Año I

Capítulo VIII

Los deseos de un corazón roto


—DIALOGO NORMAL—

(PENSAMIENTO)

—"PARSEL"—


Navidad estaba casi en la puerta, mañana sería la primera de su vida, y lejos de los Dursley, ya tenía preparados los regalos que iba a enviar regalos. Para Daphne le había una pulsera de plata con dijes de plata y una caja de dulces y ranas de chocolate para ella y una para su hermana. Para McGonagall era una pluma nueva con punta de oro con su nombre grabado en ella. Sin lugar a duda estaba orgulloso de sus regalos, se había esmerado y había puesto en práctica todos los conocimientos que le había transmitido su amiga, estaba seguro que le iba a gustar, o al menos eso creía él. A su inexperto parecer había cumplido sus propias expectativas en cuanto a elección de regalos y eso lo reconfortaba.

Salió de la sala común de Gryffindor y fue al gran comedor para cenar, los regalos para su amiga los iba a enviar antes de irse a dormir, el de su profesora se lo iba a entregar personalmente el día de navidad, había muy poco alumnos y profesores en el colegio, la mayoría iba a pasar con sus familias navidad y año nuevo. Las chimeneas estaban todas encendidas y aclimataban el lugar, se sentó en el mismo lugar que siempre ocupaba y saco un libro de teoría mágica que había empezado a leer hace unos días y después de un rato sintió la voz de alguien detrás suyo.

— ¿Estudiando en Nochebuena, Harry? —preguntó un hombre, al que reconoció al instante.

—No… Profesor Dumbledore, solo estoy leyendo un libro por gusto. —dijo seriamente.

—Ya veo, Harry, mi muchacho, tu forma de dirigirte hacia mí es algo, seria y fría, ¿hay algo que te moleste? —preguntó con un tono amable.

—No, profesor.

— ¿Estás seguro? ¿No hay nada que quieras contarme?

—Creo que ambos sabemos la respuesta, ¿no? —dijo Harry, mirándolo a los ojos fijamente.

—Creo que no estoy entendiendo. —respondió con su mejor tono de abuelo.

—Los eventos pasados, sobre todo, los que conciernen al lugar donde y con quien viví durante los últimos 10 años, quedan más que claras las responsabilidades que pesan sobre cada uno de los que estuvo involucrados. ¿No? —dijo fríamente.

—Harry, creo que…

—Profesor, discúlpeme, pero este no es un asunto que quiera discutir en público. —interrumpió rápidamente. Dumbledore suspiro.

—Entiendo. Feliz Navidad, Harry. —Harry no dijo nada, solo miro al director irse y siguió con su lectura.

Las horas pasaron y Harry fue hasta la torre de lechuzas, le dio el paquete al ave y le dijo:

—Es para Daphne Greengrass, entrégaselo en Navidad por favor.

La lechuza solo pico el dedo en forma de afirmación y se fue volando.

Volvió a bajar al Gran Comedor para la cena de noche buena, todos estaban ahí, había tan pocos alumnos y profesores por lo que estaban todos en una misma mesa. Los únicos que se habían quedado eran los Weasley, McGonagall, Snape, Dumbledore, Hagrid y Harry. El resto o no estaba en el castillo o estaban pasando las fiestas con sus familias.

—Pero miren quien llego, si no es otro que nuestra súper estrella. —dijo un divertido Fred. Ron lo miro con molestia. Se sentó al lado de la profesora McGonagall y Albus hablo.

—Bueno ahora que estamos todos, les deseo una hermosa noche buena y feliz navidad a todos. Ahora comamos.

El director movió la mano y la comida apareció delante de todos, el banquete era sin lugar a duda fantástico, Harry sintió una punzada en el corazón, esta era su primera navidad, a él nunca se le permitió festejar, ni recibir regalos, en su momento no le importaba, pero ahora era un recuerdo doloroso comparado con a aquellos no tan antiguos tiempos.

— ¿Está bien, señor Potter? —preguntó mirándolo algo preocupada McGonagall.

