Disclaimer: Sthephenie Meyer is the owner of Twilight and its characters, and this wonderful story was written by the talented fanficsR4nerds. Thank you so much, Ariel, for allowing me to translate this story into Spanish XOXO!

Descargo de responsabilidad: Sthephenie Meyer es la dueña de Crepúsculo y sus personajes, y esta maravillosa historia fue escrita por la talentosa fanficsR4nerds. Muchas gracias, Ariel, por permitirme traducir al español esta historia XOXO!

Gracias a mi querida Larosadelasrosas por sacar tiempo de donde no tiene para ayudarme a que esta traducción sea coherente y a Sullyfunes01 por ser mi prelectora. Todos los errores son míos.



Capítulo 28: Edward

Martes, 25 de diciembre

Malibú, California

20 semanas

Me miré una vez más en el espejo, intentando que mi alocado pelo quedara liso. Rebotaba contra mis instrucciones y suspiré. Sin un equipo completo de Hollywood, eso era lo mejor que podía conseguir.

—¿Bella?— Salí de mi vestidor buscándola. Estaba sentada en nuestra cama, a medio vestir, con su teléfono en las manos. —¿Qué haces?

Me miró, mordiéndose el labio. —Sólo estaba comprobando con Siobhan para asegurarme de que todo estaba bien—, dijo volviendo su atención de nuevo a su teléfono. Asentí.

—Iba a ir a buscar a tu padre ahora—, hice una pausa. —¿Debería esperar?

Bella me había preguntado si no me importaría llevar a Charlie antes de su llegada con Sue y Seth. Quería tenerlo todo preparado para cuando llegara Sue, y Seth quería estar allí con su madre cuando viera la sorpresa.

Bella terminó su mensaje y me miró. —Deberías...—, hizo una pausa y miró su teléfono, que zumbó con un mensaje entrante. Lo leyó y bajó los hombros aliviada. —Sí, ya está—, dijo asintiendo. Sonreí y me acerqué a ella, inclinándome para besarla suavemente. Abandonó el teléfono sobre la cama y me rodeó el cuello con los brazos.

—Nena—, me reí entre dientes, apartándome y rompiendo su abrazo. —Tengo que irme.

Hizo una pequeña mueca. No la culpé. Yo también lo sentía. Extendí la mano y le sostuve la cara entre las palmas mientras la besaba dulcemente. —Te veré pronto—, le prometí. Ella asintió con un pequeño suspiro.

—Bueno, gracias.

Asentí mientras me levantaba, alisándome la camisa. Le sonreí una vez más antes de salir de nuestra habitación.

Arriba, Charlie me esperaba en el salón vestido con unos vaqueros y una camiseta. Bella había metido nuestra ropa en el auto la noche anterior para que no pareciera sospechoso mientras salíamos de casa.

—¿Listo?— le pregunté. Charlie me miró y gruñó.

—Sí—, dijo asintiendo. Sonreí y lo guie escaleras arriba. Nos dirigimos al garaje y lo llevé hasta mi Tesla. Era excesivo, y estaba seguro de que, como policía, Charlie probablemente protestaría por lo mucho que aceleraba en él, pero pensé que también podría disfrutar del paseo. Bella me dijo que su padre era un gran fan de mis películas de acción, lo que me alegró y a la vez me hizo sentir un poco tímido. Era extraño pensar que veía mis películas y me juzgaba y criticaba, incluso antes de conocer a Bella.

Aun así, si le gustaban las películas de acción, se divertiría con el Tesla. Lo conduje hasta el auto y sonreí cuando sus cejas se alzaron hasta la línea del cabello. Permaneció en silencio mientras subíamos, aunque vi que observaba cada aspecto del auto con intenso escrutinio. Finalmente, lo saqué del garaje y soltó un sonido ronco. Lo miré. —¿Es una nave espacial?—, preguntó, examinando la consola. Me eché a reír.

—Bella me preguntó lo mismo—, le dije riendo. Él sonrió satisfecho.

—Esto parece uno de tus autos de película—, dijo mirándome. Me encogí de hombros.

—Es un capricho—, dije negando con la cabeza. —No lo conduzco mucho, pero es muy divertido.

Nos alejé de la casa, giré por la calle y dejé que el auto se desatara un poco. Charlie gruñó sorprendido y lo miré. Tenía los ojos brillantes y pude ver cómo se le formaba una sonrisa bajo el bigote. Sonreí y solté el acelerador.

Charlie me miró. —Es un auto estupendo—, dijo cuando aminoré la marcha. Asentí.

—Puede alcanzar los 250 kilómetros por hora, y pasa de cero a sesenta en 1,9 segundos—, le dije.

—Que no te atrape conduciendo esto por Forks—, dijo sacudiendo la cabeza. Me reí y asentí. —Pero, ya que no estamos en Forks, supongo que no estaría mal ver un poco más de lo que puede hacer este bebé.

Le sonreí y me incorporé a la autopista, dejando volar el auto.

~Home~

Llegué al Museo Getty y miré a Charlie. Había tenido que pedir muchos favores para conseguir este lugar. No sólo que el Getty nunca acogía bodas, sino que conseguirlo para un evento privado en Navidad había sido un puto milagro.

