Nota: Estos dos capítulos son extensos, perdón por eso :'), pero los escribí con mucho amor y espero que realmente lo disfruten.
Especialmente Nocturnals, que sé que lee la historia y sus comentarios me hacen muy feliz.
Saludos de otra "argenta como la negra Sosa."
;)
Unos días después, Genya estaba de pie con las manos en los bolsillos cuando su hermano mayor apareció frente a él en la estación de tren.
-¿Que novedades tienes, niño?- le dijo y le entregó su bolso.
Genya lo llevó a su residencia temporal, pero antes se detuvieron en un restaurante de Soba y le contó todo.
Bueno...casi todo.
- Esperaba que realmente sea un error.- Dijo Sanemi, con la vista perdida en la ventana, en la gente que iba y venía.- ¿Realmente seguiremos limpiando la mierda una década después?-
-Akane pudo sacarle algo de información a la mujer. Vive en un sector muy pobre en las afueras de la ciudad y tiene 2 niños más. La chica cuenta que un hombre con mucho dinero le prometió una buena paga para pasar una noche con ella. Y ella aceptó porque su embarazo estaba avanzando y no tenía un trabajo fijo. Pero el tipo la secuestró, la drogó y la sometió. la joven no recuerda casi nada del tiempo que estuvo allí, pero Akane sospecha que fue como mínimo una semana. Creo que cuando vio que no obtenía resultados, el tipo la abandonó a su suerte en un pésimo estado. Ahora perdió a su bebé y también tiene que cargar con ese trauma. Realmente me da lástima... creo que debemos ir a-
-¿Quién carajos es Akane?- lo interrumpió Sanemi como si hubiera vuelto de un trance.- ¿Y por qué sabe de esto?-
Realmente había hablado sin pensar. Genya se puso nervioso e intentó disimularlo lo mejor posible.
Pero sabía que nada escapa a la vista de su hermano.
-Akane Yamauchi..era un Kakushi de la Finca. Ella...-
-¡Ah! ¿La Kakushi de los ojos verde oliva que cuidó tanto de ti?.- Dijo Sanemi, frotándose el mentón.- Si, recuerdo. La Niña de la Tormenta. ¿Y por qué sabe de nuestra misión? ¿acaso la asignaron a ella también o tú no pudiste mantener la boca cerrada y tus pantalones en su lugar? - lanzó Sanemi, entrecerrando los ojos sin dejar de analizar a su hermano.
Era una técnica que no fallaba, ambos eran hombres adultos ya, pero para el mayor de los Shinazugawa, era sencillo aún atormentar a su hermanito si quería.
Y pudo ver claramente como el color subía a la cara de su hermano menor. Genya desvío la mirada y Sanemi se debatió entre reír o golpearlo.
Decidió que haría ambas. Porque...¿Por qué no?
Primero le dio un coscorrón "por bocazas". Y luego echó a reír.
-Vaya, ¿y se sintió bien?- le preguntó, apoyando los codos en la mesa para mirar fijamente a su hermano. Sabía que ese gesto lo incómodaba.-¿Es bonita sin el uniforme? ¿O le pediste que se lo ponga para recordar viejas épocas?-
Si se concentraba lo suficiente, Sanemi podía ver el vapor salir por las orejas de su hermano. Su cara estaba roja, bermellón. Le gustaba mucho fastidiarlo así, lo encontraba sumamente entretenido, era la primera vez en años que Genya se ponía así, y había que sacarle provecho.
A diferencia de Genya, Sanemi Shinazugawa tenía varias de damas detrás. Él podía elegir cuándo, dónde y con quién.
Pero no amaba a ninguna y Genya dudaba si alguna vez lo haría.
Sabía que Sanemi tenía una cicatriz que nadie veía pero qué le dolía aún, luego de tantos años.
La cicatriz de Kanae.
