Genya y Akane se despidieron esa misma tarde. Akane iniciaba su turno en el hospital esa noche y él había desatendido su misión...levemente.
De todos modos lo consideró completamente justificado.
-Está es la dirección de mi casa.- le dijo ella y le dio un pequeño papel doblado al medio.- Quisiera que vengas antes de que dejes la ciudad.-
Genya sonrió y asintió. Por supuesto que iría.
Se despidieron con un beso y Akane salió primero de la casa. No quiso encontrarse con la casera así que apuró el paso para alejarse lo más posible.
Ya en el Hospital, Akane estaba rebosante de alegría. Tan radiante que sus compañeros se lo hicieron saber, le preguntaron qué había pasado que de repente estaba tan sonriente. Ella sólo dijo que había encontrado algo que se le había perdido hace mucho tiempo y eso la hacía feliz.
-Bueno, debe ser algo muy bueno.- Le dijo una de las enfermeras, mientras preparaban una bandeja con instrumentos quirúrgicos.- Ojalá que no vuelvas a perderlo entonces. Esa sonrisa te queda genial.-
Akane rogó que la mujer no preste atención al rubor que había subido a sus mejillas. Y se enfocó en su trabajo.
Su vida volvió a la normalidad y siguió así por unos dias. No volvió a ver a Genya, pero supuso que estaba ocupado con lo que realmente tenía que hacer, así que no quiso molestarlo. Y la rutina volvió a instalarse en su tiempo, cómo se asienta la arena en el agua.
Hasta una noche en particular.
Fue una noche tranquila hasta pasadas las 3 de la madrugada.
En ese momento, llegó una urgencia, y todo el equipo médico de turno se dispuso a ello.
Era una joven, la habían encontrado en la calle, vagando, con un estado de gestación avanzado, pérdida importante de sangre, y sin signos de vida fetal.
Akane corrió a la habitación donde estaba la joven y palideció cuando la vio. Estaba en muy mal estado, pero tenía una fuerza formidable. Se necesitaron dos guardias para poder llevarla a la cama porque parecía estar en una especie de locura temporal.
Pero la hemorragia que caía entre sus piernas no se detenía y con cada movimiento parecía empeorar.
-¡¿Que esperamos?! prepara un sedante ahora.- le dijo Akane a una enfermera e intentó acercarse a la chica, que era sostenida por los guardias.
Pronto también acudieron dos médicos más, para reforzar la situación.
-Señora, está en el hospital, soy la doctora Yamauchi, por favor...déjenos ayudarla.- comenzó a decir Akane, mientras se acercaba a ella con las manos en alto.
La mujer dio un alarido tal que le dolieron los oídos. Pero cuando se acercó un poco más la mujer clavó sus ojos en ella. Y sonrió de una forma tal que si la locura tuviera un rostro, muy seguramente hubiera sido ese.
Un río helado recorrió la espalda de Akane y los vellos de la nuca se le erizaron
"Que mala espina. Que mal presentimiento...¿Que es esto?" Pensó.
Por detras, la enfermera llegó con una inyección cargada con un líquido transparente y se la entregó discretamente.
- Espero que hayan disfrutado su paz hasta ahora Cazadores. Porque el elegido esta dentro de mi vientre.- la mujer rió, cerró los ojos y alzó la vista al cielo, su rostro reflejaba una especie de éxtasis, de regocijo.- El Divino volverá.-
- Evidentemente está delirando - Akane escuchó decir a otro de los médicos a sus espaldas, y varias respuestas afirmativas sobre la declaración. Pero sabía que no era así.
Y sabía que después de atender a esta mujer que probablemente ya había perdido a su bebé, debía contactar a Genya.
Urgente.
El trabajo fue duro. Sedar a la paciente tomó más trabajo de lo que creyeron, la hemorragia se llevó la vida del niño, y dejó a la madre en el umbral de la muerte.
Estaba deshidratada, malnutrida y tenía restos de alucinógenos en su sangre. También había signos de que había estado atada de pies y manos.
Pudieron estabilizarla casi por milagro. Y quedó internada, con un pronóstico poco favorable.
Cuando Akane terminó con este caso eran alrededor de las 6:30.
En su cabeza había un torbellino.
"¿Esto era lo que Genya estaba buscando? ¿Quién es el Divino? ¿Es Muzan?¿Van a traer el alma de ese monstruo a este mundo una vez más? ¿Que clase de loco psicópata hace algo así?" Akane cerró los ojos y se los presionó con las palmas de las manos, tenía una horrenda migraña.