Por lo general, no se permitía que los autos llegaran hasta la parte alta de la carretera, pero me detuve y sonreí al parqueador que habíamos concertado para que nos asistiera. Salí del auto y abrí el maletero para sacar nuestros trajes. El parqueador miraba el auto con ojos desorbitados y yo me reí con él, señalando con la cabeza la puerta principal. —Está en modo estacionamiento—, le dije. —Podrás estacionarlo sin la llave.

El chico asintió, mordiéndose los labios. Me encontré con Charlie en la acera y le sonreí. —¿Listo?

Charlie asintió y tomó su traje. Se lo entregué mientras nos dirigíamos al museo.

Una mujer vestida con un traje gris claro se dirigía hacia nosotros, con el pelo rojo oscuro brillando a la luz del sol.

Sonreí y reconocí a Siobhan de inmediato. —Edward—, dijo acercándose a nosotros. Me abrazó con fuerza y me besó ambas mejillas antes de separarse de mí. —Tú debes de ser Charlie. Soy Siobhan Brennan, encantada de conocerte—, dijo dirigiéndose a él. Charlie asintió, estrechándole la mano.

—Bells me habló de ti. Gracias por tu ayuda hoy—, dijo amablemente. Siobhan sonrió.

—Ha sido un placer absoluto. Ha sido una boda única y me ha encantado trabajar con Bella—. Me miró, lanzándome una sonrisa. Siobhan era una de las mejores amigas de mi madre y me conocía desde que era niño. A menudo pensaba en ella como en una tía. Me alegró saber que ya aprobaba a Bella. —De acuerdo—, dijo, volviendo a mirar a Charlie. —Vamos adentro para que te cambies.

Se volvió y nos hizo un gesto para que la siguiéramos. Mantuvimos el paso mientras ella nos llevó arriba por uno de los pasillos delanteros del Getty. —Gracias por sacrificar tu Navidad de esta manera—, le dije. Me miró y sonrió.

—No te preocupes. Liam también tenía que trabajar, así que lo celebraremos mañana—, se encogió de hombros con facilidad. Asentí mientras miraba a Charlie. —Bella me dijo que eres jefe de policía—, preguntó. Charlie la miró y asintió.

—Lo soy, en Washington.

Siobhan sonrió. —Mi marido es teniente de la policía de Los Ángeles—, le dijo. —Estoy segura de que este habría sido un evento al que realmente le habría interesado venir—, dijo riendo.

Charlie sonrió un poco. Siobhan nos condujo a través del Getty, serpenteando por el impresionante vestíbulo de mármol. Atravesamos un patio y señaló un edificio a nuestra derecha. —Aquí hemos preparado los camerinos—, dijo señalando una puerta. —La ceremonia se celebrará en los jardines, con vistas a la ciudad—, señaló más allá del patio, y yo sonreí, asintiendo con la cabeza. Siobhan miró a Charlie. —¿Necesitas algo?

Charlie negó con la cabeza, su rostro difícil de leer. Siobhan sonrió y le dio una palmada en el hombro. —Los dejo. Llámame si necesitan algo—, me indicó. Asentí mientras ella se alejaba. Miré a Charlie. —¿Vamos?

Charlie asintió y entramos por la puerta. El equipo de Siobhan había instalado grandes vestuarios con mamparas de tela. Había paredes de imitación alrededor de la zona de vestuario para evitar que entráramos en la galería, supuse. Me acerqué a uno de los vestidores y colgué el traje en un gancho antes de cerrar la cortina. Oí que Charlie se movía a mi lado y cerraba su propia cortina. Me vestí rápidamente, mirándome en el espejo de pie que Siobhan había colocado en el vestidor. El traje era gris claro, y Bella había elegido una camisa blanca y una corbata oscura para combinarlo. Era un look estupendo, aunque probablemente yo no me lo habría puesto. Me aplaqué el pelo una vez más, pero ya no tenía remedio. Suspirando, corrí la cortina y salí. Charlie estaba allí de pie, con la cortina abierta mientras se tiraba ansiosamente de la corbata. Me miró. Le quedaba muy bien el traje oscuro, aunque me di cuenta de que se sentía incómodo. —¿Estás bien?— le pregunté. Charlie asintió, tirando una vez más de la corbata antes de suspirar y soltar las manos.

—No estoy acostumbrado a vestirme bien—, refunfuñó. Sonreí y asentí.

—¿Quieres echar un vistazo a dónde será la ceremonia?— le pregunté. Charlie asintió, parecía agradecido por la distracción. Era un hombre estoico, Charlie Swan. No habíamos hablado demasiado desde que había llegado, aunque tampoco habíamos tenido ocasión de estar a solas. Cuando Bella me pidió que llevara a su padre antes, acepté, no sólo para ayudarla, sino con la esperanza de pasar más tiempo con él.

Salimos del camerino en dirección a los jardines. —Este lugar sí que es elegante—, dijo observando los hermosos edificios. Asentí con la cabeza.

—Hace un tiempo, le dije a Bella que este es mi lugar favorito en Los Ángeles—, dije entrando en los edificios de color arena. —Hace tiempo que quiero traerla aquí.

