Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es anhanninen, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to anhanninen. I'm only translating with her permission. Thank you, Ashley, for letting me share another one of your stories! :3


Capítulo 33

Siento pánico ante la idea de enamorarme de Edward. Se encuentra en mi mente por días mientras sigo con mi semana, y no puedo evitar pensar que está mal que me enamore ahora mismo. Por supuesto, él podría no sentir lo mismo, y una gran parte de mí espera que no lo haga, pero es injusto para él si lo hace. Probablemente me vaya a morir. Incluso si consigo un corazón, las posibilidades de que viva una larga vida son pequeñas. Podría rechazarlo en cualquier momento y aún así morir joven, así que no debería hacer pasar por eso a nadie si no tengo que hacerlo.

Es injusto.

Conozco a la muerte de cerca, y sé que voy a lastimar a las personas cuando muera. Si puedo prevenir que una persona sufra, ¿acaso no es para bien? Mierda si es que lo sé. Estoy hecha un desastre con solo la idea de todo ello. Jamás me quemo al hornear, y hago justo eso dos veces mientras trabajo. Necesito tranquilizarme. Incluso si mi cabeza duele por todo eso.

—Luces cansada —comenta Emmett mientras me siento frente a la isla y lo observo preparar la cena—. Un poco pálida también.

Me encojo de hombros, tosiendo contra mi codo. Estoy tan cansada del fluido en mis pulmones, y últimamente, la medicación que Edward me ha recetado no está funcionando tanto.

—Tengo un feo dolor de cabeza, eso es todo.

Él me estudia con sospecha, soltando la espátula con la que está cocinando el tocino y dando la vuelta a la isla. Coloca una mano en mi cabeza y frunce el ceño.

—Tienes fiebre, Bella. Mierda.

Me siento y niego con la cabeza.

—No, no tengo. Tu mano está caliente por la estufa.

—Soy un maldito doctor. Creo que sé cómo se siente una fiebre, y para ser honesto, no solo luces cansada sino que muy caliente.

—Vaya, eres un doctor compasivo, ¿o no? —pregunto mientras él retira el tocino de la estufa, y entonces rápidamente se dirige a su oficina en el estudio.

Pongo los ojos en blanco cuando regresa con su maletín y saca un termómetro.

—De acuerdo, te apuesto veinte dólares que tengo razón.

Le doy el gusto, esperando completamente estar equivocada, pero cuando el termómetro suelta un pitido y él lo retira de mi oído, escucho las palabras que temo.

—Demonios, lo sabía —dice—. Treinta y ocho punto uno, ciertamente fiebre.

—Apenas una fiebre.

Él niega con la cabeza.

—Nop, así que no necesito decir que verás a Edward mañana si puede verte. Si no, haré mis propias pruebas. Tienes algún tipo de infección, la cual fácilmente puede ser devastadora para ti. Después de cenar, necesitas ir a la cama.

No me gusta cuando me da órdenes —incluso si tiene razón— así que me comporto como una niña de cinco años y le saco la lengua.

no harás ninguna prueba. ¿Ya está el tocino? Eso es todo lo que realmente quiero.

—Bueno, también vas a comer huevos —dice, regresando a preparar el desayuno para la cena—. Voy a llamar a Edward una vez que haya terminado.

Decido advertirle a Edward sobre Emmett primero, escribiéndole un mensaje.

Emmett cree que estoy enferma. NO lo estoy. Está exagerando, así que prepárate.

Desafortunadamente, parece que no se encuentra de mi parte cuando recibo la respuesta.

Te veré en la oficina mañana a primera hora. Confío en la opinión médica de tu hermano más que la tuya, hermosa. Además, te extraño.

Sonrío para mí misma a pesar que no debería gustarme que él me extrañe.

También te extraño, guapo. Supongo que te veré mañana.

Al segundo que Emmett coloca el plato frente a mí, saca su teléfono y hace la llamada. Edward le dice lo mismo, mañana a las ocho de la mañana, lo cual parece satisfacer mucho a mi hermano.

Realmente no es justo que ellos se unan en mi contra de esa manera.