Ambas tripulaciones pasaron el resto de la tarde entre juegos y organizando todo para la noche.
Los piratas de Heart aportaron bebidas, comida y juegos mientras ayudaban a los sombreros de paja a organizar la cubierta con una gran mesa, barriles y sillas.
Shachi y Uni fueron los únicos que se unieron a Sanji en la cocina para ayudarlo a preparar la comida.
Cuando la noche llegó, ambas tripulaciones comenzaron a comer, bailar, jugar entre bromas y alcohol. La música de Brook como siempre ánimo a todos permitiendo que el ambiente estuviera armonioso, cálido y festivo.
Nami, quien se había cambiado por un vestido suelto de color amarillo pastel y escotado, se encontraba junto a Zoro, ambos sentados a un costado de la mesa tomando sake, observando y riendo de las malas bromas de los demás.
—¿Estás lista para una competencia, bruja?
—Si pierdes solo tendrás más dinero en tu deuda.
Zoro ignorando sus palabras colocó dos nuevas botellas de sake frente a ellos y les sirvió un tazón a cada uno.
El tiempo pasaba rápido, a Nami le gustaba estar con todos sus amigos pero en días después de una gran aventura le gustaba estar con Zoro y hacer sus competencias de alcohol, además su silencio era agradable.
Cuando iban por la cuarta botella Zoro la miró de reojo.
—No quiero arruinar tu extraño humor pero el cirujano idiota está mirando hacía nosotros desde que subió al barco.
Nami no necesitaba darse vuelta para confirmar sus palabras. Ella lo había visto aparecer en el barco, llevaba una camisa azul con los botones desprendidos hasta la mitad de su pecho junto a su infaltable pantalón de mezclilla. Cuando llegó no tardó en unirse silenciosamente con su tripulación sentándose al lado contrario de dónde ellos se encontraban, para luego aceptar y tomar de los jarrones de cerveza que le ofrecía Penguin.
Cuando empezó su competencia con Zoro pudo verlo de reojo y sentir su pesada mirada en ella.
—Ignoralo. Si nos sigue mirando por otro tiempo comenzaré a cobrarle por ello. —respondió Nami mientras tomaba de su tazón.
—¿Quieres que lo espante? —preguntó con una sonrisa ladina.
—No. Ni se te ocurra hacerlo o te juro que me las pagarás caro idiota. —Lo miró enojada.
—¡Jajaja! ¡Cómo si eso me asustara bruja!
—Ugh, maldito tonto. —murmuró Nami haciendo un leve puchero para luego tomar más de su bebida.
Zoro miraba su propio tazón mientras de vez en cuando lo agitaba suavemente para mover el líquido en su interior.
—Cuando necesites que le dé una lección, solo di la orden. —su ojo grisáceo la observó con determinación— Ya sabes, si te molesta, te hace daño o incluso tiene una disfunción eréctil, solo avisa. —zoro sonrió de lado con diversión.
—¡Tú… maldito idiota! —chillo sonrojada mientras lo golpeaba en la cabeza.
Zoro no pudo evitar soltar una fuerte carcajada ante la extraña vergüenza de la pelirroja.
—¡Esto te cobrará caro imbécil! ¡¿Cómo puedes decir esas cosas?!
—¡No importa, vale cada maldito centavo!
Nami resopló para tomar otra botella de sake y servirles nuevamente.
A pesar de que él se burlará de ella, el ambiente entré ellos seguía ligero cómo la brisa.
—Zoro.
—¿Hm?
—Gracias. —Nami le sonrió dulcemente. Haciendo que él también sonriera.
—¿Qué harás ahora? Él idiota no deja de vernos. ¿Acaso ya le dijiste sobre eso?
—Nop, pero creo que es hora de que su tripulación pagué por su capitán. —sonrió mientras le guiñaba un ojo y luego sacaba la lengua con diversión.
