Capítulo 24: Edward

Lunes, 19 de noviembre

Canberra, Australia

15 semanas

—No puedo creer que esté haciendo esto—, dije sacudiendo la cabeza. Bella me asintió animada, limpiándose la mano en una toalla de papel.

—Es increíble—, exclamó. Miré a Ashley, nuestra guía, que asintió animada. Me volví hacia el oso pardo que tenía delante y asentí, extendiendo la palma de la mano. El oso olfateó y sacó su larga lengua, lamiendo la pasta de mantequilla de cacahuete y semillas de mi mano. El oso fue sorprendentemente amable y me limpió la mano a lametazos antes de volver a sentarse y olisquear el aire. Me volví hacia Bella, que estaba radiante con el teléfono en la mano.

—¿Verdad que sí?—, preguntó cuando me miró a los ojos. Negué con la cabeza, aceptando el desinfectante de manos y la toalla de nuestra guía.

—Vaya—, exclamé. Bella soltó una risita.

—Baloo es un rescatado—, explicó Ashley. —Nació en un circo ambulante y pasó ahí toda su vida. Cuando el circo se disolvió, lo acogimos para que viviera el resto de su vida en paz—. Se volvió hacia el oso y sonrió. —Ha sido un oso muy cariñoso. Es un verdadero placer trabajar con él—, y le dio unas palmaditas en el hocico. Me quedé mirándola, atónito. Ashley le dio otra palmadita antes de cerrar el comedero. Baloo soltó un suave bufido y se levantó, alejándose hacia su recinto.

Ashley cogió el cubo y nos indicó que la siguiéramos. Sólo teníamos un par de días de escala en Canberra y, al principio, cuando llegamos a la pequeña ciudad, no estaba seguro de qué pretendía Bella. Ahora, tenía sentido.

Había reservado una visita exclusiva y privada entre bastidores en el zoológico de Canberra. La visita incluía ir detrás de muchos recintos y dar de comer a muchos animales, entre ellos, me di cuenta, leones. Estaba ansioso pero muy emocionado.

Seguimos a Ashley al interior de un pequeño edificio donde pudimos lavarnos bien las manos. Cuando terminamos, sonrió. —Bien, ¿preparados para la siguiente?

Bella y yo dimos de comer a tantos animales que apenas podía llevar la cuenta. Dimos de comer a cebras y jirafas, canguros y koalas, y pasamos tiempo acariciando y jugando con dingos y guepardos. Tuvimos que usar pinzas para dar de comer a los tigres y leones pero, aunque les dábamos de comer a través de un pequeño agujero en una pared de acrílico, podía sentir su fuerza cuando alzaban una pata para arrancarnos la carne. Toda la noche ha sido impresionante.

Bella lo estaba grabando todo con su teléfono, haciendo fotos y vídeos de cómo alimentábamos a los animales e interactuábamos con ellos. Me alegré de que tuviera el ánimo de grabar, porque si hubiera sido por mí, me habría olvidado por completo, tan inmerso en la experiencia.

—Nuestra última parada será el reptilario—, dijo Ashley mientras nos guiaba por el zoológico. Hacía más de una hora que el zoo había cerrado al público y era increíble poder pasear con tanta libertad. Por su parte, que Ashley me reconociera o no, no había interferido en su amabilidad y profesionalismo. Se había mostrado cercana y muy informativa siempre que Bella o yo teníamos un millón de preguntas.

Nos acercamos a la exposición de serpientes y Ashley nos sonrió. —¿Por qué no se quedan aquí y les traigo a nuestra invitada especial? — Los dos asentimos mientras ella se iba detrás de unas puertas. Me volví hacia Bella.

—Ha sido un día increíble—, le dije negando con la cabeza. Ella me sonrió.

—Lo sé, no tenía ni idea de todo lo que íbamos a poder hacer. Había oído hablar de este programa, pero nunca lo había hecho—, dijo negando con la cabeza. Sonreí. Parecía poco razonable que Bella quisiera experimentar algo conmigo por primera vez, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que había hecho en la vida, pero aun así me emocionaba que pudiéramos hacer algo juntos por primera vez. Me acerqué a ella y le besé la cabeza. Su brazo me rodeó la cintura.

—¿Qué tal se te dan las serpientes?— pregunté. Me miró.

—Estoy bien. Pero con las arañas…—, se estremeció. —No. No puedo. Lo que me recuerda, había una araña en el baño antes de salir de casa, y yo no pude hacerle frente. Espero que Carmen sea más dura que yo.

Me reí, sacudiendo la cabeza. —Carmen es más dura que yo—, dije sacudiendo la cabeza. Bella soltó una risita. —Me aseguraré de avisarle, aunque estoy seguro de que ya se hizo cargo.

Bella me dio un beso en el pecho, sonriendo. Ashley volvió a salir y tragué grueso al ver la gruesa pitón amarilla. —Esta encantadora dama es Suzy—, dijo tendiéndome la serpiente. Bella me soltó y se acercó.

—Es preciosa—, dijo Bella. —¿Puedo acariciarla?

Ashley sonrió y le tendió la pitón. —Puedes hacer que se siente sobre tus hombros si te apetece.

Bella asintió con entusiasmo. —Cariño, asegúrate de tomarme una foto. Tanya odia las serpientes, pero esto le encantará.

Me reí y saqué el teléfono del bolsillo mientras Bella cogía la serpiente. Se posó pesadamente sobre sus hombros e inmediatamente mi ansiedad aumentó cuando la cola de la serpiente empezó a enroscarse ligeramente, apretándose alrededor del cuello y los hombros de Bella. En el otro extremo, la cabeza de la serpiente se movía cerca de la cara de Bella y una pequeña lengua rosada salía a probar el aire. Estaba a salvo, sabía que estaba a salvo, pero no pude evitar mi reacción instintiva de arrancarle la serpiente de encima. Bella me devolvió la mirada y su amplia sonrisa calmó mis preocupaciones. Le hice unas cuantas fotos y luego grabé un vídeo. Bella estaba muy confiada y tranquila mientras la serpiente se enroscaba a su alrededor. Cada vez que la serpiente la apretaba demasiado, Bella levantaba la mano y la corregía suavemente. —Eh, bonita, no aprietes tanto. No quiero desmayarme y hacerte daño—, dijo Bella cuando la serpiente se acurrucó por tercera vez. Ashley sonrió y ayudó a Bella a quitarse la serpiente de encima.

—Le gustas—, dijo Ashley sacudiendo la cabeza. Me miró. —¿Te apetece probar?

Estaba ansioso, pero nunca había tenido problemas con las serpientes, así que asentí con la cabeza y me metí el teléfono en el bolsillo. Me acerqué a ella y Ashley me colocó la serpiente sobre los hombros. Me sorprendió lo pesada que era. Había parecido enorme sobre Bella, pero no me había dado cuenta de lo sólida que sería. Podía sentir cómo sus músculos se amontonaban a mi alrededor mientras su cola se sujetaba a mis hombros y su cabeza se movía hacia mí. Bella estaba en la esquina, haciéndome fotos.

