Luego del encuentro inicial, decidieron que el baño no era un lugar apto para hablar y salieron a caminar.

La noche estaba encapotada, el cielo rosado amenazaba con una lluvia nocturna, y había un leve viento.

Akane caminaba a su lado, con las manos en los bolsillos del abrigo que llevaba puesto.

Ella quiso saber que lo traía a la ciudad. Genya le explicó que hace unos meses un cuervo kasugai apareció en su casa. Le dijo que había indicios de que habían intentado invocar un poderoso demonio antiguo. El cuervo les dijo que investiguen si ese demonio era Muzan. A Akane se le heló la sangre pero él le dijo que hasta ahora todo apuntaba a que no era él, pero debían asegurarse, porque aunque la idea parecía imposible, no estaba de más investigarlo y actuar con la ventaja de su lado.

Y le pidió que, al menos está noche, no hablen de cosas que les sean dolorosas. A Akane le pareció justo.

Hablaron durante horas, caminando sin rumbo. Había mucho sobre lo qué ponerse al corriente.

Genya le contó que con el dinero que recibieron él y su hermano luego de que el Cuerpo de Cazadores se disolvió, compraron una casa cada uno y construyeron un Dojo. Que suelen entrenar a policías y soldados tanto en artes marciales como en el uso de katanas y puntería de armas de fuego. Que la vida era tranquila por fin, aunque a veces extrañaba la adrenalina de la caza.

Ella le habló de sus estudios y su trabajo. Y de cómo su vida era simple y sin sobresaltos. "Aburrida" le resumió.

- ¿Entonces por eso te fuiste?- pregunto él, mientras caminaban. Llevaba un hakama negro y una camisa del mismo color.

- No tuve mucha más opción. Uno agradece las buenas intenciones y no hubiese sido amable de mí parte exigir nada. Les debo la vida a la familia Ubuyashiki...-

- Yo desperté un mes luego de que te marchaste.- le contó él.

Genya recordaba ese día.

Recordaba la felicidad de ver a su hermano a su lado, el dolor, lo traumático de saber cuántos murieron y a la vez sentirse agradecido de haber sobrevivido.

Recordaba haber buscado los ojos verdes de Akane en todos los Kakushi que cuidaban de él hasta que finalmente supo por Aoi que Akane se había marchado a otra ciudad.

- El día que me marché...fui a verte.- Recordó ella.- te pedí perdón por no poder recibirte cuando despiertes. Realmente me dolió irme así.-

Él no dijo nada.

Eran muy jóvenes en ese momento, y habían pasado tanto...no pudo decirle que al principio se enojó mucho con ella por no quedarse. Que se sintió decepcionado, menospreciado. Y le llevó tiempo procesar que su enojo no era justificado.

Llegaron a un pequeño bar y entraron. Se sentaron y pidieron cerveza para beber.

- Supiste entonces que Tanjiro y Kanao...-dijo él, llenando el vaso de ella y luego el suyo.

- ¡Oh si!- Dijo Akane y sonrió.- Creo que se veía venir. Espero que sean muy felices...-

- Yo igual.- sonrió él.- Realmente se lo merecen. Le debo mucho a Tanjiro.-

Genya ya no era el joven hosco y agresivo que conoció y con el que discutió tantas veces. Ahora era un hombre...pero cuando lo vio sonreír así, Akane pudo ver al antiguo Genya. El Genya con el que comían dulces y se sentaban a hablar por las noches cuando él estaba en la Finca, el que le regaló un hermoso wagasa* color violeta que aún conservaba. El que le contó cómo sufrió por el rechazo de su hermano, el chico que se frustró hasta el llanto por no poder usar las respiraciones. El Genya que le enseñó que debajo de una fuerte resistencia suele haber un alma bondadosa.

Y eso la reconfortó.

Hablaron de todo un poco más y surgió la pregunta.

- Entonces...-Dijo ella y se aclaró la garganta.- ¿Te... casaste? ¿Tienes hijos?-

Por un momento le pareció ver una sombra de tristeza en la mirada de Genya, y Akane pensó que había sido muy directa quizás.

Pero él rió levemente, y sacudió la cabeza en negativa. Se terminó su vaso de cerveza y volvió a llenarlo.

- No soy lo que se dice un buen partido. La gente me mira raro y sé que es por las cicatrices. Nunca pude conseguir un trabajo normal porque todos piensan que soy un criminal, un mafioso o algo por el estilo. No es muy distinto con las chicas- dijo entonces, mirándola a los ojos.- Nunca lo fue.

Akane sintió una punzada de dolor en el corazón.

Era cierto que sus cicatrices eran llamativas. Sobre todo la del rostro, que parecía dividirlo en tres. Se arrepintió de haber preguntado.

-Lo siento, yo no quería...-

- Oh está bien, no te preocupes.- Dijo él- Ya soy lo suficientemente maduro como para entender la situación.¿Y tú?-

Akane vaciló. Pensándolo bien, ella tampoco tenía mucho que decir.

-No...no me he casado. No eres el único al que prejuzgan...- dijo, y su voz se perdió en algún lugar de sus recuerdos.

