Capítulo 8: Nuevas metas
Después de llegar a Japón, Kohaku había ido directo a la aldea para hablar con su hermana, contándole absolutamente todo lo que había sucedido mientras ambas terminaron llorando. Jamás pensó que pasaría por algo tan horrible como lo había sido darse cuenta de que apenas en ese momento de enterarse de que tendría un hijo con la persona que amaba, este fuese sacado de su interior.
Ella quizás habría tenido el valor para salir adelante en otras circunstancias, pues era bastante fuerte, pero en ese momento había un enorme vacío en su corazón, eso era lo que le había dejado su pérdida. Sin embargo, Senku seguramente no la entendería y probablemente nadie más lo haría, ya que, por ejemplo, en su aldea no era tan frecuente que las mujeres perdieran a sus bebés o, en caso de que sucediera, generalmente se asociaba a la muerte de la madre, y ella estaba viva, pero su bebé no lo estaría.
—Si quieres puedes dormir conmigo esta noche, como cuando éramos niñas y tenías miedo por lo enferma que se encontraba nuestra madre —ofreció Ruri, totalmente comprensiva, mientras acariciaba el cabello de Kohaku con dulzura, y ella simplemente se mantenía abrazada a su cintura, sin querer decir nada más y sólo sacando su dolor.
Kohaku asintió y supo que su hermana la había comprendido, tenían una buena conexión y se amaban de verdad. Agradecía poder estar con ella en ese momento y tener con quién compartir su dolor.
Los días serían difíciles para Kohaku, pero por lo menos tenía ese apoyo familiar.
…
Después de haber recibido una llamada de Ruri, Chrome se había sentido muy triste de saber que Kohaku estaba sufriendo muchísimo y que la misma Ruri no sabía qué hacer, por lo que sintió que lo mejor sería hablar de una vez con Senku, quien había estado tan absorto en una nueva investigación que ni siquiera parecía interesado en hablar con los demás. Generalmente era común para Chrome verlo así, pero ¿por qué sentía que esta vez era diferente?
Tocó la puerta del laboratorio en el que Senku se había encerrado.
—¡Estoy muy ocupado! ¡No quiero visitas! —se quejó Senku.
—¡Soy yo! —insistió Chrome.
Escuchó un ligero quejido del otro lado de la puerta y poco después su amigo abrió la puerta mientras se rascaba el oído con el meñique.
—¿Ocurre algo? Pensé que ya todos sabían sus obligaciones pendientes —mencionó con flojera el científico rascándose el oído con el meñique.
—No vengo por eso —señaló Chrome con decisión, realmente no perdería mucho tiempo dándole preámbulos al asunto—. Kohaku está en Japón.
Senku abrió los ojos brevemente, pero luego cambió su mirada a una más tranquila.
—Era de esperarse, esa leona es demasiado impulsiva. ¿Eso era todo lo que tenías para decir? —indagó Senku—. Tengo trabajo que hacer.
Chrome suspiró y detuvo con su mano izquierda la puerta antes de que Senku se atreviera a cerrarla.
—¡Y una mierda que voy a permitirte encerrarte nuevamente! —se quejó el castaño, haciendo sonreír ladinamente a su amigo—. Ya es hora de que dejes de hacerte el duro, sabes que todos estamos juntos en esto y no pienso permitir que te ahogues en tus problemas.
Senku sonrió ladinamente y dejó pasar a su amigo.
Chrome sabía que no le contaría absolutamente nada, pero al menos podría saber cuál era su plan, lo que lo tranquilizaría mucho al poder saber en qué situación se encontraba.
—Estoy trabajando en una nueva investigación con ayuda de algunos datos que he conseguido en artículos científicos recientemente publicados sobre lo que se sabe de los fetos petrificados. He mandado correos a las diferentes asociaciones de algunos de los países que han conseguido avanzar durante este proceso y aparentemente existen teorías que podrían permitir salvar a los más grandes, pero… aparentemente es difícil salvar a los de menos de 24 semanas todavía, pese a los esfuerzos que se están haciendo, es posible que muchos continúen muriendo —explicó tranquilamente.
El castaño detalló las facciones de su amigo, parecía no haber dormido en esos últimos días y pudo leer en él ese sentimiento de culpa que seguramente estaba abrumando igualmente a Kohaku en ese momento.
Chrome lo miró con una sonrisa.
