¡Buenas noches, a todas! ¡Gracias por continuar pendientes de esta historia! Aquí les comparto un capítulo más. Les recuerdo que es una adaptación de mi autoría, sin fines de lucro, respetando los derechos de autor de la historia original. ¡Muchas bendiciones!
"UNA VISIÓN DE AMOR"
CAPÍTULO IX
El ambiente en la Mansión de las Rosas, luego del accidente, era uno sombrío, cargado con la pesadumbre generalizada de una inminente pérdida. Los preparativos para el sepelio del joven Brower habían comenzado a realizarse por instrucciones de William, sin mencionarlo a la tía abuela para no turbarla aún más de lo que ya estaba y, sin embargo, tras solo dormir un par de horas en la madrugada, la anciana no paraba de rezar en compañía de varias de las mujeres de la familia que estaban de visita, incluida la madre de Candy, y varias empleadas muy devotas que querían mucho al muchacho, en un altar a la Virgen del Rosario improvisado en la sala principal de la mansión, con varios reclinatorios, decorado con velas y flores de la época del jardín - dalias y crisantemos -, con la imagen principal de la virgen trasladada desde la capilla de la propiedad.
La joven esposa Brower finalmente había caído exhausta al despuntar el día, pero negándose a marcharse de la habitación de su esposo, había permanecido recostada junto a su marido, sobre las sábanas, durmiendo junto a él, a pesar de la presencia continua del doctor Miller y de la enfermera en la habitación.
A las nueve de la mañana, el doctor Miller revisaba al paciente en presencia de William - como lo hacía cada 15 minutos desde la tarde anterior-, cuidando de no despertar a Candy, a quien la enfermera había colocado un pequeño poncho para cobijarla del frío matutino, a pesar del sueve calor que despedía la chimenea de la habitación. La pupila del pálido paciente se contraía al revisarla con luz, su respiración, aunque dificultosa, era más serena. La fiebre aún no rescindía, pero había disminuido a 39.
William, desvelado, esperaba preocupado algún cambio en su cuadro clínico. Minutos antes Archie y Stear y algunos otros parientes que lo apreciaban mucho, habían terminado de pasar para despedirse de él, con todo el dolor que implicaba, pero en silencio. Todos, menos la tía abuela, quien insistía que prefería seguir rezando en el salón.
"¿Cómo está?", dijo William ya en el pasillo del segundo piso, acompañado por el médico, para no molestar a la cansada esposa dentro.
El doctor Miller suspiró, "He de reconocer que no pensé que pasaría de la madrugada. La fiebre bajó un poco, y su respiración todavía es dificultosa; y aunque la radiografía no muestra fractura craneal, el cerebro sí está inflamado, pero aun así tiene actividad cerebral. Es difícil decir, señor Andley. Me gustaría hacer más, pero me temo que hemos llegado al límite de nuestra medicina actual. Solo nos queda esperar."
William lo escuchó con desasosiego.
"Y rezar", completó el patriarca con resignación. El doctor, un tanto escéptico ante su comentario, pero sin querer increparlo, asintió.
"Anthony…", la voz de la pecosa en sueños enterneció a la enfermera que era la única presente en aquel momento en la habitación. Una mucama acababa de retirarse, y había llevado un desayuno para la joven señora dormida. Dándole pena despertarla, Mallory decidió dejarla dormir un poco más, y dedicarse mejor a cambiar el suero del paciente.
Candy le parecía un tanto inquieta en su sueño al reemplazar el frasco, pero luego de un momento, se quedó quieta, permaneciendo profundamente dormida.
En medio de sus sueños, la joven pecosa caminaba por los campos que rodeaban la casa de sus padres en las tierras altas del norte de Escocia, en los Bosques Anagach. Caminaba en medio de los hermosos pinos y a medida que avanzaba, su corazón se alegraba al sentir la fragancia de las flores silvestres, el sonido de los riachuelos y del suave viento en las copas de los altos árboles.
Al llegar de vuelta a la casa principal de dos plantas, estilo baronial escocés, y querer entrar a los jardines, se sorprendió de encontrar la verja al jardín interior cerrada. Con extrañeza sujetó los barrotes torneados de la puerta doble de metal en sus manos y notó que no se abrían ni empujándolos y fue entonces cuando, mirando hacia su interior, pudo reconocer una imagen familiar que trabajaba hincada junto a uno de los arriates, una imagen que de inmediato hizo acelerar su corazón y sonreír emocionada.
Anthony permanecía de espaldas a ella, atareado sembrando lo que parecían ser unos rosales en la tierra. Viéndolo a través de la verja, poco a poco la expresión de la joven rubia fue cambiando poco a poco al ir recordando vagamente algo sobre un accidente… una caída… el dolor… y al comprender de pronto que lo estaba viendo otra vez, comenzó a llamarlo desesperada desde la verja.