Charlie me miró. —Ella no me cuenta mucho—, dijo después de un momento. —Quiero decir, no le pido detalles—, retrocedió un poco, sacudiendo la cabeza. —Confío en ella, y en su juicio, para que tome las decisiones correctas por sí misma—. Charlie frunció el ceño, mirándose los pies. —Nunca la había oído tan feliz como desde que te conoció—. Me miró y sonreí suavemente.

—A mí me pasa lo mismo—, le dije. Charlie asintió.

—Bella cree que no necesita a la gente—, dijo al cabo de un momento. —Mirando en retrospectiva, creo que tengo parte de culpa por ello. No sabía hasta qué punto le afectaba que su madre nos abandonara. Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, habría llevado a Bella a terapia para asegurarme de que lo estaba llevando bien—, se rascó la mandíbula. Sus ojos subieron hasta encontrarse con los míos. Me quedé en silencio, esperando a oír a dónde quería llegar. Soltó un suspiro. —Me asusta un poco pensar que mi pequeña no me necesita tanto como podría necesitar a otra persona—. Abrí la boca para protestar, pero Charlie negó con la cabeza. —Es verdad, y lo que es más, es justo que ella te necesite más a ti que a mí. Ustedes dos están empezando algo que cambiará sus vidas, y ella debería poder confiar en ustedes a través de eso—. Sonrió un poco.

—Bella significa el mundo para mí—, dije finalmente. —No ha sido fácil para ninguno de los dos la transición a estar en una relación y prepararnos para Pip, pero...—. Hice una pausa, sacudiendo la cabeza. —No ha habido un solo momento que no haya merecido la pena.

Charlie sonrió. —No sabes el susto que pasé cuando me llamó para decirme que estaba embarazada—. Dejó escapar un suspiro apretado, sacudiendo la cabeza. —Es algo que me ha preocupado en el pasado. No le pregunto a Bella qué hace cuando viaja, pero no soy tonto. Sé que mi hija es hermosa, extrovertida e intrépida. Su energía atrae a todo tipo de personas hacia ella.

Asentí con la cabeza. —Me encanta ver cómo la gente se siente atraída por ella—, admití. —A veces me da un poco de celos, pero Bella es tan magnética y encantadora, y se maneja tan bien con la gente.

Charlie asintió, metiéndose las manos en los bolsillos. —Bella me dijo que estabas en Londres cuando se enteró de que estaba embarazada.

Le miré y asentí. —Estaba filmando.

Charlie frunció un poco el ceño. —Me dijo que cogiste el primer vuelo a Los Ángeles cuando recibiste su llamada.

Dejé escapar un suspiro. —No pude evitarlo—, le dije. —Sabía que tenía que estar aquí con ella. No tenía ni idea de lo que me iba a encontrar cuando llegara, pero tenía que estar con ella.

Charlie volvió a rascarse la mandíbula. —Quería reservarme mi juicio sobre ustedes hasta que nos conociéramos cara a cara—, dijo al cabo de un momento. Lo miré, ansioso. —He oído hablar de ustedes, por supuesto. He visto algunas películas y todo eso—, se llevó una mano al aire, avergonzado. —Bells habla maravillas de ustedes, pero sé que no me contará todo lo bueno y lo malo—, resopló, sacudiendo la cabeza y volviendo a meterse las manos en los bolsillos. —No te mentiré, Edward. Tu mundo me da miedo. Bells ha hecho algunas locuras, cosas que era mejor que no supiera hasta que estuviera a salvo en casa, pero su decisión de entrar en tu mundo me asusta mucho.

Fruncí el ceño, metiéndome las manos en los bolsillos. —A mí también me asustó—, admití. Charlie me miró. —He tenido relaciones en el pasado en las que las cosas se torcieron rápidamente debido a mi condición de famoso. Intenté mantener a Bella alejada de ello el mayor tiempo posible—. Miré a Charlie. —Se enfadó conmigo por mimarla con ello—, dije sonriendo satisfecho. Charlie resopló. —Bella y Pip son mi familia ahora, y haré lo que tenga que hacer para mantenerlos a salvo.

Charlie asintió. —Eres un buen hombre, Edward—, dijo después de un largo momento. Lo miré sorprendido. —No sabes el alivio que supone saber que Bella ha encontrado a alguien que la respetará y la tratará como se merece. Sé que a veces es difícil tener paciencia con Bells, pero parece que tú estás dispuesto a aguantar esos momentos.

Asentí con la cabeza. —Ella lo es todo para mí, Charlie—, dije mirándole. —Si creyera que está preparada para ello, le pediría que se casara conmigo pronto.

Charlie asintió, sin parecer sorprendido. —Me preocupa haber tenido malas influencias en ella a la hora de casarse—, dijo frunciendo el ceño. —Estoy seguro de que no fue fácil para ella, crecer y saber cómo se desmoronó el matrimonio de sus padres. Ese tipo de cosas dejan heridas en nosotros que no reconocí hasta que fue demasiado tarde.

Dejamos de caminar y me volví hacia él. Yo era más alto que él, pero Charlie se mantenía tan firme que parecía más alto. Era tranquilo, paciente y calmado, y no era de extrañar que Bella lo admirara tanto. —Aunque Bella nunca esté preparada para el matrimonio, quiero que sepas que es suficiente para mí, tal como es. La quiero en mi vida para siempre, como sea que ella me tenga.

Charlie me miró, sus ojos oscuros del mismo color que los de Bella pero de alguna manera tan diferentes. Asintió después de un momento, su bigote se movió con una pequeña sonrisa.

