¡Muy buenas tardes! ¡Gracias por estar pendientes! Esta historia, como les comentaba, es una adaptación de mi autoría, sin fines de lucro, basada en la historia original de Mizuki e Igarashi. Continuamos…
"UNA VISIÓN DE AMOR"
CAPÍTULO XI
"Tío William…"
La voz queda del rubio menor borró toda línea de pensamiento de Candy y de William Albert, presentes en su habitación.
"… la dejaste venir", continuó el muchacho, viendo a la rubia desde su lecho.
"¡Anthony!", exclamó Candy emocionada, soltando su mano de las manos del patriarca, yendo directo hacia el joven postrado. "¡Despertaste…! ¡Despertaste, Anthony!", repetía la joven, sentándose en la cama junto a él, y tomando su mano entre las suyas. "Anthony… ¡temí tanto perderte!", ella lloró, secando sus lágrimas que anegaban sus verdes ojos. No quería perder de vista a su adorado rubio. Verlo despierto era como un sueño para ella. "¿Cómo te sientes, Anthony…? ¿Cómo estás…?", acarició su mejilla con el dorso de sus dedos con ternura. "¿Te duele algo, mi amor?" le preguntó. - "¡Dios mío, gracias…! ¡Gracias! -", ella cerró sus ojos brevemente sintiendo alivio, llevando la mano del joven entre las suyas contra su corazón, llorando con alegría y gratitud, y luego abriendo sus ojos, se inclinó besando su mano en las suyas y la apoyó en su húmeda mejilla, mirándolo con amor. "¡Despertaste, mi vida!", afirmó. - ¡Gracias, Virgen Santísima! ¡Gracias…! -", decía ella sin parar de sonreírle y de llorar emocionada.
"Candy…", dijo el rubio, sorprendido y conmovido a la vez.
"Tuve tanto miedo", le confesó la rubia viéndolo a sus cansados ojos, "Te amo tanto, mi príncipe…", le dijo. "tanto…"
Anthony frunció su ceño, y acariciando la tersa mejilla de la pecosa, teniéndole ella sosteniendo su mano a su rostro, el apuesto muchacho mirándola a sus expresivos ojos verdes, sintió una gran calidez en su pecho, y sin importarle la inseguridad que experimentara al despertar, con agotamiento en su expresión, le sonrió con igual amor. "Candy…", le dijo suavemente, haciendo a la pecosa llorar de alegría al escucharlo.
Luego de unos momentos más, tras hablarse ambos sin palabras en el silencio de la habitación, el joven finalmente, con reticencia, apartó su mirada de ella y miró hacia su tío, quien, junto al médico, esperaba, mirándolo con lágrimas en sus ojos. A pesar de su cuello inmovilizado, Anthony pudo notar que su expresión no era de enfado o de molestia hacia él, sino más bien, de alivio. "Tío…", le dijo otra vez.
Inmediatamente William Albert se aproximó a él.
"Hola, Anthony…", le dijo. "Nos alegra mucho ver que ya has despertado.", le dijo sincero, inclinado hacia él.
Anthony lo miró un tanto pensativo.
William sonrió, "Hay mucho de qué hablar, sobrino.", continuó su tío, reconociendo sus dudas en su mirada. "Pero lo importante ahora es que estés mejor, Anthony. Y que debes descansar para recuperarte pronto. Estoy tan feliz de verte despierto, hijo." le dijo su tío con sentimiento. "Nos diste un gran susto", admitió.
"Lo siento, tío…" susurró el joven con cansancio.
"Duerme ahora. Candy se quedará contigo durante tu recuperación. No tienes nada de qué preocuparte. Nuestro compromiso fue anulado."
"¿Qué?", se sorprendió Anthony.
Candy lo vio condolida, pero asintió sonriéndole.
"Es una larga historia que te contaremos después porque el doctor insiste en que debes descansar." continuó su tío. "Solo quiero que sepas… que lamento mucho lo que te dije aquella mañana. Debí escucharte como me lo pediste. Perdóname.", le dijo con total arrepentimiento en su mirada.
"Tío William…", le dijo Anthony, mirándole también conmovido, pero con cierta expresión de confusión en sus ojos azul cielo.
"Sé que tienen mucho qué conversar." Intervino el médico de pronto al ver que el silencio se extendía entre tío y sobrino, "pero el paciente, como usted bien dijo, señor Andley, no debe extenuarse más."
"Lo siento, doctor Miller.", dijo William Albert incorporándose. "Le avisaré a la familia y esperaremos hasta mañana para que lo visiten."
"Será lo mejor", concordó el doctor.
"Aunque creo que la tía Elroy tendrá que ser una excepción.", le advirtió, viendo luego al muchacho, que le sonrió al imaginarse lo preocupada que estaría su tía abuela.
El doctor estuvo de acuerdo. "Por supuesto, pero deberá aclararle que solo podrá estar un par de minutos."
William asintió, y volviéndose hacia su sobrino, que ya no apartaba sus cansados ojos azules de su dulce pecosa, le sonrió notando que ambos se encontraban nuevamente imbuidos en su propio mundo. "Te veré luego, Anthony", le dijo discreto, tocando su brazo. "Descansa."
