No te vayas.
El ardor de su garganta está a punto de darle una probada de su propia sangre, aún así elige continuar corriendo tras recuperar un poco el resuello.
El dolor de sus piernas está a punto de doblegarle, aún así aprieta los dientes ignorandolo de la mejor forma alcanzable.
Se detiene intentando elegir una dirección pero lo único que le bordea es la espesa cantidad de árboles y vegetación impidiéndole distinguir un camino.
La insistente presencia a su espalda le obliga a continuar avanzado entre la hojarasca que lastima sus plantas desnudas. Ni siquiera recuerda haber perdido los zori.
Un tropiezo levanta una de sus uñas provocándole dolor agudo. Se encoge para mermar la sensación observando el desastre de sangre y barro mezclados sobre su piel.
Se muerde las solapas de la ropa sujetando la uña y la arranca en un solo tirón. Sella su herida con más barro y sigue adelante. Escurriendo sudor por las sienes.
Quiere tirar de sus cabellos por la desesperación al no llegar a ninguna parte sin importar cuanto corra. Todo luce exactamente igual. Incluso la silueta a su espalda persiste flotando en su dirección, lamentando con voz llorosa.
No te vayas, mi amor no te vayas. Nuestros hijos no pueden perder a su padre.
Se levanta cada vello en su piel al oírla.
Intentando salir de ese bosque, una delicada sustancia blanca comienza a descender sobre él. La primera nevada del año.
Maldición, debió creerle a Mushin que las Yuki Onna eran reales.
Prompt 3: Persecución.