"¡Anthony!, ¡Anthony!", le gritó desde detrás de los barrotes torneados, "¡Amor, por favor, abre estas puertas! ¡Amor!, ¡estoy aquí! ¡Mírame!" dijo desesperada. "¡Déjame entrar contigo, por favor…!", decía ahora más angustiada. "¡Anthony, mi príncipe, te lo suplico!", las lágrimas comenzaban a aparecer y a correr por sus mejillas. "¡Por favor, escúchame, Anthony!, ¡Ábreme!"
"¡Ah!, perfecto!", se volvió el apuesto muchacho y le sonrió a otra figura que venía corriendo por la vereda hacia él. Un pequeño rubio con pelo rizado - que ella calculó tenía tres o cuatro años -, se acercó al alto rubio de mangas arremangadas, y se hincó junto a él, entregándole una palita.
"Gracias, cariño.", le dijo el joven. "Ahora colocamos un poco de tierra negra alrededor así… - A tu madre le encantaba esta parte. -", le comentó con una hermosa sonrisa.
"¿Puedo, papi?", preguntó entonces el pequeño de ojos azules color cielo, emocionado.
"Claro, Matthew." Sonrió el mayor, cediéndole la palita y el pequeño la tomó y con lentitud imitaba al mayor sacando la tierra negra de un saco junto a ellos y colocándola, a pesar de que se le caía la mitad, alrededor del rosal.
" '¿Papi?' ", repitió con sorpresa Candy al escucharlos.
Ambos rubios continuaron con su labor platicando amenamente entre ellos, viéndolos la rubia mistificada con una sonrisa enternecida luego de lo que sintió como una eternidad, disfrutando del momento tan especial que disfrutaban los dos parecidos rubios, hasta que una lejana remembranza la hizo recordar nuevamente su presente tragedia.
"¡Anthony!", insistió entonces la rubia. "¡Anthony, por favor, déjame entrar! ¡Anthony!" dijo ahora la joven con más insistencia, agitando la verja cerrada con todas sus fuerzas, pero ellos continuaban con su labor ignorándola por completo.
"Y ahora, les echamos un poco de agua así…", Anthony vertía un poco de agua con una pequeña regadera de metal. "Hazlo", le sonrió al pequeño ayudándole a sostener la regadera mientras lo imitaba, ignorando ambos la voz de la pecosa.
"¡Anthony…!", dijo la joven llorando con desesperanza. "Mi amor… escúchame…", se le entrecortó la voz, mirándolos ya derrotada. "Déjame estar con ustedes… Anthony… mi amor…", la joven cerró sus ojos con dolor. "Matthew…" susurró con derrota en su corazón.
Inmediatamente el pequeño volteó a ver hacia la reja y su carita pecosa se iluminó con una sonrisa, haciendo brillar sus ojos azules, soltando la regadera de mano. "¡Es mamá!", exclamó con alegría, haciendo que el rubio mayor se volviera a ver a donde el pequeño miraba, y poniéndose de pie sorprendido, la notó observándoles de pie al otro lado de la verja con un brillo de tristeza y emoción en sus verdes ojos.
"Anthony…", dijo la rubia entonces con los ojos llenos de lágrimas, irguiéndose con esperanza, al verlo a los ojos finalmente. "Amor…", le dijo, "está cerrado, déjame entrar.", le suplicó otra vez.
La expresión de sorpresa de Anthony cambió a una de tristeza. "Lo siento, Candy… no puedo."
"¿Qué?", ella se sorprendió.
"Aún no es tu tiempo, amor.", le dijo con una triste sonrisa.
"¡Pero el tuyo tampoco lo es, Anthony!", la joven protestó. "Nos amamos! ¡Tenemos aún muchos planes por realizar, ¿recuerdas?! ¡Y yo te necesito, mi príncipe! ¡Todos te necesitamos!"
El niño se aferró a la pierna de su padre al escucharla, mientras su padre acariciaba distraídamente su cabecita rubia, mirándola a ella preocupado.
"Nuestro pequeño pronto estará contigo, Candy.", continuó el rubio con una sonrisa triste. "Y tú le hablarás de mí para que me recuerde."
Las lágrimas de Candy fluían ahora con abandono "¡No, Anthony! ¡Él debe conocerte en persona, no por mí! ¡Él debe saber lo maravilloso que eres, porque desde ya veo que eres un maravilloso padre para él! ¡Matthew te necesita, amor…! - y yo también -. ¡Debes luchar! ¡Por nosotros…! ¡Por nuestra familia…!", ella insistió. "Lo prometiste, Anthony. En nuestra colina. Que siempre estarías conmigo…", le recordó con tristeza. "Que no sería como con mis padres reales… que tú sí no me abandonarías nunca", lloró acongojada.
"Y no lo hice, pecosa.", le dijo el muchacho protestando, con lágrimas en los ojos. "Siempre estaré contigo.", le sonrió.
