—Realmente lo arruinó.
—Nunca creí que nuestro capitán, la persona que siempre tiene un plan, lo haya arruinado.
Shachi y Penguin, se encontraban bebiendo cerveza en un rincón del barco cerca de la mesa de aperitivos dónde tenían una muy buena vista de la mesa de juegos donde se encontraba su malhumorado y decaído capitán.
Tanto ellos como Bepo sabían de su marca y sobre quién era su alma gemela. A pesar de reconocer que su capitán tenía cierta dificultad en expresar sus emociones, creían que después de la gran victoria contra Doflamingo y Kaido, se sumaría en sus nuevos objetivos el relacionarse con su alma gemela.
—¿Deberíamos ir y animarlo? —preguntó Penguin.
Shachi miró nuevamente a Law y con solo verlo podía sentir su pesada aura de irritación.
—Mejor démosle tiempo. Seguro está planeando algo nuevo.
Si, Shachi tenía razón. Law no paraba de pensar en diferentes estrategias para acercarse y hablar con la navegante. Aunque tenía la sensación de que en esa noche, todos sus nuevos planes solo arruinarían más las cosas.
Después de varios minutos de silencio, Law junto a un nuevo dolor de cabeza dió un suspiro agobiado. Cansado de sus pensamientos, se levantó y se dirigió hacía Penguin y los demás en busca de otro trago.
Durante la velada, mientras le daba una que otra mirada fugaz a la pelirroja, decidió que el mejor plan para esa noche era darle su espacio y tal vez al día siguiente, antes de que se marchará con su tripulación podría hablar con ella.
Al lado contrario de dónde se encontraba Law, Nami y Zoro se encontraban nuevamente cada uno tomando una botella de sake como si hubieran llegado sedientos de un caluroso y seco desierto.
Por un momento no dicen nada, pero la mirada culpable que él le da cada cierto tiempo tiene una sonrisa sardónica tirando de los labios de ella.
—¿Cuánto escuchaste? —preguntó sin dirigirle la mirada.
Él tose ligeramente y un pequeño sonrojo envuelve sus orejas.
—Lo suficiente —carraspeó intentando aligerar el peso de sus palabras.
—Mmm, eso te costará caro —dijo mientras daba otro trago despreocupada.
Él sólo pone su ojo en blanco y luego se encorva un poco más a su lado cubriendo así la vista de los demás hacía ella.
—Te vi con extrañas auras violentas, así que antes de que te metieras en problemas salve tú estúpido trasero.
Ella sonríe.
—Estabas preocupado por mí, ¿verdad?
Él asiente y acerca sus dedos callosos a sus rosadas mejillas para limpiar con ternura las recientes lágrimas derramadas.
—Es un idiota —Nami resopla entre pucheros.
—Lo es.
Su presencia y su roce no le brinda el mismo tipo de calma que tenía momentos atrás con Law, pero Zoro le dió la tranquilidad para respirar y calmar por esa noche su angustiado corazón.
Horas más tarde, la mayoría de ambas tripulaciones se encontraba tirado sobre diferentes partes del Sunny dormidos y borrachos.
Luffy y Usopp se encontraban roncando en el suelo cerca del mástil con palillos en la nariz y comida en sus manos. Junto a ellos se encontraban tendidos boca arriba Chopper y Bepo en el mismo estado.
En la mesa cerca de la puerta que da a la cocina, Sanji servía té caliente a Robin y Jimbei, quienes disfrutaban de la calma post bulliciosa fiesta junto a el dulce sonido del violín de Brook, quien tocaba sobre la proa.
Franky dormía junto a varios de los piratas de Heart también tendidos en el suelo con jarras de cerveza medias vacías en sus manos. Y uno que otro de Heart que aún se mantenían despiertos, se encontraban jugando cartas entre bromas y sonrisas silenciosas.
Zoro y Nami seguían al otro extremo de la mesa donde estaban sus amigos. Sanji se acercó a ellos para preguntarle a su amada pelirroja si no deseaba beber o comer cualquier otro aperitivo.
Pero cuando llegó a su lado, Nami cayó dormida sobre el hombro de Zoro con una botella mal sostenida entre sus brazos.