—¿Qué te parece, cariño?—, preguntó. La miré.

—Yo...—, no supe qué decir y Bella soltó una risita. Ashley me sonrió.

—Le cuesta un poco adaptarse, pero lo estás haciendo muy bien.

La serpiente cruzó mi pecho, y una pequeña llamarada de pánico se instaló en mí cuando ella esencialmente creó un lazo alrededor de mi cuello. Ashley alargó la mano para corregirla suavemente y dejé escapar un suspiro cuando ya no estaba enroscada en mi cuello.

Sin embargo, cuando la serpiente volvió a pasar por encima de mí, Ashley alargó la mano para quitármela de encima. —Daremos por terminado el día para Suzy—, dijo suavemente. —Déjenme guardarla y volveré con ustedes.

Asentí y me volví hacia Bella, que se acercaba a mí. —Pareces aterrorizado—, dijo Bella acercándose a mí. Negué con la cabeza.

—Es que nunca me había rodeado una serpiente así. Fue un poco aleccionador.

Bella asintió. —Me sentí así cuando estábamos alimentando a esos leones—, tarareó. —Quiero decir que sé que la protección estaba allí, pero estaban tan cerca que podía sentir su aliento.

Asentí con la cabeza, comprendiendo completamente. Todo el día había sido increíble, inesperado y maravilloso. Nos habíamos acercado a tantos animales enormes que me habían aterrorizado por completo, pero también había sido increíble.

—Gracias por organizar esto. Nunca había hecho algo así y estoy asombrado.

Bella sonrió y me abrazó por la cintura.

—Me alegro de haber vivido esto contigo—, susurró contra mi pecho. Sonreí y la rodeé con el brazo. Había muchas cosas en la vida que yo había vivido y que ella nunca había vivido, y viceversa. Aunque una parte de mí deseaba que todas nuestras experiencias fueran nuevas para los dos de aquí en adelante, había muchas cosas que me moría por enseñarle, igual que sabía que ella se moría por enseñarme cosas a mí.

La idea de pasarme la vida descubriendo esas cosas con ella me hinchaba el corazón. Me moría de ganas.

Miércoles, 21 de noviembre

Melbourne, Australia

15 semanas

—¿Y bien?— preguntó Bella. Le sonreí. Desde que habíamos llegado a Melbourne no había parado de preguntarme qué me parecía la ciudad, y yo no le había contestado a propósito, dejándola con la boca abierta. A Bella le encantaba Melbourne, y era increíblemente fácil ver por qué. Sídney había sido grande, bonita y brillante, pero Melbourne tenía algo especial. Me recordaba a Europa y Los Ángeles mezcladas con un extraño toque australiano.

La ciudad era increíble, pero me encantaba poner nerviosa a Bella.

Se me arrugó la cara y suspiré de forma dramática. —Bueno—, arrastré la palabra y Bella gruñó, dándome un manotazo en el brazo. Le sonreí, estiré la mano y la atraje hacia mí. —Es increíble— le dije besándole el cuello. Ella gimió. Por fin habíamos vuelto a nuestra habitación, después de pasar toda la mañana haciendo turismo. Me había dado cuenta de que nos seguían algunos paparazzi, aunque en su mayoría habían mantenido las distancias. Sabía que era cuestión de tiempo que se enteraran de dónde estábamos, pero esperaba que durara un poco más. Chris y Phil, nuestros dos guardias de seguridad, se habían pegado un poco más a nosotros hoy, pero por suerte, todavía no habían sido del todo necesarios. Bella, por su parte, no parecía muy afectada por los paparazzi ni por la presencia de seguridad, aunque había insistido en cambiarse de ropa después de que viéramos al primero. Pensé que antes estaba increíble, pero cuando salió con un vestido de sol holgado en lugar de la camiseta de tirantes ajustada que llevaba antes, lo entendí.

Levantó la mano y enredó sus dedos entre los míos alrededor de su cintura mientras mirábamos fuera de nuestra habitación. Estábamos alojados en el hotel Grand Hyatt, y de alguna manera era casi más espectacular que el lugar donde nos habíamos alojado en Sydney.

—Por Dios, cariño, nunca podré volver a los albergues ni a hacer couchsurfing(1)—, suspiró, mirando alrededor de la habitación. Mis brazos la rodearon con fuerza. Odiaba, detestaba absolutamente la idea de que hiciera couchsurfing. No me gustaban mucho los albergues, sobre todo porque sabía que a ella le gustaba dormir en una habitación común, pero el couchsurfing que hacía con absolutos desconocidos me provocaba un profundo ataque de pánico. Me asustaba pensar lo cerca que podría haber estado de ser herida por uno de esos extraños.

Bella suspiró, rascándome suavemente los brazos con las uñas. —Oye—, susurró. —Puedo cuidarme sola y estoy bien—, dijo suavemente. Sabía en lo que yo estaba pensando, claro que lo sabía. Exhalé un largo suspiro y volví a besar su cuello.

—Lo sé—, susurré. —Y te seré sincero, si pudiera conseguirlo a mi manera, nunca más tendrías que conformarte con nada menos que esto.

Bella giró en mis brazos y me aparté para mirarla. —Te lo agradezco—, dijo suavemente. —Pero no puedo seguir dejando que tú te encargues de todo. No puedo permitirme viajar así, y a veces, volaré en clase turista y tendré que alojarme en una habitación de hotel de mierda, así es la vida.

No me gustaba a dónde iba esto. Hablaba como si planeara un futuro en el que yo no estuviera allí para ayudarla. ¿Era eso lo que quería?

No podía respirar y no estaba dispuesto a preguntárselo, así que la rodeé con los brazos y le metí la cabeza bajo la barbilla para que no viera la expresión de terror en mi cara. Desde que Bella me había dicho que me amaba, no se me había ocurrido que aún existiera la posibilidad de que no quisiera estar conmigo como yo quería estar con ella.

Bella me rodeó la cintura y sus uñas rozaron ligeramente mi espalda por encima de la camisa. Respiré con cuidado. No quería pelearme con ella, no ahora. Las cosas habían estado maravillosas entre nosotros y ahora sólo quería concentrarme en pasar tiempo con ella.

—¿A qué hora tienes que estar en el restaurante?— Le pregunté en voz baja. Jess no tendría una despedida de soltera, pero le había pedido a Bella que viniera a cenar. Por lo que parecía, Jess había organizado una especie de cena de compromiso con algunos de los invitados a la boda.

Bella me miró, con la barbilla apoyada en mi pecho. —Nosotros, cariño. Quiero que vengas conmigo.

