el amor te ha cambiado mucho, Darcy. Es curioso que te hayas enamorado de la única mujer que se ha atrevido a ponerte en tu lugar. Aún recuerdo cuando te dijo en tu cara que eras vanidoso y orgulloso," dijo el señor Bingley riendo.
"Bingley, aún no respondes a mi pregunta," replicó el señor Darcy.
"Darcy, ya hablé con el señor Gardiner al respecto. Yo amo a la señorita Bennet y estoy haciendo todo lo posible por ganarme su corazón," dijo el señor Bingley un poco enojado.
"¿Sabes que tus hermanas están llenándole la cabeza de intrigas a la señorita Bennet?" El señor Darcy le contó que había visto a Jane triste el día que fue a visitarlo a casa de los Hurst y las preguntas que Jane le había hecho.
"Creo que ella no está segura sobre la fuerza de tu cariño y la entereza de tu carácter. Más que mal, tú la abandonaste sin siquiera despedirte. Es lógico que le cueste confiar."
"Lo sé, y por eso estoy luchando para ganarme su respeto y confianza. Con respecto a mis hermanas, no sé muy bien qué hacer. Sé que mi Ángel no me dirá nada para evitar conflictos, y yo no la quiero presionar. Pero creo que mi tía Amanda me puede ayudar," dijo el señor Bingley.
Los amigos continuaron hablando por unos minutos más. Después, el señor Darcy invitó al señor Bingley a pasar a la salita de estar donde estaban Elizabeth y Georgiana.
El señor Bingley las saludó con su usual buen humor y felicitó mucho a Elizabeth por su casamiento con el señor Darcy. Luego, él se retiró y se fue directamente a casa de su tía porque debía pensar muy bien qué hacer.
Pero cuando llegó a casa de los Lewis se encontró con la sorpresa de que su cuñado lo estaba esperando.
"Me alegra que por fin hayas llegado, Bingley. Tengo algunas cosas que contarte que te van a interesar mucho," dijo el señor Hurst.
"¿Tienes algún problema económico?" preguntó el señor Bingley. Su cuñado usualmente le pedía dinero y él se lo prestaba para que su hermana no pasara necesidades.
"No, Bingley, esta vez no es de dinero de lo que te quiero hablar. Quiero contarte lo que tus hermanas están haciendo a tus espaldas."
"¿Es algo relacionado con la señorita Bennet?"
"En efecto, querido cuñado. Tus hermanas están maquinando un plan para alejarla de ti para siempre. ¿Te interesa escuchar más de lo que te tengo que decir?" preguntó el señor Hurst.
"Por supuesto que me interesa, pero primero quiero que me digas por qué has decidido contarme todo esto," preguntó el señor Bingley. Él sabía que su cuñado no hacía nada sin buscar algo a cambio.
"Lo hago porque quiero que me ayudes a separar a Louisa de Caroline. Bingley, quiero tener la posibilidad de tener una vida normal, de formar una familia con Louisa y jamás lo podré lograr si Caroline está todo el tiempo interfiriendo en nuestras vidas."
"Entiendo, vamos a la biblioteca para que podamos conversar más tranquilos," dijo el señor Bingley.
Los cuñados hablaron por más de una hora y urdieron un plan para detener de una vez por toda la maraña de intrigas que Louisa y Caroline estaban creando para alejar a Jane del señor Bingley.
P&P
"¿Estás nervioso, William?" preguntó Elizabeth. Su esposo estaba muy serio mirando por la ventana hacia el jardín.
En cuanto escuchó la voz de Elizabeth, el señor Darcy se alegró. A él le gustaba mucho que ella le hablara con tanta familiaridad, eso le hacía tener esperanza en el futuro. "No, querida, no estoy nervioso, más bien un poco preocupado. Pero no te preocupes, mi tío puede ser un poco duro, pero es razonable."
"Bueno, espero que no tengas problemas con tu familia," dijo Elizabeth un poco nerviosa. Después de ver Pemberley y la casa Darcy, ella comprendió que las diferencias sociales eran extremadamente grandes y comprendía que la familia de su esposo no estuviera feliz con su elección de esposa.
El señor Darcy se acercó a Elizabeth y le dijo con una voz muy dulce. "Elizabeth, desde el momento en que me aceptaste como tu esposo, yo prometí protegerte. Por eso quiero que tengas claro que no permitiré que nadie, incluyendo a mi familia, te falte el respeto. Ellos tendrán que aceptarte o de lo contrario me perderán a mí."
"No me gustaría que eso pasara, creo que debes ser paciente," dijo Elizabeth.