—Sí, profesora, solo me acordaba de algo. —dijo con una sonrisa y sirviéndose la cena.

La alegría y los murmullos estaban por todas partes los gemelos Weasley hacían bromas mientras que su hermano Percy los retaba por las faltas, Ron sin embargo solo lo siguió mirando con cara de molestia. Suspiro, Gaya salió de su túnica y lo miro a los ojos, se acercó y le lamio ligeramente la nariz, para después envolverse en su cuello.

Ella era la única que sin decir nada sabía cómo Harry se podía sentir, era la única que lo entendía realmente y todo gracias a su vínculo, era más profundo que el que pudiese tener con cualquier otra persona. La cena termino y todos se fueron a dormir a sus habitaciones esperando los regalos del día siguiente.

...

Harry se despertó temprano, ya era una costumbre, miro a Gaya por un momento, estaba enrollada en si misma a su lado, miro la ventana, la nieve caía y el sol se estaba asomando por el horizonte, se quedó viendo un rato más a su serpiente y después salió de la cama. Ron Weasley seguía durmiendo, sintió una ligera envidia que durmiera tan profunda y despreocupadamente. Bajo al gran salón vestido solo con su típico piyama de conjunto, una camisa larga y ancha, de manga largas negro y un pantalón negro ambos de seda. Con un movimiento de su mano, encendió el fuego la chimenea para que se comenzase a calentar el ambiente. Miro con algo de nerviosismo y timidez bajo el árbol de Gryffindor y ahí estaban los regalos de todos, había 3 regalos para él, el resto eran todos de los Weasley.

El primero era de McGonagall, un equipo completo de cuidado de escobas sonrió, ella era pragmática sin lugar a duda, siempre pensaba en lo que podía necesitar y le fuese útil, vio el siguiente y era el de Daphne, desenvolvió cuidadosamente y vio había un libro que decía "El Arte del Duelo", un porta varita para su antebrazo y una caja llena de dulces. Sonrió por su regalo, miro que había un paquete más, no tenía mucho sentido, no había nadie más que le fuese a regalar algo, así que lo vio, era un paquete envuelto, era blando, tenía una nota encima con una caligrafía muy fina y llena de curvas.

"Para Harry Potter:

Tu padre dejó esto en mi poder antes de morir. Ya es tiempo de que te sea devuelto. Úsalo bien. Te deseo una muy Feliz Navidad."

No tenía remitente, desenvolvió el paquete y dentro había una capa bordo aterciopelada muy suave y agradable al tacto, se la probo, fue a verse a un espejo cuando se miró, todo el cuerpo por debajo de su cabeza había desaparecido. Se sacó la capa y volvió a ver su cuerpo, se la volvió a poner y su cuerpo volvió a desaparecer.

—Una capa de invisibilidad. Genial. —dijo sorprendido y con una sonrisa.

Escucho pasos, venían de las escaleras, se sacó la capa rápidamente y la guardo con algo de problemas y vio a Ron llegar a la sala común y dijo.

—Feliz navidad, Weasley.

Ron no dijo nada, solo lo miro con desprecio y siguió su camino hacia el árbol, Harry solo suspiro y volvió a subir a su habitación con sus regalos para cambiarse y bajar a desayunar. Este día, casi, había sido un buen comienzo.

— "Feliz Navidad, Gaya." —dijo mirando a su serpiente para después darle chucherías que había pedido que le enviaran de la tienda de animales.

— "Feliz Navidad, Harry." —respondió comenzando a comer.

Harry la dejo tranquila y se fue al gran comedor con el regalo de McGonagall en mano.


Una puerta de roble se abrió con fuerza haciendo mucho ruido y una niña de cabellara rubio-ceniza entro corriendo a una poco alumbrada habitación.

—FELIZ NAVIDAD DAPHNE, HAY REGALOS BAJO EL ARBOL, VAMOS RAPIDO. —dijo una emocionada Astoria mientras despertaba a su hermana moviéndola en su cama.

Daphne se despertó por todo el escándalo que su pequeña hermana estaba haciendo, toda despeinada y algo somnolienta pregunto.

