Capítulo 4 – Inuyasha Akman
Desde que llegué a la dichosa fiesta solo tenía un objetivo: largarme.
No es que la alta sociedad me cayera mal o que no supiera como comportarme en un evento de tan alta magnitud. Era la persona a la que celebramos la que no me gustaba en lo absoluto.
Harold Bondek, no tenía nada en su contra excepto que se casaría con Kagome Thompson. Desde que la conocí en el primer año en la F.P.P.F.H. no me la había podido sacar de la cabeza.
Al principio nos fuimos acercando, eramos compañeros de estudio y nada más, al parecer, ganarse la confianza de esa chica era difícil. Sin embargo, con el tiempo nos fuimos volviendo amigos o algo por el estilo.
Todo cambio en el verano del año pasado. Cuando por fin me había llenado del valor necesario para decirle que me gustaba, ella se comprometió. Y vale, si, se que no era su culpa y que tampoco me debía explicaciones, sin embargo lo tome como una traición. Les juro que llegue a pensar que también le gustaba. Desde entonces le había dejado de tratar.
Aún así, nunca deje de observarla y se que ella también me observaba pues muchas veces nuestras miradas se han encontrado aún sin la intención de hacerlo. Hace una semana, cuando paso el accidente en el bus, por un pequeño instante volvimos a lo que fuimos, o eso creí, cuando Kagome se dio cuenta de que la estaba tocando me soltó tan rápido como si fuese la mismísima sarna personificada.
Me dolió, si, pero también hirió mi orgullo ¿Por qué debo tratarla como a una princesa inalcanzable? Es cierto que su familia es una de las más ricas del mundo, pero mi familia también es influyente y pues el dinero no nos falta. Fue en ese momento en el que dije ¿Qué pasaría si …?
Por momentos estaba seguro de gustarle a Kagome, lo había notado, más aún cuando estaba con Bala y los celos se presentaban en sus ojos. Ella creía que era un libro cerrado para todos y si, lo era, pero para mí era como mirar un paisaje totalmente descubierto. Podia entender hasta el más mínimo de sus movimientos. Sabía lo que pensaba, que le gustaba y que le desagradaba. Sabia que la ponía nerviosa y que odiaba que así fuera.
Por eso, este mismo día en el salón quise jugar con su paciencia. Sin embargo, no contaba con que el corazón se me acelerara a tal punto que tuve que huir para que no lo escuchara.
Al menos está tarde se me aceleró, ahora sentía que se me había detenido. A pies de las escaleras estaban Kagome y Harold, odioso Harold, haciendo acto de presencia para las felicitaciones por el ascenso del ahora General.
Clavé la mirada en la peli negra, se veía realmente hermosa con ese vestido. El color beige resaltaba lo blanco de su piel, el corte de corazón le daba un toque sensual y el hecho de que sus hombros permanecieran al descubierto no hacía más que insitarme a acariciarla.
Su maquillaje era sencillo, solo resaltaba un delineado negro que hacía que sus ojos misteriosos se vieran más cautivadores. Lo único que no me agrado, o al menos no lo suficiente, fue el hecho de que llevará el cabello recogido.
Si, era un hermoso y elegante moño con el cual se veía divina, sin embargo la belleza de su cabello resaltaba más estando suelto, te llamaba a acariciarlo. De repente las manos me comenzaron a cosquillear, quería hundirlas en ese peinado hasta soltarlo y acto seguido acariciar cada hebra de cabello.
Les juro que estuve a punto de ir hacia ella, si no fuera porque sus ojos se posaron en los míos, hechizandome, cautivandome, hubiese ido directo a dónde estaban.
Observé como de grupo en grupo fueron saludando. Aunque el señor Bondek se presentaba orgulloso y seguro con cada paso que daba, Kag se veía más como un adorno pegado a su brazo, pequeña, indefensa, con la mirada perdida.
Era el turno de nuestra familia así que coloque la mejor cara que pude poner.
-Buenas noches señor Akman. Señora Akman.
-Buenas noches Harold, felicidades por tu ascenso. Ah, y también felicidades por tu compromiso.
