Bienvenidos al día de Charlie en el Fictober. Desde que LadySol09 y yo hacemos esto a la par, el 21 de octubre es el día de Charlie Weasley. En el 21 lo junté con Neville, en el 22 con Draco, este año toca Severus, porque a mi cómplice le encanta que junte a estos dos, así que va por ti, amiga.


Charlie abrió la ventana cuando escuchó a la lechuza. Un chorro de aire frío se coló en la pequeña cabaña mientras el animalito volaba hasta posarse sobre la única mesa. Se acercó, con prudencia, porque la lechuza oscura tenía el mismo mal carácter que su dueño, hasta parecía fruncir el ceño igual, así que a su alrededor había que moverse despacio y esperar a que ofreciera la patita para coger la carta que transportaba.

"Qué demonios, Weasley"

Soltó una carcajada. Provocar a Severus estaba al mismo nivel de diversión que trabajar con dragones, era imprevisible y emocionante.

De todos los lugares de Europa en los que el oscuro héroe de guerra podía esconderse de la fama, había elegido la reserva de dragones en la que Charlie trabajaba. No tenía muy claro el motivo, porque estaba claro que tenía conocimientos y capacidad para dirigir un gran laboratorio, pero había elegido pedirle al ministerio británico que le ayudara a impulsar un puesto de investigación allí, basándose en que la flora y fauna del lugar eran atípicas por la influencia de la Magia de los dragones.

Ese era el Severus Snape actual, tres años después de la guerra, un hombre igual de serio y oscuro, cubierto de cicatrices físicas y emocionales. En los primeros meses en la Reserva apenas le habían visto salir de su barracón, salvando las ocasiones en las que pedía que alguien le acompañara a recolectar ingredientes.

Charlie era su acompañante más habitual en esas excursiones porque, en palabras de su jefe, era inglés y tenía una paciencia infinita. Bueno, hablar el mismo idioma no era garantía de nada, y además había escuchado a Snape hablar al menos otros tres idiomas más en ese tiempo. Respecto a la paciencia... pues sí, la tenía, y un ánimo juguetón que era lo que se había impuesto por fin después de esos meses iniciales.

Cogió la pluma para contestar a la lechuza, que le miraba mal desde la mesa. El absurdo era parte de la diversión, pero el animal no entendía el humor humano y estaba frustrado porque esos dos hombres adultos se mandaban mensajes entre casas que estaban a cien metros escasos. En su defensa, Charlie diría que había aprendido por las malas a no molestar a Severus apareciendo mientras trabajaba. Y que hacía un frío infernal, de ahí la sugerencia de plan de sábado tarde que le había hecho a su amigo.

La conversación completa en el pergamino era:

"Demasiado frío para salir a cenar"

"Sofá y palomitas entonces"

"Qué demonios, Weasley"

"Tranquilo que es una manta para cada uno y el sofá es amplio"

Apenas había cerrado la ventana después de que saliera la lechuza cuando sonó un golpe en la puerta. Conteniendo una sonrisa, Charlie cruzó la habitación en tres zancadas y abrió.

— Zeus está harta de volar bajo la nieve —aclaró sin que le pidiera explicaciones.

Charlie se mordió el labio por dentro para no contestar y le franqueó el paso.

— ¿Qué es eso? —gruñó Snape, plantado a la entrada de la cabaña, señalando el aparato obviamente muggle frente al sofá.

— Según Hermione, un televisor y un reproductor de dvd. Llegas justo a tiempo, acabo de hacer palomitas.

Snape no respondió, aunque arrugó la nariz como si le molestara el olor, a la par que se despojaba de la capa y la colgaba en el perchero junto a la chimenea para que se secara.

— ¿No te gustan las palomitas? —preguntó Charlie, sentándose en el sofá y dejando un gran bol sobre la mesa.

— Hay muchas cosas que no me gustan.

— Eso no es ninguna sorpresa. ¿Te quedas entonces?

El pocionista apretó los labios, con la mirada fija en la pantalla en la que aparecía el menú de inicio del DVD. Algo extraño pasó por su rostro, pero finalmente se sentó, muy tieso, en el otro extremo del sofá.

2 horas después

Los acordes de la música que acompañaba a los títulos de crédito comenzaron a sonar. Charlie parpadeó varias veces, como si saliera de un trance, y se giró a mirar a su amigo, que no había movido un músculo en todo el tiempo que había durado la película. Levantó la varita para aumentar la intensidad de la luz porque le pareció ver algo extraño en su cara y entonces se quedó de piedra al ver algo que seguramente hacía muchos años que nadie veía: tenía una pequeña sonrisa y le brillaban los ojos sospechosamente. De hecho juraría que que eso que distinguía era el rastro de un par de lágrimas en las delgadas mejillas.