—Feliz Navidad, Astoria, ¿qué hora es?

—Las 7 de la mañana, vamos rápido, hay que abrir los regalos. —volvió a insistir emocionada.

—Es muy temprano. Dentro de un rato bajo, quiero dormir un poco más. —volvió a relajarse en su cama mientras cerraba los ojos y se daba vuelta, dando la espalda a su pequeña hermana.

—Vamos Daphne, no seas aburrida. —siguió insistiendo Astoria

Daphne suspiro cansada todavía con sueño y se sentó en la cama tratando de alejar la somnolencia que la esclavizaba, vio a su hermana por un momento y le sonrió.

—Feliz navidad hijas; Daphne, tu hermana está muy emocionada y seguro que tienes algún regalo de tu amigo Harry. —dijo Valery desde el marco de puerta para luego entrar dentro, mientras veía a su emocionada hija menor tratando de despertar a su hermana. Daphne se terminó de despertar y bajó de la cama.

—Feliz navidad, mamá —dijeron ambas mientras la abrazaban y después salían de la habitación.

Valery se comunicaba constantemente con su hija por cartas y de lo único que hablaba era de las cosas que hacía con Harry Potter, estudiaba con Harry Potter, desayunaba con Harry Potter, entrenaba con Harry Potter, prácticamente se había vuelto una constante en la vida de su hija y algo que no pasó desapercibido para ella.

—Vamos, Daphne, vamos a abrir los regalos. —volvió a insistir Astoria mientras jalaba de la mano de su hermana. La mayor de los Greengrass se rio ante la actitud que tenía la menor de sus hijas.

Desde que eran pequeñas siempre lo habían hecho juntas, todas las navidades, las dos abrían sus regalos al mismo tiempo, era como una tradición que se había formado entre ellas.

—Bueno, bueno, ya voy, ya voy. —dijo Daphne mientras seguía siendo jalada por su hermana por el pasillo y para luego bajar las escaleras hasta llegar al salón principal.

La mansión Greengrass era una mansión no muy antigua de estilo victoriano y hermosamente adornado. La familia Greengrass no tenía muchos años en la Bretaña mágica, solo 220 años de antigüedad, no era los más ricos y gracias a las inversiones que había hecho su abuelo había amasado una buena cantidad de dinero. Vivian cómodamente como cualquier familia sangre pura, pero comparada con otras como la Malfoy que tenían 750 años de antigüedad y una gran fortuna, ellos eran muy recientes y no tan acaudalados.

Sin embargo, ambas casas no tenían la antigüedad de familias todavía más reconocidas y antiguas como la Black, Bones, Longbottom o la Potter por mencionar algunas, estas respondían al nombre de "Las 10 Grandes, Nobles y Ancestrales Familias" o simplemente "Los 10".

Astoria muy emocionada fue hasta el árbol y saco todos los regalos que había y comenzó a separarlos, ambas abrieron el que su madre les había regalado mientras que Daphne se guardó los de Harry para el final.

Cuando llego el momento de abrir el regalo de su amigo, Daphne, bajo la atenta mirada de su hermana y su madre, comenzó a desenvolver el paquete que había recibido. Dentro había una caja de madera negra finamente lustrada y otros 2 paquetes, abrió la primera y dentro había una pulsera de plata con dijes en ella. Había 6 dijes en total, una D, una A y una V, una serpiente, un libro, un corazón.

Dentro había una nota que decía.

"D=Daphne, A=Astoria, V=Valery, Serpiente=Slytherin/Astucia, Un Libro=Sabiduría y Un Corazón=Bondad."

Harry por conversaciones que tenía con Daphne sabía que, para su amiga, su hermanita y su mamá eran lo más importante para ella.

—Daphne, es hermoso. —dijo Astoria mirando la pequeña pieza de joyería

—Sí, es precioso. —respondió tocando suavemente para después ponérselo.

—Harry te debe querer mucho, ¿no? —dijo Valery

—Si… —Respondió todavía hipnotizada por su regalo.