Sabía que Bella me había dicho que estaba invitado, pero me inquietaba la idea de salir a un restaurante con ella, sobre todo ahora que los paparazzi estaban en la ciudad. No quería entorpecer la noche de Jess.

Abrí la boca para protestar, pero Bella negó con la cabeza. —Ya hablé con Jane—, dijo con firmeza. —Ella tiene al equipo de seguridad en estado de alerta y sabemos que la cena es en un salón privado en el restaurante— Me apretó suavemente. —No te eches atrás, Cullen.

Suspiré y le besé la frente.

—De acuerdo, amor. Iré.

~Home~

Estaba inquieto en el auto, y Bella se acercó, posando su mano en mi muslo. La miré. Era la primera vez que iba a conocer a alguno de sus amigos, y estaba sorprendentemente ansioso. Dejando a un lado el hecho de que sin duda se había acostado con el novio en algún momento, estos amigos significaban mucho para Bella, y yo estaba muy lejos de mi zona de confort con ellos. Eran aventureros que viajaban por todo el mundo, y dudaba, si eran como Bella, que estuvieran impresionados con mi carrera. ¿Qué tenía yo que ofrecer a un grupo de personas que literalmente tomaban el mundo por asalto?

—Oye, las cosas van a ir bien. ¿De acuerdo? Chris y Phil estarán ahí asegurándose de que no entre nadie que no deba. Jess y Tyler te querrán, así que cálmate.

Gruñí, pasándome una mano por el pelo. Para ella era fácil decir eso, pero esperaríamos a ver cómo se sentía antes de un estreno o una entrega de premios.

Carajo, conociendo a Bella, se lo tomaría todo con calma y estaría totalmente bien.

Phil detuvo el todoterreno y yo levanté la vista del asiento trasero. Ya habíamos llegado.

Bella me miró y asintió mientras Chris salía del auto. Dio la vuelta y abrió la puerta trasera. Bella salió del auto mirándome. Dejé escapar un suspiro apretado y la seguí.

Llevaba un precioso vestido verde. No era demasiado elegante, pero era capaz de hacer que cualquier cosa pareciera impresionante. Yo también había ido un poco informal, con unos pantalones de vestir y una camisa. Había dejado la chaqueta en casa y me había remangado. Llevé mis manos a ellas, pensando si debía volver a bajarme las mangas, pero Bella me cogió la mano.

—Vamos—, me dijo, tirando de mi mano. La seguí hasta el restaurante. El interior era acogedor y el maître nos sonrió.

—Buenas noches, señor, señora. ¿Tienen reserva?

Bella asintió. —Estamos aquí para la cena Crowley y Stanley—, le dijo. Él asintió.

—Muy bien. Por aquí, por favor—, dijo indicándonos que lo siguiéramos. Nos alejamos del comedor principal por un largo y elegante pasillo. Al final había un conjunto de altas puertas dobles. —El grupo espera aquí. Si necesitan algo, nuestros camareros estarán encantados de atenderlos.

Sonrió a Bella y me saludó con la cabeza antes de dejarnos. Me quedé mirando las puertas.

—¿Listo?— preguntó Bella, mirándome. Gruñí y Bella me apretó la mano antes de empujar la puerta para abrirla.

Dentro de la habitación había una gran mesa circular. Sólo había un puñado de personas adentro, y me di cuenta de que, basándome en la configuración de la mesa, no habría mucha gente.

Se oyó un grito y automáticamente me estremecí, preparado para la avalancha.

En lugar de eso, una mujer bajita con gruesos rizos rubios pasó corriendo a mi lado, casi tirando a Bella al suelo. Alargué la mano para atraparlas, preocupado por Bella. ¿Le habría hecho daño?

Antes de que pudiera preguntarlo, Bella se echó a reír y abrazó a la rubia.

—¡Bella! No puedo creer que hayas venido. Te he extrañado tanto—, chillaba la rubia. Bella se rio y besó las mejillas de la rubia.

—¡Yo también te he extrañado!

La rubia, que me pareció era Jess, se separó de Bella, manteniéndola a distancia.

—¡Santo cielo, estás increíble! ¿Dónde has estado y cuál es tu secreto?—, preguntó. Bella se rio y soltó a Jess, acercándome más a ella.

—Jess, este es Edward, mi compañero—, dijo evitando las preguntas de Jess.

Jess me miró, con los ojos muy abiertos, antes de mirar a Bella. —Espera, ¿qué? ¿De verdad tienes una pareja estable?—, preguntó. Bella se rio y me rodeó la cintura con el brazo.

—Sí. Llevamos juntos casi desde agosto—, dijo apretándome la cintura. Jess parecía atónita y me miró de arriba abajo. Me sentí incómodo bajo su mirada.

—Mierda, Bella. Confiaba en que sólo tu conseguirías una estrella de cine. Cuando haces algo, lo haces de verdad—, dijo sacudiendo la cabeza. —Soy Jess—, dijo tendiéndome la mano. Sonreí un poco y le ofrecí mi mano.

—Edward—, dije brevemente. Jess sonrió con satisfacción.

—Oh créeme, lo sé— me miró apreciativamente y Bella soltó una risita. Jess sonrió, apartando la vista de mí para centrarse en ella.

—No puedo creer que sepas quien es—, dijo Bella, extendiendo el otro brazo para acariciarme el pecho. Jess la miro con escepticismo.

—¿Qué quieres decir?, claro que lo sé. Está por todas partes—. Miró a Bella. —Espera, ¿no sabías quién era cuando se conocieron?

Negué con la cabeza y Bella se encogió de hombros. —No tenía ni idea.

Jess soltó otra carcajada. Cristo, esta mujer era ruidosa.

—¡Claro que sí, Bella! No lo puedo creer. Llevábamos literalmente hablando de Edward como tres semanas antes de que conocieras a James—, dijo sacudiendo la cabeza.

Bella abrió mucho los ojos. —¿Qué? ¡No! ¿Lo hacíamos?

Las miré con curiosidad. Jess me miró y sonrió con satisfacción. —Lo hacíamos. Estabas por todas partes en Bangkok. Había tiendas enteras con santuarios tuyos en las vitrinas—, miró a Bella. —¿En serio no te acuerdas de que te los señalé? Estuvimos hablando de lo bueno que estaba durante una hora—, dijo negando con la cabeza. Bella la miró sin comprender y Jess se rio, volviendo a mirarme. —Créeme, sigues siendo guapísimo, pero mi corazón ya tiene dueño—, suspiró, mirando al otro lado de la habitación. Sus ojos se cruzaron con los de un hombre alto de pelo castaño y sonrió. Bajé la mirada hacia Bella.

—¿Pensabas que era guapísimo antes de conocernos?— le pregunté sonriendo. Ella me miró.

—En serio, no recuerdo nada de la conversación, pero estoy segura de que si hubiera visto tu foto, lo habría pensado—, dijo sacudiendo la cabeza. Me reí por lo bajo y Jess se volvió hacia nosotros.

