Capítulo 5

A la mañana siguiente tenía un gran moretón en la mejilla. Si no estuviese viendo mi reflejo en el espejo juraría que lo de anoche fue una pesadilla y nada más.

Cuando desperte de mi letargo, me levanté con todo y orgullo y me dirigí directo a mi habitación, una vez dentro no volví a abrir la puerta a absolutamente nadie. Ni a Melo cuando intento despedirse, ni a la mucama, cuando intento ayudarme con el baño, ni a mi madre, cuando quiso venir a hablar de lo "estupendo" que había salido todo.

Llore como nunca lo había hecho, ¿desde cuándo valía tan poquito? Ni siquiera mi padre con lo estricto que era nunca me había levantado la mano. Jamás en mi vida me habían humillado tanto como Harold lo hizo anoche.

Me puse unos jeans rasgados con un suéter rojo, corto, de cuello estilo tortuga que dejaba al descubierto parte de mi estómago, se supone que una señorita no debía vestirse de esa manera, pero hoy no me sentía una señorita común.

Amarre mi cabello en una cola de caballo y aplique tanto maquillaje como fue posible para tapar el moretón de mi mejilla lastimada. Agregue un pintalabios del mismo tono que el suéter, más que por llamar la atención, quería cubrir el pequeño corte que se había instalado en mi labio inferior, producto del mismo golpe.

Me observé en el espejo de cuerpo completo y una vez comprobado que nada se notaba salí rumbo a la facultad.

-Buenos días Kag

La sonrisa de Melo calmo mis pensamientos y dirigí una tierna sonrisa a mi mejor amiga.

-Buenos días Mel

-Por lo que veo, hoy estás más que deslumbrante, ¿tanto te emociona que tu futuro marido se haya convertido en General?

El simple nombramiento de ese ser me revolvió las entrañas, sentí náuseas y quise salir corriendo de ese lugar.

-¿Qué pasa amiga? Parece que has visto un fantasma

¿Qué tan conveniente sería contarle a Melo todo lo que había pasado el día de ayer? Las insinuaciones de Inuyasha y el encuentro con Harold. Dos cabezas piensan mejor que una y Melo era la mejor dando consejos.

-Tengo algo que contarte

-A ver, dime

-Luego de clases, nos reuniremos en la cafetería y hablamos todo lo que tengamos que hablar.

-Vale Kag que me estás asustando

-Tranquila Mel …

Lo que sea que iba a decir a continuación se quedó en mi garganta. Justo en ese momento Inuyasha entro al salón y tan pronto como me noto me recorrió con su mirada.

Camino directo a nosotras, claro, su asiento estaba justo detrás del mío, se sentó y sentí su mirada clavada en mi nuca. Los vellos de mi cuerpo se erizaron y maldije en voz baja al sentirse tan débil delante de él.

La clase culminó como siempre, el profesor de contabilidad nos había dado unos tips y ahora nos decía que en la próxima clase habría una prueba de todo lo que vimos hoy.

Melo se levantó de su asiento y yo hice lo mismo o al menos eso intenté. Sentí como me tomaban del brazo y no tenía que voltear para saber de quién se trataba, era el único ser lo suficientemente cerca de mi para poder hacerlo.

-Tenemos que hablar Kagome.

La voz de Inuyasha sonaba a desesperación, lo que sea que estuviese pasando, realmente era importante.

-Bien, pero ahora estoy ocupada, quizás más tarde

Aún no estaba preparada para estar en la misma habitación que este chico, ambos solos, no, no podía.

Frunció el ceño e hizo una mueca con los labios, sin embargo me soltó y salió del salón tan aprisa como a quien lo persigue su peor enemigo.

-¿Qué ha sido eso? – Melo se acercó a mi tan rápido como Inuyasha desapareció.

-No lo se Melo, quería hablar, pero ahora estoy ocupada – me encogi de hombros restando importancia al asunto

-¿Me estás diciendo que el gran Inuyasha Akman te ha dicho que necesita hablar contigo y tú, Kagome Thompson le ha rechazado?

-Le he dicho que más tarde

-Vaya, y yo pensé que morías por él

-¡Melo! – sentí como el rubor se extendió por mi rostro – No digas eso, y ya, vamos, tenemos mucho de que hablar.

CONTINUARÁ...