—Estoy deseando tenerte cerca, hijo.

Sus palabras me reconfortaron y le sonreí. Parecía un poco avergonzado, pero me devolvió la sonrisa antes de desviar la atención hacia él. Soltó un silbido bajo. Estábamos de pie en los jardines, contemplando la vista de Los Ángeles. Era un día espectacularmente claro, y todo lo que había debajo brillaba, desde los rascacielos del centro hasta el océano.

—Qué mundo el nuestro—, dijo Charlie, con los ojos fijos en cada detalle. No sabía si se refería al mundo en general o al mío en particular, pero asentí con la cabeza. Vaya mundo.

~Home~

Charlie y yo paseamos un poco antes de recibir un mensaje de Siobhan informándome de que nuestros pocos invitados habían empezado a llegar. Volvimos al pabellón principal para reunirnos con mis padres. Estaba emocionado de que mis padres conocieran a Charlie y Sue.

Mamá y Siobhan estaban hablando y riendo cuando los encontramos cerca de la parte superior de los jardines. Papá sonrió al verme y su atención atrajo también la de mamá hacia mí.

—¡Edward, cielo, Feliz Navidad!—, dijo mamá corriendo hacia mí y besándome las mejillas. Sonreí.

—¡Feliz Navidad, mamá!—, dije, abrazándola suavemente. Se separó de mí y se volvió hacia Charlie.

—Tú debes de ser Charlie. Soy Esme Cullen, es un placer conocerte por fin—, dijo mamá tirando de Charlie en un breve abrazo. Él parecía un poco aturdido, pero la saludó con la cabeza.

—Eh, sí. Encantado de conocerte. Gracias por organizar las cosas con Bells—, dijo saludando.

—Oh, la verdad es que no he hecho nada, sinceramente. Sólo le di el número de Siobhan—. Mamá se rio y Charlie sonrió un poco. Papá se acercó y le ofreció la mano a Charlie.

—Charlie, soy Carlisle, el padre de Edward.

Charlie le estrechó la mano, sonriendo. —Encantado de conocerlos. Criaron a un buen hombre—, dijo Charlie, mirándome. Sonreí un poco tímidamente. Mamá sonrió.

—Oh, gracias Charlie. Le tenemos mucho cariño—, dijo guiñándome un ojo. —Adoramos absolutamente a Bella. Es realmente una joven espectacular—, dijo mamá efusivamente. Me sentí inmensamente aliviado de que Bella y ella se llevaran muy bien. Eran uña y carne, y eso me encantaba.

Charlie se sonrojó un poco, pero sobre todo parecía feliz de que mis padres hablaran tan bien de Bella. Vi que Em y Rose se acercaban al pabellón y me aparté de Charlie y mis padres para ir a saludarlos.

—¡Ey!—, los llamé cuando se acercaron. Em me sonrió, tiró de mí en un fuerte abrazo y me dio una palmada en la espalda. —¿Cuándo regresaste de Vancouver?— pregunté.

—Hace dos días—, dijo, separándose de mí. —Fue un rodaje increíble, pero me pateó el culo—, dijo negando con la cabeza. Sonreí, me volví hacia Rose y la abracé. Me apretó suavemente antes de separarse de mí.

—¿Cómo estás? — le pregunté.

—Bien, a mi mánager le encantaron los temas que grabamos. Ya está desesperado por sacarte más—, dijo sonriendo con satisfacción. Em soltó una carcajada.

—Más vale que tengas cuidado, Ed, o serás la próxima triple amenaza de Hollywood.

Resoplé. —No tengo una tercer habilidad—, señalé. Em sonrió.

—Hombre, ¿acaso no sabes que tu condición de futuro DILF (1) es suficiente habilidad para Hollywood?

Me reí, negando con la cabeza. —De algún modo, lo dudo.

Em sonrió. —¿Cómo está el pequeño maní de todos modos?

Sonreí. —Bien. Sano, creciendo bien, y aprendiendo a patear por estos días.

Los ojos de Rose se suavizaron un poco y Em le sonrió, enrollando un brazo alrededor de sus hombros. —Di la palabra, Rosie, y te dejaré preñada—, le prometió. Solté una carcajada y ella sonrió, poniéndole los ojos en blanco.

—Todavía no—, le dijo. Em asintió.

—¿Qué tal ha sido tener a los suegros en la ciudad?

Fruncí el ceño. —Técnicamente no son mis suegros—, protesté. Em puso los ojos en blanco.

—Prácticamente lo son, hombre. No me digas que no tienes intención de casarte con Bella en algún momento.

Fruncí el ceño. —Lo hemos hablado—, dije vagamente. No quería entrar demasiado en el tema. Hoy no. Em asintió.

—¿Y? ¿Cómo fue conocer al padre de Bella?

Dejé escapar un suspiro, volviendo a mirar a Charlie, que estaba hablando con mi padre. —Es estupendo. Realmente estoico, pero muy amable. Ha sido divertido conocerlo—. Me volví hacia Em y Rose. —Gracias a los dos por venir, y por tu ayuda Rose.

Ella sonrió, agitando una mano al aire. —Es un placer. Me alegro de poder ayudar.

