Disclaimer: Sthephenie Meyer is the owner of Twilight and its characters, and this wonderful story was written by the talented fanficsR4nerds. Thank you so much, Ariel, for allowing me to translate this story into Spanish XOXO!
Descargo de responsabilidad: Sthephenie Meyer es la dueña de Crepúsculo y sus personajes, y esta maravillosa historia fue escrita por la talentosa fanficsR4nerds. Muchas gracias, Ariel, por permitirme traducir al español esta historia XOXO!
Gracias a mi querida Larosadelasrosas por sacar tiempo de donde no tiene para ayudarme a que esta traducción sea coherente y a Sullyfunes01 por ser mi prelectora. Todos los errores son míos.
Capítulo 20: Edward
Miércoles, 31 de octubre
Malibú, California
12 semanas
Pasé los ojos por la misma línea tres veces antes de dejar el guion, gimiendo. Jane me había enviado cinco ofertas diferentes la semana pasada, después de que Bella y yo saliéramos del armario. Tres de los proyectos eran comedias románticas en las que, al parecer, yo tenía que hacer de chico malo; otro era un thriller psicológico que, para ser sincero, no tenía tan mala pinta, pero este último, carajo. Estaba a una escena de ser etiquetada como porno hetero.
¿En qué demonios estaba pensando Jane?
Miré el reloj, un poco nervioso. Bella había salido esta mañana a hacer unas diligencias y, aunque me habría encantado acompañarla, me quedé en casa, intentando darle espacio. No me lo había pedido expresamente, pero supuse que, si me hubiera querido a su lado, me lo habría pedido.
Volví a mirar los guiones. Le había dicho a Jane que por ahora me estaba tomando un descanso, pero ella siempre pensaba en uno o dos años en el futuro. Si tenía que hacer alguno de ellos, sería después de que Bella tuviera a nuestro bebé.
Se me aceleró el corazón al pensarlo. Nuestro bebé. Demonios. Estaba tan jodidamente emocionado por Pip. Todavía estaba aterrorizado, pero oír el latido de su corazón la semana pasada había acabado conmigo. Era un hombre cambiado, y no podía esperar a conocer a nuestro Pip.
Bella había ido a su noche de chicas el sábado, y a pesar de sus sugerencias, me había quedado solo en casa. Emmett seguía en Vancouver rodando, y yo no había tenido fuerzas para intentar forzar una amistad con Alec.
Había sido una noche jodidamente solitaria y, aunque echaba mucho de menos a Bella, saber que se lo estaba pasando bien con sus amigas era demasiado importante para mí. Había vuelto a casa el domingo, feliz, tonta y tranquila. Había sido muy revelador darme cuenta de lo que podía hacer en ella pasar tiempo con otras personas.
Me removí en el sofá, me senté y me froté la cara con las palmas de las manos. A pesar de lo bien que habían ido las cosas con Bella en los últimos días, no podía evitar sentir que estaba esperando a que cayera el otro zapato. La gente se había mostrado receptiva a nuestras fotos en las redes sociales, según Chelsea. Había recibido algunos mensajes de algunos amigos de Hollywood, felicitándome y deseándome suerte; sentimientos que, al parecer, habían reflejado en las redes sociales. Me había mantenido alejado de la lectura de los miles de comentarios que la gente había ido dejando sobre la foto. La otra noche había atrapado a Bella leyendo algunos de los comentarios en su teléfono y, para mi eterno alivio, le habían hecho más gracia que daño algunas de las cosas más desagradables que la gente había dicho.
Bella era mucho más fuerte de lo que yo creía.
Sabía que, en algún momento, algo que alguien dijera la afectaría, y temía que llegara ese día. Mi chica era fuerte, pero no era inmune a las palabras duras y a la crueldad. Odiaba que alguien que se hacía llamar fan mío pudiera odiarla, pero esa era la naturaleza de mi realidad. Algunos eran posesivos conmigo, algo sobre lo que yo no tenía ningún control.
Dos pequeñas manos se posaron en mis hombros, haciéndome dar un respingo. Miré a Bella mientras se inclinaba sobre el respaldo del sofá y sus manos se deslizaban por mi pecho, delineando mis músculos, mientras sonreía y me daba un beso. —Hola, guapo—, ronroneó. Sonreí, tratando de alejar mis oscuros pensamientos.
—Hola, cariño, ¿hace cuánto regresaste?
Se inclinó hacia mí y me besó con más fuerza, aunque estaba boca abajo. Sonrió y me dio un ligero beso en la nariz.
—Ahora mismo—. Me soltó y me volví para verla caminar alrededor del sofá. Vino y se sentó a mi lado, moviendo el guion que había estado leyendo. —¿Qué es esto?—, preguntó, mirándolo. Gemí.
—Un guion que envió Jane. Es un papel asegurado.
Los ojos de Bella se deslizaron sobre la página, leyendo la escena que yo acababa de leer con dificultad. La observé con ansiedad. Ver una escena de amor en un guion era un duro recordatorio de algunos de los aspectos más íntimos de mi trabajo.
Para mi sorpresa, los ojos de Bella se oscurecieron y se pasó la lengua rápidamente por el labio inferior. Parpadeé sorprendido. —¿Qué clase de película es?—, preguntó cuando sus ojos se posaron en la parte inferior de la página. Me encogí de hombros. Bella pasó la página y sus ojos se agrandaron.
—No importa, la voy a rechazar.
Bella me miró por encima del guion. —¿Estás seguro porque...?—, hizo una pausa y sus ojos volvieron a la página. —Carajo, parte de esto es muy caliente.
La miré con incredulidad.
—No voy a firmar para una película en la que voy a pasar la mayor parte del tiempo desnudo.
Me lanzó una mirada que no supe qué demonios quería decir. —No te detengas por mí—, dijo sacudiendo la cabeza.
La miré fijamente. —¿De verdad te parecería bien verme con otra mujer?—, le pregunté. Bella gruñó.
—Bueno, no, pero sé que no es real, y seamos sinceros, cariño, verte desnudo y sexy delante de una cámara sería excitante—. Me quedé boquiabierto y ella soltó una risita, tirando el guion al suelo. —Tal vez—, ronroneó, arrastrándose hacia mí. —Podemos hacer nuestra propia película privada.
Tragué saliva, sintiendo un nudo en la garganta. —Eh, sí...—, dije incoherente, y Bella soltó una risita, se sentó a horcajadas sobre mi cintura y me besó profundamente. Demonios, era tan increíble. Me encantaba que nunca supiera cómo iba a responder a la mierda. Me incliné hacia ella, queriendo perderme en su interior, pero se apartó, haciéndome hacer una mueca. Soltó una risita, inclinándose hacia delante para besarme la nariz de nuevo.
—Quiero enseñarte lo que tengo esta mañana—, dijo, bajándose de mi regazo. Casi gemí cuando se apartó de mí. Mierda, estaba muy dominado por ella.
Se arrastró por el sofá, agachándose para recoger sus bolsas. Gemí mirándole el culo. Ella se rio, moviendo el culo, sabiendo exactamente dónde estaba mi mente.
—Sé que dijiste que no estabas seguro de querer salir esta noche—, dijo levantando la bolsa y acercándosela al pecho. La miré con recelo. Era Halloween y nos habían invitado a un montón de fiestas, pero yo sólo quería pasar la noche con ella. —Pero Alice me aseguró que la fiesta a la que nos invitó es de lejos la mejor opción porque es un baile de máscaras—, metió la mano en la bolsa y sacó una masa peluda. —Toma, mira lo que encontré para ti.
Cogí el objeto sosteniéndolo en alto. Me reí, mirando el largo pelaje de la máscara de león. Me cubriría prácticamente la mitad superior de la cabeza, y parecía que el pelaje se mezclaría con mi pelo. Miré a Bella, que me sonreía. —¿Qué te parece? Básicamente, podrías salirte con la tuya llevando eso y todo de negro. Es un disfraz de mínimo esfuerzo—. Parecía tan orgullosa de sí misma. La miré.
—¿Y tú qué te pondrías?—, pregunté inclinándome hacia la bolsa. Bella sonrió y la apartó de mi vista.
—Eso lo sabré yo y lo averiguarás tú, si, por supuesto, quieres ir esta noche.
Bella y yo no habíamos salido, en realidad, desde aquella noche en que nos conocimos y, sinceramente, una fiesta de máscaras era el lugar perfecto para aventurarnos. La gente no podría reconocerme inmediatamente, y tal vez nos dejarían a Bella y a mí prácticamente solos.
—De acuerdo—, concedí. A Bella se le iluminaron los ojos.
—¿Sí?
Me reí. —Sí, salgamos—. El año que viene por estas fechas tendríamos a nuestro Pip, y no sabía qué tipo de vida de fiesta llevaríamos, si es que llevaríamos alguna. Era el momento de aprovechar nuestras noches libres mientras pudiéramos.
Bella se inclinó hacia mí y me dio un beso cariñoso. —Estoy impaciente. Esta noche te voy a deslumbrar, cariño.
~Home~
—¿Puedo verte ya?
Había estado fuera todo el puto día. Habíamos salido y comido juntos después de que volviera de comprar, pero después de comer, desapareció, bajó las escaleras y se encerró en el baño. Cada vez que intentaba bajar para verla, me daba la vuelta.
Me duché en un cuarto de baño libre antes de vestirme de negro, por recomendación de Bella. Me puse unos vaqueros negros y una camiseta negra. Tenía una chaqueta de cuero que apenas usaba y que me pondría para abrigarme.
Bella había abierto la puerta lo suficiente como para decirme que saliera de la habitación para prepararse. Tuve la tentación de quedarme, pero al final me fui y subí las escaleras, colocándome en el sofá para que mis ojos se centraran en el rellano. La llamé impaciente, pero no me hizo ni caso.