—Dios, hacen una pareja preciosa—, suspiró. —Bien, Bella, ven a saludar a Ty. Está emocionado de volver a verte—, dijo cogiendo la mano de Bella y arrastrándola fuera de mis brazos. Los seguí, sintiéndome ansioso. Nos acercamos al hombre que Jess había estado mirando antes. Miró a Bella, y la sonrisa que le dedicó a mi chica me hizo sentir celos.

—¡Ty! Me alegro mucho de verte— dijo Bella, rodeándolo con los brazos. Él se rio, tirando de ella contra su pecho, y tuve que meterme las manos en los bolsillos para no estirar la mano y apartarla de él.

—Bella, ¿cómo has estado?—, se separó de ella, mirándola de arriba abajo. —Tan hermosa como siempre—, le dijo sonriéndole. Ella le sonrió.

—Mírate—, dijo señalándolo. —Estas increíble. Parece que Jess te mantiene activo—, rio. Él puso los ojos en blanco y Jess se inclinó a su lado, sonriendo.

—No tienes ni idea—, Jess le guiñó un ojo. Todos se rieron, y yo me moví torpemente. Bella se volvió hacia mí.

—Cariño, ven aquí. Este es Tyler Crowley. Ty, este es mi compañero, Edward—, dijo pasando su brazo por el mío. Tyler me sonrió y me estrechó la mano.

—Guau, es un placer conocerte—, dijo alegremente. Le estreché la mano y sonreí.

—Igualmente, felicidades—, dije señalando a Jess. Tyler sonrió.

—Gracias, amigo. No sabes lo que significa para nosotros que los dos hayan podido estar aquí—, dijo volviendo a mirar a Bella. —Si no fuera por ti, Jess y yo nunca nos habríamos conocido.

Bella negó con la cabeza. —¿Bromeas? Me alegro mucho de que las cosas hayan resultado así para ustedes. Cuando envié a Jess hacia ti, bueno, no esperaba esto, pero es obvio que ustedes dos son felices.

Tyler se rio. —Cuando recibí tu mensaje sobre quedar con tu amiga, en realidad estaba considerando cancelar. Había decidido quedarme soltero por un tiempo, y si alguien más que tú me hubiera tendido la mano, probablemente lo habría rechazado—, dijo guiñándole un ojo a Bella. —Pero una mirada a Jess, y ya estaba listo—. Se volvió hacia ella, sonriéndole cariñosamente. Ella soltó una risita y se acercó para besarlo.

—Por supuesto, sabía que esperar de Ty,— dijo Jess, alejándose de él y volviéndose hacia Bella. —Quiero decir, por lo que me habías contado—. Las chicas rieron de nuevo, y Tyler puso los ojos en blanco. —Pero él era mucho más que eso. Hizo que el corazón de esta escéptica se derritiera—. Jess se volvió hacia él, mirándolo con adoración. Bella se movió sobre sus pies, sacudiendo ligeramente la cabeza.

—En serio, estoy muy feliz por ustedes dos—, suspiró. Jess y Tyler le sonrieron antes de que Tyler dirigiera su atención hacia mí.

—¿Cómo se conocieron Bella y tú?—, preguntó.

Miré a Bella, que me sonreía feliz. —Nos conocimos a través de una amiga en común—, dije vagamente. Bella me sonrió y me rodeó la cintura con el brazo.

—Nos conocimos en un club—, dijo volviéndose hacia sus amigos. —Una mirada y supe que necesitaba probarlo—, dijo con una sonrisa pícara. Sentí que mi cuello se sonrojaba por la sorpresa que me causaron sus palabras. Sus amigos rieron.

—¿Y conseguiste que ella siguiera viniendo por más?— preguntó Tyler, negando con la cabeza. Bella soltó una risita, mirándolo.

—Sé que es desgarrador, Ty. Pero sí, Edward tenía algo que nadie más tenía—, bromeó. Ty se apretó el corazón dramáticamente y todos rieron. Miré a Bella. Sin embargo, yo no tenía algo único. Solo había vuelto a mi vida por Pip. Me estremecía pensar en cómo habría sido mi futuro si ella no hubiera quedado embarazada. ¿Habríamos sido nosotros dentro de unos años? ¿Habría intentado emparejarme con otra amiga en algún momento, pensando que yo no era más que un buen momento para otra persona?

Volvían a hablar y me esforcé por salir de mis pensamientos y centrarme en ellos.

Bella les estaba contando cuánto tiempo llevábamos en Australia y qué habíamos estado haciendo. Jess asentía con los ojos muy abiertos.

—¡Uf, nene, tenemos que ir al arrecife!— dijo Jess, golpeando ligeramente el pecho de Tyler. Se volvió hacia Bella. —Sigue diciendo que iremos, pero hasta ahora nada. Quiero conseguir algunas fotos bajo el agua—, suspiró, sacudiendo un poco la cabeza.

Bella asintió. —Hicimos una excursión privada y—, hizo una pausa, mirándome con una sonrisita. —Valió la pena.

Le sonreí, recordando nuestra estancia en el camarote. Había dado una propina a la tripulación cuando volvimos a tierra.

Jess estaba hablando de nuevo. —Vale, definitivamente vamos a hacer eso. Quizá cuando volvamos de nuestra luna de miel—, dijo apretando el brazo de Tyler. Él asintió.

Bella empezó a preguntarle por la luna de miel, cuando un agudo jadeo la interrumpió. Inmediatamente, me puse nervioso mientras mis ojos recorrían la habitación.

Santa madre. No podía ser.

Lauren, la chica de nuestro vuelo estaba allí, mirándome con los ojos muy abiertos y desesperada.

—¡Lauren!— Jess y Bella gritaron al mismo tiempo. Se miraron sorprendidas.

—¿Cómo conoces a Lauren?— preguntó Jess. Bella negó con la cabeza.

—Nos conocimos en el avión que nos trajo desde Los Ángeles. ¿De qué la conoces?

Jess se rio. —¡Es mi hermana! ¡Lulú ven aquí y conoce a Bella!

Pero los ojos de Lauren estaban puestos en mí, y era muy obvio que me estaba desnudando en su mente. Bella se movió un poco delante de mí y se puso en la línea de los ojos de Lauren.

—Lauren, me alegro de volver a verte—, dijo Bella, con voz ligera pero los hombros ligeramente tensos. Me acerqué a ella, atrayéndola contra mi pecho. Ella se inclinó hacia mi tacto y dejé escapar un suave suspiro.

—Oh cielo santo,— Jess gimió cuando Lauren seguía sin apartar la mirada de mí. —Disculpa a mi hermana. Está loca—, dijo Jess, sacudiendo la cabeza. Se acercó a Lauren y la agarró de la muñeca, arrastrándola por la habitación. La oí susurrar furiosa a su hermana, que seguía mirándome. Rodeé a Bella con los brazos.