Muchas veces el menor de los hermanos se preguntó qué habría tenido esa mujer que sacudió tanto la vida de Sanemi, qué habría visto él en la mayor de las Kocho para, después de tantos años, aún creer que no habría nada ni nadie igual. Pero era un tema que no tocaban.
-¿Podemos... podemos hablar de la misión? ¿Para eso viniste o no?-
-Claro seguro.- rió Sanemi e hizo un gesto con la mano.- Adelante.
- En fin...emm...-Genya se aclaró la garganta. Realmente tenía calor, su hermano había hecho que se olvide de todo lo que iba a decirle.- Creo que, de ser todo como sospecho, deben haber elegido un lugar apartado. El problema es que esto es Tokio. Hay mil lugares abandonados que podrían usar, por lo que, le pedí a...- Genya desvío la mirada un momento y siguió. Sanemi estaba disfrutando mucho la incomodidad de su hermano.-...a Akane que le pregunte a la mujer que recordaba, pero se rehusó a volver a hablar del tema.-
- Quiero ver a la chica.- Lo interrumpió Sanemi.- A ambas en realidad. A la víctima y a tu Kakushi.-
- No quiero involucrarla en esto...- dijo Genya, negando con la cabeza.
- Ya está involucrada ¿o no te diste cuenta?- Sanemi se puso de pie.- Vamos.-
-¿A..ahora?- Preguntó Genya.
El mayor lo miró y alzó una ceja.
- Si quieres esperamos a que aparezca otra embarazada agonizante.-
- Pero…- el Shinazugawa menor no estaba cómodo con la idea de qué Akane viera a Sanemi. Su hermano era una persona difícil de tratar, y aunque él sabía que era un buen hombre, también sabía que Sanemi no se había portado del todo bien con Akane en el pasado. Y que Akane no era ya una chiquilla, su carácter era el mismo, pero ahora tenía la confianza de un adulto para contestar.
- ¿Sabes dónde vive?- preguntó Sanemi. Y Genya asintió.
- Entonces vamos.-
- No quiero que venga con nosotros hermano, no quiero arrastrarla a un lugar donde quizá verá cosas que no es necesario que vea. Es médico, la muerte..es parte de su vida y lo sé, pero no me gustaría ni que la presencie más de lo necesario ni exponerla a que salga herida.-
Sanemi miró a su hermano. Le pareció decidido, entendió su necesidad de proteger a la chica. Y en cierta medida se sintió orgulloso de la determinación de Genya, de que intente cuidarla. Pero no iba a decirle eso, entonces le dijo:
- Tampoco quiero que venga.- encogiéndose de hombros.- Este es nuestro problema, no el de ella.-
Salieron del restaurante y Genya lo llevó a la casa de Akane.
Al llegar, tomó a su hermano por la muñeca antes de que siga avanzando.
- Por favor hermano...-
- ¿Que, temes que te avergüence?- Preguntó Sanemi, alzando una ceja, una sonrisa grande se dibujó en sus labios.
- No a mi, a ella..- Aclaró Genya.- No quiero que piense que...-
- Ah, que me contaste detalles de tu polvo. ¿Por quién me tomas? No voy a decirle nada.- dijo Sanemi, soltándose del agarre de su hermano.
- Gracias- Suspiró Genya y buscó el departamento de Akane.
- Me divierte atosigarte a ti, no a ella.- Sonrió nuevamente Sanemi, siguiéndolo.
- Bueno, puedo soportar eso.-
Cuando Genya golpeó la puerta, tenía el corazón latiéndole en las sienes.
No le había dicho nada que iría y mucho menos con Sanemi. Quizá, y con un poco de suerte, estaría trabajando, no recordaba sus horarios pero era una posibilidad, dado que ya era bastante tarde.
Pero no. Escuchó la mirilla de la puerta y un leve haz de luz apareció por un instante. Luego silencio. Cuando el haz desapareció y ella giró la llave desde dentro Genya supo que había visto a Sanemi detrás de él, y que dudó en abrir.
