One-shot XX: Sunflowers
Aquel lunes por la mañana empezó como cualquier otro, los hermanos Wilkerson estaban en la cocina de su casa realizando su rutina habitual, peleándose por el jarabe de los waffles que acababa de preparar su mamá. Malcolm y Reese estaban peleando por el último sorbo de jugo de naranja de la botella, cuando llamaron a la puerta, Malcolm se ofreció a ir a abrirla, pero su madre le ordenó que se sentara y terminara de comer, que ella iría a abrir. Al cabo de un rato, Lois volvió con un ramo compuesto por una docena de girasoles en los brazos, sus hijos la miraron con cierto asombro.
-Son para…-Malcolm no dejó que su madre terminara la oración, desde que Reese había cumplido los dieciséis años no era raro que recibiera flores de las chicas en su escuela junto con la confesión romántica ocasional, incluso recibía regalos de perfectos desconocidos que lo veían en la calle.
-Son para Reese, sí, eso lo sabemos-el disgusto, la incomodidad y hasta los celos se hicieron evidentes en la voz del menor.
-No, de hecho, son para ti-respondió Lois mientras se los entregaba.
-¡Vaya, eso fue inesperado! ¡Malcolm tiene una admiradora secreta!-dijo Dewey burlonamente quien en respuesta recibió un puñetazo en el brazo de parte de Reese para que se calle, el niño ignoró el puñetazo y corrió a buscar un jarrón para poner las flores en él.
Malcolm estaba más que sorprendido, la verdad es que nunca imaginó que alguien le enviaría flores, no es que le molestara, simplemente no sabía que decir.
-¿No vas a leer la tarjeta?-preguntó Hal con curiosidad aún comiendo. Malcolm tampoco sabía, ni siquiera recordaba, que las flores venían con una tarjeta. Abrió ese papel doblado entre las hojas que venían en el ramo con los girasoles y lentamente comenzó a leer lo que estaba escrito dentro:
"Solo sé que mi amor por ti nunca deja de crecer.
Y con cada día que pasa, sueño con poderte tener."
-Eso es tan romántico-comentó Lois tomando su lugar en la mesa-pero ¿quién firmó esa tarjeta?-
-Eso es lo trágico, no dice quien la escribió-respondió Malcolm mostrando el espacio en la tarjeta donde debería estar el nombre de la persona que escribió que había dentro.
-¡Entonces es de una admiradora secreta!-exclamó Dewey-de eso no hay dudas-
-Sí, eso parece…-murmuró Malcolm, cerró la tarjeta, salió de la cocina y puso los girasoles en la sala, le pareció el lugar más apropiado para dejarlos.
Ya en la escuela, Malcolm no pudo concentrarse en todo el maldito día, pensó y repasó mentalmente quien de las pocas chicas que conocía le había enviado los girasoles ¿había sido Cynthia, su vieja amiga de la clase Krelboyne? ¿o tal vez Melissa, una chica con la que rara vez hablaba a la hora del almuerzo? No es como si tuviera muchas pretendientes a diferencia de su hermano mayor.
Ya era de noche, todos habían terminado de cenar, sus padres se habían quedado en la sala viendo la televisión, Dewey ya se había ido a dormir y él fingía estudiar ya que en su cabeza no dejaba de pensar en los girasoles y en quien se los podría haber enviado.
-¿Sabes? lo que estaba escrito en la tarjeta es un fragmento de un poema-salió de sus pensamientos cuando escuchó la voz de Reese y vio a su hermano mayor recargado contra la puerta del baño.
-¿En serio? ¿cómo lo sabes?-preguntó Malcolm con cierta incredulidad.
-Tú no eres el único que lee en esta casa-respondió Reese fingiendo sentirse herido por la incredulidad del menor y sin perder más tiempo comenzó a recitar lo que había leído en la tarjeta esa mañana-solo sé que mi amor por ti nunca deja de crecer. Y con cada día que pasa sueño con poderte tener… sueño con poderte tener-al repetir eso último, Reese lo dijo con un tono de voz un poco desilusionado y triste-y creo que nunca te podré tener-
Se despidió de su hermano menor y se fue a dormir a su cama, dejando a Malcolm aún más confundido ¿Acaso se había dado cuenta de todas las veces que lo veía de reojo creyendo que no lo notaba? ¿había leído sus pensamientos más profundos, aquellos que nunca se atrevería a poner en palabras?
¿Acaso él sentía lo mismo?
Esa misma noche, mientras todos dormían Malcolm se levantó de su cama, salió de la habitación y caminó en silencio hacia la sala, miro los girasoles en el jarrón con la tarjeta sin remitente escrita por su propio hermano y pensó en lo que había dicho no hace mucho.
-Con cada día que pasa sueño con poderte tener…-pensó Malcolm para sí mismo porque su boca no se atrevería a pronunciar esas palabras en voz alta-y creo que nunca te podré tener-
O tal vez sí, quizás en algún futuro no muy lejano, Reese podría tenerlo.
