Año II
Capítulo XIV
El único deseo es aprender
—DIALOGO NORMAL—
—(PENSAMIENTO)—
—"PARSEL"—
El castillo, para alegría de los muchos elfos que trabajaban en el lugar, estaba nuevamente repleto de vida gracias a los estudiantes que vivían ahí durante el ciclo lectivo, los profesores volvían a sus rutinas habituales que, aunque muchas veces se quejasen de los problemas, les daba una razón para continuar ejerciendo sus profesiones.
Daphne y Harry abandonaron juntos el castillo, cruzaron la huerta por el camino externo en la parte de atrás de la fortificación y se encaminaron a los invernaderos donde crecían las plantas mágicas, que luego eran cultivadas por la Profesora Sprout.
Al divisar los invernaderos, vieron que todo el mundo estaba esperando en la entrada a la educadora. Harry y Daphne acababan de llegar cuando vieron a Gilderoy Lockhart acercarse con paso decidido desde la explanada. La Profesora Sprout llevaba un montón de vendas en los brazos.
La profesora Sprout era una bruja de estatura pequeña y rechoncha que llevaba un sombrero remendado sobre una cabellera suelta y grisácea. Generalmente sus ropas siempre estaban manchadas de tierra, ya que siempre estaba trabajando con las plantas. Gilderoy Lockhart, a diferencia de la trabajadora profesora, iba inmaculado con su túnica amplia color turquesa y su pelo dorado que brillaba bajo un sombrero igualmente turquesa con ribetes de oro, perfectamente colocado.
—Profesora Sprout, ¿está bien? —preguntó Harry mirando los vendajes.
—Sí, querido, gracias por preguntar, solo fue un inci…
— ¡Hola, que hay! —saludó Gilderoy Lockhart con una sonrisa interrumpiendo a la profesora Sprout que lo miro con molestia —. Estuve explicando a la Profesora Sprout como hay que cuidar a las Tentáculas Venenosas, para evitar esas heridas. ¡Pero no quiero que piensen que se mas que ella de botánica! Lo que pasa es que en mis viajes me encontré con varias plantas exóticas…
—La Tentácula Venenosa no es una planta exótica, se la encuentra en todas partes del mundo. —dijo Daphne interrumpiendo con la ceja levantada mientras que Sprout miro a su alumna con una sonrisa cómplice. Lockhart se quedo sin palabras sorprendido con la boca ligeramente abierta.
—Hoy vamos a ir al invernadero número 3, así que todos, síganme. —habló la Profesora todavía con una sonrisa de victoria, lo cual a pesar del disgusto de hace un momento, que no concordaba para nada con su humor habitual, todavía mantenía su alegría que la caracterizaba.
Se escucho mucho interés en todos los alumnos. Hasta entonces solo habían ido al invernadero número 1, que tenia plantas relativamente comunes y que no poseían ninguna peligrosidad. En cambio el invernadero numero 3 había plantas mucho más interesante y peligrosas. La Profesora Sprout saco un gran llavero de su cinto y comenzó a rebuscar entre las distintas llaves hasta que encontró la que buscaba y abrió la puerta. Un gran olor de tierra húmeda y abono mezclado con el intenso aroma de flores gigantes invadió las fosas nasales de todos. Harry se disponía a entrar junto con Daphne hasta que sintió un brazo que lo detenía.
—Harry, me gustaría hablar contigo… Profesora Sprout, ¿no le molestaría que retenga a Harry unos minutos?
—Solo un momento, el Señor Potter tiene buenas calificaciones en mi clase no me gustaría que eso cambiase. —dijo visiblemente molesta cerrando la puerta del invernadero.
—Harry —habló Lockhart con sus relucientes dientes brillando con el sol de la mañana—. Harry, Harry, Harry.
Harry no dijo nada solo se quedo viendo a Lockhart con seriedad, no tenía ninguna idea de lo que el egocéntrico profesor se refería. Lockhart continúo.