—Ya me los imagino en su boda… —dijo divertida con cara soñadora, mientras se burlaba de su hija.

—Si… ¡MAMÁ! —gritó— Ha-Harry e-es mi mejor amigo nada mas —volvió a decir nerviosa y sonrojada.

—Ya lo sé, ya lo sé, solo estoy jugando. —dijo riéndose — ¿Y los otros dos paquetes?

Los otros dos paquetes decían: 'Para Astoria Greengrass', y, el otro, 'Para Daphne Greengrass'. Daphne le paso uno a Astoria que con los ojos bien abiertos e ilusionada.

—Se acordó de mí a pesar de que lo tire en la estación. —dijo emocionada, Valery solo se rio.

Daphne no dijo nada, abrió su paquete y dentro había un montón de dulces, desde grajeas, hasta ranas de chocolate. Solo sonrió, ella también le había regalado un extra igual.

—Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo Como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar y asesinar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia en la creación de la piedra filosofal con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos. —dijo Astoria leyendo el cromo que le había tocado en una rana de chocolate.

Daphne abrió bien grande los ojos y con cara de sorpresa miro a su hermana que veía el cromo.

— ¿Q-qué dijiste? —preguntó algo nerviosa.

—Solo leí lo que decía el cromo. —dijo extrañada.

Daphne agarro el cromo y lo leyó ella misma no lo podía creer, en el lugar menos pensado, en un atisbo de suerte, ahí estaba la respuesta al misterio del tercer piso.

—En el tercer piso esta la piedra filosofal. —dijo en voz baja.

— ¿Qué dijiste, ojos azules? —preguntó su madre extrañada.

—Nada, tengo algo importante que escribir. —respondió mientras iba se corriendo a su habitación.


Cuando Harry llego al gran comedor, lo primero que hizo fue ir a la mesa de los profesores.

—Feliz navidad, gracias por el regalo, le voy a dar un buen uso. —dijo con una sonrisa dándole un paquete a la profesora McGonagall.

—Feliz navidad, señor Potter, ¿para mí? —preguntó viendo el paquete.

—Sí. —respondió con una sonrisa.

—No tendrías que haberte molestado. —mencionó comenzando a desenvolver el paquete. Para luego ver la hermosa y fina pluma que tenía su nombre— Gracias, es preciosa, te prometo que la voy a usar. —Harry sonrió en respuesta.

Harry desayuno, paso el resto de la mañana y parte de la tarde leyendo el libro que le había regalado Daphne, había cosas muy interesantes para poder entender los duelos y que también servían en combates comunes, como, por ejemplo, reglas y normas, la forma de pararse o como colocar las manos para un rápido lanzamiento de hechizos de ataque y defensa.

Una lechuza entro por la ventana y se posó delante de Harry por un momento la vio y se dio cuenta que era el ave de Daphne, Lucil, quito rápidamente la carta que tenía, le dio un premio y comenzó a leer.

"Querido Harry:

Feliz Navidad, espero que la estés pasando realmente lindo y que te hayan gustado mis regalos, muchas gracias por los tuyos, es realmente hermosa la pulsera, te prometo que la voy a usar siempre, Astoria también te agradece su regalo y se vuelve a disculpar por haberte tirado en la estación de tren.

En el tercer piso, está la piedra filosofal de Nicolás Flamel, te preguntaras cómo lo averigüe, bueno en realidad es muy graciosa la historia, porque fue Astoria la que encontró la respuesta en un cromo de una rana de chocolate, específicamente en el de Albus Dumbledore.

'Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo Como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia en la creación de la piedra filosofal con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos.'

¿Soy genial, no?, jajaja, cuando vuelva a Hogwarts tenemos que planear que hacer para detener a Quirrell y que la piedra no caiga en sus manos.

Te quiere.

Daphne Greengrass."

Harry estaba sorprendido, ella había resuelto el acertijo, ahora quedaba saber porque quería robar la piedra y la parte de más difícil, encargarse de desenmascarar a Quirrell. Saco un poco de pergamino y rápidamente escribió una respuesta y la envió con la misma lechuza.

