- ¿Entonces el resultado de las pruebas fue negativo? – preguntó Chrollo intrigado.
- Ni yo ni mis colegas encontramos anomalías en su cerebro o cráneo que indicaran algún malestar. Por el contrario, usted esta en muy buen estado de salud. – contestó la médica mostrándole las radiografías a Chrollo.
- ¿Entonces porqué tengo dolores fuertes de cabeza?
- Bueno, posiblemente sea a causa de estrés o bien alguna clase de problema psicológico no tratado.
- Llevo una vida relativamente tranquila actualmente, tengo novia, amigos, dinero y un trabajo el cual disfruto. Dudo mucho que esté estresado.
- ¿Usted tuvo una infancia feliz? – preguntó la médica.
Chrollo meditó un poco su respuesta. Chrollo había sido el sexto hijo de trece hermanos siendo el posiblemente el único que actualmente seguía vivo. La mayoría de sus hermanos murieron a los pocos años, siendo su hermana mayor Zhana la única que sobrevivió después de los doce años. Zhana murió cuando Chrollo tenía nueve o diez años. No hubo funeral para ella, siendo signo de que había muerto en pecado. "¿Qué clase de pecado podía ser tan grave como para desmerecer un entierro digno?" fue la pregunta que siempre se hizo Chrollo, sin encontrar jamás ninguna respuesta. Para Chrollo sus padres eran figuras ausentes, casi fantasmales, las cuales jamás le habían prestado mucha atención o afecto. Su madre usualmente se encontraba enferma o atendiendo a sus hermanos menores, mientras su padre viajaba fuera de casa para buscar trabajo, llegando solo para dormir o comer algo. Chrollo ni siquiera recordaba bien como o cuando murieron e incluso llegó a sospechar que seguían vivos.
El al igual que muchos niños nacidos en ciudad Meteoro había conocido el hambre de primera mano, cedido sus raciones a sus hermanos pequeños y escarbado entre la basura para conseguir algo de comida. Jamás tuvo ropa nueva ni juguetes propios, la ropa que vestía eran trapos viejos que su madre había remendado a duras penas y sus juguetes era cualquier chatarra que encontraba tirada en la calle. Su familia era especialmente devota a la religión y pese a sus condiciones de vida paupérrimas aquella casa estaba siempre repleta de libros de religión. Chrollo se refugiaba en ellos, imaginando a detalle cada escena bíblica y cada biografía de santo que leía, jugando muy a menudo a recrear con sus amigos esas escenas; aunque en ocasiones sus amigos desconocían todo respecto a aquellos personajes. Chrollo recordaba con cariño como en una ocasión recreó junto con sus amigos la Última Cena, usando agua de lluvia y lodo como si se trataran de pan y vino. Fue esa vez que el conoció a Uvogin y Franklin, quienes habían escogido ser Pedro y Jesús respectivamente, mientras que el había elegido ser Judas y fingir que moría suicidándose trágicamente. ¡Habían sido tan buenos tiempos!
- Claro que si. – contestó sonriendo nostálgico al recordar a sus amigos muertos y los extraños juegos en los que los involucraba.
- ¿No ha pasado por alguna experiencia desagradable recientemente? – preguntó.
Chrollo se quedó en silencio. Había pasado casi un año desde que regresó del Continente Obscuro y cualquier mención a lo ocurrido en ese sitio le hacía sentir incomodo. Para Chrollo era mejor fingir que jamás había pasado.
- Quizá, pero fue hace mucho tiempo. Estoy mejor ahora. – respondió secamente.
- ¿Consume tabaco, drogas o alcohol?
- Soy bebedor casual y en ocasiones fumador pasivo. Jamás he usado drogas.
- ¿Consume bebidas azucaradas o café?
- Casi a diario. Tomo una taza de café en la mañana y usualmente otra de chocolate para acompañar el postre o la cena.
- ¿Se ha lastimado a usted mismo o tenido intención de hacerlo?
- No, nunca.
- ¿Ha querido acabar con su vida?