—Esto debe de pasar a menudo—, dijo Tyler mirándome. Me encogí de hombros y Bella lo miró.

—Casi siempre pasamos tiempo en casa—, dijo negando con la cabeza. Tyler pareció sorprendido.

—¿Tienes pareja y te quedas en casa? ¿Quién eres tú?—, bromeó. Bella sonrió, pero no le llegó a los ojos.

—Entonces, ¿a dónde van de luna de miel?— preguntó Bella, desviando la conversación. Tyler permitió el cambio con un movimiento de cabeza.

—Vamos a Tahití. Jess quería una gira mundial, pero tengo que volver al trabajo en un par de semanas, así que eso tendrá que esperar un poco más—, dijo encogiéndose de hombros. Bella asintió.

—Aunque Tahití será divertido. Jess no ha estado allá, ¿verdad?

Tyler se encogió de hombros. —Ninguno los dos ha estado allá. Hablamos de tal vez ir a algún lugar donde pudiéramos aventurarnos, pero al final, queríamos un lugar tranquilo donde pudiéramos pasar tiempo juntos. Seguiremos aventurándonos, pero creo que los dos estamos deseando centrarnos el uno en el otro durante un par de semanas.

Bella sonrió y apoyó la cabeza en mi pecho.

—Suena estupendo—, suspiró. La acaricié ligeramente con el pulgar. ¿Quería eso para nosotros? ¿Era eso lo que debería haber sido este viaje? ¿O quería otro tipo de viaje? ¿Cómo íbamos a volver a viajar antes de que naciera Pip?

Jess volvió a acercarse a nosotros, sacudiendo la cabeza. —Lauren se comportará—, dijo poniendo los ojos en blanco. Levanté la vista para ver a Lauren sentada a la mesa. —Creo que estamos listos para sentarnos—, dijo Jess, señalando la mesa. Asentimos y Jess dirigió a Bella a su derecha mientras Tyler tomaba el asiento a su izquierda. Me senté a la derecha de Bella y a mi derecha había un caballero mayor que me saludó con la cabeza, su whisky chapoteando en su vaso mientras se acomodaba en la mesa. Lauren estaba sentada junto a Tyler, y aunque el ángulo era incómodo para que me mirara directamente, no dejó que eso la detuviera.

Jess presentó a todos los comensales. Yo estaba sentado al lado de los padres de Tyler, supongo, mientras que la familia de Jess estaba sentada con su hermana al otro lado. Bella y yo éramos los únicos no familiares ahí.

La cena estuvo deliciosa, pero tensa. Bella estaba tan viva con sus amigos y, aunque verla así me emocionaba, me recordaba cómo era cuando nos conocimos, también me entristecía. No estaba tan viva conmigo. Había sido ingenuo al pensar que podía darle todo lo que necesitaba, cuando era tan evidente que, al estar conmigo, estaba renunciando a mucho de sí misma.

Me sentí abatido, aunque intenté ocultarlo. No quería entorpecer la velada de Jess y Tyler.

Un rato antes de que llegara el postre, Bella le estaba contando una historia a Jess, con las manos volando delante de ella. Me di cuenta de que cuando hablaba de viajes, sus manos se volvían locas, representando escenas delante de ella. Apenas movía las manos cuando hablaba conmigo.

Una de sus manos me rodeó y pasó por delante de mí antes de posarse en mi muslo. Me quedé helado, notando la proximidad de Bella a mi miembro. Ni siquiera estaba excitado en ese momento, pero en cuanto su mano se posó en mí, mi polla empezó a agitarse. Era como una respuesta pavloviana a ella.

Esperé a ver si retiraba la mano, pero entonces le sacudió la cabeza a Jess, riéndose, y su mano subió más. Me moví en mi asiento, sobresaltado. Su mano se mantuvo firme en mi muslo, y continuó hablando con Jess, como si no pasara absolutamente nada.

Al otro lado de la mesa, los ojos de Lauren se clavaron en mí, y me moví por otra razón. Me ponía muy nervioso que Lauren me mirara así. ¿Cómo carajos iba a superar esta boda?

Viernes, 23 de noviembre

Melbourne, Australia

15 semanas

Me tiré de la camisa, frunciendo el ceño. ¿Debería llevar corbata? Al fin y al cabo, era una boda. ¿No debería ir más arreglado?

Oí a Bella preparándose en el dormitorio y respiré hondo. No me había dicho nada sobre mi comportamiento después de la cena de la otra noche, aunque había estado notablemente más callada. Habíamos pasado el día de ayer en el acuario, o lo habíamos intentado. Después de una hora allí, Bella mencionó a toda la gente que nos miraba y nos grababa, y acordamos irnos y volver al hotel.

Odiaba que la burbuja de felicidad que habíamos encontrado al principio del viaje empezara a esfumarse. Antes de llegar a Melbourne, nunca me había sentido tan unido a Bella.

Ahora era como volver a los primeros días de nuestra relación. Echaba de menos a Bella y odiaba cómo habían progresado las cosas entre nosotros últimamente.

—Bella, ¿estás lista?— pregunté, mirando mi reloj. No se nos hacía tarde ni nada parecido, pero me sentía ansioso por acabar de una vez por todas.

—Sí, dame un segundo—, respondió Bella. Me alejé del espejo y suspiré. Iría sin corbata. Bella había dicho que la velada sería informal.

Bella me había asegurado que la lista de invitados era reducida y que la probabilidad de que Chris y Phil fueran necesarios era mínima, pero no iba a arriesgarme. No se trataba sólo de mí, sino de los amigos de Bella. No dejaría que mi fama arruinara su boda.

Hasta ahora, Chris y Phil habían sido increíblemente eficientes y nada intrusivos. Siempre estaban ahí, pero en general había podido olvidarme de ellos, al menos hasta Melbourne. Me cabreaba que Hollywood hubiera enviado fotógrafos a Australia para seguirme, pero no me sorprendía tanto si era sincero. Y, en realidad, no eran tan malos como sabía que podían ser en mi país.

Aun así, odiaba sentirme tenso de nuevo.

—Muy bien, estoy lista—, dijo Bella, saliendo del dormitorio. La miré y respiré agitadamente. Carajo. ¿Cómo era posible que cada vez que la veía estuviera más despampanante? Llevaba un vestido azul claro que hacía cosas francamente pecaminosas en sus pechos. La miré fijamente, incapaz de apartar los ojos de su pecho. Santo cielo.

Bella soltó una risita y mis ojos se desviaron de su escote para encontrarse con sus divertidos ojos marrones. —¿Te gusta?—, preguntó con una sonrisa tímida. Gruñí, incapaz de articular palabra. Bella soltó una risita y se acercó a mí. Estaba preciosa. Llevaba el pelo recogido en un elegante moño que dejaba a la vista su precioso cuello. No llevaba mucho maquillaje, pero lo que llevara sólo acentuaba sus rasgos ya de por sí perfectos.

