Rosal

Draco fue con Potter hasta la casa de Surrey, en la calle Green Oleander número 3 y, pese a que ya sabía lo que iba a encontrar, el conocimiento no hizo que la situación fuera más sencilla.

Cualquiera que conociera a Draco diría que era frío, impersonal y que compartimentaba las emociones hasta el punto de parecer inhumano. Y si la persona fuera su ex prometida, Astoria Greengrass, añadiría también a los epítetos; impasible, distante e insensible entre otros muchos calificativos nada halagadores.

Pero Draco Malfoy parecía todas esas cosas gracias a la habilidad que había desarrollado como oclumante a lo largo de los años, habilidad que había tenido que empezar a manejar el día que dejó Hogwarts tras la muerte del director Dumbledore y que, con el tiempo, había demostrado ser imprescindible para su trabajo aunque no así para su vida privada que se había visto seriamente resentida.

Draco se había enfrentado a sus padres por Astoria el día que Lucius le había exigido que rompiera el compromiso con aquella bruja cuya familia, pese a su pureza, no era para él más que una arribista.

Pese a que su entonces novia había pensado que aquel acto era lo más heroico y romántico que había visto nunca, con el paso de los días había ido cambiando de opinión. Y, pese a que la imposibilidad de Draco por demostrar sus sentimientos fue sin duda el mayor detonante de la ruptura, con el tiempo él se había dado cuenta que también tuvo mucho que ver la pérdida económica y de estatus social. Ser la prometida de Draco Lucius Malfoy, heredero de las fortunas de los Malfoy y los Black, no era, ni de lejos, lo mismo que ser la prometida del auror que trabajaba para ganarse la vida, por buena que ésta fuera. Porque puede que su apellido hubiera quedado un poco vilipendiado tras la guerra, pero el dinero abría muchas puertas y eso, pese a todo, no había cambiado tras la caída de Voldemort.

Allí, en una nueva escena del crimen, Draco tuvo que recurrir, una vez más, a sus dones oclumánticos para mantener su actitud serena y distante, para no sucumbir a la rabia, al horror y a la más absoluta tristeza.

Había visto suficiente muerte en la guerra como para tres reencarnaciones y tener que contemplar la pérdida de vidas tan jóvenes seguía siendo igual de difícil en el presente de lo que fue en el pasado.

El punto de aparición asignado había sido previamente cercado con protecciones para evitar que los muggles pudieran darse cuenta de que lo que estaba ocurriendo. La casa entera fue cubierta con hechizos defensivos y los magos y brujas que iban y venían por la propiedad estaban a salvo de los ojos no mágicos que había en el barrio.

Draco caminó hacia el garaje con paso firme y tranquilo, demostrando a todos el férreo control de sí mismo que tenía e incluso saludó con un asentimiento al desconsolado viudo sin un solo gesto y se agachó sobre la víctima sin tocarla, fijando la vista en la pequeña concha negra que había cerca de su rostro.

—¿Qué sabemos? —preguntó al medimago que estaba al lado del cuerpo realizando una serie de hechizos de diagnóstico.

—Fue asesinada esta mañana, entre las cinco y las siete, aunque me decantaría más hacia las cinco y media, quizás. Fue silenciada y torturada —añadió bajando la voz para que el afectado esposo no escuchara todo —tiene cortes en las muñecas y creo que puede haber sido víctima de abusos, no obstante tendré más cuando lleguemos a San Mungo y pueda hacer el resto de las pruebas que necesitamos.

—Se parece a Granger —dijo por encima de su hombro mirando fijamente a Potter.

—Lo sé —el moreno chasqueó la lengua con una mezcla de preocupación y fastidio —cuando vi a la primera víctima de aquí… podría haber jurado que era ella, hasta que no me fije un poco más no fui capaz de ver las diferencias, fue… perturbador.

—¿Por qué no nos avisaron desde el primer crimen? —preguntó Malfoy sin poder evitar la molestia de su voz.

—No nos dimos cuenta de que podía ser el mismo hombre al que la Interaur había denominado Escargot hasta más adelante. La prueba de la cocha negra se había archivado sin relevancia y no fue hasta que apareció el cuerpo de Eleanor cuando encajamos las piezas —se colocó las gafas —revisé todo lo que teníamos de Anne al ver las similitudes entre ambos crímenes y fue ahí cuando recordé el caso del asesino en serie que llevaba en jaque a buena parte de Europa.

Draco dejó salir el aire con brusquedad.

—Es él, no hay duda. No necesitamos más para saber que es nuestro hombre. Maldita sea —se apretó el puente de la nariz entre el índice y el pulgar y salió de nuevo del garaje —llevárosla ya joder—espetó a una de las medimagas que seguía haciendo pruebas al cadáver delante del desesperado esposo que no podía dejar de llorar —no necesitáis hacer esto aquí, podéis ir a San Mungo.