— ¿Estás bien? —preguntó, acercándose un poco.

— Sí —respondió seco, haciendo ademán de levantarse, pero Charlie lo tomó por la muñeca para detenerlo.

— ¿Seguro?

Snape soltó aire entre dientes y pareció que sufría un retortijón cuando abrió la boca para explicarse.

— Ya había visto esta película.

— Disculpa, creo que he oído mal —le cortó, perplejo.

— Fui a verla al cine, con Lily y sus padres.

Charlie guardó silencio un largo minuto, procesando la información, pero sin soltar la muñeca de Severus. Vio cómo volvía a apretar los labios, pero habló enseguida, con la mirada aún en la pantalla.

— Me gusta el cine.

— ¿Tú qué?

— Vivía en una zona muggle en las vacaciones escolares, siendo ya profesor. Es algo que se puede hacer solo y sin tener que hablar con nadie. Vi muchas películas en esos años.

— Yo... no sé qué decir —confesó Charlie .

— No es para tanto, solo una afición tonta.

— Me refería a que has nombrado a Lily. Nunca lo habías hecho.

La cara de Snape se cerró aún más de lo habitual.

— Sé que hablas con Harry de ella en tus cartas. Es algo muy bonito por tu parte.

Los huesudos hombros del pocionista, cubiertos como siempre de una túnica negra, se encogieron como si quisiera quitarle importancia.

— Él... cuando me marché de Inglaterra empezó a escribirme.

— No pasa nada por mostrar aprecio a la gente, Sev.

— No me llames así —le siseó como una serpiente.

— Es un apelativo amistoso nada más —trató de tranquilizarlo, levantando las palmas de las manos.

— Lily y Regulus me llamaban así —confesó, bajo, con la mirada clavada en la pantalla en la que aún aparecían créditos.

El dolor era tan patente, a pesar del tono seco, que Charlie sintió la necesidad de alejarse y volver al otro extremo del sofá.

— Lo siento, Severus, siento que los perdieras —le dijo por fin, empático—. Y siento que aún duela.

— Tú perdiste a tu hermano. Y a Tonks.

A Charlie le pareció que su corazón se saltaba un paso al escuchar su nombre. Entendió sin necesidad de hablar más que estaba tratando de explicarle que Regulus había sido lo más parecido a un hermano que había tenido.

— ¿Cómo sabes lo de Tonks? —preguntó por fin, con la garganta un poco apretada, se permitía muy pocas veces pensar en ella.

— Los Weasley no sabéis disimular, se te veía en la cara en las reuniones de la orden —cambió el tono y le miró de refilón al preguntar a continuación—. ¿Aún la quieres?

— ¿A Dora? Yo... creo que la querré siempre, pero ya como un recuerdo. ¿Es así con Lily?

Severus se limitó a asentir mientras se ponía de pie y daba dos pasos hacia la capa. La silueta oscura se recortó contra la luz del fuego y pareció que se encogía un poco antes de preguntar.

— ¿Y eso es todo?

— ¿A qué te refieres? —inquirió, poniéndose de pie, porque parecía que Severus podía necesitar el confort de la cercanía. O quizá era él quien lo necesitaba, todo era demasiado confuso.

— La oportunidad perdida, haberlas dejado ir con otro que no supo protegerlas mejor que nosotros.

— Sobrevivimos. Creo que merecemos seguir con nuestras vidas y darle la oportunidad a otra persona.

Lo vio asentir, pero no se giró y no se atrevió a acercarse más.

— Tantas malas decisiones... —escuchó que murmuraba.

— No puedes quedarte solo con eso, Severus. Diste años de tu vida para compensarlo, ya es suficiente de martirizarte.

Distinguió claramente una risilla seca justo antes de que Snape se girara a mirarle.

— ¿Potter y tú os preparáis juntos los discursos?

— Será que los dos queremos lo mejor para ti. Eres importante para nosotros.

Otra sombra pasó por la cara de Severus, pero no rompió el contacto visual, los ojos oscuros y duros parecían querer decirle algo, gritarle más bien, algo que no acababa de salir de los labios de su amigo.

— ¿En qué piensas? —le interrogó por fin, nervioso por esa mirada.

— En los reinicios. ¿Vemos otra película mañana?

Charlie parpadeó, en shock, toda esa tarde estaba siendo como poco fuera de lo común.

— Sí... claro.

Entonces ocurrió lo más extraño, algo que no vio venir para nada: Severus sonrió, una sonrisa nerviosa e insegura, y se inclinó hasta rozar con cuidado sus labios.

— ¿Y esto? —preguntó cuando consiguió encontrar su voz.

— Un reinicio. Buenas noches.

Y salió de la cabaña mientras se ponía la capa, dejando a Charlie aún congelado junto a la chimenea.