Por la noche Harry salió de su cama en cuando Ron Weasley se había dormido, en su antebrazo izquierdo estaba su varita guardada y en la muñeca derecha estaba Gaya. Bajo hasta la sala común con la capa puesta y abrió la puerta.

— ¿Quién es? —dijo fuertemente el retrato de la Dama Gorda, la cual protegía la entrada a la torre de Gryffindor. Pero Harry no dijo nada.

Bajo rápidamente y sin hacer ruido hasta la cuarta planta. Saco su varita y de un movimiento abrió la puerta cerrada de la biblioteca, comenzó a recorrer los pasillos hasta que llego a la parte donde se encontraba "Magos importantes del siglo XX". Llego y comenzó a ojear el libro, pero no había nada de Nicolás Flamel o la piedra filosofal. Continúo buscando en más libros, pero nada, ni rastro del alquimista ni de la piedra.

Suspiro y decidió adentrarse en la zona prohibida, recorrió cada pasillo, había libros que parecían realmente interesantes, volvió a suspirar, no era el momento, continúo revisando, pero no había nada que le pudiera servir. Ya para ese momento habían pasado 3 horas desde la media noche.

— "Viene alguien." —dijo rápidamente Gaya.

Harry miro rápidamente, era el celador, de un rápido movimiento de varita ordeno todos los libros que había sacado y comenzó a ir en la dirección opuesta, abrió una puerta y se metió a una habitación mientras esperaba que Filch se fuera. Miro rápidamente donde estaba, el cuarto estaba completamente vacío, salvo que en el centro había un espejo.

El espejo era alto tenía por lo menos 2 metros de alto con un marco de madera en finas terminaciones en oro. Se quitó la capa y lo miro, tenía una inscripción que decía. "Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse". Eso no tenía sentido, pero en un momento de lucidez se dio cuenta que tenía que leerlo al revés.

—Esta no es tu cara, sino de tu corazón el deseo.

Miro fijamente un momento el espejo y una imagen se comenzó a formar. Se sorprendió y comenzó a respirar agitadamente dejo caer la capa y comenzó a caminar hacia atrás, se enredó en esta y cayó al suelo sentado mientras no dejaba mirar con los ojos bien abiertos la imagen que tenía adelante.

—No puede ser, es imposible. —dijo nervioso.

En la imagen había 4 personas. La primera era una muy linda, era pelirroja, sus ojos…

—Sus ojos son iguales a los míos. —dijo mirándola fijamente.

Verde brillante, exactamente la misma forma, se dio cuenta que ella estaba llorando y sonriendo al mismo tiempo. Al lado de ella había un hombre alto, delgado y de pelo negro que tenía el brazo por los hombros de la mujer que también sonreía. Llevaba gafas y el pelo muy desordenado.

—Mamá… Papá… —dijo en un susurro.

La tercera persona la reconoció al instante, era la profesora McGonagall, delante de ella estaba Daphne, en sus hombros descasaban las manos de Minerva, ambas lo miraban con una sonrisa.

Sus ojos se humedecieron rápidamente, las lágrimas comenzaron a brotar de forma incontrolable, se quedó sentado en el frío suelo y se abrazó a las piernas en posición fetal. Las lágrimas comenzaron a caer violentamente, trataba de relajarse, pero era imposible. Todo el dolor que había guardado, que había reprimido bajo una mirada vacía, bajo una máscara de neutralidad, todo el daño que le hicieron, que sintió alguna vez se liberó como si fuera una explosión dentro de su mente. Gaya se enrosco en su cuello, lloro durante horas, lloro como nunca había llorado, cuando se logró calmar vio que el sol estaba saliendo. Había pasado toda la noche llorando.

Su mente se sentía más ligera, sus ojos le dolían, estaban hinchados y rojos. Sintió una presencia aparecer detrás de él, en un rápido moviente saco su varita, se paró y apunto a donde había aparecido la figura.

—Excelentes reflejos Harry, algún día vas a ser un gran duelista. —dijo Dumbledore sorprendido.