"Te prometo que seré paciente, pero eso no significa que esté dispuesto a aceptar que mi familia quiera dirigir mi vida."
"Te comprendo, William. Mi familia también vendrá a visitarme y espero que no me juzguen tan duramente por haberme casado… bueno, tú sabes."
"Claro, que entiendo, y aunque tu tío estaba muy sorprendido cuando hablé con él, creo que ha tenido suficiente tiempo para procesar la información. Ya verás como todo va a estar, y además, podrás conversar con tu hermana."
"Sí, estoy feliz por eso, pero…" Elizabeth no sabía cómo explicarle a su esposo lo que estaba pasando.
Él le tomó la mano, y le pidió que se sentaran para poder hablar más tranquilos. "Por favor, dime cómo puedo ayudarte. Recuerda que soy tu esposo y que deseo poder ser tu apoyo para lo que necesites."
Elizabeth no pudo evitar emocionarse. Ella siempre se había sentido sola y que debía protegerse a sí misma y a sus hermanas. Pero ahora, por primera vez sentía la protección de alguien, y eso la hacía sentir especial y segura. "Gracias, William… es sólo que, yo sé que no debería importarme, pero me gustaría que mis padres no se enteraran por otros sobre nuestra boda."
"No te preocupes, Elizabeth. Yo tengo planeado viajar en dos días más a Hertfordshire para hablar con tu padre. Si quieres, me puedes acompañar."
"No, prefiero quedarme aquí. Tal vez en unos meses más, cuando haya perdonado a mis padres podré enfrentarme a ellos."
"Como tu quieras, querida. Mientras esperamos a nuestras familias, permíteme contarte mis planes para ayudar a tus hermanas. Cuando me reuní con la señorita Bennet, aproveché para comentarle mis planes. Yo pensaba que tu nunca me ibas a perdonar y quería que ella me ayudara a convencerte."
"William, no voy a negar que a veces puedo ser un poco testaruda…"
"¿Un poco?" preguntó el señor Darcy sonriendo.
"Eso no es lo importante… Lo que quería decirte es que cuando el futuro de mis hermanas está de por medio, siempre haré lo que corresponda. Ellas necesitan a alguien que pueda ayudarlas, ya que nuestros padres no saben o no quieren hacerlo."
El señor Darcy le contó a Elizabeth sus planes para contratar una institutriz y auspiciar la entrada en sociedad de las hermanas menores, una vez que estén preparadas para hacerlo. Elizabeth escuchaba contenta como su marido tenía todo planeado y se sentía que sus hermanas, por primera vez, tendrían una chance de tener una vida mejor.
"Tú has ayudado a mi hermana en todo lo que le ha tocado vivir con mucho amor, y jamás ella se sintió juzgada por ti, sino más bien todo lo contrario. Tu fuiste una verdadera hermana para Georgiana y yo quiero ser un hermano para tus hermanas porque… yo, te amo, Elizabeth," dijo el señor Darcy con la voz quebrada por la emoción.
Elizabeth le tomó la mano y se la besó, y luego sin saber que hacer o decir, le besó la mejilla en una gesto de genuino cariño. "Gracias."
El señor Darcy no podía dejar de mirar a Elizabeth y quería decirle muchas cosas, pero justo en ese momento el mayordomo anunció la llegada de Lord Matlock. El señor Darcy se disculpó con su esposa, y fue a recibir a su tío y pedirle que lo acompañara al estudio. Él prefería hablar allí con él.
Elizabeth no tuvo tiempo para ponerse nerviosa por la presencia de aquel señor tan importante, porque a los pocos minutos llegaron los Gardiners acompañados por Jane. Elizabeth los hizo pasar a un pequeño salón que daba al jardín para poder hablar más tranquila y evitar interrupciones.
P&P
"¿Estás hablando en serio, Darcy? Espero que esta no sea una broma de mal gusto como las que acostumbra a hacer tu primo," dijo el Conde, disgustado.
"Sabes muy bien, tío, que yo jamás haría una broma como esa. Por supuesto que estoy hablando en serio, y quise que te enteraras por mi boca y no por rumores. Además, hoy le envié una carta a Lady Catherine, por lo tanto mañana se habrá enterado que hace dos meses me casé."
"Darcy, ¿por qué hiciste algo así? ¿Con qué clase de mujer te has casado?"
"Me he casado con la mujer más hermosa, generosa e inteligente que jamás haya conocido, pero dudo que eso te interese. Si lo que te preocupa es que no sea de mi clase, puedes quedarte tranquilo. El padre de Elizabeth es un caballero propietario de una hacienda en Hertfordshire. Mi esposa es hija de un caballero, pero parte de su familia materna se dedica al comercio."