Se acercó a mí y mis ojos volvieron a posarse en su pecho. Soltó una risita y yo me moví, agachándome para acomodarme.

Bella se puso delante de mí, y yo me quedé mirando su vestido, intentando recordar por qué carajos teníamos que salir de nuestra habitación de hotel.

Me tendió la mano y puse los ojos en blanco cuando me tocó a través de los pantalones. —Demonios, nena—, gemí.

Ella soltó una risita, se acercó a mí y me rodeó el cuello con el otro brazo.

—Estás muy guapo—, susurró contra mi mandíbula. Sus labios rozaron mi piel y mis manos la rodearon de inmediato, atrayéndola hacia mí. Su mano derecha seguía acariciándome, y me iba a correr en los pantalones si seguía así.

Mis manos subieron por su espalda y gemí al darme cuenta de que tenía bastante piel a la vista. Bella se estremeció en mis brazos, sus ojos se cerraron y su mano me apretó un poco más mientras mis dedos recorrían su columna vertebral.

—Estás jodidamente preciosa—, gemí. Bella abrió los ojos lentamente y me miró con sus grandes ojos marrones llenos de amor. Le sonreí, y el dolor de mi corazón se calmó al ver su expresión. Me agaché para besarla y ella me soltó para rodearme el cuello con los dos brazos.

Por mucho que su cuerpo me excitara, lo que más me llegó fue el amor que vi en sus ojos. Amaba a esta mujer con todo mi ser, e incluso la idea de perderla en lo más mínimo me hacía entrar en pánico. Era egoísta y posesivo, pero la quería toda, y quería que me quisiera como yo la quería a ella.

Bella se apartó un poco de mí y me cogió la cara con las manos, con una pequeña pregunta en el rostro. ¿Habría sentido la desesperación de mi beso? ¿La posesividad?

Antes de que pudiera preguntármelo, le apreté la cintura y le ofrecí una pequeña sonrisa. —¿Lista para irnos?

Me miró largamente antes de asentir. —Sí, vamos.

~Home~

Tyler y Jess se casaban en una pequeña playa privada a las afueras de Melbourne. Chris condujo el auto, mientras Bella y yo nos sentábamos en el asiento trasero. Me toqué el bolsillo de la chaqueta para asegurarme de que aún tenía allí el regalo de boda de Jess y Tyler. No se habían inscrito en ningún sitio, pero Bella había elegido el regalo perfecto para ellos. Yo había insistido en pagar la mayor parte, aunque Bella había hecho la planificación y la investigación del regalo.

Me miró, sonriendo suavemente. Le devolví la sonrisa cuando me aseguré de que el sobre seguía en mi bolsillo.

—Es la primera boda a la que asisto—, dijo mirándome. La miré sorprendido.

—¿En serio?

Se encogió de hombros. —De acuerdo, bueno, a la de Finlandia fui por accidente—, soltó una risita, sacudiendo la cabeza. —Estaba mirando la iglesia, pensé que habría algún tipo de servicio religioso y que sonaba interesante, así que pensé en quedarme. Entonces me encerraron con todo el mundo y no me dejaron salir hasta que terminó el servicio. Fue precioso, pero no entendí ni una palabra—, se rio para sus adentros, y yo negué con la cabeza, sonriendo. —Pero sí, mis amigos no suelen ser de los que se casan—. Se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventana.

Fruncí el ceño. ¿Ella era de las que se casan? Era muy pronto para preguntarle algo así, lo sabía, pero eso no significaba que no se me hubiera pasado por la cabeza. Quería que Bella estuviera conmigo el resto de nuestras vidas. Por supuesto, había pensado en casarme con ella. Diablos, lo había pensado cuando me dijo que se iba a quedar con nuestro Pip.

Sin embargo, tenía la profunda sensación de que, si sacaba el tema, Bella entraría en pánico. Era lo único que me impedía abordar el tema con ella.

—Estuve en la boda de Rose y Emmett—, dije despacio. Bella me miró. —Y se han casado varios primos y otros amigos. He estado en un puñado de bodas, pero ninguna como esta— dije mirando por la ventana hacia el agua. Volví a mirar a Bella y la vi sonriendo.

—Jess y yo nos parecemos mucho. De ninguna manera se quedaría en casa cuando decidiera casarse—, dijo Bella sonriendo suavemente. Fruncí el ceño al mirarla. ¿Significaba eso que había pensado en casarse? ¿Había pensado en casarnos? ¿Quería casarse al aire libre?

Mis pensamientos se volvían locos y, antes de que pudiera aclararlos, el auto se detuvo. Bella se animó y sonrió cuando Chris se acercó y le abrió la puerta. Ella salió y yo me tomé un segundo para recomponerme antes de ir tras ella.

Había varias carpas instaladas, decoradas con cortinas blancas. Había un camino semirrígido en la arena para poder caminar desde el aparcamiento hasta el lugar de la fiesta. Bella y yo lo seguimos, y me di cuenta de que llevaba sandalias planas brillantes, probablemente una decisión inteligente teniendo en cuenta el terreno.

Nos dirigimos hacia las carpas principales, donde había una pequeña pista de baile delante de dos carpas bar. Detrás de la pista de baile había mesas que daban a otro grupo de carpas con largas mesas de bufé. Bella observó el espacio que nos rodeaba, sonriendo.

—Esto es tan Jess— dijo contenta. Le sonreí cuando me miró. No había hablado mucho con Jess durante la cena, no directamente, pero la había visto interactuar con la gente, sobre todo con Bella. Jess adoraba a Bella, y era fácil ver que el sentimiento era mutuo. Se habían entendido enseguida con bromas y burlas. Era muy diferente ver a Bella interactuar con sus amigos que con los míos. Aquí, todo el mundo sabía lo increíble que era, y ella se deleitaba en ese reconocimiento. Aquí, mi chica era una maldita reina.

Me acerqué a ella, queriendo tocarla de alguna manera, y mi mano se posó en la parte baja de su espalda. Sonrió y me miró mientras se inclinaba hacia mí.

—Parece que la ceremonia será ahí fuera—, dije señalando el agua. Había algunas personas amontonadas, de pie y charlando. Bella asintió.

—¿Vamos?—, preguntó. Asentí y le rodeé la cintura con la mano, estrechándola contra mí. Bajamos por la pasarela hasta llegar a la arena. Bella avanzaba a toda velocidad mientras yo intentaba seguirla. Odiaba caminar por la arena con zapatos, pero no me sentía tan cómodo como para quitármelos.

Llegamos al borde del grupo y Bella saludó a la madre de Jess. Lauren estaba de pie con ella, su atención se dirigió inmediatamente a mí cuando su madre saludó a Bella.

Me moví un poco detrás de Bella, que me ignoró por completo mientras seguía saludando a la gente.

