FELINETTE NOVEMBER
- 2023 -
"Siempre fuiste tú"
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Capitulo 1: Baile de diamantes.
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Emma Fathom fue una niña peculiar, hermosa sí, pero peculiar.
Tenía unos rizos rubios que rebotaban en sus hombros al correr, unos profundos ojos azules y unas pestañas larguísimas, totalmente doradas. Las mejillas regordetas y sus labios gruesos no opacaban la notoriedad que tenían sus pecas en su cara. Su madre siempre había intentado protegerla del sol, pero lo había logrado a medias. Era bien sabido que Emma Fathom odiaba el pringue dejado por la crema solar, así que iba corriendo hacia su padre, Félix, quien a escondidas de su esposa, cogía una toallita húmeda y la restregaba en su rostro, hasta quitársela. Luego de eso, su padre le ponía un sombrero, o una gorra, para cambiar de una protección a otra. Emma, por supuesto, se quitaba lo que fuera que tuviera sobre su cabeza, se lanzaba directo al barro o a una piscina y pataleaba, incoercible, hasta que por fin alguien decidiera montarla en el columpio.
Ese era uno de sus recuerdos más preciados. La diligencia de su madre, el complot con su padre, su infancia feliz, silenciosa, placentera, algo solitaria, en una gran mansión inglesa cubierta de historia y un extenso jardín, con un gato siempre sobre sus rodillas.
Emma Fathom no había tenido hermanos.
Emma Fathom no tuvo amigos.
Durante gran parte de su vida, a ella le enseñaron todo en casa, con tutores particulares y muchas mascotas. Tenía una risa extraña y podía tranquilamente contemplar una hoja de árbol durante horas. Algunas veces, si le hablabas, no te dirigía la mirada. Le molestaba, en exceso, el más mínimo ruido producido por otras personas y detestaba, a ciencia cierta, el chocolate en cualquiera de su presentaciones.
En cambio, leía muy bien, aunque hablaba poco. Su padre nunca dudó de su inteligencia, aunque el sistema educativo, sí. Era por eso que no la escolarizaron hasta que ella fue muy mayor y pudo defenderse de los abusones, por sí misma.
Emma Fathom, por sobre todas las cosas, amaba a su familia y a su gato, aunque ella ya fuera mayor y aunque ya no estuviera tan sola.
A pesar de ello, sus padres, Felix Fathom y Marinette Dupain-Cheng, nunca escucharon de su boca un "te quiero", no lo necesitaban eso era cierto, pero nunca lo escucharon. Ellos sabían que su hija los amaba, Emma les dejaba flores de todos los colores y tamaños, o bichos muertos asesinados por ella misma o pinturas neovanguardistas hechas con ceras... O notas, Emma Fathom escribía notas. Millones de notas autoadhesivas, regadas en cualquier sitio, tan sólo para preguntar cosas obvias o no tan obvias. O indicaciones. O súplicas.
Lo que Emma no obtenía con la voz, lo conseguía con la escritura.
"Necesito la llave de la buhardilla", escribió Emma, un día. "Necesito buscar mi maleta de viaje".
Dibujó al final de la nota, una pequeña imagen de ella suplicando, y dejó el papelito sobre la encimera de la cocina, donde estaba segura que su madre la vería.
Y efectivamente su madre, Marinette, la leyó horas más tarde, cuando pasó a hacerse un café de media mañana.
Su madre resopló, vencida, y buscó en el gabinete de las llaves, seleccionó la adecuada, y la dejó sobre la nota, junto con otra nota más.
"Déjala en su sitio cuando termines, y escoge la mejor maleta, la de tu padre, es antigua pero está en muy buenas condiciones, o eso creo. Te quiero mucho, mi Emma."
Era difícil, permitir que Emma viajase sola en su condición, pero ella debía ir a París, para asistir al Congreso Internacional de Matemáticos, porque...Emma era ...matemática. Los números eran lo suyo, y también el silencio, por supuesto.
"Gracias", escribió Emma después, una vez que se dio cuenta que su madre le había dejado la llave.
Cuando encontró la maleta de su padre en la buhardilla, Emma Fathom comprobó que efectivamente, la maleta era bastante vieja y a la vez, muy singular. Tan singular como yo, se dijo. Así que suspiró suavemente y cogiéndola con mucho cuidado, arrastró a la maleta hasta su habitación, la lanzó sobre su cama y la abrió.
Y en ese instante, Emma encontró un tesoro.
La maleta estaba vacía, o casi vacía. Dentro de ella, Emma halló numerosas fotografías, postales y un fajo de cartas atadas con un lazo rojo, todos con destino a una dirección en París, ubicada en el distrito 18, enviadas desde el barrio de Surrey, en Londres.
A Emma le gustaba leer y escribir notas, y hablar muy poco, pero era sumamente curiosa.