—Si pudimos hacer un cohete ida y vuelta, ¡sé que podremos con esto! ¡No importa cuánto tiempo pase! ¡Encontraremos la clave! —afirmó con ánimo.
Senku le sonrió de vuelta.
—¡Será emocionante! —exclamó finalmente el científico y extendió su puño hacia su amigo, quien también lo extendió dedicándole una enorme sonrisa.
Quizás Chrome no sabía mucho de bebés y de ese tipo de sentimientos familiares, pero si de algo estaba totalmente seguro era de que ni Senku ni él eran de los que se rendían hasta encontrar la solución a los problemas.
…
Para el día del cumpleaños de Ukyo, el trabajo estaba casi completamente enfocado en la creación de equipos que permitieran la supervivencia de los bebés tras la despetrificación, los dos ginecólogos jefes de la investigación sugerían la posibilidad de empezar a despetrificar madres con bebés de más de 30 semanas. Para lo cual estaban buscando maneras de determinar, a través del tamaño de los vientres de las madres, cuáles probablemente tenían 30 o más semanas, de forma que Elise y Yuzuriha, junto con otras embarazadas del mundo postpetrificación, se habían convertido en sujetos de experimento para establecer un rango para los tamaños del vientre.
Mientras tanto, el grupo de exploración e investigación, liderado por Chelsea, había ido a Pohang, en Corea del Sur, a buscar a la otra neurocientífica que ayudaría a Elise Coutta a trabajar en recursos que pudieran ayudar a que el sistema nervioso central no se viese afectado por una despetrificación prematura. Para lo cual, también necesitarían a un neurocirujano de origen brasileño y un neuropediatra escocés, que estaban en la lista de Gabrielle Burns. Respecto a Gabrielle Burns, las cosas se habían vuelto muy álgidas entre ella y DJ Ions, ya que pasaban más tiempo peleando que investigando, lo que hacía que hubiera un retraso importante en la parte hematológica y genética de la investigación. Y sí, evidentemente eso a Senku lo sacaba de quicio.
—¡XENO! ¿CÓMO QUE TENGO QUE CAMBIAR TODOS MIS EQUIPOS POR LOS QUE ESTÁ CONSTRUYENDO ESTA COSA? —chilló Gaby entrando en el laboratorio en el que trabajaban todos y creando un tumulto que hizo que a Adhara se le cayera un envase de vidrio en el que estaba parte del combustible con el que estaban experimentando para los motores nuevos.
—¡Vaya, nena! ¿Será que algún día tendré el honor de que me llames por mi nombre? —cuestionó DJ, que había llegado detrás de Gaby, tapando sus oídos con ambos índices por el chillido tan ensordecedor de la hematóloga.
—Awwwnnnn… que romántica escena —mencionó Elise con tranquilidad, mirándolos con una extraña ternura pese a que su mirada era totalmente indiferente; mientras Gen, a su lado, tenía una gota de sudor cayendo por su frente.
—¡Tú cállate, Elise! ¡Estoy cansada de lidiar con esta cosa! —se quejó Gaby—. ¡Es un insoportable y quiere cambiar todos mis equipos a cada rato!
—Son equipos cada vez mejores, nena amargada, mi idea es ir avanzando la tecnología de tus equipos poco a poco, no tengo la culpa de que seas una anticuada que no quiere adaptarse a la revolución tecnológica que estoy creando—mencionó él, con sus brazos detrás de la cabeza y una sonrisa divertida.
Una vena se notaba visiblemente hinchada en la frente de la doctora, y apretó ambos puños, notándose que estaba a punto de golpear al sujeto frente a ella, lo que realmente no parecía del todo sensato de su parte, dado que él era visiblemente mucho más alto que ella. Detrás, Ukyo ayudaba a Adhara a recoger los residuos del vidrio mientras ella lloriqueaba frente al reguero que había hecho.
—¡Eres un presumido! —Alzó su brazo en dirección a él, como si estuviera a punto de golpearlo, por lo que Senku consideró necesario intervenir.
—¡Ya basta! —se quejó Senku—. ¡Están siendo muy molestos y no nos dejan trabajar! ¿Cuál es el problema con los equipos, hematóloga?
—Todos los días quiere cambiarlos por equipos nuevos, todos, un día me trae uno, y al día siguiente ya quiere que utilice otro… —intentó contar Gaby.
—Nena, he intentado explicarte todos los días cómo utilizar cada uno de los nuevos equipos que hago y tú simplemente me ignoras —interrumpió DJ.