Mi teléfono zumbó en mi bolsillo y me moví para sacarlo. Sonreí al ver que el mensaje era de Rose. Después de nuestra charla de la semana pasada, me había sentido mucho mejor sobre lo que había pasado entre ella y Bella. La propia Bella había vuelto a casa de su noche de chicas diciéndome que Rose y ella habían hablado. No le pedí detalles, aunque me moría de ganas, y Bella no me los dio. Lo único que sabía era que ahora intentaban llevarse bien.
Mi mánager se puso como loco cuando le dije que estabas dispuesto a trabajar conmigo en uno o dos temas.
Sonreí, respondiendo de inmediato.
Es fantástico. Espero no ser una vergüenza para tu música.
Rose respondió casi al instante.
Pfff. Difícilmente, Ed.
Sonreí.
Bella y yo hemos quedado con Alice y Jasper para ir juntos a una fiesta de Halloween. Sé que Em sigue en Vancouver, pero ¿te apetece acompañarnos?
En respuesta a mi mensaje, Rose me envió un GIF de un niño pequeño riéndose tanto que se estaba cayendo.
¿Vas a una fiesta de Halloween?
Mierda, Bella es mejor de lo que pensaba.
Me reí y negué con la cabeza. Ya lo creo que sí.
Gracias por la invitación, pero en realidad estoy en el estudio esta noche. Seguramente llegaré tarde, así que pásenlo bien y yo iré a la próxima fiesta.
Sonreí.
De acuerdo. Mándame un mensaje si cambias de opinión.
Que te diviertas.
Oí un ruido y levanté la vista del teléfono, casi tragándome la lengua. Santa Madre mía.
Bella estaba de pie en lo alto de las escaleras, con un aspecto, bueno, carajo, tenía un aspecto increíble. Estaba vestida como una domadora de leones y llevaba un corsé negro de una pieza que hacía las cosas más fenomenales a sus tetas. Llevaba un largo abrigo rojo con charreteras con flecos en los hombros. No llevaba pantalones cortos ni nada, y el corsé le quedaba jodidamente bien. Sus largas piernas estaban enfundadas en medias de red terminaban en unas botas de cuero negro de aspecto letal. En la cabeza llevaba un sombrero de copa negro. Llevaba el pelo perfectamente peinado alrededor de este y, tras la máscara de oro brillante, tenía los ojos delineados en negro oscuro.
—¿Qué opinas?—, preguntó, contoneándose hacia mí. ¿Qué coños opinaba? No podía pensar. Alargué la mano hacia ella, deseando tocarla. Ella soltó una risita y se apartó de mí. —Oh, no. He tardado una eternidad en prepararme y esa mirada que tienes significa que tardaremos días en irnos—, gimió. Le sonreí con satisfacción.
—Cariño, mírate—, negué con la cabeza, demasiado aturdido para pronunciar más palabras. Sus manos en las caderas se movieron y mis ojos se centraron en su mano derecha. —¿Eso es un látigo?— Mi voz era una octava más alta de lo normal y Bella soltó una risita.
—Puedes apostar tu dulce culo a que sí—. Cogió el látigo con las dos manos y las deslizó sobre el largo cordón de cuero. Era un látigo de verdad y no podía ni imaginarme dónde demonios había encontrado algo así. —¿Estás listo?
La miré mudamente. —¿Eh?
Soltó una risita, enrolló el látigo y lo deslizó en su bota alta. Lo aseguró allí como si lo hubiera estado haciendo toda su vida. Me cogió de las manos y me hizo levantar. —Vamos, Hollywood, es hora de hacerme pasar un buen rato.
~Home~
La fiesta a la que Alice nos había invitado era en Hollywood, un lugar en el que no he pasado mucho tiempo. Era jodidamente exclusivo, pero un rápido vistazo a mi cara bajo la máscara y la cuerda se apartó para dejarnos entrar. Todos los cabrones de los alrededores miraban a Bella, y tuve que contenerme para no agarrarla posesivamente. Ella, por su parte, ignoró a todos los que la rodeaban, contoneándose con la cabeza bien alta, rebosante de confianza.
Maldición, era increíble.
El interior del edificio estaba decorado a la perfección, pero mis ojos apenas podían abarcarlo. Volvían a posarse en Bella. Me devolvió la mirada, con sus ojos pícaros brillando tras la máscara. Me cogió de la mano y me arrastró entre la multitud. Su disfraz llamaba tanto la atención que la gente se separaba para vernos.
Bella nos adentró en la multitud y me pregunté adónde iríamos. Con suerte a algún rincón oscuro.
—¡Bella!— Un pequeño cuerpo a rayas blancas y negras se abalanzó sobre Bella, y me acerqué a ella para protegerla. —¡Lo lograste! Mírate, ¡estás increíble!
Me relajé cuando me di cuenta de que era Alice. Iba vestida con un diminuto vestido a rayas blancas y negras, con un sombrero y una máscara a juego.
Bella se rio, mirándola. —¡Tú también! ¿Dónde está Jasper?
Alice soltó una risita, señalando con su cabeza por encima del hombro. No lo habría reconocido si ella no lo hubiera señalado. Iba vestido como un policía, con gafas que le servían de máscara. Le sonreí y él asintió en mi dirección, parecía un poco nervioso todavía.
—¡Están geniales!— gritó Bella por encima del volumen de la música. Alice le sonrió.
—¡Tú también! ¿Quieren tomar algo? Íbamos a eso.
Negué con la cabeza, mirando a Bella, que se volvió hacia mí. —Creo que vamos a bailar—, dijo volviéndose hacia Alice. Alice sonrió.
—¡Nos pondremos al día más tarde!
Bella se volvió hacia mí, deslizándose más cerca de mí con una sonrisa pícara en la cara. —¿Bailas conmigo? — Solté un suspiro.
—Por supuesto.
Aceptaría cualquier excusa para acercar el cuerpo de Bella al mío. Me llevó a la pista de baile y me rodeó el cuello con sus brazos. La atraje hacia mí y empezamos a balancearnos al ritmo de la música. —Me estás volviendo loco—, le dije mirándola. El dorado de su máscara resaltaba los tonos dorados de sus ojos, y la sonrisa traviesa de su cara me estaba matando. Bella se acercó más a mí y gemí al sentir su cuerpo perfectamente apretado contra el mío. Llevábamos aquí menos de cinco minutos y ya quería dar media vuelta y llevármela a casa, ahora mismo.
Bella se inclinó y sus labios rojos y brillantes se posaron sobre mi oreja. —Sé que crees que estás excitado—, susurró, —pero espera, cariño. Ni siquiera llegaremos a casa antes de que uno de los dos estalle—. Su aliento era caliente y sus palabras más calientes aún. Sentí que un escalofrío me recorría el cuerpo y la polla se me puso de acero. Bella soltó una risita y me dio un beso en la garganta mientras yo luchaba por respirar, por no hablar de responder.
Bella y yo bailamos juntos, completamente perdidos el uno en el otro. La máscara que llevaba me sofocaba, pero evitaba que la gente se quedara embobada mirándonos; al menos, no se quedaban embobados porque yo fuera una celebridad. Todos los ojos estaban puestos en nosotros por una puta razón: Bella.
Era jodidamente magnífica cuando bailaba. Bella siempre fue un poco salvaje e increíblemente sexy, pero bailando, simplemente se desataba.
Después de varias canciones, me dolía de verdad porque estaba muy excitado por ella.
—Necesito agua—, me gritó Bella al oído, justo cuando estaba a punto de decirle que necesitaba un descanso del baile. Quería bailar con ella toda la noche, pero mi polla palpitaba y necesitaba tomarme un momento para recuperar el aliento. La saludé con la cabeza y me cogió de la mano, tirando de mí entre la multitud. Unas cuantas personas la detuvieron, elogiando su disfraz. No reconocí a ninguno más allá de sus máscaras, pero no pude evitar agarrarla posesivamente cada vez que la miraban. Cuando llegamos al bar, mi posesividad y mis celos eran abrumadores. Me agarré a Bella, literalmente incapaz de detenerme de enrollar mis brazos a su alrededor, simplemente abrazándola. Su culo me rozaba y yo gemía, jadeando contra su hombro.
Oí a Bella pedir bebidas y prácticamente gruñí cuando se soltó de mis brazos para inclinarse sobre la barra y cogerlas. Se volvió hacia mí y me tendió una botella de agua. —Bebe—, me ordenó. De mala gana, la solté para coger el agua. Estaba fría y me despejó la cabeza considerablemente. Mierda, estaba sediento.
Bella se bebió su propia botella de agua sin dejar de mirarme. —Quiero que nos hagamos una foto—, dijo tapando la botella. Apuré las últimas gotas de agua y asentí insensiblemente. Me sudaba la cara bajo la máscara, pero no me atrevía a quitármela. Estábamos llamando mucho la atención y lo último que quería era que la gente pudiera identificarnos.
Bella me cogió la mano y se inclinó para besarme rápidamente. Estaba completamente borracho de ella y ella lo sabía. Se separó de mí y soltó una risita antes de tirar de mi mano y guiarme por el local. No sabía adónde íbamos, pero demonios, la seguiría a cualquier parte.
Dejamos atrás la pista de baile principal y, para mi sorpresa, nos dirigíamos a una zona lounge (1). Literalmente, no había podido apartar los ojos de Bella el tiempo suficiente para saber siquiera cómo era el edificio.
Se oyó un flash al otro lado de la sala y levanté la vista, sorprendido al ver que había una gran cabina para fotografía instalada. La prensa no estaba autorizada a entrar en la fiesta, pero había una gran multitud de ellos fuera, tratando de capturar imágenes de los disfraces a medida que entrábamos. Bella me miró. —¿Te apuntas?—, preguntó, señalando con la cabeza. La miré fijamente.