Una vez, le enseñó a sus padres la razón por la cual se había muerto un agapornis que tuvieron, para lo cual, Emma le abrió las entrañas al animal y examinó sus tripas, diagnosticándole el fallecimiento por atascamiento de una piedra.
Su madre le sonrió al ver al ave muerta y eviscerada, para unos segundos después caer desfallecida. Su padre se lanzó a atender a su madre y Emma Fathom, de seis años de edad, se encogió de hombros, dejó el cadáver del animalito sobre una silla y salió saltando del salón, alegre por saber de qué había muerto el pajarillo.
Así que no tuvo miedo ni temor, cuando liberó el lazo que unía a las cartas, pilló la primera de ellas, la que tenía la fecha más antigua y la abrió.
"Estimada señorita Dupain:
Es mi agrado informarle que Londres sigue siendo la ciudad más húmeda del mundo. Al menos para mí. No hay problema por ello. Estoy acostumbrado. Algunas veces, si sale el sol y el cielo es despejado, puedo comprobar, con exactitud, que ése azul, es el azul de tus ojos. E increíblemente, así, de esta manera, te extraño menos.
Porque, ¿Cómo podría olvidarte, Marinette? ¿Cómo podría seguir viviendo? Sin saber de tí, sin oír tu voz. Esto no se puede terminar aquí.
Debemos seguir con ello.
Yo te seguiré escribiendo. Esperaré por tu respuesta. Toda la vida si es necesario. Aquí estaré, Marinette.
Sinceramente tuyo, Félix F."
Dentro del primer sobre, además de aquella escueta carta, Emma encontró una foto de su padre y su madre, bailando juntos en una pista de baile, absolutamente elegantes, ambos vestidos de blanco. Su madre llevaba un antifaz también blanco sobre su rostro. Una gran bola con destellos de diamantes coronaba la parte superior de la foto. Había otras parejas bailando al lado de ellos, todos vestidos iguales, de blanco níveo e impoluto.
Emma se percató que ambos lucían muy jóvenes en aquella foto, quizá todavía no fueran mayores de edad. Y parecían tremendamente felices, absolutamente maravillados el uno del otro.
Tan enamorados.
"Cumpleaños de Adrien A., París. 2018", decía en el reverso de aquella fotografía.
A Emma no le sonaba de nada ese nombre, así que no se preocupó de ello, por lo que desdeñó aquella información. Dejó la foto a un lado y sonrió. Sonrió porque sus padres, ahí, casi niños, se querían tremendamente. Y aún lo hacían, aunque fueran algo mayores. Emma jamás tuvo dudas que era amada por unos padres cariñosos y atentos. Y pacientes. Había tenido suerte. Cuando quiso seguir leyendo el resto de cartas, se dio cuenta que había perdido mucho tiempo.
Resoplando, lamentando el tener que irse, hizo a un lado el contenido de la maleta y se apresuró a empacar sus pertenencias. Ropa, artículos de aseo, el ordenador y varios tapones de oídos y cascos canceladores de ruido. Lo hizo todo rapidísimo, cerró la maleta y se apresuró por dejar su equipaje en el maletero del coche de sus padres, listo para salir de viaje, al día siguiente.
Había decidido que seguiría leyendo la correspondencia hallada en la vieja maleta, en su viaje a París.
Tenía tiempo para ello. Había tiempo para todo.
Así que permaneció tranquila cuando se despidió de sus progenitores en la estación de tren en Londres, y no les preguntó nada referente a las cartas dentro de la maleta. No tenía porqué hacerlo. Consideró que las cartas eran otra reliquia familiar. Un recuerdo como cualquier otro.
...como cualquier otro...
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Feliz Felinettenovember 2023!
Este fic será de capítulos cortitos y que no sobrepasarán (lordie mediante) las 3000 palabras. De esta manera, aseguro publicarlo diariamente conforme el calendario establecido por la gente de Miraculous fics (cuenta en Twitter, ahora X)...
Como advertencias deberé decirles que si bien no habrá smut, ni pwp, sí que contendrá algunos temas que pueden no ser d esu agrado, como la infidelidad o conflicto amoroso, y alguna relación romántica entre familiares pero no muy cercanos.
En serio, no os asustéis, pero visto cómo esta el mundo, prefiero decíroslo. Además, la clasificación es para mayores de 14 años, porque no describiré ciertas escenas y las dejaré a la imaginación.
Ya para fics para adultos, he escrito varios y el ultimo ("Match") es bastante potente por sus escenas para mayores de 18.
Además, iré actualizando semana sí, semana no, el resto de fics que tengo en hiatus. Pidiendo perdón de una vez.
Muchísimas gracias por su atención. Ya iremos conversando.
Gracias por todo..
Un fuerte abrazo.
Un beso enorme.
Desde Castilla y León, con amor.
Lordthunder1000.