Percibía que Lauren me observaba, aunque intenté no levantar la vista ni encontrarme con su mirada. No quería que pensara que su interés era recíproco.

Bella nos acercó al centro del grupo, sonriendo y charlando con la gente a medida que avanzaba. Me pegué a ella como una sombra incómoda, sonriendo cuando la gente me miraba, pero sin centrarme en ninguna persona durante mucho tiempo.

—Bella, estás preciosa, me alegro mucho de volver a verte—, dijo la madre de Jess, abrazándola.

Bella sonrió, devolviéndole el abrazo. —Yo también me alegro de verte, Joyce. ¿Pudiste salir y disfrutar de la ciudad ayer?

Joyce se separó de Bella y puso los ojos en blanco. —No, todo fueron detalles de la boda y preparativos de última hora. Mañana iremos a ver la ciudad—. Sonrió a mi chica. —Bella, no podemos decirte lo que significa para nosotros tenerte en la vida de Jessie—, dijo suavemente, tomando las manos de Bella. —Sabemos que fuiste tú quien animó a Jessie a acercarse a nosotros, y bueno, queremos darte las gracias. Se me habría roto el corazón si me hubiera perdido este día, y sé que un gran agradecimiento es para ti por reconectarnos como familia.

Los ojos de Bella estaban vidriosos mientras tiraba de la madre de Jess para abrazarla.

—Oh, no hay agradecimiento necesario. Jess me salvó más de lo que podría decir mientras viajábamos juntas, y me calienta tanto el corazón saber que los tiene a todos de regreso en su vida—. Bella se movió y se lamió los labios. —Los padres deben formar parte de la vida de sus hijos, no importa la edad que tengan o lo lejos que hayan viajado.

Joyce sonrió y acarició la mejilla de Bella. Yo también le tendí la mano y volví a posarla en su espalda. Ella me miró, y odié las lágrimas en sus ojos.

—Bella, vas a ser una madre maravillosa—, dijo Joyce, inclinándose para susurrar. La espalda de Bella se tensó y sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Qué?

Joyce me miró y sonrió antes de mirar a Bella. —No te preocupes, cariño. Tu secreto está a salvo conmigo. Que sepas que una madre siempre sabe—, se dio unos golpecitos en la nariz y volvió a acariciar las manos de Bella. Bella se quedó mirándola, con la boca abierta de asombro, pero antes de que pudiera decir nada, un hombre se colocó frente a la multitud y levantó las manos, llamando la atención. La música empezó a sonar en alguna parte, y Tyler salió, vestido de lino blanco. Se acercó al hombre y le sonrió, estrechándole la mano. Extendí la mano hacia Bella, atrayéndola hacia mi pecho. Todavía parecía aturdida, como si acabara de oír hablar de Pip por primera vez. La rodeé con mis brazos y ella se apoyó en mí, respirando hondo.

La música cambió y ahí estaban Jess y su padre, caminando hacia el altar. Ella estaba preciosa con su vestido de novia que, de alguna manera, era excesivo para la playa y, al mismo tiempo, era exactamente Jess. Se veía demasiado arreglada, pero hermosa mientras caminaba entre sus amigos y familiares hacia Tyler. Miró a Bella cuando pasó a nuestro lado y le guiñó un ojo, haciendo que Bella sonriera. La abracé con más fuerza mientras Jess se dirigía hacia Tyler y su sacerdote.

La ceremonia fue corta y hermosa, y el tiempo transcurrió con una precisión fenomenal, porque en cuanto estuvieron allí de pie, el sol empezó a ponerse detrás de ellos, arrojándoles una luz dorada. Eran perfectos y hermosos, y ver la alegría en sus rostros me hizo desear estar conectado a Bella de la misma manera. La estreché entre mis brazos y acaricié suavemente a Pip con el pulgar.

Necesitaba que cuando abordara el tema del matrimonio con Bella, ella supiera que era porque la amaba, no por Pip. Sí, quería que fuéramos una familia, y lo seríamos pasara lo que pasara, pero quería más de Bella. Era un bastardo posesivo y quería que ella y el mundo supieran que era mía y que yo era completa y totalmente suyo. Lo necesitaba.

La abracé con más fuerza mientras Jess y Tyler se besaban por primera vez, y Bella me miró, sonriendo suavemente. Me incliné y le besé la sien.

Cuando fueron declarados marido y mujer, Jess soltó un grito victorioso, haciendo reír a todos.

—La comida se servirá en breve, mientras tanto, busquen una copa y relájense porque ¡ahora toca fiesta!— chilló Jess. Todo el mundo aplaudió cuando ella agarró la mano de Tyler, tirando de él hacia abajo para otro beso. Se separaron, sonriendo ampliamente mientras se dirigían de nuevo al altar. La multitud esperó a que la pareja se fuera antes de dirigirse de nuevo hacia las mesas y las carpas.

—¿Vamos?— le pregunté a Bella. Me miró y asintió con la cabeza, sonriendo suavemente.

—Sí, vamos a tomar algo—, dijo asintiendo. Volvimos con la multitud, pegados a la parte de atrás del grupo mientras caminábamos. —Ha sido hermoso—, suspiró, secándose las lágrimas de las mejillas. La miré.

—Lo fue—, asentí. Bella me sonrió. —¿Has pensado hacerlo alguna vez?—. Carajo. ¿Qué acababa de decir?

Bella se quedó paralizada, mirándome con los ojos muy abiertos. —¿Matrimonio?—, preguntó, después de unos cien putos años. Mierda, supongo que esto estaba sucediendo ahora. Asentí en silencio.

Bella parecía estar sufriendo un ataque de pánico. Tenía los ojos muy abiertos y respiraba profundamente. Quería retirar las palabras, pero una parte enferma de mí quería forzar esta conversación ahora mismo. —Edward, yo...— Bella hizo una pausa, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras negaba con la cabeza.

Tragué grueso y negué con la cabeza. —Olvídalo—, dije rápidamente. —Ha sido una estupidez de mi parte.

Bella seguía mirándome mientras yo la empujaba para seguir caminando. Sentí que me seguía, pero no podía mirarla. ¿Qué demonio me había poseído para preguntarle algo así? Sabía que no estaba preparada, maldición, ni siquiera yo lo estaba.

Volvimos al bar y pedí un poco de agua. Bella tomó la suya, bebiéndola rápidamente. Me sentía mal por haberla hecho entrar en pánico, pero tenía que saber que al menos había estado en mi puta mente.

—Lo siento—, dije en voz baja. —No quería sacar el tema hoy.

Bella me miró, y no podía decir lo que estaba pensando. Frunció el ceño y abrió la boca, cuando algo más allá de mí le llamó la atención.

—¿James?

Carajo. Me giré para ver al hombre que Bella miraba más allá de mi hombro. Se iluminó como un puto árbol de Navidad mientras el tipo se acercaba, esquivándome por completo para darle un abrazo increíblemente íntimo.