—Nami está dormida —sanji prendió otro cigarrillo para luego inhalar y exhalar el humo del mismo— hazte a un lado estúpido marimo, llevaré a mi Nami cisne a su habitación.
Zoro a pesar del mal humor por la mención del estúpido apodó iba a permitirle llevarse a la pelirroja. Pero un recuerdo de Nami gritándole a Sanji sobre que tenía prohibido ingresar a la habitación sin permiso, lo despabiló.
Si él dejaba que la llevará y tiempo después ella se enteraba que él lo había permitido, estaba seguro que la maldita bruja lo golpearía y le agregaría más dinero a su estúpida deuda.
Dando un gruñido cansado miró al rubio a su lado, —Muévete cocinero pervertido, yo la llevaré.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡Nami no merece estar entre los brazos de una bestia como tú! —gritó colérico el cocinero mientras veía a Zoro levantarse de su asiento y alzando a Nami entre sus brazos.
—¡Cállate imbécil! ¡Nami fue la que dijo que tenías prohibido ingresar a su habitación! —lo miro con el ceño fruncido y los dientes apretados como si estuviera apunto de darle un mordisco asesino.
La suave risa de Robin llamó la atención de ambos, por lo que ella primero miró al cocinero.
—Lo lamento Sanji pero él tiene razón —luego dirigió su atención al peliverde— Por favor Zoro, lleva a nuestra dormida navegante a la habitación.
Zoro asintió y caminó hacia el interior del barco dejando atrás al cocinero quién lloraba en el suelo con una de las manos de Robin ofreciéndole un pañuelo como consuelo.
Una vez en la habitación, el espadachín la acostó y la tapó como pudo con las sábanas. Una vez que se aseguró de que estuviera en una buena posición que evitará su caída, salió del lugar cerrando la puerta en el camino.
Cuando estaba por regresar con los demás notó la presencia de alguien más, colocándolo en una posición de alerta en el pasillo poco luminoso.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Zoro mientras sostenía el mango de una de sus espadas en su cintura listo para atacar.
—Relájate señor Zoro, no pensaba ingresar a su habitación.
Zoro no respondió pero observó con el ceño fruncido al hombre apoyado en la pared cerca de la habitación.
El ambiente estaba extrañamente pesado y tenso, Zoro no sabía con exactitud cuáles eran las intenciones del cirujano, pero sea lo que fuere, él defendería a los suyos sin importar que él llevará una marca de su bruja amiga.
Law, por otro lado, podía sentir la adrenalina de combate rodear su cuerpo, no tenía intenciones de pelear con él pero sabía que la duda ahora se había instalado en la mente del peliverde, y que ahora debía actuar con cuidado si no quería llamar la atención de toda la tripulación.
—No sé cuáles son tus intenciones y me importa una mierda lo que sucede entre ustedes dos. Pero si ella no es un estúpido juego para ti, deberás esforzarte más para acercarte a ella —gruñó irritado.
Ambos hombres se observaron uno al otro sin titubear con una mirada desafiante.
Él debía darle la razón a Zoro, después de haber presenciado horas atrás a la pelirroja llorar silenciosamente y a escondidas junto al espadachín, lo enfureció.
Cuando la vio dormida y él cargándola en sus brazos, pensó que tal vez eso había sucedido varias veces y tal vez no significaba nada para ambos. Pero el hecho de que Nami confiara tanto en su amigo espadachín hizo que Law apretara los dientes. No solo porque otro sujeto la tocaba, sino también porque sabía que el motivo de sus lágrimas anteriormente eran por su culpa. ¿Cómo podía él ser su compañero si no podía evitar sus lágrimas?
Esa era la razón por la que se encontraba en el pasillo, los había seguido con la ansiedad girando en su estómago junto a la sensación de culpa carcomiendo por dentro.
—Tch, no me des órdenes —murmuró molesto mientras apretaba los dientes— Comprendo tus sospechas pero puedo jurar que no está en mis planes lastimarla. No necesito poner mi vida y mi tripulación en peligro por herir de alguna forma a la navegante de tu tripulación.
—Es bueno que reconozcas tu lugar —asintió levemente con la cabeza—. Nami es mi amiga y si ella ordena que te patee el trasero lo haré —dijo elevando la comisura de sus labios mientras daba una mirada intimidante.