Bella le había preguntado a Rose si no le importaría tocar música para la ceremonia. Rose se había sentido halagada por la oferta, y me alegró ver que Bella y ella parecían estar un poco más unidas últimamente.

Otro grupo se acercaba a nosotros, y sonreí a Rose y Em, excusándome para saludar a los recién llegados.

—Dios mío, ¿de alguna manera te estás poniendo más caliente entre mis visitas?— preguntó Tanya, dándome un fuerte abrazo. Me reí y me separé de ella antes de que sus manos empezaran a moverse. Me guiñó un ojo con una sonrisa cuando me aparté de ella.

—Me alegro de verte, Tanya. ¡Feliz Navidad!

Sonrió. —Verte con ese traje tiene que ser mi regalo de Navidad de parte de Bella—, dijo sacudiendo la cabeza. Resoplé y me volví hacia Chelsea. No me había sorprendido demasiado saber que Chelsea y Tanya habían tenido un par de citas cuando Tanya estaba en la ciudad. Al parecer, el hecho de trabajar juntas había despertado cierta química entre ellas. No sabía si tenían una relación oficial o algo así, pero me alegraba de tener a Chelsea aquí. No la veía a menudo fuera del trabajo, y me alegraba que hoy pudiera estar aquí como amiga. —Hola, Chels—, dije, tirando de ella en un abrazo. Ella me apretó.

—Estoy muy contenta de estar aquí—, dijo alegre. —Gracias por recibirme.

Le sonreí mientras me separaba. —Por supuesto, Chels. Me alegro de que hayas podido venir.

Unos pasos detrás de Tanya y Chelsea, estaban Alice y Jasper. Los saludé a ambos antes de guiarlos a todos hacia el jardín. Los últimos en llegar fueron Leah y Sam. Me acerqué a ellos y sonreí cuando Embry quiso hablar de Toy Story conmigo. Me cogió de la mano y me enseñó su juguete de Buzz Lightyear que había traído mientras yo los guiaba hacia el jardín. Era un niño súper tierno y pasé unos instantes escuchándolo hablar de los juguetes que tenía en casa.

—¿Quieres venir a verlos?—, me preguntó mirándome. Sonreí un poco.

—Quizá algún día pueda—, le dije.

Asintió. —Sí, porque tengo un Buzz en mi pijama, y tengo una luz de noche Buzz, ¡y también hay un Buzz en mi cama!

Le sonreí. —Espero poder ir a verlo pronto.

Asintió y volvió a prestar atención a su juguete mientras mi teléfono zumbaba. Leí el mensaje de Bella.

Llamé la atención de todos, haciéndoles saber que Bella estaba a unos cinco minutos de llegar. Todo el mundo se puso en marcha, Rose se dirigió al piano que habíamos sacado a los jardines y nuestros invitados tomaron asiento a ambos lados del pasillo. Siobhan estaba hablando con el sacerdote que había encontrado para celebrar la ceremonia, indicándole dónde colocarse.

Me senté adelante, junto a mis padres, y sonreí a Charlie. Recibí otro mensaje de Bella diciéndome que ya habían llegado. Era cuestión de un momento.

Siobhan avanzó por el jardín, manteniéndose casi oculta, y cuando vio a Sue nos hizo una señal para que nos pusiéramos de pie. Rose empezó a tocar en cuanto Sue estuvo a nuestra vista y todos vimos cómo Sue se daba cuenta. Se quedó inmóvil, con los ojos muy abiertos mientras contemplaba la ceremonia. Estaba preciosa, con un vestido color crema que Bella había elegido para ella. Miró a Bella, que le susurró algo. Sue rodeó a Bella con los brazos y Bella le devolvió el apretón. Incluso desde aquí, podía ver lágrimas en los ojos de mi chica.

Seth palmeó la espalda de su madre y ella se volvió hacia él cuando le ofreció el brazo. Ella sonrió, se sujetó de su brazo y salieron al jardín. Bella los siguió, con una amplia sonrisa en la cara.

La ceremonia fue breve y hermosa. El sacerdote estaba familiarizado con la lengua y tradiciones quileute, y la ceremonia fue una hermosa mezcla de costumbres. Bella estaba junto a su padre y Seth y Leah junto a su madre, y se me encogió el corazón al ver cómo la familia de Bella se multiplicaba oficialmente. Habían sido ella y su padre durante mucho tiempo. Ambos se merecían esta familia grande y maravillosa.

Cuando terminó la ceremonia y Charlie se inclinó para besar a su nueva esposa, pude ver en el rostro de Bella una ternura que me llegó al corazón. Mi niña sentía muy profundamente. Quería ir hacia ella y envolverla en mis brazos.

Aplaudimos a Charlie y Sue cuando se separaron, y los ojos de Bella se clavaron en mí, con una sonrisa radiante. Sue se apoyó en el costado de Charlie y él le rodeó los hombros con un brazo. Bella se adelantó y puso una mano en el otro brazo de su padre. —La recepción será en nuestra casa—, dijo Bella, mirándome. Me encantó que se refiriera a la casa como nuestra. —Pero antes de volver, quería hacer unas fotos—, dijo en voz baja. Todos asintieron. El fotógrafo que había estado trabajando discretamente durante la ceremonia se acercó cuando Bella le hizo señas para que se acercara. Tomó algunas fotos de Charlie y Sue, y luego de la familia junta. A continuación, quiso que subiera la familia ampliada y, mientras Leah y Sam intentaban que Embry enfocara la cámara, Bella me atrajo hacia ella. Le sonreí, le di un beso en la nuca y la abracé.