- Hola Genya.- le sonrió ella al más chico y su vista pasó inmediatamente al otro hombre.- Hola, Sanemi Shinazugawa.- Dijo Akane, e hizo una pequeña reverencia.- Tiempo sin vernos. Me llamo Akane Yamauchi.-
Sanemi no pudo evitar admirar de cerca la belleza de la chica, claramente los años le pasaron a favor, ya no era la niñita que fue. Tenía ropa occidental, como todo en su departamento, llevaba un vestido color crema muy claro, con un pequeño moño a un lado de la cadera. Estaba descalza, y llevaba el pelo suelto, largo, negro.
Nunca la había visto sin su uniforme de Kakushi, ni siquiera sin el casco, pero al mirarla a los ojos, reconoció inmediatamente su mirada. Y vio como miró a su hermano. Sanemi supo entonces que Genya había encontrado a su propia Kanae. Eso le hizo sentir extraño en el pecho.
- Kakushi...- Dijo. Y sonrió de lado.- Tú eres la Niña de la Tormenta...-
- Hace muchísimo tiempo que nadie me llama así...-Sonrió Akane y agregó.- Pero ya no soy una niña. Adelante por favor.-
Les dijo, y se hizo a un lado para dejarlos entrar.
Lo cierto es que estaba incómoda. La presencia de Sanemi era abrumadora, emanaba una energía que llenaba toda la habitación. Y por un momento volvió a ese momento cuando tenía 13 años y lo conoció.
Él la regañó, le dio un empujón y le gritó porque al pasar llevando una pila de sábanas tan alta que le obstaculizaban la visión, Akane lo llevó por delante. Por supuesto que el hombre no se movió un centímetro con la arremetida accidental de una niñita bajita y menuda, pero fue suficiente para hacerlo rabiar. Y desde allí, Akane le tuvo terror primero, y luego conforme pasó el tiempo el terror se volvió rechazo, al ver cómo trataba a todo el mundo.
Y aunque Kanae le dijo más de una vez que Sanemi no era lo que dejaba ver, Akane aplicó el "ver para creer."
Y nunca vio algo distinto.
- Tú vivías en la Finca.- Dijo Sanemi, y se sentó en el sofá junto a su hermano.- Te instruyeron las Kocho-.
- Si.- Asintió.- Soy lo que soy hoy gracias a la Señorita Kanae y la Señorita Shinobu.-
Él la observó. Sabía que no había relación sanguínea entre ellas, pero Akane tenía el porte de las Kocho. Los gestos, la forma de hablar. Incluso la forma de mirar tenía un dejo de Shinobu.
Kanae le había hablado de la niñita alguna que otra vez, le había dicho que era "Pequeña y determinada. Me recuerda mucho a Shinobu a esa edad".
También le había pedido que deje de gruñirle cada vez que la veía, que la niña le tenía miedo. Pero Sanemi sólo se rió de la idea, y le prometió a su bella flor que intentaría no hacerlo más.
Pero entonces Kanae murió. Y todo lo hermoso que la rodeaba se volvió doloroso. Y amenazante, un recuerdo constante de la pérdida. Incluso la niñita.
- Ya lo creo...- dijo Sanemi, mirándola de arriba a abajo.
- ¿Sucede algo?.- Preguntó Akane a Genya, algo confundida, intentando no incomodarse más con la mirada tan potente del ex Pilar.- No te esperaba y mucho menos con compañía.-
- Akane... necesito pedirte un favor.- Le dijo entonces Genya.- La chica del hospital, la que me contaste...-
- Sigue en observación. Aún no se recupera, su malnutrición jugó muy en contra.-
- Necesitamos hablar con ella.- la interrumpió Sanemi.
- ¿Para que?- Quiso saber Akane.