—El espectáculo que diste hoy aceptando una foto y dando un autógrafo de un fan, para después dar un espectáculo de magia complemente pura, haciendo temblar, mesas, sillas, vasos y hasta hacer levitar la bebida de estos y solo con una mirada seria, sin lugar a duda me haces acordar a mi mismo cuando tenía tu edad.
Harry no dijo nada, respiro hondo y cuando estaba por decir algo, Lockhart volvió a hablar.
—Te pegue el gusanito de la publicidad, ¿no? —en la cara de Harry apareció un tic en el ojo —. Le encontraste el gusto a eso, desde que nos vimos en Fluorish y Botts y nos convertimos en primera plana del diario no pudiste resistirte a salir de nuevo, ¿eh? —dijo Lockhart con una sonrisa de complicidad. En Harry era visible una mueca de molestia y el tic en el ojo que ya tenía.
—No, profesor, no busco nada de eso porque…
—Harry, Harry, Harry —interrumpió Lockhart sin dejar de terminar de hablar a Harry —, Lo entiendo, es natural querer probar un poco mas una vez que uno le agarro el gusto. Y me da mucha vergüenza a mi mismo por habértelo hecho probar, porque es lógico que se te subiera a la cabeza. Pero, Harry, no puedes ir liberando tu magia en todos lados solo para demostrar lo genial que somos algunas personas como nosotros, ¿si? Ya vas a tener tiempo para estas cosas cuando seas más grande. Si, si, ya sé lo que seguramente estas pensando: ¡Es muy fácil para él, siendo ya un mago reconocido y de fama internacional! Pero cuando yo tenía doce años era tan poco importante como tú ahora. ¡De hecho, creo que era menos importante! Quiero decir que hay gente que escucho hablar de ti, ¿no?, por todo el asunto con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado —Lockhart miro fijamente la cicatriz que tenia Harry en la frente —. Ya sé, ya sé, no es tanto como ganar cinco veces seguidas el Premio a la Sonrisa más Encantadora, concedido por la revista Corazón de Bruja, como hice yo, pero por algo hay que empezar.
Desde dentro de los invernaderos los vidrios comenzaron a temblar violentamente, la Profesora Sprout miraba consternada lo que estaba pasando al igual que los demás alumnos pero estos con miedo visible en sus caras. Daphne rápidamente se acerco a la Profesora Sprout y le llamo la atención. Pomona miro a la chica que le hizo una seña con la mano para decirle algo al oído.
—Creo que deberíamos ir a buscar a Harry, algo debe estar pasando con Lockhart. —le dijo en voz baja en el oído.
Pomona rápidamente camino hasta la puerta y la abrió, Lockhart se estaba marchando y Harry miraba intranquilo al profesor mientras se iba. La Profesora Sprout se puso a su altura e hizo que la mirara.
—Harry, ¿estás bien? ¿Paso algo con Lockhart? —preguntó Sprout
—Comparo la muerte de mis padres con el concurso de la sonrisa más encantadora y dijo que lo suyo era más importante. —respondió Harry con la mirada perdida.
—No le prestes atención a lo que dice, él no entiende nada de lo que paso ese día, ¿si, cariño? —dijo Pomona con una sonrisa.
Harry se relajo con un suspiro profundo y ambos entraron de nuevo al invernadero. Harry se puso al lado de Daphne y la clase comenzó. La profesora Sprout se puso en el centro del invernadero, detrás de una mesa, esta había unas veinte orejeras.
—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora? —Harry levanto la mano —. Potter.
—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz —dijo Harry con simpleza. —, se utiliza para hacer una poción para volver a la normalidad a gente que esta petrificada.
—Excelente, diez puntos para Gryffindor. La mandrágora es un elemento esencial para muchos antídotos, sin embargo es extremadamente peligrosa, ¿Alguien me puede decir por qué? —esta vez Daphne fue la que levanto la mano —. Greengrass. —dijo Sprout en voz alta.