Law a pesar de la molestia por la clara amenaza, finalmente pudo ahuyentar un poco los extraños celos de incomodidad que había estado sintiendo por el espadachín. Al mismo tiempo, su mente seguía con dudas sobre su situación por la marca con la navegante y la extraña debilidad —que en realidad no quería admitir— que probablemente estaba desarrollando por ella.
Luego de unos segundos de silencio y con el ambiente más ligero entre los dos. Satisfecho con su respuesta, Zoro se dirigió a la cubierta está vez sin importarle si el cirujano ingresaba o no a la habitación de la mujer.
El espadachín sabía que tarde o temprano esos dos debían aclarar sus cosas, y que Nami era una mujer grande completamente capaz de defenderse de tipos con dobles intenciones. Si el hombre se atrevía hacer algo que le molestará, ella le daría una de sus tantas palizas.
El capitán de los piratas de Heart observó al peliverde marcharse hasta que lo perdió de vista. Luego de pensarlo por un tiempo, sigilosamente ingresó a la habitación donde una hermosa pelirroja dormía plácidamente en su enorme cama.
Law podía sentir el olor a flores del lugar pero también sentía el fuerte olor a cítricos junto al olor a tinta de unos mapas en el escritorio de la navegante. Por un momento incluso pensó que podría hacerse adicto a su aroma a mandarinas.
Y por mucho que ese pensamiento probablemente debería haberle disgustado, en realidad no le importaba demasiado.
Dándose una leve palmada mental, centró nuevamente su atención en ella. Se acercó y contempló su relajado rostro, quería despertarla y aclarar la situación pero sabía que lo único que ganaría sería el contacto de sus impecables puños.
Siguiendo su plan original, decidió hacer un pequeño «room» a su alrededor y la escaneó para encontrar su marca. Una pequeña pizca de duda aún se enterraba en lo más profundo de su mente, pero tal como ella le había dicho, la encontró en su cintura del lado derecho. Aunque no sabía con exactitud si era su nombre o el de otra persona.
Su marca en su cadera comenzó a arder cálidamente, no entendía la razón pero internamente sabía que le estaba rogando en necesidad de ser reconocida por su contraparte.
Nami se movió entre las sábanas sacándolo por un momento de sus abrumados pensamientos. Observó como la mujer dormida se acomodaba y rozaba suavemente su cintura sobre la tela de su vestido con sus propias manos.
Ese simple acto borró instantáneamente todas sus inseguridades sobre ella y su marca.
«Está sintiendo lo mismo…» pensó Law mirándola esta vez con un nuevo extraño brillo anhelante en sus ojos.
Lentamente acercó una de sus manos para rozar su suave mejilla y de paso acomodar un mechón de su cabello que había en su rostro.
Cuando el contacto entre sus pieles se encontraron, le dió un cosquilleo burbujeante en todo su cuerpo. Era una sensación nueva, dulce y relajante, era completamente diferente a cuando se tomaron de las manos y sintió un calor efervescente brotar en su interior.
No podía negarlo, por primera vez en su vida después de haber rechazado a tantas mujerzuelas, quería acercarse a una mujer.
Quería más de ella, pasar las manos por la piel expuesta de su vestido, rozar su marca en su cintura mientras reclamaba sus regordetes labios con los de él. El impulso era tan fuerte que tuvo que juntar las manos y enterrarlas en los bolsillos.
—Lo siento señorita Nami —susurro avergonzado pero con anhelo de ser escuchado.
Bajo la luz de la luna que ingresaba por el portillo de la habitación, silenciosamente se prometió a sí mismo, buscar una solución para los dos, incluso si debía alejarse de ella para mantenerla a salvó de sus enemigos, él lo haría.
Faltando pocas horas para el amanecer, se acomodó su sombrero dándole así un último vistazo a la mujer dormida, luego realizó un «room» más grande y se transportó a su habitación en el submarino para intentar conciliar el sueño.
Hola! Tuve que dividir el capítulo otra vez en dos partes porque se estaba haciendo muy extenso jaja
Gracias por sus comentarios!! Estoy muy feliz de que realmente les guste esta historia, prometo actualizar pronto!!
Otra vez, disculpen si hay errores de ortografía, lo reviso muchas veces pero seguro hay uno que otro error que no ví jaja. Nos vemos pronto!!
