Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
05.- Hada
Luka se despidió de Jagged y Penny en la entrada del hotel. Aún era extraño eso de pasar tiempo con su recién descubierto padre y su pareja. La culpa no era de Jagged, él se esforzaba por hacerle sentir a gusto y cómodo. Tampoco era culpa de Penny, que siempre mediaba cuando la situación se volvía extraña o incómoda y que hacía las veces de intérprete cuando su padre divagaba y no había quien le entendiera. Tal vez la culpa era suya por ser incapaz de romper la barrera entre la estrella y el padre. Tal vez aún esperaba que su madre y él le dijeran que todo había sido una broma. O, a lo mejor, sólo era porque Juleka parecía sentirse fuera de lugar.
Ojalá existiera la magia y pudiera resolver con ella todos los problemas. Sería fantástico. Nada de eso existía ni cambiaría.
Por ahora volvería a casa, seguiría trabajando en la canción y con suerte para el siguiente sábado la tendría lista. Además, quería desentrañar el misterio de la ropa que se arregla sola. Había sido raro. Muy raro. No entendía nada.
Abordó el Liberty con paso seguro. Su madre y su hermana hablaban y reían en cubierta. Todo en orden. Descartó preguntarles si lo de su ropa había sido una broma porque no le harían algo así. Al pasar por su lado les dijo que estaría en su cuarto componiendo y ellas asintieron para seguir con lo suyo.
Marinette había pasado las horas inmersa en su misión de reparar toda aquella ropa. De vez en cuando había tenido que esconderse entre el montón de prendas al oír pasos acercándose. Estaba dispuesta a acabar antes de que volviera el chico de la música. Se arrebujó bajo una sudadera al oír pasos de nuevo, ¡si seguían interrumpiéndola no iba a acabar nunca!
Aguantó la respiración al sentir que los pasos se adentraban en el dormitorio. Se sujetó a la tela con fuerza por si a quien fuese le daba por alzar la ropa. La cama se sacudió y se oyó un suspiro.
Silencio. ¿Qué estaría haciendo? Si se movía la descubriría y aún no había acabado su trabajo, eso era imperdonable.
—Tendría que hacer algo con todo este desastre.
Reconoció la voz. Era él, había vuelto ¡y ella no había acabado!
El colchón se movió de nuevo, entendió que se había levantado. El peso sobre ella se aligeró, había cogido los pantalones que estaban encima del montón de ropa. Al menos esos sí que estaban arreglados del todo.
—¿Pero qué está pasando con mi ropa? —soltó alarmado—. Voy a matar a Juls si es cosa suya.
Tomó otra prenda, bufó molesto. Otra más. Y otra. Y otra. Cada vez había menos peso sobre ella, iba a descubrirla. Finalmente tiró de la sudadera bajo la que se ocultaba. El ímpetu con el que la había alzado la lanzó volando. Ahogó un gritito. No podía verla. No podía dejarse ver. Tenía que huir, si volaba rápido sólo alcanzaría a ver un borrón rosa y brillante. Había sobrevivido al pájaro, saldría airosa de aquella situación.
Movió las alas rápido, se concentró para alcanzar la velocidad adecuada. Se desplazó de aquí a allá variar veces alcanzando la velocidad correcta. Él la siguió con la mirada. ¡Menudo desastre!
—¿Qué…?
Se giró de golpe siguiendo el destello rosa concentrado, tratando de predecir su próximo movimiento. ¿Qué era aquella cosa brillante? Tomó el vaso que siempre tenía sobre la mesilla de noche y con gesto ágil y preciso atrapó a aquel destello rosa en su interior sellándolo contra la pared. Miró con curiosidad el brillo rosa sólo para descubrir que tenía el aspecto de una chica en miniatura.
—¿Tú eres el fantasma?
El pequeño ser le miró con rostro sorprendido y después, con gesto infantil infló las mejillas y frunció el ceño.
—¿¡A quién llamas fantasma!? Soy un hada ¡Un hada!
—¿Un hada? —inquirió desconcertado.
Él se arrodilló para quedar a su misma altura. Tenía los ojos de un tono azul idéntico al del tejido en el que trabajaba. Sintió un repentino calor quemándole las mejillas.
—Un hada… —repitió él.
—No me llamo hada —protestó con energía.
Él le sonrió, retiró el vaso con cuidado liberándola.
—Perdona. Me llamo Luka —musitó con tono pacífico—. ¿Y tú?
—Ma-Ma-Marinette —balbuceó.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola!.Ya volvemos a estar al día. No he podido resistirme a atraparla dentro de un vaso como hizo ella con Tikki.
Mañana más.