—El llanto de mandrágora es fatal para quien lo escuche. —dijo con simpleza.
—Perfecto. Diez puntos para Slytherin —dijo alegremente. Daphne miro de reojo a Harry que tenía una sonrisa divertida en el rostro. Ella también sonrió —. Bueno, las mandrágoras que tenemos en este invernadero son todavía muy jóvenes para tener un llanto mortal. Sin embargo, si lo llegan a escuchar sin lugar a dudas los va a noquear.
Mientras hablaba la Profesora Sprout señalo una fila de bandejas hondas y todos se acercaron para ver mejor lo que señalaba. Una gran cantidad de plantas pequeñas con hojas de color verde violáceo crecían todas en perfecta fila.
—Pónganse orejeras cada uno, fíjense que estén bien colocadas y no se las quiten por nada del mundo —dijo Pomona seriamente. —, cuando levante el pulgar se las van a poder quitar.
Hubo algunos forcejeos por parte de algunos estudiantes para evitar las orejeras color rosado o de peluche. Pero al final Harry tuvo que agarrar una color rosa chicle iguales a las de muchas de las chicas. Cuando se acerco a de nuevo a su lugar, Daphne lo miraba.
—Lindas orejeras. —dijo Daphne divertida.
—No digas nada. —respondió inflando los cachetes para después liberar el aire.
Daphne se mordió el dedo tratando de contener la risa.
—Pónganse las orejeras. —dijo las Profesora Sprout.
Todos se las pusieron rápidamente insonorizando completamente sus oídos. La profesora Sprout se puso unas de color rosa, se arremango la túnica, agarro firmemente una de las plantas por el tallo y con fuerza la sacó de la tierra.
Harry abrió grandes los ojos, en lugar de raíces un bebe recién nacido apareció de la planta, era pequeño, estaba cubierto de tierra y barro y era extremadamente feo. La profesora saco de debajo de la mesa una maseta más grande y puso dentro la planta. La cubrió de tierra y abono solo dejando visibles las hojas en la superficie. Levanto el pulgar y todos se sacaron las orejeras.
—Bien ahora todos van a hacer lo mismo, cuatro por bandeja, acuérdense de tener las orejeras bien puestas, si no van a estar inconscientes unas cuantas horas.
—Neville, ¿te gustaría estar con nosotros? —preguntó Harry mirándolo con una sonrisa. Neville abrió grande los ojos y asintió enérgicamente.
— ¿Puedo estar con ustedes? —preguntó Tracey Davis acercándose a Daphne.
—Por supuesto, ¿no, Harry? —dijo mirando a Harry.
Harry hizo una cara de asombro e indignación mezclado con un toque de diversión.
—Gryffindor y Slytherin trabajando juntos, ¿pero qué clase de alta traición es esta? —comento para después reírse.
Los cuatro se rieron ante la incrédula mirada del resto de los alumnos y la divertida mirada de Sprout.
—Las orejeras, todos. —dijo Sprout levantando la voz.
Todos rápidamente se pusieron las orejeras, anulando toda posibilidad de charlar. A las mandrágoras no les gustaba salir de la tierra, pero tampoco parecía que quisieran volver a ella.
Se retorcían, pataleaban, sacudían sus pequeños puños y rechinaban los dientes. Con gran maestría Neville agarro la planta ante la mirada sorprendida de sus compañeros y rápidamente la sacó de la tierra y la puso en la maseta que había sacado Tracey, mientras que Harry y Daphne rápidamente echaban tierra y abono dentro.
Al final de la clase estaban todos completamente exhaustos, Harry y Daphne volvieron al castillo y con un sencillo hechizo de limpieza, quedaron completamente limpios. Harry se sacó el porta varita de su antebrazo izquierdo para luego comenzar a masajearse el musculo.