El fotógrafo nos hizo unas cuantas fotos, luego a todos los invitados en una foto de grupo, antes de hacer unas cuantas fotos más dirigidas a Sue y sus hijos, y a Bella y Charlie. Una vez tomadas todas las fotos, nos dirigimos hacia los autos. Siobhan ya había sacado mi ropa y la de Charlie de los camerinos y la había metido en mi auto, así que nos dirigimos directamente al estacionamiento.

Bella insistió en que su padre condujera el auto que ella había traído cuando había llevado a Sue y a Seth. Quería que Sue y su padre estuvieran a solas durante el trayecto. Seth iba con Leah y Sam y Bella volvía conmigo. Nos metimos todos en los autos, Bella y yo nos detuvimos para dar las gracias de nuevo a Siobhan por la increíble ceremonia.

Cuando por fin entramos en el auto, Bella soltó un largo suspiro. —¿Estás bien?— le pregunté. Me miró, asintiendo.

—Estoy tan jodidamente emocionada—, dijo sacudiendo la cabeza y secándose los ojos. —Te juro que antes de Pip casi nunca lloraba.

Sonreí un poco mientras apartaba el auto de la acera. —Ha estado bien, creo.

Bella me miró y soltó un pequeño suspiro. —Sí, me hizo muy feliz ver a papá así de contento—. Sacudió la cabeza, sonriendo. —Se merece tanto, pero no es alguien que nunca pediría nada. Significó mucho para mí poder ayudarlo hoy.

Le sonreí. Bella tenía un corazón muy grande. Siempre estaba pensando en sus seres queridos, y era algo que amaba profundamente de ella. —Hiciste un trabajo increíble—, le dije. —Todo ha quedado impresionante.

Bella me sonrió y se inclinó para besarme mientras nos acercaba a un semáforo en rojo. Sonreí contra sus labios. —Nena, creo que Tanya está justo detrás de nosotros, y si cree que nos estamos besando y no estamos atentos al semáforo, no parará de tocar el claxon—, le dije besándola una vez más. Se rio y se acomodó en su asiento.

—Tienes razón—. Ella suspiró. —Estoy emocionada de tener a todo el mundo y todo eso, pero no puedo esperar a tenerte sólo para mí otra vez.

Enviaríamos a Charlie y Sue de luna de miel esta noche, y Seth le había dicho a Bella que se iría con Sam y Leah y se quedaría con ellos en Orange County esta noche, lo que significaba que tendríamos la casa para nosotros solos otra vez. Me moría de ganas.

Regresamos a casa en silencio. Bella se frotaba el vientre con las manos mientras veía pasar la ciudad. Últimamente estaba tan contenta con Pip que se me cortaba la respiración al verla.

Llegué a la casa y dejé la reja abierta para que nuestros amigos entraran detrás de nosotros. Metí el Tesla en el garaje y lo enchufé mientras Bella dirigía al área de estacionamiento.

En cuanto estuvimos todos dentro, entramos en la casa. Nos habíamos asegurado de dar acceso a la casa a la asistente de Siobhan antes de irnos y, mientras estábamos en el Getty, había montado el comedor de maravilla. En mi mesa cabían 16 personas cómodamente, aunque nunca había tenido a tanta gente comiendo alrededor. El servicio de catering había colocado hermosos cubiertos en la mesa y la cocina desprendía un olor increíble.

Siobhan desapareció en la cocina y yo me acerqué a la barra para ofrecer bebidas a la gente. Em se acercó para hacer de camarero, y le di una palmada en la espalda agradecido. Podía servir vino o whisky, pero cualquier otra cosa y era prácticamente inútil.

Mamá y Bella estaban junto al árbol y me dirigí hacia ellas. Sonreí cuando vi que Bella extendía la mano hacia los pequeños adornos que Charlie nos había regalado. Había significado mucho para mí que Charlie quisiera hacernos esos regalos tan sentimentales. Parecía que realmente aprobaba nuestra incipiente familia.

Vi que mamá se derretía cuando Bella le explicó lo de los adornos, y las dos empezaron a llorar. Mamá tiró de Bella en un suave abrazo, susurrándole al oído y haciendo que Bella asintiera y llorara más fuerte. Aunque sabía que las lágrimas probablemente eran de felicidad, me dolió verlas, y me acerqué a ella para frotarle la espalda cuando estuve lo bastante cerca. Bella se separó de mamá y me miró, con una sonrisa impresionante en la cara.

—Edward, Bella me estaba contando lo del regalo de Charlie -dijo mamá enjugándose los ojos. Sonreí y rodeé a Bella con un brazo.

—¿No son hermosos?— pregunté. Mamá asintió, con una sonrisa radiante.

—Es un regalo maravilloso—, exclamó mamá. Bella sonrió.

—Realmente significa mucho para mí—, asintió. Mamá suspiró un poco.

