La función ya había terminado en un nuevo parque de atracciones, de los tantos que ella ya había visitado a lo largo de su vida. Así como instalaciones muchísimo más grandes y prestigiosas. Cosa que para este punto, ya era lo normal para ella, al menos, llegados a este punto de su vida.

Pero en este caso, Dixie, una dicho sea de paso, bellísima perrita de raza saluki, de pelaje casi dorado, una cola esponjosa, así como una larga y muy bien cuidada y sedosa cabellera algo rojiza, con un característico moño negro atado al mismo, ahora y a diferencia de muchas otras ocasiones, decidió que en vez de quedarse a recibir los aplausos y felicitaciones por parte del público, mejor se iría rápidamente a su camerino, aparentemente de mala gana, no se sentía de humor ese día, aunque pese a eso tuvo que ignorarlo para hacer bien las cosas en la función, pero por fin dicha función se había terminado, ahora que ya no tenía nada más que hacer, se tiro en el sofá que ahí estaba, ya más que cansada luego de varias horas consecutivas estando de pie y se llevó ambas patas a la cara, al mismo tiempo que se repetía una y otra vez a sí misma en voz alta, que simplemente no tenía ningún caso seguirse lamentando por eso. Que no había nada que ella pudiera hacer, su antiguo compañero de trabajo no volvería, jamás lo haría, el había encontrado una muchísimo mejor oportunidad, llegar y progresar mucho más alto en su carrera, y por supuesto llegar más lejos, una oportunidad que obviamente no desperdiciaría y que el en serio quería perseguir, aún cuando eso al inicio llevó a unas cuantas discusiones, entre los dos ella comprendió que no podía obligarlo a quedarse, y no se opuso más. Ya ni siquiera trato de detenerlo, ella no lo culpaba, y más tarde se había dado cuenta, de que ante esa actitud, simplemente estaba siendo muy egoísta. Pues Dixie también tenía sueños, sus propios sueños, y por eso mismo es que al final, supo que lo mejor que podía hacer era dejarlo ir. Al final de cuentas, el hecho de que hubieran trabajado juntos durante mucho tiempo, no quitaría tampoco que cada uno tuviera de igual forma su vida personal. Después de todo, si él sentía, que este cambio era absolutamente necesario en su vida, entonces nada ni nadie se lo iba a poder negar. No siquiera Dixie, que como ya se dijo hace un momento, también tenía de igual forma su propia vida, y ello, desde luego implicaba que ella también tenía sus propios deseos, anhelos y objetivos. Tal y como uno en particular, que ella jamás se atrevió a contarle, mayormente por la vergüenza que ciertamente le había producido, ese sentimiento, el cual resultó no ser otro, más que el hecho, que ella había estado soñando con alguien, justo cuando ella ya se encontraba en el punto más alto de su carrera.

No tenía ni idea de cuándo empezó a sentirse así, pero en un punto de todo el trayecto de su carrera, Dixie había empezado a sentírse, como si algo le faltara en su vida, o más bien, alguien. Sentía que necesitaba tener a alguien especial con quien casarse, con quien permanecer el resto de sus días y con el que ella pudiera retirarse de su carrera, para más tarde pasar buenos años de libertad, básicamente, lo que ella quería al final de cuentas, era a una pareja. Ahora lo sabía, eso era lo que tanto le faltaba, simplemente sabía que necesitaba encontrar una pareja que la quisiera y que la amara, pero el tiempo iba pasando y ella no parecía ver nunca que ese momento, por fin llegara.

Algunos años atrás, ella misma había probado suertes, estos mismos años tratando de salir con otros hombres, desgraciadamente todas y cada una de estas fueron relaciones que no llegaron a nada. Porque por más que lo intentó, nunca llegó a conectar en un nivel emocional o sentimental con ninguno de ellos, por lo que en un punto se rindió, y frustrada, acabo por resolver que todos aquellos machos con los que salió únicamente querían estar con ella, por el hecho de que era una estrella y así poder presumir a otros hombres que ellos estaban saliendo con una mujer hermosa y con talento, sin importarle los sentimientos de ella y dejándola en segundo plano cada vez que ellos así lo quisieran. Al menos, eso fue lo que siempre le habían demostrado.

Dixie, realmente no era tonta, sino todo lo contrario, ella era muy lista y terminaba con esas relaciones antes de que eso pudiera acabar por provocar un escándalo que terminara afectando su carrera artística, y tras estos desastres de relaciones que habían sido, Dixie sencillamente ya no quiso volver a intentarlo, por lo que ella triste y resignada, acabó por pensar que en este mundo jamás hallaría al chico indicado para ella y eso la deprimió terriblemente.

Hasta que la llegada de cierto perro lobo, le hizo recuperar la alguna vez perdida, fe en el amor. Pues su llegada a la vida de Dixie, genuinamente lo había cambiado todo.

Lo conoció, durante una parte de todo el tiempo, que Balto estuvo fuera de su tierra natal, Alaska. Por un tiempo Balto se ofreció a trabajar como el asistente personal de Dixie, estando a su lado en todo momento, más que nada por obligación por supuesto, después de todo ese era el rol que él tenía que desempeñar, para escribir agendas, mandar mensajes, recordar horarios y atender citas, Balto siempre intentaba dar todo lo mejor de sí, y esto también despertó la curiosidad, y más tarde, cierto interés en nuestra perrita Dixie, Balto siempre fue amable con todos y especialmente con ella y servía muy bien como una persona que siempre estaba dispuesta a escuchar los problemas de Dixie e intentar ayudarla en todo lo que pudiera, cuando el se presentó para conseguir el trabajo, estaba muy feliz cuando accedieron a dárselo a pesar de las preocupaciones iniciales de todos, una vez más, preocupaciones que nuevamente habían surgido, tan solo porque él, era un mestizo, mitad lobo. El había sido muy bien recibido y no defraudó a nadie a la hora de hacer su trabajo, ella no lo dudo pues encontró a Balto como una persona muy generosa y confiable, de echo, más en su vida había confiado tan profundamente en alguien como él. Llegando a ser para ella como una especie de psicólogo, que quería entenderla y apreciarla por ser ella misma.

Dixie vio al instante algo en Balto, que lo hacía completamente diferente al resto, vio que el en efecto no era como los demás hombres que ella ya había conocido y más tarde, finalmente acabaría por darse cuenta de que el sería el hombre indicado para ella. Fue amor a primera vista. Aunque Balto no estuviera consciente de ello. Esta era su oportunidad de poder encontrar el amor verdadero y no iba a dejarla ir en su guardia.

Continuará...