— ¿Qué paso con Lockhart antes de Herbología? —preguntó Daphne mirándolo, Harry desvió la mirada y miro al cielo mientras se sentaba en uno de los bancos que había en el patio interno del castillo, ella se sentó a su lado.
—Comparo sus concursos de la sonrisa más deslumbrante o algo así, con lo que paso cuando Voldemort me hizo la cicatriz y mato a mamá y papá. —dijo visiblemente molesto.
—Lockhart es un idiota si dijo eso, no le hagas caso. No vale la pena que te enojes por la idiotez de los demás. —comentó Daphne mirando a su amigo a los ojos con una sonrisa.
—Ya sé, pero es tan difícil, me enoja tanto. —dijo molesto.
—Harry, ¿pasa algo? Antes las cosas no te afectaban tanto, hoy siendo el primer día, te enojaste dos veces y en una sola mañana.
—Perdón Daph, es solo que tengo muchas cosas en la cabeza. —respondió Harry con mirada cansada.
— ¿Quieres hablar de eso? —preguntó Daphne preocupada.
—No, estoy bien, solo tengo que relajarme, antes que termine convirtiendo a Weasley en puré de calabaza. —dijo divertido.
—O hundas el castillo y a todos con él. —respondió riéndose.
—Ja, ja, muy graciosa —dijo sarcástico, pero sin perder la diversión—, ¿qué tenemos en la tarde?
—Defensa Contra Las Artes Oscuras. —dijo con algo de miedo ante la reacción de su amigo. Harry suspiro audiblemente.
—Este va a ser un día muy largo.
Cuando termino el almuerzo Daphne y Harry caminaban lentamente con dirección al salón que tenía asignado Lockhart para poder impartir Defensa Contra Las Artes Oscuras. El día se había nublado y amenazaba con comenzar a llover. Caminaban pacíficamente sin que nada los molestase.
—Entonces Astoria iba corriendo y…
— ¡Eres un idiota, Malfoy! —se escuchó casi gritando a Ron Weasley junto con Dean Thomas y Seamus Finnigan.
—No molestes, Weasley, no me quiero juntar con los de tu calaña. —respondió Malfoy junto con Crabbe y Goyle a sus costados.
Harry suspiro audiblemente. Y miro a Daphne que negaba con la cabeza la idiotez de sus compañeros. Ambos pasaron caminando sin prestar atención a la pelea de ambos.
— ¿No vas a ayudar, Potter? —preguntó Seamus mirándolo. Harry se dio vuelta y los miro un momento, primero su vista se fijó en Weasley que lo veía enojado y con toda la cara del mismo color que su pelo y después miro a Malfoy que estaba serio.
—No, no me interesa meterme en una pelea, y, diría más, seguramente es una pelea sin sentido. —dijo Harry dándose vuelta y comenzando a caminar nuevamente.
—Deberías ser como Potter, Weasley, y dejar de ser un fastidio. —hablo Malfoy.
—No me metas, Malfoy. —volvió a hablar casi en un grito Harry mientras se alejaba.
Llegaron finalmente al aula de Lockhart, ambos se sentaron al final del salón, Harry estaba cubierto por los 7 libros de Lockhart de forma que no podía contemplar al verdadero en carne y hueso.
Al poco tiempo el resto de la clase entró ruidosamente y se sentaron en distintos lugares expectantes de cómo iba a ser la nueva clase con el famoso profesor.
Cuando estuvieron todos sentados, Lockhart carraspeo llamando la atención de todos y pidió silencio con la mano. El silencio reino en todo el salón. Se acercó a la primera mesa que había cerca y agarro la copia de Recorridos con trolls y lo levanto mostrando la portada en donde aparecía una foto de él mismo guiñando el ojo.
—Yo —dijo audiblemente —, soy Gideroy Lockhart, Caballero de la Orden de Merlín, de tercera clase, Miembro honorario de la Liga para la Defensa Contra Las Artes Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del premio a la sonrisa más encantadora —Harry bufo molesto. —, de la revista Corazón de Bruja, pero no quiero hablar de eso. ¡No fue con mi sonrisa que me libere de la banshee que predecía mi muerte!