"Gracias..." El joven, noble como siempre, le sonrió de nuevo. El sueño se notaba comenzaba a apoderarse nuevamente de él.
"Gracias, William.", dijo Candy agradecida también, viendo al alto patriarca con una sonrisa. William asintió gentil hacia ella y luego caminó fuera de la habitación intercambiando unas palabras más con el médico que ni Candy ni Anthony parecieron escuchar. Sus miradas se habían encontrado nuevamente, mientras Candy acariciaba el rostro del rubio con ternura. La pecosa también reconoció su creciente cansancio en su expresión.
"Duerme ahora, mi amor.", le dijo entonces. "Yo estaré aquí cuando despiertes.", le sonrió, todavía con sus ojos húmedos por las lágrimas. El joven hizo el esfuerzo de levantar su brazo, y secar una de ellas delicadamente de su rostro, acariciándola.
"No entiendo bien… qué magia logró que estés aquí, a mi lado, pecosa…", dijo el muchacho, mientras Candy lo ayudaba sosteniendo su mano otra vez junto a su mejilla, "pero si este es un sueño… no quiero despertar."
"No es un sueño, Anthony mío.", le dijo ella enternecida. "Tengo mucho por qué disculparme contigo, amor, y mucho qué contarte, pero el doctor Miller tiene razón, eso puede esperar." Le afirmó, al ver qué el muchacho intentaba preguntarle de qué hablaba. "Ahora lo importante es tu salud, Anthony, ya habrá tiempo para hablar. Ahora duerme, amor mío. Descansa." Ella bajó su mano nuevamente a su lado. "Te estaré esperando aquí cuando despiertes."
Anthony sonrió, sus párpados se le cerraban. "Tú también te ves cansada, pecosa.", le dijo. "Deberías dormir también."
"Shhh…", le dijo ella quedamente. "No te preocupes por mí, lo haré tan pronto como tú te duermas. Ahora descansa." Le dijo tierna, y guardó ella silencio los siguientes minutos hasta ver que Anthony había caído nuevamente en un sueño profundo. Su respiración y su expresión eran ahora de una profunda serenidad.
Con mucho cuidado de no despertarlo, la joven se levantó de la cama, y cruzándose con la enfermera que se acercaba a revisar su pulso, sonriéndole, se dirigió hacia el fondo de la habitación, donde se encontraba el médico luego de regresar de hablar con William.
"Doctor Miller", dijo en voz baja al médico que, sentado al escritorio del rubio en la habitación, apuntaba la evolución del caso en una libreta gruesa.
"Señora Brower." Se volvió hacia ella, poniéndose de pie, y quitándose los lentes.
"No sabe cuánto le agradezco que haya salvado a mi Anthony.", le dijo sincera. "No sé cómo agradecerle en verdad", le dijo con lágrimas en los ojos.
"Mi joven señora," le dijo el médico, sonriéndole. "Me temo que no tengo todo el crédito. La Divina Providencia nos favoreció grandemente, debo reconocer. Para serle sincero, como le dije al señor Andley al darle la noticia en su despacho hoy, no tengo explicación médica para su recuperación tan inesperada… aunque, sí puedo asegurarle que su presencia junto a él parece haberlo ayudado bastante."
Candy sintió su corazón temblar. "¿Usted en verdad lo cree?", dijo, emocionada de escucharlo.
El galeno le sonrió asintiendo, "Es muy notorio el amor que el joven siente por usted. Si fuera menos pragmático… lo consideraría un milagro", admitió. "Pero por lo pronto lo estoy registrando como una recuperación inexplicable en mi archivo."
Luego continuó, "A partir de ahora, tendrá que tener mucha paciencia, señora Brower, y tomarlo con calma. Aún no sabemos si tendrá alguna secuela por el golpe recibido. Por lo pronto, está estable, pero queda mucho camino por recorrer. Necesitará mucho apoyo de su parte en esta etapa de su recuperación."
"Lo tendrá, doctor", la pecosa sonrió entusiasta. "Se lo aseguro. ¡Seré su enfermera particular! ¡Lo apoyaré en todo lo que usted indique!"
El galeno sonrió por su entusiasmo. "Muy bien. Pero sin descuidarse usted misma, sabe que ahora usted también es prioridad."
"Lo entiendo, doctor." Ella se apenó, tocando su pancita plana. "No se preocupe, los cuidaré bien a los dos." le dijo feliz. Y acercándosele, le dio un breve abrazo, sorprendiendo al médico. "Gracias, doctor Miller.", le dijo con sentimiento. Y al separarse, "Estaré en mi habitación por unas horas. Intentaré dormir. Mi madre ha de estar ya enfadada conmigo por haberme escapado así", dijo apenada. "Y gracias otra vez, doctor."
El médico asintió y la vio salir. La enfermera se le aproximó al doctor, viendo también hacia la puerta donde había salido. "Es una jovencita muy tierna, la señora Brower", le dijo su enfermera.