"Te amo, Anthony…", le dijo la rubia extendiendo su mano a través de la verja hacia él. "Ven… Te amo…", le dijo, ofreciéndole su mano. "Mi corazón es tu corazón, amor… Estamos unidos para siempre, Anthony. 'En la salud y en la enfermedad'…", le citó, sonriéndole. "La soledad no nos vencerá, mi vida… porque ahora estamos juntos.", le dijo.
Anthony derramó varias lágrimas al escucharla, y viendo que su hijo le sonreía viéndolo hacia arriba. Y que luego le asentía, soltando su pierna. El muchacho conmovido se aproximó lentamente hacia la cerrada verja que los separaba.
"Pero es que… me siento tan cansado, pecosa." Le confesó deteniéndose frente a ella.
"Toma mi fuerza.", le dijo ella con una sonrisa tierna. "Aquí estoy.", le dijo, ofreciéndole su mano aun alcanzando hacia él. "Estamos juntos, Anthony, y permaneceremos juntos, enfrentándolo todo. Dios me permitió llegar hasta ti. ¡Podemos lograrlo!"
El alto joven miró la mano de Candy, que lucía una argolla dorada en el dedo anular, mientras la mantenía extendida a través de la verja hacia él. Y levantando su propia mano izquierda, notó su propia argolla en su dedo anular. Reconociéndola, miró a los ojos a la rubia que lo veía con anhelante expectación. Y con un poco de duda al principio, al ver su argolla y sentir su significado, volviendo a ver a los ojos verdes que lo miraban con amor, Anthony se permitió volver a sentir esperanza, y acercándose a la verja, estrechó finalmente la suave mano de su princesa. Al hacerlo, ambos sintieron de pronto una inmensa paz y calidez en sus pechos, y el sonido fuerte y rítmico de sus dos corazones, latiendo separados, comenzaron lentamente a alinearse con vigor, latido a latido… respiración a respiración… hasta convertirse en un solo sonido… un solo ritmo perfecto… un solo universo… un solo amor…
"No me dejes, Anthony mío…" fue lo último que le dijo la pecosa a su amado que la miraba, al igual que ella, con una mirada de absoluta adoración…
La imagen se desvaneció lentamente a su alrededor, dejando a la pecosa en el silencio de la inconciencia, en un lugar sin tiempo ni espacio, a excepción de la certeza de la imborrable sensación de una mano cálida y viva sujetando todavía la suya, llenándola de un familiar confort.
"¡Doctor! ¡Doctor! ¡Venga pronto!", los gritos de la enfermera y un ataque de tos de alguien cercano a ella, hizo volver de golpe a la rubia de su profundo sueño.
Continuará…
¡Gracias por leer!
Muchas gracias por estar al pendiente. Esta historia encierra muchos recuerdos muy hermosos y queridos para mí. El Amor es eterno en realidad… y es la esencia de lo que es real en nuestras vidas.
Mucha gracias por darle a la historia una oportunidad. Gracias por sus comentarios al capítulo anterior, queridas Anguie, Sharick (¡Bendiciones también!), Guest 1 (¡Gracias!), Guest 2, Guest 3 (¡Muchas gracias!), Guest 4, Guest 5 (¡Yo también lloré! ¡Un abrazo!), Guest 6, GeoMtzR (¡No hay pena, Georgy! ¡Qué bueno que nos alcanzaste! ¡Bendiciones! ¡Y gracias por comentar!), querida Ale (¡Muchas gracias! y lo mismo sentí también! ¡Qué bueno saber que te gusta la historia! ¡Saludos!), queridas Mayely león, Cla1969 (¡Sono contenta che ti sia piaciuto! ¡Un abbraccio!) En español: ¡Me alegro de que te haya gustado! ¡Un abrazo!; querida Lisbeth Haruka (¡Paciencia otra vez! ¡Ji, ji! ¡Un abrazo!), y querida Mitsuki Leafa (¡Mucho gusto, Mitsuki Leafa! Qué alegre saber de ti. Es cierto, hay tantas obligaciones a lo largo de la semana, gracias por tomarte un tiempo para leer y comentar hoy en tu día libre. Espero te sientas mejor ahora, y puedas iniciar tu semana más tranquila mañana. La historia continúa. ¡Bendiciones!) Y gracias también Julie-Andley-00 (¡Para cuando leas el capítulo también! ¡Ji, ji, ji! ¡Un abrazo, amiga! Espero te encuentres bien. ¡Bendiciones!) Y para todas las lectoras silenciosas como Mitsuki, también ¡muchas gracias!
¡Gracias a todas y cada una de las lectoras!
¡Muy feliz noche!
lemh2001
12 de noviembre de 2023
P.D. Se publicará el próximo capítulo mañana por la noche. ¡Hasta entonces!