Espero que se rieran todos, pero solo hubo una sonrisa y nada más.
—Veo que todos compraron mis obras completas, bien. Creo que deberíamos empezar con un pequeño test, ¿Qué les parece?, no se preocupen estoy seguro que todos leyeron mis libros, solo es para ver que tanto saben y si asimilaron toda la información… —comenzó a entregar a todas las hojas con las preguntas y cuando volvió a la parte delantera del salón dijo —. Tiene treinta minutos para terminar… ¡Ya!
Harry miro el papel y leyó:
1. ¿Cuál es el color favorito de Gilderoy Lockhart?
2. ¿Cuál es la ambición secreta de Gilderoy Lockhart?
3. ¿Cuál es, en tu opinión, el mayor logro hasta la fecha de Gilderoy Lockhart?
Las preguntas seguían y seguían, a lo largo de tres páginas, en un total de 54 preguntas, hasta:
54. ¿Qué día es el cumpleaños de Gilderoy Lockhart, y cuál sería su regalo ideal?
Harry miro a Daphne.
—Tiene que ser una broma esto, ¿no? —Daphne lo vio con la misma cara de no entender absolutamente nada de lo que estaba pasando.
Cuando los treinta minutos pasaron, paso por cada mesa llevándose las evaluaciones y sentándose en el escritorio comenzó a leerlas.
—No, no, no, muy pocos se acuerdan que mi color favorito es el lila. Lo digo en Un Año con el Yeti. Y algunos tienen que volver a leer con mayor detenimiento Paseos con los hombres lobo. En el capítulo doce revelo con claridad que mi regalo de cumpleaños ideal sería la armonía entre las comunidades mágica y no mágica. ¡Aunque tampoco le haría ascos a una botella mágnum de whisky envejecido de Ogden!
Les guiño con el ojo de forma picara. En el primer banco Dean Thomas, Seamus Finnigan y Ron Weasley contenían las risas prácticamente en forma de convulsiones erráticas. Por el contrario, había otros alumnos sobre todo alumnas que miraban completamente hipnotizadas y abstraídas de todo por la sonrisa reluciente de Lockhart. Harry miro a Daphne que miraba aburrida la clase.
—La verdad estoy profundamente decepcionado del señor Potter —cuando Harry escucho decir esto, todo el mundo se giró a verlo, él lentamente giro la cabeza y los vio a todos. Rogo por Merlín, Morgana, los fundadores y a todos los grandes magos que existieron que Lockhart no dijera nada más —, la verdad creía que era tu modelo a seguir Harry, estoy decepcionado que no hayas leído nada, te creía un alumno más aplicado…
El cerebro de Harry se desconectó del discurso que le estaba dando Lockhart, sintió que la mano de Daphne se posó en la suya.
—No lo escuches —dijo Daphne, mirándolo a los ojos —, no lo escuches. —volvió a repetir. Harry asintió.
Lockhart termino con el discurso y de debajo de su escritorio saco una jaula que estaba cubierta con una funda, todos miraron interesados lo que pasaba.
—Ahora, cuidado, es mi misión como profesor, dotarlos de todos los conocimientos para que puedan defenderse de las horrendas criaturas que existen en el mundo. Puede ser que mientras estén en esta aula tengan que enfrentarse a las cosas que más temen. Pero no se preocupen mientras esté acá no les va a pasar nada malo. Todo lo que pido es que se mantengan en calma y tranquilos.
En contra de lo que Harry se había propuesto, miro la jaula sintió no una sino al menos cincuenta presencias dentro. Lockhart puso la mano sobre la funda, Dean, Seamus y Ron habían dejado de reír. Neville esta asustadizo en la fila de adelante y no se atrevía a mirar por mucho tiempo la jaula.