—De acuerdo, voy por una copa antes de seguir lloriqueando—, dijo sonriendo. Bella y yo asentimos, y mamá nos apretó los brazos antes de volverse hacia la barra. Bella se volvió hacia mí y la rodeé con los brazos. Ella me abrazó, rodeándome la espalda con los brazos y apretándome suavemente. Cambió de posición y apoyó la barbilla en mi pecho mientras me miraba.

—Hola—, susurró. Le sonreí.

—Hola.

Sonrió y me dio un beso en el pecho. La acerqué un poco más a mí, necesitaba abrazarla.

Siobhan salió, anunciando que la cena estaba lista, y nos separamos, uniendo nuestras manos mientras nos dirigíamos a la mesa del comedor para sentarnos.

La cena estuvo deliciosa y un poco caótica. Era increíble tener a nuestros amigos y familiares alrededor de la mesa con nosotros, celebrando no sólo la boda de Charlie y Sue, sino también la Navidad.

Esperaba que hubiera muchas más fiestas como ésta para nosotros en el futuro.

~Home~

—He estado en Australia muchas veces, pero sinceramente nada podría compararse a este viaje—, dijo Bella inclinándose hacia mí y abrazándome. Yo le sonreí. Estábamos sentados en los sofás del salón, conversando con nuestros amigos. Charlie y Sue habían sido enviados a su viaje sorpresa de luna de miel a Santa Bárbara, y Seth junto a Leah, Sam y los niños se habían marchado poco después. Siobhan y su equipo habían terminado y, después de darles las gracias profusamente y de darles propinas enormes a todos por trabajar en Navidad, les dimos las buenas noches. Mamá y papá se habían quedado el tiempo suficiente para darnos su regalo -un diario de viaje para Pip que había hecho llorar de nuevo a Bella- antes de marcharse también. Ahora sólo quedábamos nosotros y nuestros amigos. Bella se había quitado los zapatos hacía un rato y estaba tumbada en el sofá, acurrucada contra mí. A pesar de lo guapa que estaba vestida hoy, me encantaba verla tan relajada e informal en el sofá.

—Uf, Jasper, tenemos que ir a Australia—, dijo Alice, sacudiendo la cabeza y mirándolo. Parpadeó, pareciendo un poco sorprendido, pero luego se encogió de hombros. Por suerte, Jasper se había calmado un poco a mi alrededor. Todavía estaba un poco tenso, pero, sobre todo, era capaz de relajarse, lo que me ayudó a relajarme también.

—Planearemos algo durante las vacaciones escolares—, le prometió. Alice sonrió y al otro lado de los sofás, Tanya puso los ojos en blanco.

—La escuela—, murmuró. A su lado, Chelsea soltó una risita y le sacudió la cabeza a Tanya. Aunque Tanya dejó muy claro que pensaba que su hermano era un nerd por seguir yendo a la escuela, también era increíblemente evidente que estaba muy orgullosa de él y de lo que había sido capaz de lograr a una edad tan temprana. Tanya era a la vez la mayor crítica y la más entusiasta defensora de Jasper.

—Así que, ¿qué es lo siguiente para ustedes dos?— preguntó Em, atrayendo nuestra atención hacia él. —¿No se irán pronto de viaje?

Me lamí los labios, asintiendo. —Sí, estaré de gira promocional unas semanas en enero y febrero.

—¿Tú también irás?— preguntó Alice, mirando a Bella. Ella se movió a mi lado. Habíamos hablado de ello un poco, pero por alguna razón, Bella aún no había dicho definitivamente si me acompañaría o no, a pesar de mis innumerables intentos de decirle que me encantaría que estuviera conmigo.

—Todavía no lo sé—, dijo Bella, mirándome. —Quiero decir, acabo de terminar mi manuscrito y estoy segura de que pronto tendré ediciones y tal...

Tanya gruñó. —Por última vez, Bella. Cualquier anotación que recibas no será hasta dentro de un tiempo, y es algo que podrías hacer totalmente en cualquier lugar—, señaló. —El manuscrito es increíble. Come, reza, ama, pero cien veces más. Esta historia va a golpear a la gente de todas las maneras correctas—. Tanya se detuvo y me miró sonriendo. —No me sorprendería que el Sr. Sexy actuara algún día en una versión para la pantalla.

Chelsea se rio, asintiendo y me sonrojé, mirando a Bella para ver que parecía igual de sorprendida por la idea.

—Ya verás, Bells. ¿Cuándo me equivoco?— dijo Tanya sonriendo. Bella puso los ojos en blanco y Tanya sonrió aún más.

Pasamos el rato un poco más antes de que Bella empezara a bostezar, incitando a todo el mundo a ponerse en marcha. Acompañamos a nuestros invitados a la puerta y les deseamos Feliz Navidad antes de cerrar la casa y bajar a nuestra habitación.

—Estoy muy cansada—, bostezó Bella mientras se quitaba el vestido. Asentí y me desabroché la camisa. Hacía rato que había abandonado la chaqueta y la corbata.

—Ha sido un día muy ajetreado, y anoche no dormiste mucho—, señalé. Bella me miró mientras se quitaba el sujetador, asintiendo cansada. Me desabroché los pantalones, me los bajé y me los quité. Bella gimió y yo la miré sorprendido. Estaba tumbada en la cama, en ropa interior.

