— Y por aquí está el patio principal —Señala la señorita Weems a su izquierda.

Era una pequeña área cuadrada al aire libre. Habían algunas mesas esparcidas por el lugar para que los estudiantes se sentaran.

En medio de todo, estaba una estatua de una figura oscura. Ni idea de qué sea, pero parece un Demonio.

Algunos estudiantes que estaban en el pequeño patio observando a la familia con sospecha. Como si no aceptaran forasteros.

Por lo que la pelinegra pudo notar. Varios de ellos tenían un aspecto peculiar. Uno tenía un cráneo de cabeza. Y otro tenía la cara pintada de blanco, con ojos completamente negros.

— Veo que la competitividad sigue —Dice Morticia.

— Ah... Ni me lo digas —Exhala Weems. Después, señala con su brazo derecho unas escaleras— Por aquí, por favor.

La familia empieza a subir las escaleras. Merlina, que es la última en subir, alcanza a observar a una chica morena de ojos claros.

Ella parece mirarla con desdén.

La pelinegra decide ignorar toda la nueva atención que está atrayendo, y continúa avanzando.

— Bola de raros.

Llegan al tercer piso, dónde hay un gran número de puertas. De izquierda a derecha.

— Como verán las instalaciones siguen siendo las mismas. La única diferencia ahora son las clases. Ahora hacemos uso del internet para abordar los temas.

Mientras Weems les explica a sus padres la diferencia entre el ayer y hoy. A Merlina le pareció repugnante escuchar la palabra "internet". Solo es una herramienta que deja más idiota a la gente.

Ella prefiere el uso clásico de "Una máquina de escribir" y buscar las cosas a base de amenazas.

— Y en cuanto a nuestra relación con la escuela vecina —Continúa Weems—. Se ha vuelto más competitivo, pero sigue habiendo hostilidad entre nuestros alumnos.

— Pfff... ¿Por qué no me sorprende?— Dice Homero.

— En parte es por tu culpa.

Homero suelta una ligera carcajada nerviosa. Aunque se nota cierto orgullo en ello.

— Si bueno, ¿Qué puedo decir? Gajes del oficio.

La mayoría de la familia se empieza a reír del comentario. Weems solamente rodea los ojos y les pide que avancen.

— Capaz y me llevo un recién nacido ahorita que salgamos —Dice la abuela.

Empiezan a caminar hacía su derecha. En un largo corredor, con alfombra roja. Con varias puertas de madera a sus lados.

Merlina acelera el paso, para quedar cerca de su abuela y sujetar su hombro.

— ¿Cómo que escuela vecina?— Pregunta con seriedad.

— Ah sí, son unos peregrinos. Son divertidos de molestar —Se empieza a reír.

"¿Peregrinos?" Se pregunta a sí misma.

Siguen avanzando un poco más hasta llegar a la sexta puerta.

Weems procede a agarrar la manija de la derecha.

— Querida Merlina, mientras estés aquí. Este será tu cuarto durante los próximos 5 meses —Dice con calma.

La chica solo le da una mirada fría en respuesta.

— Tienes suerte —Continúa—. Tendrás una gran vista del lugar y una gran compañera.

— ¿Compañera?

El último comentario la tomó por sorpresa. Pero Weems en lugar de responder, abre la puerta.

Es un cuarto enorme. Teniendo bastante espacio entre las dos camas. Y una gran ventana redonda en medio de ellas.

Solamente que de un lado está totalmente colorido, y del otro totalmente oscuro y abandonado.

Mientras Merlina observaba el lugar con recelo. Una chica rubia y colorida aparece de la nada enfrente a ella.

— Gusto en conocerte, nueva mejor amiga —Extiende su mano con una enorme sonrisa— Mi nombre es Enid Sinclair. Tú compañera de cuarto.

Merlina se queda tiesa. No se mueve ni expresa nada. Solamente abre los ojos como platos.

Después de un ligero silencio incómodo, donde la pelinegra deja a la rubia con la mano extendida. Se empieza a preocupar.

— Eh, ¿Estás bien?

Morticia se ríe de la situación.

— Oh, no le hagas caso. Tan sólo le causaste una gran impresión. Ella no está acostumbrada a este tipo de cosas.

Homero procede a chasquear los dedos en frente de la cara de su hija. Ella no reacciona, tan solo sigue mirando a Enid con los ojos completamente abiertos.

— Está completamente catatónica —Confirma su padre.

Enid abre los ojos al escuchar eso. Pero Morticia no le permite preocuparse.

— Y dime Enid —La rubia voltea—. En lo que mi hija recupera su alma, cuéntame sobre tí.

La chica sonríe al escuchar eso. Empieza a moverse de un lugar a otro mientras habla.

— Bueno, yo pertenezco a una familia poderosa de hombres lobo. Me gusta hacer amigos donde sea que los encuentre. ¡Oh sisisi! La otra vez me hice amigo de un tipo rata —Se tira al suelo mientras se ríe—. Qué tipo tan más raro, pero tenía el mejor humor del mundo. Siempre salía con comentarios tipo "¡Mátenme!" "Acaben con mi sufrimiento" —Ahogaba la voz como viejito mientras arremedaba las frases.

Luego, se levanta del suelo y comienza a brincar por toda la habitación. La familia Addams (menos Merlina) seguían sus movimientos con la cabeza. Totalmente anonadados.