—¿Te apuntas? — pregunté, sorprendido. Se encogió de hombros y me acercó. En realidad no era una cabina, sino una enorme tela desplegable con un cámara profesional y una enorme mesa. —Van a publicar las fotos—, le dije a Bella mientras nos acercábamos. Ella asintió.
—Lo sé, pero nosotros también tendremos copias—, dijo devolviéndome la mirada. —Y sinceramente, si salen fotos nuestras así, quiero que sean fotos que yo elija—, dijo con firmeza. Me encogí de hombros y volví a ajustarme la erección.
—Nena, no estoy seguro de estar en condiciones de ser fotografiado en este momento—, dije gruñendo. Bella dejó de caminar y me miró. Sus ojos ardientes bajaron hasta mi polla antes de volver a subir hasta mis ojos. Sonrió.
—Yo me encargo.
Bueno, eso sonaba jodidamente prometedor. Me quedé mirándola, inseguro de cómo responder exactamente, cuando ella sonrió y me acercó al fotógrafo. Bella me colocó contra el telón de fondo mientras se dirigía al fotógrafo. Me quedé allí de pie, intentando que no se notara lo empalmado que estaba, pero no podía hacer mucho para ocultarlo. Bella volvió hacia mí, sonriendo.
—Muy bien, ponte así y yo me pondré delante de ti—, me dijo. Me quedé quieto mientras Bella se me acercaba. Sacó el látigo de su bota y gemí. Nunca me habían gustado los látigos y las cadenas, pero joder, no los rechazaría, no si Bella iba vestida así. Me sonrió con satisfacción y extendió la mano derecha para llevar mi mano a su cintura. La posó en su cadera, y no pude evitar apretarla. Sonrió, sujetando su látigo con la mano izquierda y girando ligeramente la cabeza. La cámara pudo ver su perfil y bajé la cabeza para estar más cerca de ella. El flash de la cámara me indicó que se habían hecho unas cuantas fotos, pero ni siquiera pude enfocarlas. Bella se dio la vuelta, de cara a la cámara, pero de pie frente a mí. Llevé mis manos a sus caderas y la acerqué a mí mientras la cámara volvía a parpadear. No tenía ni idea de cómo iban a salir las fotos y, sinceramente, me daba igual. Estaba completamente consumido por ella.
Bella se apartó de mí, yendo a mirar las fotos, y yo me moví de nuevo. Si no salíamos de aquí pronto, me iba a desmayar. Nunca había estado tan excitado en mi vida.
Bella asintió al fotógrafo, sacando su teléfono de Dios sabe dónde. Era imposible que el diminuto traje que apenas llevaba tuviera bolsillos. Tocó algunas cosas en la pantalla antes de asentir y volver hacia mí.
Me miró a la cara y sonrió. —Ven, ¿te apetece bailar un poco más?
Solté un gruñido. —Nena, estoy a punto de arrancarte esa ropa y tenerte aquí mismo, en medio de la puta habitación.
Parpadeó sorprendida, antes de que una sonrisa se dibujara en su cara. —Ojalá lo hicieras—, dijo, acercándose a mí, con sus manos serpenteando por mi pecho. Gemí.
—Bella—, gruñí. Me sonrió, esa maldita descarada. Se inclinó hacia mí y me dio un beso ardiente en la boca. Gemí y la atraje hacia mí todo lo que pude. Me mordió el labio inferior y me volví loco. La necesitaba, y me daba igual dónde estuviéramos.
Bella se separó de mí, jadeando. Tenía los ojos desorbitados y me alivió ver que estaban tan desesperados como los míos. —Al baño, ahora—, siseó.
Levanté la vista y vi que los baños no estaban lejos de nosotros. Tiré de su mano y ella soltó una risita mientras yo prácticamente corría hacia los baños.
Había baños grandes, pero estaban demasiado llenos. Localicé un baño para minusválidos y abrí la puerta de un tirón, aliviado cuando vi que estaba vacío. Arrastré a Bella al interior y ella soltó una risita. En cuanto cerré la puerta, la aprisioné contra ella. Bella abrió las piernas y la levanté para que me rodeara la cintura con ellas.
—Carajo, Bella—, gemí contra su boca mientras su cuerpo se retorcía en olas perfectas contra mí. —No puedo, mierda, te necesito ahora mismo.
La cabeza de Bella se golpeó contra la puerta, su pecho se agitó tan fuerte que pensé que sus pechos saldrían volando del corsé que llevaba puesto.
—Tienes que bajarme—, gimió. Gruñí y ella negó con la cabeza. —Tengo que desabrocharme este conjunto—, gimió mientras yo me clavaba en la cuna de sus muslos. Le temblaban las piernas mientras sus dedos se enredaban en mi pelo. —Oh, Dios, hazlo otra vez—, gimió. Volví a penetrarla, con la cremallera y la polla alineadas con ella. Ella gritó, sus ojos se cerraron. —Mierda, cariño, yo—, sacudió la cabeza, incoherente.
—¿Cómo te saco de esta cosa?—, gruñí. Los ojos de Bella se abrieron lo suficiente como para mirarme.
—¿Eh?
Busqué en su ropa, tratando de averiguar cómo quitársela sin desnudarla por completo. Bella levantó la mano, sus dedos se deslizaron por su estómago mientras se deslizaba por debajo de una capa del corsé y desabrochaba el pantalón.
—Alice pensó que necesitaría un acceso fácil—, gimió, apartando el panel de su torso. Me aparté de ella lo suficiente para apartarlo y gemí al ver que, bajo las mallas, no había nada más que una Bella hermosa y gloriosamente desnuda. No llevaba nada más y, de haberlo sabido, probablemente no habría salido de casa. Me tomé un minuto para admirarla, pero Bella gruñó.
—No te detengas, demonios—, gruñó, agachándose y desabrochándome los vaqueros. Mi polla salió en segundos y ella levantó la mano para bajarse las medias. Quería arrancárselas, pero su traje era tan diminuto que un agujero sería obvio cuando saliéramos de aquí. La ayudé a bajarse las mallas y me abalancé sobre ella. Bella gritó, su espalda voló contra la puerta mientras sus piernas me apretaban más fuerte. —Mierda, ahora—, gritó, apretándome con todo su cuerpo. Salí de ella antes de volver a entrar de golpe.
Puse un ritmo agresivo y Bella me correspondió, empujón tras empujón, con su cuerpo rodando y retorciéndose contra la puerta. Moví las caderas y Bella soltó un grito. —¡Otra vez, cariño, así!—. Volví a hacerlo, golpeándola en el punto exacto que la hizo estremecerse en mis brazos. Ella se apretó tanto a mi alrededor que yo mismo me liberé, y gruñí, enterrándome en ella mientras me corría.
Nos quedamos contra la puerta un minuto, los dos intentando recuperar el aliento. Me había corrido tan fuerte que pensé que me iba a quedar ciego, y parpadeé varias veces, con la cabeza temblando mientras intentaba aclarar mi visión.
Finalmente, me separé de Bella, salí de ella y la ayudé a pararse sobre sus propias piernas. Se tambaleaba y estiré la mano para ayudarla. —¿Estás bien?
Asintió con la cabeza. —Sólo intento volver a mi cuerpo—, dijo riendo entre dientes. Me reí y le cogí una toalla. Nos limpiamos y nos arreglamos la ropa.
—Eres increíble—, le dije. Ella me sonrió.
—Mi objetivo esta noche era volverte loco—, bromeó. Solté una carcajada.
—Pues lo lograste, mierda—, acepté. Bella se rio.
—Sí, no me digas. Si no hubiera estado embarazada antes, probablemente me habrías preñado.
Solté una carcajada y Bella sonrió con satisfacción, negando con la cabeza. No hablaba mucho de su embarazo y siempre me sorprendía cuando lo hacía. Le tendí la mano.
—No te he hecho daño, ¿verdad? —pregunté, dándome cuenta de que había estado tan ansioso que ni siquiera podía concentrarme en su estado. Puso los ojos en blanco.
—En absoluto, cariño—. Asentí, aliviado. Me miró. —¿Quieres bailar otra vez?
Me reí. —No estoy seguro de cuánto duraré, pero sí, vamos a bailar.
Bella me miró y me rodeó la cintura con los brazos. —Gracias por salir conmigo esta noche. Te has portado muy bien.
Negué con la cabeza, rodeándola con mis brazos. —Tenías razón, es bueno que salgamos y disfrutemos de la vida. Gracias por animarme.
Sonrió y me besó dulcemente. —Vamos, cariño. Vamos a ver cuánto aguantamos antes de la segunda ronda.
Me reí y la seguí mientras salía del baño. No iba a durar mucho.
~Home~
Viernes, 2 de noviembre
Malibú, California
12 semanas
—Tanya dice que nuestra foto rompió internet.
Miré a Bella, frunciendo el ceño. —¿Qué?
Me miró desde el otro lado del sofá. Habíamos pasado todo el día de ayer recuperándonos de la fiesta de Halloween. Anoche, Bella había publicado una foto nuestra de la fiesta. Había sido una de las profesionales, y aunque no me había interesado demasiado la foto en ese momento, me alegré en retrospectiva de que la hubiera conseguido. Había colgado dos fotos, la primera de espaldas a la cámara. Sus piernas estaban abiertas, sus botas asesinas hacían que sus piernas parecieran kilométricas. No se veía lo poco que llevaba puesto porque la chaqueta le cubría el culo, pero las piernas cubiertas con medias de malla y el látigo en la mano mientras la cámara captaba una media sonrisa habían sido jodidamente sexys. En cuanto a mí, había estado completamente consumido por ella en la foto, y se notaba. La segunda foto que había publicado era de frente. Estaba de pie con las piernas abiertas, pero esta vez, se podía ver ese traje encorsetado que apenas llevaba puesto, y estaba mirando fijamente a la cámara, la sonrisa en su cara y en sus ojos era jodidamente mortal. Había publicado las fotos juntas y el único pie de foto que había incluido era un puto emoji de látigo.
