Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es anhanninen, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to anhanninen. I'm only translating with her permission. Thank you, Ashley, for letting me share another one of your stories! :3


Capítulo 9

—Eh... nerviosa. Mis dedos cosquillean.

Sacando un estetoscopio negro de su bolsillo, Edward rápidamente lleva las olivas a sus oídos y apoya el extremo contra mi espalda.

—¿Respiras profundo para mí? —pregunta, y hago todo lo posible, echándole un vistazo a un Emmett de apariencia preocupada—. De nuevo.

Una tos se forma en mi pecho, y me cubro la boca hasta que se pasa. Moviendo el estetoscopio alrededor de mi corazón, él me dice que respire con normalidad antes de alejarse y guardar el instrumento de vuelta en su bolsillo.

—Tienes más fluido de lo que me gustaría en el lado izquierdo, pero creo que podemos controlarlo con unos ajustes a la medicación. ¿Te sientes mareada o con vértigo?

Me encojo de hombros.

—No en realidad... Quizás solo un poco pero no tan mal.

Para ser honesta, no me he sentido super genial en toda la mañana, pero no soy una persona que suele quejarse. El accidente que mató a nuestros padres me dejó con un año de recuperación. Me rompí dos piernas, mi brazo izquierdo, y perdí mi bazo. Carlisle fue un poco agobiante a veces pero se aseguró de que tuviera el mejor cuidado médico—solo un poco demasiado a veces. Desde entonces, intento no quejarme a menos que sea serio.

Lo cual probablemente sea la razón de por qué tuve que casi morir para enterarme de que mi corazón estaba fallando. Tuve, lo que creía que era, una gripe fea pero no paraba de empeorar. Eventualmente, Kate me encontró en el suelo de la cocina, apenas respirando. Fue entonces que Emmett voló a Nueva York, y Carlisle y Esme pronto le siguieron.

Y el resto, bueno, aquí es donde estoy ahora.

—Anoche, ella estaba bastante despejada —dice Emmett—. Fue admitida al principio en la sala de emergencias de Monte Sinai debido al fluido en sus pulmones, y terminó con dos tubos torácicos. ¿Puedo escuchar?

Fulminándolo con la mirada, digo «No. Eres mi hermano ahora mismo, no mi doctor. Teníamos un acuerdo, ¿recuerdas?».

Él levanta sus manos en rendición, permaneciendo en la silla a mi derecha.

—De acuerdo. Tienes razón. —Mirando a Edward, que ha estado observando con una expresión divertida—. Se establecieron reglas antes de que ella aceptara regresar a casa. Solo tengo permitido tomar sus signos vitales y escuchar su pecho una vez al día, y tuve que actualizar mi cocina y comprarle nuevos utensilios. A cambio, ella volvió a casa, yo escogí su doctor, y yo obtengo muffins y galletas ilimitadas. Ella es una gran pastelera.

—¡Oh, mi cartera! —digo, señalándola—. Les traje varios muffins.

—¿Muffins? —Edward pregunta con una sonrisa, mostrando su colección de dientes blancos hermosos, porque claramente él se acerca a la perfección. Qué mal que sea mi doctor. Sacando la pequeña caja blanca, se la ofrezco con una sonrisa y espero que la abra ahora—. Muchas gracias, Bella. Realmente necesito echar un vistazo al menos, y quiero decir, es un buen momento para un aperitivo.

Asiento con una sonrisa mientras él desata el lazo naranja con lunares. Es otoño, así que hay un tema evidente. Él abre la caja, y juro por Dios que hay un brillo en sus ojos mientras saca uno.

—Esto es extremadamente inapropiado —masculla, sacudiendo la cabeza antes de probar un bocado.

—Espero que no te moleste la zanahoria; es mi favorita. Em come lo que sea, pero le gustan las especias. Usualmente me llama varias veces al año y me ruega que le haga varias bandejas. Incluso los congela. —Me río, y Emmett asiente, luciendo orgulloso.

—Un hombre tiene necesidades —dice—. Pero te advierto, Masen. Son adictivos y jodidamente malos para ti, así que necesitarás añadir varios kilómetros a tus corridas y ser más duro en el gimnasio.

Con la mirada solo en el muffin, el Dr. Leñador da otro mordisco y gime. Siento el sonrojo regresar con toda su fuerza y tengo que apartar la mirada.

—Lo vale —masculla—. Vamos a tener que deshacernos de estos porque tengo alrededor de seis mujeres afuera de este cuarto que se destrozarán por esto. Y me uniré a ellas.

Pero el alivio temporal no dura mucho, desafortunadamente. Una vez que termina, se sienta de vuelta en el taburete y gira hacia un monitor unido a una montura de metal.

Debería haber traído más muffins para una distracción más larga. La próxima vez...