"¿Entonces por qué te casaste a escondidas? Yo no conozco a ningún Bennet, por lo que asumo que ese hombre debe tener una hacienda más bien pequeña. Además, el comerciante es el tío no el padre. Un hombre como ese, ni en sus mejores sueños, podría aspirar a tener un yerno como tú," dijo el Conde, sospechando que algo raro había en todo eso.
"El señor Bennet quería que Elizabeth se casara con el heredero de su hacienda para mantenerla en la familia. Mi esposa aún no cumple los veintiún años y la única forma que tenía de protegerla, era casándome con ella en Gretna Green. Y como ya te expliqué, la enfermedad de Georgiana hizo que tuviéramos que postergar todos nuestros planes."
El señor Darcy esperaba haber sido lo suficientemente convincente y que su tío no continuara haciéndole preguntas. Por su parte, el Conde no estaba completamente convencido, pero sabía que su sobrino no seguiría contestando sus preguntas.
"Espero que Georgiana esté bien, aunque creo que es mejor que la revise mi doctor para confirmar que está recuperada," dijo Lord Matlock.
"No es necesario, sabes muy bien tío que los doctores que atienden a mi familia son de los mejores de este país." El señor Darcy no deseaba que su tío siguiera inmiscuyéndose en sus asuntos.
"¿Y qué piensas hacer ahora? Supongo que no gano nada con enojarme o hacerme el ofendido. Sabes muy bien que le prometí a tus padres que siempre te cuidaría, y yo cumplo mis promesas," dijo Theodore Fitzwilliam muy molesto. "Aunque debo confesar de quien menos habría esperado una locura como esta, era de ti."
"Siento si te he hecho pasar un mal rato, pero no me arrepiento de nada de lo que he hecho porque Elizabeth es lo mejor que pudo pasarme, y no sólo a mí, sino también a Georgiana," dijo el señor Darcy tajantemente.
"Bien dice un amigo mío, que no hay nada más estúpido que un hombre enamorado. Bueno, por el momento, te voy a pedir que no hagas nada, déjame hablar con Esther, ella sabrá como manejar esta situación y contener la ola de rumores que comenzarán a circular muy pronto."
"Está bien, pero necesito que sea lo que sea que decidan, que sea pronto. Yo no deseo estar encerrado en mi casa, mi esposa y yo merecemos poder hacer una vida normal."
"Entiendo, pero no te preocupes por eso. En cuanto tu tía se entere de lo que has hecho, estará en esta casa diciéndote todo lo que te mereces. Ahora, quiero conocer a tu esposa," dijo el Conde, dando por terminada la conversación.
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"Lizzy, no sabes lo preocupados que estuvimos por ti," dijeron los Gardiners y Jane, mientras abrazaban a Elizabeth.
"No tienen que estar preocupados por mí. Mi esposo y yo logramos aclarar nuestras diferencias y estamos trabajando para hacer que este matrimonio funcione," dijo Elizabeth, muy emocionada.
Jane se sentó al lado de su querida hermana y le tomó la mano mientras Elizabeth les contaba sobre Pemberley y la hermosa amistad que tenía con su querida cuñada. Pero la amena conversación se vio interrumpida cuando el señor Darcy entró en la habitación acompañado por un hombre que se parecía mucho al Coronel Fitzwilliam. Elizabeth se puso de pie y se acercó a su marido.
"Querida, permíteme que te presente a mi tío, Theodore Fitzwilliam, Lord Matlock," dijo el señor Darcy sin que se le moviera un músculo de la cara. "Lord Matlock, ella es mi querida esposa, la señora Elizabeth Darcy."
"Es un placer conocerlo, mi Lord," dijo Elizabeth mirando fijamente al señor que tenía enfrente.
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Muchas gracias a todos los que siguen la historia con entusiasmo y dejan comentarios.
Una vez más quiero recordarles que este sitio no está enviando notificaciones y que yo continuaré publicando cada dos o tres días. Una vez haya concluído la historia, la dejaré dos o tres días y la retiraré. Por eso les recomiendo que revisen el sitio con frecuencia para leer los nuevos capítulos. Creo que quedan unos cinco o seis más, eso quiere decir que en dos semanas más esta historia estará completa.
En el próximo capítulo, Elizabeth comenzará a asumir las responsabilidades de la señora Darcy. Mientras tanto, no a todos les gustará la noticia sobre la boda del señor Darcy.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