—Tanya dijo que la gente está volcándose en ellas—, miró a su teléfono y sonrió. —Al parecer, ahora somos jodidamente legendarios.
Me reí, sacudiendo la cabeza. —Lo que sea que eso signifique—, dije sonriendo satisfecho. Bella asintió.
—¿Tanya dijo que Buzzfeed nos nombró el mejor disfraz de este año o algo así? No sé qué es Buzzfeed, pero desde luego estaban contentos con nosotros.
Levanté la vista del portátil y me encogí de hombros. He estado en bastantes listas de Buzzfeed todo el tiempo, pero nunca les he prestado mucha atención. Por lo general, me incomodaba porque las listas solían delirar sobre mi aspecto o alguna mierda por el estilo.
—¿Chelsea dijo algo?—, le pregunté. Chelsea había estado enviando mensajes de texto directamente a Bella, ayudándola a empezar a tener más presencia en las redes sociales. Bella lo intentaba, aunque la mayor parte del tiempo le irritaba pasar tanto tiempo en su teléfono.
—Le encantó—, dijo riendo. —Dijo que era jodidamente caliente.
Me reí. —Bueno, viniendo de Chelsea, probablemente se refería a ti.
Bella me miró, ligeramente sorprendida. —¿En serio?
Me encogí de hombros. —No lo sé, es una corazonada—, dije encogiéndome de hombros nuevamente.
Bella tarareó, volviendo a mirar su teléfono. —Me pareció captar algo de química—, murmuró. Parpadeé.
—¿Entre ustedes dos?— pregunté. No sabía cómo sentirme al respecto. Bella volvió a mirarme y se rio.
—Te ves tan excitado, celoso y confundido en este momento—, se rio. Resoplé y ella siguió riendo. —No, no entre nosotras. Entre ella y Tanya.
Parpadeé sorprendida. —¿Tanya?
Bella se encogió de hombros. —A Tanya le gusta la gente hermosa; no importa su sexo.
Asentí. Nunca le había preguntado a Bella por su sexualidad. En parte porque no me importaba. No me importaba si se sentía atraída por todo el mundo, mientras siguiera viniendo a mí.
Supongo que me quedé callado más del tiempo conveniente porque Bella volvió a mirarme. —¿Qué?
Negué con la cabeza. —¿Y tú?
Bella parpadeó, antes de que una de sus cejas se arqueara. —¿Me estás preguntando si he estado con una mujer?—. Me removí en el sofá al pensarlo y los ojos de Bella se volvieron pícaros. —Estás excitado, ¿verdad?—, se rio. Resoplé, pero no le contesté. Bella suspiró. —He estado con un par de mujeres. Nada a largo plazo, y no las busqué. Eran personas interesantes y fue divertido. Aunque normalmente prefiero a los hombres, que conste— dijo mirándome. ¿Había estado con mujeres? No me jodas.
Bella se rio de mi culo cachondo. —Antes de que se te pase por la cabeza, no me interesa estar con nadie más que contigo—, dijo sacudiendo la cabeza. —Así que cualquier idea pervertida que tengas sobre algún trío puede quedarse en tu imaginación.
Sí, definitivamente estaría ahí. Me reí, negando con la cabeza. —Lo siento, no, sólo estoy tratando de procesar. Quiero decir, sí, el pensamiento cruzó mi mente, soy un chico. Pero no quiero compartirte con nadie, ni siquiera con una mujer.
Bella me lanzó una sonrisa burlona, mirándome pacientemente. —¿Y bien?—, dijo al cabo de un minuto. Fruncí el ceño.
—¿Yo?—, pregunté. Asintió. —Sólo me atrae un género—, dije sacudiendo la cabeza. —Supongo que estoy chapado a la antigua—, bromeé. Puso los ojos en blanco. —En serio, gracias por contármelo—, dije en voz baja. Bella frunció el ceño. —Es que agradezco cualquier cosa que me cuentes sobre ti.
Bella asintió, sonriendo suavemente. Volvió a su teléfono y yo la miré por encima del portátil. —¿Tú y Tanya?—, un cojín voló hacia mi cara antes de que pudiera terminar la frase. Bella se estaba riendo de mi culo.
—Pervertido—, resopló. Yo solté una risita.
—Lo siento, nena, no volveré a preguntar.
Bella puso los ojos en blanco y se recostó en el sofá. Resoplé, sacudí la cabeza mientras le sonreía.
Al cabo de unos minutos, volví a centrarme en mi portátil. En realidad, estaba intentando hacer algo importante.
Volví al trabajo, concentrándome en rellenar nuestra información. Intentaba ultimar nuestros vuelos a Australia de la semana que viene. Desde que habíamos decidido ir, habíamos estado intentando planificar y coordinar los horarios. Por fin habíamos acordado un itinerario aproximado.
—De acuerdo—, dije levantando la vista del portátil. —Ya tenemos reservas.
Bella me miró con una amplia sonrisa.
—Estoy deseando llevarte a Australia. Lo vamos a pasar muy bien, ya lo verás. Y Jess te va a encantar—, hizo una pausa y soltó una risita. —Ella definitivamente te amará. Aunque está loca, te encantará—, me aseguró. Le sonreí por encima del portátil, preguntándome brevemente si Jess era una de las chicas con las que había estado.
—¿Y ese tipo con el que se va a casar?—, pregunté cerrando el portátil e intentando apartar ese pensamiento. Aún quedaban cosas por reservar y planificar, pero sabía que Bella quería hacer la mayor parte, así que se lo confiaba a ella. Sin embargo, yo había insistido en comprar los vuelos. Quería que Bella disfrutara de una experiencia en primera clase.
—¿Tyler? También es amigo mío—, dijo asintiendo. Hizo una pausa e hizo una mueca. —Bueno, digo amigo, pero más o menos pasamos un fin de semana juntos. Pero es genial, te gustará.
Intenté no hacer una mueca de dolor. Le había dicho a Bella que me parecía bien oír hablar de su pasado, y en gran parte así era, pero seguía sin poder evitar la fisura de celos que me invadía al pensar en alguien que no fuera yo con ella. Incluso la idea de que estuviera con Jess me ponía celoso, aunque también me excitaba. Estaba hecho un puto lío.
Bella se quedó mirando el móvil mientras cogía el bol de almendras que tenía en el regazo. Se metió una en la boca y suspiré. Por nuestro bien, trabajaría mis celos en privado y me guardaría esa mierda para mí.
—¿Qué te parece si vamos a Tasmania mientras estamos en Melbourne?—, preguntó mirándome. Fruncí el ceño.
—¿Tendremos tiempo?
Bella y yo lo habíamos hablado y decidimos que queríamos hacer un viaje. Yo sólo había estado en Australia por trabajo, y Bella se moría de ganas de llevarme allí para divertirnos. Íbamos a ir tres semanas y, en general, dejé que Bella coordinara el viaje.
—Podríamos tener tiempo—, dijo asintiendo. Sonreí con satisfacción.
—Bueno, confío en ti.
Bella me miró entonces, sus ojos marrones se abrieron de par en par mientras me miraba fijamente. Una suavidad se apoderó de sus facciones y se levantó, arrastrándose por el sofá para sentarse en mi regazo. La acepté con los brazos abiertos y ella se inclinó, rodeándome con los suyos.
—No sabes lo mucho que significa para mí—, susurró con la cara hundida en mi cuello. Subí una mano para acariciarle la espalda.
—Lo sé, nena.
Olfateó y sospeché que estaba llorando un poco. Me dio un beso en la garganta y se movió para besarme los labios. —Gracias—, susurró, y sus manos se acercaron a mi cara. Le sonreí.
—Te amo, Bella.
Se inclinó y apoyó la frente en la mía, cerrando los ojos. Respiró hondo mientras mis manos le frotaban suavemente la espalda.
Finalmente, cambió de peso y se apartó de mí. Tenía los ojos llenos de lágrimas sin derramar.
Abrió la boca para decir algo cuando sonó su teléfono en el sofá. Suspiró y lo miró. Se levantó de mi regazo, aceptó la llamada y se llevó el celular a la oreja. —Hola, papá.
La miré con curiosidad. Bella me había contado algunas cosas sobre su padre, pero yo nunca había hablado con él. Me ponía un poco nervioso pensar en conocerlo algún día. No porque pensara que no le caería bien, pero su opinión significaba mucho para Bella y, si yo no cumplía sus expectativas, me preocupaba que Bella se diera cuenta. Bella se rio y negó con la cabeza. —No, todo ha estado bien. Pasamos la mayor parte del tiempo en casa, así que... —hizo una pausa, y un pequeño rubor rozó sus mejillas-. —¿Ah, sí? ¿Sue te las enseñó?—, me miró, un poco nerviosa, pero sonrió cuando fruncí el ceño. —Sí, se nos ocurrió aprovechar una fiesta en la que podíamos ir enmascarados—, volvió a hacer una pausa y se le frunció un poco la cara. —Sí, papá, fue divertido—. Pude oír a Charlie murmurar algo y ella puso los ojos en blanco. —Ahí no se nota, pero sí, tengo un bulto. Edward dice que aún no es grande, pero bueno, se equivoca—. Puse los ojos en blanco. Su barriguita no era grande, y había sido expertamente escondida en su traje. Bella se rio. —No, en realidad nos vamos a Australia—. Hizo una pausa; sus ojos brillaban mientras lo escuchaba. Era evidente que Bella adoraba a su padre. Se echó a reír. —No, lo siento. Quizá el año que viene te envenene con pavo—. Se oyó una carcajada y ella sonrió. —Sí, Jess—, hizo una pausa, sonriendo. —Hablaré con Edward sobre eso—. Bella se detuvo y resopló. —Sí, claro. Tu mundo nunca volvería a asentarse—, soltó una risita. —Hablaré con él y ya te contaré—. Se quedó callada un momento. —Papá, eso suena increíble. Sí, claro que te ayudaré. ¿Quién iba a decir que podías ser tan romántico?— Se oyó un gruñido en la línea y Bella soltó una risita. —De acuerdo, papá. Me parece bien. Hablaré con él y te avisaré—. Sonrió. —Yo también te amo.