—Tengo que pedirles que no griten —dijo Lockhart en voz baja —, Podrían enfurecerse. —dijo rápidamente sacando la funda con la misma velocidad de sus palabras.
Todos contuvieron la respiración.
—Sí —dijo tratando de sonar dramático, como si estuviera en una obra de teatro —, Duendecitos de Cornualles recién cazados.
Seamus no puedo contenerse más y comenzó a reírse.
— ¿Sí? —preguntó Lockhart molesto.
—Bueno, no son…, muy peligrosos, ¿no? —respondió Seamus con dificultad tratando de no reírse nuevamente.
— ¡No estés tan seguro, señor Finnigan! —dijo señalándolo con el dedo de forma acusatoria. —. ¡Son unos seres endemoniadamente engañosos! —Harry miro toda la escena con una ceja levantada.
— (No va a hacer lo que creo que va a hacer, ¿no?, no puede ser tan idiota). —pensó por un momento.
Los duendecitos de Cornualles eran de color azul eléctrico, median 20 centímetros de alto, con cabezas afiladas y voces aguadas y estridentes, era como escuchar a muchos enanitos discutir al mismo tiempo. Cuando Lockhart saco la funda todos comenzaron a golpear los barrotes de la jaula intentando escapar y haciendo muecas a los que tenían adelante.
—Está bien —Dijo en voz alta Lockhart —, vamos a ver lo que pueden hacer.
— (No puede ser, lo va a hacer, es un idiota). —pensó Harry mientras veía como abrían la jaula.
El infierno se desato en todo el salón, Harry tenía cara de completo asombro, nadie podía ser tan idiota. Los duendecitos salieron disparados como pequeños misiles hacia todos lados. Dos agarraron a Neville de las orejas y lo alzaron en el aire. Algunos atravesaron las ventanas escapando llenando todo el lugar de vidrios.
El resto de la clase comenzó a huir en todas direcciones tratando de escapar de los duendecitos y sus destrozos. Agarraron los papeles destruyéndolos, libros volaban por el aire, tinteros eran tirados por toda el aula rociando a quien estuviese a tiro para mancharlo con tinta. Al cabo de unos minutos casi toda la clase se escondieron bajo las mesas tratando de encontrar protección de aquellas irritantes bestias. Daphne miraba hacia todos lados tratando de esquivar cualquier cosa que fuese en esa dirección, miro a Harry que estaba completamente anonado.
—Es un idiota. —dijo en voz baja pero claramente audible para su amiga.
—Vamos, son solo duendecitos, rodéenlos y atrápenlos —gritó Lockhart esquivando un proyectil, se remango su túnica, saco su varita y dijo —. ¡Peskipiski Pestenomi!
No sirvió de nada, los duendecitos le sacaron la varita y la tiraron por la ventana. Harry negó con la cabeza, suspiro, agarro de la mano a Daphne y ambos se pararon. Harry la puso detrás suyo, saco su varita y casi en un grito dijo.
—IMMOBULUS.
De su varita y ante la vista de todos salió un rayo azul que golpeo a uno de los seres y se extendió entre todos los duendecitos. Todos hicieron un silencio sepulcral nada se movía ni nadie dijo absolutamente nada. De un movimiento de varita hizo que todos los duendes volvieran a la jaula.
—Daphne, ayúdame a bajar a Neville. —dijo sin expresar ninguna emoción. Daphne asintió. Ambos se pusieron delante de Neville.
—Wingadium Leviosa. —dijeron ambos y lentamente con delicadeza bajaron a Neville.
Harry se agacho y agarro una de las evaluaciones que les había tomado Lockhart la doblo y la guardo en el bolsillo de su túnica.