- Quiero saber qué recuerda de donde estuvo.- contestó él.-
- Dijo que no quiere hablar más del asunto, lo dejó en claro.-
- Si, eso lo sé, me lo dijo Genya. - Sanemi volvió a interrumpirla y a Akane empezó a molestarle la actitud.- Pero quizá podamos hacer que hable. Y de ser posible tiene que ser hoy.-
- Pues no sé si pueda hacerlos pasar ahora...- dijo Akane, rascándose levemente la nuca.
- Es tarde, hermano.- Observó Genya, y le señaló el reloj de pared que marcaba las 23:15.- Deberíamos dejarlo para mañana.-
- Entiendo que tú tengas tus razones para quedarte pero yo quiero terminar con esta putada e irme. No me agrada esto de tener cada vez más invitados metiches a esta fiesta de mierda .-
Genya sintió como se ruborizó. Miró a Akane y no vio vergüenza...pero si que estaba molesta, tenía las mandíbulas apretadas.
- ¿Y cómo planeas sacarle información?- sonrió ella, ladeando levemente la cabeza.- ¿Gritándole hasta que se desmaye?-
Sanemi clavó la vista en los ojos de Akane. Ese brillo. Esa actitud. Era como ver a Shinobu realmente.
- Quizá si le haces algunas caricias...- sugirió él, sosteniéndole la mirada, y le dio una media sonrisa.
Genya podía jurar que vio chispas saltar por ahí.
Y esa frase fue la que desató el palabrerío entre ambos.
'Al menos no traumaticé gente para sentirme mejor', 'No, porque no asustas ni a mí sombra', '¿Tienes una sombra? Mira que curioso, pensé que hasta tu propia sombra te evitaba', 'Calla niña, que cuando tú dormías cómoda en tu camita yo me jugaba la cabeza cada noche. Y me las arreglé sólo', '¡Pues claro, si todos huían de ti!'
El hermano menor quería meterse en un hoyo y desaparecer. Pero sabía que tenía que hacerlos callar antes de que todo escale a niveles incontrolables, y con los dos era muy probable.
-YA SILENCIO, CARAJO - gritó, poniéndose de pie.- CIERREN LA BOCA.-Las miradas de Sanemi y Akane volaron a Genya, asombradas.- Compórtense como adultos. Los dos.- Dijo cerrando los ojos.- Por favor.-
- Él empezó.- musitó Akane, cruzándose de brazos.
- Ella es bastante exasperante.- dijo Sanemi, haciendo un movimiento con la cabeza.
Hubo un silencio incómodo. Afuera en algún lugar lejano alguien gritó algo ininteligible, y hubo una risotada que hizo ladrar a todos los perros del barrio. Adentro, el reloj de pared marcaba segundos silenciosos que se volvieron eternos.
- Tengo...una idea...- dijo Akane, finalmente.- Pero, tienen que prometer que van a comportarse.-
- Tienes mi palabra...- le dijo Genya.
- No eres tú quien me preocupa.- dijo ella, y miró a Sanemi.
- TCH!- Él chasqueó la lengua contra el paladar y se puso de pie. Se acercó a la ventana y miró la calle desierta.- ¿Cual es tu genial idea?-
- Pues... vestirse de enfermeros y pasar conmigo. Yo no estoy de guardia hoy pero tengo acceso a los pacientes. Si los ven conmigo nadie dirá nada.-
- ¿Puedes hacer eso?- Quiso saber Genya.
- En realidad no. Pero es mejor que meterlos de todas formas, que algo salga mal y la gente haga preguntas incómodas. Nadie se dará cuenta de nada si se ven cómo alguien que se vería en un hospital en lugar de...dos tipos... escabulléndose por los pasillos. Por eso les pido que se comporten, me estoy jugando el trabajo.-
Genya le sonrió, y asintió con la cabeza. Y ambos miraron a Sanemi, que aún miraba hacia afuera, dándoles la espalda.
- Dime qué los uniformes no tienen faldas.- masculló él.
- Me encantaría ponerte en esa situación incómoda, pero no.- Sonrió ella.