— Y luego, también me fascina la música pop, k-pop. ¡Los animes! Ay no, cómo me fascinan esos greñudos. Les juro que un día ¿¡QUÉ ES ESO!? —Enid se detiene abruptamente. Mantiene su atención en una esquina con suma alerta.

La familia Addams también voltean a ver la esquina de Enid. Pero no se alcanza a ver nada.

Después de un largo silencio, Enid vuelve a hablar.

— ¡También me gustan las Barbies! —El comentario causó que a la familia, incluyendo a la señorita Weems, dieran un respingo. De pronto, Enid se acerca a Merlina. Que seguía catatónica—. Dime, ¿Tú también eres fan de Barbie? ¿O qué tal Bratz? —La pelinegra no responde—. ¡Naaah! Yo creo que eres más de Monster High.

De repente, Enid se aleja de ella para llegar a su lado de la habitación. Agarra su mochila, y saca un objeto de ahí.

Luego, vuelve a correr hasta quedar frente a Merlina. Agarra sus dos manos y le entrega una muñeca.

— Toma, es Draculaura. Única en su estilo. Considéralo una ofrenda de amistad ¡Yiiii!

Merlina, que se había quedado congelada durante mucho tiempo. Decidió mover la cabeza para observar a la muñeca que tenía entre sus manos.

Es una chica vampira. Con coletas. Un vestido negro con rosa. Y un corazón en su mejilla.

Todo esto fue más de lo que la pelinegra pudo soportar. Y sin decir una palabra, pone los ojos en blanco, y se va de espaldas al suelo.

Su familia, en lugar de detenerla. Observan como su cuerpo se estrella.

La abuela procede a reírse.

— ¡Jaja!... Ya se murió.


— Veo que la señorita Sinclair causó una gran impresión —Habló Weems.

Merlina llevaba un rato despierta, estaba en la oficina de la señorita Weems. Una habitación grande de madera, con enormes muebles a los lados, llenos de libros. También dos largos sillones de color rojo separados perpendicularmente. Y un escritorio con la vista hacía la puerta y sillones

La señorita Weems estaba sentada en su escritorio.

— La señorita Sinclair es bastante expresiva. Pero tiene un corazón de oro. Estoy segura que ustedes-

— Exijo un cambio de habitación—Interrumpe la pelinegra.

Aún sostenía la muñeca que le regaló con mucha fuerza. De tan solo recordarla, sus manos comienzan a temblar.

La señorita Weems frunce el ceño, y cambia el tono de su voz a uno más serio.

— Me temo que eso no será posible, ya que-

— Ella es la encarnación del mal. La prueba de que Dios no existe. Un adefesio mal escrito.

Pericles hizo un gesto de extrañeza al no entender lo último.

— Lamentablemente para usted —Responde Weems—. Ya no hay nada que hacer. A partir de hoy, usted deberá compartir habitación con la señorita Sinclair.

Los ojos de Merlina se agrandaron al escuchar eso. Se levanta bruscamente de su asiento, y mira con determinación y odio a la directora.

— ¡Justicia! —Exclama. La señorita Weems observa a Merlina con sorpresa. Luego voltea a ver a sus padres, pero ellos tampoco entienden—. Demando justicia ante la atrocidad que están por hacerme. Prefiero nadar en las aguas infernales de Chippewa antes que dormir al lado de esa Teletubbie.

La cara de la señorita Weems se vuelve más seria. Como si estuviera esperando que un niño terminara de hacer su berrinche.

— No me importa cuántos dedos tenga que cortar. O cuantas personas deba de castrar. Si ustedes creen que van a obligarme a dormir ahí ¡Entonces no saben nada de-!.


— Espero que disfrutes mucho tu estadía en Nevermore, cariño —Morticia abraza a su hija con fuerza—. Te vamos a extrañar.

— Los odio a todos.

Estaban afuera de la escuela, con la limusina detrás de ellos. Se estaban despidiendo de Merlina.

— Espero que estén disfrutando de este castigo —Dice mientras abraza a su padre con fuerza—. Porque en cuanto regrese, me vengaré.

Su padre, en lugar de sentir la amenaza se pone a llorar. Ya está extrañando a su hija.

— No sabes cuánto deseamos tu regreso —Inhala con fuerza—. Tortura gente. Patea niños.

Homero le da un ligero golpe en la mejilla a su hija. Ella responde con una minúscula sonrisa. Desvía la mirada, después de notar su gesto involuntario.

El último en despedirse es su hermano.

Se acerca lentamente hacía ella, mirándose mutuamente durante un momento.

— Las trampas no serán lo mismo sin tú crueldad y falta de humanidad.

La mirada firme de su hermana mayor se relaja. Luego, pone una mano en su hombro izquierdo.

— Escucha, sin importar que tan lejos esté. Mis enseñanzas se quedan contigo. Úsalas sin misericordia y atorméntate con ellas. Porque una vez que salga de aquí, te las aplicaré sin remordimiento.

Pericles sonríe al escuchar eso, y le da un abrazo a su hermana.

Ella solamente puede darle unas ligeras palmadas.

Finalmente, él decide separarse de la pelinegra. Dándose la vuelta para caminar hacía la limusina.

— ¡Van a llorar! —Grita Merlina.

Pericles, ya no dice nada. Simplemente se sube al asiento del copiloto. Y la limusina comienza a moverse.

Ella observa como su transporte se va alejando de ella poco a poco, hasta volverse una mancha oscura y luego desaparecer.

Se queda mirando el horizonte durante unos minutos más. Luego, se voltea para contemplar su nuevo hogar.

La academia Nevermore.