Sacudió la cabeza cuando un sanador se acercó al hombre para tratar de hablar con él y se alejó hacia el jardín.

Un rosal se alzaba en mitad de una explanada de césped recién cortado y una única rosa blanca florecía en él, ajena al horror y a la muerte que la rodeaba.

Draco se encontró preguntándose quién cuidaría de esa hermosa rosa ahora que Abigail estaba muerta y su marido apenas era capaz de comprender que se había quedado solo. ¿Seguiría allí aquel rosal, único testigo de un crimen injusto y atroz? ¿O se marchitaría con la pérdida de esa mano tierna que la había hecho florecer?

—Esta vez ha tardado muy poco entre un crimen y otro —dijo Potter a su espalda.

—Se está confiando demasiado —replicó Draco —o no puede reprimir las ganas que tiene de seguir matando.

—¿Crees que lo tenía planeado de antemano? Las víctimas… Todo —señaló a su alrededor y se pasó la mano por el pelo, exhalando —desde que terminamos con las células de mortífagos que se escaparon tras la guerra las cosas han estado muy tranquilas por aquí —frunció el ceño y se cruzó de brazos —pero no soy un novato en esto. Este tipo no solo sabe lo que hace, conoce a cada una de sus víctimas, conoce sus costumbres, sus rutinas… no las encuentra por casualidad de un día para otro.

—Sí, creo que lo tenía planeado. De hecho me pregunto cuánto tiempo lleva vigilándolas ¿Meses? ¿Años?

—¿Años? —el moreno le miró, horrorizado.

—Es posible. Quiero ver el muro de Granger, necesito ver la línea temporal no solo la cronología de los asesinatos y también buscar la relación entre los países y las víctimas o entre los países y la misma Granger.

—¿Hermione?

—Ella parece ser el eje central de todo este caso —maldijo en voz alta —es una condenada suerte que os hayáis dado cuenta del acróstico con su nombre porque ninguno de los aurores implicados en el caso había visto eso antes.

—Ninguno de ellos es Hermione —dijo Harry con cariño —puede que no sea una agente de campo, pero siempre ha sido la bruja más inte…

—inteligente de nuestra generación —terminó el rubio por él, resoplando —lo sé, créeme si te digo que su fama es internacional, casi tanto como la tuya.

—De todas formas de poco nos sirve la información —continuó Harry —¿Qué podemos hacer ahora? ¿Buscar a todas las mujeres de ojos castaños y pelo castaño de entre veinticinco y treinta y cinco años de Inglaterra cuyo nombre o apodo empiece por R y custodiarlas? —rió sin humor —no tenemos suficientes efectivos y, aunque los tuviéramos no podríamos hacer algo así, es imposible.

—Sí, es cierto. Pero sí podemos intentarlo con todas las brujas. Necesito un mapa. Vamos al Ministerio.

Veinte minutos después estaban junto a Hermione en la misma sala de reuniones del día anterior. Draco había desplegado un mapa mágico de Reino Unido y trazaba líneas con la varita.

—Desde Cornwall a Kent por el Sur —fue subiendo por el Sureste hacia el Norte —hasta Lincolnshire —dibujó otra recta hacia el Oeste —Lancashire —y siguió de vuelta al Sur —y Devon.

—Eso es practicamente todo el mapa —murmuró Hermione —descontando Cumbria, Northamptonshire, Tyne&Wear y County Durham.

—Además de Irlanda y Escocia —apostilló Harry.

Draco les ignoró.

—Granger, eres la mandamás en el Departamento de Seguridad Mágica ¿A quien tienes en Registro Administrativo que pueda ayudarnos con el censo de brujas?

Ella frunció el ceño, pensando.

—Melisa —replicó al cabo de unos segundos

—Bien. Queremos un listado con todas las brujas de entre veinticinco y treinta y cinco años censadas en todo este territorio —dijo Draco marcando con un punto cada lugar.

—Bien —Harry se levantó —cuando tengamos el listado pondré a unos cuantos aurores a filtrar por la letra R.

—Nombre y segundo nombre —puntualizó Draco.

Harry asintió.

—Eso nos deja los apodos —dijo Hermione.

—Vamos por partes —espetó Draco —no podemos abarcar todo así que debemos ser pragmáticos y valorar el conjunto. Esto es lo más lógico, tenemos más posibilidades si tratamos de centrarnos en este grupo.

—Y rezar porque no vaya a por otra muggle o a por alguna bruja de Cumbria—murmuró Hermione.

—Como he dicho —replicó el rubio —no podemos abarcarlo todo así que reza si crees que es una opción, pero es mejor esto que nada.

—Tiene razón —dijo Harry poniendo la mano en el hombro de su amiga —sé que es una mierda, Hermione, pero tal vez así tengamos una posibilidad.

—¿Y si no es así? —preguntó la bruja.

—Entonces tendremos que continuar con la letra A —murmuró Malfoy con brusquedad —pongámonos en marcha, el tiempo no corre a nuestro favor.