—Perdón, apareció de la nada y actué por instinto. —respondió Harry bajando la varita.

—Ciertamente, veo que encontraste el espejo de Oesed.

—Eso parece. —dijo serio, Dumbledore suspiro.

— ¿Te mostro algo doloroso?

—No.

—Pero, por lo que veo estuviste llorando, ¿por qué llorabas?

—Eso, es…, personal. —dijo frio y sin despegar sus ojos de los del anciano.

—Harry, mi muchacho, ¿hice algo malo para que me hables siempre tan fríamente? —Harry soltó una risa sarcástica, se dio vuelta, se sacó la parte de arriba del piyama. Albus solo abrió los ojos con sorpresa.

—Este es el precio que tuve que pagar por sus decisiones, director. —dijo secamente mientras se volvía poner la remera y lo volvía a mirar.

—Harry, yo…

—No, director, no sé si cuando decidió dejarme dejo con los Dursley fue intencional o no, si lo que paso después fue negligencia o no, la verdad, es que poco me importa ahora, el daño está hecho…

—Harry… —interrumpió Dumbledore.

—Déjeme terminar. Usted es el responsable de que mi vida fuera un infierno, usted es el responsable de cada una de las marcas que tengo en la espalda y en los brazos, usted es el responsable que mis sueños solo sean recuerdos dolorosos, fueron sus decisiones las hicieron que terminara como estoy, durante mucho tiempo odie a mis padres porque pensé que me habían abandonado en la casa de los Dursley, odiaba a todos y cada una de las personas que me rodeaban, me odiaba, durante algún tiempo pensé en matarme para evitar tanto dolor, sin embargo, decidí seguir resistiendo. Si no fuera por la profesora McGonagall las cosas hubieran seguido igual de mal, en algún momento no habría resistido más.

—Harry, mi muchacho, trate de hacer lo mejor para todos, eran tiempo difíciles. —dijo Dumbledore devastado mirándolo a los ojos. Harry entrecerró los ojos, no le soltó la mirada en ningún momento.

—No, no puedo aceptarlo, con intención o no, arruino mi vida y la hizo miserable.

—Espero que algún día puedas entender que trate de hacer lo mejor por y para todos. —dijo bajando la vista. Harry le comenzó a temblar la mano izquierda, apretó fuertemente su varita.

— ¡¿Por qué?! —grito enojado, Albus levanto la vista sorprendido— ¿Por qué simplemente no pide disculpas y acepta que arruino mi vida? ¿Por qué? —Dumbledore no dijo nada solo miró al muchacho sin decir nada. Harry se dio cuenta de lo que pasaban por los ojos del anciano— No lo va a hacer. —dijo sarcásticamente— No lo va a hacer porque no lo cree, lo único que hace es justificarse. —Dumbledore abrió grande los ojos aun sorprendido, Harry hizo una risa irónica viendo la cara de sorpresa del anciano— Esta tan cegado en sus propias creencias que lo que diga no va a importar, va a seguir creyendo que lo que hizo estuvo todo bien ¿no?, que no se equivocó en sus decisiones y que el resto de las cosas que pasaron fueron meras variables que no estaban previstas en donde usted no tuvo ninguna responsabilidad directa.

Dumbledore siguió callado, solo vio al joven mago agarrar la capa de invisibilidad que estaba tirada en el suelo y este lo volvió a mirar a los ojos.

—A partir de este momento, no quiero que me vuelva a llamarme Harry, solo diríjase a mi como señor Potter o Potter. —Dijo Harry, luego comenzó a caminar hacia la puerta mientras Dumbledore lo seguía con la mirada. Se dio vuelta una y miro fijamente al anciano por última vez— Director, no hay ningún ser omnipotente ni omnipresente que controle el universo y vele por el bien de todos, las personas que se creen eso usualmente terminan perdiéndolo todo por su propia arrogancia y egocentrismo… Director, usted, solo es un hombre como todos, nada más y nada menos.

...