Solté un bufido ante la palabra "compromiso" y mi padre me observo con cara de "comportate" y acto seguido me presentó.
-Este es mi hijo, Inuyasha, será el futuro CEO de nuestra cadena hotelera.
-Es un placer Inuyasha, espero que nos llevemos bien, así podremos hacer negocios.
Negocios, si claro…
-No entiendo cómo un militar podría hacer negocios con una cadena hotelera pero vale, está bien, es un placer conocerle.
No dude en hacerle saber que su comentario no me agradaba, pero al parecer el señor tenía más que agregar. Comenzó riéndose y mi familia le siguió el juego.
-Bueno Inuyasha, es cierto que un militar no tendría como hacer negocios con una cadena hotelera. Sin embargo, déjame informarte que soy el director ejecutivo de Future Technology así como el prometido de la futura heredera de T Company por lo que estoy seguro que encontraremos una manera.
Y allí fue cuando le echo sal a mi herida. Levanté mi copa en símbolo de brindis y dirigí mi mirada directa a la de Kagome.
-Si es así estoy seguro de que la encontraremos – mencione cada una de las palabras sin apartar la vista de la chica la cual se puso un poco nerviosa.
-Eso, claro, si su prometida lo aprueba. – agregué el comentario más por despecho que por seguir la contienda.
-No tiene nada que aprobar. Si yo lo digo, así será.
La respuesta de Harold Bondek me cayó como un balde de agua fría. ¿Cómo podía decir semejante barbaridad? ¿Es que acaso Kagome no tiene sentimientos? Además, es ella la heredera de T Company, por lo que nadie, ni siquiera su prometido, podia tomar decisiones que solo le conciernen a ella.
Tras retirarse, fueron a saludar a la última familia que les faltaba por atender. Kagome se comportó como toda una dama. Sin embargo, luego de los últimos saludos se quedó sola, sentada en un rincón, esperando no ser notada por nadie.
Me tomo un par de minutos decidir acercarme hasta que por fin lo hice.
-Para ser una chica a la cual le gusta llevar las riendas, me pareció un poco fuera de lugar el comentario de tu prometido.
Debía decirlselo, odiaba que cualquiera, en especial su prometido, hablara como si ella no tuviera ni voz ni voto.
-Pues para ser un chico al que no le gusta meterse en la vida de los demás bien que te has metido en la mía.
La amé. Amé saber que una mujer como ella si tenía mucho que decir ante cualquiera que intentara hostigarla.
Kagome y yo nos mirábamos con fuego en los ojos. Mientras que el fuego en los mios solo tenían como finalidad consumirla por completo, y no de una mala manera, los negros de esa mujer querían calcinarme de verdad.
-Vaya vaya, ni siquiera has levantado la mirada cuando te han tratado de adorno y a mí si que me respondes. Además, parece que me quieres matar, o al menos eso noto en tu mirada.
Sonreí ladinamente al ver que mis palabras causaban el efecto que esperaba. Por un momento Kagome se descolocó, pero solo fue un momento y luego atacó.
-Él es mi prometido, le debo respeto, en cambio tú, tú no eres nadie.
La rabia se apoderó de mi cuerpo, ¿o eran celos? ¿Su prometido era algo y yo era nada? Es verdad, sin embargo no lo aceptaba.
-¿Estás segura?
Lentamente me fui acercando hasta posar mis labios muy cerca de su oído izquierdo. Olía a divino, quería terminar la distancia y besar lo primero que se me atravesara.
· ¿Estás segura de que no soy nadie? – susurré lo suficientemente fuerte como para que tan solo ella lo escuchará.
Mis ojos viajaron a sus labios y note como tragaba pesadamente. Me deseaba, lo sabia. Se me escapó una sonrisa arrogante y antes de brincar a besarla decidí dar marcha atrás. Me separé e hice un gesto de despedida con la cabeza, luego, me retiré.
El resto de la noche estaba pasando sin ninguna novedad. La familia de Bala había llegado un poco retardada debido a asuntos de negocios. Apenas llegaron, la rubia se me había pegado al brazo como un chicle, no es que me cayera mal ni nada por el estilo, era el hecho de saber que le gustaba lo que me ponía nervioso. No quería herirla y algún día tendría que hacerlo.