Terminó su turno como pudo, y apenas salió se dirigió a la casa donde sabía que estaba Genya.
Entonces antes de llegar se detuvo en seco.
"¿Que piensas hacer? ¿Entrar y pedir hablar con él así como si nada? La casera es bastante entrometida y no es seguro hablar allá. Piensa." Su voz de la razón habló.
Y el maldito dolor de cabeza parecía masticarle el cerebro.
Entonces alumbró una idea. Tomó dos hojas de papel y un lápiz que llevaba en el maletín. Con una hoja improvisó una especie de sobre y garabateó "Entregar a la habitación 10." Dentro puso la otra hoja, donde sólo escribió "Ve a LA dirección."
Tan rápida como su monstruoso dolor de cabeza le permitió moverse, dejó la peculiar correspondencia en la entrada, y voló a su casa. Esperaba que él entienda pero la casera no.
Cuando llegó lo primero que hizo fue darse un baño, comer y tomar una pastilla para la migraña.
Luego se echó en la cama, en la oscuridad total y trató de dormir.
Pero no pudo. No dejó de darle vueltas a la situación que vivió, y estaba sumamente intranquila. Se sentó y se quedó en silencio en la oscuridad. Quizá estaba exagerando. Quizá la mujer sólo...estaba loca.
Pero las señales en su cuerpo. Su estado general.
"Usó la palabra Cazadores." Pensó. Eso parecía quemarle. "Nadie sabe qué son los Cazadores. Oficialmente el Cuerpo nunca existió."
En ese pensamiento estaba cuando escuchó la puerta.
Salió disparada a abrir a pesar de que la cabeza parecía partirsele y cuando vio a Genya del otro lado, lo tomó del brazo y lo arrastró dentro.
Ni siquiera lo dejó decir una palabra, porque expulsó todo lo que había visto y vivido y pudo notar como el semblante de Genya iba haciéndose más y más sombrío.
Al final. Ambos quedaron en silencio, de pie en la sala, con el ruido del reloj de pared de fondo. Se miraban, ambos incrédulos.
- Tengo que hablar con Sanemi.- dijo Genya entonces.- esta es la pieza que me faltaba.-
Entonces le contó a ella todo lo que había logrado averiguar.
Era un antiguo miembro del culto al que pertenencia la Luna Creciente Dos. Para ellos ese demonio era su deidad. Cuando la esa Luna fue aniquilada y por supuesto desapareció, sus seguidores abandonaron el templo. Pero aparentemente, alguien estaba intentando obtener poderes mediante rituales, intentaba volverse una deidad, reviviendo a la Creciente Dos.
Genya creía que estaban por revivir a Muzan, pero estaba equivocado. El objetivo era una Luna.
Y si eso sucedia, si lograban traer su alma del infierno...esa Luna quizá traería a Muzan de regreso. Y aunque no lo hiciera, con el tiempo y cuando se fortalezca, buscaría a los ex miembros del Cuerpo y acabaría con ellos. Si lograba atraer más y más seguidores a su retorcida secta, ganaría poder. Había que cortar el problema de raíz antes de que crezca.
Lo que no había podido averiguar hasta ese momento es como, es decir, que tipo de rituales hacían, hasta hoy.
Además, Akane le contó que no era la primera mujer que atiende en ese estado y con esas características. Que la policía había abierto una investigación pero a ella jamás se le había ocurrido que las Doce Lunas pudieran llegar a estar involucrados porque no había razones para pensarlo.
Hasta que llegó él. Hasta que esa mujer hablo de 'Cazadores'.
-Quieren usar una mujer embarazada como 'envase', como 'ofrenda'.- dijo entonces, frotándose el mentón.- Eso es sádico.-
- ¿Sádico? Debe haber una palabra peor que esa para describirlo pero no la conozco. ¿Qué haremos?-
- Tú no harás nada.- sentenció él, firmemente.
Akane parpadeó. Se llevó las manos a la cintura.
- ¿Disculpa? ¿Qué te hace pensar eso?-
- El cuervo vino a mí casa, no a la tuya. Es mi misión y de mí hermano.-
Akane no daba crédito a lo que oía.
- ¿Piensas que puedo ser un estorbo?-
-Yo no dije eso.-
- Entonces déjame ayudarlos...- se plantó ella.
-Akane.- empezó a decir Genya, pero ella lo interrumpió.