El viejo anciano solo vio como el chico desaparecía tras la capa de invisibilidad, el silencio era aplastante, vio por un momento en el espejo, sonrió tristemente cuando vio reflejado en el espejo el precio que había tenido que pagar en viejas épocas por sus ansias de poder y ganas de cambiar al mundo. Saco su varita y con un movimiento lo hizo desaparecer. Se quedó viendo un momento en donde había estado el espejo y con mirada cansina desapareció con un PLOP.

...

Cuando Harry llego a la sala común, estaba vacía, fue directamente a uno de los sillones, se sentó y sonrío como nunca lo había hecho mientras veía el fuego arder en la chimenea, era la primera vez que se sentía tan bien, sus hombros se sentían más ligeros, su mente estaba más ligera y tranquila, sabía que el dolor no se había ido, todavía había mucho, muchísimo, pero ahora sentía que era más soportable todo.

...

Los días pasaron, Harry con una sonrisa en sus labios volvió a leer lo que había encontrado.

El antiguo estudio de la alquimia está relacionado con el descubrimiento de la Piedra Filosofal, una sustancia legendaria que tiene poderes asombrosos. La piedra puede transformar cualquier metal en oro puro. También produce el Elixir de la Vida, que hace inmortal al que lo bebe. Se ha hablado mucho de la Piedra Filosofal a través de los siglos, pero la única Piedra que existe actualmente pertenece al señor Nicolás Flamel, el notable alquimista y amante de la ópera. El señor Flamel, que cumplió seiscientos sesenta y cinco años el año pasado, lleva una vida tranquila en Devon con su esposa Perenela (de seiscientos cincuenta y ocho años).

Al fin tenía la respuesta que buscaba. El misterio estaba completo. Ya no faltaba ninguna pieza, excepto Quirrell.

Año nuevo llego, Harry lo recibió junto con McGonagall, todavía se sentía raro el cambio, de no festejar nunca nada con nadie, a estar acompañado con alguien que quería.

—Harry, ¿pasa algo? Estás muy callado. —preguntó algo preocupada.

—No, solo estaba pensando.

—¿En qué?

—En que soy muy afortunado de haberte conocido. —dijo con una sonrisa sincera que nunca había visto Minerva. Con algo de sorpresa inicial, McGonagall también sonrío.

—No es necesario que digas eso.

—Sí, si lo es, nunca voy a poder agradecerte lo suficiente todo lo que hiciste por mí hasta ahora.

—Harry de verdad no es necesario que lo digas.

—Pero es necesario para mí que lo sepas, gracias Minnie. —Minerva sonrió y lo abrazo, él le devolvió el gesto, a pesar de todo, el año término de la mejor forma.


— ¿Por qué pasas tanto tiempo con Potter? —preguntó Tracy Davis mientras viajaba junto con Daphne en el Expreso de Hogwarts.

— ¿Perdón? —contestó mirándola después de salir de su nube de pensamientos mientras miraba el horizonte.

— ¿Por qué pasas tanto tiempo con Potter? Es un Gryffindor y tú una Slytherin. —volvió a preguntar.

—Porque es una buena persona. —dijo sencillamente todavía con cara de distraída.

—Daphne, no te entiendo, soy tu amiga, podrías ser más específica. —Daphne solo suspiro resignada.

—Harry es una buena persona, es amable, talentoso, humilde, leal y siempre cuida a quienes señala como sus amigos —Tracy la miro sin entender, Daphne se rio —. Él es el típico Gryffindor honorable y valiente. —volvió a decir sencillamente.

— ¿Cómo estás tan segura que no te va a traicionar y dejarte por los de su propia casa cuando llegue el momento? —cuestionó no muy convencida.

—Porque…, confió en él. —Tracy levanto una ceja— Tracy no sé si lo vas a entender o no, Harry es una persona diferente, él forma sus propias ideas, a él no le importa que yo sea de Slytherin o de Gryffindor, él lo único que quiere es una persona en quien poder contar, que sea real y sincera con él, no conozco todo su pasado, pero estoy segura que le pasaron muchas cosas malas que lo hicieron ser así.