El espadachín estudió su rostro con atención, a lo que Nami pudo notar que tenía la vista clara a pesar del empalagoso aroma a sake que comenzaba a rodearlo con su típico olor a metal.
—Continuaremos está competencia más tarde. ¿De acuerdo?
Zoro solo asintió con un leve movimiento de cabeza.
—Intenta no meterte en problemas.
—Si, si.
Nami se levantó de su asiento, acomodó sutilmente su vestido haciendo que tuviera un poco más de escote y con su vaso lleno de sake en una mano, y con la muleta del otro lado caminó lentamente con sus largas piernas lechosas debajo del corto vestido.
Cuando se acercó a la mesa donde estaban haciendo apuestas logró llamar la atención de todos los hombres en ella.
—¡Oh, Nami! —saludo Shachi levemente sonrojado.
—Hola Shachi, chicos —observó a todos y luego les dió una leve sonrisa inocente pero seductora.
—¿L-le gustaría unirse a nuestro juego? —preguntó nervioso Clione mientras tenía sus ojos puestos en su escote.
—Si por favor, estoy cansada de solo tomar alcohol sin hacer nada divertido. —dijo haciendo un leve puchero mientras se sentaba en la silla frente a ellos con una postura ligeramente encorvada hacia adelante dando así una pequeña vista más profunda de sus pechos.
—Oh, ya veo —respondió Shachi nervioso y levemente sonrojado— ¡Estaremos encantados de tenerte con nosotros en el juego!
—Eso sería increíble, ¡gracias!
—Cualquier cosa por ti, Nami.
—¡Oye! ¡Deja de coquetear con ella, cretino! —gritó Penguin mientras golpeaba a Shachi y se unía también a la mesa de apuestas.
—¿Están listos para jugar? —sonrió divertida.
Media hora después la mayoría de los hombres de Heart habían perdido todo su dinero e incluso uno que otro que aún no se daban por vencido, comenzaron a tener una deuda con Nami.
Penguin se encontraba con la cabeza apoyada en la mesa demacrado, borracho y económicamente en quiebra. Nami le había sacado hasta el último centavo y tuvo que detenerlo antes de que comenzará a apostar su ropa y tuviera que verlo en paños menores.
—Vamos chicos, ¿Nadie más tiene algo valioso que apostar?
—¡Te llevaste todo nuestro dinero! —grito Shachi horrorizado.
—¿Cómo es siquiera posible? ¡¿Hiciste trampa?! —preguntó Clione.
—¡Esto es vergonzoso! ¡Nos dejó en la ruina! —lloró Penguin.
—¡Jajaja! ¡hombres estúpidos! Ella jugó limpio, ustedes son los que se dejaron influenciar por una mujer —Ikakku quien había estado observando desde la mitad de los partidos, no pudo evitar reírse de las desgracias de sus compañeros.
—¡¿Qué significa eso?! —preguntó Shachi histérico.
—Bueno… Ella es realmente hermosa, es comprensible cuando siempre estamos rodeados de hombres —murmuró uno de los tripulantes escondido entre todos.
—¡¿Quién dijo eso imbéciles?! ¡¿Acaso estoy pintada o qué?! —gritó amenazadoramente Ikakku al grupo de sus compañeros con una gran llave ajustable en sus manos, de la cual nadie sabía de dónde la había sacado.
—¡Oh, relájate Ikakku, esto es una fiesta! —habló Bepo acercándose a la alta mujer de pelo rizado.
—Ya, ya, cálmense. ¿Por qué no tomamos otras copas? —dijo Shachi parándose de su asiento para acercarse a la mujer enojada y arrastrarla hacía la mesa de bebidas.
Nami observó la interacción con una sonrisa divertida mientras todos se dirigían en busca de una nueva jarra de cerveza. Era bastante entretenido ver el comportamiento de los demás cuando estaban ebrios.
