NA:Antes de seguir quiero recordar que voy escribiendo esto día a día sin tener ni idea de qué va a salir de todo esto. Es una historia que no ha sido pensada, ni siquiera tengo claro quién demonios es el asesino de modo que, espero que seais magnánimos conmigo y con este pequeño fic que ha nacido del reto del fictober.

Gracias por leer.

AJ


Salamandra

Hermione no pudo evitarlo.

Estaba mal, muy mal, pero llevaba una semana espiando a su no deseado invitado en los momentos más inoportunos.

¿Cuándo se había convertido en una voyeur?

Pero aunque había intentado ignorar el momento que no debía ser nombrado no había sido capaz de olvidar que Malfoy, Draco Malfoy, había estado a punto de besarla.

Porque sí, si aquel teléfono no hubiera interrumpido el momento, él la habría besado y, que Merlín la perdonase, ella le habría devuelto el beso de mil amores.

Pero entonces la llamada de la realidad había pinchado aquella aberrante y atemporal burbuja y él no había vuelto a intentarlo por lo que Hermione había desterrado el beso que nunca existió, al lugar más recóndito de su cerebro y había empezado a tratarle de la misma forma en que trataba a Harry, Ron o Neville.

Pero entonces, de pronto, las situaciones extrañas con Malfoy habían empezado a tener lugar y la cómoda y fraternal intimidad que había desarrollado con él saltó en mil pedazos.

El primer día fue cuando él dejó la puerta del cuarto de baño abierta después de ducharse y Hermione, que casualmente pasaba por delante, no pudo evitar un atisbo del hombre en ropa interior.

¡Godric! ¿Qué le había pasado al adolescente escuálido y anguloso que había conocido en Hogwarts?

Atrás había quedado su extrema delgadez y su palidez casi inhumana. Su piel era blanca, sí, pero ya no parecía traslúcida y su cuerpo se había hinchado en los lugares correctos, poniendo músculos donde antes apenas había solo huesos.

Malfoy tenía un cuerpo de infarto y ella logró a duras penas suprimir el jadeo de sorpresa que subió a su garganta al ver sus desarrollados pectorales y sus abdominales marcados. No era tan musculoso como Viktor, pero estaba lejos de ser únicamente fibroso.

Aquella escena volvió a repetirse mucho más de lo debido y mucho menos de lo deseado y allí, una vez más, estaba ella, espiando desde detrás de la puerta de su habitación mientras él salía del cuarto de baño únicamente vestido con unos flojos pantalones de pijama.

Empezaba a pensar que su inexistente situación sentimental le estaba pasando factura porque, por hermoso que pudiera parecerle Malfoy, mirarle a escondidas para babear por su cuerpo le parecía algo casi bochornoso.

Aún así lo seguía haciendo una y otra vez.

Mientras continuaba espiando, el patronus de Harry llegó y se quedó frente a la ranura de la puerta, un elegante ciervo completamente corpóreo que, ignorando que estaba descubriéndola, se plantó allí para dejarle el mensaje.

—Ha atacado de nuevo, venid al Ministerio.

Olvidando la vergüenza de haber sido descubierta en flagrante delito, Hermione se apresuró al armario para vestirse de nuevo.

—¿Has oído, Malfoy?

—Me estoy vistiendo —dijo con lo que a la bruja le pareció un ligero toque de humor en la voz.

Apenas quince minutos después, sintiendo las mejillas algo acaloradas, ambos se adentraban en el Atrio a la carrera y se encontraban con Harry en los ascensores.

—Por aquí —decía el auror señalando de nuevo las chimeneas —la víctima vivía en un área muggle por lo que no podemos utilizar la aparición —caminaba con pasos largos y rápidos —acaba de suceder, han oído el grito de la mujer y nos han avisado.

—¿Así que es posible que esté viva? —preguntó Hermione siguiéndoles.

—Tú no vienes —Draco le cortó el paso —Potter…

—Tiene razón, Hermione —intercedió su amigo antes de que ella pudiera decir nada —no eres auror.

—Pero yo soy…

—Sí, pero sigues sin ser auror y puede seguir en la zona.

—¿De verdad quieres ponerte a discutir, Granger? Es tiempo que estás quitándonos para poder llegar y frenar el ataque.

—Id —murmuró finalmente sabiendo que Malfoy tenía razón.

Draco y Harry, junto a dos aurores más, se presentaron en Dalston Lane. Era un edificio largo de ladrillo de dos alturas con ventanales blancos, cada vivienda se separaba de la siguiente por un seto bien cortado y cada una de ellas tenía, además de un pequeño pasillo de entrada, un hueco para el coche aunque en la casa en la que ellos estaban no había ningún vehículo aparcado.

—Es aquí —Harry señaló una puerta verde y usó la varita para abrirla disimuladamente —vosotros por detrás —susurró a los dos aurores mientras él y Malfoy accedían a la casa con sigilo.

El silencio era absoluto. Ambos caminaron con cuidado, con las varitas en alto y listos para entrar en acción. Como si hubieran trabajado juntos durante años, Harry miró a Malfoy y le señaló con los ojos la puerta de la derecha. El rubio asintió y con la barbilla señaló la de la izquierda.
Se separaron y cada uno anduvo por un lado de la casa. Draco subió la estrecha escalera y Harry fue hacia la cocina.

Fue Malfoy quien encontró a la mujer tendida en el rellano del piso superior.

—¡Potter!

Harry subió los escalones de dos en dos y Draco, al escuchar un ligero sonido proveniente de la sala que había a su espalda, dejó a Potter con la mujer y corrió hacia allí escaneando la estancia con los ojos entrecerrados.