Ella colgó, una sonrisa a través de su cara.
—¿Todo bien?—, le pregunté.
Bella me miró. —Sí, papá quería saber qué planes teníamos para Acción de Gracias. Le dije que estaríamos en Australia, pero que tal vez podrían venir para Navidad.
La miré. Parecía un poco nerviosa. —Me encantaría conocerlos.
—Papá le va a pedir matrimonio a Sue mañana por la noche—, dijo sonriendo. —Quiere intentar sorprenderla con una boda en Navidad. Tal vez en algún lugar de aquí. Le dije que le ayudaría a planear algo pequeño.
Le sonreí. —Eso suena increíble—, dije con sinceridad. Bella suspiró feliz.
—Me alegro mucho de que tenga a Sue. Me preocupaba dejarlo solo. Quiero decir, es un hombre adulto, pero es mi padre y yo sólo, me preocupo.
La miré y aunque su mirada estaba más allá de la ventana, una de sus manos estaba en su estómago. Sonreí y volví a poner el portátil sobre mis rodillas. A pesar de las preocupaciones de Bella, sabía que tenía una enorme capacidad para el amor y la compasión.
—Avísame cuándo. Me encantaría traerlos en avión—, dije abriendo el portátil. Ella frunció el ceño, mirándome.
—Edward, son tres, posiblemente siete personas si Leah viene con ellos, aunque probablemente no lo haga. Me odia—. Bella puso los ojos en blanco. Negué con la cabeza.
—Por favor, me encantaría poder ayudar en ese sentido. Nunca han estado aquí y se merecen pasarlo bien.
Bella se mordió el labio y volvió a subirse al sofá, estirándose en mi regazo.
—Eres muy generoso. Gracias—, dijo en voz baja. Le sonreí.
—Es lo menos que puedo hacer—, le dije con sinceridad. Ella tarareó y me frotó el brazo. —Mira, voy a buscar los vuelos ahora, los miraré y hablaremos con tu padre. Avísame cuando estés lista para reservar.
Bella se inclinó y me besó el interior del brazo mientras se apoyaba en mi pecho. —Eres increíble—, suspiró. Me incliné para besarle la coronilla. Ella era realmente la increíble.
—¿Por qué no me enseñas qué tienes pensado para nuestro viaje?—, le pedí. Bella asintió, Tomó su portátil y lo puso frente a nosotros. Abrió varias páginas web. Una, me sorprendió, parecía un blog. —¿Tienes un blog?—, le pregunté. Bella me miró.
—Sí, lo tengo desde hace años. ¿No te lo había contado?
Negué con la cabeza, mientras recorría la página con la mirada. Había leído algunos de sus artículos, y todos habían sido increíbles. Tenía curiosidad por leer más de su obra, pero no quería entrometerme. —Me encantaría leer más de lo que escribes—. dije en voz baja.
Bella me miró. —¿Sí?
Asentí. —Sí. Me encantaron las cosas que escribiste para esa revista—. Cuando Bella alzó las cejas, sonreí. —A mi madre le encanta lo que escribes. Tiene todas las revistas para las que has escrito.
Bella sonrió suavemente, volviendo a mirar al portátil. —Yo también leí algunos de sus artículos—, dijo en voz baja. Parpadeé, sorprendido. Ni siquiera yo los he leído.
—¿Los leíste?—, pregunté. Bella me miró.
—Sí, tu madre es muy inteligente. Tiene unas ideas increíbles sobre las prácticas funerarias en el norte de Europa. No soy una experta ni nada por el estilo, pero me llamó la atención.
Sonreí aunque Bella ya no me miraba. No sabía qué esperar de la relación entre mi madre y Bella, pero, de algún modo, no me las había imaginado llevándose tan bien. Era sorprendentemente emocionante pensar que podían hablar del trabajo de mi madre.
—Mamá se pondrá como loca por hablar contigo sobre eso. Papá y yo no podemos seguirle el ritmo y casi siempre perdemos la concentración cuando está hablando de su investigación—, dije con culpabilidad. Bella volvió a mirarme y sonrió satisfecha.
—Perezoso. ¿Acaso no aprendiste disciplina en la universidad?—, sonrió burlona.
—Yo no fui a la universidad—, le recordé. Canturreó.
—Supongo que tenemos algo en común—, dijo en voz baja. —¿Alguna vez has sentido que debiste?
La miré. —¿Haber ido? — le pregunté. Asintió. —La verdad es que no. Quiero decir, pienso en el rumbo que habría tomado mi vida si no me hubiera dedicado a la actuación. De niño quería ser astronauta, y de mayor me gustaron mucho los robots durante un tiempo, pero no tenía la inteligencia para la ingeniería—. Fruncí el ceño. —No sé, hay cursos universitarios en línea, y es posible que intente obtener un título en algún momento. Simplemente no ha habido nada que me impulsara a ello. Al menos todavía no—. La miré. —¿Y tú?
Bella suspiró. —Siento que debería haber ido a la universidad, pero mi año sabático se fue alargando—, dijo sonriendo con satisfacción. —Quería ir a la escuela para obtener un título en Historia o Antropología o algo así—. Frunció el ceño. —Había pensado en Ciencias Políticas, porque durante un tiempo quise ser diplomática, pero cuando me di cuenta de que había formas más fáciles de viajar por el mundo, cambié de opinión—. Soltó una risita. —Habría sido la peor diplomática—. Sonreí y ella soltó una risita. —No sé, quizá algún día haga lo de la licenciatura. Supongo que, como tú, estoy esperando a sentir el impulso—. Me miró de nuevo. —Quizá podamos hacerlo juntos.
Sonreí inclinándome para besarla. —Suena divertido, me apunto.
Ella sonrió, mirando de nuevo al portátil.
—Bueno, deja de distraerme, quiero enseñarte cuál es nuestro itinerario—, dijo moviéndose en mi regazo. Asentí, con los ojos fijos en el portátil. Repasó algunos puntos y me mostró un borrador con nuestros planes de viaje. Estaba sorprendentemente organizado.
Mientras hablaba, sentí el zumbido de mi teléfono en el bolsillo. Fruncí el ceño y lo saqué. —Es mi madre—, dije. Bella asintió. Contesté a la llamada. —Hola, mamá, Bella y yo estábamos hablando de ti.
Mamá tarareó. —Pues no me digas, prefiero mantener mi buen humor—, dijo juguetona. Sonreí.
—¿Qué pasa?
—Quería invitarlos a Bella y a ti a cenar. ¿Esta noche o quizás mañana por la noche si es demasiado pronto para que vengan hoy?—, preguntó. Parpadeé. Bella no había vuelto a ver a mis padres desde aquella primera vez, y como ese había sido el incidente que la había hecho huir, yo no estaba precisamente presionando para que volvieran a estar juntos.
—Déjame hablar con Bella.
Mamá resopló. —Cielo, te oigo tratando de inventar excusas para salir de esto. Prometo portarme lo mejor posible. Es que tengo una noticia y quería compartirla con ustedes.
Fruncí el ceño. —¿Con los dos?
—Bueno, sí, por supuesto, ¿a menos que Bella y tú ya no estén juntos?
—No, lo estamos. Bien, espera—. Me llevé el teléfono al pecho mirando a Bella. —Mamá nos invita a cenar. Esta noche o mañana.
Bella parpadeó; su cara de sorpresa. —Ah, bueno. Claro.
La miré, intentando leer su expresión. —¿Mamá? —, pregunté acercándome el teléfono a la oreja. —Cuenta con nosotros.
—Estupendo. Vengan esta noche. A las seis.
—De acuerdo, mamá, nos vemos entonces.
Mamá tarareó y colgó. Fruncí el ceño, mirando a Bella. —¿Estás bien?
Ella me miró. —¿Eh? Oh, sí. Quiero decir, estoy emocionada por ver a tu mamá porque tengo mucho de qué hablar con ella ahora, pero, sí. Todavía estoy un poco ansiosa.
Asentí, comprendiéndola completamente.
—Yo también lo estoy—, admití. Bella me miró sorprendida. —Quiero decir, mi madre puede ser un poco intensa. No quiero que sea demasiado para ti.
Se encogió de hombros, volviendo a mirar el portátil. No dijo nada, y sentí que mi ansiedad aumentaba. Tenía que haber alguna forma de evitar que Bella hablara con mi madre esta noche, ¿no?
Rodeé el estómago de Bella con los brazos y le froté suavemente el bulto. Últimamente, el bulto había crecido. Seguía siendo fácil ocultarlo bajo la camiseta, pero sabía que pronto necesitaría un ropa de premamá. Me pregunté cómo reaccionaría.
Sus manos se posaron sobre las mías y soltó un largo suspiro. —¿Crees que habrá paparazzi siguiéndonos en Australia?—, preguntó.