Tracy suspiro y miro los ojos de decisión de su amiga.

—Está bien, Daphne, te creo, ¿cómo fue que comenzaron a ser amigos?

—Comenzó cuándo…


Harry estaba en la puerta del colegio a lo lejos vio las carrozas que venían de la estación de Hogsmeade. Cuando bajo, fue recibida con una sonrisa sincera y muy dulce, nunca lo había visto sonreír de esa forma. Al ver la expresión de su amigo se sorprendió, un sonrojo y un calor las mejillas apareció en su cara. Se sintió rara, se sintió ligera, vio en cámara lenta como Harry se acercaba.

— ¿Cómo pasaste estos días lejos de Hogwarts? —preguntó Harry, mientras ella de un golpe volvió al mundo real.

— ¿Q-q-qué? —dijo nerviosa sin entender lo que había pasado.

— ¿Qué cómo pasaste estos días lejos de Hogwarts? —volvió a preguntar. Daphne suspiro y se relajó.

—Ah, bien, bien, Astoria te manda saludos.

—Me alegro, ¿entramos?, no creo que quieras quedar con este frio afuera, ¿no?

—No, vamos. —respiró profundamente para poder serenarse. Miro la pulsera en su muñeca derecha. —(¿Qué fue lo que paso recién?). —pensó confundida.

Ambos entraron y fueron hasta el gran comedor, se sentaron en el mismo lugar de siempre y con una taza de chocolate caliente Daphne empezó.

— ¿Te paso algo durante esta navidad Harry?, parece como si estuvieras mejor, más feliz. —preguntó mirándolo, por suerte había logrado controlarse.

—Sí, me siento mejor, se podría decir que pude liberar mucho de lo que tenía adentro. —dijo con una sonrisa. Ella le sonrió, prefirió guardar silencio, le resultaba raro verlo así, pero se alegraba que ahora se sintiese mejor.

—Entonces, ¿qué sabemos? —preguntó Daphne para comenzar a ordenar las ideas.

—Sabemos que Nicolás Flamel creó la piedra filosofal, puede transformar cualquier metal en oro puro y también permite hacer el Elixir de la Vida, que hace inmortal al que lo bebe. Esta escondida en el tercer piso, la entrada es una trampilla que está protegida bajo un cerbero, es un perro de 3 cabezas de 3 metros. No sabemos si hay más trampas o protecciones hasta la piedra. Quirrell está poseído por algo o alguien y está muriendo, en Samhain metió un Troll de las montañas a la escuela, presumiblemente, para distraer a todos y robar la piedra, pero no lo logro. Él quiere la piedra para su maestro, pero no sabemos quién ni que es. Sabemos que Quirrell va a intentar robar la piedra de noche mientras todos duermen y solamente si el director no está en el castillo.

—Bien, ¿se te ocurrió algún plan?

—Sí, sabemos que si Dumbledore abandona el castillo entonces tenemos que avisar a algún profesor del peligro, sino no nos hace caso, entonces vamos a tener que asaltar el tercer piso nosotros por la noche para proteger la piedra.

—Pero, ¿cómo vamos a ir al tercer piso de noche? —preguntó dudosa. Harry se paro.

—Ven conmigo.

Ambos fueron hasta un salón vacío y Harry saco su capa.

—Esta era la capa de invisibilidad de mi padre, alguien me la dio en navidad. —dijo mostrándosela y después poniéndosela.

—Es genial. —dijo asombrada. Harry se sacó la capa, la guardo.

Como buena Slytherin que era, sabía que siempre había que tratar de tener un plan y tener la mayor cantidad de posibles eventualidades previstas, rio ante un pensamiento que cruzo por su cabeza, le estaba pegando esa forma de ser a Harry.

Pero ahora otro problema paso por su mente, algo que la hacía sentir realmente rara y nerviosa, cuando lo vio sonreírle se sintió extraña, rara, no sabía cómo explicarlo, sus mejillas ardieron en ese momento y la hizo sentirse muy nerviosa, algo estaba pasando dentro de su cabeza y la estaba asustando.