—¡Deja ya de decirme "nena"! Esto no es Grease y tú no eres John Travolta —se quejó ella con indignación, ante una mirada completamente emocionada de Elise.
—Ya bésense —dijo con emoción la extraña novia de Gen.
Gaby de inmediato se sonrojó al oír esas palabras y desvió la mirada.
—No digas tonterías, Elise.
Senku bufó. No tenía tiempo para estar perdiéndolo con estúpidas peleas ajenas.
—Hematóloga, hazle caso a este sujeto, parece que quiere apoyarte, tienes que ceder un poco y permitirle explicarte el uso de las máquinas que te está ofreciendo, porque no vamos a avanzar nada. Eres la científica a cargo, debes dar el ejemplo —regañó con fastidio Senku, rascándose el oído con el meñique—. Volveré a mi trabajo, no quiero oír más de este problema, resuélvanlo ustedes.
El científico se giró y regresó a su trabajo, sin llegar a ver la sonrisa divertida en la cara de DJ, mientras que Gaby lo miraba como si no pudiera creerlo.
—Yo digo que terminarán casados —sentenció Elise, después de verlos salir por la puerta, con su amiga hematóloga refunfuñando sobre cuán insoportable sería tener que lidiar con ese sujeto de cabello castaño.
—Eso es algo que no podemos saber, Elise-chan, aunque supongo que sí hay una especie de extraña tensión entre ellos~ —se burló Gen con su voz cantarina de siempre, para luego guiarla nuevamente a su mesa de trabajo.
…
En otro lugar del castillo, Ryusui se encontraba con su mayordomo, Francois, finalizando los últimos preparativos para la celebración del cumpleaños de Ukyo. Aunque sabían que los ánimos no estaban del todo bien como para hacer una fiesta, Ryusui consideraba que buscar alguna forma de distraer a sus amigos podría ser una opción para reducir la tensión que había en el ambiente. Especialmente, sabiendo que todos estaban trabajando casi sin descanso tras la pérdida de Kohaku.
Para Ryusui era preocupante que su compañera, una guerrera capaz de enfrentarse a diferentes peligros, y la cual incluso había sido tan valiente como para ir a La Luna por el bien de la humanidad, en ese momento se encontrase lejos, separada de Senku y sus otros amigos, a pesar de siempre haber estado incondicional junto a ellos. Kohaku, desde que la conocía, era una importante aliada para Senku y el hecho de que por fin de hubieran juntado debería haber sido motivo de celebración para todos; sin embargo, la noticia de que ella perdiera a su bebé y tuviera que ser obligada a sacárselo del vientre, había sido desgarradora y devastadora para todos.
—Amo Ryusui… ¿qué le parece la degustación que tengo preparada para el buffet? —lo interrumpió de sus cavilaciones Francois, al tiempo que dejaba ver diferentes platillos que él estaba ansioso por probar.
Empezó a comerlos con tranquilidad, dejando que los diferentes sabores inundaran su paladar, y corroboró a su mayordomo que todo estaba exquisito.
—¡Ja-ja! A todos les encantarán estas delicias Francois —aseguró el capitán—. Tan eficiente como siempre —la felicitó, pero luego su rostro cambió a una cara de ligera tristeza—. Es una lástima que Kohaku no pueda probarlo —aseguró.
Francois lo apoyó, colocándole una mano sobre el hombro.
—Kohaku-sama se recuperará, sólo necesita tiempo —expresó simplemente Francois—. Pero…
—Pero ¿qué? —se interesó Ryusui.
—Pienso que Senku-sama debería estar a su lado, y en lugar de eso pareciera estar poniendo una distancia entre ellos y negando que él también fue afectado por la pérdida —explicó Francois, con notorio pesar en su voz.
Ryusui asintió.
—Creo que deberíamos hacer algo con esos dos, antes de que Kohaku termine sufriendo más, no quiero ver a ninguna hermosa chica llorando… ¡es mi deseo! —exclamó él y su mayordomo concordó.
—Deseo=Justicia.
…
En Japón, Kohaku había empezado a trabajar duro en la reconstrucción de viviendas y en sus actividades con la policía. Tenía un horario de 24 x 48 como agente de policía, en donde se había empezado a llevar mejor con Homura, que era una de sus compañeras de grupo, y en sus días libres se dedicaba a ayudar a la construcción. Todos siempre la felicitaban, diciéndole: "Eres muy fuerte, Kohaku"; "¡Excelente trabajo!"; "Se nota que no te cansas nunca" y otros halagos más que lograban mantenerla activa.