Aprovechando su pequeño tiempo de soledad, alcanzó la copa de vino que Sanji le había servido durante su juego y tomó un lento pero largo sorbo disfrutando del dulzor de la bebida.
Luego dejó la copa de nuevo en la mesa para rápidamente comenzar a contar alegré toda su nueva ganancia.
—¿Estás intentando robar todo nuestro oro, señorita Nami? —la repentina voz ronca de Law sobre su hombro derecho le dió escalofríos.
Nami intentando recuperar su compostura, actuó como si su presencia no le hubiera afectado.
—Pff —resopló— No es mi culpa que ellos se distraigan con un poco de piel expuesta.
—¿También intentarás llevarte mi dinero? —preguntó mientras la observaba frunciendo el ceño y se sentaba a su lado apoyando un brazo en la mesa para reposar su mejilla en su mano.
—Mm, si sigues mirándome así por el resto de la noche tendré que cobrarte caro —siguió contando su dinero.
Ante sus palabras Law no pudo evitar sonreír.
—¡Oh! Así que te diste cuenta.
—Eres horrible intentando ocultarlo.
—O tal vez solo quería llamar tú atención.
Nami no respondió, ella pensó que podría estar sufriendo el inicio de una crisis nerviosa ante sus palabras. Ella no era estúpida, sabía porque él estaba ahí. Cómo si fuera una señal, la marca en su cintura comenzó a calentarse haciendo que su piel ardiera de una forma extraña pero no imposible de soportar.
Se cruzó de brazos presionando sus articulaciones contra su pecho, sus dedos apretaron el costado del material de su vestido, mientras su respiración tomaba un ritmo alarmante. Necesitaba controlarse antes de que él lo notará.
—Señorita Nami.
De repente su respiración comenzó a volver a un ritmo extrañamente normal. Lo cual la hacía sentir más confundida de lo que estaba; y como acto reflejo cerró sus ojos con fuerza, presionó con sus manos la falda de su vestido y agachó levemente la cabeza haciendo que un mechón de su cabello tapará levemente su rostro.
Agradecía llevar esa noche el cabello suelto, realmente no quería verlo. Si ella simplemente lo ignoraba y fingía que él ya no estaba allí, entonces tal vez se iría.
La música de la fiesta junto a las risas y parloteos borrachos de ambas tripulaciones flotaban entre el pequeño espacio entre ellos. Logrando así, que el silencio incómodo y pesado que rodeaba al cirujano y a la navegante fuera más llevadero.
—Nami —su voz suena cansada— Necesitamos hablar.
Ella apretó las manos con los puños en su regazo al escucharlo llamarla solo por su nombre. Bien, si él quería hablar, entonces lo harían. Ella no era una cobarde, tal vez podía llorar, temer y huir en peleas contra monstruos más poderosos que ella pero jamás huiría de una conversación importante donde su vida y su destino estaban en juego.
Dando una respiración profunda, lo encaró.
Lo primero que notó fue su gran espada apoyada en la mesa junto a su extraña cercanía, Nami rápidamente lo maldijo en su cabeza por tenerlo a solo unos centímetros de distancia.
Luego observó sus cansados pero penetrantes ojos amarillos, los cuales la estudiaban cuidadosamente como si fuera un pequeño animal apunto de huir en el pequeño segundo que se descuidará.
Se quedaron por un momento así, sin despegar la mirada el uno del otro, dejándose envolver por las sensaciones vibrantes de la cercanía.
—Agh, ¿Por qué tenemos que pasar por esto? —dijo Nami haciendo un puchero molesta sin poder soportarlo más.
—¿Qué cosa? —frunció el ceño confundido.
—Ya sabés que.
—¿A si? —la miró divertido con una leve mueca marcada en sus labios.
—¡Deja de hacerte el idiota! —lo miró enojada.
El silencio vuelve a reinar entre ellos, aunque ella lo encuentra menos tenso que antes. Demasiados pensamientos pasan por su cabeza y no está segura con cual enfocarse.