- Jamás, aunque no tengo miedo a perderla.
- ¿Ha sufrido acoso o abuso de índole sexual?
Chrollo tragó saliva al escuchar la pregunta. Aquella pregunta había sido muy personal e indiscreta.
- No realmente. Aunque personas cercanas a mi han sobrevivido a eso.
- ¿Tortura o maltrato físico?
Chrollo volvió a fruncir el ceño, auténticamente incomodo con la pregunta. Pensó por un momento en el bastardo de las cadenas, Hisoka y el circo que este había montado en el Continente Obscuro, sin embargo, prefirió no mencionar mucho respecto a eso.
- Fue hace mucho tiempo. Realmente no creo que importe.
La doctora analizó la situación en silencio por un rato, tras lo cual sacó de su botiquín un frasco de píldoras.
- Sus dolores posiblemente tienen raíz psicológica. Trate de tomar un descanso profundo e ingiera una de estas píldoras tranquilizantes de forma diaria antes de dormir. Duerma al menos ocho horas diarias y si se siente cansado trate de tomar siestas cortas al mediodía. Evite la cafeína y disminuya su consumo de azúcar, harina blanca, dulces y chocolate. No realice ejercicios extenuantes ni cargue objetos pesados. Si después de un par de meses continúa su malestar no dude en volver.
Chrollo tomó el frasco de la doctora.
- De acuerdo. Muchas gracias señorita, le deseo una tarde encantadora. – dijo saliendo del consultorio tranquilamente.
Chrollo respiró hondamente, agradecido de que aquel dolor de cabeza no hubiera resultado en algo macabro como un tumor o algún padecimiento más agresivo. Le dolió un poco tener que dejar de consumir su taza de café diaria, así como sus usuales tartas de merengue, macarrones dulces y los Chocorobots a los que se había vuelto tan aficionado, sin embargo, viéndolo desde un ángulo más optimista, quizá disminuir su consumo de cafeína y dulces podría evitar esos episodios de gastritis que le atacaban tan seguido desde que marchó al Continente Obscuro. Quizá Machi tenía razón, había que llevar las cosas de forma lenta, descansar más y quizá ahorrar un poco. Tal vez con el último atraco que había cometido sería suficiente para vivir por un tiempo hasta reunir fuerzas para un nuevo atraco. Claro, no sería una vida lujosa y posiblemente dejaría de donar tanto a la caridad, sin embargo, eso no significaría que tendría una mala calidad de vida. Mientras la Araña siguiera unida, todo estaría bien.
Chrollo pasó por la sala de espera del área de maternidad y salud femenina del hospital. Le alegraba ver que gracias a el, las mujeres de su ciudad podían elegir sobre su propio embarazo, dar a luz sin riesgos y tener hijos saludables. Pensó por un segundo en Machi y en el futuro que quería con ella. Quizá sería agradable tener hijos, siendo este parte de su legado al mundo. Aunque también tenía que meditarlo bien y discutirlo con Machi. Chrollo no sabía a ciencia cierta que pensaría Machi de tener hijos tras todo lo ocurrido en el Continente Obscuro, sin embargo, algo en el fondo de el parecía decirle que ella sería buena madre y también deseaba tener hijos. Sin embargo, había más factores que meditar antes de completar la ecuación, pues el sabía que en caso de que ella estuviera de acuerdo en tener hijos, aquella decisión afectaría su desempeño como miembro de la Araña y podría poner en peligro a todos sus miembros. El no podía ser egoísta, los deseos de la cabeza no podían perjudicar el bienestar patas. Aunque eso no quitaba el hecho de que sintiera algo de curiosidad en dejar algo de descendencia. Sin duda Machi y Chrollo tendrían que pensarlo dos veces…
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Se que debería andar actualizando mis fanfics de One Piece, pero mi adicción a HxH y a las tragedias me obligó a hacer otro capítulo. ¡Muahahaha! Espero que lo hayan disfrutado mucho, les mando besos y abrazos a todos mis lectoras y lectores. 3