—Excelente señor Potter, yo…
— ¡CALLESE! —gritó Harry, levanto la cabeza y lo miro enojado y fijamente —. ¡No puedo creer que se le ocurra enseñar y no saber hacer un simple hechizo!, ¡¿Acaso eres inútil o qué?!, ¡Primero sueltas toda esa sarta de estupideces de que yo lo admiro o que quiero ser famoso!, ¡NO ME CONOCES, NO SABES QUIEN SOY, NO SABES NADA DE MI! ¡NINGUNO SABE NADA DE MI! —gritó furioso.
Todas las cosas que estaban alrededor de Harry estaban flotando, se escuchaba como las mesas crujían como si las estuvieran aplastando furiosamente, los vidrios estaban temblando mientras todos miraban a Harry anonadados y con miedo en un silencio asolador.
—Harry, controla tu magia. —dijo Daphne seriamente detrás de él.
—No, estoy harto de esto, estoy harto que no podamos tener un profesor decente en esta materia. —respondió girándose comenzando a caminar hacia la salida.
De un solo movimiento de mano las puertas de la entrada se abrieron de par en par en un golpe duro y seco haciendo que el ruido resonara por los pasillos. Harry salió caminando muy enojado y Daphne salió detrás de él.
—Harry, necesito que te tranquilices. —dijo intentando calmarlo.
— ¿Por qué? —cuestionó molesto.
—Porque si sigues así vas a tener problemas por no controlar tu propia magia. Vamos con McGonagall para contarle lo que paso. —respondió intentando razonar con él. —Harry… —susurro en forma de advertencia.
—Está bien, está bien. Vamos. —respondió derrotado, pero todavía enojado.
Harry y Daphne habían llegado a las puertas de la oficina de la jefa de casa de Gryffindor. Harry había estado reticente de ir a ese lugar. Daphne había tenido que agarrarlo de la mano y prácticamente arrastrarlo para que pudieran llegar a la oficina. La joven bruja, sin soltarle la mano toco la puerta.
—Adelante —se escuchó decir claramente detrás. Ambos entraron, Minerva los vio entrar agarrados de la mano y levanto la ceja —. Harry, Daphne, ¿pasa algo? —preguntó de forma inquisitiva y preocupada.
—Sí, profesora, paso algo en la clase de Lockhart y Harry tiene que decirle algo.
— ¿Q-q-qué paso? —preguntó temerosa de escuchar la respuesta.
Daphne saco la hoja de la túnica de Harry y se la dio.
—Esa fue la evaluación que nos tomó al inicio de la clase, después libero una bandada de Duendecitos de Cornualles e hicieron un destrozo en toda la clase. Harry los detuvo con inmmobilus y los volvió a meter dentro de la jaula de donde Lockhart los había liberado, pero…
— ¿Pero? —volvió a preguntar temerosa.
—Harry… —lo mencionó mirándolo. —Harry… —volvió a mencionarlo, pero esta vez con un tono de advertencia.
—Está bien, está bien, me enoje con Lockhart, le dije que era un inútil, permití que mi magia controlara mis emociones. Ya sé, ya sé, podría haber lastimado a alguien.
McGonagall suspiro y miro a sus alumnos de forma intermitente. Y se concentró en Daphne.
—Bien, Harry, 20 puntos para Gryffindor por resolver la situación, Daphne 20 puntos para Slytherin por avisarle a un profesor lo que ocurrió, puedes ir con el Profesor Snape y avisarle lo que paso. Me alegro que entre ustedes dos, seas la voz de la razón —Harry resoplo —. En cuanto a vos —Dijo mirándolo. —. Quédate y hablemos.
Harry se sentó en la silla que estaba enfrente del escritorio de Minerva. Harry la siguió con la mirada hasta que la vio cómo se cerraba la puerta. Miro a McGonagall que lo miraba esperando a que empezara.
—Me siento raro, confundido.
— ¿A qué te refieres con raro?
—Cuando estoy cerca de Daphne no puedo pensar correctamente, hace que me sienta raro y me siento que mis emociones desde que pasa eso se vuelven más volátiles y hace que me sienta confundido.