Afortunadamente, Law es el que decide hablar.
—¿Dónde está? —preguntó con un tono extrañamente relajado.
—En mi cintura, del lado derecho. —respondió sin mirarlo mientras rozaba por un momento dicha zona.
—¿Dónde…? —ella decidió está vez preguntar pero Law la interrumpió.
—En la cadera —hace un gesto despreocupado con las manos hacía la zona.
Nami asintió levemente con la cabeza, luego su boca se aprieta levemente ante la tensión.
—¿Lo sabías cuando nos conocimos?
—Si —respondió Law recordando la primera vez que la vió en el Archipiélago hace dos años atrás.
—Si no lo hubiera descubierto por mí misma en mi cumpleaños, ¿Alguna vez me lo ibas a decir?
—No —respondió secamente.
Nami quería responder pero el nudo de ansiedad que comenzaba a formarse en su estómago y en su garganta no se lo permitió.
La tensión era cada vez más palpable entre ellos, ninguno de los dos estaba colaborando en la conversación.
—¿También lo sientes? —preguntó el capitán sorprendiendola.
—¿El ardor? —frunció levemente el ceño— Si, es como si estuviera pidiendo desesperadamente tú atención.
Para su sorpresa él sonríe relajando sus grandes y anchos hombros en el proceso, Nami lucha contra su propia pequeña sonrisa, aunque no está segura de haber tenido mucho éxito.
Luego, Law sorpresivamente toma su mano de su regazo y entrelaza sus dedos levemente con los suyos. El nudo en su estómago pasó del dolor a un burbujeante cosquilleo, provocando que se le erizará la piel.
Se miran intensamente el uno al otro.
No hacía falta palabras para confirmar que la calma que instantáneamente los rodeó ante el simple roce de piel de sus manos, no fue unilateral.
Ella lentamente y reteniendo el aliento por un momento, acaricia sus tatuajes con el dorso de sus dedos. La palabra «muerte» en sus dedos le recuerda que él no es un sol brillante como Luffy. Y que por algo era reconocido como el cirujano de la muerte.
Pero, sobre todo, sabe que él es un hombre discreto, abnegado y leal a los suyos. Y sabe que si ambos fortalecen este vínculo, el dolor y la miseria los llevaría a la tragedia.
—¿Cuál es tu problema conmigo? ¿Qué es lo que planeas hacer? —Finalmente decidió preguntarle, estudiando su reacción. Sabía que Law tenía bastante práctica en ocultar sus verdaderos pensamientos y emociones.
—No tengo ningún problema contigo, señorita Nami —dijo soltando su mano para luego extender su brazo hacía la copa de vino que ella había dejado abandonada.
Nami alzó las cejas y le lanzó una mirada de total incredulidad. Ella no estaba convencida en lo más mínimo. Vio la forma en que su cuerpo se puso rígido ante su pregunta y reconoció la mirada cautelosa en sus ojos. Luego, por supuesto, estaba su extraño comportamiento hacia ella.
Law tomó un trago del vino, para luego dar un suspiro irritado —Solo es difícil estar cerca de ti —explicó, negándose a mirarla a los ojos.
Sus palabras cortaron todo sentimiento extraño que hubiera estado floreciendo por él. Sus desafortunadas palabras la hirieron terriblemente. Ella culpó a la marca por la repentina ilusión que había creado por él.
Sí, ella tenía un carácter fuerte. Nami lo sabía muy bien y lo tomó con calma, pero había hecho todo lo posible en mantener su temperamento bajo control cuando se trataba de Law, y no recordaba haber arremetido contra él ni una sola vez.
Entonces, ¿Cómo podía decirle eso? ¡Maldita sea, incluso lo había elogiado por su estúpido sombrero en la maldita isla! ¿Cómo podía sentirse nerviosa o pensar en la posibilidad de relacionarse con él?
