Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es anhanninen, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to anhanninen. I'm only translating with her permission. Thank you, Ashley, for letting me share another one of your stories! :3
Capítulo 24
Hamilton se encuentra en mi cama, observándome lanzar prendas por todos lados mientras intento encontrar algo qué vestir. No debería vestirme muy elegante ya que no es una cita, pero he estado viviendo en sudaderas y no quiero lucir desaliñada frente a él. Unos jeans funcionan, pero no puedo elegir una blusa. Tengo tres camisas y dos sudaderas, alrededor de Hamilton en mi cama.
—¿Cuál, amigo? —pregunto, y él simplemente maúlla. Es adorable pero no ayuda mucho. Entonces, su garra se mueve hacia la sudadera verde que compré en Gettysburg un año atrás—. De acuerdo, eso podría funcionar.
La coloco sobre mi blusa y me miro al espejo. No es nada elegante, pero luzco lo suficientemente decente. Luzco relajada pero lejos de estar desaliñada—mayormente porque al fin lavé mi cabello, y no está en un rodete desordenado por primera vez en una semana.
Rasco debajo de la barbilla de Hammy, diciéndole que es un buen chico antes de ir al baño para maquillarme un poco. Lo mantengo simple pero me aseguro de cubrir los círculos oscuros bajo mis ojos. Me ha costado dormir. No puedo acostarme sin tener problemas para respirar debido al fluido. Toso lo que parece ser toda la noche, simplemente tratando de respirar bien.
Es incluso peor que no pueda beber cafeína.
Después de considerar que estoy suficientemente bien, inicia la espera. Termino a las tres treinta, así que simplemente me siento en el sofá con Hamilton y miro un poco de Stranger Things. Cuando veo a la camioneta de Edward aparcar en la entrada, rápidamente coloco el programa en el episodio que Emmett y yo lo dejamos así no piensa que lo miré sin él, y entonces casi corro a la puerta mientras él se acerca.
Se encuentra parado allí, sonriendo torcidamente mientras yo me muerdo el labio.
—Luces hermosa, Bella.
Puedo sentir como me sonrojo casi al instante mientras lo observo. Su camisa de franela es azul y verde con una camiseta blanca debajo, y tiene puesto otro par de jeans oscuros, los cuales lucen perfectamente usados. Tiene las mangas enrolladas, mostrando sus brazos perfectamente esculpidos, y prácticamente me convierto en un charco de baba.
Esta amistad va a ser difícil de mantener.
—Gracias —digo, cerrando la puerta detrás de mí—. Tú luces bastante apuesto.
—Visto lo mismo casi todos los días, pero gracias. —Se ríe, llevándome hacia la puerta del pasajero de su camioneta. La abre para mí, y entonces toma mis caderas, levantándome mientras suelto un chillido en sorpresa—. Lo siento. Parecía que te vendría bien un poco de ayuda.
Sonrío tímidamente.
—Está bien. Gracias.
Él se sube, y comenzamos nuestro viaje a las afueras del pueblo. Él debió volar hasta aquí la otra noche porque parece que nos lleva más de diez minutos llegar a una pequeña cabaña en el bosque. Tiene un amplio porche a lo largo de la casa con dos sillas mecedoras. Encaja con Edward a la perfección. Cuando ingresamos, estoy asombrada con el estilo. Es mucho más moderno, amplio con una escalera hacia un ático. Toda la madera es oscura, y la cocina posee encimeras y electrodomésticos negros. Tiene un sofá de cuero oscuro que mira hacia un enorme televisor en la sala, y una pequeña oficina en el otro rincón.
—Tu casa es hermosa —digo, entrando a la cocina con él y sentándome en un banco frente a la barra.
—Solía ser la cabaña de pesca de mi abuelo, pero me la dejó cuando falleció. Mantuve el exterior intacto pero rehice todo el interior obviamente. Estoy contento de que te guste.
—¿No creciste alrededor de Forks, no?
Él sacude la cabeza mientras saca los ingredientes del refrigerador.
—No, en Chicago, pero vine aquí varias veces con él de niño. Supongo que con tus habilidades para hornear, querrás ayudarme a cocinar, a menos que no quieras, en tal caso siéntete libre de echar un vistazo alrededor o encontrar algo en el televisor.
—No, me encantaría ayudar. —Sonrío, acercándome para ver qué está sacando. Los bifes marinando lucen increíbles, y él ya ha preparado la salsa Alfredo—. Luces bastante preparado, honestamente. ¿Qué puedo hacer?
—¿Hervir el fetuccini y preparar una buena ensalada mientras yo aso? —pregunta.
Asiento, abriendo el refrigerador para ver todo lo que él tiene mientras se dirige al patio trasero.
—Gracias —digo—. Emmett… me trata como si apenas debería moverme. Él incluso ha comenzado a preparar comida así yo no tengo que hacerlo. Es bonito que me hayas incluido.
Él baja el plato, sonriendo suavemente mientras regresa a mí. Su mano toca mi mejilla y mi piel vibra.
—No eres inútil, preciosa. Aprecio que me ayudes, de hecho.
Quiero besarlo.
Quiero pararme de puntitas de pie y tomar sus labios, fundiéndome en el glorioso beso que estoy segura que él da. Él podría hacerme sentir normal. Ya ha comenzado a hacerlo. Todo lo que tengo que hacer es jalarlo hacia mí, y podría mostrarle lo mucho que esto significa para mí.
Pero no lo hago.
Simplemente le sonrío y le agradezco una vez más.
Él solo sonríe, manteniendo su mano por un momento antes de dejarla caer lentamente, dejando una caricia en mi piel.
Mierda. Debería haberlo besado.