Suspiré. —Es una posibilidad—, dije lentamente.
—Entonces, nada de bikinis para mí—, dijo sonando molesta. Sabía que iba a ser verano y Bella estaba deseando tomar el sol. Le froté suavemente la barriga.
—Ponte lo que quieras, nena. Tendremos a Jane y Chelsea preparadas con un comunicado de prensa por si acaso. Quién sabe, igual tenemos suerte y nadie se da cuenta.
Se burló Bella. —Voy a estar de 14 a16 semanas mientras estemos allá. Si no se dan cuenta, son imbéciles—. Dijo sacudiendo la cabeza. Yo sonreí satisfecho.
—Ya nos las arreglaremos—, le aseguré.
Bella tarareó, pero no dijo nada más. Hubiera dado cualquier cosa por poder oír sus pensamientos. —¿Cuántos días crees que rodarás la semana que viene?—, preguntó. La miré, sorprendido por el cambio de tema. Hacía meses que había firmado un contrato para aparecer como estrella invitada en una comedia de situación. No había vuelto a la televisión desde el principio de mi carrera, y en aquel momento me había parecido un paso atrás. Ahora me sentía aliviado porque, aunque tendría que trabajar, no tendría que irme de Los Ángeles.
—Será hasta el jueves—, dije en voz baja. Bella asintió. —¿Por qué?
Pude ver que Bella se mordía el labio y esperé pacientemente a que dijera lo que pensaba. —No quiero que te lo tomes a mal—, dijo mientras sus dedos trazaban un dibujo sobre el dorso de mi mano. Fruncí el ceño. —Es que creo que nos vendrá bien pasar un tiempo separados la semana que viene. Sobre todo, porque estaremos tres semanas en Australia y juntos sin parar.
Respiré con cuidado, tratando de entender qué era exactamente lo que estaba diciendo. Me miró y resopló. —Pareces un dibujo animado al que le va a explotar la cabeza—, dijo sacudiendo la cabeza. Se soltó de mis brazos, se sentó y se volvió hacia mí.
—Sólo intento entender lo que dices—, dije tratando de mantener la voz neutra. ¿La he estado asfixiando? ¿Era infeliz y no podía decírmelo?
Bella me cogió la cara con las manos. —Para—, dijo riendo. —Mira, te amo y me encanta pasar tiempo contigo, de verdad. Pero me vendrá bien poder pasar tiempo a solas sin sentirme culpable, como si te estuviera abandonando o algo así.
Asentí, pasándome la lengua por los labios. —Lo siento—, dije sacudiendo la cabeza. —Monopolizo totalmente tu tiempo.
Bella se acercó más a mí. —No, no te disculpes. Sigo intentando decirte cuándo necesito estar sola.
Solté un suspiro. —De acuerdo—, dije besando la palma de su mano. —Tienes razón. Necesitas tiempo y espacio para vivir tu propia vida. Intentaré no ser tan necesitado.
Bella soltó un suspiro, sonriéndome. Se acurrucó en mi regazo y apoyó la cabeza en mi hombro. La rodeé con los brazos y le froté la espalda. Me besó el cuello y exhaló un suspiro de satisfacción. Permanecimos así unos minutos, en silencio.
Al cabo de un rato, Bella se movió y se separó de mí. —Si vamos a ir a casa de tus padres esta noche, debería trabajar un poco—, dijo con una mueca de dolor. Asentí y la abracé. Se inclinó y me besó suavemente antes de levantarse. Recogió su teléfono y el bol vacío de la merienda. Se acercó a mi hombro y me rozó el brazo con la mano. La oí dirigirse a la cocina y poner el bol en el lavavajillas antes de subir. Sonreí para mis adentros y volví a poner el portátil sobre mi regazo. Puede que Bella estuviera coordinando nuestro viaje a Australia, pero aún había algunas cosas con las que quería sorprenderla.
Me entretuve investigando un poco, sintiéndome feliz de que, aunque no estuviera en la habitación, Bella estuviera cerca.
~Home~
—¿Estás lista?
Bella me miró, con los ojos muy abiertos. —Ujum— tarareó. Sonreí satisfecho, saliendo de mi auto. Di la vuelta y me encontré con ella a su lado mientras bajaba. Llevaba un vestido de punto verde ajustado que dejaba ver su pequeña barriguita. Si no supieras que estaba embarazada, probablemente pasarías por alto el bulto, pero para mí lo era todo. Levantó la mano y se tocó el pelo con ansiedad. Se lo había recogido en una coleta y, por los nervios, incluso se había maquillado. Le sonreí. —Estás hermosa—. Le aseguré. Ella resopló, parte de su mal genio se reflejó en sus ojos.
—Lo sé—, dijo negando con la cabeza. —Mi cualidad es estar hermosa. Estar respetable es otra cosa.
Solté una carcajada y ella me sonrió. La cogí de la mano y la guie hasta la puerta principal. Estaba desbloqueada, abrí la puerta y la llevé dentro. —¿Mamá? ¿Papá?— llamé. Mamá apareció un momento después, sonriendo.
—Cielo —dijo acercándose a besarme la mejilla. Se apartó y miró a Bella. —Hola, Bella querida. Me alegro de volver a verte—. Para mi sorpresa, mamá tiró de Bella y la abrazó suavemente. Bella le sonrió.
—Igualmente, Esme. Tu casa es espectacular.
Mamá le sonrió. —Gracias. Nos ha costado bastante, pero Carlisle y yo por fin tenemos la casa de nuestros sueños. Por favor, pasen—. Nos hizo un gesto para que la siguiéramos y miré a Bella sorprendido. Bella me sonrió.
—Espero que no haya sido demasiado de última hora invitarlos a cenar—, dijo mamá mirándonos de nuevo.
—No, para nada, nos alegró recibir la llamada— insistió Bella. Fruncí el ceño. ¿Me estaba perdiendo de algo? ¿Cuándo se habían llevado tan bien mi madre y Bella?
Mamá sonrió y nos condujo a la sala de estar. Papá estaba allí, preparando una copa.
—Edward, Bella, me alegro de verlos—, dijo sonriéndonos. —¿Les traigo algo de beber?
—Tomaré un agua con gas—, dijo Bella, sentándose. La miré, sintiendo que me había perdido un paso. Se acomodó, pareciendo cómoda en la sala de mis padres.
—Cielo, ¿vas a quedarte ahí toda la noche?—, preguntó mamá, sentándose frente a nosotros. Me senté, frunciendo el ceño. —He podido leer por encima el capítulo que me enviaste—, dijo mamá, mirando a Bella. Bella asintió, inclinándose hacia delante con impaciencia. —Creo que lo has captado perfectamente. He incluido un par de notas sobre algunos hechos, pero por lo demás ha estado perfecto.
Bella sonrió. —Me alegro mucho. He pasado algún tiempo allá, por supuesto, pero quería una experiencia más auténtica para revisarlo y asegurarme de que estaba haciendo justicia a la zona.
—Espera—, dije interrumpiéndolas. —¿Qué está pasando?
Mamá me miró, frunciendo el ceño. —Cielo, eso ha sido un poco grosero—, me reprendió. La miré fijamente. Ya no tenía cinco años, carajo. —Bella me envió un capítulo de su libro. Como trataba de historia escandinava, me pidió que lo leyera—. Mamá miró a Bella. —Estoy deseando leer el resto.
Bella sonrió y yo la miré. ¿Alguna vez me iba a contar que ella y mi madre se habían hecho amigas en secreto?
Papá se puso delante de mí y me ofreció un trago. Yo miré el whisky y lo tomé con agradecimiento. Sonrió con satisfacción y le pasó el vaso de agua a Bella. Cogió su propia bebida y la de mamá y se sentó a su lado.
—Leí tu último artículo—, dijo Bella, dando un sorbo a su agua. Mamá asintió, intrigada. —Me pareció brillante. Quiero decir, no soy una experta ni nada parecido, pero fue fascinante. Me han dado ganas de seguir leyendo sobre el tema.
Mamá sonrió. —Me alegro mucho de que te haya gustado—, dejó la copa de vino sobre la mesita. —Tengo mucho material en mi estudio. Si alguna vez quieres que te preste algo, dímelo.
Bella asintió, sentándose hacia delante. —De hecho, estoy buscando un libro nuevo para leer.
Mamá se puso de pie. —Excelente, déjame enseñarte mi colección y te encontraremos algo divertido para leer—. Dijo mamá, indicando a Bella que la siguiera. Salieron de la sala sin volver a mirar atrás. Miré a papá, asombrado. Se encogió de hombros.
—¿Cuándo carajos ha pasado eso?—, le pregunté. Papá se rio, rascándose la barbilla.
—Creo que Bella se acercó hace unas semanas para hablar del capítulo. Aunque no creo que se cayeran bien hasta hace poco—. Papá dio un sorbo a su whisky. —¿No te lo dijo?
Negué con la cabeza. —No. Literalmente he estado intentando mantenerlas separadas porque pensaba que podrían odiarse.
Papá se rio. —Tenías razón cuando nos dijiste que Bella es intrépida. Deberías ver el correo electrónico que le escribió a tu madre. Nunca he visto a tu madre más boquiabierta.
Me quedé mirándolo incrédulo. Volvió a reír, dando un sorbo a su bebida. —Tardó unos días en responder, pero nunca había visto a tu madre tan emocionada por hablar con alguien. Le encanta que Bella se interese por su trabajo. Ha hecho mucho por acortar distancias entre ellas.
Por un lado, me encantó saber que Bella había tomado la iniciativa de hablar con mis padres. Sabía que les encantaría si tuvieran la oportunidad de conocerla. Pero no estaba seguro de cómo me sentaba que lo hiciera a mis espaldas. ¿Por qué no me lo contó? Papá canturreó y agitó su vaso. —¿Cómo estás?