Bailamos un par de piezas y estuve consciente de que Kagome de vez en cuando ponía su mirada en nosotros. Se que estaba mal usar a Bala para darle celos a Liv pero amaba la mirada que colocaba al intentar que no se notara.
Al ver que se acercaban a la familia Cassiani aproveche para llevar a Bala con sus padres. No quería perderme la conversación. Llegamos justo a tiempo para las presentaciones.
-Oh señor Bondek, está es nuestra hija Bala Cassiani
El padre de Bala aprovecho de presentar a la rubia, incluso sentí que se la quería meter por los ojos, si que estaba loco, ese hombre ya tenía a Kagome por lo que no tenía que mirar a ningún otro lugar.
-Es un placer señor Bondek
-Él placer es todo mío señorita Cassiani.
Tras las presentaciones, el padre de Bala volvió a apuntar el arma y comenzó a disparar, ya entendía porque su hija se llamaba así.
-Si no es mucho pedir, podría concederle el siguiente baile a mi hija.
-Oh no, padre, su prometida está justo enfrente de nosotros – Bala se negó al baile pensando en Kag, al menos ella tenía corazón, o al menos eso parecía querer que notarán. Todos los presentes sabíamos que solo estaba buscando una manera de provocarla.
-Tranquila querida, un baile no define un compromiso, si Harold desea sacarte a bailar pues puede hacerlo.
Y así es como mi chica se denfendia, no pude evitar sonreír y sentirme más que orgulloso de que mi Liv no se dejara pisotear. Por otro lado, su prometido la miraba de una manera reprobatoria, algo estúpido a decir verdad.
-Muchas gracias señorita Thompson. Sin embargo, es cierto que fui descortés, una dama como usted no debe quedarse sin una pareja con la cual bailar.
-No se preocupe señor Cassiani, para eso estoy yo – aproveche la oportunidad que la vida me presentaba y observé a la pelinegra esperando algun desapruebo de su parte. Al ver que dudaba agregué:
- Total, un baile no define un compromiso ¿Verdad Kagome?
Extendí mi mano hacia ella y la tomo sin dudarlo, la guíe hasta la pista de baile y pronto tomamos nuestra posición. Al ser un vals tuvimos que acercarnos más de lo normal aunque, sinceramente, a mi no me molestaba.
La tomé de la cintura con ambas manos mientras que ella dirigía sus brazos a la altura de mi cuello. Lentamente comenzamos a movernos al son de la música.
-Asi que si le puedes responder a tu prometido- no pude evitar soltar el comentario.
-Nunca he dicho que no pueda, solo que una señorita no debe hacerlo
Su respuesta me causo un poco de risa, no tanto por lo que dijo sino por la seguridad de como se defendía. Al menos delante de mi. Sentí como su piel se erizaba y el corazón me bombeo a decir basta, por supuesto, mi lengua fue más rápida que mi cerebro.
-Dime, ¿una señorita no puede responder a su prometido, pero si que puede erizarse en brazos de otro?
El color abandono su rostro para luego tornarse de un rojo intenso. Se veía tan provocativa, estaba avergonzada.
-Tengo frío
Su escueta respuesta no hizo más que motivarme a hacer lo que iba a hacer. Con mis manos aún en su cintura la estreche un poco más hacia mi cuerpo, tanto que sentí como mi propio calor me abandonaba para pasar a ser de ella.
-¿Y ahora?
Estaba a punto de besarla cuando de repente ya no la tenía en mis brazos. Harold la había tomado de la mano y ahora la llevaba a rastras escaleras arriba. Intenté seguirlos pero Bala me tomo del brazo.
-Ahora no Inuyasha, ¿es que no te das cuenta? Has estado a punto de besar a su prometida en medio de la pista de baile. Agradece al cielo que nadie más se ha dado cuenta, sin embargo nosotros si que lo hemos hecho.
Intente calmarme sin mucho éxito, Bala tenía razón ¿Quién era yo para seguirlos?
CONTINUARÁ…