—Bella, me alegro tanto de verte—, ronroneó frotándole la espalda con las manos. Mis manos se contrajeron y dejé el vaso en el suelo para metérmelas en los bolsillos y no apartarla del tipo. Su abrazo se prolongó demasiado y, justo cuando estaba a punto de aclararme la garganta o algo así, Bella se separó de él.

—¿Cómo estás? Creía que te ibas a Costa Rica—, le preguntó, apartándose. Él mantenía sus brazos alrededor de los de ella y mis manos seguían metidas en los bolsillos.

—Fui, hice surf, rompí algunos corazones—, dijo ofreciéndole una sonrisa perezosa. Ella se rio, negando con la cabeza. —¿Y tú? Cuando nos separamos, dijiste que te dirigías a tu estado—, dijo, con las manos frotándole los brazos arriba y abajo.

Bella pareció entonces acordarse de mí, porque asintió con la cabeza y se apartó de él. —Sí, lo hice. James, este es Edward—, dijo señalándome. James por fin se giró para mirarme. Era guapo, lo admitiría a regañadientes. Tenía ese aire de surfista relajado por el que sabía que muchas mujeres se volvían locas. Era más o menos de mi altura, aunque me di cuenta de que probablemente yo era más musculoso que él, al menos por ahora. Alec me había estado poniendo el culo en forma para que me mantuviera así para mis promos de Dax Storm y odiaba admitir que James tenía pinta de haber estado siempre así de definido. Cabrón.

—Hola—, dijo señalándome con la cabeza. Una de sus manos seguía en la muñeca de Bella y respiré con cuidado para calmarme y no arrancarle el brazo. Odiaba que estuviera siendo tan casual y físico con mi Bella.

—Hola—, le respondí con un gruñido. Bella me miró con curiosidad. Frunció un poco el ceño y se volvió hacia James.

—¿Qué haces aquí?—, le preguntó. ¿Qué demonios pasa?

James le devolvió la mirada, con una sonrisa fácil y coqueta. —Bueno, resulta que Tyler es un viejo amigo. No lo podía creer cuando me llamó para contarme que se casaba. Me sorprendió aún más ver a Jess—. Le sonrió, tendiéndole ambas manos de nuevo. —Esperaba tener la suerte de verte—, prácticamente se la estaba follando con los ojos, y ella estaba disfrutando de esa mierda. Resoplé, y los ojos de Bella se dirigieron a mí de nuevo.

—No me perdería la boda de Jess—, dijo negando con la cabeza. Se separó de James y sentí que mi mandíbula se relajaba un poco. —James, ¿nos disculpas un momento?

Él asintió, mirándome divertido mientras Bella extendía la mano y me rodeaba el brazo con los dedos. Me apartó de un tirón de James y yo la seguí con petulancia. Cuando estábamos detrás de la barra, Bella se abalanzó sobre mí. —¿Qué demonios te pasa?—, gruñó. La fulminé con la mirada. Sabía que estaba siendo un pendejo celoso, pero no se me había pasado por alto que Bella no le había mencionado a James cuál era nuestra relación. Unido al puto ataque de pánico que le había dado la idea de casarse conmigo y sí, mi humor era una mierda.

—Nada—, gruñí sin ganas de entrar en detalles. Bella entrecerró los ojos y se inclinó hacia mí. Joder, incluso cuando estaba cabreado con ella, me excitaba tanto.

—Nada, una mierda—, siseó. —¿Por qué actúas como un pendejo?

Inspiré profundamente por la nariz. Si le decía lo que pensaba, se enfadaría aún más. Lo sabía a ciencia cierta.

Me quedé mirándola un largo rato antes de negar con la cabeza. Podríamos hablar de ello más tarde, en la intimidad de nuestra habitación o algo así. —Hablaremos de esto más tarde—, dije finalmente.

Bella entrecerró aún más los ojos. —Y una mierda—. Se acercó más a mí. —Me dijiste que te parecía bien ver a mis amigos. Deja de comportarte como un pendejo pretencioso y supéralo—. Me pinchó el pecho con los dedos y la fulminé con la mirada.

—¿Piensas que me creo mejor que ellos?—, espeté con la ira creciendo en mi interior. Bella puso los ojos en blanco.

—No podrías ser más obvio al respecto. Los estás mirando por encima del hombro—. Estaba casi gritando y me acerqué a ella, furioso.

—No estoy mirando a nadie por encima del hombro, Bella—, dije fríamente. —Estoy demasiado ocupado preguntándome si vas a aceptar la oferta de James cuando inevitablemente te pida que vayas con él a su habitación esta noche.

Bella abrió los ojos de par en par y se movió tan deprisa que no tuve tiempo de agacharme antes de que me diera una bofetada. Me dolió la mejilla mientras la miraba atónito.

—¿Cómo demonios te atreves?—, gruñó, con los ojos llenos de lágrimas. La furia, la frustración y el dolor se apoderaron de mí y, antes de que pudiera decir nada más, se marchó, huyendo de mí.

En cuanto se marchó, se me despejó la cabeza, maldije con violencia y pateé una pila de cajas de cartón. Sonaron peligrosamente y me alejé de ellas tirándome del pelo. Joder. La había cagado.

Quería encontrar a Bella, pedirle perdón. Carajo, me arrastraría a sus pies. Mi inseguridad y mis celos nunca habían sido tan fuertes.

Regresé a la carpa del bar, mis ojos escudriñaron la playa. No encontraba a Bella por ninguna parte. Con rabia, me di cuenta de que James tampoco estaba.

Me puse a dar vueltas durante un minuto antes de volver al bar. —Whisky—, espeté. El camarero asintió con los ojos muy abiertos mientras me servía una copa. Lo cogí y me bebí el vaso de un trago antes de estamparlo contra la barra. —Otro—, gruñí. El camarero sirvió mientras yo sacaba la cartera y arrojaba algo de dinero sobre la barra. Era una idea terrible beber, lo sabía, pero mierda, necesitaba aclarar mis pensamientos y no sabía de qué otra forma hacerlo.

Le di un sorbo a la copa, dejando que me quemara la mente y me resaltara exactamente lo estúpido que había sido.

Carajo.

~Home~

(1) Couchsurfing consiste en una red de ayuda al viajero. La idea básica es prestar tu sofá para que otro pueda dormir. El nombre couchsurfing vendría a significar algo así como: «buscando un sofá» o «surfeando un sofá». No hay dinero de por medio, es totalmente gratuito, ya que el espíritu es el de ayudar al viajero y facilitarle un lugar donde pasar la noche.


Hace unos días inicié la publicación de la traducción de otra historia de esta maravillosa autora. Es una historia muy acorde a esta época de octubre, del otoño del hemisferio norte. Espero le des una oportunidad. Se llama The Coffin Maker's Wife.