Me eché hacia atrás y bebí un largo sorbo de whisky. Me quemó la garganta y calmó mis pensamientos casi de inmediato. —Bueno, estaba muy bien antes de que me tomaran un poco por sorpresa—, dije sacudiendo la cabeza. Papá se rio. —Trabajo la semana que viene, y luego Bella y yo nos vamos a Australia.
Papá parpadeó, con cara de sorpresa. —Menudo viaje. ¿Por cuánto tiempo?
—Tres semanas. Nos iremos para Acción de Gracias—, dije sintiéndome ligeramente culpable. Papá me hizo un gesto.
—No te sientas culpable. En realidad, pensábamos ir a Oxford esa semana, así que no te preocupes, no has arruinado ningún plan.
Asentí, aliviado. A mi madre no le gustaba mucho el Día de Acción de Gracias, se había criado en Inglaterra y nunca lo había celebrado hasta que conoció a mi padre, pero normalmente era una gran defensora del tiempo en familia. Aprovechaba cualquier festividad para reunirnos.
—¿Qué te lleva a Australia?—, preguntó papá.
—La amiga de Bella se va a casar. Decidimos hacer un viaje—. le expliqué. Papá asintió.
—Suena divertido. Has estado allí antes, ¿verdad?
Asentí. —Sólo por trabajo. Nunca he tenido la oportunidad de divertirme ni de hacer nada remotamente turístico. Estoy deseando ir. Bella ha estado allí varias veces y está deseando enseñármela.
Papá sonrió. —Parece que lo van a pasar muy bien.
Asentí, dando un sorbo a mi bebida. —Estoy deseando ir.
Papá parecía que iba a preguntarme algo, pero antes de que pudiera, mamá y Bella volvían a entrar en la habitación. Bella tenía un libro en las manos, y mamá estaba radiante.
—Estoy deseando leerlo, gracias de nuevo—, dijo Bella, sosteniendo el libro. Mamá sonrió.
—Por favor, me alegro de que alguien quiera hacerlo.
Bella sonrió y guardó el libro en el bolso. Se sentó a mi lado, con una sonrisa radiante. No podía enfadarme con ella, no cuando estaba tan contenta.
—Edward me estaba contando lo de su próximo viaje a Australia—, dijo papá mientras mamá se sentaba.
—¿Oh? Qué divertido. ¿A qué parte irán?
Bella dio un sorbo a su agua y sonrió. —Estaremos un poco por toda la costa este. Empezaremos en Cairns y viajaremos hacia el sur, pasando por Sydney y Canberra, hasta Melbourne. También iremos por unos pocos días a Tasmania—. Bella me miró, extendió la mano y la apoyó en mi muslo. —Ha confiado mucho en mí para planear el viaje—. Aunque su tono era burlón y ligero, sabía que apreciaba la confianza que había depositado en ella, y le sonreí, cogiendo su mano entre las mías y besándola suavemente. Mamá sonrió.
—Qué viaje tan bonito. Lo pasarán de maravilla—. Se oyó una suave campanada en alguna parte y mamá levantó la vista. —Eso es la cena. Mi amor, ¿me ayudas?—, preguntó tendiéndole la mano a papá. Él asintió y se levantaron, dirigiéndose a la cocina. Me volví hacia Bella.
—¿Ibas a decirme que ahora mi madre y tú son las mejores amigas?
Bella suspiró. —Quería decírtelo, pero no estaba segura de lo que ella sentía por mí, no hasta esta semana. Quiero decir, me acerqué a ella a nivel profesional, no esperaba que fuera tan amistosa.
Fruncí el ceño. —Igual podrías haberlo mencionado.
Bella parecía arrepentida. —Lo siento. Ni siquiera lo había pensado desde tu perspectiva. Tienes razón—, negó con la cabeza y me acerqué a ella.
—No me malinterpretes, me alegro de que se lleven bien—, dije negando con la cabeza. —Hubiera estado bien oírlo de ti.
Bella extendió la mano y tomó la mía entre las suyas. —Lo siento.
Subí su mano, besándola de nuevo, haciéndole saber que estaba perdonada.
—La cena está lista—, dijo mamá, volviendo a la sala. Nos levantamos y la seguimos hasta el comedor.
Cuando estaban construyendo la casa, mamá había insistido en un comedor que pareciera tanto de interior como de exterior. Habían añadido una habitación acristalada junto a la cocina, con amplios ventanales que daban al patio o podían mantenerse cerrados en invierno sin alejarte de la naturaleza del jardín. Bella vio el comedor y se quedó boquiabierta. —Me encanta esta habitación—, dijo mientras sus ojos la recorrían. Mamá sonrió.
—Es una de mis favoritas—, asintió. Nos indicó que nos sentáramos frente a ella y mi padre. —Espero que se te hayan pasado las náuseas—, preguntó mamá, un poco ansiosa. Bella asintió.
—Casi han desaparecido. Ya puedo comer casi de todo—, dijo sonriendo. Mamá asintió.
—Excelente. Espero que te guste la gallina de Cornualles—. Mamá quitó la tapa de un plato e inmediatamente el aroma a romero y ajo llenó la habitación. Bella asintió con entusiasmo. Todos nos servimos, tomando guarniciones de papas asadas y judías verdes, y ensalada, así como el increíble plato principal que mamá había preparado. Cuando todos nos habíamos servido, mamá asintió. —Por favor, a comer.
Bella no perdió el tiempo, cortó su gallina y se la metió en la boca. Ella gimió, y fue un poco demasiado cerca de uno de sus ruidos sexy para mi comodidad. —Esme, esto está delicioso.
Mamá le sonrió. —Gracias, querida. Cocinar siempre ha sido un pasatiempo para mí. He disfrutado muchísimo con los años.
Bella asintió, dando otro bocado. Tarareó, y el sonido me atravesó. Dios mío. Sonaba como si estuviera haciendo su propia película porno.
Pude ver a mamá sonreír mientras se llevaba un bocado a la boca. Papá sorbía su bebida para no reírse. Le tendí la mano a Bella, y mis padres tuvieron la decencia de hablar entre ellos mientras yo me inclinaba hacia ella. —Nena, parece que estás a punto de tener un orgasmo en la mesa—, susurré. Ella tragó saliva.
—Creo que sí. Es una comida increíble—, gruñó. Me ahogué en una carcajada.
—Vas a hacer que mis padres se sonrojen si sigues haciendo esos ruidos.
Bella se rio y se inclinó hacia mí, besándome la punta de la nariz. Me incorporé y la miré mientras daba otro mordisco. No hizo ningún ruido, pero pude ver cómo se le ponían los ojos en blanco. Demonios, era increíble.
Papá carraspeó ligeramente y lo miré. Parecía que le costaba todo lo que llevaba dentro no reírse.
Mamá se llevó la servilleta a la boca y se la limpió con delicadeza antes de sonreír. —Así que, como ya saben, tenía algunas noticias que compartir con ustedes—, dijo, saltándose delicadamente a Bella que tenía un momento sobre la comida. Asentí con la cabeza, mordiendo mi propia comida. Joder, qué buena estaba. Mamá miró a papá antes de volver a mirarnos a nosotros. —Me acaban de invitar a dar una conferencia en el Reino Unido. La universidad me va a pagar el año que viene para que vaya a dar clases a varias universidades para ayudarles a ampliar sus departamentos.
Me quedé boquiabierto.
—Esme, ¡es una noticia estupenda! ¡Felicitaciones!—, dijo Bella, dejando el tenedor.
Mamá sonrió. —Es un sueño hecho realidad. Es un paso enorme para mí. Mi objetivo es dirigir nuestro departamento aquí algún día, y si puedo ayudar a que estos otros departamentos avancen, será un paso tremendo en esa dirección.
Le sonreí. —Entonces, ¿estarás fuera todo el año?—, pregunté, sin saber qué significaba esto para mis padres. Mamá miró a papá.
—Sí. La universidad ha invitado a tu padre a pasar el año dedicado a la investigación, si así lo desea. Puede venir conmigo o trabajar aquí.
Parpadeé, asombrado. —Así que se irán, todo el año que viene.
Mamá asintió. —Casi todo. Es un sueño hecho realidad para mí. Daré conferencias en Oxford, Cambridge, York e incluso en Aberdeen. Algunos programas están bien establecidos, pero otros necesitan ayuda. Es una oportunidad maravillosa.
Sonreí, abrumado. —Es estupendo—, le dije. Lo decía en serio, aunque lo que me estaba diciendo era demasiado para que lo procesara todavía.
—Bueno, cielo, estaba pensando. Sé que tienes muchas cosas que hacer aquí y que no sabes exactamente cuál será tu calendario de rodaje, y Bella tiene su propia carrera en la que centrarse. Además, para entonces ya tendrán al bebé —hizo una pausa, sonriéndole a Bella. Bella le devolvió una sonrisa un poco nerviosa. —Pero, quería extender una invitación para que ustedes dos vengan con nosotros. Por supuesto, entiendo que, si lo hicieran, probablemente sería a corto plazo, pero pensé que Bella especialmente podría disfrutarlo.
A Bella se le iluminaron los ojos. —Gracias, Esme, por pensar en nosotros—. Hizo una pausa y me miró. Yo aún intentaba asimilar todo lo que mi madre me había lanzado y Bella se inclinó hacia mí, cogiéndome la mano. —Lo tendremos en cuenta—. Volvió a mirar a mamá, que asintió.
—Sí, por supuesto. No espero una respuesta hasta dentro de unos meses. Pero se me ocurrió avisarles para que, si quieren planearlo con suficiente antelación, conozcan todas sus opciones.