No obstante, ella sabía que eso era una fachada para ocultar lo mal que se sentía, pues no conciliaba del todo el sueño, sino que la mayoría del tiempo se mantenía en vela en sus días libres, y las pocas veces que dormía, solía tener pesadillas en donde una voz de niña le decía: "Eres la peor madre", "Me mataste", "¡Te odio, Kohaku!" y ella no podía evitar despertarse sintiendo que su corazón se desgarraba nuevamente. El sueño era repetitivo y ella prefería no molestar a su hermana; unos días después, Kohaku prefirió volver a su solitaria casa, en la que vivía antes del viaje a Estados Unidos, antes de ser petrificada y antes de que ocurriera todo lo que pasó con Senku y con su bebé.
En ocasiones, ella sentía que la culpa tenía ella misma, por no haber sido capaz de controlar sus impulsos de estar con Senku, pero de cierta forma ella no quería alejarse de él, ella anhelaba estar siempre a su lado y ese había sido su deseo, era como una promesa tácita entre ellos, de estar juntos siempre. Sus días hasta el 10 de junio fueron un poco vacíos, incluso aunque desde su casa recibió algunas de las fotos que habían tomado sus amigos por la fiesta que Ryusui organizó a Ukyo.
Ese día, incluso, había querido quedarse encerrada incluso aunque era de día en Japón. En Estados Unidos seguía siendo 9 de junio, el día que habían seleccionado para la fiesta, y era de noche, se arropó y cubrió con las sábanas para intentar dormir y no ver más su SmartPhone.
…
Senku no quería tener que participar en esa tonta fiesta. Entendía que sus amigos quisieran animarse y divertirse con Ukyo, incluso haciéndolo bailar casi obligado con la científica mexicana, pero realmente él no tenía tiempo para eso.
Senku bebió un par de tragos sentado de mala gana, mirando a todos con aburrimiento. Él no quería estar ahí, en realidad.
—Deberías irte si no estás cómodo —habló una voz salida de Senku no sabía dónde y que reconoció como la novia de Gen, quien estaba sentada junto él y él no había notado su presencia.
—Tú tampoco te ves cómoda, neurocientífica —dijo Senku de mala gana.
Elise se encogió de hombros.
—Haré lo que sea para hacer feliz a mi pretty boy. Y creo que él lo está disfrutando mucho, así que me quedaré sólo para contemplarlo —comentó ella con ternura, mirando como boba a Gen, que bailaba con Suika alegremente en la pista de baile, mientras hacía ademanes para motivar a todos a bailar.
—Das asco —expresó Senku con una mueca de disgusto—. Pero supongo que tienes razón. Si preguntan por mí, di que dije que me cansé de su fiesta.
Ella se encogió de hombros y siguió mirando a Gen, mientras acariciaba su vientre.
Senku subió las escaleras hasta llegar al piso donde estaba su habitación. Quería ver a Kohaku, de eso no había duda. Le envió un mensaje, preguntándole si estaba bien, pero no recibió respuesta en ese momento, así que tomó el pequeño frasco que llevaba siempre consigo.
—Prometo salvarte algún día, mocoso… o mocosa. Ten paciencia, pero no me rendiré hasta encontrar la forma de volver a ponerte exactamente a ti en el vientre de tu madre —dijo con una sonrisa ladina.
Y dicho esto, se acostó a dormir.
Sin saber que poco después Kohaku leería su mensaje.
…
¡Finalizado el Capítulo 8!
En el próximo capítulo se vienen varios conceptos médicos y una perspectiva de mi Gen precioso para ver si consigue ayudar a resolver este enredo.
Para finalizar, y como siempre digo, saben que los personajes de Dr. Stone no me pertenecen, le pertenecen a Inagaki y Boichi (ya quisiera yo que me pertenezcan, haría lo que me diera la gana con el mentalista). Mis OCs los conocen, que han aparecido Elise, Adhara y Gaby (si quieren más de estas tres, los invito a leer Adheridos), y DJ Ions es de mi queridísima Celeste Kaomy.
Espero que les haya gustado esta historia y que puedan dejarme un lindo comentario, pues con eso me motivan a seguir escribiendo. ¡Los quiero muchísimo!