—Estás muy bueno, pero estoy muy cansada—, gimoteó. Me reí, pateando mi ropa hacia el armario. Cogí una de mis camisetas con las que a Bella le gustaba dormir y se la acerqué, tendiéndosela en señal de ofrecimiento.

—Vamos a dormir, cariño. Hoy te has esforzado mucho—, le recordé. Gruñó, pero aceptó la camiseta y se la puso. Levanté las sábanas de la cama. Bella se levantó para cepillarse los dientes mientras yo acomodaba la cama. Cuando estuvo lista, la seguí al baño. Nos cepillamos los dientes rápidamente, demasiado cansados para entretenernos. Bella se limpió rápidamente el maquillaje de la cara y nos dirigimos a la cama. Cuando por fin nos deslizamos bajo las sábanas, los dos gemimos.

Bella se deslizó por la cama hasta quedar acurrucada en mis brazos. La estreché contra mi pecho y suspiré satisfecho.

—¿Edward?—, su voz era tan suave que apenas la oí mientras me quedaba dormido.

—¿Sí?— pregunté, volviendo a despertarme. La miré entre mis brazos. Me miraba ansiosa. Fruncí el ceño, despertándome totalmente.

—¿De verdad quieres que te acompañe al trabajo?—, preguntó. Fruncí el ceño.

—Sí, de verdad. Pero no quiero que hagas algo que no quieres hacer—, dije sacudiendo la cabeza una vez. Bella me miró. Pude ver la indecisión en su rostro. —¿Qué es lo que hace que no quieras venir?— le pregunté. Ella suspiró.

—No lo sé, supongo que es una tontería—. Negó con la cabeza, sin mirarme a los ojos. Extendí la mano, tirando suavemente de su barbilla para que me mirara.

—¿Qué pasa, cariño?

Se mordió el labio. —No quiero que pienses que me estoy aprovechando de ti o algo así.

Fruncí el ceño, inclinándome un poco hacia atrás para mirarla. —¿Qué? ¿Por qué iba a pensar eso?

Bella se incorporó, apoyándose en un codo para mirarme, reflejando mi postura. Suspiró y se mordió el labio. —No quiero ser una mantenida—, dijo al cabo de un momento. Fruncí el ceño. —Tampoco quiero condicionar tu trabajo. Ese es tu espacio lejos de mí. No quiero invadirlo y hacerte sentir que te utilizo para viajar.

Dejé escapar un largo suspiro. Dios, cómo no le había dejado claro que no me sentía así en lo más mínimo.

—Bella, te invito a venir conmigo porque quiero compartir la experiencia contigo. Sí, estaré trabajando, pero tendremos tiempo fuera de eso para estar juntos y eso es lo que quiero. Es egoísta de mi parte pedirte que vengas, y de ninguna manera siento que te estés aprovechando de mí.

Me miró insegura. —¿En serio?

Asentí y me acerqué a ella. —Cariño, no quiero estar tanto tiempo lejos de ti. Todavía puedes viajar, y me encantaría pasar más tiempo contigo antes de que llegue Pip—, susurré. Bella se inclinó hacia mi tacto, dejando escapar un pequeño suspiro. —Para mí, esto no es diferente de nuestro viaje a Australia—, le dije. Bella frunció el ceño.

—Para mí es diferente—, dijo al cabo de un momento. —Aquello fueron unas vacaciones, algo que hacíamos juntos. Yo estaría acompañándote en tu viaje de trabajo, metiéndome aún más, a la fuerza, en tu vida.

Sonreí suavemente. —Cariño, no estás forzando nada. Tengo la puerta abierta de par en par, esperando que entres—, dije suavemente. —Veo la diferencia cuando lo pones así, pero honestamente, para mí ambos se sienten como tiempo que puedo pasar contigo, viendo el mundo. No veo por qué tiene que haber más que eso.

Bella frunció un poco el ceño, y pude ver los pensamientos que se arremolinaban tras sus ojos. —Supongo que es una de mis manías—, dijo al cabo de un momento. No dije nada. —¿De verdad quieres que vaya contigo?

Asentí antes de que terminara de preguntar. —Más que nada.

Bella sonrió un poco. —Quiero hablar con Kate—, dijo al cabo de un momento. —Necesito averiguar a qué se debe esto que siento—, explicó. Asentí en silencio. —Pero de acuerdo, iré contigo.

Parpadeé, sorprendido. —¿En serio?

Bella asintió. —Sí. Me gusta la idea de poder pasar más tiempo contigo viajando antes de que llegue Pip.

Sonreí, estiré la mano hacia ella y la estreché entre mis brazos. Ella se contoneó contra mí, sus piernas se enredaron con las mías mientras sus brazos me rodeaban. —Gracias por ser tan paciente conmigo—, susurró contra mi pecho. Negué con la cabeza.

—Bella, te agradezco que pienses en estas cosas. Significa mucho para mí que seas capaz de identificar los problemas que tienes, aunque aún no estés segura de cuáles son. Quiero que sientas que puedes contarme estas cosas—, le dije suavemente. Dejó escapar un pequeño suspiro contra mí y asintió con la cabeza, sus labios buscando el centro de mi pecho.

—Te amo, Edward.

Sonreí, estrechándola más contra mí. —Yo también te amo, Bella.

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(1) Un DILF (Dad I Like to Fuck) es un papá/padre de familia con quien gustarían tener sexo).