Me rasqué la barbilla. —Gracias, mamá—, dije alzando mi bebida. Mamá rio suavemente.
—Lo siento, cielo. Parece que te estoy atormentando. No es mi intención agobiarte.
Bella extendió la mano, soltándome la mía y frotándome suavemente el cuello y los hombros.
—Lo pensaremos—, dijo Bella, mirando a mamá. Mamá sonrió.
Mis padres volvieron a alzar sus cubiertos y reanudaron la comida. Bella siguió frotándome el cuello y la miré. Estaba llevando la noticia mucho mejor que yo. ¿Ya lo sabía? ¿Había sido idea suya el ir con ellos?
Suspiré y me agaché para besar su mano, que me frotaba el hombro en círculos relajantes. Me sonrió, apretándome una vez más antes de coger el tenedor. Yo los imité y corté un poco de lechuga.
—Cielo, ¿en qué vas a trabajar ahora? —, preguntó mamá. Mastiqué pensativamente antes de contestarle.
—La semana que viene voy a grabar un episodio de una comedia para la que firmé hace unos meses. Después tengo que hacer un par de cosas de promoción en diciembre, pero el grueso de la promoción arranca en enero.
Mamá asintió. —¿Qué vas a promocionar? ¿No será el último Dax Storm?—, preguntó. Negué con la cabeza.
—Eso será el año que viene. Estaré promocionando ese drama que rodé el año pasado.
Mamá asintió. —Sí, claro. Me acuerdo—. Hizo una pausa, mirando a Bella. —¿Cuándo crees que terminarás tu libro?
Bella bebió un sorbo de agua antes de contestar. —Debería tener el primer borrador terminado hacia enero— explicó. Mamá asintió.
—Entonces, ¿te unirás a Edward mientras se va de gira para promocionar su nueva película?
Bella me miró.
—Aún no lo hemos hablado—, dije ahorrándole la respuesta. Mamá asintió.
—Bueno, ¿estarán por aquí para Navidad?
Bella la miró. —La verdad es que sí. Creo que mi padre y su prometida vendrán. De hecho, voy a ayudarle a sorprenderla con una ceremonia nupcial. Me encantaría que estuvieran ahí—, dijo alegremente. Mamá sonrió.
—Qué idea tan bonita. Gracias, querida. Mantendremos nuestras agendas despejadas—. Mamá frunció el ceño. —Ahora que lo pienso, tenemos una amiga que es organizadora de eventos. Avísame si necesitas ayuda. Seguro que estará encantada de echarte una mano.
Bella sonrió. —Puede que te tome la palabra. Aún no sé muy bien qué planear para ellos.
Mamá asintió.
La conversación siguió fluyendo con facilidad mientras comíamos. No dije mucho, todavía un poco desconcertado por el anuncio de mi madre, pero intenté que no me pesara. En lugar de eso, seguí sirviéndome más whisky. Sentía que estaba ebrio y el alcohol me ayudaba a aliviar la tensión.
Después de cenar, mamá nos ofreció tarta. Bella aceptó encantada, mientras yo me conformaba con otra copa y un par de bocados del plato de Bella. Nos sentamos en el salón, charlando hasta que Bella empezó a bostezar.
—Lo siento—, dijo, sacudiendo la cabeza. —Creo que el embarazo me ha provocado un cansancio incurable. Últimamente siempre estoy bostezando—, dijo sacudiendo la cabeza. Mamá negó con la cabeza.
—Claro que sí. No hace falta que te disculpes. De todas formas, se está haciendo tarde.
Me puse de pie, tambaleándome un poco. Bella se puso a mi lado, guiándome. Mamá y papá nos llevaron a la puerta principal.
—Conduzcan con cuidado y, si no los vemos antes, disfruten mucho su viaje a Australia—. dijo mamá, volviéndose hacia nosotros. Abrazó a Bella. —Cielo, me ha encantado verte.
Fruncí el ceño. Mamá sólo me llamaba «cielo» a mí. Se volvió hacia mí y me abrazó. —Sea lo que sea lo que te trae de cabeza, arréglalo—, siseó. —Esa chica es maravillosa, y si la alejas, nunca te lo perdonaré—. Se apartó de mí y la miré con el ceño fruncido.
—No se irá a ninguna parte—, hice un mohín. Mamá resopló y me acarició la mejilla.
—Cielo, te amo. Por favor, cuídate—. Me pidió. Qué cosa más rara. Asentí y me alejé de ella. Bella estaba hablando con mi padre, pero se detuvo y me miró.
—¿Listo?—, preguntó. Asentí y busqué las llaves en el bolsillo. Nos despedimos de mis padres y salimos. En cuanto se cerró la puerta, Bella se volvió hacia mí. —Dame las llaves.
—¿Eh?
Bella se acercó y me quitó las llaves de las manos. —Estás borracho. Yo conduciré.
Fruncí el ceño, pero Bella se movió demasiado deprisa y, de repente, estaba a mi lado, guiándome por las escaleras del porche y a través del camino de entrada hasta mi auto. Me abrió la puerta del acompañante y yo negué con la cabeza.
—Voy a conducir yo—, protesté. Bella resopló.
—Entra en el auto—. Me empujó y me tambaleé un poco, deslizándome en el asiento. Se aseguró de que estaba dentro antes de cerrar la puerta. Gemí y exhalé un largo suspiro.
Bella se subió en el lado del conductor, ajustando el asiento hacia delante. —Le gustas más a mi madre que yo—. Dije con la cabeza golpeando el reposacabezas. Bella me miró.
—¿De qué carajos estás hablando?—, preguntó arrancando el auto. Asentí con la cabeza.
—Tetas vertat—, dije. Fruncí el ceño. —Tetas. Tetas—. Sabía que no era la palabra correcta, pero no podía pronunciar correctamente. —Envolver mi boca alrededor de las tetas—. dije negando con la cabeza. Bella soltó una carcajada mientras conducía. Salió a la calle y suspiré. —Tú y mi madre van a ser mejores amigas para siempre y se van a ir a vivir a Narnia—, gemí.
Bella resopló. —Cariño, sólo duerme.
La miré. Parecía un poco borrosa. —¿Planeaste esto con ella?—, le pregunté. Bella me miró.
—¿Qué?
Moví las manos delante de mí. —Su elegante nueva vida juntas. Cómo es que vas con ella a cualquier parte, pero cuando quiero que vengas conmigo a trabajar es, no, no puedo, no quiero, no deberíamos vernos tanto.
Bella resopló. —Voy a ignorarte porque está claro que estás borracho.
Miré por la ventana. —Tú, mamá y el bebé, serán los tres. Ya verás. Serás más feliz con ella—. Asentí, con la boca seca. —Supongo que papá y yo podríamos mudarnos juntos. Podríamos ser tristes compañeros de casa.
—Por el amor de Dios, Edward.
Miré al oír mi nombre. —Sabes, eres la primera persona a la que le he dicho te amo.
Bella me miró.
—Quiero decir—, hice una pausa, sacudiendo la cabeza. —Se lo digo a Rose y a Em porque son familia. Pero eres tú. Siempre has sido tú—. Suspiré. —Me pongo muy triste cuando te vas—. Sentía el dolor de su ausencia ahora, justo en el hueco de mi pecho.
—Cariño, estoy aquí— dijo tendiéndome la mano. La miré, cogí su mano y la apoyé sobre mi dolorido corazón.
—Te amo tanto que a veces me duele—, dije negando con la cabeza. —¿Cómo es que quieres más a los demás que a mí?—. Bella me golpeó el pecho con las uñas y yo suspiré. —Vas a querer más a Pip que a mí. Y un día, vas a amar a alguien con toda tu alma y vas a amar a esa persona más de lo que amas a Pip. Ese es el círculo de mamá—. Volví a mirar por la ventanilla, pero íbamos demasiado deprisa para que me diera cuenta por dónde íbamos.
Debí quedarme dormido en algún momento, porque lo siguiente que supe fue que Bella me estaba abriendo la puerta. —Vamos—, me dijo, tirando de mis extremidades. Me sentía pesado y agotado.
—Déjame dormir aquí—, gemí. Bella resopló.
—Arriba.
Me levanté, tropezando un poco. Bella soportó parte de mi peso mientras me llevaba por el garaje hasta la casa.
—¿Por qué demonios tengo la casa al revés?—, gemí cuando empezamos a bajar las escaleras. Bella se rio y yo me incliné hacia el sonido. —Es mi sonido favorito—, le dije. —Bueno, ese, y el que haces cuando te lamo el coño—. Bella emitió un sonido y yo solté una risita. —Parecido. ¿Intentamos hacer ese sonido?
—Sigue bajando las escaleras, pervertido—. Dijo riendo. Suspiré.
Llegamos abajo, de alguna manera, y Bella me llevó a nuestra habitación. —Esta es nuestra habitación ahora. No la mía—, dije. Me tumbó en la cama y empezó a desabrocharme la camisa. —¿Es hora de gemir?
Bella rio en voz baja. —No, cariño. Es hora de dormir.
Tarareé, recostándome en la cama. —Dormir suena bien—. Suspiré. Bella trabajó con mis pantalones y la miré. —¿Hora de gemir?
Me quitó los pantalones de un tirón y sacudió la cabeza. —Duerme. Apartó la manta de la cama y me ayudó a meterme debajo.
—¿Adónde vas?—, le pregunté. Sacudió la cabeza.
—Tengo que cambiarme. Ahora vuelvo—. Me dio un beso rápido en la mejilla y yo tarareé.
Me quedé dormido antes de que ella llegara al baño.
~Home~
(1) zona lounge es un espacio dotado de comodidades y servicios, generalmente es usado como un área para charlar, descansar, etc.