Nami apretó su puño con fuerza en su regazo, su sedoso flequillo ocultó el dolor que irradiaban sus ojos, sus carnosos labios se apretaban con furia y el sonrojo que sentía en su rostro no sabía si era por enojo, vergüenza o una mezcla de ambos.
Le importaba una mierda lo que dijera, no iba a mostrarle cómo sus palabras tenían el poder de afligirla. ¿Para él era difícil estar con ella? Entonces le iba a demostrar su rabia.
Cuando estaba decidida a golpearlo e irse sin dar una explicación, apareció Zoro.
—Oye bruja, vamos a terminar nuestra competencia de bebidas.
Nami observó a Zoro como si fuera su preciado oro, estaba completamente agradecida por su repentina presencia.
—¡Oh sí, vamos! —Le sonrió.
Sin mirar hacia la dirección del hombre a su otro lado, tomó todo el dinero en la mesa con un brazo y cuando estaba por agarrar la muleta Zoro la recogió primero para luego ofrecer su otro brazo y ayudarla a caminar.
Nami sin dudarlo abrazó el brazo del espadachín y caminó con su ayuda hacía el lugar de bebidas.
—Espera, Señorita Nami —dijo Law mientras dejaba la copa vacía en la mesa pero ella no sé detuvo en ningún momento.
Law, segundos antes, había notado sus rosadas mejillas y el tembloroso ceño fruncido cuando recogía el dinero. Tarde se dió cuenta, de que sus palabras habían arruinado las cosas y que la navegante estaba harta de lidiar con él.
—¡Señorita Nami! —la llamó nuevamente mientras se levantaba de su asiento para seguirla, pero la adrenalina de lucha recorrió su cuerpo al escuchar a Zoro prácticamente gruñirle.
El espadachín no lo estaba mirando pero Law podía sentir su poderosa aura como si estuviera frente a un animal salvaje, su respuesta de lucha o huida se filtraba por todo su sistema nervioso.
Law apretó sus dientes y miró a la pareja marcharse con afilados ojos de molestia. A estas alturas no le importaba que él se interpusiera, necesitaba hablar con ella.
Cuando iba dar pasos hacía ellos, una mano tiró de su hombro haciendo que se sentará nuevamente en su lugar.
—Mejor intenta arreglar las cosas más tarde Trafalgar —dijo Nico Robin con una sonrisa para nada amistosa sentada a unos pocos metros de distancia de él.
Law no respondió, solo le dirigió una mirada colérica con el ceño profundamente fruncido. Por sus palabras, era evidente que ella había escuchado cierta parte de su conversación con la navegante.
Irritado y con poca paciencia, apretó los dientes con tanta fuerza que sentía el crujido de los mismos. Había cometido un error, se sentía un completo imbécil, ni siquiera eran las palabras que quería decirle. «Ella podría terminar odiándome por esto.» Pensó agobiado.
Una parte de él no entendía porque se preocupaba. Él sabía que ella era manipuladora, engañosa, mandona, codiciosa y de mal humor, y a lo largo de los años desde que descubrió que ella era la persona que llevaba en su piel, él se había instado a recordar esas características más que cualquier otra cosa.
Sin embargo, había visto otro lado de ella, uno que obligaba al resto de Law a temer cualquier posible desprecio que pudiera desarrollar hacía él. Incluso cuando decidió olvidar sus cualidades más cálidas, todavía había partes de ella que le hacían sentir cosas que jamás había sentido.
Law sentía su corazón acelerarse con anticipación por sus pensamientos por ella. Sabía que éste era el comienzo de una nueva etapa y posiblemente la más importante de su nuevo destino.
¡Hoy es el cumpleaños del precioso capitán de los piratas de Heart! Así que necesitaba actualizar por Law :)
Ame escribir este capítulo y más con un Law malo con la expresión de sentimientos jajaja
Otra vez, disculpen si hay algún error ortográfico y desde ya muchas gracias por leer esta historia~