"Así es.", concordó el médico con una sonrisa.
"¿Puedo ordenar una sopa liviana para el paciente, para cuando despierte otra vez, doctor?"
"Sí, por favor. Una dieta líquida, sin grasa."
"Avisaré de inmediato." Y al llegar a la puerta, al abrirla encontró a la señora Elroy que llegaba escoltada por su sobrino. "Señora.", le dijo la enfermera y se hizo a un lado para dejarlos pasar. La señora Elroy, en su prisa, ni siquiera la notó, sino que fue directo a la cama de su nieto.
"Anthony…", dijo la angustiada dama, viéndolo dormir profundamente, mientras la enfermera salía de la habitación.
William la alcanzó junto al lecho de su sobrino, acercándole una silla para que ella se sentara junto a él.
"Gracias, hijo.", dijo la preocupada Matriarca, sentándose, y tocando levemente el brazo de su nieto en una suave caricia. "Bendito Dios…", dijo, con lágrimas en los ojos, no pudiendo evitar llorar de alivio. "Bendito Dios…", repitió, tratando de no despertar a su nieto, sosteniendo su pañuelo blanco junto a su rostro.
"¿Candy?", preguntó el patriarca en voz baja al médico junto a ellos.
"Se retiró a descansar, a petición del joven Brower, debo añadir. Esperó a que el joven Anthony se durmiera y luego volvió a su habitación.", comentó el médico, regresando al escritorio para darles privacidad.
William sonrió al pensar que, aún enfermo, y sin saber nada, Anthony se preocupaba por la salud de la joven Britter. - bueno, es decir, de su esposa -, se corrigió él mismo al recordar el nuevo estatus civil de su sobrino. El joven patriarca se sentía muy feliz por ellos en realidad, a pesar de la sorpresa de toda la familia al darles la noticia del cambio de prometido para Candy, y de las miradas de pena hacia él al saber de la boda de los rubios, se sentía sinceramente aliviado por la recuperación de su sobrino, y por la felicidad de Candy. Verlo ahora dormir, respirando tranquilo, borraba la angustia que había vivido los últimos dos días, sobre todo en ese momento, viendo a su tía Elroy decirle suavemente a su nieto cuánto se alegraba por su bienestar, aunque no la escuchara por estar dormido. Eso le recordaba que había mucho qué conversar con los Britter cuando todo esto terminara.
"Tía…", la voz de Anthony hizo que William dejara a un lado sus cavilaciones.
"¡Hijo!", dijo su tía abuela emocionada, inclinándose hacia él. "Ya te desperté. Perdona."
"Me alegro de verla, tía abuela.", le dijo cansado, aceptando su mano en la suya.
"No hables más, hijo. Solo déjame verte.", le dijo la desvelada anciana acariciando su mano. Le sonrió. "Nos diste un gran susto, Anthony", le dijo sincera, sin poder contener otra lágrima.
"Siento haberla asustado, tía.", dijo calladamente el muchacho.
La tía abuela negó. "No te preocupes por eso. Ya pasó." Le sonrió. "Ahora, sigue durmiendo, hijo, solo quería saludarte y ver que estabas mejor. Descansa."
Anthony sonrió levemente a su tía y cerró nuevamente sus ojos, haciéndole caso como cuando era pequeño y ella le leía historias antes de dormirse, cuando ya no estaban sus padres. Y como cuando pequeño, el rubio menor, sintiendo la familiaridad de su presencia, se quedó dormido casi instantáneamente.
La tía abuela volteó a ver a William de pie junto a ella conmovida, y con lágrimas en los ojos, feliz de verlo dormir tranquilo, se levantó con cuidado de no despertarle, y William sonriéndole, la recibió en sus brazos, compartiendo ambos en su abrazo la alegría y la gratitud de ver finalmente a salvo al hijo único de su querida Rosemary.
Continuará…
¡Muchas gracias por leer!
Espero les haya gustado el capítulo. La historia avanza.
Las publicaciones ahora serán más espaciadas. Es que no quería hacerlas sufrir de más, por eso publiqué más seguido. Pero ahora avanzará más despacio. Espero su comprensión.
Y también gracias por sus comentarios al capítulo anterior. Muchas gracias Anguie, Sharick, Guest 1, Guest 2, Guest 3, Guest 4, GeoMtzR, Mayely león, Guest 5, Guest 6, Julie-Andley-00, Guest 7 y Guest 8. ¡Muchas gracias!
¡Y gracias, querida Ailee16, por agregarla a tus favoritas y darle también seguir! (Ya había publicado el capítulo anterior, cuando me di cuenta. ¡Ji, ji! ¡Un gran abrazo! Y qué bueno que te gusta también esta historia.)
¡Y también, gracias, querida Julie-Andley-00 por agregarla también a tus favoritos y darle seguir! ¡Bienvenida a la lectura!
¡Y un abrazo a todas las lectoras silenciosas también!
¡Feliz tarde a todas!
lemh2001
16 de noviembre de 2023
P.D. Se publicará la continuación el martes 21 de noviembre. ¡Hgs!