- Por favor, no fui un Pilar ni una Cazadora pero puedo con esto. Hasta donde sabemos sólo son humanos.-
-No entiendes...-
- Claro que entiendo, Genya, ¡hay un puñado de locos torturando embarazadas para traer de vuelta a un demonio!- Exclamó ella. La cabeza le dio una puntada de dolor.-A mí me parece bastante claro.-
- Probablemente haya que matar a su líder, Akane, hay que frenar esto antes de que esto crezca más. Matar al tipo que cree que tiene el poder, al que tuvo la idea de meterse en esto ¿Puedes matar a un humano?- le dijo él, tomándola por los hombros y bajando su vista a la altura de ella.- ¿Realmente puedes?-
Akane clavó los ojos en los de Genya.
Claro que no podía hacer eso. Había jurado no hacerlo. Dedicaba su vida a salvar vidas, no a destruirlas.
Guardó silencio.
- Genya...-
- Nadie te pide que hagas esto. Nos encomendaron está misión a nosotros por una razón...-
Akane se sintió agitada. La cabeza le iba a explotar. Se soltó de su agarré y se sentó en un pequeño sofá que tenía. Quiso llorar de impotencia.
- Puedo hacerlo.- Dijo ella de repente, con los ojos vidriosos.
- El Cuerpo de Cazadores ya no existe, Akane, está misión no se apega a los principios de la familia Ubuyashiki, pero tiene que hacerse. Es un mal menor en pos de un bien mayor. La policía no lo solucionará, podrían apresarlo pero apenas ponga un pie en la calle nuevamente volverá a intentarlo.- Dijo Genya, visiblemente incómodo.- Además, quién sabe cuándo tiempo tarden en encerrarlo. ¿Vamos a dejar que siga jugando al sacerdote mientras tanto?-
- Por eso mismo debo actuar. Yo fui testigo de cómo deja a las mujeres que utiliza. Yo...-
- No, no lo haras.- la interrumpió Genya, tajante.- No voy a dejar que lo hagas. Lo que haces es admirable y noble. Tomaste un camino honorable y debes seguir por allí. Esto sólo manchará tu alma y yo no podría vivir con el peso de haber permitido eso.- dijo él, sentándose a su lado. Rodeó con una mano los hombros de Akane y la atajo hacía él. Acarició su rostro y su cabello.
Ella lo abrazó, y ocultó el rostro en su cuello. Su olor la calmaba. Suspiró largamente.
-Lo que si puedes hacer es averiguar de dónde vino está chica. Si tiene familia, quién es el padre del niño...- dijo Genya, chasqueando los dedos. Akane asintió, pero no se movió.- Si me das esa información, podremos terminar con esto lo antes posible.-
Ella se quedó quieta. Su dolor de cabeza parecía disminuir con el calor del cuerpo de él. Akane habló con los ojos cerrados y le dijo:
- La chica está grave, perdió muchísima sangre, estaba deshidratada y muy mal alimentada. No garantizo que vaya a despertar pronto. O que vaya a despertar.- Se acomodó en el cuello de Genya y rodeó su cuerpo con sus brazos. Suspiró. - Pero pasaré a verla, quizá pueda encontrar algo. Sin embargo necesito que esta maldita migraña se vaya.-
-¿Te duele la cabeza?-
-Doler es un término muy suave para el infierno que estoy viviendo en este instante.-
Genya se puso de pie y la alzó en brazos. Buscó la habitación y la recostó en la cama. Le dio un beso suave y fugaz en los labios y le dijo.
-Tienes que dormir. Y yo necesito contactarme con Sanemi, así que debo irme.-
Ella sólo asintió y se acomodó en la cama. Tampoco podía hacer mucho más, ese dolor la incapacitaba incluso para pensar. Llevaba horas soportandolo y estaba agotada.
Él le cerró las cortinas, apagó las luces y se fue.
Al salir de la casa de Akane, Genya sintió un escalofrío.
Lo cierto es que nunca había matado un humano. Jamás. Ni siquiera cuando consumía carne de demonio, porque era totalmente consciente de sus actos en esos momentos.
Y no estaba seguro de poder hacerlo.
¿Había que hacerlo? ¿O él estaba siendo extremista?
"El cuervo kasugai que se presentó en casa dijo que había que erradicar la amenaza inmediatamente mediante cualquier medio si se comprobaba una relación entre el culto y las Doce Lunas o Muzan" pensó Genya.
Necesitaba hablar con su hermano.