— ¿Podrías ser más específico? —preguntó mientras que con una sonrisa miraba a Harry a los ojos.
—Me siento raro cuando estoy con ella, hace un tiempo que estoy rebuscando en mi cabeza lo que me pasa, pero no entiendo. Desde que nos vimos después de lo que paso con mis sueños con Quirrell, me empecé a sentir raro, el cielo me hace acordar a sus ojos. Siento que mi cara se calienta y quema cuando me sonríe. Yo, no sé qué es lo que siento, me confunde, y hace que mi magia se vuelva descontrolada.
McGonagall sonrió de una forma como nunca lo había hecho, sin embargo, eso no evito que mordiera su labio inferior al ver la confusión de su protegido. La falta de amor de una familia y un crecimiento anormal había marcado muy a fondo su personalidad al punto que no podía entender emociones nuevas como estar enamorándose de su mejor amiga.
—Juraría que me estoy enamorando de Daphne —dijo Harry por la ventana, McGonagall se sorprendió. —. Cuando era más chico leí historias, novelas, en donde algunos personajes describían síntomas parecidos a lo que yo tengo y eso es debido que estaban enamorados de alguien y querían formar una pareja con esa persona la cual amaban. Minnie, ¿Vos alguna vez te sentiste así? —preguntó Harry mirando fijamente los ojos de su profesora.
—Si, Harry, cuando era una jovencita de 18 años y trabaja en el Ministerio como te conté, conocí a Dugal McGregor, él era hijo de granjeros muggle, era muy inteligente, lindo y divertido. Me enamore perdidamente de él, ambos nos conocimos y tuvimos una relación muy fuerte hasta me pidió matrimonio. —dijo con una sonrisa melancólica.
— ¿Qué paso?
—Yo quería seguir trabajando en el ministerio y sabía que si me casaba con un muggle mi carrera se iba a terminar permanentemente por el Estatuto Internacional del Secreto, iba a perder mi trabajo y no iba a poder volver a usar magia porque iba a estar limitada a una vida muggle.
—Perdón, no quería que te acordaras de cosas dolorosas.
—No te preocupes Harry, es historia pasada eso, pero te entiendo, yo también me sentí como vos te sentís ahora, también entiendo que te cueste entender tus sentimientos yo estoy seguro que Daphne te quiere mucho, pero creo que tienes que pensar muy bien lo que sientes, no tuviste una vida normal ni mucho menos fácil, no quiero que te lastimes, pero cuando estés seguro de lo que sentís, lo mejor es que se lo digas a Daphne sin miedo, estoy segura que ella te va a decir cómo se siente.
—Entiendo, Minnie, gracias. —dijo levantándose.
—Harry. —lo llamo haciendo que le prestara atención.
— ¿Si?
—Cuando dos personas se aman y forman una pareja, el amor es desinteresado, la comunicación y el afecto mutuo es muy importante, pero siempre respetando las decisiones y lo que el otro siente, Harry las relaciones sin respeto y confianzas terminan de formas desastrosas. Prométeme que si formas una relación con alguien, ya sea Daphne o cualquier otra chica, vas a respetar esto que te estoy diciendo, ¿si?
—Sí, Minnie, te lo prometo. —respondió con una sonrisa.
—Gracias, cualquier inquietud o pregunta que tengas puedes venir a verme, ah, y la Profesora Sprout me dijo lo que paso antes en Herbología. ¿Quieres que les tome los exámenes finales de Defensa Contra las Artes Oscuras y los exima de las clases de Lockhart? —Harry la miro con los ojos bien abiertos.
— ¿Podrías hacer eso? —preguntó ilusionado.
—Sí, voy a hablar con el Profesor Snape y después con Lockhart sobre lo que paso hoy, no te preocupes.
—Gracias Minnie —dijo con una sonrisa —, prométeme que no le vas a decir nada a Daphne de lo que te conté.
—Prometido. —Respondió con una sonrisa y guiñándole el ojo.