Por el rabillo del ojo percibió un movimiento y vio una salamandra corretear por la pared hasta el poyete de la ventana hasta salir a través de una pequeña abertura en el cristal.

Frunciendo el ceño fue hacia allí en dos zancadas, abrió y miró hacia el exterior, buscando al animal entre los ladrillos.

—¡Malfoy aún está viva! —escuchó gritar a Potter —¡Está viva! Me la llevo a San Mungo, ve a buscar a Hermione.

Una hora después Harry entró a la sala de reuniones en la que habían establecido el cuartel general y se dejó caer en una de las sillas.

—Su estado no es demasiado bueno —dijo con pesar —los medimagos no saben si conseguirá recuperarse o si su estado será… irreversible.

—La maldición cruciatus ¿Verdad? —preguntó Malfoy intentando ignorar la forma en la que Granger se estremeció.

—Sí.

—No podrá ayudarnos, me temo —dijo Harry al cabo de un rato.

—No la teníamos en nuestro listado —Hermione estaba revisándolo por tercera vez.

—Es una squib.

—Maldita sea —susurró ella.

—No podemos llegar a todo, Hermione —dijo Harry tocando su mano con cariño.

—Además esta vez hemos estado muy cerca —intervino Malfoy —cuando llegamos él estaba allí.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry arrugando la frente.

—Porque ahora tenemos algo más que añadir a lo que ya sabemos de nuestro asesino del caracol —dijo con una sonrisa ladina —es un animago.

—¿Cómo dices? —Harry, que había estado medio recostado en la silla se enderezó y Hermione alzó las cejas con sorpresa.

—Un animago, uno no registrado, seguramente, pero así ha entrado y salido sin ser visto. Por eso no tenemos ni un maldito avistamiento, ni una maldita imagen… es una jodida salamandra —separó las manos dejando un espacio de unos doce o quince centímetros —negra, con manchas amarillas.

—Malfoy ¿Estás seguro? La salamandra es un urodelo muy común.

—Era él —aseveró el mago sin ninguna duda —no es fácil encontrar una salamandra en medio de la ciudad y mucho menos una que sepa como ir sin duda alguna a la única salida al exterior de una habitación. Me da igual lo que me puedas contar de esos anfibios, Granger, no me vas a hacer creer que son animales racionales.

Ella sonrió.

—No lo son.

—Bien. Pues es nuestro hombre.

—Es curioso —Hermione se mordió el labio inferior y jugueteó con la pluma que tenía entre sus dedos de forma distraída —¿Que sabéis de los animagos? —preguntó.

—Que es un proceso muy difícil y complejo durante el que tienes que mantener en la boca una hoja de mandrágora durante un mes entero, de luna llena a luna llena, para poder hacer una poción que hay que beber durante una tormenta eléctrica —dijo Harry como si recitara algo aprendido mucho tiempo atrás.

—Te olvidas del hechizo, Potter —intervino Malfoy.

—Amato Animo Animato Animagus —murmuró de nuevo el moreno.

—Cinco puntos para Gryffindor —masculló Draco, divertido a su pesar.

—No me refería a eso —continuó diciendo la bruja —Un animago solo puede tomar la forma de un animal específico, una forma que no es elegida por el mago. La forma está determinada por su personalidad y sus rasgos internos.

—¿Qué nos indica esto, entonces? —preguntó Draco.

—¿Conocéis la historia de Prometeo?

—El titán que robó el fuego para los mortales —respondió el rubio.

—Exacto…

—Ese tono de sorpresa empieza a parecerme insultante, Granger.

Harry soltó una risita baja.

—Zeus tenía el fuego en las profundidades y las hadas más antiguas conocidas, incluso más viejas que los propios dioses, las salamandras, lo sacaron y lo llevaron al mundo porque, según se creía, ellas tenían la llave del arca que ocultaba el misterio de la vida y la muerte.

—¿Y cómo nos ayuda la mitología a entender a nuestro asesino? —preguntó Harry que no era capaz de seguir a Hermione.

—Es un alquimista —dijo Draco —si su personalidad, sus rasgos o intereses son la vida y la muerte, el fuego…

—Yo también lo creo —asintió Hermione.

—Un alquimista, animago e hijo de muggles o mestizo —fue diciendo Harry —No estará registrado pero ahora podemos intentar investigar a los hijos de muggles o mestizos que hayan estudiado alquimia.

—Sería interesante comprobar si alguno de ellos ha viajado a la Escuela de Magia Uagadou —añadió Hermione.

—Buen punto, Granger —susurró Malfoy mirándola con lo que bien podía parecer admiración —es una escuela que está en los Montes de la Luna, en Uganda y es famosa —siguió diciendo —porque sus alumnos son diestros en alquimia y transformación.

—Exactamente —continuó ella —también han admitido estudiantes de intercambio y estudiantes de Hogwarts que han querido terminar allí sus E.X.T.A.S.I.S o especializarse en alquimia.

—¿No es allí dónde estudió Babajide Akingbade? —preguntó Harry —el sucesor de Dumbledore como Jefe Supremo de la Confederación Internacional de Magos.

—Vaya Harry —dijo Hermione sin ocultar su obvia sorpresa —sí.

—Ese tono de sorpresa… —murmuró parafraseando a Malfoy —lo cierto es que recuerdo cuando despidieron a Dumbledore cuando el Ministerio no quiso admitir que Voldemort había regresado.

—Babajide es un buen Jefe Supremo —intervino Draco tratando de cambiar el tema de conversación ya que hablar de Dumbledore seguía siendo delicado para él.

—Sí, lo es —corroboró la mujer —bien, pongámonos manos a la obra con el listado.