Akane salió con dos personas en toda su vida y ninguna de las dos quiso llegar muy lejos con ella. Supuso que los hombres no encuentran atractiva a una mujer que oscilaba entre entrenar con katanas y leer libros de medicina en sus ratos libres. Era demasiado raro. Cuando comenzaban a conocerla, mágicamente se alejaban.

Y lo tenía totalmente asumido. Ella era rara. Rara para los hombres, para las mujeres, rara para sus compañeros de trabajo...

-Digamos que no soy una persona con un amplio círculo de gente para conocer...-Sonrió ella, algo avergonzada.

Genya ladeó la cabeza, un poco asombrado. Akane era hermosa e inteligente. Si ella, con esas cualidades no había podido encontrar el amor...si es que aún quedaba una pequeña llama de esperanza para él en el fondo de su corazón, acababa de apagarse.

No es que realmente le fuera fundamental, no hizo su vida en torno a la especulación de casarse y formar una familia, de tener hijos.

Pero internamente era un tímido deseo escondido en su corazón.

Le hubiera gustado que su apellido se perpetúe.

-Vaya eso...es una verdadera sorpresa.- dijo.- Cuando supe que te habías ido de la Finca supuse que ibas a hacer una vida normal. Ya sabes, matrimonio, hijos...-

Akane rió.

-Bueno creo que yo también esperaba lo mismo pero aquí estoy.-

Ambos rieron. Una risa manchada con amargura. Y resignación. Supieron que el tema estaba zanjado y no volvieron a tocarlo.

Se quedaron un rato más y entre vaso y vaso, platicaron de todo. La noche fluyó agradable entre ellos y cada vez se sintieron más cómodos.

El tiempo que se había congelado entre ellos comenzó a girar una vez más.

Volviendo a su hospedaje, Genya la acompañó hasta su habitación.

- Sabes... realmente me pone feliz verte.- Dijo él, y acomodó distraídamente un mechón de cabello que caía sobre el rostro de Akane. La cerveza le había aflojado la lengua, el hecho de volver a verla y encontrarse con la misma familiaridad de hace años, le dio el coraje de soltarse.

Se sintió tan bien.

La quietud en la vivienda era total. Sólo los grillos fuera entonaban su sinfonía.

Hubo un silencio entre ambos y una mirada cruzada que aceleró sus corazones. Genya volvió a sentirse como a los 16 y de ruborizó.

"Esto ya no me pasaba..." Pensó, y le hizo un gesto de despedida con la mano a Akane. Se giró mecánicamente sobre sus tobillos y se dispuso a irse.

Pero Akane lo tomó firmemente de la muñeca.

-No te vayas.- Le dijo, y tironeo suavemente hacía ella.- Después de tanto tiempo.-

Genya sintió que iba a explotar, pero asintió enérgicamente.

Entraron a la habitación y, sentados en el futon, siguieron hablando.

Inevitablemente, el tema de la batalla final y las pérdidas que hubo, surgió como tópico. Era una parte de la historia que los atravesaba a ambos y de la que era imposible no hablar. Aunque trataron de evitarlo.

-Mi hermano me contó...todo lo que hiciste por mí.- dijo Genya, y ella se sorprendió.- Me dijo que me salvaste en el campo de batalla, que cuidaste de mis heridas incluso en tu tiempo libre...que me hablabas cuando yo estaba inconsciente.-

Ahora la ruborizada era ella.

-Yo no diría que te salve. De no ser por los antídotos de la Señora Tamayo y Shinobu, y todos mis otros compañeros, hubieras muerto. Yo solo puse mis manos. En cuanto al resto...-Dijo.- te consideraba un buen amigo entonces, e hice lo que cualquier amiga haría...-

-Los recuerdos de ese momento son borrosos. La batalla, el dolor. Luego cosas que no sé si fueron un sueño o realidad. Pero si recuerdo un sonido. Un sonido suave y relajante que me guiaba de vuelta a mi cuerpo. Creo que era tu voz.-

Él acarició la mejilla de ella y Akane volvió a abrazarlo.

Está vez lloraba.

Y ahora sabía por qué lloraba. Lloraba porque había perdido tanta gente en su vida que en ese momento el hecho de pensar en ver morir a otro amigo en su manos le produjo un pánico y un dolor indescriptible, porque tuvo que irse antes de que él pudiera despertar y luego no pudo volver a ubicarlo. Lloraba porque pensó que nunca más podría darle un abrazo, porque él la rechazaría, porque lo abandonó en su momento más vulnerable. Pero ahí estaba.

Él tomó su cara entre sus manos y secó sus lagrimas.

-Nos conocemos hace muchos años y jamás te vi llorar.- Le habló con suavidad y sonrió.- Eras terca, mandona, contestona, mal humorada. Y bastante grosera.-

- Vaya, ¿estás seguro que no te estás describiendo a ti? Porque que yo recuerde tú no eras de lo más simpático.- Contestó Akane alzando una ceja.

Ambos rieron.

Terminaron hablando acostados en el futón, mirando el techo.

Poco a poco el alcohol fue haciendo efecto, y ambos se quedaron dormidos. Cuando Akane vio el reloj por última vez, marcaba las 4:00 de la madrugada.

Las horas pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Cómo pasaron estos 12 años para ellos.